71.

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Soy alguien diferente,

Especialmente cuando estoy llorando.

El mundo ha cambiado bastante también,

Estoy intentando volver a ser pequeña.

(...)

Quiero mirar alrededor

Y cada vez intento volar alto.

Todo lo que soñaba, se dibujaba claramente.

Me siento ligera cuando estoy caminando.

~25, Mamamoo~

―¿Qué ha sido lo más difícil sobre el coreano?

Alex levantó la vista de su cuadernillo con el que aprendía a escribir en hangul, mirando con sus bonitos ojos miel la expresión de Yoongi, a varios metros de él. La chica giró sobre la cama quedando boca arriba, sonriendo, mostrando una hilera de dientes blancos; su sonrisa no podía ser considerada perfecta, pero había algo extrañamente atrayente en ella.

Marzo estaba acabando y con ello la creación de la canción que debían mostrar en un par de días. Yoongi estaba algo nervioso por lo que podía significar, pues dos chicos se irían una vez fueran evaluados, así que para distraerse, decidió ir a la casa de Alex a relajarse un poco.

La presencia de la chica siempre era una especie de... de calmante para su alrededor. Además, a su lado, solía inspirarse con mayor facilidad.

Yoongi no lo entendía, no lo podía comprender del todo y trataba de no darle importancia. Alex era su amiga y él estaba cómodo con eso. Por otro lado, le ayudaba a no agobiarse, no cuando Namjoon parecía tan estresado como él.

―La pronunciación ―dijo Alex―, tienen unas palabras realmente... raras. That's so fetch!

Soltó una risa suave al reconocer el diálogo de la película, sacudiendo su cabeza, y Alex también se rió. Una vez se calmó, Yoongi sintió como otra idea llegaba en señal de inspiración así que no tardó en anotarla, encantado de ver cómo las ideas fluían con gran facilidad.

―¿Puedo hacerte una pregunta personal? ―dijo de repente Alex, su voz volviéndose un poco tímida.

Asintió en silencio, concentrado en la letra.

―¿Qué es lo más difícil de la disforia?

El lápiz que estaba usando hizo un rayón en toda la hoja, sorprendido por la pregunta, así que levantó la vista para chocar con los tristes ojos de su amiga.

―Lo siento ―se apresuró a decir Alex―, no quería... no fue mi intención...

―Está bien ―no tardó en responder Yoongi cuando notó lo avergonzada que lucía Alex―, no te preocupes, lo entiendo.

Hubo un instante de silencio en el que Yoongi dejó su cuadernito sobre la cama. Alex arrendaba un pequeño departamento que contaba con una cocina americana, un living enano, su cuarto y el baño, y decidieron ir a su habitación porque resultaba más cómoda.

―Cuando tenía diez años ―contó Yoongi, recordándolo―, mamá me obligaba a usar cabello largo. Decía que se me veía bonito y que las niñas buenas y dulces lo usaban, así que yo también debía hacerlo. Odiaba mirarme al espejo, porque el cabello largo parece acentuar mi rostro femenino, además de que lo tenía de ese largo ya que a mamá le gustaba recalcar que yo era niña.

Alex le escuchaba en tranquilo silencio, pendiente de él, sin desviar la vista. Existía firmeza en sus ojos, grandes y expresivos, dulces y cariñosos.

―Hay muchas cosas difíciles ―continuó Yoongi―, por ejemplo, usar el baño en un lugar público. Cuando iba al colegio debía usar el de mujeres, pero cada vez que entraba quería vomitar. Sentía que las estaba vulnerando porque yo no era una mujer y que mi lugar no era ese, sino al lado, en los baños de hombres. Pero... pero también sabía que, si iba al de hombres, todos se burlarían o me tratarían de loca, de enferma, de sucia. Cualquiera de las dos opciones iba a ser un infierno, así que al final optaba por aguantar las ganas e ir al baño cuando llegara a casa, aunque terminaba llorando solo, encerrado y ahogado por la situación.

