36.

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Pero era sólo una fantasía,

El muro era demasiado alto como puedes ver.

No importa cuánto trató, él no pudo ser libre,

Y los gusanos se comieron su cerebro...

~Hey You, Pink Floyd~

Se miró al espejo, y lo primero en que se fijaron sus ojos morados e hinchados fue en su pecho, donde dos senos femeninos se veían reflejados. Su vista bajó, quedándose en su cintura estrecha, mirando su piel lisa, blanca, sus caderas de mujer.

Pero fue más abajo, cuando sus ojos se posaron en su vientre, en su vulva, que las náuseas llegaron a su garganta y terminó escupiendo bilis, porque su estómago estaba vacío y no comió nada en tres días.

Apenas podía mantenerse en pie, pero si era sincera, no tenía fuerzas siquiera de llevar algo a su boca.

Pensar en poner algo entre sus labios provocó nuevas arcadas, porque recordó a Jaebum sosteniendo su mandíbula mientras le apretaba la nariz, cortando su respiración, y Jooheon le violaba la boca sin compasión alguna.

Recordó los dedos de Jiho acariciándola, y volvió a escupir bilis.

La puerta del baño fue tocada.

—Apúrate, Yoonji, tienes que ir al colegio, no puedes seguir faltando —ordenó su mamá con voz dura.

Yoonji tiró la cadena, mirando el agua sucia yéndose por el excusado.

—Sí, mamá —dijo con voz vacía, poniéndose de pie.

Cuando salió de la ducha, evitó mirar su rostro en el espejo.

Al entrar a su cuarto se sentó un momento, haciendo una leve mueca, mientras el dolor en su cabeza punzaba con tanta fuerza que se sintió mareada. Sólo cuando sentía que el mundo no se estaba moviendo, comenzó a buscar ropa en su armario. Su mano agarró la falda del uniforme escolar, y su brazo tembló mientras lo estiraba sobre la cama.

Se puso la ropa interior, pero sólo cuando la falda se acomodó en su cintura, sintió ganas de romper a llorar.

Pero ¿por qué iba a llorar?

Si eso era lo correcto. Eso correspondía usar, esa falda escolar que las mujeres del colegio usaban, pues era lo que le correspondía a ella. Porque era, al fin y al cabo, una mujer. Y eso nada podía cambiarlo.

Antes, eso habría dolido, le habría roto el corazón de mil formas, habría hecho que su alma llorara por completo.

Pero ahora no sentía nada. Absolutamente nada.

Quizás eso era lo mejor.

No sentir nada era mejor que sentir pena y dolor.

Bajó pocos después a la cocina y se sentó en la silla, viendo el desayuno sin expresión alguna en su rostro. Sin embargo, cuando su mamá puso el pan tostado con huevos revueltos frente a ella, sintió su estómago apretado una vez más.

—No tengo hambre —mintió, observando la taza con leche.

Con manos temblorosas, se la llevó a los labios, esperando que las arcadas no regresaran.

—Tienes que comer, estás demasiado delgada —dijo su mamá, más amablemente que nunca en esos tres meses.

—Comeré en el colegio —volvió a mentir, dejando la taza sobre la mesa luego de vaciarla de golpe.

Su mamá parecía dispuesta a discutir, sin embargo, en ese momento Hoseok ingresó a la cocina. Sus ojos se detuvieron en el golpeado y magullado rostro de Yoonji, y se abrieron por la sorpresa.

Ignorando a Hyeyin, Hoseok se acercó a Yoonji, tocando sus mejillas delicadamente.

—Haré que paguen, Yoongi —le susurró, lo bastante bajo para que nadie excepto ellos dos oyera.

Yoonji se estremeció al escuchar el masculino.

—No Yoongi. Yoonji —trató de esbozar una sonrisa, aunque sabía que no logró aquello—. Soy Yoonji, tu mejor amiga y exnovia.

Un rayo de dolor cruzó los ojos de Hoseok, tan evidente que incluso se pudo leer la pena en el rostro del chico.

Los dedos de Yoonji se aferraron a la chaqueta de Hoseok.

—¿Tú amas a Yoonji, Hoseok? —preguntó con la voz desesperada.

—Yoongi...

—No —tragó saliva, su boca seca—, es Yoonji. Para el mundo soy Yoonji, siempre seré Yoonji, así que seré Yoonji.

—Pero no eres feliz —susurró Hoseok.

Parpadeó, sintiendo su corazón doler, y soltó a Hoseok. Negó con la cabeza para volver su vista al plato de comida, como si no hubiera sucedido nada. Sin embargo, su mamá le estaba mirando.

