65.
Advertencias: angst, drama, temas de género.
Ellos dicen, "no te atrevas, no irás allí.
Corta ese largo cabello.
Harás lo que se te ordena".
Te dicen, "despierta, ve a ponerte tu maquillaje.
Esta es sólo una fase que vas a superar".
~The Village, Wrabel~
Sohyun estaba de pie sobre la cama, agarrando su desordenado cabello negro, y Yoongi hizo una mueca al sentir el tirón de pelo.
—¿Por qué no vas a molestar a Jongin y a Minseok? —preguntó, queriendo que su voz sonara amable y no fastidiada.
—¡No! —chilló Sohyun—. Son unos simios ellos. Además —Sohyun mordió su lengua, tratando de agarrar un poco de su cabello en una coleta pequeña—, ¡te irás mañana, oppa! Y de ahí no nos veremos en mucho tiempo...
Yoongi suspiró, girándose a pesar de los quejidos de Sohyun, y miró a la niña, cuyos ojos se veían algo brillantes. Sabía que no estaba afectada sólo por su partida, sino también porque Taehyung iba a marcharse, quedando ella sola con Jongin y su mamá, cambiando sus vidas por completo.
—Pero vamos a volver —le dijo, acariciándole la rechoncha mejilla—, en unas semanas, vendremos a pasar tiempo contigo para jugar.
Sohyun lo abrazó por los hombros, sin decir algo más, y Yoongi le acarició la nuca, sintiendo también como el panorama de los siguientes días le asustaba un poco, poniéndolo ansioso por lo que significaba. Woobin le presentaría la siguiente semana, junto a Namjoon, como aprendiz de productor en la empresa, y el sólo hecho de pensar que le iban a rechazar hacía que su estómago diera vueltas hasta el punto de querer vomitar.
Si fracasaba en eso, no sabía qué iba a hacer.
La puerta del cuarto fue tocada, y Taeyeon se asomó con una sonrisa dulce.
Yoongi no sabía cómo agradecerle todo lo que hizo por él, la forma en la que le sostuvo días atrás, cuando se encontró con sus padres, e incluso lo dejó dormir en su cama, abrazado a él, como si... como si realmente fueran madre e hijo. Esa simple idea le daba ganas de llorar.
—¿Por qué no van a comprar algo? —preguntó Taeyeon—. Vamos a hacer una cena de despedida. ¿Qué tal carne y un pastel?
Yoongi se puso de pie, tomándole la mano a Sohyun, y recibió el dinero de Taeyeon para ir al supermercado. Taehyung había salido con Lisa (con toda probabilidad a un motel, pero no iba a meterse en ello), así que aprovechó de ir con Jongin y Minseok también, que estaban jugando en el patio a subirse al árbol.
—¿Podemos comprarnos caramelos si sobra dinero? —preguntó Jongin.
—No —respondió Taeyeon—, tienes caries.
—¡Se te van a caer los dientes! —se burló Minseok mientras salían de casa.
—¡Eso es mentira! —respondió Jongin, para luego mirar a Yoongi con preocupación—. Hyung, ¿eso puede pasarme?
—A Jimin le pasó —contestó con seriedad.
—¡Nini quedará como el abuelito! —gritó Sohyun.
Yoongi sonrió al verlos discutir como si el hecho de que a Jongin se le cayeran los dientes fuera algo factible por una pequeña carie que se estaba tratando, y se recordó más pequeño.
Hoseok solía ir a buscarlo todos los días a jugar, llevando siempre unas flores que arrancaba del patio para entregárselas. Una vez, harto de todas las flores, se las comió frente al chico haciéndolo llorar, lo que fue una pésima idea, porque además terminó vomitando y con dolor estomacal por el resto del día.
Por otro lado, a esa edad fue una época muy dura para él, porque no comprendía tanto lo que estaba ocurriendo, por qué le desagradaba tanto usar todos esos vestidos que mamá le ponía casi a la fuerza y le decía que no se ensuciara, pues las niñas no se podían ensuciar jugando. Pero Hoseok nunca tomó en cuenta dichas palabras y jugaba con él como si fuera un chico más, empujándolo, ensuciándolo, incluso llegando a tirarle el cabello muchas veces.
