59.

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Y aunque no entienda mis sueños sé que, en alguna parte,

Hay esperanza, hay esperanza, en alguna parte hay esperanza...

~I Won't Complain, Benjamin Clementine~

Yoongi despertó cuando el bus llegó a Daegu.

De forma somnolienta, agarró su mochila donde llevaba sus pertenencias, poniéndose de pie una vez el vehículo se estacionó en el terminal. Bajó, frotando sus ojos y escaneando entre la multitud para ver algún rostro conocido.

Su corazón se apretó cuando vio a Namjoon, y sonrió de forma inevitable, acercándose para ser abrazado contra el cálido cuerpo del mayor.

―¿Creciste un poco, Yoongi? ―preguntó Namjoon, riéndose mientras le besaba la frente.

―Eres odioso ―se quejó Yoongi.

Namjoon volvió a reírse, pasando un brazo por sus hombros.

―Bueno, ¿y si digo que te ves hermoso? ―continuó Namjoon, observándolo de pies a cabeza―. Te ves muy... bien con esa ropa.

Sus mejillas se pintaron de rojo ante la alabanza de Namjoon, su interior apretándose, pero algo de culpa se instaló en su estómago, pues ese día llevaba las prendas que Hoseok le compró días atrás.

Yoongi no quería sacárselas en ningún momento, eran tan cómodas y tan... tan de él, que consideró seriamente lavarlas todos los días para así poder usarlas sin ningún problema. Pero eso requería mucha energía, y Yoongi, bueno... vivía en base a la ley del mínimo esfuerzo.

―Fue un regalo ―dijo con voz tímida, siendo consciente en ese instante del brazo de Namjoon sobre sus hombros, de la cercanía del mayor.

Pero no tenía por qué sentirse culpable, ¿cierto? Después de todo, él no estaba con Hoseok. Y aunque Hoseok fuera cariñoso, fuera tierno, Yoongi no se sentía todavía demasiado seguro como para estar en una relación con él.

Yoongi le quería mucho, pero una parte suya le guardaba un poco de rencor a Hoseok, porque, si bien el chico no le trató con asco y con desprecio cuando le confesó la verdad, tampoco hizo cosa alguna para defenderlo cuando sus compañeros comenzaron a molestarle. Sólo actuó meses después, sin embargo... sin embargo...

Ya le hicieron daño de forma irreparable.

Así que Yoongi no se sentía todavía capaz de estar en una relación con Hoseok, no cuando tampoco se sentía segura con su cuerpo. Seguro. Seguro.

Había lapsos todavía de tiempo donde su mente le traicionaba, donde esa pequeña vocecita en su cabeza que murmuraba todo el tiempo le ganaba.

Eres una chica, eres una chica, eres una chica...

Yoongi tenía que luchar constantemente contra esa voz, que sonaba como su madre, para así no romper a llorar, pues había muchas cosas que no entendía, que no comprendía por completo.

A veces todavía pensaba que...

―Hey, Yoongi.

Parpadeó, enfocando sus ojos en Namjoon, que le observó con clara preocupación. Bajó la vista, avergonzado, y mordió su labio inferior.

Namjoon le dio un apretón en señal de comprensión, pero gracias a dios, no le dijo algo, no había compasión en sus ojos.

―¿Qué tal si te invito a comer en la noche? ―le dijo con voz animada―. ¡Heechul hará batallas de rap!

―¿Te vas a presentar como Runch Randa? ―se burló Yoongi.

Namjoon le miró, ofendido.

―¡Es un magnífico nombre! ―bufó el mayor―. ¿Cuál sería tu nombre de rapero?

Yoongi lo pensó un instante.

Suga ―dijo en voz baja―, porque soy pálido y...

―Porque eres dulce como el azúcar ―se mofó ahora Namjoon.

―¡No soy dulce!

―Claro que lo eres ―Namjoon se rió, y Yoongi quería patearlo.

Patearlo y besarlo.

Pero sólo le pegó en el costado, ahogando esos impulsos que sólo le confundían más.

Namjoon no merecía eso. Hoseok tampoco. Ninguno de esos dos maravillosos chicos se merecía que jugaran con ellos, sin considerar sus sentimientos. Ni siquiera podía entender cómo era que le querían, que le miraban con esos otros ojos más allá de la amistad, cuando era sólo un desastre.

