80.

Advertencias: angst, drama, temas de género.

capítulo nuevo.

El sol está afuera,

Y es cruel y fuerte,

Y no puedo pensar en esta soledad.

Mi padre se gira,

Se aleja...

El sol está afuera,

Y es cruel y fuerte,

Y no puedo creer en la noche en que sangré...

~Callous Sun, Yann Tiersen&Shannon Wright~

Yoongi hizo un mohín cuando recibió la inyección en su nalga, sintiendo la espesa sustancia entrando en él.

―¿Sigue doliendo demasiado? ―preguntó Dongwon detrás de él.

―Creo que nunca me acostumbraré ―se quejó el menor, y aunque sonara tonto, era como si su nalga se sintiera pesada.

―Claro que te acostumbrarás ―le dijo Hoseok, sonriendo desde su lugar.

Yoongi murmuró una maldición baja, mirando a su mejor amigo con una expresión tímida. Hoseok sólo le guiñó el ojo, tranquilo y esperándole con comodidad.

―Es muy probable que esta vez se te corte la menstruación ―le dijo el doctor, botando la aguja en el basurero de desechos―, y te empiecen a crecer pelos en algunas partes del cuerpo que antes no.

―Yoongi, ¿tendrás barba? ―exclamó Hoseok.

Esas palabras le provocaron cierta vergüenza que no supo explicar, como si fuera una broma íntima entre ellos dos. Su rubor hizo que las risas de Hoseok estallaran, con su timbre un poco cariñoso y dulce.

―Podrías dejártela crecer, si así gustas ―sugirió Dongwon, antes de ponerse de pie y salir, corriendo la cortina para que Yoongi se subiera los pantalones.

¿Tener barba? Claro que no, de seguro le quedaría horrible. Su piel tan pálida, con esa barba que picaba...

A Hoseok le empezó a salir a los diecisiete años. Dijo que quería dejársela crecer, pero no duró demasiado, porque a Yoongi le molestaba para darle besos, además que le crecía un poco lento, y no le gustaba como se veía... Se reía de él diciendo que no lucía como un "hombre", sino como un puberto. Así que, al final, Hoseok se la quitó, y desde entonces jamás se la dejó crecer.

Salió y escuchó las instrucciones de Dongwon, y poco después, estaban en el pasillo, camino a la salida de la clínica. Aprovecharon que era sábado para esa cita, pues los dos tenían libre, y querían usarlo para ponerse al día. En menos de dos semanas sería la presentación de baile de Hoseok, por lo que toda la semana estaba ensayando, desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde. Por otro lado, Yoongi ya estaba terminando con la canción de Dahye y la próxima semana la debían entregar.

―Mi papá me llamó hoy en la mañana ―le dijo Hoseok, y Yoongi lo miró.

―¿Qué te ha dicho? ―preguntó el más bajo.

―Bueno... Ha querido saber cómo estaba y que quiere venir a verme ―caminaron por las calles en dirección al centro de Seúl―, ¿te puedes creer eso? Mi padre metido en ese apartamento...

―Eso si que sería todo un show ―suspiró Yoongi, sabiendo de antemano que eso jamás ocurriría. Y, en el hipotético caso de que así fuera, se encargaría de estar lo más lejos posible del departamento para jamás encontrárselo.

―Por supuesto ―Hoseok suspiró―, casi lo mandé al diablo, a pesar de lo irónico que pueda ser eso. De todas formas... También preguntó por ti.

Eso fue toda una sorpresa. Yoongi, por el pasmo, se quedó quieto y le miró, con la boca ligeramente abierta y los ojos un poco abiertos, más de lo normal. Hoseok le agarró el brazo, haciéndolo caminar otra vez.

―¿Por mí? ―barboteó.

Hoseok hizo un gesto extraño con la boca, ese bonito triángulo que tanto lo caracterizaba.

―Quedé igual que tú ―masculló Hoseok―, estuve a punto de gritarle un montón de mierda, pero sólo le escuché. Tu mamá... Bueno, tu madre ha hablado con él, y es que ella quiere conversar contigo.

―¿Qué demonios? ―farfulló, desconcertado y fuera de sí―. ¿Conversar conmigo?