Alex se acercó más a él con una mirada comprensiva y Yoongi se lo agradeció, pues en ese momento no quería lástima. Si había algo que detestaba era la lástima.

Mordió su labio inferior antes de seguir.

―¿Sabes qué cosas son también difíciles? ―continuó ante la atenta mirada de su amiga―. La ropa. La ropa no tiene género, pero para los ojos de todo el mundo, remarca quién eres. No sólo si eres rico o pobre, sino también qué eres. Y si las personas me ven con un tipo de ropa, ellos van a asumir cuál es mi género. Por eso mismo evito las cosas ajustadas, los colores claros, las prendas que podrían causar duda, porque cuando ellos se confunden y me tratan de ella, algo duele. Algo siempre duele.

Alex, con suavidad, atrapó su mano dándole un apretón cariñoso y demostrándole con ello todo su apoyo. Toda su admiración.

Yoongi no podía comprender eso, por qué decían que le admiraban, cuándo él tropezó tantas y dolorosas veces. Cuando le hizo daño a medio mundo y actuó tan mal durante mucho tiempo.

―Eres muy valiente ―dijo Alex―, y no sólo eso. Eres muy increíble, Yoongi ―ella bajó los ojos con pena―. Lamento... lo que dije cuando nos conocimos. Haber asumido...

―Está bien ―él le sonrió―, estabas un poco borracha, ¿o no?

―¡Eso es mentira! ―gritó Alex escandalizada.

Yoongi sacudió su cabeza sin dejar de sonreír, volviendo su atención a la letra, ya que estaba realmente inspirado en ese momento para acabarla.

First Love...

Yoongi observó a Jaebeom con una expresión iluminada, viéndolo firmar los exámenes con rapidez.

―Has estado mucho mejor ―afirmó Jaebeom―, y con Sora pondremos las manos al fuego por ti, ¿vale? Tienes que hacerte todos estos exámenes y una vez los tengas listos, iremos con un endocrinólogo especialista en tratamientos hormonales. Si todo sale bien, podrás iniciar tu tratamiento en unas semanas.

Yoongi no pudo evitarlo: sonrió con verdadera alegría hasta mostrar sus encías, contento con lo que le estaba diciendo su psiquiatra. Un tratamiento hormonal. Lo que venía pensando desde hace años estaba comenzando a hacerse realidad por fin, luego de esto vendría el cambio de nombre y, quizás más adelante, otros cambios que no podía esperar por lograr.

―Ahora, préstame atención ―continuó su psiquiatra―, vas a continuar bajo observación con nosotros durante todo el tratamiento, ¿lo tienes claro? Y si vemos que está teniendo resultados negativos en lo psicológico, lo vamos a descontinuar. Debes tener mucho cuidado, Yoongi, y tratar de enfrentar esos impulsos auto-destructivos que puedas tener ―Jaebeom le entregó los papeles.

El menor los guardó con cuidado, asintiendo apenas, porque sabía que las cosas podrían complicarse más de ahora en adelante. Tenía claro que no sería fácil, pero también sabía que no iba a rendirse. No abandonaría lo que tanto le costó tener.

―Por último, ¿cómo vas con el tema de la canción?

―La he terminado ―dijo Yoongi―, la entregué hace dos días. Mañana deberían estar los resultados, pero estoy satisfecho dentro de lo posible.

―¿Todavía te molesta?

―Traté de editarla e incluso grabar con un tono más bajo, pero salía mal ―confesó Yoongi―, estoy tratando de que no me afecte mi voz más... suave, aunque a veces es difícil.

―Piensa que es sólo un primer intento ―Jaebeom le sonrió, poniéndose de pie para acompañarlo a la puerta―, con tus habilidades tendrás mejores oportunidades.

Quiso replicarle, hasta que recordó que uno de los ejercicios de trabajo de Sora era aceptar los buenos comentarios, a pesar de que se le hicieran poco creíbles, y buscar el motivo de ellos. Jaebeom lo alababa, porque lo escuchó tocar el piano y leyó la letra, y Sora también lo hizo. Ellos dos eran adultos, así que no le dirían algo falso sólo porque sí.