Yoongi quería muchas veces decirles que le dejaran, que no valía la pena, que estar a su lado sólo les haría daño, sin embargo... sin embargo, se sentía demasiado bien que le miraran con tanto amor.

Él quería todo ese amor, aunque no lo mereciera.

Jungkook se echó en el sillón, cansado, en tanto Jimin colgaba su chaqueta detrás de la puerta. Yoongi terminó de beber agua de un vaso, queriendo echarse en la cama de su hermano para dormir. Las batallas de rap a la que fueron terminaron cerca de las una de la mañana, así que acababan de llegar a casa.

A pesar de que se notaba un ambiente de melancolía en el café por EunYoung, con todos todavía demasiado afectados por su partida, Yoongi llegó a comprender, rodeado de todas esas personas, que sí estaban allí era para apoyarse entre ellos, para no dejarse caer. Para honrar la memoria de EunYoung de la mejor forma posible.

Hyerin terminó llorando en sus brazos al final de la jornada, e incluso Yoongi derramó algunas lágrimas cuando Heechul dijo unas palabras finales. Todos hicieron un brindis por EunYoung, y Yoongi no podía evitar sentirse demasiado triste.

Triste, pero bien de alguna extraña forma.

―Ve a dormir ―dijo Jimin, llamando su atención―, yo lavaré los platos e iré a la pieza.

Yoongi asintió, distraído, y fue al cuarto de su hermano para ponerse el pijama.

Solo en la habitación, observó su reflejo en el espejo de cuerpo completo: su piel pálida, su rostro fino y delicado, su cuerpo delgado, curvilíneo. La mayor parte del tiempo trataba de evitar mirar su figura, debido a la constante sensación de molestia que le perseguía al ver mamas. Al ver curvas pronunciadas en sus caderas. Al ver una vulva entre sus piernas.

EunYoung le hizo comprender que su cuerpo femenino no significaba que fuera mujer, que su cuerpo no determinaba su género, que podía ser un hombre y seguir teniendo ese cuerpo, pero Yoongi no sabía manejarlo bien, porque una parte suya deseaba más.

Deseaba más para quitarse esa sensación ansiosa que le atacaba cuando notaba esas características... femeninas de su cuerpo, sintiéndose vacío pues no podía llenar el espacio en su entrepierna cuando se puso el bóxer que Hoseok le compró. Sintiéndose molesto por sus pechos marcándose con playeras ajustadas.

Deseaba más ante el pensamiento de que todo el mundo le consideraría una mujer sólo por el cuerpo, y no importaba cuánto dijera que en realidad era hombre, ellos no iban a comprenderlo.

Todo se sentía muy mal al mirarse frente al espejo.

Furioso consigo mismo, dejó de mirarse y se puso el pijama, saliendo del cuarto para ir a despedirse de Jungkook.

Pero retrocedió, antes de llegar al comedor, cuando observó dos figuras en el sillón.

Cuando observó a Jimin inclinado contra Jungkook, sus cabezas demasiado juntas para ser considerado un abrazo.

Se apoyó en la pared, tratando de no hacer ruido para que no le descubrieran.

Hubo un breve momento de silencio, y entonces hubo un ruido húmedo, como de dos personas dejando de besarse.

―Te estás pasando ―regañó Jungkook con voz medio dormida.

Jimin se rió con suavidad.

―¿Tú crees? Deberías detenerme entonces ―provocó Jimin.

Yoongi iba a vomitar si seguía escuchando más besos.

―Tú sabes... ―susurró Jungkook―, no estamos saliendo...

―Lo tengo claro ―replicó Jimin con voz grave―, pero soy feliz con esto, Jungkookie...

Yoongi consideró que ya escuchó demasiados coqueteos, y no estaba para escuchar esas cosas asquerosas.

Por otro lado, no pareciera que Jimin fuera a dormirse pronto.

―¿Tanto te gusto? ―preguntó Jungkook cuando Yoongi comenzó a retroceder.

―Me encantas ―admitió Jimin.

Dios, su hermano era un idiota enamorado. Honestamente, esperaba nunca actuar así porque eso le daría demasiada vergüenza.