Los ojos de Hyeyin estaban llenos de advertencia.

Le dio una mordida al pan, sintiendo el asco atrancado en su garganta, pero se obligó a tragar, y luego de masticar dos veces más lo dejó sobre el plato. No podía seguir teniendo algo en la boca sin relacionarlo con la sensación de su cavidad bucal siendo violada.

Violada.

Como hicieron con Jungkook.

Se obligó a aplacar el pánico que crecía en su interior, a pensar en otras cosas, a fingir que todo estaba bien y bajo control, aunque por dentro se sintiera morir un poco cada día más.

¿O acaso ya estaba muerta?

Se vio a sí misma echada en el suelo, encerrada en su habitación mientras Hoseok le rogaba que abriera la puerta y las lágrimas caían por su rostro, con su respiración cortándose. Sentía como el mundo se iba sobre su cuerpo, haciéndola sentir tan insignificante y patética que una parte importante de su alma se rompió, y dudaba que pudiera arreglarse.

—Ayer hablé con Jimin —dijo su mamá de pronto, llamando su atención—, y lo noté... extraño —Yoonji la miró, indiferente—. Tal vez sería bueno que lo vayas a ver el fin de semana.

Necesitas saber de Jimin. Necesitas saber de EunYoung. Necesitas saber de Jungkook.

No, no lo necesitaba.

Lo que necesitaba era alejarse y dejar todas esas amistades atrás, o jamás podría ser arreglada de su problema.

—Está bien.

Sin embargo, se sorprendió contestando eso.

Su mamá no dijo nada más y se puso de pie, poniendo su mochila en su espalda, antes de salir con Hoseok a su lado.

Su único cable a tierra fue la mano de Hoseok tomando la suya, diciéndole que estaba allí y no pensaba abandonarle, no otra vez.

Pero ya era tarde. Era demasiado tarde.

Todo el mundo se quedó en silencio cuando entró al colegio, con Hoseok a su lado, sosteniéndole la mano como si nada.

Sintió el apretón de Hoseok, pero no se lo devolvió, manteniendo una mirada indiferente y vacía de sentimientos. Ignoró como los ojos se posaban en su falda, en ese cuerpo que ocultó, juzgándola, buscando algún punto débil para molestarla.

Caminó sin decir cosa alguna, Hoseok siguiéndola también callado, abriéndose paso entre la multitud de personas hasta llegar a su casillero, donde una foto con Namjoon besándola estaba pegada.

Sin cambiar su expresión, la sacó y botó, fingiendo que no le afectaba a pesar de que estómago se apretó al pensar en Namjoon. Sacó el cuaderno que iba a necesitar, y al voltearse, se encontró con la sorprendida mirada de Jin.

Sus piernas flaquearon al ver como los ojos de Jin parecían lucir heridos y afectados por la forma en que vestía.

—Hola, Seokjin —saludó educadamente, manteniendo las distancias—. ¿Puedo ayudarte en algo?

Jin tragó saliva, sus labios temblando.

—Yoongi...

—No, es Yoonji —corrigió con amabilidad, aunque por dentro algo se estaba quebrando en mil pedazos, hiriendo su alma ya rota—. Femenino, ¿entendido? —su sonrisa vaciló, sintiendo los ojos de Hoseok puestos sobre ella—. Seokjin, lo siento, pero tú y yo no podemos seguir siendo amigos. No estoy de acuerdo con... tu modo de vida.

Antes de que Jin pudiera decirle algo más, se giró y caminó a paso rápido hacia el salón de clases. Se sentía mareada, enferma, con el estómago revuelto y la garganta apretada, algo raspando en su interior.

Todo empeoró cuando entró al salón de clases y se encontró con el rostro lleno de burla de Jiho.

La bilis subió por su tráquea, pero se obligó a mantener la boca cerrada, a pesar de que casi podía sentir los dedos de Jiho tocándola allá abajo.

—¿Hoseok ya te hizo una mujercita, Yoonji? —se burló Jiho en medio del salón, haciendo un gesto obsceno con las manos—. Qué lástima, y yo que quería meterte la polla en el coño.

Palideció, con el estómago más revuelto todavía, sin embargo, Hoseok apareció por detrás y pasó un brazo por su espalda. La sostuvo, llevándola hacia su puesto y sentándose a su lado.

—Luego iremos con el director, y le contaremos lo que pasó —dijo Hoseok en voz baja y dura—, un asqueroso tipo como Jiho no puede seguir libre.