―La próxima será mejor ―afirmó, forzándose a pensar que él quedaría en la siguiente ronda y le callaría la boca a todo el mundo.

Jaebeom asintió y Yoongi se despidió de él, saliendo de su oficina con emocionante tranquilidad por lo bien que fue ese día. No podía esperar para llegar al departamento y contárselo a todos, aunque sabía que Namjoon no estaba, pues salió a pasear en bicicleta con unos nuevos amigos que hizo, en tanto Lisa estaba en clases. Hoseok, al parecer, tampoco estaría porque tenía una cita, así que no habría nadie en casa.

El pensamiento de estar solo le asustó un poco, pero trató de controlarlo. Estaba bien, no era la primera vez que estaba sin compañía, sólo debía ponerse a ver algo o trabajar en alguna letra para distraerse. A pesar de su actitud algo huraña, el silencio asfixiante siempre tenía un efecto horrible en él.

Debía aprender a estar cómodo con la soledad y no considerarla una enemiga, ya que sabía que no siempre iba a estar rodeado de gente. Puede que, en algún momento, estuviera sin compañía por cualquier motivo, y rendirse a esos impulsos que tenía podía arruinar todos sus avances. Cuidarse a él mismo era su primer trabajo.

Llegó a su departamento media hora después, luego de pasar al supermercado para comprar algo y preparar la cena. Era finales de marzo, la primavera comenzó la semana pasada, así que el tiempo estaba cambiando poco a poco: el frío disminuyó bastante y el cielo nublado se despejaba por más tiempo, mostrando un sol tibio. Debido al cambio de clima, al llegar a casa se puso unos pantalones más sueltos y se quitó el binder, masajeando sus pechos con suavidad antes de cubrírselos con una playera grande.

Se preparó una comida rápida, poniendo música para que no hubiera tanto silencio, y cenó mirando la televisión. Cuando estaba bebiendo su café sus ojos parecieron desviarse hacia sus brazos, observando las cicatrices pálidas. Suavemente delineó dos, recordando apenas ese día en que sólo pensó en el dolor y cómo calmarlo. El dolor emocional era difícil de manejar, pensó en ese momento, porque no parecía real, parecía ajeno; en cambio, el dolor físico, los cortes, le daban una sensación de control y era lo que necesitaba: fingir que podía controlar su vida.

Se sobresaltó cuando alguien tocó el timbre del departamento, frunciendo el ceño levemente para ir a ver quién era.

―Hola, Yoongi ―saludó Jihyo con una expresión tímida al otro lado de la puerta.

Yoongi miró más allá de ella, esperando ver a Hoseok, pero no había nadie. Terminó por devolverle la mirada a la chica, antes de bajarla por la ansiedad que de pronto lo invadió.

―Hola ―respondió apenas, incapaz de observarla―, ¿pasa algo, noona? Pensé que saliste con Hobi.

Jihyo se rindió en su intento de que Yoongi le mirara a la cara, suspirando.

―Hemos decidido regresar temprano y Hoseok me invitó a ver una película. Pasó a comprar a la tienda y me dijo que viniera para aquí ―mordió su labio inferior con fuerza―, ¿puedo pasar?

―Oh, claro ―Yoongi se hizo a un lado, tratando de lucir cómodo con la presencia de Jihyo, aunque la ansiedad aumentó. Nunca antes estuvo solo con ella, sin nadie más en el departamento―, ¿van a utilizar la televisión entonces?

―Puedes quedarte ―soltó Jihyo, dejando su bolso en el perchero de entrada que tenían―, no tienes que irte a tu cuarto.

Yoongi no supo que responder porque la idea le parecía una mierda, pero no quería herir sus sentimientos, así que sólo hizo un ruido con su boca parecido a un "mmm" y recogió los platos con comida del sillón.

