Seven

Las clases de historia nunca le habían parecido insulsas. Por lo general las disfrutaba, mas su cabeza no estaba realmente en ello hoy.

En nada.

Pecaba con el defecto -o virtud, quién sabe- de que una vez se aferraba a un pensamiento, algo, no lo soltaba con tanta facilidad.

Había llegado a la conclusión de que sus padres tenían un problema.

La forma en la que no habían demostraciones de afecto, solo sonrisas de cortesía y, por supuesto, las habitaciones separadas, eran señales que Jungkook no había visto. Las palabras de su madre anoche le hizo decodificarlas hoy durante el desayuno.

¿Hace cuánto no veía a sus padres darse un beso?

Y estaba bastante seguro de que no se estaban conteniendo en consideración a las muecas de asco que hizo cuando niño.

"Kim Taehyung, ¿le importaría continuar la lectura por mí?"

El salón entero volteó a ver al castaño, incluido Jungkook. Parecía un ciervo encandilado por los focos de un vehículo.

"Uhm, s-sí, por supuesto" se aclaró la garganta mientras tomaba el grueso libro de texto. Pero era obvio su despiste. "¿En qué párrafo se quedó?"

La señorita Song negó con desaprobación

"Los exámenes finales están a la vuelta de la esquina, sería bueno que por una vez descienda su cabeza de las nubes en que parece vivir y aterrice"

La profesora continuó con la lectura ignorando el asentimiento avergonzado de su alumno.

Jungkook le observó durante unos minutos, este era el cuarto regaño que recibía en los casi noventa minutos que duraba el primer turno. El chico trató de obedecer diligentemente a la figura de autoridad pero algo se lo impedía, por el movimiento continuo de sus piernas y el índice repiqueteando en sus mejillas, el pelinegro se dio cuenta de que lucía ansioso. No despegó los ojos del reloj sobre la pizarra como si eso ayudara a mover las manecillas más rápido.

Finalmente, el sonido del timbre mecánico que daba inicio al recreo sonó.

Jeon se recargó en su asiento a medida que masajeaba su cuello por encima del uniforme.

Echó un vistazo experimental a Kim y lo encontró siendo sostenido de los hombros por su amigo, el de la sonrisa de cien vatios; el único que tenía en todo el salón a decir verdad.

Aquel le dio unas palmaditas antes de levantar un puño en alto, parecía un entrenador de boxeo alentando a su competidor antes de subir al ring.

El castaño le imitó luego de tomar una profunda, en verdad exagerada respiración, y salió de allí como si el viento fuese más lento que él.

A duras penas no se llevó el hombro del chico parado junto a la puerta.

Aquellos dos eran de lo más ridículo que había visto. No cabía duda sobre por qué se llevaban tan bien.

Taehyung era demasiado dramático, demasiado bravucón, demasiado sarcástico, orgulloso y todas las cosas que él detestaba.

Y no conocía la razón exacta de por qué siempre le pareció tener su mirada felina clavada en la nuca con recelo.

Tampoco es que le importase en lo más mínimo de todos modos. No perdería el tiempo en tonterías cuando lo más probable es que Kim fuese bipolar.

Salió al pasillo y caminó en dirección al salón de clases de Jiwon, sorteando la masa de estudiantes que se desplazaba.

Afortunadamente no tuvo que llegar tan lejos. La pelirubia corrió hasta él entre el puñado dispersos de estudiantes en cuanto le vio.

"¡Oh, Kook! ¿Qué haces aquí afuera?" se asomó por encima de su hombro como si esperara ver a alguien tras él. El pelinegro rara vez salía en el recreo. "Iba a verte ahora mismo"

"Yo también" dijo apartándose hacia una de las amplias ventanas cercanas.

La chica frunció el ceño en intriga. Esto no era nuevo, pero sí raro.

Las únicas veces que Jungkook paraba el trasero de su asiento y hacía el esfuerzo por buscarla, solía ser para pedir dinero prestado por olvidar su billetera en casa o estaba terriblemente estresado.

Su perfil estoico perdido en el cristal de la ventana delataba esto último.

"¿Qué pasó ahora?"

"Tus queridos abuelos"

Oh.

"Nuestros, querrás decir" bufó. "Eres el favorito"

Jungkook torció el gesto.

"¿Sí? Pues no estoy viendo los beneficios" si estaba siendo un privilegiado, no quería imaginarse un repudiado entonces.

"Jihun no opina lo mismo"

"Tu hermano es un envidioso y sin justa razón" resumió. "Pero no es de eso lo que quiero hablar"

"¿Ah, no?" preguntó interesada. "Qué es entonces"

El pelinegro volteó hacia los ojos curiosos de Jiwon, a diferencia del resentido de su hermano, las cosas fluían bien con ella. La chica sabía cómo brindar sabios consejos y su presencia siempre le calmaba.

