Parte única.
Antes de leer: No sé la fecha de cumpleaños de mis padres, a penas y recuerdo la mía, así que mucho menos me sé la fecha de cumpleaños de muchos personajes que uso en esta historia. Las fechas fueron cambiadas para acordar con la historia y pq soy muy floja para buscar las fechas canon; es pa' que no vengan a decir tOnY StARk nO cUmPlE eN eSa fEcHa porque me vale pito. Igual esto es un universo alternativo, así que ni piensen en el canon, que el canon es horrible.
Advertencia para menciones de abuso de sustancias ilegales, drogadicción, alcoholismo, menores bebiendo/consumiendo, padres negligentes, muerte de un personaje secundario, ataques de pánico/ansiedad, depresión, menciones de abuso intrafamiliar y todo lo que hace la vida más jugosa. También hay muchas canciones por todos lados. El escrito se divide en tres partes: la primera está narrada desde el punto de vista de Bucky, la segunda desde el punto de vista de Steve y la tercera es una mezcla extraña entre ambos porque no sé narrar, ok? Ok.
Título tomado de un fragmento de la canción «Daylight» de Taylor Swift. Que disfruten esto ❤
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Empieza, como todas las historias de amor apasionantes, con la llegada del verano.
Lo cual, para sorpresa de casi todo el mundo, no es una época que llegue a desagradarle a Bucky. La humedad no es ideal, y las olas de calor son intolerables, pero lo prefiere antes del otoño, o el invierno. Cuando era niño, él y su hermana menor siempre solían visitar a su tío lejano Bastián, que vivía en alguna región lejana por allá en Rusia donde Bucky sentía cada uno de sus huesos congelarse; así que, con el paso del tiempo, su amor por las temperaturas tan bajas y los ambientes tan fríos disminuyó.
Además, la nieve, el frío y todo lo que pueda relacionarse, le recuerda a su hermana. Las peleas interminables de bolas de nieve, los muñecos de nieve, la puta canción de Frozen que se le metió en la cabeza por meses y que cantaba día y noche. Los recuerdos de Becca solo saben hundir a Bucky, así que ha aprendido a evitarlos.
Es fácil hacerlo en verano, aunque hay veces en las que también es difícil. Pero Bucky está en Chicago, lejos de Brooklyn (aunque no tanto como desearía), rodeado de gente que no conoce y no desea conocer, del olor delicioso de pizza y de bocinas de taxis y autobuses que nunca paran. Se empieza a sentir como una buena casa, aunque nunca como un hogar. Tal vez nunca sienta de nuevo que tiene un hogar.
Pero está bien, estable, no puede quejarse. Tiene un departamento decente en un edificio decente de una zona decente. No es tan caro como para necesitar un compañero de habitación que lo obligue a socializar, no es tan grande como para que Bucky sienta que se está asfixiando. Es decente. La vida de Bucky está decente, normal, más estable de lo que pensó que sería desde hace unos meses atrás, cuando se fue de Brooklyn.
Es cinco de junio. Aproximadamente 1 año y un mes desde el accidente de auto. Las heridas han cerrado, las puertas vuelven a abrirse, la vida a veces parece tener sentido.
Bucky está bien.
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Su trabajo es horrible, pero el de todos lo es. Al menos no trabaja usando un uniforme o siguiendo ridículas reglas que solo lo hacen ser tolerante a idiotas insoportables, los cuales sobran en Chicago.
De hecho, odia sus trabajos. Porque son dos. Como si ser increíblemente miserable con un sueldo no fuera ya de por sí suficiente. En las mañanas, Bucky es barista, tan cliché como suena. En las noches, es bartender, tan cliché como suena.
Las mañanas suelen ser tranquilas. Normalmente. Niños llorando porque no quieren ir al colegio, hombres vestidos de traje que dicen "lo de siempre" como si alguien le prestara tanta atención a lo que sea que piden, mujeres que están constantemente coqueteando con él o cualquier otro que esté atendiendo.
Las noches son tranquilas. Aunque eso si suele ser más inestable. Puede ser una noche muy decente, donde solo suenan canciones de Lady Gaga y las Spice Girls en repetición. Otras, donde Bucky debe correr a las personas más insufribles del mundo con las que espera nunca tropezarse en la calle, o golpear a un imbécil que se aproveche de alguna chica que estando sobria, nunca le prestaría la más mínima atención.
Sin embargo, las tardes son lo mejor. Porque solo tiene que dormir. Nada de tragos que hacer, café que servir, mujeres ebrias que proteger, niños que escuchar llorar. Solo dormir. No enfrentar las decisiones que toma, las consecuencias de sus actos, los miedos que le persiguen desde Brooklyn.
Los días de Bucky son agitados, aburridos e iguales los unos a los otros. Hasta que conoce a Steve.
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Cuando conoce a Steve, es miércoles. El sol está en lo más alto ese día, la humedad del ambiente tiene el cabello de Bucky esponjado. Carol, su compañera de trabajo, tiene una banda de color púrpura al comienzo de su cabello que retiene el calor de caer sobre sus ojos. Se ve agotada, pero aún logra sonreír para cada persona que se coloca en frente de ella y pide un café.
Carol le agrada. No hace muchas preguntas, tampoco habla demasiado. Es cero tolerante a los imbéciles, tiene bonitos ojos y a pesar de lucir como una muñeca de porcelana, Bucky está seguro de que podría darle una paliza a muchos de los que están aquí.
Ella se encarga de atender a las personas, de trabajar con la máquina registradora y anotar cada pedido o exigencia que puedan tener los clientes. Es amable con todo el mundo, serena y tiene un montón de paciencia. Bucky sabe que si estuviera en la caja, se volvería loco, o mataría a alguien. Lo mejor es que se quedé con la máquina de café. Carol dice que su café es delicioso y su jefa, Laura, no se ha quejado hasta el momento de sus habilidades.
Volviendo al tema de Steve, es que todo pasa por Carol. Porque Carol tiene años en Chicago, desde que era una niña; y aparentemente, conoce a cada jodida persona que entra en el café. Así que tiende, la mayor parte de los días, a saludar a todos por su nombre, a preguntar por temas personales que no le conciernen y a siempre compartir un poco de ella.
Gracias a todas estas conversaciones que suelen durar demasiado, Bucky sabe que Carol está saliendo con la misma chica de que tenía como diez años, que ella se llama María. Que vive cerca del centro. Que quieren mudarse al hogar natal de María y adoptar en algún punto. Bucky es bueno escuchando, sobre todo en esta cafetería que nada sorprendente suele pasar.
Cuando aparece Steve, es como la primera cosa interesante que pasa en el lugar. Si ignoran el incendio de hace tres meses, que fue bastante cool, de alguna manera.
— ¡Steve! —Escucha a Carol exclamar, y se escucha tan feliz que Bucky voltea. No porqué le importe. Logra ver a Carol brincar un poco sobre la barra para abrazar por el cuello a un fornido y alto rubio, que se ve tan sorprendido como él de la reacción de Carol, pero como si fuera una agradable sorpresa. Steve la abraza de vuelta, con delicadeza.
—Hola, Carol-
—Oh, por Dios. ¿Cuándo llegaste? Pensé que nunca te volvería a ver.
—Llegué hace solo unos días, pensé que Sam te habría dicho-
— ¡No lo hizo! Ni él ni Natasha. Voy a asesinarlos a ambos. —Carol frunce el ceño con fuerza, Steve se ríe. Tiene una bonita risa. No que Bucky esté prestando atención— Pero, bueno, como sea. ¿Qué deseas ordenar?
Es en ese momento que Steve despega la vista de Carol y lo mira, ahora, a él. Es ese momento en el que Bucky se da cuenta que ha estado mirando como una especie de acosador todo el tiempo. Quita la mirada lo más rápido que puede, aunque sabe que es en vano, porque ya ha sido descubierto.
—Bueno —Escucha a Steve decir después de un rato. Bucky puede sentir a Steve sonreír mientras habla. También puede sentir sus ojos sobre él—, ¿qué tal si me sorprendes?
—Así será. Ni te molestes en pagar, esto va por la casa. Bucky —Ahora Carol lo mira a él—, haz lo tuyo.
Bucky no la mira, pero se asegura de asentir y empezar a trabajar, para que sepa que la ha escuchado. Bucky puede oír alguna canción de Lizzo sonar de fondo, algunos niños llorar, Carol hablando cálidamente con Steve sobre Inglaterra, sobre relaciones, sobre María.
Bucky preparara un café con leche, porque este tipo se ve como los que adoran el café dulce y con leche. Coloca algo de chocolate negro en el fondo, como Laura le había dicho que creaba una especie de contraste que era delicioso. Bucky no está seguro de si es cierto, pero nadie se ha quejado.
Cuando el café está listo, Bucky escribe sobre la banda de protección el nombre de Steve, con una letra apresurada y casi imposible de entender. Cuando se da la vuelta, logra pillar justamente el momento en el que Steve se ríe de algo que Carol ha dicho. Ve arrugas acentuarse con algo de profundidad por su sonrisa, ve ojos azules —profundamente azules, increíblemente azules— hacerse pequeños.