―No sabía si decírtelo, perdón ―se disculpó Hoseok―, pero consideré... No sé, tal vez tú quieres...

―¿Yo quiero? ―murmuró, sacudiendo su cabeza―. Hope, ¿cómo se refirió a mí? ¿Cómo me llamó?

El más alto hizo una pausa larga, tomándose su tiempo para responder. Pasaron unos largos y tortuosos minutos, y Yoongi estaba a punto de gritarle para que le contestara, cuando Hoseok volvió a hablar.

―Como la persona que no eres ―dijo su mejor amigo, y eso fue suficiente para saber a qué se refería.

―Entonces no hay nada de qué hablar ―respondió, y Hoseok no añadió más sobre el tema, pues tenía claro que Yoongi no quería conversar sobre eso. Mientras ellos se siguieran refiriendo a él como no correspondía, no tenía nada que platicar con ellos.

Decidieron ir al cine a ver alguna película, saliendo cerca de las siete de la noche y yendo a comer dentro del centro comercial. Yoongi se dedicó a contarle acerca de la canción que estaba haciendo con Dahye.

―¿Y en qué te inspiraste? ―preguntó Hoseok―. Debías hacerlo sobre el amor, ¿no es así? ¿Te inspiraste en mí, Gigi? ―bromeó el mayor, parpadeando.

Yoongi pensó en lo que habló con Dahye. A veces, el amor duele, le había dicho ella cuando estaban buscando su fuente de inspiración, y cómo sirvieron esas palabras. La chica dijo que podía inspirarse en sus sentimientos por Namjoon, sin embargo, él siempre supo que ese amor que sentía por el rapero no era algo tan profundo, como el que tuvo (o tenía), por Hoseok. Hoseok siempre fue... No, sería. Siempre sería su alma gemela.

Y cuando ellos terminaron y se alejaron, cuando rompieron y tuvieron que mantenerse lejos, fue como si su corazón se quebrara. No en dos, sino peor: en miles de pedacitos, y el amor que sentía dolió. Dolió peor que cada golpe que recibió, en especial por el terror de que eso significara que no se verían nunca más, que ya no serían más amigos, que ya ni siquiera serían conocidos.

―No seas tonto ―bufó, desviando la vista―, nunca te quise demasiado.

―¡Noooooooo, no seas así! ―comenzó a quejarse Hoseok como un niño pequeño, y Yoongi sólo se rió, sacudiendo su cabeza por el gusto.

―No llores, mi bebé bobo ―se burló Yoongi, y Hoseok también rió, dándole un pequeño empujón.

El amor dolía, claro que sí. Pero también era cálido, y a Yoongi le gustaba ese sentimiento recorriendo su corazoncito.

―¿Esa es nuestra canción?

Yoongi levantó la vista cuando Dahye habló, con cierto tono atónito y asombrado. Por un instante, pensó que había quedado horrible, que a ella no le gustó, y sintió pánico de lo que podía significar. Si Dahye no se mostraba de acuerdo, ¡estaban jodidos!

―¿Es mala? ―preguntó, y su voz salió dolorosamente aguda, obligándolo a callar de golpe. Los últimos días, por algún extraño motivo, su tono se había alterado ligeramente, como si soltara torpes gallitos que hacían que se pusiera avergonzado―. Todavía podemos cambiarla, si no te gusta...

―¿Qué dices? ―exclamó Dahye, sorprendida y ahora más desconcertada―. ¿No gustarme? ¡Está perfecta, Yoongi oppa!

El muchacho mordió su labio inferior, mirando su reflejo a través de la computadora. El menta relucía en su cabello, ahora mucho menos intenso que antes, pero todavía bonito. Se lo había retocado sólo una semana atrás, y le gustaba cómo le quedaba. Hacía que su rostro, a pesar de las facciones delicadas y finas, tuviera también ciertos rasgos masculinos. O, quizás, era la testosterona haciendo efecto. Lo que fuera. A Yoongi le gustaban esos cambios, si quitaba el tema de la voz.

―¿Segura? ―insistió, retrocediendo un poco en la canción―. Si quieres hacerle un cambio...