A él le gustaba mucho eso, que Hoseok le hubiera tratado de esa forma. Al menos hasta que fueron más grandes, comenzando con los coqueteos, los roces, las torpes miradas que ocultaban dobles intenciones.
Entraron al supermercado, los menores gritando y riéndose, con Yoongi vigilándolos, y fueron hacia la parte de carnes. Observó la vitrina, pensativo, y cuando se enderezó notó algo.
Al llegar la sección estaba con más gente. Ahora, con él entremedio, las personas se alejaron como si...
Como si...
Contuvo el estremecimiento, manteniendo la vista fija en el número que sacó para esperar su turno.
—La carne que mamá cocina es muy rica, ¿no, oppa? —preguntó Sohyun de pronto, a su lado.
—Es la mejor —contestó, tratando de sonreír.
—¡Es porque mamá le echa mucho amor! —Sohyun lo abrazó por el costado—. Las cosas saben mejor cuando tienen amor. Te quiero mucho, Yoongi oppa.
Yoongi no entendía cómo Sohyun podía adivinar con tanta facilidad cuando no estaba teniendo un buen momento, pero se lo agradecía muy en el fondo del corazón, porque se estaba poniendo algo mal en ese momento. El movimiento incesante de su mano, apretando y cerrando en puños, le decía que la ansiedad lo estaba carcomiendo.
Cuando fue su turno de pedir, su tono de voz salió más agudo de lo que hubiera querido, sintiendo ojos como dagas apuntando a su espalda.
—Toma, chiquilla —escupió el carnicero, dejando la bolsa sobre el mesón.
Yoongi quería huir de allí lo más pronto posible.
Sohyun le tomó la mano, llevándolo al pasillo de los pasteles, donde Jongin y Minseok estaban discutiendo sobre si llevar el pastel de chocolate o el pastel de piña.
—¡Los dos! —interrumpió Sohyun.
—Podemos comprar sólo uno, tonta —dijo Jongin.
—Entonces chocolate —fue lo único que dijo Yoongi, porque quería irse pronto de allí.
Para su fortuna, los menores vieron su rostro algo descompuesto ya que dejaron de reclamar, caminando hacia la caja para pagar.
Se pusieron en la fila y Yoongi volvió a notarlo: la gente avanzando o retrocediendo dos pasos para alejarse. Sus mejillas se pusieron calientes por la vergüenza y los nervios, bajando la vista, tratando de controlar su respiración.
Estaba bien. Estaba bien.
Dejó los productos sobre el mesón cuando fue su turno, la mujer agarrando la bolsa de carne para pasarla, y sus manos temblaron cuando sacó el dinero.
La cajera agarró el billete con una mueca de asco.
—Espero que lo tuyo no sea contagioso, lesbiana —escupió la mujer.
No dijo nada.
—Usted es una mala persona —dijo de pronto Minseok, llamando la atención de todo el mundo—. ¡Es una mujer horrible!
—¡Y muy fea! —apoyó Sohyun.
—¡Apesta a basura! —agregó Jongin.
Yoongi agarró la bolsa con las cosas que compró, tomándole la mano a Sohyu, queriendo salir pronto de allí.
Una vez fuera pudo respirar con algo más de calma, aunque podía sentir todavía los ojos puestos en él.
—Vámonos a casa, hyung —dijo Jongin—, ¡mamá nos espera!
Yoongi los observó con expresión cansada, sin embargo, sonrió también porque le gustaba eso. Le gustaba sentir que tenía más hermanos, a pesar de que no compartieran sangre alguna. Le gustaba que ellos fueran comprensivos y buenos con él.
Le gustaba tener una familia que le aceptara como fuera, a pesar de que todo el mundo le mirara como si estuviera enfermo.
Hoseok echó su lámpara dentro de la caja, acomodándola junto a los libros que guardó y otras cosas personales que probablemente necesitaría, y procedió a clasificar la ropa que llevaría al día siguiente.
Su hermana, Jiwoo, se arrodilló a su lado.
—Papá aparecerá en cualquier momento —le susurró—, espero que estés listo para salir corriendo.
El menor soltó un bufido, sonriendo de medio lado.
—Creo que me he estado preparando para esto desde que tengo memoria —bromeó, para luego observar la triste mirada de resignación de su hermana.
