15.

Advertencias: angst, drama, temas de género.

La vida intenta golpearme, pero...

Sorprendentemente, no caeré en ella.

Porque he estado en el fin del mundo,

Porque he estado al límite de mi vida,

Porque estaba a seis pies por debajo,

Porque he estado a nueve pies de altura, perra...

~Life is a Bi..., BIBI~

La situación era extraña, pero no desagradable. Si era sincero consigo mismo, jamás habría creído que algo como eso fuera a ocurrir algún día.

Estaba anocheciendo en el exterior, sin embargo, dentro del café-bar de Heechul, se estaba calentito. Yoongi se encontraba en la barra principal, esperando un café, y a unos pasos de él, en una mesa, Jimin y Jungkook parecían estar hablando algo.

La visión no sería tan rara, considerando que ambos eran chicos. Sin embargo, ese día, Jungkook iba con una falda a pesar del frío, pero con unas gruesas medias que le protegían las piernas. Encima, llevaba un bonito suéter violeta que se veía lo suficientemente calentito, y los labios pintados de un precioso color rosado. Sobre su cabello, como si estuviera revoloteando, brillaba un broche de libélula.

Yoongi jamás pensó que vería algo así en su vida, en especial al ver a Jimin extender su mano hacia el rostro de Jungkook y quitarle un mechón de cabello de su frente, diciéndole algo. La chica se puso colorada, riéndose con torpeza, y no pudo evitar adivinar que las cosas entre ellos eran particulares y paradójicas, pero por sobre todo, quedaba fuego en ambos.

—Se ven un poco lindos —habló alguien a su lado.

Se volteó y le sonrió con timidez a EunYoung, que se sentó en el taburete a un costado suyo. Le gritó algo a Heechul –el simpático adulto de cabello largo que soltaba malos chistes–, y le devolvió la mirada.

—No lo habría imaginado posible —contestó, recibiendo el café. Tuvo la tentación de volver a la mesa con ellos, pero no quería interrumpirles ese momento íntimo. En especial, porque el novio de Jungkook no estaba allí esa noche—, es decir, Jimin...

—Lo conozco —respondió EunYoung—, no es la primera vez que viene aquí.

—¿Ah?

El chico se encogió de hombros y se inclinó contra Yoongi, como si estuviera compartiendo un secreto con él.

—Cuando salía con Jungkook, lo trajo un par de veces —explicó el mayor—, pero Jimin era... ¿cómo decirlo? Apagado. Demasiado temeroso. Es así las primeras veces —suspiró—. Te da miedo expresarte, porque te han hecho daño antes por hacerlo.

De forma inevitable, llevó su mano hacia donde debería estar el moretón en su rostro, del puñetazo que le dio su papá. De eso ya había pasado más de una semana, y al día siguiente debería volver a su casa. Yoongi todavía era carga de sus padres, al menos hasta que se fuera a la universidad, y todavía no terminaba el instituto. Las cosas no eran sencillas, y se adelantó a todo lo que pudo haber imaginado, pero ahora debía asumir las consecuencias de sus acciones.

—EunYoung hyung —llamó, y el chico lo miró—. Yo... uh... lo siento que lo pregunte, pero... pero... ¿cómo lo supiste?

—¿El qué? —EunYoung lo miró, impasible—. ¿Qué era trans?

Asintió con la cabeza enérgicamente. A pesar de todas las conversaciones, de todo ese autodescubrimiento que estaba llevando a cabo, todavía quedaban miles de preguntas en su mente. En especial, quería saberlo de otras personas, si es que alguien más quería contárselo.

—Es... complicado —contestó EunYoung, y en ese momento recibió su cerveza—, tú sabes, nosotros... nosotros usamos mucho las metáforas para poder explicarlo, para hacerles saber al resto... —soltó una risita—. Pero tú no quieres escuchar eso, ¿cierto? No quieres que yo te diga que siempre tuve un alma de hombre en un cuerpo de mujer.

—Es extraño —concedió Yoongi—, tratar de explicarlo al resto. Como que estaba encerrado en un cuerpo que no me corresponde, pero es más allá de eso.

—Pienso que... Al menos, para mí, no es algo de lo que me haya enterado. O sea, no hubo un día en el que haya dado cuenta, de forma repentina, que soy un hombre. Siempre lo fui. Desde que tengo conciencia que siempre fui un hombre, a pesar de que otros me llamaran "niña". Yo no era niña, yo era un niño. Siempre fui un chico.