―¿Puedo preguntarte algo, Yoongi? ―preguntó Jihyo cuando el silencio entre ellos comenzó a volverse incómodo y duro.

―Claro ―dijo Yoongi, volviendo de la cocina.

―Quiero hacerle un regalo a Hoseok ―comenzó a decir la chica―, y me preguntaba si tú... si tienes fotos de él cuando era pequeño. Quiero que sea una sorpresa, así que no se las quiero pedir a él, y Hoseok me ha contado que son amigos desde pequeños, entonces...

―Ah ―Yoongi rascó su nuca―, tengo fotos, pero salimos los dos, no sé si te sirvan.

Di que no, di que no.

―¡Claro! ―Jihyo sonrió, a pesar de que Yoongi no lo vio, pues estaba observando los zapatos de la muchacha, incapaz de elevar sus ojos―. ¿Podrías mostrármelas ahora, antes de que llegue Hoseok?

Sintió la tentación de decirle que no, aunque sólo terminó asintiendo, haciéndole un gesto para que la siguiera a su cuarto. Era el último del pasillo y el más pequeño: debido a su situación, Yoongi no tenía muchas cosas con el que rellenarlo. La cama estaba contra la ventana con sólo dos peluches, Kumamon y Shooky. Había un armario contra la pared donde sus ropas cabían perfectamente, un velador con sus cosas personales, un espejo contra la pared y una pequeña mesa plegable en la esquina, que le servía como escritorio cuando quería trabajar en sus canciones.

Hoseok y Namjoon poseían cuartos un poco más grandes que el suyo, de un porte mediano, mientras que Lisa tenía la habitación más grande con un baño privado. Todos llegaron a ese acuerdo sin mayor discusión.

Le dijo a Jihyo que se sentara en la cama, en tanto él abría el armario y buscaba una cajita donde guardaba muchas cosas personales. De allí sacó un álbum de fotos, sentándose al lado de Jihyo, abriéndolo en más de la mita, ya que antes eran fotos familiares con sus padres y Jimin, y esas ella no tenía por qué verlas.

Su rostro se iluminó cuando encontró una con Hoseok, sacándosela y entregándosela a Jihyo.

―Teníamos ocho años ―le explicó, dando vuelta las páginas del álbum―, Hoseok era un poco gordito en esa época y yo me reía mucho de él, era realmente malo.

―No sabía qué tenías una hermana gemela.

La voz de Yoongi se cortó, dejando de dar vuelta una hoja. Con lentitud giró su rostro, parpadeando y observando brevemente el rostro inocente de Jihyo, antes de que sus ojos bajaran y se posaran en la fotografía.

Oh, dios.

Sintió la comida subiendo por su tráquea, repentinamente mareado.

Hoseok y él –ella, ella, ella– estaban en el parque, ambos en un columpio, uno al lado del otro. Hoseok era claramente distinguible, ¿cómo no? Conservaba la misma sonrisa de corazón que lo volvía tan guapo, pero él...

Su mamá siempre le dijo que los vestiditos celestes y floreados le quedaban muy bonitos, y ese día llevaba uno, porque fueron a la iglesia en la mañana, así que mamá lo vistió muy bonito. En ese entonces, todavía llevaba cabello largo, más allá de los hombros, de negro cuervo que caía por su espalda como una cascada. Unas medias blancas subían por sus piernas junto a unos zapatitos de charol que remataban la preciosa vestimenta.

Namjoon vio esa imagen antes, cuando estaban aburridos, y al ver esa fotografía –junto al resto, santo Jesús, tenía cientos de fotografías con Hoseok siendo niñita– no hizo comentario alguno, sólo que lucían muy tiernos, pero nada más allá de su aspecto, pues entendía que de alguna forma todavía dolía. Estaba comenzando a aceptarlo, sin embargo, eso no quitaba que dolería al inicio.

Pero Jihyo, la dulce y amable Jihyo, ¿estaba al tanto siquiera?