—¿Cuándo crecimos tanto y nos dimos cuenta de todo esto, Hoseokie?
Hoseok no lo sabía, no podía tenerlo claro. Siempre supo que sus papás eran exigentes y controladores, después de todo, ¿su padre no le azotó las manos cuando le dijo que quería ser bailarín?
¿No golpeaba a su madre cuando ella cometía un error, por mínimo que fuera?
¿No había encerrado a Jiwoo en el armario por un día completo cuando se enteró que dio su primer beso a los trece años?
La dura realidad siempre estuvo allí, pero suponía que ellos no quisieron verla porque era más sencillo ignorarla, fingir que eran una familia feliz, disimular que todo estaba bien entre ellos. Fingió durante tanto tiempo que, salir de esa zona de confort, en su momento pareció demasiado terrible.
Pero ahora que estaba fuera, ahora que ya no les tenía miedo, se dio cuenta de lo tonto y ridículo que fue durante mucho tiempo. Sus papás no iban a cambiar por mucho que lo deseara, no porque no pudieran, sino porque no querían.
Y eso era lo peor: que ellos no lo quisieran, porque ellos tenían el poder para ser mejores personas, pero simplemente se negaban a serlo.
Hoseok llegó, entonces, a la triste conclusión que era mejor alejarse de ese tipo de gente por todo el daño que provocaban, no sólo a él, sino a la gente que quería. El sólo hecho de recordar a Yoongi sólo unos meses atrás, pareciendo un muerto en vida, tan delgado y apagado, provocó olas de dolor y tristeza en su interior, porque todo eso lo hicieron personas que decían quererlo.
Él también fue culpable de eso, pero iba a trabajar cada día para recompensarlo. Para que Yoongi no volviera a pasarla de esa forma. Para que se diera cuenta, otra vez, de la increíble persona que era.
Miró a Jiwoo, que estaba doblando sus camisas, ayudándolo a empacar sus ropas.
—Tú no me has preguntado nunca por Yoongi —dijo, llamando la atención de su hermana mayor.
Jiwoo le miró.
—Eso no es tema mío —contestó ella con calma—. Siempre te ha gustado Yoonji, creo que nunca ha habido otra persona que te haya gustado como ella.
—Él —corrigió Hoseok.
La muchacha humedeció sus labios, asintiendo, con su expresión algo contrariada.
—Lo que quiero decir, Hobi... —suspiró, rascando su nuca—, con el paso del tiempo, haciendo nuevas amistades y en otro ambiente, me di cuenta de que no soy nadie para meterme en la vida de otras personas. Si Yoonji... Yoongi, decide vivir su vida de esa forma, y tú estás bien con ello, entonces ¿quién soy yo para juzgarte? Eres mi hermano menor y te quiero como tal.
Hoseok sonrió, estirando una mano para revolverle el cabello a lo que ella se rió, pero luego de unos segundos, el chico volvió a ponerse serio.
—Tú también deberías alejarte de ellos —le dijo—, porque papá y mamá son machistas contigo, noona, y sólo quieren que te cases y les des nietos.
La expresión de Jiwoo se tornó triste, decaída, pero Hoseok sabía que su hermana tenía que empezar a valerse más por sí misma.
—Hoseokie...
—Es en serio —insistió él—, voy a conseguir un trabajo en Seúl para que no te hagas cargo de mí, porque tú igual debes empezar a velar por tu felicidad. Papá y mamá no te apoyaron cuando quisiste estudiar y ahora lo hacen a regañadientes, esperando que termines para que así te cases. Ellos van a seguir presionando como hicieron conmigo, y tú sólo deberías decirles que no te gustan los niños y no planeas ser mamá.
Jiwoo volvió a reírse, pero ahora con algo de pena, para sacudir su cabeza en una torpe negativa.
—Quizás es sólo una...
—No es una etapa —replicó él—, nunca has querido niños y no tienes por qué dárselos a ellos cuando han sido malos con nosotros. Además... —su voz bajó un octavo—, a mí no me gustaría que nuestros hijos tuvieran contacto con ellos. No quiero que mis hijos crezcan reprimidos y pensando que algunas cosas son malas, sólo porque ellos lo dicen.