—No —dijo Yoonji, mirando la mesa con los labios tiritando—, me lo merecía.

Hoseok contuvo el aire unos segundos, sorprendido.

Decir esas palabras hizo que la bilis subiera un poco más, pero volvió a tragar, negándose a vomitar, a romper a llorar.

—No digas eso —susurró Hoseok con furia en su tono—. No te atrevas a decir eso otra vez, Yoongi.

Le miró bruscamente, apretando su mandíbula.

—Es Yoonji. Es femenino —su voz se quebró—. Tú mejor que nadie sabes que soy mujer, Hoseok. Tú me has tocado allá abajo.

Ni siquiera podía decirlo, ni siquiera podía poner en su boca su órgano sexual femenino sin sentir el asco y las náuseas hacia sí misma.

Las mejillas de Hoseok enrojecieron furiosamente, sin embargo, el rostro del chico seguía luciendo incrédulo.

—Yoongi o Yoonji, lo que te hicieron debe ser denunciado —dijo Hoseok—. ¡Casi te violaron!

Su mano golpeó la mejilla de Hoseok, callándolo.

Se arrepintió enseguida, por supuesto, al ver la mirada herida del chico, pero se limitó a desviar la vista, sabiendo que todo el mundo debía estar observándolos en ese instante.

Todo se estaba descontrolado. Todo se estaba yendo a la mierda demasiado rápido.

—No vuelvas a decirlo nunca más —ordenó con su tono roto.

Hoseok se giró, mirando hacia el frente.

—Está bien —fue lo único que contestó, queriendo dejar de ver los ojos vacíos de Yoonji.

A la hora de almuerzo, Hoseok seguía sentado a su lado, ignorando por completo los chillidos de Joohyun para que se fuera a sentar a su lado. Comenzó a parlotearle sobre cualquier cosa a pesar de que Yoonji apenas le respondiera, concentrada en ver su plato de comida y haciendo caso omiso del hambre que rugía en su estómago.

—¿No vas a comer? —preguntó de pronto Hoseok, llamando su atención.

Pensó en mentirle, pero sabía que no iba a servir de nada. El chico la conocía mejor que nadie.

—No puedo comer —contestó en voz baja, casi inaudible.

Pero Hoseok la escuchó. Hoseok siempre la escuchaba.

Se miraron a los ojos.

—Si lleno mi boca... —balbuceó, viendo como los ojos de Hoseok se oscurecían—, es como si... como si la estuvieran... invadiendo otra vez...

No podía decir la palabra con V. Pensar en esa acción hacía que todo se volviera más real y doloroso de lo que era posible, más duro y su estómago expulsara la poca comida que podía soportar.

Hoseok abrió la boca, pero en ese momento, alguien se acercó a ellos.

Lisa llevaba del hombro a Tae, que miraba para cualquier otro lado excepto hacia ellos. La chica la observaba con sorpresa y ojos tristes.

—Yoongi, ¿qué pasó? —preguntó con tono asustado.

Hizo una mueca.

—Es Yoonji —volvió a corregir, cansada—. Siempre seré Yoonji, ¿no es así, Taehyung?

Tae se crispó mientras Lisa le fulminaba con la mirada, y el chico se removió, incómodo.

—Lo siento —susurró Tae, llamando su atención—. Yo... yo realmente lo siento, Yoongi, lo que dije el otro día, dejarte solo...

Se puso de pie, dejando el plato de comida a un lado.

—Es femenino —dijo con fastidio, callando a Taehyung—, así que les agradecería que dejaran de tratarme como si fuera un chico —apretó sus labios, sintiéndose desgraciada—. Fue una etapa, ¿entendido? Ya aprendí quién soy.

Antes de que pudieran decirle algo más, se alejó a paso furioso, saliendo del comedor rápidamente. Sus pies se dirigieron hacia el salón de música, vacío a esa hora y sin la profesora Suran rondando a su alrededor.

Una vez allí, sacó su cuaderno con letras y notas, y lo abrió.

Sus manos temblaron.

Antes de pensarlo dos veces, rompió las hojas, llorando en silencio y sintiendo como si estuviera desgarrando su alma con esa acción.

Cayó de rodillas mientras seguía rompiendo las letras frente al piano, el suelo quedando inundado con las hojas de papel, y se recostó sin dejar de llorar. Le escribió a su profesora, entre lágrimas, una carta de excusa para decirle que no pensaba volver a ese salón por el resto de la secundaria.

Que no pensaba tocar el piano nunca más en su vida.

¡gracias por leer!

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