―¡Oh, no! Está genial ―sin embargo, la vio vacilar un segundo―. Oppa, no te preocupes...

―Si tienes alguna sugerencia, puedes hacerla ―continuó Yoongi, viéndola morder su labio inferior―. No voy a enfadarme.

Dahye volvió a titubear, luciendo muy insegura de lo que iba a decir. Sin embargo, Yoongi necesitaba oírlo. Necesitaba saberlo para saber que lo que estaba entregando era bueno.

―Mira, está muy linda y todo, oppa ―comenzó a decir Dahye, y a Yoongi le sorprendió escuchar la lentitud en su tono, como si no quisiera enojarlo. Pensó que, meses atrás, ella habría sido grosera y petulante con él, pero las cosas ahora eran bastante distintas―, pero la parte final, del piano... ¿no es algo dramática?

Yoongi parpadeó, confuso por lo que le dijo Dahye. ¿La parte final? Llevó la canción hasta ese minuto y lo reprodujo, escuchando el piano, y no podía encontrarle el sentido a las palabras de ella.

―¿Cómo? ―preguntó.

Dahye suspiró.

―Eso, oppa ―ella puso una expresión calculadora―, ¿no crees que suena demasiado dramático para una canción de amor? Los sunbaenims podrían encontrarlo... no sé, ¿espeluznante?

¿Espeluznante? Tal vez no fue la palabra correcta que Dahye tuvo que haber usado, porque Yoongi no pudo evitar reaccionar de dos formas: la primera, sintiéndose herido por llamar a esa parte con dicho adjetivo, y la segunda, desconfianza de sus palabras. ¿No era extraño que le hubiera criticado eso a la parte que Yoongi hizo con tanto esfuerzo? La parte exclusiva de él. Como no podía rapear, entonces pensó, ¿por qué no agregar el piano al final? Era una marca casi personal, ¿y Dahye encontraba que estaba de más?

¿No era acaso que ella quería destacar?

―No creo que sea espeluznante ―dijo Yoongi, tratando de no sonar molesto, sino razonable―, creo que le agrega algo interesante para el final. Toda la canción es bastante... "alegre", para el tema que trata.

Dahye le observó, sin lucir un poco confundida, pero Yoongi no quería cambiarlo por nada del mundo. Tal vez era algo de orgullo el comportarse así, sin embargo, ¿no tenía derecho alguno? Era su canción, la compuso y le hizo todos los arreglos. Si bien Dahye fue quién la cantó, podría haberla cantado cualquier otra persona, en cambio, otra persona no podría haberla compuesto.

―Pienso que los sunbaenims quedarán conformes como suena la canción sin el piano ―insistió Dahye, tampoco sin querer dar su brazo a torcer―. Es demasiado triste con ese piano al final.

Claro que era triste, después de todo, era una canción de desamor. Era una canción sobre una pareja que se alejó, una pareja que rompió y de alguien que quería regresar con esa persona. Era una canción que tenía los sentimientos más profundos de Yoongi hacia su alma gemela, claro que debía ser triste.

―Si te parece demasiado ―le dijo Yoongi, helado―, entonces vamos, corrígelo tú, ya que eres tan buena componiendo.

Sabía que sus palabras sonaron crueles y casi burlonas, porque la persona a cargo de la composición era Yoongi. Dahye sólo cantaba, y ambos lo sabían más que bien.

Pudo ver como la ira deformó el bonito rostro de la chica.

―Déjalo así ―dijo ella, poniéndose de pie―, pero asumirás toda la culpa si es que nos dicen algo.

―Y asumiré todos los elogios si es que sale bien ―replicó Yoongi, ignorando la forma en que salió. El portazo resonó en la habitación.

El chico le hizo unos últimos arreglos a la canción, aunque apareció un poco de duda cuando ya estaba guardando todo. ¿Tal vez... Dahye no podía tener un poquito de razón? ¿No sonaba cómo una canción muy triste? Si bien hablaba de desamor, la excesiva tristeza para la temática podía jugarles en contra... ¿cierto?

Sacudió su cabeza con fuerza. No. No era así. Se estaba carcomiendo la mente por un montón de tonterías que no venían al caso.