Tratando de no meter ruido alguno, se marchó al cuarto de Jimin, echándose sobre la cama para dormir. Se forzó a ignorar el hecho de que su hermano se estaba besando en el comedor con alguien más, y en ese momento, su móvil vibró.

SeokSeok:

Heeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeey

¿Todo bien?

Te extraño :c

¿Tú me extrañas?

Yoooooooooooooongi

No me ignores

Voy a llorar

esTOY LLORANDO

Yoongi:

¿Realmente estás llorando?

SeokSeok:

Jejeje

No

¿Me mandas una foto?

Yoongi:

Púdrete.

SeokSeok:

:(

:((

:(((

:((((((((((((((((((((((((((((

Yoongi:

SeokSeok:

Wowowowowoooooooooow

Eres hermoso

¿No me vas a pedir una foto a mí?

Yoongi:

¿Y para qué quiero yo tu feo rostro?

SeokSeok:

ERES UN MONSTRUO SIN SENTIMIENTOS MIN YOONGI

Yoongi se rió ante ese último mensaje, despidiéndose finalmente de Hoseok, y pensando que eso le gustaba.

Estar lejos de todas las personas que le pudieran hacer daño, rodeado sólo de amigos, de gente que le quería. Eso se sentía demasiado bien.

Se sentía perfecto.

Por supuesto, a la mañana siguiente, ni Jimin ni Jungkook hicieron comentario alguno de lo ocurrido la noche anterior, a pesar de que Yoongi despertó sin su hermano a su lado, ambos chicos fingiendo con enorme torpeza sus sentimientos.

Yoongi tampoco trató de presionar algo, ya que en ese instante se sentía con ganas de vomitar: estaban yendo camino a su primera cita con un psiquiatra que Jo Kwon le recomendó.

El menor quería decirle a Jimin, mientras esperaban en la sala de espera, que se quedara con él, que no le dejara solo, que no le abandonara y que quería llorar. Sin embargo, sabía que no podía hacerlo, pues su hermano mayor tenía que ir a trabajar en unos minutos (consiguió trabajo como barman), y no podía hacerle eso.

No podía hacer que Jimin se quedara con él cuando tenía otras cosas que hacer. Ya era grande, dios, ¿tanto necesitaba de él?

Yoongi no quería ser tan dependiente del resto, pero no podía evitarlo.

—Cuando termines, me envías un mensaje —le dijo Jimin con expresión de preocupación—, o si tienes alguna otra complicación. O si...

—Está bien —contestó débilmente—, estaré bien, hyung.

Jimin no lucía convencido, pero en ese instante, la puerta se abrió, asomándose un hombre demasiado guapo.

—Min Yoongi —dijo Park Jungsoo, el psiquiatra que le atendería ese día.

Yoongi se puso de pie, con sus piernas temblando, pero sólo abrazó a Jimin, despidiéndose de él en voz baja. Su hermano parecía dispuesto a decir algo más, aunque Yoongi se apresuró en entrar a la enorme oficina, el hombre ya esperándolo sentado detrás del escritorio.

Se quedó un momento de pie, sin saber qué hacer, hasta que Jungsoo lo miró.

—Venga, siéntate donde desees —dijo con una sonrisa amable.

Yoongi miró la oficina: estaba la silla detrás del escritorio, frente al hombre, y un sofá a un costado.

Titubeante, sin querer quedar demasiado cerca para no mirarlo a los ojos, caminó al sillón.

—¿Quieres algo para tomar? —preguntó el psiquiatra—. Puedo decirle a Somin que nos traiga algo si lo deseas.

—Mmm... no, gracias —balbuceó, mirando sus manos y jugueteando con sus dedos.

—Bueno, Jo Kwon, tu psicólogo, te derivó conmigo, ¿eh? —dijo Jungsoo, poniéndose de pie.

—Dijo que le enviaría mi ficha por correo —explicó débilmente, perdido y desorientado.

—Sí, la recibí hace unos días —concedió Jungsoo—, pero vamos, ¿qué tal si conversamos un poco, Yoongi? —acomodó la silla cerca del sofá, a una distancia suficiente para relajar al chico—. Tienes más de dieciocho, ¿no?

—Los cumplí en marzo —contestó Yoongi.

—Fue hace relativamente poco —Jungsoo le miró—. ¿Planear venirte para acá una vez termines el colegio?