Se puso de pie ignorando las preguntas de Jihyo (¿estás bien? Luces mareado, Yoongi, ¿necesitas que te traiga agua?) y corrió al baño, arrodillándose y vomitando su almuerzo, con el sudor cayendo por su frente, su cuerpo sacudiéndose por temblores.

‹‹¿Por qué estoy reaccionando así?››, pensó brevemente con mareos, tratando de regular su acelerada respiración. Alex lo confundió antes, pero no pasó a mayores, sólo leve incomodidad, ¿ahora qué era distinto?

―Lo siento ―se disculpó Jihyo detrás de él, con un vaso de agua―, no... no sa-sabía que era un tema delicado ―tartamudeó con la voz tiritando, sin saber que más agregar.

Yoongi no lo entendía, no lo comprendía, lo único que sabía era que no estaba bien, que se sentía mal, que la ansiedad estaba otra vez en su punto máximo y no podía controlarla. Quería empujarla hacia abajo, hacerla desaparecer, no dejar que ganara, pero un breve pensamiento lo hizo volver a vomitar: ya ganó. Hace mucho que ganó.

Un breve recuerdo llegó a su mente, de él obligándose a devolver la comida de su estómago porque traía recuerdos dolorosos. No lo pensó mucho por la desorientación, perdido por completo, y llevó sus dedos a su boca.

―¡Yoongi, no!

Soltó un quejido cuando de pronto unas manos lo agarraron de la cintura y lo alejaron de la taza del baño. Batalló apenas, asqueado por el sabor a vómito en su boca, y se volteó.

Hoseok lo agarró de las mejillas, obligándolo a sostener sus ojos.

―Mírame ―le dijo con tono suave pero firme―, mírame, cariño, eso ―Yoongi sollozó―, vamos, vamos, respira conmigo, ¿está bien? Inhala... exhala... Lo haces bien, Yoonie, otra vez... Inhala... exhala...

La voz de Hoseok era tan bonita y cálida, si Yoongi tuviera que describirla diría que es una especie de relajante personal, aunque eso fuera raro de explicar. No importaba, ¿a quién se lo diría? Se llevaría ese secreto a la tumba, ni siquiera a Hoseok se lo diría, pues ya podía ver la sonrisa burlona que le pondría. Hoseok se reiría y él le pegaría en el brazo, y Hoseok lo abrazaría y le daría un beso. Sus besos eran bonitos también.

―Eso, eso ―alabó Hoseok cuando notó que Yoongi recuperó la calma, sus ojos liberando lágrimas silenciosas, con su nariz colorada por el llanto y le importó poco el olor a vómito en el aire, lo abrazó y acurrucó contra su pecho―, lo hiciste increíble Yoongi, ¿no lo crees?

Sacudió apenas la cabeza en una negativa, hipando y sorbiendo por su nariz, pero Hoseok sólo le acarició el cabello, arrodillado en el suelo. Llegó sólo minutos atrás con comida chatarra, sin embargo, escuchó sonidos que reconoció con rapidez –arcadas, llanto suave, respiraciones aceleradas– y no dudó en correr al baño. Cada vez que Yoongi tenía un colapso iba primero al baño para luego ocultarse en su cuarto, lo que asustaba demasiado a Hoseok: relacionaba el baño con suicidio.

Jihyo estaba allí con una expresión asustada y aterrada, aunque sólo la hizo a un lado con suavidad. Vio el momento en que Yoongi llevó sus dedos a su boca para inducirse el vómito como hizo antes, así que no podía permitirlo.

No se lo contó nunca a Yoongi, pero una vez, cuando ellos todavía salían y fue a Daegu con Yoongi a ver a Jungkook y Jimin, les preguntó cómo actuar en caso de que Yoongi tuviera un ataque de ansiedad. Le dieron pequeños consejos que, en realidad, ayudaban bastante.

―¿Estás cansadito? ―le preguntó, meciéndolo con suavidad. Yoongi asintió con un graznido―. ¿Vamos a dormir? Primero tienes que lavarte los dientes.

