Cruzando el mundo, agarrotado,
Un fiero dragón
Cayó derrotado.

No tenía la fiera comparación,
Gran bestia marrón,
De frío corazón.

Sus inmundos rivales, sin compasión,
No dieron perdón,
Quemaron su tendón.

¡Oh! Su triste y vaga existencia,
Como penitencia,
Iba en decadencia.

La tormenta de sus ojos emergía,
¡Qué dolor sufría!
¡Qué ira sentía!

Volviose a su cueva, con llanto amargo,
Y a duras penas
Cayó en letargo...

Y sólo fuera, con su cantar, Filomena
Alegraba la pena
Del gran dragón Luxterna.

En sus pensamientos tan desdichados
Estaba solo,
Y abandonado.

Sus sueños, lúgubres y sanguinarios,
En él eran raros,
Mas se tornaban comunes.

Caían más gotas, tan transparentes,
inocentes como
Vidrios relucientes.

No eran esos diamantes corrientes,
Sino bellas joyas
De invaluable valor...

En sus ojos, Luxterna sentía calor,
Por aquel terror,
Su macabro error.

La caída de aquel que era un dios,
Alegró a más de dos,
Bendijeron a Dios...

Pero en su alejada cueva, el dragón sufría
A cada día con día
Peor de lo que antes sentía.

Trayendo consigo hacia afuera

Fuera lo que fuera
Aceptaría la fiera.

En los años que él fue un gran terror,
Pero ahora
Él sufría de gran pavor...

Si la muerte por él venía así sería,
Igual sufría,
No se resistiría.

Parado en el medio, viendo al cielo,
Sabía que no
Era aún el tiempo...

Pero si el Grande se compadeciera
De su desgracia,
Y ese dragón muriera...

...Él, contento, le daría las gracias
Por llevarle ahí,
Pararía de llorar...

...Pararía de sentir...

...Y en un nuevo mundo...

...Sólo podría sonreír...