Una vez que este último año de instituto termine y ella se regrese a Busán, estaría solo igual que antes.

De repente se sintió aún más cohibido, haciendo que a las preocupaciones que quería expresarle se añadiese otra. Entonces nada salió de su boca.

"Ya no importa, olvídalo" acotó mientras rebuscaba una cajetilla estrecha en los bolsillos internos de su chaqueta.

"Dios, estás raro hoy, Jungkook" la mirada desconfiada en sus ojos se tornó rápidamente en una alarmada cuando le vio sacar un cigarrillo. "¡¿Estás loco?! Guarda eso, ¿quieres una sanción?" siseó ella percatándose si alguien a su alrededor los habría visto.

El aludido chasqueó la lengua devolviendo la cajetilla a su sitio y reorientara su camino hacia las escaleras.

"Sabes que el Director no lo haría"

"Da igual" refutó con una mueca al verlo irse. "¿Y ahora a dónde vas?"

"A un sitio donde pueda fumar en paz"


Jungkook tomó la ruta hacia la azotea.

El único espacio en todo este gigantesco lugar que cumplía un fin terapéutico en él. Donde podría estar en compañía de su muda soledad sin terceros molestando.
Era su pequeño lugar secreto no tan secreto. Ningún otro estudiante se atrevió a subir aquí.

Tal vez por eso se sobresaltó al escuchar un llanto prolongado en la cercanía.

Alguien bramaba como si estuvieran desollando su peluche favorito frente a sus ojos.

¿Aquí no entraba solamente personal autorizado acaso?

Receloso, persiguió el estridente sonido que parecía venir de la parte trasera de la angosta caseta destinada a herramientas de reparación.

Las zapatillas deportivas hacían ruido sobre la grava por muy sigiloso que quería ser. Cosa que no funcionó.

Al rodear la caseta, agachado cerca de la esquina lo primero que vio fue una maraña de pelos castaño oscuro enredados que se le hacía conocida.

¿El hermano de Yeonjun?

"Oye, ¿qué haces aquí?"

El chico pegó un salto y miró haciendo arriba.

Su cara era una mezcla vítrea de lágrimas húmedas y fluidos nasales.

Jeon esbozó una mueca de asco.

"Por qué estás llorando"

"N-no te importa" Taehyung se limpió la nariz con la manga y trató de darle la espalda.

Jungkook lo escaneó por un segundo antes de encogerse de hombros y voltearse.

"Tienes razón"

Jeon siempre tan honesto. Al menos le hubiese gustado que insistiera un poco más.

Poniéndose de pie, con sus rodillas resentidas por tanto tiempo dobladas en una misma posición, se acercó vacilante al pelinegro junto a la barandilla de seguridad.

Había echado un vistazo en dirección a la puerta de la azotea, pero milagrosamente entre hacerle compañía a su odioso compañero de clases o regresar al salón con su actual humor, prefería lo primero. Al menos por lo que durara el recreo.

Si Hobi le hacía una sola pregunta se largaría a llorar de nuevo.

Parado junto al hombro del mayor, lo primero que vio es como se llevaba un cigarro encendido a sus labios.

A Tae le embargó el repudio en su interior. Pero por supuesto, qué era un niñito rico sin sus buenos vicios.

Seguro ese solo encendedor costaba lo mismo que la prenda más valiosa de su clóset.

La cual, por cierto, debía recoger en la tintorería, gracias a la tinta de bolígrafo que Yeonjun derramó en ella. Ninguna de las locas ideas de su hermano salían bien.

El solo recordarlo le hacía enojar.

"¿Por qué fumas?" preguntó interesado. ¿Era simple vicio, gusto, lo hacía con regularidad o...?

"¿Tú por qué llorabas?"

Tae quedó anonadado por un segundo, o sea que Jungkook sí estaba aunque sea un poco curioso.

"Dijiste que no te importaba" retó con una sonrisa creciente.

"Ahí tienes tu respuesta" lo desinfló como a un globo.

El chico apretó los labios con enfado, pero trató de controlarse. Había tenido una cucharada de su propia medicina. Era justo.

"Fui rechazado" admitió y ni siquiera supo por qué. Su voz siendo apenas un susurro. Sus ojos volviendo a cristalizarse. "Me confesé y me rechazaron"

El pelinegro se volteó hacia él ligeramente desconcertado, su repentino brote de franqueza fue inesperado.

"¿Y qué hay con eso? Todos hemos sido rechazados alguna vez" alegó expulsando el humo por la nariz.