―Lo siento ―se disculpó Yoongi, sin alejarse de él―, lo siento...

―No pidas perdón ―Hoseok besó su frente―, no has hecho nada malo, cariño.

Jihyo pareció irse al comedor, lo que Hoseok agradeció, ayudando a Yoongi a lavarse los dientes para después llevarlo a su cuarto. Vio el álbum en la cama y lo cerró, dejándolo en el velador, y acostó al más bajo en la cama.

―¿Quieres que me quede? ―le preguntó, tomándole la mano.

―Sí ―admitió Yoongi, con su tono tímido y asustado―. ¿Pu-puedes cantarme, Hopi? Esa canción...

―Mmm ―Hoseok se inclinó, su nariz acariciando la mejilla de Yoongi y haciéndolo reír suavemente―. Lado azul... lado azul... Dentro de mi sueño azul... Quiero contenerte... Incluso si dices que no...

Hoseok notó que, cuando terminó de cantar, Yoongi estaba durmiendo como un bebé, con su carita hinchada por el llanto, y lo arropó con amor antes de alejarse.

Salió del cuarto en agotado silencio, tomando aire antes de ir hacia el comedor. A pesar de que los ataques de pánico de Yoongi lo dejaran cansado, eso no significaba que iba a alejarse de él. Yoongi le confesó, semanas después de que terminaron, que no quería que dejaran de ser amigos, ya que era una parte esencial para él, y Hoseok lo comprendía. Además, se fijó que él parecía ser el único capaz de contenerlo por completo.

Entró al comedor, viendo a Jihyo sentada en el sofá, sin saber qué hacer o decir.

―¿Cómo pasó todo? ―preguntó Hoseok, sentándose a su lado. La vio tragar saliva con evidente culpabilidad.

―Yo le... le pedí un favor ―confesó Jihyo―, de que... Le pregunté si podía mostrarme fotos de ti cuando eras más pequeño y él aceptó, entonces... Fuimos a su cuarto y me dio esta foto ―le entregó el papel y Hoseok lo observó, sin notar nada raro enseguida―, me llamó la atención ver esa chica, por lo que le pregunté si era su hermana gemela...

Oh mierda.

Hoseok cubrió su rostro con una mano, viendo a la pequeña Yoonji sentada en el columpio, sonriendo para la cámara. Jihyo no sabía nada de eso, Hoseok no se lo contó en ningún momento, así que sólo hizo una pregunta inocente sin creer que...

Era culpa de Hoseok.

Frotó su frente, apretando el puente de su nariz mientras tomaba aire. No le quiso decir a Jihyo, no porque sintiera vergüenza, sino porque sentía que no le correspondía. ¿Estaba él en su derecho de contarle todo sobre Yoongi? ¿O eso era algo que Yoongi debía hacer? Hoseok no sabía en dónde trazar esa inexistente línea que formaba parte de su pasado.

Y Yoongi, de seguro, se sintió herido, y si ya tuvo un día agitado iba a colapsar, ¿cómo no? Yoongi tenía un trastorno de ansiedad que estaba recién aprendiendo a controlar, y puede que nunca lo controlara por completo.

―¿Ella está muerta? ―preguntó Jihyo, insegura―. Tú antes me contaste que tuviste una novia y ahora estoy pensando que quizás era ella, la hermana de Yoongi, por eso eres tan cercano a él, no sé...

Hoseok sintió deseos de dejar el tema allí, pero sabía que no era lo correcto. Sabía que eso lo convertiría en una mala persona y estaba cansado de muchas cosas, sobre todo, de fingir que el pasado de Yoongi no existía.

Yoonji existió y fue importante y él no podía negarlo más, por su bien y el de Yoongi.

―Tengo que hablar contigo ―le dijo.

Hoseok empezó a contarle todo.

La desorientación se hizo llegar desde que despertó.

En medio de la oscuridad, Yoongi se enderezó, viendo la hora para tratar de saber un dato concreto, porque la verdad es que, a esas alturas, no sabía ni siquiera quién era. Las once de la noche.

