Capítulo 1
Nuevos vecinos.
—Yo opinó que debemos ir al cine —dice Elizabeth.
—Sí, y después a comer pizza —agrega Connor.
—¡No! —protesto —, estoy harto de la pizza.
—Pero yo quiero pizza —alega Connor frunciendo sus cejas.
—Pero yo no, preferiría ir por sushi —digo mirándolo seriamente.
—Quiero pizza, Dylan —dice devolviéndome la mirada.
—¡No!
—¡Pizza! —dice levantándose y poniendo sus manos sobre la mesa, ganándose un par de miradas de los presentes en la cafetería de la escuela.
—¡Sushi! —Lo enfrento de igual manera.
—¿Y si vamos por hamburguesas? —dice Elizabeth.
Connor y yo nos miramos por unos segundos, dudando, pero finalmente accedemos.
Tal vez se pregunten: ¿a qué se deben tantos planes?
Bueno, Connor, Elizabeth y yo somos mejores amigos y, según Eli, mañana se cumplen tres años desde que lo somos y por lo tanto debemos ir a celebrarlo. No somos de hacer fiestas y emborracharnos, así que haremos lo que hacemos cada vez que celebramos algo: ver una película, en alguna de nuestras casas o el cine, y luego ir a comer.
—Ok, entonces, mañana después de clases vamos al cine y después a comer hamburguesas. Connor por favor recuérdalo y no hagas más planes o te juro que no te hablaré en tu horrenda vida —advierte la rubia apuntando con el dedo hacia nuestro amigo, quien es bastante olvidadizo.
—Pondré una alarma —dice, sacando su teléfono —, no puedo permitir que dejes de hablarme Eli ¿qué sería de mi sin tu ayuda en los exámenes?
Eli rueda los ojos y sonríe, luego mete sus cosas a su bolso y se para —debo ir a clases, nos vemos mañana.
Nos despedimos de ella y seguimos comiendo, nuestra próxima clase es en dos horas así que tenemos tiempo para conversar y ponernos al día sobre lo que hicimos en las vacaciones y hablar sobre ciertos temas que, con Eli presente, no podemos tocar.
—Así que tendrás nuevos vecinos —dice Connor luego de dar un mordisco a su sándwich.
—Sí. Según rumores, son una pareja de ancianos.
—Que mala suerte amigo, pensé que al fin tendrías una chica a quien admirar —dice con pesar.
—¿Así como tú espías a tu vecina? —espeto, levantando una ceja.
Me mira con picardía —Aunque tenga cuarenta, está buena. El otro día vi como se cambiaba ropa, fue maravilloso.
—Eres un cerdo —digo, mirándolo con asco —espera a que te descubra. Pasarás un buen tiempo en la cárcel cuando cumplas dieciocho y todo por tu mente enferma.
—Dramático —dice rodando los ojos.
Cambiamos el tema y pasamos la última hora hablando de fútbol, luego nos despedimos para dirigirnos a nuestras respectivas clases. Estas pasan lenta y dolorosamente entre presentaciones de profesores y alumnos nuevos. Cuando al fin todo termina me voy a casa caminando. Al llegar lo primero que hago es saludar a mamá. Ella está viendo caricaturas con Emma, las dos están sentadas en el sillón.
—¿Qué tal el primer último día, cariño?
—Normal, un poco lentas ya que solo es la presentación del curso, pero al menos los profesores hoy no dieron tarea —digo, sentándome junto a ella —, ¿cómo le fue a Emma?
—Bien, logró adaptarse mejor de lo que esperaba.
Emma es mi hermana menor, tiene sólo cuatro años. Mamá la tuvo después de realizarse una cirugía de esterilización, ella y papá ya no querían tener más bebés pero aún así quedó embarazada. Según los médicos estos casos pasan, son poco comunes pero no inexistentes. Mamá pasó mucho tiempo en el hospital debido a las complicaciones que presentó su embarazo, lo que la llevó a tener un parto prematuro y traer a mi hermana al mundo con tan solo 7 meses de gestación. Emma necesito siempre cuidados especiales, pero finalmente pudo crecer y desarrollarse sana, como cualquier niño de su edad. Aún así, todos siempre la sobreprotegemos y por eso mamá y papá no quisieron mandarla a la escuela, hasta ahora.