Su hermana lo observó, con expresión pensativa, comenzando ahora a doblar los pantalones. Hubo un pequeño silencio entre ambos hermanos, pero no era incómodo, sino que parecía guardar muchas cosas.
—¿Cuándo te volviste tan sabio? —preguntó Jiwoo.
Hoseok se encogió de hombros, quitándole importancia, pero una pequeña voz habló en su interior.
Cuando vi todo lo que provoqué por estar ciego. Cuando vi a Yoongi tirado bajo la lluvia, con sangre en su cuerpo, casi muerto, y estuve a punto de perderlo.
Pero no quería decirlo en voz alta, porque lo único que deseaba era borrar esa escena de su mente.
—¡Oppa, oppa, despierta!
Yoongi parpadeó, sobresaltándose cuando fue sacudido con fuerza, y enfocó sus ojos en el emocionado rostro de Sohyun, enderezándose con esfuerzo, pues estuvo durmiendo muy bien cuando ese demonio lo despertó.
—¿Qué ocurre? —preguntó.
—¡Hemos llegado! —gritó Sohyun—. Debemos bajar tus cosas y las de Hoseok oppa.
Yoongi se enderezó, mirando el edificio que tenía su nuevo departamento, y miró hacia delante, donde Woobin conducía y ahora estaba buscando un estacionamiento. A su lado, Taeyeon le daba instrucciones; detrás estaba Taehyung, Jongin y él, y Sohyun se hallaba en brazos de su hermano mayor.
Woobin se ofreció a llevarlos junto con todas las cajas que transportarían, además de las de Hoseok, que estaba viajando en bus. Namjoon también viajaba junto a Jimin a la capital. Lisa llegaría al día siguiente con sus padres.
—Es un bonito lugar —alabó Taeyeon.
—Es céntrico para todas las universidades y la empresa del señor Kim —dijo Yoongi—, además de barato.
Woobin logró estacionarse y todos se bajaron, dirigiéndose al maletero para recoger las cosas.
Una hora después, estaban ya comenzando a ubicar varias cosas que llevaron. Taeyeon y Woobin se hallaban ordenando el comedor, mientras Taehyung y sus hermanos sacaban las cosas de Hoseok para dejárselas desordenadas y fastidiarlo. Yoongi se encontraba en su cuarto, ubicando todo lo que llevó a la ciudad.
En ese momento Namjoon y Jimin llegaron, cargando más cajas que debían ser del rapero. La pieza de Namjoon estaba al lado de la de Yoongi, mientras que la de Hoseok estaba en frente. El cuarto de Lalisa era el más grande, pero era porque tenía un baño privado, ya que era una chica y ellos lo habían preferido de esa forma.
—¿Cómo va todo? —preguntó Jimin, ayudándolo en su cuarto.
Se encogió de hombros.
—Hay días buenos y días malos —contestó.
Ese era un día bueno. Últimamente estaba teniendo más días buenos y eso le gustaba mucho.
Jimin sonrió, sacando una fotografía vieja que Yoongi tenía de su familia. En ella, los cuatro se hallaban en la playa, sentados en la arena: Yoongi tenía siete años y Jimin once, todos en bañadores, sonriendo a la cámara. A él le gustaba mucho, porque era una de las pocas fotografías que sus padres no rompieron.
—Lamento que hayas tenido que elegirme a mí por sobre ellos —dijo repentinamente Yoongi, llamando la atención de su hermano mayor, pues notó la mirada lejana en sus ojos.
Jimin lo observó, dejando la fotografía enmarcada en un cuadro sobre el escritorio, en una esquina.
—No me arrepiento de mi decisión —respondió Jimin con calma—, porque hice lo correcto. Nuestra familia nunca fue buena, aunque hayamos querido fingir que lo era. Papá golpea a mamá, me golpeó a mí también varias veces, y ellos hicieron de tu infancia un infierno —el chico hizo una mueca.
—Pero también fueron...
—Se preocuparon de nosotros, hasta que ya no quisimos ser lo que querían que fuéramos —replicó Jimin—, eso no es amor. El amor es incondicional a todo esto —lo miró, alzando su barbilla—, es incondicional a si eres hombre o mujer —un momento sin decir nada—. Recuerdo la vez que lloraste para navidad porque querías las figuritas de acción de Superman y Batman, y mamá te regaló unas Barbies.