Media hora después, estaba saliendo de la empresa. La entrega de la canción sería al día siguiente, y en tres días más, hablarían personalmente con cada dúo para ver las opiniones, fallos y aciertos. Yoongi estaba un poco ansioso, claro, pero no quería dejarse dominar por esa sensación extrema. Las cosas iban a salir bien y no tenía motivo alguno para actuar como si todo estuviera yendo mal.

Cuando llegó el momento de la entrega, ni Dahye ni Yoongi intercambiaron alguna palabra. Ambos, con suerte, se miraron. Sus superiores parecieron notar que tuvieron un desencuentro, porque no hicieron muchas preguntas y recibieron el CD con un movimiento de la cabeza. Como la entrega se hizo en la mañana, durante el resto del día y el siguiente les dejaron libre, así que Yoongi lo aprovechó para ir a trabajar y ganar algo de dinero, pues últimamente estuvo bastante escaso.

Álex se apareció durante la subsiguiente tarde, yéndose con ella y pasando a comer algo a un local de comida rápida, queriendo despejarse de todas las malas emociones que estuvo sintiendo los últimos días. Su amiga siempre le ayudaba a eso, distrayéndolo y ayudándolo a relajarse. Ella tenía una capacidad extraordinaria para hacerlo sentir mejor.

Al menos, pudo sacar de su mente el tema de la canción hasta que llegó a casa, y se encontró con Hoseok hablando por teléfono en la sala de estar, sentado en el sofá. El más alto pareció no darse cuenta de que Yoongi llegó, porque no se volteó a mirarlo, y fue cuando lo escuchó:

―No, señora Min, no voy a permitir que hable con él.

Se quedó congelado, oyendo esas palabras y tratando de procesarlas, a pesar de que eran tan evidentes y duras. Señora Min. Era su... su...

―¡No me importa que sea su hijo! ―saltó Hoseok―. Lo que ustedes le hicieron no tiene perdón, ni siquiera de Dios.

Cerró sus ojos ante esas palabras, rememorando todo lo que pasó un año atrás. Los golpes, los insultos, las humillaciones. Las duras palabras dichas con total desprecio, esas palabras que parecían marcar en su alma tan profundo, que pensó durante mucho tiempo que jamás podría sanarse de ellas.

Sin embargo, sanó. Puede que no por completo, puede que hubieran quedado algunas cicatrices, pero sanó, y ya no dolía como hizo durante tantos meses.

―Hope ―habló, y Hoseok saltó de su lugar, girándose con brusquedad y una expresión culpable en su rostro―, Hobi, pásamela.

―¿Yoonie? ―barboteó el más alto, atónito―. ¿Cómo...?

―Deja que hable con ella ―le dijo―, quiero ver qué me dice.

Hoseok no parecía demasiado convencido con sus palabras, sin embargo, tampoco le negó, y le estiró el celular con cierto titubeo en su rostro. Yoongi lo alcanzó en unos pasos, agarrándolo y llevándolo a su oreja, con su respiración acelerándose.

―¿Mamá? ―preguntó, y la palabra sonó extraña y vacía.

Un instante de silencio, en el que Yoongi sintió el aire salir de sus pulmones.

―¿Yoonji?

La voz femenina al otro lado de la línea habló, y el nombre femenino fue como si hubiera sido un puño dirigido a su estómago. Pudo sentir sus labios temblar, pero se dijo que no iba a llorar. No iba a dejarse golpear por ello.

―No, Yoongi ―le corrigió, y para su sorpresa, su voz salió firme, a pesar de que él no se sintiera así―. ¿Necesita algo?

―Yoongi, Yoongi ―su madre, al otro lado de la línea, soltó una risa mordaz―. ¿Es así como me hablas luego de tanto? Pensé que, a estas alturas, habrías recapacitado un poco, aunque fuera por nosotros.

Apretó sus labios un instante, escuchando todo ese despotricamiento contra él sin decir una sola cosa. En realidad, no sabía porqué estaba aguantando eso, ¿es que acaso tenía que aceptarlo? Durante mucho tiempo lo soporto, justificándolos siempre en que ellos eran sus padres, eran quienes lo criaron, así que ellos tenían ese derecho.