—¿Te gustó ir a la escuela, princesa? —le pregunto a Emma.
—Sí —dice de forma automática, sin despegar los ojos de la televisión.
Mamá me mira encogiéndose de hombros —Sabes que no puedes competir contra Pinkie Pie.
Tiene razón, sonrió y revuelvo los cabellos rubios de Emma, ganándome un golpe en mi mano por parte de ella.
Pasamos la tarde viendo My Little Pony, esperando que lleguen papá y Liam, mi hermano mayor. En algún momento me da sed así que me paro y voy a la cocina por un vaso de jugo.
—Hoy al mediodía llegaron los nuevos vecinos —dice mamá desde la sala.
—¿Sí? —me termino el jugo y lavo el vaso —, ¿y hablaste con ellos?
—No aún, pero los vi por la ventana venían con una chica de tu edad.
—¿En serio? —pregunto con interés y vuelvo a la sala —, ¿no que solo era una pareja de ancianos?
—Al parecer no, por lo que vi son un matrimonio joven y la chica, que supongo es su hija, era bastante linda —dice, alzando las cejas —, deberías hablar con ella, la pobre no debe tener amigos aquí y necesitará quien le ayude a llegar a su salón en la escuela.
—Dijiste que no habías hablado con ellos ¿cómo sabes que estudiará en mi escuela? —la cuestiono.
—No sé, tal vez es porque no hay más escuelas cerca —dice, encogiéndose de hombros.
—Podría tener profesores particulares.
Mamá me mira con fastidio —¿podrías solo ir y hablar con ella?, es una chica bastante linda y a ti te hace falta una novia.
—Que sea linda no significa que sea una buena persona, podría ser una psicópata ¿dejarías que me maten, descuarticen y repartan mis restos por la ciudad solo porque tú crees que me hace falta una novia? —pregunto indignado cruzando los brazos sobre mi pecho.
Me mira por varios segundos, posiblemente analizando lo que le he dicho, hasta que finalmente dice:
—Sí, no hay duda. El dramatismo lo heredaste de tu padre —sin decir más vuelve su mirada hacia la televisión.
Pongo los ojos en blanco —me iré a dar una ducha— le informo y subo por las escaleras hasta mi habitación. Al llegar saco mi pijama de mi closet y me dirijo al baño.
Mientras el agua agua tibia me relaja, pienso en lo que dijo mamá. No necesito una novia, me siento bien así como estoy, nadie me exige nada ni reclama por salir con mis amigos o me cela. Pero no puedo pasar por alto que mamá dijo que la vecina era una chica bastante linda. Así que después de ducharme y vestirme voy al jardín trasero de mi casa.
Miro por encima de la cerca, ya es de noche así que es difícil que alguien me vea, busco por el jardín pero no logro dar con la supuesta chica, tal vez se encuentra dentro de la casa.
La casa de al lado ha estado inhabitada por más de un año, los antiguos dueños se fueron de la ciudad y desde ese entonces nadie se ha interesado por ella.
Hasta ahora.
—¿Cuánto te pagan?
Me sobresalto al escuchar una suave voz femenina, busco por todos lados a la persona de donde vino y me sorprendo al descubrir que una chica de cabello castaño está mirándome por una ventana perteneciente a una de las habitaciones del segundo piso. Tiene su rostro apoyado en su mano y su codo en el marco de la ventana.
—¿Eres sordo? —pregunta levantando una ceja, por la escasa luz que provienen de las casas, puedo ver que , al parecer es la chica, que mamá vió.
—Disculpa, ¿podrías repetir la pregunta anterior? —digo, rascándome la nuca. Esto es vergonzoso.
—Cuánto te pagan —dice. No entiendo qué quiere decir, en su cara no existe expresión alguna que me ayude a descifrarlo.
—Lo siento, pero no sé a qué te refieres.