Yoongi volvió a asentir al escuchar eso, porque eso era lo que quería oír, saber cómo era para otros. Es decir, él sabía que no todas las experiencias eran iguales, sin embargo, era agradable escuchar eso de alguien más, porque él se veía así. No tenía recuerdos tan sólidos de su primera infancia, sin embargo, lo que sí recordaba con claridad era el pensamiento de pensar en él como masculino, nunca como femenino. Siempre se vio como un igual a Jimin, y su mamá fue quien lo notó enseguida. Cuando ella se dio cuenta, fue que comenzaron sus esfuerzos por corregirlo.

—¿Y...? —volvió a titubear, pero EunYoung le miraba de forma alentadora—. ¿Y cómo estás seguro de no...? —su voz se apagó, incapaz de seguir hablando.

—¿De que no estoy tomando una decisión equivocada? —bebió de la botella con experto conocimiento—. Bueno, todos los días es un nuevo desafío. A pesar de que llevo años en tratamiento hormonal y esté a punto de someterme a una cirugía, eso no quita la disforia y la sensación de que, quizás, sólo estoy perdido. Así que... que... —EunYoung sonrió—. Sólo cierro mis ojos y pienso si esto me hace feliz. Y la respuesta siempre es sí. Esto me hace feliz, porque me hace ser quien soy realmente. Y mientras me haga feliz, entonces es que estoy haciendo lo correcto para mí.

—Para mí —repitió Yoongi.

EunYoung alzó la botella de cerveza como si estuviera haciendo un brindis.

—Para mí. Siempre para mí —el mayor volvió a beber—. No hay que pensar en los demás, sino en mí, por muy egoísta que suene. Si los demás me quieren, lo van a comprender —ahora le miró con algo de seriedad—. Hay que ser egoísta, Yoongi, porque es la única defensa que tendrás ante la gente que te quiera hacer daño. Cuando no lo entienden, siempre apelarán a tus sentimientos, al hacerte creer que les hieres con esto. Por eso hay que ser egoísta y pensar siempre en ti.

Escuchó esas palabras en comprensivo silencio, entendiendo cada cosa que le decía EunYoung con amabilidad. Qué difícil era, pensaba, ponerte en primer lugar cuando te criaron para siempre anteponer las necesidades de los demás por sobre las tuyas.

No pudo evitar en Hoseok, además, porque todavía no le contaba nada. ¿Cómo iba a reaccionar cuando le dijera eso? Iba a enloquecer, por decir lo mínimo, y puede que lo odiara. Yoongi no lo podía culpar si eso ocurría, pero en el fondo, rogaba que no fuera así, porque se moriría si llegara a pasar. Hoseok... Hoseok era el chico que amaba, el único chico que le llegó a gustar alguna vez. Hoseok era su alma gemela, eso lo sabía desde hace mucho.

No, Hoseok jamás lo odiaría, sólo se alejaría. Él era incapaz de odiar.

—Gracias, hyung —le dijo—, por recibirme y... y hablar conmigo.

—Para eso estamos, Yoongi —contestó EunYoung—, nadie merece atravesar estos procesos solo, y si puedo hacer algo para ayudar, feliz lo hago —volvió a sonreírle—. Cualquier otra cosa que quieras preguntarme, me puedes llamar o nos mensajeamos por el blog.

Asintió con una sonrisa de tranquilidad, repitiéndose que no iba a estar solo. No iba a estar más solo de ahora en adelante.

El viaje de regreso fue hecho en una constante sensación de tensión entre ambos, cada uno tratando de no pensar en lo que iba a ocurrir cuando llegaran. Trataron de prepararse de mil formas, pero aun así, no fue suficiente.

Yoongi sabía que todo sería difícil cuando Jimin abrió la puerta de su casa y los ojos de su papá se posaron en él.

En su rostro sin maquillaje. En su cabello corto y desordenado. En las ropas que Jimin le entregó. En ese abrigo que perteneció a su hermano. Y, a pesar de eso, supo que lo que más lo enfureció fue la presencia con la que llegó, sin una gota de arrepentimiento, declarando que él era un chico y quería ser tratado como tal.

Su papá hizo una mueca, sin moverse. Parecía estar conteniendo la ira para no lanzarse a darle unos golpes.

—Pensé que un tiempo con tu hermano haría que tu estupidez se pasara, Yoonji —gruñó su padre, sin levantarse del sofá en el que estaba.

Iba a discutirle por el nombre, sin embargo, Jimin se le adelantó. Parecía que su hermano quiso adoptar el papel de intermediario en la familia, y Yoongi se lo agradecía en el fondo. Él nunca fue bueno para controlar su boca.

—Papá, por favor, no estamos aquí para discutir —contestó Jimin, tranquilo.