Pero no era así. Nadie tenía derecho a herirlo de tan cruel forma, ni siquiera sus padres.

―¿Es eso lo que quería decirme? ―le dijo, fingiendo indiferencia para que ella no supiera lo que estaba sintiendo―. Porque sí es así, entonces adiós, señora Min.

―¡Señora Min! ―exclamó la mujer, incrédula―. ¡Soy tu madre, Yoonji, ¿qué son estas faltas de respeto?!

―¿Mis padres? ―Yoongi sacudió la cabeza―. No, ustedes lo dijeron, la última vez que nos vimos. Dijeron que no eran más mis padres ―hizo un ruido con su boca―. ¿Qué necesita?

―¡Qué vuelvas, claro! ―gritó su madre―. Tu padre se ha enfermado y alguien debe cuidarlo, ¡ya es hora de que vuelvas!

Esas palabras provocaron cierta sorpresa en Yoongi, sin embargo, enseguida se dijo que eso no era su culpa.

―¡Tú lo enfermaste! ―acusó la mujer, aprovechando el silencio al otro lado de la línea―. Con tus tonterías lo has enfermado, ¡debes hacerte cargo ahora!

―No ―respondió Yoongi, firme, aunque por dentro no se estaba sintiendo del todo bien―. No, yo no les debo nada. Adiós, mamá.

―¡Cómo te atreves...!

No lo pensó más, y cortó la llamada, evitando escuchar lo que fuera a decirle. Lo que menos necesitaba en ese momento era oír toda esa porquería que le estaba diciendo. No podía permitir que esas personas desestabilizaran las cosas buenas que estaba viviendo, no dejaría que nunca más lo hicieran.

El celular volvió a sonar, pero se lo entregó a Hoseok, murmurándole algo de que bloqueara ese número. Su amigo no hizo el amago de consolarle o preguntarle qué le pasaba, sabiendo, por la expresión que tenía Yoongi, que necesitaba un momento a solas.

Entró a su habitación, echándose en la cama y suspirando. Yoongi jamás permitiría que le hicieran tanto daño, eso lo tenía claro. Ahora debía priorizarse y cuidarse, y eso era lo importante. Menos dejaría que esas personas, sus padres, le volvieran a atacar de esa manera.

¿Volver? ¿Cómo su madre podía pensar eso? ¿Cómo siquiera se le pasó por la cabeza? Después de todo lo que le hicieron, después de todo el daño, todo el sufrimiento por el que pasó, ¿ella creía que regresaría sin dudarlo? Yoongi no podía entender ese pensamiento, pero tampoco quería darle tantas vueltas, pues sabía que podía terminar con él carcomiéndose la cabeza.

No, él jamás regresaría. La única forma de volver a ese horrible lugar, con ellos, era sólo en un ataúd.

Cuando las últimas notas del piano terminaron de resonar en la habitación, le siguió un silencio sepulcral y extraño. El tipo de silencio que aparecía cuando un profesor hacía que sus estudiantes rindieran el examen, y todos ellos trataban de concentrarse en las respuestas, pero se sentían juzgados por la mirada que el adulto les dirigía uno por uno.

Yoongi se hundió en el sofá. Dahye, a su lado, miraba sus uñas con una expresión de aburrimiento, adoptando la actitud con la que se conocieron: grosera, petulante y ruda.

Hyuksoo se empujó en su silla con ruedas, alejándose del escritorio, mientras a un costado, Minhee anotaba unas cosas en el cuaderno que sostenía. Woobin se volteó hacia ellos, poniendo esa expresión simpática de ‹‹escúchame, pero no te ofendas›› que tenía cuando quería regañar a alguien.

Oh-oh.

―¿Cuál fue el tema que les pedimos? ―preguntó Hyuksoo.

―Amor, sunbaenim ―barboteó Yoongi, y su voz volvió a salir como un gallo, haciendo que el rubor aumentara en sus mejillas.

―Amor ―asintió Minhee, tranquila―. Mi calificación es un ocho.

No era tan malo. Un ocho era aceptable.

―También es un ocho la mía ―agregó Woobin.

Bastante bien. Era...

―Un cinco ―dijo Hyuksoo, cruzando sus piernas.

Yoongi abrió la boca, sorprendido y desconcertado.

