En las cenizas, sin la brisa
y sin final de tiempos
se dio la deforestación
del valle de mis sentimientos.

Y se rompieron mis alas,
yo, el águila más audaz
había caído por el apetito voraz
de las llamas de tu rechazo.

Me cautivó en la ignorancia
el brillo de tu fuego,
y bajé sin saber que él
me quemaría sin piedad alguna.

Y mi orgullo se esfumó,
me abandonó el honor
y humillé a mi persona
por resguardar la tuya.

La espontaneidad del crudo
dolor que atravesó mi pecho
hizo más de lo que una flecha pudo
derribar a Aquiles del talón desdichado.

Se rompió el corazón
de un hombre sin sentimientos,
me hundió tu ignorar en mar
de mil castigos juntos.

Sé que equivoqué el rumbo
al buscar refugio en tus brazos,
pero pensé que me amabas
como querías aparentarlo.

No me arrepiento nunca
de haberme perdido por ti,
sé que si no eras tú
sería igual alguien menos digno.

Fuiste algún ser benigno
que me acompañó en las malas,
ahora eres un demonio
que de vivir quita ganas.

Tu imagen en mi mente
es indeleble, soy un loco
que de su alma hizo despojo
y depende ahora de la tuya.

Si tan sólo supieras
cuánto te deseo a mi lado
sabrías que te equivocaste
con el hombre que has dejado.

Destino que te aferras
a alguien que no corresponde,
para quien fuiste hecha
está cayendo en una brecha.

Sentirás muy pronto
las secuelas de tu error,
porque no viste nunca
que yo sí te daba amor.

Ruegos no tengo ya,
pues tú te vas, no hay vuelta atrás.
Cartón se hizo el querer,
y sin embargo es menester:

Sientas cariño sin escutrinio
o bien te entregues a alguien más
que no sea yo, te usarán,
pues amarte de verdad, únicamente yo.