Bucky hace una mueca con la boca y simplemente coloca el vaso de café sobre la mesa. Steve deja de reírse y, después de sonreír con cariño a Carol, le sonríe a él. Aún se ve encantado por la risa, así que puede ver como la sonrisa es más cálida de lo que seguramente debe ser.
—Gracias. —dice Steve, haciendo un movimiento con la cabeza. Como todo un caballero.
—Ajá. —dice Bucky, en respuesta, porque es mejor que no decir nada en lo absoluto.
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Steve sigue viniendo. No es como si Bucky estuviese pensando en ello. No es como si siempre que escucha la voz de Carol endulzarse un poco por la llegada de su amigo, lo haga sentirse un poquito interesado.
No es como si Steve no fuera interesante. Lo es. Todo el mundo parece saber quién es y todos parecen alegres de ver que ha vuelto —porque al parecer estuvo lejos por mucho tiempo, aparentemente—. Hasta Laura había salido de la oficina y había abrazado —con dificultad, por su gran barriga de embarazada— a Steve con alegría.
Bucky no niega que Steve sea interesante, llamativo. Pero a Bucky no le importa tanto como puede parecer. O como Carol insinúa que parece.
—Es que he visto como lo miras —dice ella, uno de esos días, como una especie de niñita insoportable y sabelo todo— y no tiene nada de malo-
—Yo no lo miro de ninguna manera.
Carol le mira con ojos entrecerrados. No dice nada más. A Bucky le agrada Carol, no suele hablar demasiado ni hacer muchas preguntas. Pero Bucky siente que tal vez esto no lo deje pasar.
–
Es jueves cuando habla con Steve. Como, dos semanas después de que Steve llega a la ciudad y todos están de pies a cabeza por él. Bucky no habla con Steve porqué desee hacerlo o algo así, si no porque Carol está con casi 50° de fiebre y Bucky debe cubrir su espacio. Laura lo ayuda y América —una adolescente que tomó este trabajo por el verano y que normalmente está en el fondo horneando o concinando, y con la que Bucky ha hablado como, dos veces— está presente en el lugar, atendiendo gente.
Pero por supuesto que cuando Steve llega, debe ser atendido por Bucky.
Estas son las cosas que Bucky ha aprendido de Steve mientras escucha atentamente a lo que él y Carol hablan —escuchar, no chismear, como Carol diría—:
1) Se fue a Inglaterra hace aproximadamente dos años o algo así porque se casó con una mujer. Penny, cree Bucky haber oído.
2) Steve, en realidad, no es completamente de Chicago. Es de Brooklyn, como Bucky. No recuerda haber escuchado por qué se marchó.
3) Steve estudió algo relacionado a la política, Bucky no está seguro. Lo que sabe es que hasta llegó a postularse como alcalde. Perdió, lo cual fue una sorpresa. Pero gracias a ello, todo el mundo aquí parece conocerlo.
4) Probablemente es virgo. Tiene aura de virgo. Si no, es su signo ascendiente. Ni idea. Becca era mejor en estas cosas de astrología que él.
5) Esto no es necesariamente algo que oyó, pero ha notado que Steve es amable. Pero, como, súper amable. Genuinamente amable. Siempre dice gracias, no habla de más, hace las preguntas correctas, probablemente ayuda a cruzar a ancianas la calle. Así de cliché suena.
Bucky sabe todas estas cosas pero, una vez más, no le importa. Es solo que normalmente no pasa nada fascinante aquí. Steve es un evento divertido de ver, a veces.
—Buenos días. —dice Steve, cuando llega al frente de la fila. Hay una sonrisa pequeña pero amable en su rostro.
—Hola. —dice Bucky, sus brazos cruzados y sus ojos mirando directamente a los de Steve— ¿Qué puedo ofrecerte hoy?
—Ehm, bueno, ¿Tal vez el café qué hiciste la primera vez qué vine aquí? Eso sería bueno.
—Ajá.
Bucky maneja la máquina registradora con más habilidad que América, así que él quedó al frente mientras ella está al lado de las máquinas para hacer café.
—Son cinco con cincuenta. ¡América! —Bucky voltea sobre su hombro, logrando ver a la adolescente. Está masticando goma de mascar con sabor a uva que Bucky huele desde donde está— Un submarino.
—Saliendo. —América mira a Steve de arriba a abajo— ¿Cómo te llamas?
—Steve.
— ¿Todo bien, Steve?
—Siempre estoy bien.
Bucky rueda los ojos y América se ríe con diversión, para después explotar una bomba de goma y empezar a hacer el café. Steve le pasa un billete de diez a Bucky, le dice que se quede con el cambio y por supuesto que Bucky se va a quedar con el cambio.
Hay un silencio normal hasta que Steve dice, con ese tono amable que Bucky lo ha oído usar: —Está haciendo mucho calor hoy, ¿No crees?
Bucky deja de mirar la caja registradora y mira a Steve, quien tiene una sonrisa pequeña que no tarda en convertirse en una mueca nerviosa cuando Bucky simplemente se le queda mirando sin decir nada.
—Eh —murmura Bucky, extrañado, su cejas frunciéndose—, sí, bueno. En la tele dijeron que sería una semana calurosa, así que...
Steve asiente con lentitud, la sonrisa volviendo a tomar fuerza.
—Siempre es caluroso esta época del año.
—Ajá.
— ¿Cómo está Carol? ¿Por qué no está aquí?
—Está enferma.
Steve asiente. Bucky deja de mirarlo para que así, tal vez, Steve se dé cuenta de que Bucky no desea continuar esta conversación.
Obviamente, no funciona.
— ¿Por qué no me pareces familiar? Conozco casi a todo el mundo por aquí, pero a ti no logro ubicarte-
—Soy nuevo. Relativamente. Me mudé aquí hace menos de un año.
—Oh.
—Sí.
—Su orden está listo, sr. Steve. —dice América, masticando su goma de mascar y sonriéndole de lado a Steve— Por cierto, ¿Es usted el Steve? ¿Steve Rogers?
—Ese soy yo. —dice Steve, una pequeña mueca tímida en sus labios.
—Cool. Es un placer conocerlo. Mi mamá votó por usted.
Steve sonríe con calidez y toda esa vibra de hombre perfecto. Bucky rueda los ojos una vez más.
–
—Steve me dijo que fuiste bastante chévere con él cuando lo atendiste. —Le dice Carol, el viernes, su voz oyéndose extraña por la congestión nasal— Y por chévere, me refiero a que dijiste mas que monosílabos.
—Ni siquiera sabe mi nombre, ¿para qué entablar una conversación con él?
—Él sabe tu nombre. Me preguntó cuál era.
— ¿Qué?
Carol le guiña un ojo. Bucky aprieta los labios con fuerza por el resto del día.
–
Normalmente, Bucky a veces puede liberarse de trabajar los fines de semana en el club. Pero a veces, hay tanta gente que la idea de que alguno de los bartenders falte es ridícula. Thor siempre termina llamándolo para que cubra horas extras en el lugar.
Al menos está tan ocupado que no tiene por qué ponerse a pensar de más. El trabajó no se lo permite. Siempre está sirviéndole a alguien algo mientras que está al pendiente de la vibra del club y si todo está bajo control.
Elektra sirve tragos a su lado y coquetea con él cada vez que tiene la oportunidad, aunque Bucky está seguro de que tiene alguien esperándola en casa. Thor a veces sale de la oficina y convive con ellos y con los clientes. Las noches son activas y fáciles de distraer.
Por supuesto que esa noche de sábado, Bucky termina cruzándose con Steve. Porque así es como la vida funciona. Por supuesto que Steve es amigo de Thor —y un amigo muy cercano porque Thor termina casi levantándolo del suelo en un fuerte abrazo— y por supuesto que Steve aparece con sus amigos.
Y entre esos amigos, está Carol, sonriendo y riéndose mientras sostiene de la mano a una mujer de tez oscura que sospecha Bucky, debe ser su novia. Carol sonríe mientras mira a Thor y Steve conversar, hasta que su vista termina sobre la barra y Carol lo mira.
Bucky levanta una de sus manos y mueve con suavidad sus dedos, saludando, una sonrisa tímida en sus labios que a penas logra asomarse. Carol sonríe con alegría y toma con fuerza la mano de su novia, para acercarla a la barra.
Carol le presenta a María, su novia desde hace ¿cuántos? ¿Nueve años? ¿¡Diez años!? Vaya, eso es una locura. María dice que ha oído hablar mucho de él. Bucky no está seguro de que eso sea verdad, pero dice lo mismo sobre ella, cosa que sí es verdad. Carol habla de su novia casi todo el tiempo, con ojos de corazón y sonrojos incluidos.