―¡¿Un cinco?! ―exclamó Dahye, también descolocada y fuera de sí―. ¡¿Y eso por qué?!

―¿Qué son esas faltas de respeto? ―habló Minhee, sin levantar la voz, pero eso quizás hacía que fuera peor―. A la próxima falta, también bajaré mi nota a un cinco.

Dahye, para fortuna de Yoongi, cerró su boca con fuerza, aunque se podía notar en su expresión que estaba enfadada. Él también se sentía un poco enojado, ¿qué era esa calificación mediocre? ¿Un cinco? Era, quizás, la más baja que obtuvo desde que entró a la empresa.

―Les pedimos una canción de amor, no de desamor ―dijo Hyuksoo―, y esa parte final, del piano, parece que es para un funeral.

Fue como un golpe duro para Yoongi, que se sintió palidecer. Dahye se volteó violentamente hacia él, pero no con una expresión para reprochárselo, sino de pánico por lo que escucharon.

―No como para un funeral ―corrigió Woobin―, pero... para la temática pedida, no creemos que haya sido la mejor elección.

―Cuando les dimos el tema del amor, era para algo que fuera más... ¿alegre? ¿Quizás más infantil? ―aventuró Minhee―. Eso es demasiado serio, es... ―una pausa breve―, es demasiado dramática y personal, Yoongi.

―Pero no lo especificaron ―se defendió Yoongi, y su voz tembló, tratando de agarrar el valor para hablar―, jamás nos dijeron eso. Sólo nos dieron la temática, nada más, y a veces... ―titubeó―, a veces, el amor duele.

―Claro ―Hyuksoo habló, decepcionado―, pero si te pido que hagas una canción para un grupo de chicas con un concepto cute o girl crush, ¿les harás eso? ―el adulto frunció el ceño―. Esto era para que salieran de su zona de confort, sin embargo, no salió cómo lo esperábamos. Tal vez teníamos mucha expectativa sobre ti, en especial yo.

―¿Expectativas? ―saltó Yoongi, y ahora no pudo evitarlo: el enfado hizo aparición―. Lo único que ha hecho usted es criticarme todo lo que hago, ha sido tratarme mal y hablarme como si yo... como si yo fuera una chica, ¡cuando no lo soy!

―Yoongi... ―advirtió Minhee.

―¡Usted, cada vez que me trata de "ella", es como si me insultara! ―gritó Yoongi―. Y ahora, ahora... ¡admita que esto lo hace porque simplemente no me quiere aquí!

Un nuevo silencio se instaló en la habitación. Dahye ahora se veía como si quisiera desaparecer, hundida en el sillón, mientras que Woobin tenía una expresión desaprobadora. Minhee seguía sin alterar su rostro, pero a Yoongi no le importaba nada más, sólo podía mirar a Hyuksoo, que ni siquiera se veía ofendido.

―¿Eso es lo que tienes para decir? ―dijo el adulto―. Ni siquiera me has respondido mi pregunta, ¿qué harás si te piden un concepto con el que no trabajas?

―¡Pues lo haré!

―¿Y por qué no lo has hecho ahora?

Apretó sus labios ante la pregunta, conteniendo la nueva sarta de insultos que se morían por salir de su boca. La ansiedad estaba haciendo que su estómago sufriera las peores consecuencias, como si estuviera a punto de vomitar y expulsar todo el contenido de su estómago, mientras que la habitación empezó a hacerse pequeña, como si le estuviera asfixiando.

Oh, por favor, no.

―No es una mala canción ―continuó Hyuksoo, suavizando su voz―, en realidad, se adecúa bastante al estilo tuyo, Dahye. Pero no es lo que les pedimos, y por eso, la calificación recibida. Ahora, pueden retirarse.

Yoongi se volteó con rapidez, agarrando su mochila y ni siquiera se despidió de ellos, sólo salió con rapidez. Lo único que quería era escapar de esa horrible habitación, eludir esas miradas que le dirigían y, sobre todo, no mirar a Dahye. Tenía miedo de que ella le echara la culpa por el resultado de la canción.