Yoongi permaneció en silencio, bajando la vista.
—Me pareció muy tonto en su momento, pero para ti no lo fue, ¿cierto?
Negó con la cabeza. Recordaba todas las navidades con dolorosa exactitud, porque su mamá se encargaba también de recalcar que era una niñita mediante los regalos que le daba. Nunca le dio alguna cosa a menos que contuviera rosado entre sus características.
—Lloraste mucho —continuó Jimin—, y ahora me duele por todo lo que pasaste. Y los odio por todo lo que te hicieron. Porque nunca fuiste feliz, cuando hacerte feliz era muy sencillo.
Jimin lo abrazó y Yoongi se deshizo en lágrimas, porque algo pesaba en su interior, porque su garganta se apretaba y dolía ante todos esos recuerdos. Tal vez con el tiempo el dolor iría disminuyendo, sin embargo, en ese momento, lo sentía como a fuego vivo, como si estuviera ocurriendo en ese momento.
—Jamás me arrepentiré de elegirte a ti —murmuró Jimin—, ¿entendido, Yoongi?
Asintió, devolviéndole el abrazo, sintiéndose aliviado de que, al menos, esa pequeña parte de su destrozada familia continuara a su lado a pesar de todo.
Hoseok llegó más tarde, y tal como prometió, se comportó como una buena persona en presencia de Namjoon, controlando su actitud bastante.
Aunque, por supuesto, eso no quitó que le tomó la mano varias veces, abrazándolo por la cintura, y dándole besos sorpresivos que le sacaban risas tontas frente a Namjoon. El mayor, en lugar de lucir molesto, sólo le miraba enarcando una ceja, casi como si todo eso le hiciera gracia. Hoseok sólo se detuvo cuando Yoongi lo regañó por ser tan pegajoso, sin embargo, el chico no se amedrentó, mirándole como un cachorro hasta que se sentó a su lado en la comida.
Woobin los invitó a todos a su casa, junto a Yoonah, y todos fueron a cenar al hogar del padre de Taehyung. Yoongi pensó que sería un poco incómodo, considerando que Taeyeon era la exesposa del hombre, pero contrario a lo que pensaba, ambas mujeres se llevaban muy bien. Demasiado bien, hasta el punto de quejarse de todo lo malo de Woobin.
—Ronca mucho por las noches, ¿no es así? —decía Taeyeon luego de la comida.
—¿Roncar? ¡Ojalá sólo hiciera eso! —contestó Yoonah—. A veces se levanta en medio de la noche a comer, ¡él luce embarazado y no yo!
—¿Continúa haciendo eso? —Taeyeon rodó los ojos—. ¡Taehyung hace lo mismo gracias a él!
—Oigan, esto no es una reunión para hablar mal de mí —dijo Woobin, preocupado e indignado al mismo tiempo—. ¡Harán que Yoonah se aleje de mí y sería como mi quinta relación fallida!
—¡Papá! —dijo Taehyung apareciendo, pues había estado ordenando sus cosas en su nueva pieza—. ¿Podemos tener un perro?
—¡Podemos llamarlo Choko! —sugirió Sohyun.
—¡Kim Choko! —apoyó Jongin.
Por otro lado, Jimin y Namjoon se encontraban en el patio de la casa junto a Yoongi y Hoseok. Los dos primeros se hallaban en una seria conversación, donde Jimin le decía a Namjoon que debería enseñarle a rapear.
—¿Para qué quieres aprender eso? —preguntó Namjoon, algo desconcertado.
—¡Suena interesante! —dijo Jimin con una sonrisa inocente.
—Jimin...
El chico tosió.
—EsquequierorapearlealgoaJungkook —balbuceó, tan rápido que apenas se le entendió.
—¿Qué? —farfulló Namjoon, parpadeando por el desconcierto.
—Me gustaría rapearle algo a Jungkook —admitió con las mejillas coloradas, bajando la vista.
—Oh —Namjoon trató de no sonreír, aunque no pudo evitarlo, porque terminó soltando una risa baja—, no creo que debas hacer eso. Creo que deberías seguir cantándole.
—Pero no soy bueno —se quejó Jimin—, cuando trato de cantarle, me pongo nervioso y se quiebra mi voz.
