¿Quién dijo que los hombres lobo son los únicos que necesitan un ancla?

No es como si Stiles esperara que Derek le devuelva el favor. Simplemente sucede. Es el cumpleaños de su madre y ha estado viendo lágrimas cayendo por la cara de su padre desde que volvieron del cementerio esa tarde. Uno pensaría que el pasar de los años deberían haber curado las heridas, que con el tiempo llegaría un año en el que no se acordaría cuando corrió a sentarse en el regazo de su madre en el sofá como si hubiera sido ayer.

Está solo cuando comienza el ataque, y luego no lo esta.

Derek está allí: Sin decir una palabra, se desliza por la ventana y camina hacia donde Stiles está parado en el medio de la habitación. Él no pregunta cómo lo supo. Ellos no hablan de eso; justo como ellos no hablan sobre las manos de Stiles sobre Derek durante las noches de luna llena, o la forma en que pasa los dedos por el pelo alborotado del hombre lobo mientras se inclina para inhalar el aroma de Stiles.

Esta vez es la mano de Derek en el costado de su cuello, el pulgar de Derek rozando la base de su mandíbula. Stiles deja que sus ojos se cierren y trata de recuperar el control de su respiración y acelerado corazón. Puede sentir a Derek como una cálida presencia cerca de él. Si bien parece que las paredes están demasiado cerca de él, Derek también lo esta.

Es la primera vez que Derek es el ancla de Stiles. Pero no la última.