Yoongi mordió su labio inferior.

—Sí, no quiero quedarme en Chongdae, no creo que... —titubeó un instante—, no creo que sea el lugar para mí.

—¿Piensas seguir estudiando?

—No, no —rascó su nariz—, en realidad quiero... Estoy pensando en tomarme un año para poder entrar a trabajar, necesito... Voy a necesitar el dinero, vendré con mi hermano mayor y no puedo dejar que me mantenga...

—Eso es un buen plan por ahora —le dijo Jungsoo—. ¿Cómo se llama tu hermano mayor?

Yoongi rascó sus brazos, sus uñas acariciando sus marcas.

—Veintiuno —contestó en voz baja—. Se llama Jimin. Él es... es una de las personas que más amo en el mundo.

—¿Te llevas muy bien con él? —preguntó Jungsoo.

Asintió, mirándolo brevemente antes de volver a desviar su vista.

—Él ha sido uno de los pilares fundamentales para... para todo este proceso —su garganta se apretó—. Si él no me hubiera apoyado, es probable que... que yo hubiera muerto hace mucho.

Recordó la noche de Navidad, la forma en la que su padre lo golpeó cuando les dijo la verdad, y a Jimin metiéndose en medio para gritarle que se fuera, que se marchara de allí.

Recordó las llamadas de Jimin, sus mensajes diarios, preguntándole si estaba bien, si sus padres le estaban haciendo daño.

Recordó a su hermano mayor sosteniéndolo cuando él, muchas veces, no podía mantenerse de pie.

—¿Y la relación con tus padres? —preguntó Jungsoo, con su voz suave, adivinando que lo siguiente sería un tema serio.

—No existe —dijo con rotundidad Yoongi—, ellos no quieren saber nada de mí, no hasta que... hasta que acepte ser una mujer —mordió su uña—. Mientras yo sea Yoongi, ellos prefieren que me mantenga lejos.

—¿Cuándo fue la primera vez? —inquirió el psiquiatra—. ¿La primera vez que supiste que eras un chico?

Yoongi lo observó, parpadeando.

—¿No va a ponerlo en duda? —dijo débilmente—. ¿No va a juzgar mis palabras?

El hombre le observó con sorpresa en sus ojos.

—¿Poner en duda qué cosa, Yoongi? —preguntó, frunciendo el ceño—. ¿La persona que eres? —Jungsoo suspiró—. No, no voy a hacerlo. Si Kwon te derivó conmigo, ha sido porque sabe que estos últimos años he tratado a chicos y chicas que han sufrido lo mismo que tú —su tono se volvió dulce—. Yo no voy a tratarte de una forma que no desees, Yoongi.

Podía sentir su garganta más apretada, algo raspando allí, y sus ojos picaban de pronto, la conocida sensación de que iba a llorar instalándose en su estómago.

—Siempre lo supe —dijo con la voz quebrada—, desde que tengo memoria. En mis primeros recuerdos siempre... siempre estoy mirándome al espejo, creyendo que hay algo mal. Creyendo que este cuerpo no me pertenece. Que me hacía falta algo —sorbió por su nariz—. Yo veía... veía como lucía Jimin, con su cabello corto, con pantalones, con un pene, y había algo en mí que me decía que yo debía lucir así. Que el cabello largo que mi mamá peinaba todos los días, para que luciera como una niña decente y bonita, no tenía motivo de ser porque yo no era una niña.

Jungsoo ladeó la cabeza, asintiendo en señal de comprensión, pero no le detuvo y Yoongi lo interpretó como su señal para poder continuar.

—Gran parte de mi vida he vivido creyendo que... que estoy enfermo, que soy asqueroso, que debería aceptar que soy una mujer —frotó sus ojos—, pero no quiero hacerlo. No quiero... Cuando quise ceder, cuando volvía a fingir ser... ser una chica, todo se sentía mal, tan mal que... que morir me parecía una buena opción. Que morir era mejor que vivir así.

El psiquiatra se enderezó, inclinándose un poco, y le tendió un pañuelo desechable.

—¿Quieres explicarme un poco mejor eso?

Agarró el pañuelo, sonándose la nariz.