Bonhwa observó a su hijo, viéndose también como si quisiera darle un golpe. Le costó todo su esfuerzo al chico no retroceder ante esa mirada que conocía tan bien.

—Oh, Jimin, no me salgas ahora con que tú también estás enfermo —dijo su mamá, apareciendo desde la puerta de la cocina—. ¿Por qué nos hacen esto? ¿Acaso esta es su forma de pagarnos por todo lo que hemos hecho por ustedes? Yoonji, por favor, ¿por qué no dejas este capricho? ¿Qué va a decir la gente de nosotros?

Yoongi negó con la cabeza, chocando sus ojos con su mamá. No pudo evitar recordar la conversación con EunYoung, la forma en que le dijo acerca de ser egoísta.

—No es Yoonji. Es Yoongi —dijo, y se reprochó por haber sonado débil, pero es que no podía evitarlo.

Esperó que fuera su mamá la que hablara, por eso mismo, se sobresaltó y retrocedió cuando su padre abrió la boca.

—¡Eres una mujer, Yoonji, no una chica! ¡Quítate esa porquería de la cabeza! —gritó su papá, poniéndose de pie—. ¡Si tengo que vestirte como corresponde, lo voy a hacer! ¡Incluso si debo llevarte con un doctor para que te quite esas mierdas de tu mente, lo haré!

Cada palabra le provocó miedo y pánico, pero también se forzó a mantenerse firme con lo que eligió. Tenía que ser fuerte, mantenerse en pie y hacerles saber que él estaba en lo correcto. Pero, por sobre todo, tratar de convencerlos de que no estaba haciendo nada malo.

—¡No es una porquería! ¡Es la verdad, soy un chico! —gritó Yoongi, apretando la correa de su mochila—. Si ustedes me dejaran...

—No lo eres, ¡¿acaso no lo ves?! —le interrumpió Hyeyin a gritos también, sin querer escucharlo—. ¡Soy tu madre, te tuve en mi vientre, te crie, así que sé que eres una chica! ¡No tienes un pene, tienes una vagina, y eso te hace una mujer!

—Por favor, basta —pidió Jimin con la voz rota, sin saber cómo actuar ante todo lo que estaba pasando en su hogar.

Yoongi no lo pudo aguantar más, sintiendo las ganas de estallar en llanto en su garganta.

—¡Pues sabes qué, mamá, si tengo que operarme para que veas que soy un chico, lo haré! —escupió Yoongi, respirando aceleradamente para no empezar a sollozar. Lo que menos quería era eso en aquel momento.

Hubo un tenso silencio en el comedor, sin que nadie dijera algo o se moviera. La quietud fue rota por su madre, que se puso a llorar sin poder controlarlo un poco.

—¿Operar? ¡Eres asquerosa! —la voz de su mamá salió histérica—. ¡¿Qué va a decir el pobre de Hoseok?! ¡¿Y su familia?! ¡Nuestra hija está enferma! ¡No te crie para ser tan repulsiva, tan desagradecida!

—Mamá, no estoy enfermo —trató de insistir Yoongi, arrepintiéndose del arrebato que tuvo.

—Enferma mental, eso eres —soltó Bonhwa con asco—. ¿Quieres ser un chico, Yoonji? ¡Pues bien, sé un jodido chico, pero entonces vas a tener que atenerte a las putas consecuencias!

Yoongi no pudo decir nada más, porque su papá se giró, saliendo del comedor y yendo directamente a su cuarto, donde cerró con un portazo.

Hyeyin soltó un sonido de lástima, limpiando sus ojos furiosamente.

—Eres una vergüenza, Yoonji, ¡una vergüenza! —y también se apuró en salir de allí.

Yoongi fingió que las palabras no le dolieron, sin embargo, era mentira. A pesar de todo, eran sus padres, eran su familia, y que la trataran de esa forma hacía que un cuchillo se enterrara mil veces en su corazón.

Jimin lo abrazó, dándole un beso en la frente, recordándole que todavía lo tenía a él, que si las cosas se descontrolaban, siempre podía marcharse a su departamento, que buscarían una solución para todo lo que estaba pasando.

Pero Yoongi no veía solución alguna, aunque no dijo nada. Porque, a fin de cuentas, sus padres seguían siendo sus tutores legales, seguía estando bajo sus cuidados, e irse de allí era imposible, al menos hasta que pudiera marcharse a la universidad. Y para eso todavía faltaban seis meses.

Lo único que podía hacer era mantenerse fuerte hasta que eso ocurriera y no permitir que lo destrozaran, por muy difícil que fuera.

¡gracias por leer!

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