Carol le dice que lo verá el resto de la noche. Cuando ambas se marchan, Bucky desliza la mirada hacia su grupo de amigos, donde todos las están mirando y sonríen cuando las ven acercarse.
Excepto Steve. Los ojos de Steve están sobre Bucky.
–
Son las once de la noche la primera vez que Steve se acerca a la barra. Ordena unas diez cervezas, hace un comentario sobre la noche —que Bucky responde con monosílabos— y después se va.
Después vuelve casi a la una de mañana. Sonríe con demasiada alegría. Pide aún más cervezas. Le dice algo a Bucky que no logra entender. Bucky solo asiente y sonríe un poco, esperando que no sea una pregunta o algo así, aunque probablemente no, porque Steve se va sin decir nada más.
Vuelve a las dos de la mañana, y esta vez no parece dispuesto a irse, porque se sienta en frente de la barra y dice, señalando a Bucky con su dedo índice, sus cejas pobladas casi chocando la una con la otra por su ceño fruncido: —No sé por qué tengo este sentimiento de que no te agrado mucho.
Bucky lo mira fijamente. Y parpadea como una diez veces para asegurarse que no está imaginándose esto. Tan ridículo como se ve, es completamente real.
— ¿Qué? —murmura Bucky, su ceño frunciéndose.
—Bueno, o sea, no puedo evitar creerlo-
—Ni siquiera te conozco-
—Sí, pero siempre que trato de hablar contigo o algo, actúas como si... No sé, hubiese matado a tu pero o algo-
—Lamento no hacer una fiesta cada vez que me dices algo-
—Eso no es lo que quiero decir-
— ¿Qué vas a querer? —dice Bucky, en un tono seco y frío, matando la conversación. Ese que usaba cuando los imbéciles amigos de Becca querían molestarla. El mismo tono que usó cuando habló con su madre por última vez.
Steve le mira con cuidado, después deja salir un suspiro profundo. Le dice a Bucky que quien una botella de vodka —hace un comentario de que una de sus amigas es rusa y el vodka le corre por la sangre que Bucky ignora— y después se va sin decir nada más.
Elektra le mira de soslayo. Bucky cuenta hasta diez antes de atender otro cliente.
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América le mira con detenimiento el lunes, de arriba abajo. Bucky la ignora lo más que puede.
— ¿Por qué esa cara? Te ves más amargado que... Bueno, siempre.
—No es tu problema.
—O sea, lo sé, es solo que somos compañeros y me afecta verte así. ¿Todo bien?
Bucky mira a América. Es temprano, hay ponquesitos y tortas en la cocina que esperan ser decorados. Pero América está afuera de la cocina, viéndolo con grandes ojos cafés que sinceramente, se ven llenos de preocupación. Bucky por al menos unos segundos, se imagina que es Becca quien está frente a él. Tenía la misma edad que América cuando murió.
—Todo bien. —dice Bucky, aunque sea mentira. Aunque no todo esté bien.
América le medio sonríe, tal vez dándose cuenta de que no obtendrá más de su parte y asiente con lentitud.
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A lo largo del día, América le pasa un ponquesito cubierto de chocolate blanco y algunas chispitas de colores. Escrito con crema pastelera, dice "q estés mejor".
Bucky sonríe por primera vez en el día.
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Steve aparece en el cafetal el miércoles. Con grandes ojos azules que se ven apenados y tímidos. Bucky puede sentir la mirada de Carol sobre él en el momento en que Steve llega y sinceramente, Bucky no tiene tiempo para esto.
—Bucky... —dice Steve, y su voz se oye como una especie de lamento. Bucky rueda los ojos con tanta fuerza que casi le duele la cabeza después— En serio, yo-
—Ahorrátelo.
Bucky se da vuelta, coloca el café encima de la mesa del cafetal y ve como Steve le mira con los más grades ojos azules que Bucky ha visto en su vida y que suplican que lo escuche. Bucky no cae. Solamente lo mira una última vez antes de darse la vuelta e ignorarlo por completo.
Carol le mira feo por el resto del día.
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Está terminando junio cuando su madre llama al apartamento. Bucky no escucha el teléfono porque Post Malone está sonando con demasiada fuerza por el lugar mientras Bucky trata de limpiar una gran mancha de aceite en la cocina.
« Hey, es mamá. ¡Hola! Ehm... ¿Cómo estás? Espero que estés bien. Walter me ayudó a conseguir este número y en serio no quiero molestar solo... Saber cómo estás. Te extraño. En serio lo hago. En serio espero que estés bien, mejor al menos, que estés comiendo sano, y ya no estés bebiendo como antes y que hayas dejado de fumar y que tal vez algún día puedas responderme las llamadas y- Sí. Bueno, eso. Te amo. Te extraño. Por favor, llama de vuelta. Hazme saber que estás a salvo. »
Bucky no llama de vuelta.
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Para registrar, Bucky no ha bebido ni una gota de alcohol desde que se mudó a Chicago. No ha dejado de fumar, pero bueno, al menos no es tan seguido como antes.
Bucky ya no es una especie de alcohólico con problemas que su mamá hace a todo el mundo creer que es. Tampoco es un desastre lleno de ataques de pánico o con depresión o alguna especie de caso de caridad que todo el mundo debe tener en la mira. Bucky está bien, no lo estuvo por muchos meses, por mucho tiempo, pero ya lo está.
Bucky está bien.
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El asunto con Steve solo vuelve a ser relevante en agosto. Y vuelve a comenzar donde acabó, en el club.
Esta noche Elektra no está. Bucky a penas y conoce al chico de piel oscura que sirve tragos junto con él, pero está completamente seguro de que a penas y tiene edad para trabajar aquí. Cuando la noche comienza a ponerse aún más pesada, una chica de cabello gris y mechones rosados brinca sobre la barra, se presenta como Melissa y dice que nueva. Bucky le da la mano y el otro chico —que se llama Miles, Bucky descubre cuando se presenta— le da un escandaloso beso en la mejilla antes de volver a trabajar.
Bucky puede ver a Steve llegar como a las once de la noche, con sus amigos de la otra vez. Puede ver a Carol y todo, pero no tarde en esconderse porque no hay manera de que también tenga que aguantar los grandes ojos azules de Steve mirándole con pena hasta aquí. Ya es suficiente todas las mañanas.
–
Bucky descubre que es el cumpleaños de uno de sus amigos, o así dice Thor, porque hasta él sale a parrandear con ellos un rato. Bucky sospecha que el cumpleañero es aquel hombre de cabello negro, que usa un traje que es ridículamente caro y que usa gafas de sol en un club. No sabe como se llama, pero el tipo actúa como si Bucky debiera saber quien es.
Son casi la una de la mañana cuando Melissa echa uno de sus cabellos grises detrás de su hombro y le mira, ojos pequeños pero brillantes sobre él: — ¿Algún motivo por el cuál Steve Rogers no deja de mirarte?
Lo cual es frustrante, por obvias razones.
— ¿Cómo conoces a Steve Rogers?
—Todos conocen a Steve Rogers. —Melissa rueda los ojos, como si Bucky fuese medio estúpido. Y bueno, Bucky probablemente se merece eso— Pero, anda, suelta la sopa...
—No tengo idea. —dice Bucky, mientras sirve vodka en un vaso, a penas oyendo algo porque Starboy de The Weeknd suena a todo volumen por el lugar y todo el mundo está cantando— A penas y lo conozco, no sé cual es su problema.
—Steve Rogers es como, super guapo y todos aquí estamos enamorados de él, así que tienes suerte.
— ¿Cómo qué tengo suerte?
—Si Steve Rogers te mira toda la noche sin razón aparente como un jodido halcón es porque probablemente, le gustas.
—Fuera de aquí, Melissa.
—No, no, lo digo en serio, Bucky. Si a mí Steve Rogers me viera así, ya hubiese hecho lo imposible por tener a sus hijos.
Bucky rueda los ojos. Melissa le sigue dando pruebas de que Steve gusta de él. Bucky voltea a ver a la mesa de Steve y lo encuentra mirándole, para después quitar los ojos de él como una especie de adolescente.
–
Son las dos de la mañana cuando Steve se acerca a la barra.
No hay tanta gente como antes. Miles está compartiendo un vaso lleno hasta arriba de ginebra con Melissa y Bucky está comiendo nachos con queso que Foggy les regaló para que recibieran la madrugada con buen pie.
Steve se acerca y tiene una camisa negra y una chaqueta de jean que combina con sus ojos. Está sonando LA Girls de Charlie Puth en el club y Bucky puede escuchar a un grupo de chicas cantando con toda la fuerza que pueden en el lugar.
—Hey. —dice Steve, tratando de sonar relajado y tranquilo, aunque Bucky puede ver sus manos moverse con ansiedad sobre la mesa.
—Hey. —saluda de vuelta Bucky, tratando de ignorar la mirada de Melissa completamente fija en él— ¿Qué deseas tomar?