—Hace... hace varios meses no lo soporté más, para navidad le dije a mis papás que yo... que yo era un chico, y ellos no se lo tomaron bien —explicó con voz débil—. Sé que no fue la mejor forma, que quizás tuve que haberlo hecho de a poco, pero no me sentía realmente... No me sentía estable, y lo solté de golpe, así que ellos se enojaron muchísimo, y decidí que... que si ya lo hice, entonces debía terminarlo.

"Le dije a todo el mundo la verdad —murmuró, derrotado—, y, por supuesto, casi nadie lo entendió por completo. Terminé con Hoseok, mi novio de entonces, porque sabía que él no lo entendería bien. No cuando fue criado por una familia religiosa que, además, le enseñó un pensamiento homofóbico y sólo pensaba en complacer a sus padres.

"Pero, a pesar... a pesar de que casi no tenía amigos, aunque estuve demasiado solo en ese tiempo, esa parte mía que durante tanto tiempo se sintió enferma, esa parte que no se sentía correcta, pareció desaparecer y podía... podía respirar mejor, podía despertar sin sentirme ahogado por verme obligado a fingir otro día, podía... podía ser yo mismo, y era feliz con eso.

Para ese momento, Yoongi ya estaba llorando con calma, sus ojos derramando lágrimas, pero necesitaba seguir hablando. Necesitaba seguir soltando todo lo que le estaba matando por dentro, todo lo que le estaba aprisionando y le hacía sentir como una basura.

Jungsoo le seguía contemplando en silencio, sin juzgarle, sólo escuchando, y para él, eso era suficiente.

—No duré mucho así, de todas formas —prosiguió—, a pesar de que era feliz siendo yo mismo, había otra parte que murmuraba constantemente que debería rendirme, que todos los insultos, todos los golpes, todo eso, me lo merecía por querer ser alguien que no era. Y llegué a mi límite cuando... cuando unos amigos fueron atacados solamente por salirse de los estándares que todos nos imponen, y cuando me atacaron a mí. Unos compañeros me forzaron a hacerle sexo oral a uno de ellos y quisieron... quisieron ir más allá de eso, y yo ya no pude más. No lo soporté más.

—¿No los denunciaste, Yoongi? —preguntó Jungsoo con el rostro en blanco—. Porque lo que ellos hicieron...

—No, había... había una parte en mí que decía que yo me lo merecía —ahora su voz sonó ahogada, destrozado por completo—. Que si sufrí eso, fue porque yo me lo busqué, po-porque yo no supe... supe aceptar mi destino y lo... lo merecía.

—¿Todavía crees eso? —le interrumpió Jungsoo—. ¿Todavía crees que alguien se merece todo eso, Yoongi?

—No —hipó—, dolió mucho aceptarlo, pero entendí que no lo merecía. Que lo que ellos hicieron fue algo grotesco, horrible y cruel, porque yo nunca les hice daño. Porque yo sólo quise ser feliz sin dañar a nadie, pero para ellos, querer ser un chico era un pecado. Era un error —limpió sus ojos—. Ellos me estigmatizaron sólo por ser distinto.

Jungsoo no habló por varios segundos, permitiendo que se tranquilizara un poco, y le entregó otro pañuelo para limpiar su rostro.

—Eso está bien, Yoongi —le dijo—, que sepas que no es tu culpa, porque muchas veces, las personas se atribuyen errores y sentimientos, pues así les son más fáciles de manejar —Yoongi bajó la vista—. Luego de eso, ¿qué ocurrió?

—Me rendí —admitió Yoongi—, decidí que no podía seguir... Decidí que ser un chico, ser la persona que deseaba ser, no era lo correcto, así que volví a asumir mi... mi género impuesto, y observé cómo todo el mundo parecía ser feliz otra vez. Como mis padres volvieron a quererme, mis compañeros dejaron de agredirme, mis profesores volvieron a prestarme atención, pero yo... yo me sentía muerto por dentro. Me sentía como si... como si hubiera un agujero negro en mi corazón que parecía tragarse todas las buenas sensaciones que tuve alguna vez.

Jungsoo puso una expresión pensativa, pero Yoongi se adelantó a su pregunta:

—Todavía me siento así —dijo con voz vacilante—, hay días donde... donde me cuesta levantarme, donde me gustaría permanecer encerrado en un cuarto, sin ver la luz del sol, acostado y durmiendo. No me importaría pasar hambre con tal de no salir, y eso me asusta mucho. Me asusta porque temo en hacerlo y ceder a esos sentimientos.

