Capítulo 18: Nivel 3. El Centro Comercial

Narrado por Tiffany

Desperté gritando mientras el sudor recorría mi cuerpo.

Amber entró a mi habitación preguntando por lo sucedido. Le dije que únicamente había sido una pesadilla, que todo estaba bien. Salió de la habitación dejando que me alistara para el día.

En cualquier momento me llegaría la hora de partir a mi nivel en este estúpido juego. Todavía seguía sorprendida por la traición de Lizeth y aún más, impactada por lo que Caroline había hecho.


Terminé de vestirme y arreglar el cuarto para bajar a desayunar con los demás. El ambiente estaba un poco tenso por lo que había sucedido anoche, incluso podía ver remordimiento en Caroline.

—¿Caroline? —pregunté viéndola ladear la cuchara en su plato de cereal.

—Estoy bien, solo que sigo en shock por la situación.

—Todos lo estamos —añadió Amber que estaba a un lado de ella. La rodeo con los brazos y no pudo evitar que las lágrimas cayeran.

Todos nos quedamos en un inmerso silencio.

Después de un rato, Danny se levantó en dirección a la sala y llamó nuestra atención diciendo que había un nuevo sobre en la mesa. Me dirigí en seguida porque sabía que ese sobre me pertenecía. Eran las reglas para mi prueba.

—¿Qué dice? —preguntó Caroline que ya estaba a lado mío.

—Tengo que ir al centro comercial que está abandonado en las afueras de Stewartville...

—No, no puede ser. Pensé que todas las pruebas serían dentro, no fuera.

—Iremos contigo —dijo Amber, pero le respondí que no. Sabíamos las reglas, debíamos de ir solos al lugar que nos correspondía.

—Por lo que más quieras, solo mantente en contacto. No hagas lo mismo que Danny y yo.

—Sí, no se preocupen. Estaré bien, de verdad.

—Ten mucho cuidado Tiff. Evan sabe cómo jugar con la mente de todos, no caigas ante sus jugadas —dijo Danny mientras me daba un abrazo.

—Entendido Danny.

Tomé mis cosas y me despedí de todos para iniciar el camino al punto en que se desarrollaría todo.

Estaba un poco asustada por el hecho de que sería en un centro comercial abandonado, y literalmente varado en la nada. Sin embargo, agarré las fuerzas para completar este juego. Nuestras vidas y las de nuestros padres valían mucho como para ceder ante Evan.

Tomé el bus que salía de Stewartville. Al tomar asiento junto a la ventana, saqué la lista para memorizar todo lo que debía de recoger una vez llegando al centro comercial.

Un carro de compras, una caja, un contenedor, un paquete de carne, unas llaves y una carpeta.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al leer paquete de carne. Quería dejar de pensar en que esa carne sería algo referente a nuestros padres, incluso llegué a imaginar a Lizeth.


Le pedí al chofer que me dejara varada en el camino donde se encontraba el centro comercial. Me preguntó si realmente quería bajar en ese lugar, y tuve que responderle que sí. No había vuelta atrás, ya estaba en el destino.

Bajé y vi como el bus se comenzaba a alejar del camino. El miedo comenzó a recorrer mi cuerpo, pero empecé a caminar directo a mi objetivo.

En la entrada se encontraba el carro de compras, por lo que mi optimismo creció ante lo fácil que estaba siendo esto. Crucé la entrada y las pocas luces que alumbraban los pasillos no eran suficientes.

Saqué mi teléfono y mandé un mensaje a los demás para avisarles que ya había llegado. Al enviar el mensaje, prendí la lámpara para iniciar mi travesía entre los corredores.

Me enfoqué en definir las secciones en donde encontraría los objetos de la lista. Las llaves estarían en la sección de herramientas; la carpeta en la de papelería; el contenedor en los objetos para hogares; la carne directamente en los congeladores de al fondo de los pasillos; y finalmente, la caja.

La caja...

¿Qué tipo de caja es la que debía de llevar?

No pensé tanto en ello, para emprender más rápido mi camino. Avancé rápidamente entre los pasillos hasta llegar al primero. Sobre los anaqueles ya no se encontraban muchos productos, pero encontré fácilmente las llaves que tenían una nota pegada.

"Esta llave es la entrada a las oficinas, ahí hallarás la carpeta."

Giré mi vista hacia donde estaban las oficinas y escuché un ruido proveniente a mis espaldas. Me moví rápidamente alumbrando con mi teléfono y no vi absolutamente nada. Los nervios comenzaron a aparecer, mis piernas empezaban a temblar del miedo.

Corrí hacia las oficinas, subiendo las escaleras que conectaban directamente a ellas. Con las llaves abrí la puerta y unas luces apuntaron directamente a la puerta en cuanto la cerré.

No estaba sola en este lugar.

Puse el seguro en la puerta y comencé a buscar la carpeta. En los anaqueles que estaban lo único que había eran cajas vacías, así que revisé cajón a cajón del escritorio hasta que di con una carpeta de color negra.

La saqué y la puse encima del escritorio. Alumbré con la lámpara abriéndola para revisar su contenido. Ya me temía lo que encontraría, pero aun así no pude evitar que mis ojos se cristalizaran.

—Papá...

Las fotografías lo mostraban sufriendo. Mamá estaba a un lado de él, ambos amordazados y con lágrimas en los ojos.

Sequé mis lágrimas decidida a acabar con esto de una vez por todas. Tomé una caja de las que estaban en los anaqueles en cuanto razoné que ese era el objeto en la lista. Y tenía sentido, estaba en el lugar donde la carpeta.

Abrí la puerta rápidamente y vi hacia todas las direcciones. No había ni un rastro de la persona que me había alumbrado. Bajé en seguida y tomé el carro nuevamente, colocando cada una de las cosas.

En cuestión de segundos me adentré en el pasillo de accesorios para el hogar y tomé el único contenedor que ahí se encontraba. Y en seguida, salí disparada a los refrigeradores.

Al llegar a ellos todos estaban completamente vacíos. No podía ser eso posible, ¿de dónde más sacaría la carne?

Intenté relajarme y recordé que los centros comerciales tenían congeladores. Busqué la entrada que me llevaría a él y la encontré en seguida.

Con los nervios recorriendo mi cuerpo, caminé hacia la puerta y la abrí en seguida. Ahogué mis gritos de miedo al ver que todo estaba repleto de cuerpos colgados. El olor que emanaban era realmente repugnante.

Entré dejando la puerta abierta en busca de lo que necesitaba. Pasé cerca de un cuerpo que reconocí al instante: el padre de Caroline. Dentro de su cavidad abdominal vi un plástico, la bolsa de carne.

La tomé con el miedo que atravesaba cada parte de mi cuerpo y salí del lugar a toda prisa. Con el olor aun impregnado en mis fosas nasales, terminé saliendo del centro comercial. 

¡Hola a todos! ¿Cómo se encuentran?

Me emociona y entristece al mismo tiempo decirles lo siguiente:

¡ESTAMOS A LA MITAD DE LA HISTORIA! 

Nos quedan dieciocho capítulos más, y Stewartville llegará a su fin. Y con ello, la Trilogía del Club de los Ocho estará terminada. 

Pero vamoooos, cuéntenme aquí.

¿Qué tal les ha parecido la mitad de esta historia? En verdad me gustaría que comenten aquí, con confianza. Y lectores fantasma anímense a escribir algo aquí, por favor. :D

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