—Natasha quiere vodka. Natasha siempre quiere vodka. Así que una botella de... Lo que sea, en realidad. Ella no dijo cuál debería llevarle. Y dos cervezas.
—Saliendo.
Bucky toma una gran porción de nachos con queso que se lleva a la boca antes de darse la vuelta y buscar una botella de vodka. Elige Smirnoff, porque todo el mundo en este bar pide Smirnoff todo el puto tiempo así que debe ser bueno. Coloca la botella sobre una bandeja, dos botellas de cerveza al lado y se da vuelta para colocarla en frente de Steve.
Todo esto es gratis, probablemente. Lo fue la última vez. Thor adora a Steve, algo que Bucky ha descubierto los últimos meses, y adora a sus amigos. Así que probablemente podrían beberse todo el lugar y Thor estaría feliz con ello si significa hacer a sus amigos felices.
Steve lo mira y Bucky lo mira a él. Y Bucky literalmente puede ver como viene otra vez ese gran discurso lleno de disculpas que ha estado evitando desde hace semanas.
—En serio lamento lo que pasó. —dice Steve, rápido, como no dejando tiempo de que Bucky le interrumpa— Lamento haber sonado como un imbécil, no era mi intención sonar como un imbécil. En serio.
—Está bien. Ya no estoy molesto por eso. —dice Bucky, y hasta sonríe un poco al hablar, como para dejar en claro que todo está bien.
—Okey.
—Okey.
Pero Steve no se va. Y después de un largo momento de silencio, donde alguna canción de Dua Lipa empieza a sonar por todo el lugar y aquellas chicas que cantaban ahora están fuera de control, Steve vuelve a hablar.
—Pero, en serio, ¿Acaso te desagrado?
—Oh, por Dios-
—Porque Tony dice que puedo ser un poco desagradable a veces-
—Lo eres-
— ¿Entonces sí te caigo mal?
—Yo no dije eso. —dice Bucky, con rapidez, y los ojos de Steve parecen brillar bajo las luces de colores— No me caes mal, como dije antes, ni siquiera te conozco.
—Eso no explica por qué siempre me miras como si estuvieras a 0.5 segundos de matarme.
—Eso... Eso no es personal. No eres tú. —dice Bucky, confundiéndose con las palabras, completamente inseguro de cómo abordar este tema— Literalmente miro de esa manera a todo el mundo.
—Carol dijo eso.
—Carol es muy inteligente. Deberías empezar a escucharla.
Steve se ríe. Es una risa pequeña pero genuina y Bucky se encuentra a sí mismo sonriendo por ella. Después de acabar de reír, Steve le mira con una pequeña sonrisa, mejillas sonrojadas.
— ¿Qué dirías si te invito un trago? —dice Steve, de la nada, lo suficientemente fuerte como para que Melissa escuche donde quiera que esté y casi se ahogue.
—Pues te diría que no porque no bebo. —dice Bucky, como temblando. Y esa oración está mal en todo los sentidos, porque hace como un año, Bucky bebía todo lo que pudiese considerarse alcohol. Y porqué eso de porque no bebo es como una grieta, un pequeño espacio, una oportunidad. Un tal vez.
— ¿Y un refresco? ¿Cerveza de raíz? Vamos, debes tomar algo de eso.
Steve hasta se afinca de la barra y todo, hasta hace un puchero con los labios. Sus ojos no dejan de mirar a Bucky. Bucky muerde su labio inferior con tanta fuerza que casi lo rompe.
—Me gusta la cerveza de raíz. —dice Bucky, finalmente, y puede ver, fascinado, como los ojos de Steve brillan una vez más.
Bucky cree que es por la luz. Igualmente su corazón late con fuerza. Y Melissa es un perra por al menos una hora sobre como Steve Rogers está de pies a cabeza por él mientras Miles está completamente borracho y se ríe con fuerza.
–
América le mira gracioso el lunes. Hay unos lindos hoyuelos marcándose en sus mejillas mientras lo mira y prepara sus donas rellenas. América tendrá como, diez y siete años y es probablemente la mejor pastelera que Bucky ha conocido en su vida. Ojalá sus padres la apoyen para dedicarse a ello, Bucky sabe lo que ver a alguien con tanto talento desperdiciar su vida por los sueños de alguien más.
— ¿Por qué me ves así? —pregunta Bucky, finalmente, mirando a América con seriedad, para después verla reírse en su cara.
—Te ves contento. —dice ella, sonriendo como un tiburón. El cabello rizado le cae gracioso sobre el rostro— Hasta llegaste a tiempo. Ni siquiera te has quejado de que llevamos toda la mañana escuchando Taylor Swift.
Bucky ni siquiera se había dado cuenta de que era Taylor Swift quien estaba cantando. A Bucky no es que no le guste Taylor Swift, tiene buenas canciones, es solo que no es su tipo. A América le encanta, literalmente la está escuchando todo el tiempo.
— ¿Acaso no puedo estar de buen humor? —responde Bucky, a la defensiva, porque está a la defensiva todo el tiempo.
—Sí, obvio que sí. Por mí, deberías estar siempre de buen humor. Solo digo que no te veo de buen humor desde... Nunca.
—Pues no es como si hemos hablado mucho desde que trabajas aquí.
—Eso es porque siempre estás de mal humor y me das algo de miedo.
Ahora Bucky la mira gracioso a ella: — ¿Te doy miedo?
—Un poquito. —América se ríe— Pero hoy no. Hoy te ves... Agradable. Feliz, si me pongo un poco más creativa.
Bucky la mira por última vez antes de robarse una de sus donas rellenas y salir de la cocina. Puede oír a América quejarse, al mismo tiempo que Taylor Swift canta por los altavoces del local.
And I'd never let you (Go!) 'cause I know this is a (Figth!) that someday we're gonna (Win!)
–
La hora del almuerzo de Bucky es al mediodía, cuando todo el mundo está trabajando y normalmente, el lugar no está lleno. Solamente hay universitarios, algunos empresarios, chicas que hablan sin parar sobre su vida mientras toman mimosas y té helado. No hay muchas personas.
Carol y Bucky aprovechan la hora del almuerzo para robarse panes rellenos, pastelitos y todo lo que puedan de la cocina, aunque Laura siempre dice que lo descontará de su salario, nunca lo hace, así que suele ser su almuerzo.
Mientras Bucky y Carol se sientan en una de las mesas, América sale de su escondite en la cocina y cubre la entrada del café. Sus uñas tamborileando contra la madera, siguiendo el ritmo de la canción que suena, Swift cantando trynna find a part of me that you didn't touch, gave up on me like I was a bad drug por todo el lugar.
—Así que... —murmura Bucky, llamando la atención de Carol, quien le mira por encima de su taza de porcelana con té de manzanilla.
—Así que... —imita ella, mirándole con sus ojos cafés, donde destaca algo de verde.
—Steve no vino hoy.
Carol le mira confundida, y después le sonríe como una niñita. Toma una de las galletas en forma de corazon que América hizo esta mañana y se la lleva a la boca, masticando lentamente antes de responderle a Bucky un: —Ah, cierto.
Bucky espera algo más. No está seguro de que espera. Pero Carol no se lo da del todo.
— ¿No sabes por qué no? —pregunta Bucky, bajito, como si se estuviera dando cuenta de que esto es ridículo y que definitivamente no debería estar preguntando.
—Oh, creo que mencionó que su ex esposa venía de visita en la mañana-
—Penny.
—Peggy. —Le corrige Carol, sonriendo. Oh, bueno, estuvo cerca.— Has estado escuchando, ¿Eh?
—Soy bueno escuchando.
Carol sonríe como la sabelo todo que es, pero es una sonrisa dulce, casi maternal. Bucky no recibe una sonrisa así desde hace años.
—Bueno, ¿Sabes? Probablemente venga más tarde.
–
Steve, en efecto, llega más tarde. Pero, verdaderamente tarde, cuando el turno de Bucky y Carol está terminando.
América es la única que trabaja tiempo completo, pero es solo porque prefiere estar aquí que en casa sin hacer nada. Bucky usa las tardes para descansar antes de ir al club. Carol estudia en las noches y aprovecha las tardes para tareas y estudiar. Bucky ve como llegan los que cubren el turno de la tarde. Sabe que uno de ellos es un rubio que se llama Flash y es un imbécil que América no soporta. Y que el otro lleva unas gafas circulares rojas y se llama Scott y bueno, a Bucky él le parece un imbécil pero América no parece tener problemas con él.
Cuando Carol está a punto de salir por la puerta, Bucky puede ver a Steve pasar. Y Steve no se ve necesariamente como todos los días. Se ve cansado, hasta agotado, pero aún así abraza a Carol de vuelta cuando ella lo saluda.
—Hola, tú. —dice ella, besando su mejilla escandalosamente— Te ves cansado, ¿Quieres un poco de jugo?
Steve asiente y pasa al lugar después de separarse de Carol. Le sonríe a Bucky con pequeñez, pero es una sonrisa lo suficientemente honesta como para que Bucky sonría de vuelta.