Su cabeza palpitaba con fuerza, frotando sus ojos mientras leía un mensaje breve de Namjoon: llegaría tarde. Lisa también envió un mensaje, diciendo que se quedaría donde unas amigas.

Salió de la cama con su cuerpo temblando, el frío aire golpeando sus brazos en tanto salía del cuarto, caminando por el pasillo. Se quedó quieto al mirar a Hoseok, solitario, sentado en el sofá con la televisión encendida, pero sin volumen, con una lata de cerveza a un lado de él. Su rostro se veía grave, varonil y duro, aunque sus ojos se volvieron suaves cuando lo notó.

―Hey ―saludó Hoseok poniendo una voz alegre, ese tono de ‹‹estoy mal, pero por favor no preguntes››―. ¿Cómo te sientes?

―Mal ―admitió con la voz ronca, volviendo a temblar―, ¿puedo abrazarte? ―agregó con vergüenza llorosa, sus mejillas coloradas y sus ojos lagrimosos. Yoongi siempre se sentía así cuando necesitaba un poco de amor, como si estuviera pidiendo un premio que no merecía, aunque ansiaba con ganas.

―¿Qué clase de pregunta es esa? ―Hoseok no se puso de pie, pero abrió sus brazos y Yoongi fue –corrió– hacia él, enterrándose en su pecho, fundiéndose como si fueran uno solo―. Puedes darme todos los abrazos que quieras.

Rompió a llorar en su hombro, sollozos bajitos y rotos, pero que le estaban calmando de alguna forma porque era lo que necesitaba. Ya no era ese llanto asfixiante que lo ahogaba, lo torturaba, ahora eran lágrimas suaves que necesitaba soltar para poder estabilizarse.

―Pe-pensé que... que Jihyo e-estaría contigo... ―dijo, luego de varios segundos en silencio.

Hoseok lo apretó contra él y subió sus pies sobre el sofá, sentado casi encima del más alto, agradeciendo a Dios que los hubiera hecho de esa forma. Aunque no lo demostrara, le gustaba ser pequeñito y dejarse envolver por el resto.

―Creo que hemos terminado ―dijo Hoseok―, me ha pedido un tiempo.

Yoongi frotó sus ojos, levantando su cara levemente.

―¿Puedo preguntar por qué?

Hoseok despejó su rostro. Sostenerle la mirada siempre se hacía fácil.

―Le conté la verdad ―explicó Hoseok con calma―, acerca de ti. De nosotros. No dijo nada malo, pero supe que estaba alterada.

Pudo sentir sus labios temblando otra vez en advertencia de un nuevo llanto, ¿era posible que no se acabara? Yoongi pensaba que debía existir un momento en el que no salían más lágrimas, haría las cosas más fáciles.

―Lo siento ―se disculpó, con su tono débil porque, a pesar de que tuviera conflictos con Jihyo, él nunca quiso eso. No si Hoseok era feliz―, lo si-siento...

―¿Por qué lo sientes, Yoonie? ―Hoseok le sonrió, aunque había pena en su mirada―. No es tu culpa, es mía. Yo le he tenido que contar esto desde el inicio, ¿no crees?

―¿Sientes vergüenza de mí?

Hoseok limpió sus mejillas húmedas una vez más.

―Jamás ―aseguró―, nunca pienses eso, Yoongi, ¿cómo podría...? ―el más alto pellizcó su naricita―. Eres importante. Siempre serás importante para mí.

Yoongi volvió a enterrar su rostro en el pecho de Hoseok, allí donde latía su corazón. Bum, bum, bum, el retumbar enviaba calma por todo su cuerpo.

―Te quiero ―le murmuró.

―Yo también te quiero ―respondió el más alto.

Bum, bum, bum.

A Yoongi le sorprendía cómo un sonido podía ayudarlo tanto, aun cuando su mundo parecía estar cayéndose a pedazos.

¡gracias por leer!

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