—Lo que pasa es que estoy buscando un empleo y me gustaría saber si te pagan bien por espiar a tus vecinos —articula con simpleza, su cara se mantiene neutral y se encoge de hombros.
Ahora sí lo entiendo claramente, se está burlando de mí.
Sin más que decir, me doy media vuelta y entro a mi casa. Eso fue lo más vergonzoso que me ha pasado en mis cortos diecisiete años.
//
—¿Cómo estuvieron las clases? —nos pregunta papá. Hace poco llegó de su trabajo y ahora está sentado, comiendo de la cena que mamá preparó.
—¡Genial! —responde Emma levantando sus brazos, está sentada al lado de papá y ya no está bajo los efectos de la televisión —, ¿Sabían que hay personas que también pueden tener nuestro nombre?, hoy conocí una niña llamada Emma, igual que yo —dice con entusiasmo.
—¿En que mundo vives enana?, por supuesto qué hay más personas con el nombre que llevas, que tú lo tengas no significa que seas dueña de el —le dice Liam rodando los ojos. Nuestra hermanita baja lentamente sus brazos y lo mira confundida. Al parecer ella sí creía que era la única con ese nombre.
Mamá ríe —Estoy pensando que alejarla todo este tiempo de la civilización fue una mala idea —dice mirando a papá.
—Lo bueno es que estamos a tiempo de enmendar nuestros errores y civilizar a esta pequeña cavernícola —dice papá, sacándola de su silla y sentándola en sus piernas para darle un tierno beso en la mejilla.
—¿Pasa algo, cariño?, estás muy callado y apenas has tocado tu comida —mamá pregunta en mi dirección.
—No mamá, solo estoy algo cansado —digo con una media sonrisa. La verdad es que no dejo de pensar en el incidente de hace un rato.
—Puedes ir a tu habitación a descansar si así lo prefieres, hijo —dice papá.
—Sí, lo haré. Buenas noches —digo a todos, me levanto y me dirijo hacia el pasillo que da hacia las escaleras. Al llegar a mi habitación cierro las cortinas, la habitación desde la que la chica me hablo se encuentra frente a la mía. Ruego porque no sea suya.
Me quito mi ropa, me pongo mi pijama y me acuesto. Le estoy mandando un mensaje de texto al imbécil Connor, para recordarle nuestros planes de mañana, cuando mamá entra en mi habitación.
—Dylan, mañana debes llegar temprano a casa después de clases.
—No puedo mamá, quedé con Connor en que iría a su casa a hacer un proyecto que nos dejó el profesor de matemáticas —miento. A mamá no le agradaba Elizabeth, decía que era una chica irrespetuosa y manipuladora, así que siempre ponía obstáculos cada vez que salía con ella.
—¿Primer día de clases y ya les dejan tarea? —pregunta cruzándose de brazos y apoyándose en el marco de la puerta.
—Sí, el profesor es nuevo y creo que quiere lucirse ante el director —digo, con cara de fastidio.
Mamá me mira, analizando mi expresión —Soy madre hace veintiún años, Dylan. Y uno de los superpoderes que adquirí gracias a todos estos años rabias por sus travesuras, es el saber cuando uno de mis hijos me miente.
—No estoy mintiendo mamá —trato de poner la cara más inocente que puedo.
—No se que planes tienes con tus amigos pero desde ya te digo que no irás. No es porque sea una bruja pero creo que te saltaste la parte en la que debes pedirnos permiso y no mentir —dice encogiéndose de hombros —, además mañana cenaremos con los vecinos nuevos. Hoy cuando tu padre llegó del trabajo habló con el señor Campbell y quedaron en que las dos familias nos reuniremos en la casa de al lado para poder conocernos, y debemos ser puntuales —dice, recalcando la última palabra —, podría ser una buena oportunidad para que conozcas a la nueva chica y comiences a conquistarla —me da una sonrisa gran sonrisa, cierra la puerta y se va.
Pero mamá no sabe que ya tuve la agradable oportunidad de hablar con ella. Y ahora no podré evitar sentirme incómodo cada vez que la vea.
Mierda.
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