33.

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Cristo mira desde el muro,

Con su rostro impenetrable.

Y si me ama en su bondad,

Como ella me asegura,

¿Por qué estoy tan sola?

~Carrie, Stephen King~

Monnie:

Estoy en el café de Heechul

Y se siente aburrido sin ti :c

D_Boy:

¿Sacaste eso de internet, Nam?

Me gusta cómo te ves con lentes.

Monnie:

¡Gracias!

¿Puedes enviarme una foto?

D_Boy:

No.

Estoy acostado.

Monnie:

¿A las ocho de la noche, Yoongi?

¿Pasó algo?

D_Boy:

No pasó nada.

La misma mierda de siempre.

Estoy cansado, nada más.

Monnie:

Si estuviera a tu lado, te llenaría de besos y abrazos

D_Boy:

Y yo te daría un golpe por eso.

Monnie:

No me gusta verte desanimado.

¡Una foto, Yoongi!

Para tu casi-novio

D_Boy:

...

Monnie:

Fue muy atrevido de mi parte, ¿no es así?

No le des muchas vueltas al asunto, Yoongi.

Sé que te sigue gustando tu exnovio, ¡está bien!

Fue un chico muy importante para ti.

¡Y no quiero que te sientas mal por mí!

Sé en lo que me estoy metiendo.

Pero realmente me gustas mucho.

D_Boy:

Deja de joder.

Me estás avergonzando.

Monnie:

Te ves como la mierda.

Hermoso.

Pero como la mierda.

¿Seguro que está todo bien?

D_Boy:

Seguro, Nam.

Sabes que no soy de mentir.

Monnie:

Si algo te pasara, me lo dirías, ¿cierto?

D_Boy:

Por supuesto que sí.

Yoongi se miró al espejo, acariciando su piel marcada por los moretones que los azotes le dejaron sobre el cuerpo.

De eso pasaron tres días, y ya no dolían como antes. En un inicio, apenas podía dar un paso sin sentir como el dolor le abrasaba por dentro, con sus ojos llenándose de lágrimas por cada movimiento. Ahora, ese dolor pareció disminuir bastante, pero aun así había ciertas heridas que jamás podrían ser borradas de su alma.

Suspiró, apagando la computadora para volver a ponerse el pijama. Agradecía amargamente que, al menos, su papá fue lo bastante sensato como para no golpear en su rostro, dejándole alguna marca que de forma inevitable llamaría la atención de Jin o la profesora Suran. Si el cinturón hubiera caído en su cara, estaba seguro de que habría terminado con la mejilla hinchada y un ojo morado. Eso de seguro haría reír a sus compañeros, que todavía no olvidaban lo que pasó días atrás y las burlas sólo aumentaban y aumentaban.

No quería más preguntas por parte de Jin o la profesora. No quería más atención sobre él, no ahora que algo en su interior parecía podrirse con el paso de los días. Que algo le estaba carcomiendo tan rápido, que se asustaba a sí mismo cuando pensaba en cómo se sentiría desaparecer de allí de un día para otro.

Lo que le asustaba no era la respuesta. No, era la indiferencia con la que pensaba todo eso.

Tomó las ropas sucias, olisqueándolas y frunciendo la nariz levemente al sentir el olor de basura sobre ella. Ese día, al salir de clases, Jiho y su grupito lo agarraron de golpe, empujándolo al suelo, y tirando un cubo de basura sobre él frente a todo el colegio.

¿Alguien hizo algo?

No, incluso los conserjes soltaron risas bajas al verlo allí, cubierto de basura, humillado a más no poder. Sus profesores, los inspectores, la gente adulta que se supone que debía cuidarte, ignoraba intencionalmente todo lo que pasaba con él, desviando sus ojos, dando completa impunidad a sus compañeros para hacer lo que quisieran con él. Para destruirlo un poquito más cada día, porque Yoongi no era nada más que basura para ellos.

Lisa quiso acercarse cuando ocurrió eso, pero vio a Tae arrastrándola lejos de allí.

Yoongi no podía odiarlo, a pesar de las crueles palabras que le dijo, porque podía entenderlo de alguna triste forma. ¿Cómo odiarlo cuándo le estaban haciendo daño a su novia solamente por juntarse con él?

Yoongi los escuchó una vez: Lisa lloraba por su cabello cortado mientras Tae la abrazaba, diciéndole que no era su culpa, que ella no hizo nada malo, que la gente era una mierda. Escuchó esas palabras con claridad, sabiendo que la forma en que trataban a Lisa y Taehyung era por su culpa, por querer ser esa persona que durante mucho tiempo mantuvo escondida.