El psiquiatra asintió, anotando unas cosas en su cuadernillo.

—¿Cómo enfrentas esas cosas? —preguntó Jungsoo.

—Me concentro en mis amigos —barboteó—. Trato de concentrarme en las buenas sensaciones que me transmiten. Estoy... estoy volviendo a tocar el piano, es un instrumento que aprendí desde pequeño y me ha ayudado a canalizar mis emociones. Estoy tratando de... de volver a escribir letras de rap —sonrió débilmente—. Me gustaría ser productor más adelante, poder escribir canciones para otras personas, no sé, me parece... me parece un buen panorama para mí porque... porque voy a permanecer en el anonimato de alguna forma, pero haré lo que me gusta...

—¿Escribes letras para canciones? —Jungsoo puso una expresión sorprendida—. Eso suena increíble, Yoongi, ¿crees que podrías mostrarme alguna en la siguiente sesión?

Yoongi sonrió con algo de timidez.

—¿Tendremos otra siguiente sesión? —preguntó, avergonzado.

—Por supuesto —dijo Jungsoo, sonriendo—, pero antes de eso, quiero que te hagas algunos exámenes, Yoongi —dijo ahora algo más serio—. Según el informe que Kwon me envió, y lo que me has comentado, veo un fuerte cuadro depresivo y de ansiedad —señaló a su brazo—. No has dejado de rascarte la piel, Yoongi.

Yoongi se detuvo, su expresión congelada, notando que el mayor tenía razón. En su momento no le tomó importancia, sin embargo, ahora...

—Quiero ver si posees alguna alteración hormonal —prosiguió Jungsoo—, para saber cómo seguir con tu tratamiento. Ahora bien, sobre lo siguiente, ¿deseas hacerte un tratamiento hormonal?

—Sí —dijo con rotundidad—, yo... yo lo he pensado mucho, me gustaría... Me gustaría poder iniciar con un tratamiento... —su voz tembló—. Y poder iniciar también los trámites para cambiar mi nombre y... —humedeció sus labios—, y mi sexo...

Jungsoo afirmó con la cabeza, comprensivo.

—Lo del tratamiento lo conversaremos en un par de sesiones —le concedió, tranquilizándolo un poco—, pero ahora quiero que veamos esto primero —se puso de pie, yendo al escritorio, y sacando unos papeles—. Ve a hacerte los siguientes exámenes de sangre apenas puedas, ¿entendido? —le dijo, marcando unos puntos en una hoja—. Cuando tengas los resultados, puedes pedir una hora con mi secretaria. Trata de que no pase más de un mes, Yoongi, ¿está bien?

Yoongi asintió, recibiendo los papeles en silencio, y permitió que el psiquiatra le acompañara a la salida.

—Sigue distrayéndote —le ordenó Jungsoo—, sale, camina, haz algo de ejercicio, distrae tu mente —el hombre le tocó la frente—. A veces nuestros pensamientos son nuestros peores enemigos, así que trata de no rendirte a ellos. Eres un chico fuerte, Yoongi, ¿entendido?

—Sí —aceptó, su garganta otra vez apretada.

Se despidió del hombre, girándose para salir de la oficina, y se despidió también de la secretaria segundos después, caminando hacia el ascensor. Una vez dentro, dejó escapar todo el aire que estuvo conteniendo.

No fue tan mal, no fue tan mal, no fue tan mal, se repitió a sí mismo, con un rayo de emoción y esperanza instalándose en su interior.

No había ido mal, fue mejor de lo que esperaba. Fue mucho mejor.

Estaba tan contento, tan animado, que al llegar a casa lo primero que hizo fue meterse al cuarto de Jungkook, despertándolo de su siesta y abrazándolo por la emoción.

—¿Yoongi? —balbuceó Jungkook, medio dormido—. ¿Ya volviste?

—No, idiota, sigo fuera —le contestó.

Jungkook le frunció el ceño.

—¡Soy tu mayor, Min Yoongi! —le regañó, indignado.

Yoongi se rió.

Se rió porque, por primera vez en mucho tiempo, sentía como si las cosas a su alrededor parecieran ir mejor.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top