—Hola. —dice Steve, y su voz se escucha cansada y algo apagada, pero aún así Bucky puede sentir la calidez en ella.
—Hey. —responde Bucky, tratando de no sonar muy entusiasmado de ver a Steve aquí. No lo está. Obvio que no.
Steve se acerca a donde está América, la cual le sonríe y después le extiende un vaso con jugo de fresa. Bucky se devuelve solo porque Carol lo hace, y se queda en el lugar esperando, desperdiciando tiempo para poder dormir. Lo hace solo por Carol, porque siempre se van caminando juntos y sería ridículo no esperar por ella.
Solo lo hace por Carol. Por supuesto.
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Estar más tiempo en el cafetal significa robarse más donas rellenas de América —la cual le dice a Bucky que debe pagarlas, pero por supuesto que no lo va a hacer— mientras escucha a Steve hablar sobre como hace demasiado calor en Chicago, sobre como su ex esposa es genial y debería serlo menos para hacer el divorcio más fácil y de como este jugo de fresa es el mejor que ha tomado en su vida.
Es una buena tarde, vale la pena quedarse dormido en el club en más de una ocasión mientras atiende a los clientes.
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Bucky es un gran mentiroso.
Un mentiroso estrella, de hecho. Solía mentirle a sus padres todo el tiempo, a los maestros, a sus amigos. Solía mentir para sacar a Becca de problemas, para sacarse a sí mismo de problemas, para evitarle a su mamá problemas.
Miente porque la verdad es demasiado dolorosa. Lo fue para su madre, viendo como su primer hijo se fue a la mierda por las adicciones y los sueños que nunca logró cumplir. Lo fue para él mismo, cuando se encontró a sí mismo Brooklyn completamente desesperado y sin un centavo, oliendo a Malboro y llorando por su hermana muerta en todo las esquinas. Becca fue tal vez la única persona que nunca logró engañar, la única que amó la verdad, sin importar que tan aterradora y decepcionante fuera.
Bucky es un buen mentiroso, es increíble mintiéndose a sí mismo. Diciéndose que está bien, que está justo donde debe estar, que no extraña a su mamá, que no extraña a Becca y que piensa en ella cada segundo de cada día.
Es bueno mintiéndose a sí mismo con respecto a Steve. Diciéndose que no le agrada en lo absoluto, que no le aparece atractivo, que sus ojos azules son tan profundos que a veces Bucky se quisiera ahogar en ellos.
Bucky es un buen mentiroso, pero está perdiendo la práctica estos últimos meses. No puede esconderse de la verdad toda la vida.
–
Es a finales de agosto, cuando Steve, después de un montón de cafés en la mañana e infinitas conversaciones sobre el clima, decide preguntarle a Bucky si quiere salir algún día.
En realidad, la manera en la que lo hace es casi tonta, nerviosa. Le pregunta en la hora del almuerzo, cuando Carol se ha ido a la cocina a buscar más té helado porque el calor la está volviendo loca.
—Así que... Estaba pensando.
Bucky lo mira y puede ver lo nervioso que está, manos moviéndose sobre la mesa con nerviosismo mientras Bucky toma de las galletas sobre la mesa.
— ¿Qué pensabas?
—Bueno, hay un lugar aquí cerca donde venden pizza. Y... Es muy bonito, así que... No sé, quería invitarte-
— ¿Cómo en una cita?
— ¡Sí! Bueno, no. O sea, no hay que etiquetarlo. Puede ser una cita o no, dependiendo de como te sientas.
—Que no sea una cita, entonces.
—Oh. —Steve asiente, como un niño, y quita la mirada de Bucky— Bueno-
—No te dije que no. Solo dije que no tenemos que llamarlo una cita. Puede simplemente ser una salida y ya.
—Vale. —sonríe Steve, ampliamente y Bucky cree que sus dientes hasta brillan como en los comerciales de Colgate.
—Vale. —dice Bucky, y trata de no sonreír como un tonto, pero termina fallando.
–
América le dice que es un estúpido y que obviamente es una cita. Carol se ríe de él y le da otra de esas sonrisas maternales.
–
Cuando llega el domingo, Bucky trata de mantener la calma. Travis Scott está cantando desde el reproductor, hay camisas por todas partes y Bucky hasta tiene un ataque de pánico que logra controlar como un campeón. Hay un mensaje sin oír en la contestadora que probablemente debe ser de su madre, con el cual Bucky no quiere lidiar justo ahora.
JuiceWRDL está cantando you were make out of plastic, fake para cuando Bucky está listo. Lleva una camisa azul oscura que espera no le de demasiado calor el resto del día, pantalones oscuros y unos zapatos deportivos que espera no terminen de romperse en el camino.
Por supuesto que Steve va a recogerlo a su apartamento, en el auto más lindo que Bucky ha visto en su vida, como si el sujeto no fuese lo suficientemente cliché de por sí.
–
La última vez que Bucky salió con alguien o estuvo con alguien, fue probablemente hace más de dos años. Cuando Becca aún estaba viva, revoloteando con alegría alrededor de él y cantando siempre las mismas canciones en murmullos. Él se llamaba Brock, era mayor que él y a Becca no le agradaba y a su madre mucho menos, pero fue el que le tendió la mano cuando decidió dejar su casa la primera vez; además, cualquier excusa para hacer enojar a su madre era bastante buena.
Brock era apasionado, salvaje y explosivo, por no decir violento, peligroso y tóxico. Becca odiaba ir a donde Bucky vivía y ver como Brock era un imbécil con él todo el tiempo sin motivo aparente, solamente porque Bucky estaba donde estaba gracias a él, como si eso le diera algún derecho para hacerle daño. Pero Bucky seguía a su lado, porque él era la única familia después de que dejara su casa y Becca tuviera que empezar a verlo escondidas para ahorrarse un problema con su madre y su padrastro.
Después Becca murió, Bucky empeoró emocionalmente y Brock supo como romperlo hasta que Bucky no tuvo más opción que escapar de Brooklyn, de adicciones, de problemas, de una familia rota.
Y luego llega Steve.
• • • • •
Cuando su padre murió, la madre de Steve estaba tan devastada que ni siquiera podía mirar la ciudad sin pensar en su esposo y ponerse a llorar. Cuando su madre tomó la decisión de mudarse y dejar todo atrás, Steve no tuvo mas que seguirle a donde fuera que ella deseara llegar.
Steve llegó a Chicago a los diez años. Su mamá trabajó como maestra durante años, nunca volvió a casarse y aprendió a vivir la vida sin su esposo. Su mamá siempre fue dura con él, exigente, siempre deseosa de que Steve fuese el mejor en absolutamente todo lo que deseara. A Steve le gusta pensar que no logró decepcionarla.
Steve creció y dejó atrás una infancia enfermiza y le dió la bienvenida a la pubertad, que al menos logró que ganara peso y dejara de enfermarse cuando bajaba un poco la temperatura. Quería dedicarse a ser artista, su mamá le dijo que debía buscar algo más estable para trabajar, así que se dedicó a la política. Su madre tampoco estuvo muy feliz por esa decisión, pero al menos dejó de lanzarle indirectas en las cenas familiares.
Conoce a Peggy en el segundo semestre y queda totalmente loco por ella y su acento. Ella es divertida, inteligente y más capaz de lo que nunca Steve podría ser. Es increíble que ella haya estado con él, porque definitivamente que está fuera de su nivel. Steve está nervioso cada segundo que está con ella y ella solamente se ríe y lo hace sentirse enamorado. Peggy acepta ser su novia en el tercer semestre de la universidad. Su mamá la aprueba al instante.
Se casan solo a los meses de graduarse, justo cuando Steve está empezando su campaña para alcalde. Ella lo ayuda a hacer pancartas, a escribir discursos y enseña con orgullo la sortija en su dedo mientras toma su mano. La boda es grande, tan grande como la campaña. Los dos eventos resultan en un fracaso.
Steve pierde por unos cuantos votos contra Alexander Pierce y debe tragarse la incertidumbre al conocer los resultados. Steve está deprimido por ello por un tiempo, después se muda a Inglaterra. Su madre besa con demasiada fuerza su mejilla cuando se despide de él en el aeropuerto.
Todo va bien, por muchos meses. Peggy es genial, la mujer más maravillosa del mundo, el amor de su vida, su compañera. Todo va bien hasta que ya no es así. Hasta que Steve quiere tener hijos y Peggy no está tan segura de ello. Hasta que Peggy empieza a darle excusas y Steve empieza a obligarla a hacer cosas que ella no quiere. Hasta que ella le miente y Steve es cruel. Hasta que Peggy decide que es mejor que se den un tiempo.
El tiempo dura unos tres meses, hasta que ella decide que deben colocarle punto final a todo. Steve lucha contra la corriente por unos meses, pero Peggy no quiere estar más con él. Así que se traga el nudo en su garganta y firma los papeles de divorcio, para después, completamente solo, volver a Chicago.