Ese día se sintió tan culpable que la hoja de afeitar cortó más profundo que nunca, y sus manos quedaron manchadas de sangre. Cada vez, parecía ir un poco más profundo, enfocándose en la sensación de dolor que sentía. Ese dolor físico era mucho mejor que el dolor emocional, porque al menos, el dolor físico lo podía controlar, estaba en sus manos, podía manejarlo.

Jin fue el único en ayudarlo, yendo a recogerlo a pesar de estar sucio por la basura. Murmuró unas maldiciones en voz baja y diciéndole que no se preocupara, que el olor se iba a ir con un lavado.

Claro, el olor se iría, pero ¿cuándo se limpiaría el dolor de su alma?

El martes ocho de marzo, un día antes de su cumpleaños, ocurrió el segundo desastre. Uno de los peores desastres que pudo haber pasado en su vida.

Ese día, extrañamente, sus compañeros parecieron dejarlo en paz. Yoongi, sin embargo, no se sintió tranquilo; por el contrario, se puso más y más inquieto a medida que las horas pasaban y apenas se oía burla alguna. Era la calma antes de la tormenta. Era ese segundo de tranquilidad en donde uno baja la guardia para tener vía libre y den el último golpe en su espalda.

Jimin le llamó a media tarde, cuando iba saliendo del colegio y pensando en ir a dormir un poco. Últimamente sus noches estaban plagadas de pesadillas, de sudor, de gritos, de llanto contenido y cortes sangrientos.

—¿Jimin?

Hubo un instante de silencio y cerró los ojos, viendo el cielo nublado. Pronto sería primavera, pero Yoongi vivía en un largo y doloroso invierno que le hundía más y más.

De pronto, lo escuchó sollozar al otro lado de la línea.

—Yo-Yoongi...

Se detuvo de golpe, sintiendo como el aire se iba de sus pulmones.

—¿Jimin? ¿Qué pasa, Jimin? —preguntó, con la voz temblando y el pánico atenazándose en su estómago, en su cuerpo.

Jimin no pudo hablar enseguida, seguía sollozando en voz baja. Jamás le escuchó ese tipo de llanto, ni siquiera cuando papá le gritaba toda esa mierda acerca de ser un verdadero hombre. Ni siquiera cuando ellos pelearon y le contó la verdad.

Era ese tipo de llanto que no augura nada bueno. Ese llanto que sólo anuncia desgracias y dolor.

—Yo... ah... ¿sa-sabes, Yoongi? Hoy... hoy me di cu-cuenta de que Jungkook me gusta mucho... —balbuceó Jimin con la voz rota—. Me... me gusta cu-cuando sonríe, cuando se... se viste como una chica y arruga la nariz y... Él me gusta tanto, Yoongi...

Yoongi siempre creyó que, cuando Jimin admitiera sus sentimientos, lo iba a felicitar y decirle que llegó el momento para hacerlo, el momento de pedirle a Jungkook una nueva oportunidad. Él estaba seguro de que los sentimientos de su hermano mayor eran correspondidos, e iba a estar allí para darle todo el apoyo del mundo, para que no sintiera esa soledad que carcomía a Yoongi a cada segundo.

Sin embargo, en ese instante, su estómago estaba apretado, mientras su garganta comenzaba a raspar, a apretarse. Apenas fue capaz de pronunciar una palabra, como si las palabras estuvieran ahogadas en su cuerpo.

—Jimin...

—Le quería decir esta noche —continuó Jimin, sin dejar el llanto—, iba... iba a preparar una cena... Se sentía ella hoy y me dijo que saldría con EunYoung y la fuera a buscar a eso de las cinco...

—ChimChim...

—¡Pero me atrasé! ¡Me atrasé por la universidad! —ahora sonaba histérico, desconsolado, como si hubiera repetido esas palabras durante horas—. Y Jungkook me... me dijo que no importaba, que podía esperar junto... junto a Eun...

—Por favor, hyung...

Otro silencio. Otro instante en que el aire pareció tensarse a su alrededor, como un hilo a punto de ser cortado. Yoongi se preparó para el golpe lo más rápido que pudo.

Pero aun así, se desarmó cuando lo escuchó.

—Atacaron a Jungkook y EunYoung. Están graves en el hospital. Lo siento mucho, Yoongi.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top