—Eso pasa porque ahora recién estás madurando y tendrás voz grave, como corresponde —picó Yoongi—, tal vez así también crezcas un poco más.
—Aquí el enano eres tú, Min Yoongi —replicó Jimin.
El chico más bajo ignoró aquellas palabras, recostándose contra Hoseok, volviendo a oír las palabras de Jimin junto a Namjoon, y segundos después sintió unos dedos colándose bajo la playera que llevaba, acariciando su cintura.
—No hagas eso —siseó hacia Hoseok—, me provocas cosquillas.
Hoseok se rió contra su oído, sin hacerle caso.
—Hooooooobiiiiiiiii... —dijo entre carcajadas.
—Me encantas tanto —murmuró Hoseok, y Yoongi sabía que estaba un poco ebrio, pues les dejaron consumir vino en la cena. El más alto no tenía mucha resistencia al alcohol—, eres tan lindo. Quiero abrazarte y besarte todo el día, Yoongi...
Se acurrucó más contra él. Eran las nueve de la noche, pero no hacía frío: al ser verano, las noches eran cálidas y llenas de vida como para quedarse dentro de un cuarto.
—Estás caliente —susurró Yoongi, acomodándose más contra él, y sintiendo a su amiguito contra su culo—, desde que te masturbé y te la chupé que se te para con todo, Hobi.
El rostro colorado de Hoseok se puso más rojo, de ser posible.
—¡Yah, no digas esas cosas! —regañó con vergüenza.
—¿Vas a querer que te la chupe cuando estemos a solas? —siguió provocando en voz baja, sólo para que ellos dos escucharan, sobresaltándose cuando sintió un agarrón en su trasero.
Gracias a dios que Jimin estaba intentando rapear, lo que le salía francamente horrible, y eso provocaba las risas de Namjoon. Poco después se le unió Taehyung, y entre los dos hacían un show tan estúpido que parecía que Namjoon no podía respirar por las carcajadas.
Yoongi se volteó, quedando frente a frente de Hoseok, sus ojos nublados por la lujuria y la excitación. Le gustaba mucho verlo así, pues sentía placer de saber que era él quien provocaba todo eso. Que podía excitar y calentar a una persona a pesar de todo.
—Me gustaría devolverte la mano —dijo Hoseok en voz baja—, literalmente. Me gustaría hacerte sentir tan bien como tú has hecho conmigo, Yoongi.
Sintió su garganta un poco apretada ante sus palabras debido a los nervios, pero trató de controlarse un poco para no negarse inmediatamente.
Dos días atrás se quedó sola en casa, porque Taeyeon salió junto a sus hijos para comprarle unas cosas a Taehyung, y aprovechó para desnudarse y mirarse al espejo con tiempo y dedicación.
Dos senos pequeños, pálidos, con pezones de un café claro. Cintura algo estrecha y estómago plano. Un trasero pequeño. Y por delante...
Se quedó muchos minutos mirando su monte de venus, los vellos oscuros allí, y deslizó sus dedos por entremedio, sintiendo un escalofrío. Su mente fue, en ese instante, al momento en que su boca se cerró alrededor del pene de Hoseok, rememorando todo lo ocurrido, y mientras eso pasaba, deslizó dos dedos más abajo.
Se acarició sólo de forma superficial, pero se sorprendió al encontrarse húmedo. La sorpresa fue aún mayor porque no sintió repulsión ni asco. La sensación sólo... sólo era algo extraña, aunque, en definitiva, no era algo negativo.
—Más adelante —prometió Yoongi, mirando a Hoseok—, necesito... necesito sentirme un poco mejor para eso.
Hoseok asintió, dándole un pequeño beso, haciendo que sonriera y...
—¡Dejen de hacer cochinadas, par de puercos! ¿¡Crees que no te vi agarrándole el poco culo a mi hermano, Hoseok?!
—¡JIMIN!
Jimin tuvo que correr a esconderse cuando Yoongi quiso perseguirlo para golpearlo, causando más risas en el lugar.
Yoongi se sintió feliz y pensó que, quizás, esta nueva familia que hizo fue la mejor decisión que tomó en mucho, mucho tiempo.
¡gracias por leer!
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