El lugar no parece tan diferente, pero a la vez, el aire es diferente. La gente en la calle lo reconoce y lo saluda, le dicen que votaron por él, que es una lástima que no haya ganado.
Sus amigos se vuelven locos cuando él vuelve. Thor lo abraza con tanta fuerza que le duele el cuerpo después, Tony desocupa una semana entera en su agenda para poder pasar tiempo con él, Bruce se ve genuinamente feliz de verlo otra vez, Natasha y Sam están pegados a él casi todo el tiempo, Clint y su esposa, Laura, lo invitan a todas las cenas familiares. Es lindo estar de vuelta, incluso cuando el motivo por el cual volvió es desagradable.
Conoce a Bucky solo unos días después de haber vuelto. Capta unos ojos azules demasiado claros para ser reales mirarle con curiosidad en un cafetal que eternamente huele a dulces y crema pastelera.
Steve sigue yendo, constantemente, por meses.
–
Bucky es, tan increíblemente callado y reservado con él que Steve empieza pensar que tal vez, el problema es él.
—No, no. No te lo tomes personal. —le dice Carol, en el club, riéndose con diversión ante el pequeño escándalo que Steve está haciendo por su compañero de trabajo.— Él es así, es un poco duro y demás, pero es un buen chico. Tarda un tiempo en entrar en calor. En los días buenos, hasta parece que le agrado.
Pero por supuesto que, en vez de hacerle caso a Carol y llevar las cosas en calma, Steve se apresura y presiona demasiado fuerte estando borracho y Bucky ni siquiera es capaz de mirarlo por meses.
—Bueno, ¿Qué esperabas? —le dice Tony, cuando Steve le cuenta sobre la situación en uno de los días donde está metido en su apartamento, revisando por qué la nevera de Steve hace tanto ruido sin que Steve le hubiese pedido el favor— Puedes ser... Bastante desagradable a veces. O sea, te quiero y todo eso, pero no significa que me agrades o así-
Steve hace un chiste de regreso para que Tony no se dé cuenta de como el comentario le ha afectado. Tony es un imbécil, el más grande de los imbéciles, Steve no vuelve a cometer el error de hablarle sobre Bucky otra vez.
O al menos no lo hace, hasta que llega el cumpleaños de Tony y Steve no puede dejar de ver a Bucky en la barra.
— ¿Es él? —pregunta Tony, de la nada, pegando sus labios en la oreja de Steve y hablando con tanta fuerza que a Steve casi le da un infarto.— Se ve... Muy serio.
—Tony-
—No sé por qué te gustan así, tan... Estoicos. Peggy también es así, tan... Aburrida.
—Peggy no es aburrida.
—No, obvio, pero parece aburrida. Parece que juega monopolio todos los domingos y que teje y cosas así. —Steve le da una de sus miradas y Tony se mantiene callado por el asombroso tiempo de tres minutos— Deberías ir a hablarle.
—No.
— ¡No seas ridículo! Has pasado toda la noche mirándolo con ojitos de perrito, por favor, eres patético. Ve allá y saluda, di hola, invítale un trago. Ese sujeto tiene cara de que puede patearte el trasero, será divertido-
Steve odia que Tony tengan razón. Que los serios, los imperturbables, que están completamente centrados en sus asuntos y que se ven como si pudieran darle una paliza son su tipo. Peggy es así. Bucky va por el mismo camino.
Steve se acerca y aunque su invitación a un trago es declinada, Bucky acepta una cerveza de raíz y comparte algo de sus nachos con queso con él. Steve hasta lo ve sonreír. Es una buena noche. Steve le agradece a Tony haberle dado el valor de ir a hablar con él, Tony es un fanfarrón al respecto por el resto de la noche.
–
Cuando Bucky le dice que sí a la idea de salir con él, Steve tiene que pellizcarse para comprobar que esto no es un sueño, que en serio está pasando. Sam chilla con emoción cuando Steve le dice, Natasha le sonríe con orgullo.
Por supuesto que Natasha lo ayuda a elegir que usar, por supuesto que Sam le recomienda como mil lugares para ir a comer. Steve les hace caso a ambos en todo lo que dicen. Steve recoge a Bucky en su auto y él se ve poco impresionado.
–
La cena es agradable. Más agradable de lo que Steve esperaba que fuese. Steve no lleva a Bucky a algún lugar asquerosamente caro y lleno de rostros aristocráticos. Es una pizzería, Sam dice que es buena. Resulta ser muy buena. Bucky come más que él y Steve toma tantas cervezas artesanales que casi ve estrellas.
— ¿Estuviste casado, no? —pregunta Bucky, y Steve se ve sorprendido de que le pregunte eso. Pero se ve verdaderamente interesado en lo que Steve tiene que decir.
—Sí, por casi dos años. Salimos unos cuatro años antes de ello.
— ¿Por qué se divorciaron?
—Ella no quería hijos, yo sí. En realidad, no estoy muy seguro si ese fue el motivo, pero desató todo lo que vino después...
Bucky le mira con cuidado.
—Lo siento. —dice Bucky, despacio, como si no supiera si es la cosa correcta para decir.
—Está bien. Ya estoy bien con eso. —No lo está, no del todo, pero está en el proceso de asumirlo— Carol dijo que no eres de aquí, ¿De dónde eres?
—Brooklyn.
— ¿En serio? ¡Yo igual!
—Lo sé. —Steve se permite a sí mismo estar sorprendido de que Bucky sepa eso. Él parece darse cuenta de lo que acaba de decir y se sonroja y mira a otro lado, fingiendo estar desinteresado. Steve sonríe con pequeñez.— O sea, tal vez te oí hablando de eso con Carol.
—Okey. —asiente Steve, su sonrisa creciendo al ver a Bucky sonrojarse aún más— ¿Por qué te fuiste?
Bucky tarda demasiado en responder, como si estuviera pensando demasiado en cómo responder.
—No había nada más para mí allá. —dice, y Steve puede sentir que hay más detrás de esas palabras. Pero no insiste; ya ha tratado eso de ser insistente con Bucky y no ha funcionado. Steve debe aprender a dejar las cosas fluir.— ¿Y tú?
—Mi papá murió. Mamá quiso alejarse de todo lo que le recordara a él después de que pasó. Casi se deshace de mí y todo. —bromea Steve, porque no quiere que esto se torne triste, no quiere alguna mirada apenado por una figura paterna de la cual Steve no recuerda casi nada.
—Que pena, lo lamento.
—No, no. Está bien. Estuvo bien que todo pasara... Creo. Terminé aquí, así que no todo es tan malo.
Los ojos de Bucky, tan increíblemente claros y cristalinos, brillan por un momento. Hay una sonrisa pequeña que empieza a aparecer en su rostro. Steve se está volviendo adicto a estas sonrisas.
—Así es. —dice Bucky, en un murmullo, sonriendo. Steve le sonríe de vuelta.
–
Steve espera que Bucky lo invite a pasar, tal vez un beso de despedida. Nada de eso pasa. Bucky sí se acerca y besa con cuidado su mejilla, para después alejarse hacia su edificio.
Natasha le recrimina que debió besarlo. Cuando le cuenta a Tony, él también le recrimina. Sam se ve más relajado que ellos.
—Cuando tenga que ser, será. —Le dice, sonriendo. Steve asiente con lentitud hacia él.
–
La chica de la cafetería, América, lo mira con curiosidad por al menos una semana entera. Sus miradas suelen bailar entre él y Bucky, el cual parece no importarle mucho y actúa con total normalidad. Steve está empezando a perder la tranquilidad.
Pero América no parece estar loca, mucho menos estar enojada con Steve. Se ve más como un gatito curioso que mira con cuidado la interacción entre ambos. Es casi adorable ver lo solidaria y amable que suele ser con Bucky.
Ella le dice, un día que está en la caja y acaba de colocar el efectivo en la caja y hay una canción de Lana del Rey sonando por el lugar: —Él se ve más feliz desde que estás por aquí.
Steve le mira extraño por un momento, a lo que ella rueda los ojos.
—Bucky. —murmura ella, porque Bucky está como a dos metros lejos de ellos y Steve ha descubierto que es muy bueno escuchando— Así que... Sigue así.
Ella lo dice como si fuese nada, como si fuese lo más sencillo del mundo. Hay días en los que estar con Bucky no es sencillo, en lo absoluto. Pero América le mira con cariño, algo de aprecio, y Steve asiente con lentitud hacia ella, una sonrisa empezando a aparecer en sus labios.
–
Lentamente, Bucky deja a Steve pasar más tiempo a su lado. Y cuando finalmente esa barrera empieza a caer, Steve descubre muchas cosas de él.