Pudo sentir la despedida de Dahye, pero Yoongi tampoco se volteó, sólo siguió caminando, saliendo por los pasillos. Oyó la voz de la chica detrás de él, queriendo llamarlo, sin embargo, él no se estaba sintiendo bien. Por la forma en que se estaba ahogando, era como si estuviera punto de tener un ataque de pánico, y no quería estar allí para que lo vieran de esa manera. Iba a romper a llorar, se iba a quebrar, así que debía estar lo más lejos de ese lugar.

―Yoongi, Yoongi...

―¡Déjame en paz! ―le gritó Yoongi, volteándose, y Dahye se detuvo―. ¡Por dios, debes estar más que feliz, ¿no?! ¡Al final, yo fui el que fracasó en esto!

―Yoongi, no...

―¡Vete al diablo!

Yoongi volvió a caminar, y para su fortuna, Dahye no le siguió. Salió de la empresa, enfurecido y con el corazón latiendo a mil, así que sólo siguió caminando. Ni siquiera quería tomar el bus, porque estaría rodeado de gente, de cientos de personas, y eso empeoraría su situación.

Siguió caminando, caminando, caminando, hasta que llegó a uno de los grandes puentes de Seúl, por el que ya no transitaba nadie, sólo los autos de un lado hacia otro. Fue hacia las barreras del puente, asomando su rostro hacia abajo y observando el agua correr, el río fluyendo con total naturalidad. De alguna extraña forma, eso sirvió para ayudarle a respirar, sintiendo como sus bocanadas empezaban a regularse poco a poco, con los temblores pasando, calmándose, haciendo que...

Su móvil sonó.

Aturdidamente, lo buscó en el bolsillo y lo agarró. Sin ver el número, contestó:

―¿Hola? ―susurró, y su voz fue un graznido.

―Yoonie... ―al otro lado, Hoseok respondió, con un claro tono de preocupación―, oye, ¿dónde estás?

―Estoy bien ―dijo Yoongi, sin saber porqué Hoseok le estaba llamando, ¿cómo supo...?―. ¿Qué ocurre?

Una pequeña pausa.

―Estoy preocupado ―le dijo Hoseok con voz dulce―, Namjoon me ha llamado y dicho que te vieron salir llorando de la empresa.

―Oh.

Hoseok no presionó y Yoongi tampoco habló enseguida, sin dejar de mirar el río. Qué bonito cómo fluía, pensó, ¿por qué él no podía ser así?

Llevó su mano izquierda a sus mejillas, sintiéndolo áspero por las lágrimas secas. ¿En qué momento se puso a llorar? Ni siquiera podía recordarlo.

―Estoy bien ―repitió Yoongi―, sólo... sólo han pasado unas cosas...

―¿Quieres que vaya por ti? ―preguntó Hoseok.

―No.

La respuesta fue una total sorpresa para los dos. Tal vez, en el fondo, ambos esperaban que él dijera que sí, porque era lo que siempre ocurría. Cada vez que Yoongi tenía un episodio, Hoseok era quién le ayudaba.

―No es necesario ―agregó Yoongi, cansado―, te lo juro, estoy bien. Ahora voy para el departamento.

―Sí, bueno... ―Hoseok soltó una risa baja―, si me necesitas, me llamas y voy por ti.

―Sí, gracias ―Yoongi elevó su rostro, mirando el atardecer a lo lejos―. Hope, te quiero.

―Yo también te quiero, Yoonie.

Yoongi cortó, suspirando y echándose hacia atrás, sin saber qué pensar en ese momento. Su mente parecía haber quedado en blanco luego de ese pequeño colapso, incapaz de procesar bien lo que acababa de ocurrir en la empresa. Era como si le hubieran drenado cualquier tipo de energía.

Pero lo controló. A pesar de que empezó a sentirse mal, a pesar de que lloró, pudo controlarlo por sí mismo, y eso era lo importante. Evitó el colapso completo, evitó el desastre y llanto desquiciado, y tenía que quedarse con aquella idea.

Mañana se preocuparía del resto de las cosas, de todo lo mal que hizo ese día. Ahora, sólo necesitaba un pequeño descanso para quitar todo el cansancio y el peso en sus hombros, y luego, al día siguiente, podría volver a pelear.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top