El contrario tosió un poco cuando la dirección del viento lo arrastró en su contra.

"¿Oh, a ti también te han rechazado?" inquirió con asombro mal disimulado.

¿Taehyung pensaba que él era tan atractivo a ese nivel?

"Me halagas, Kim"

Las mejillas del menor se sonrojaron.

"Me refiero a que como tu familia tiene dinero, es de suponer que se les haría difícil rechazarte" balbuceó. "Tu fortuna te hace un buen partido"

Jungkook bufó.

"Y ahora me ofendes" sin embargo sonó más divertido que irritado.

Al contrario del castaño.

"Deja de torcer todo lo que digo, Jeon"

El mayor soltó una risa, corta pero genuina, que hizo a Taehyung querer embotellar el sonido.

Había escuchado a Jeon reír algunas veces, siempre con su círculo de amigos, con Yeonjun o esa pelirubia con la que anda. Pero nunca con él.

Tan raro el sentimiento como era, Taehyung encontró agradable ser capaz de provocar una risa en este serio y hosco chico cuando todo lo que había obtenido de su parte había sido desagrado.

Eso no significa que deje de pensar que es un imbécil, se convenció.

"No suelo hacerlo"

El castaño parpadeó dos veces, ¿Se había perdido de algo?

"Fumar" aclaró para él. "Solo lo hago cuando estoy estresado. Es un mal hábito, lo sé"

El contrario ladeó la cabeza sin entender mucho, su boca se había abierto automáticamente para cuestionar por qué si sabía eso entonces no lo dejaba. Pero era una pregunta estúpida pensándolo bien.

Quiso saber entonces qué era tan malo como para estresar a alguien como Jungkook, pero tuvo la fuerte sospecha de que eso era todo lo que este revelaría.

Como era de esperar. Ellos no eran amigos ni algo parecido a eso.

"Toma" Jeon le estaba entregando un delicado pañuelo color marfil. Taehyung lo tomó sin comprender. La tela en sus dedos era pura suavidad de élite.

"No lo necesito..." el pelinegro lo observó escéptico.

"¿Has visto tu reflejo? Tu rostro y cabello son un desastre"

El contrario ni siquiera pudo incomodarse esta vez.

"Mi cabello siempre está hecho un desastre, es normal" murmuró avergonzado eliminando con el pañuelo sus restos de lágrimas secas.

Jungkook tuvo el pensamiento de que la naturaleza de su pelo castaño simple y alborotado era un reflejo exacto de la personalidad de Taehyung. Era como un caniche.

Bastante bien les ha ido al mantener una conversación civilizada sin miradas filosas de por medio.

Así que, con una sonrisa, se guardó su hallazgo para sí mismo. Kim no se tomaría bien que lo comparasen con un perro. Aunque fuera uno adorable.

Observó fijamente al menor limpiando sus ojos y ni siquiera supo qué le impulsó a ofrecer el obsequio que su padre le dio.

Atesoraba ese pañuelo, aunque viendo el hecho de que permitía que Taehyung lo ensuciara como si de un trapo común se tratase, cualquiera pensaría lo contrario.

Pero la verdad era que no le gustaba ver a alguien llorar, aún si de este exasperante compañero suyo se trataba.

Había algo en ese acto demasiado personal que lo hacía sentir incómodo, era casi íntimo. Jungkook nunca había llorado desde que puede recordar, no cuando se raspó las rodillas la primera vez, no cuando sus padres faltaron a su graduación de la primaria, ni siquiera ante el juicio hiriente de sus abuelos. Ni una sola vez se quebró.

Por tanto, despreciaba cuando alguien lloraba en público o a su alrededor.

"No llores, es patético. Pero si vas a hacerlo que no sea por autocompasión" comentó tras aplastar la colilla del cigarrillo. "Eso es aún peor"

Taehyung analizó lo dicho, realmente le prestó atención. Sin sentir una ofensa camuflada o una burla subyacente en su tono.

Se preguntó si esta era la manera que Jungkook encontró para alentarlo.

Su curiosidad había comenzado a burbujear.

Jeon pasó de ser un ser molesto al que evitar a toda costa, a un enigma a desentrañar.

Sin embargo ignoraba en ese momento cuán profundo se vería empujado hacia él, cual corriente oceánica en el oscuro Antártico.

Ustedes pueden creer que escribí la segunda mitad de este cap mientras hacía mi rutina en el gym? xd

Soy perezosa y necesito enfocarme en algo que no sea los ejercicios que hago sino no llego 🤧

Tardé un poco en actualizar pero aquí está, espero les haya gustado

(⁠✿⁠^⁠‿⁠^⁠)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top