1) Es desconfiado. No confía en Steve en lo más mínimo. Al principio, Steve se siente un poco ofendido por ello, pero luego descubre que no es solo él. Bucky desconfía de todo el mundo. Él mismo revisa la cafetería al llegar para asegurarse que todo está bien, él limpia el lugar, está constantemente revisando la contabilidad del lugar para vigilar que todo esté bien, él recibe las cajas de licor una por una que llegan al club. Él hace todo, se encarga de todo, sin importar que tan agotador sea o que tan neurótico lo llegué a convertir. Por eso, Steve se siente tan enternecido cuando Bucky le permite cocinar la cena sin estarlo vigilando constantemente.
2) Es bueno con los números. Muy bueno. También sabe que empezó a estudiar algo relacionado con ello antes de mudarse a Chicago que nunca logró terminar.
3) Ya sabía que no bebía, pero se entera tiempo después de que constantemente está luchando con dejar de fumar. Hay semanas donde no fuma ni siquiera una vez, hay otras donde tiene esa mirada decepcionada por haber caído otra vez.
4) Tiene una familia de la cual no habla seguido y que, cuando lo hace, suele haber mucho dolor y resentimiento en su voz. También sabe que su madre llama sin falta todas las semanas y que Bucky nunca contesta.
5) Tiene una hermana. O tuvo una hermana, para ser más preciso. Hay una foto de ella en la mesa de noche de su cuarto. En la foto, ella sonríe, dos ojos pequeños y bizarramente azules que brillan y un ondulado cabello castaño cayendo sobre sus hombros, a su lado, está Bucky, con el cabello corto y sin barba, brillando como Steve nunca le ha visto. Steve no sabe que fué de ella, solo que se llamaba Rebecca.
6) Está constantemente a la defensiva. A veces es rudo con Steve cuando él presiona con demasiada fuerza sus límites.
7) Es amable, dulce y se interesa en las personas a su alrededor aunque nadie le dé crédito, aunque casi todos se queden con las cosas malas. Steve está seguro de que Bucky recuerda todo lo que alguna vez le ha dicho porque siempre lo está escuchando atentamente. Ayuda a Carol con su tarea de matemáticas y a entender los ejercicios que resultan difíciles para ella. Siempre está probando los inventos en la cocina que hace América y apoyándole en cada locura que inventa.
También aprende, gracias a todo eso, que perfectamente podría enamorarse de él. Lo cual es una locura, porque hace al menos cinco meses, estaba casado y luchando por un matrimonio. Pero, cada vez que hace a Bucky sonreír, Steve siente que podría enamorarse.
–
Es septiembre cuando Steve besa por primera vez a Bucky. Es en el club, cuando están cerrando, cuando Thor está por algún lado del lugar con Natasha y Sam, cantando una canción de Lizzo con fuerza. Steve puede oír la voz de Natasha cantando you're so sweet, bless your heart y tiene a Bucky sentado a un lado de él, con una calculadora y una libreta, llevando el control de las ventas de esa noche y quejándose porque la suma no le da. Steve le mira con una sonrisa, que es demasiado grande, porque Steve ha bebido demasiado esta noche.
— ¿Por qué me ves de esa manera? —pregunta Bucky, a la defensiva, con el ceño fruncido y listo para pelear. Steve sonríe con mas fuerza y se inclina un poco para dejar un casto beso sobre sus labios.
No es hasta que se aleja que se da cuenta de su error. Porque Bucky no se ve necesariamente molesto, pero se ve sorprendido. Steve debió preguntar primero. Claro que debió preguntar primero.
—Lo lamento. —dice Steve, rápido, completamente avergonzado— Debí haber preguntado. Perdón, perdón, perdón. De seguro leí las señales mal-
—No. No, Steve. —dice Bucky, después de salir del shock. Steve le mira y Bucky se sonroja un poco, con timidez— Está bien.
— ¿Está bien? —murmura Steve, como un idiota, a lo que Bucky asiente con seguridad, el sonrojo creciendo.
—Está bien.
Así que Steve se acerca y lo besa. Las manos de Bucky están frías cuando se posan en sus mejillas pero sus labios son suaves.
Se terminan separando porque Thor los ve y hace un escándalo como el idiota que es. Steve nunca olvidará lo rojo que estaba Bucky ese día.
–
Después del primer beso, Steve encuentra difícil quitar sus manos de Bucky. Se encuentra con la sorpresa de que a Bucky no le importa.
Lo besa para despedirse todas las tardes cuando termina su turno en el café. Lo besa en las mañanas cuando busca su café del día. Lo besa en la hora del almuerzo. Lo besa los fines de semana que pasan juntos y las noches en que lo deja en su edificio después de salir. Lo besa en la frente, en las mejillas, en los labios y lo haría en cada parte que Bucky le permitiera que lo hiciera.
Lo mejor es besarlo después de que Bucky le cuenta sobre Brock, sobre todas las personas que fueron parte de su vida, lo lastimaron y después lo abandonaron. Lo besa para dejar en claro que él está aquí.
–
Steve y su madre tienen una relación difícil. No tan difícil como la de Bucky y su madre, pero a veces es complicado lidiar con ella.
Su madre hizo lo que pudo. Lo crío a él de la nada, completamente sola y con salario que dependía de un gobierno que muy poco se interesaba por la educación o por los niños. Lo crío para ser alguien en la vida, para ser recordado y para no vivir el resto de su vida preguntándose qué hubiese sido si tomaba mejores decisiones.
Pero Steve ha vivido toda su vida para complacerla porque se lo debe, porque ella lo crió y porque ella lo ama. Dejó muchas cosas atrás solo porque su mamá crió al hijo perfecto, al que no dice que no, el que tal vez, llegue a ser presidente un día, el que es educado, aplicado y serio. Steve trata de ser eso cada día y solo empieza a darse cuenta de que está demasiado lejos de ser ese hijo que ella crió.
Habla de eso con Bucky un día, en la noche, cuando ambos están en la sala del apartamento de Steve, viendo una película que ninguno en realidad está viendo. La comida china está fría sobre la mesa de la sala y gotas caen de la botella de vidrio de la cerveza de raíz.
—Hace mil millones de años —dice Bucky después de un largo silencio, sus ojos mirando al techo, mientras los de Steve lo miran a él—, cuando yo era joven y tenía esperanzas, empecé a estudiar en la universidad lo que más me gustaba en el mundo. Y, por varios meses, en serio fui muy feliz, Steve. Asquerosamente feliz. Porque estaba siguiendo mi sueño...
— ¿Por qué dejaste de estudiar? —pregunta Steve, y en realidad, no espera una respuesta. Porque Bucky nunca se la da. Es como si esos años en Brooklyn, sus estudios, su familia, Rebecca y todo lo que pueda relacionarse está vetado, como si fuese un agujero negro.
Pero Bucky le mira y dice, con demasiado cuidado: —Por mis... Por mis adicciones. Ehn... Cuando entré en la universidad, me enamoré y me fui de casa y... Me ví a mí mismo encerrado en... Ese mundo.
Muchas cosas toman sentido en la cabeza de Steve. El no tomar, el intentar dejar de fumar, como las manos de Bucky suelen temblar a veces cuando está en el club.
—Lo que trato de decir es que, tal vez esta fachada que tienes, esta imagen que tratas de mantener es como una droga para ti... Algo que no puedes evitar aunque sepas que te hace daño. —Bucky se acomoda mejor en el sofá y sigue mirándole, con perspicacia— Steve, no le debes nada a tu madre. Solo quiero que sepas eso. No tienes por qué seguir en la política o volver a postularte o todo eso solo para hacerla feliz. Eres joven, muy joven, aún tienes tiempo de buscar algo que ames.
Steve le sonríe con dulzura, Bucky se sonroja y le devuelve una sonrisa tímida que hace a Steve acercarse para besarlo con cuidado en la punta de la nariz.
—Tú también eres joven. —murmura Steve, su rostro aún cerca del rostro de Bucky— Podrías volver a la universidad-
Bucky le da una de esas miradas, esas que dejan en claro que no quiere hablar de eso. Steve se calla, se traga todo lo que quiere decir y lo besa otra vez.
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Bucky le contesta las llamadas a su madre en octubre.
Steve cree que fue sin querer la primera vez que lo hace, porque colgó enseguida. Pero para la segunda vez, Steve está convencido de que él quiere hablarle.
Steve puede verlo a veces cuando el teléfono suena. Como Bucky parece deseoso de contestar, de decir algo, pero como el resentimiento parece ganar la batalla cada vez. Steve dijo una vez que debería contestarle y todo terminó en una pelea, así que Steve dejó de dar consejos cuando definitivamente Bucky no quiere consejos.
Pero se alegra cuando lo escucha contestar. Cuando al principio, no parece tener idea de que decir, como las manos le tiemblan mientras sostiene el teléfono y como habla en voz baja, en medio de la noche de un sábado, mientras Steve está en el sofá y finge no escuchar. Se alegra por él, sabe el gran paso que es.
—Estoy bien. —murmura Bucky y se escucha cansado, como si repetirlo tantas veces lo estuviese volviendo loco.— Todo está bien. No tienes que llamar todos los días para comprobar, ya contesté, ¿Okey? Ya puede dejar de insisti- No, mamá, no llores...
Dura así por al menos media hora hasta que cuelga la llamada. Bucky se sienta en el sofá a su lado y Steve extiende un brazo sobre sus hombros. Bucky comienza a llorar justo después de eso.
Steve termina quedándose esa noche, Bucky abrazado con fuerza contra su pecho.
–
En noviembre, Steve encuentra a Bucky increíblemente más enojado, cansado y a la defensiva que en todos los meses de conocerlo. Steve trata de darle su espacio, aunque no tenga ni idea de qué le está pasando ni muchos menos si es su culpa.
Steve hace mucho eso, echarse la culpa de todo, sentirse culpable por las decisiones que toma. Fue criado con culpa. El niño perfecto, prodigio, inteligente. Un pequeño fallo y sentía que su mundo se caía. Cuando perdió las elecciones, pasó casi una semana entera en cama, sintiéndose como un perdedor, echándose la culpa entera de todo. Peggy fue su único pilar en ese momento.
Peggy ya no está y ahora se encuentra en esta situación donde no sabe qué hacer. Donde no sabe por qué Bucky está molesto y sin ánimos de nada, no sabe por qué aquellos ojos color glaciar están tan apagados.
Carol tampoco lo sabe y se ve preocupada. América trata de animarlo o hacerlo hablar pero nada parece mejorar la situación. Hasta Laura se ve asustada y pensativa en cómo hacer todo mejorar.
No es hasta varios días después, a mediados de noviembre, que Bucky lo llama en la madrugada para que vaya a su apartamento, que Steve lo entiende todo. La puerta del apartamento está abierta y Bucky está sentado en el sofá de la sala, fumando (y por el olor a humo, Steve está seguro de que tiene un largo tiempo haciéndolo). Sus ojos están llenos de lágrimas y apretado contra su pecho, está aquella foto de Rebecca que Steve vió sobre la mesa de noche.
Steve no quiere decir nada, no sabe que decir. Así que solo se acerca y quita el cigarrillo de los dedos de Bucky para apagarlo y después abrazarlo con cariño entre sus brazos. Bucky llora con demasiada fuerza sobre su pecho y pide disculpas a cada minuto por mojar su camisa.
—Murió cuando tenía diez y seis. Faltaba muy poco para su cumpleaños, estaba tan emocionada. Sus amigas habían hecho planes para ella. —le dice Bucky, en la oscuridad, su voz oyéndose tan baja que Steve tiene que prestar toda su atención para poder escucharlo hablar— Hoy estaría cumpliendo diez y ocho.
Steve se queda esa noche. Bucky logra dormir solo por la presencia de Steve.
–
Es a comienzos de diciembre la primera vez que están juntos. Es algo tonto, al principio, solo estaban tonteando cuando todo parece ponerse más serio.
Bucky besa con delicadeza su cuello, Steve siente que ve estrellas. Bucky es tímido en casi todo el proceso, tan cuidadoso que Steve quiere asesinar a quien sea que lo haya herido tanto como para que Bucky sienta que debe medir cada movimiento que da.
Steve ve cicatrices, en todos lados, algunas viejas y algunas que no parecen serlo tanto. Bucky habla de una en su costilla (—Una vez que andaba en bicicleta completamente ebrio y me caí contra la acera. No fue tan horrible como se ve), de una en su brazo (—Accidente de auto. Me partí el brazo.), otra en su rodilla (—Escapando de la policía una vez, estaba súper drogado esa vez).
No habla de las quemaduras de cigarrillo en la parte interna de sus muslos, ni las cicatrices en sus muñecas, ni de las marcas de agujas en sus brazos. Steve no le pide que lo haga. Sin embargo, besa cada una de ellas, con cariño, con devoción. La manera en que Bucky le mira después de que lo hace, no tiene precio.
Bucky besa sus labios con fuerza cuando tiene la oportunidad, solo alejándose para gemir y suspirar su nombre con deseo. Steve se mantiene tan cerca de él en todo el proceso, tanto, que siente que pueden fundirse el uno con el otro.
Los ojos de Bucky, dos pedazos de hielo ártico, le miran con cariño el resto de la noche. Con pasión. Con anhelo. Con amor.
• • • • •
Steve y Bucky pasan nochebuena con la mamá de Steve y con todos los que quieran estar presentes para la cena. Carol y María lleva ensalada de papa, Thor lleva una caja entera del vino más caro, Natasha y Sam cocinan el pavo, Bruce lleva galletas que él mismo horneó y Tony ayuda a la mamá de Steve a servir la mesa.
Bucky, a penas llega al lugar, es jalado por la mamá de Steve a la cocina. Ella lo mira, grandes ojos azul cielo que ya sabe de donde heredó Steve y le pide que ayude con el postre mientras hace un pequeño interrogatorio.
— ¿Bucky? Que divertido nombre.
—No es mi nombre en realidad, señora. Es James. Bucky es un apodo por mi segundo nombre, Buchanan.
— ¿James Buchanan? —ella le mira divertida— ¿Cómo el presidente?
—Así mismo, señora.
—Dime, James Buchanan, ¿Acaso tienes familia?
Bucky piensa en qué responder. Deja de hacer lo que sea que está haciendo y mira a Sarah con perspicacia, viendo como aquellos ojos azules lo examinan con el mismo cuidado.
—No, señora, no tengo familia.
Ella no parece bajar la guardia, así que Bucky tampoco lo hace. Ya empieza a entender por qué Steve huyó de aquí a penas tuvo la oportunidad de hacerlo.
Sam es un santo que se da cuenta de la situación y logra salvar a Bucky a tiempo antes de que Sarah lo acuse de estar corrompiendo a su hijo o de destruir su vida o algo tan cliché como eso. Y aunque altercado es desagradable y Bucky termina fumando tres cigarrillos en el balcón antes de poder dejar de temblar por la ansiedad, el resto de la noche es agradable. Bucky come más de lo que debería y Steve se emborracha con Thor y Sam tomando vino. Cuando llegan al apartamento de Steve, Bucky lo besa con fuerza contra la pared y terminan haciendo el amor en el suelo de la sala, con fuegos artificiales y villancicos sonando en el fondo. No es una mala noche.
Bucky piensa en como hace un año, se había emborrachado con vodka barato, llorando toda la noche y pensando en su hermana. Es un buen cambio.
–
En Nochevieja, Steve está tan borracho que Bucky tiene que mantenerlo sentado en el sofá de la sala el resto de la noche para que no siga tomando. La velada es agradable, Tony está conversando con Carol sobre algo con tanta intensidad que Pepper y María están cerca por si en algún momento la situación se sale de control, Sam y Natasha están besándose en alguna parte de la cocina del apartamento de Steve, Thor está cantando con Clint mientras Bruce está en el medio de ambos muriéndose de vergüenza, Laura y sus hijos están jugando con las decoraciones navideñas. Es lindo. Es verdaderamente lindo y Bucky se siente tan feliz que es casi ridículo en cierto punto, pero se está dejando a sí mismo ser feliz.
—Eres el mejor. —dice Steve, de la nada, tomando su rostro entre sus manos— ¿Alguna vez te he dicho eso?
Bucky se ríe, sintiendo sus mejillas calentarse por el sonrojo que empieza a surgir. Eso es lo único que hace estos últimos meses, aparentemente, sonrojarse y ponerse nervioso por la presencia de Steve tan cerca de él.
—No, en realidad no lo haces mucho.
— ¿También te he dicho qué te quiero?
Bucky se sonroja aún más: —No, eso tampoco.
—Bueno, pues te quiero. Mucho. Ven acá. —Steve besa todo su rostro con ánimo, haciendo a Bucky sonreír como un idiota mientras lo hace.— Te quiero, te quiero-
Bucky se ríe tanto que casi comienza a llorar. Su corazón se estruja con fuerza en su pecho, puro amor nublándole el pensamiento. Piensa en cómo esta definitivamente no era la manera en la que esperaba que todo llegaría a ser. No fue lo primero que pensó en verano, con Steve llegando a la cafetería, sonriendo como el cliché más obvio que Bucky ha visto en su vida.
Piensa en lo mucho que llegó a odiar el frío, el invierno, los recuerdos de su hermana jugando con la nieve y estando tan fascinada con ella cada año. Bucky se encuentra a sí mismo recordando eso con amor, con ternura, sin pensar una y otra vez en cómo todo pudo ser diferente. Sin querer huir de sus recuerdos.
Becca le diría que es un cobarde por huir tanto tiempo de ella, de la verdad. Probablemente, ella tendría razón. Siempre la tenía, era tan inteligente.
Bucky ya no quiere huir de la verdad. Así que sonríe con cariño hacia Steve y mira directamente hacia sus ojos, con adoración, los ojos azules más grandes que Bucky ha visto en su vida. Dice, con la voz en un hilo: —Di que me quieres otra vez. —Y Steve lo hace, una y otra vez. Y Bucky está feliz de no huir más.
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