﴾5. Algo sobre JiMin﴿

POV JiMin

—Me llamo Park JiMin, tengo dieciocho años, soy de Busan y vivo con dos roomies. Me gusta leer y escribir de vez en cuando. Elegí la medicina porque pienso que es una de las profesiones más útiles y nobles que existen, y siempre me he sentido complacido cuidando a otros, por lo que creo que tengo vocación para ello —así me presenté ante todo mi grupo esta mañana. En total, somos treinta. A decir verdad, me dio un poco de vergüenza hablar frente a todos ellos, pero lo superé porque el entusiasmo del primer día de clases me tenía eufórico.

     Por suerte, logré entrar al salón antes de que llegara el profesor. Aunque me dé rabia admitirlo, el tal Min-Como-Se-Llame me salvó de llegar tarde a mi primer día.

     No me costó mucho hacer amigos, pues la mayoría tenemos en común el ser provenientes de otras ciudades y, como es de esperar en un grupo novato, siempre se llega con expectativas y esperanzas de hacer amigos, al menos yo percibí eso, pues siempre he sido muy optimista con los nuevos comienzos.

     Las primeras personas en acercarse a mí en modo amistoso fueron un chico llamado TaeMin, de rasgos muy suaves y atractivos y con cabello platinado; y SeulGi, una chica de cabello negro dividido en dos grandes trenzas, ambos haciéndose llamar mejores amigos desde la preparatoria, muy agradables y carismáticos, casi parecían una pareja cuando se presentaron ante mí. Compartimos el almuerzo y decidimos que siempre nos sentaríamos juntos y haríamos equipos para todo en clases. Ellos ahora son mis nuevos amigos y yo espero que lo sean por mucho, mucho tiempo.

     Por otro lado, aunque estuve atento a las clases, el recuerdo desagradable del maldito Min me rondaba la cabeza, se sentía como una espina diminuta en el dedo, no podía quitarla y tampoco verla, pero luego pude alejar esos pensamientos al recordar que tendré una cita con JungKook. Eso despejó todo malestar que había en mí. Me siento muy ansioso por verlo y conocerlo mejor. No puedo esperar a averiguar qué tipo de encantos tiene JungKook guardados especialmente para mí.

     Aunque no puedo dejar de pensar en Jin y su pasado al parecer escabroso con Jungkook, tengo mucha confianza en lo que mi amigo me dijo: darle el beneficio de la duda, la oportunidad de que me demuestre que puede ser un buen novio con un chico sin tanta diferencia de edad con él.

     Además, lo he estado pensando mucho, dándole vueltas una y otra vez a ese encuentro tan erótico e inesperado en el baño... ¿Podría realmente él ser la persona indicada para entregarle mi cuerpo y mi alma? Pasé años fantaseando y preparándome para el momento en que el amor llegara, pero aún tengo miedo de lo que podría pasar.

     Aunque suene exagerado, me atemoriza que me pase lo que les pasa a las chicas precoces e ingenuas en las novelas que he leído: se acuestan con el primero que se les propone y después las desechan, solo las usan. Tengo miedo de ser usado, pero tantas ganas de sentirme amado que estoy dispuesto a arriesgarme para averiguarlo. Es lo que pasa cuando estás enamorado, haces sacrificios de vez en cuando y te pones a prueba para poder averiguar cuánto vales para esa persona especial, pienso que incluso mi valor como persona depende de qué tanto pueda amar incondicionalmente a alguien y qué tanto el otro me ame, sé que suena descabellado, pero encontrar al amor de mi vida ha sido mi sueño desde que mis hormonas empezaron a alocarse y estoy dispuesto a todo por encontrarlo.

     Desde esa perspectiva, creo firmemente que soy tan valioso como para darme permiso de amar alocadamente y con pasión, confío en mi instinto, algo me dice que JungKook es el indicado, las señales alrededor me lo dicen y yo las sigo con confianza, pero también procuraré ser cauteloso, por el asunto de Jin.

     Tal vez lo besé demasiado rápido, lo admito, pero procuraré que todo vaya más lento a partir de ahora. Solo me queda esperar hasta mañana y, entonces, enterarme de lo que piensa mi futura alma gemela sobre el amor y todas esas cosas. Después de todo, el destino nos ha unido y nada podría salir mal.




Omnisciente

     Aquí va algo sobre JiMin: podrá tener una adorable cara y una personalidad tierna que irradia pureza, podrá parecer un bebé ingenuo, pero por dentro guarda tantas fantasías y tanta tensión sexual que se ha acumulado por años y, al igual que una olla a presión, a la primera oportunidad se liberará sin control. Aunque él diga que está esperando el amor, la otra cara de la moneda es el deseo de tener pronto a alguien en su cama para poder saber de lo que es capaz. Quiere volverse loco y tener sexo hasta el cansancio. Pero oculta esos fuertes deseos diciendo que está "esperando al indicado", porque siempre ha tenido vergüenza de expresar que realmente es muy curioso en cuanto al sexo, tanto que hasta él mismo se reprime al hablar de ello.

     Cuando era niño, le fascinaba verse desnudo al espejo y contemplarse mientras se bañaba, le gustaba mucho ver su pene, era muy divertido tocarlo y sentir extrañas cosquillitas, lo normal en cuanto a la autoexploración típica de la infancia. Por desgracia, dejó de hacerlo cuando fue sorprendido por su madre mientras se exploraba los genitales a la tierna edad de siete años. Esta le reprendió tan fuerte, a razón de golpes y gritos, que llegó a pensar que tocarse era malo, incluso que su propio cuerpo lo era, incorrecto, grotesco y debía evitar verlo o tocarlo.

     Por algunos años, su miedo y vergüenza prevaleció. A veces le ganaba la curiosidad y se encerraba en su cuarto para tocarse y mirarse, pero luego sentía una inmensa culpa y el miedo a ser descubierto se apoderaba de él, así que sus encuentros consigo mismo se fueron haciendo cada vez más esporádicos, hasta que quedaron latentes bajo una manta de comportamientos "correctos", mas su curiosidad no quedó extinta, mucho menos las cosquillitas que sentía a veces cuando su propia ropa le rozaba o le apretaba.

     Las cosas empezaron a cambiar cuando un día, a la edad de diez, le tocó la desagradable experiencia de accidentalmente encontrar a sus padres durante el sexo y, por todos los infiernos, desde antes de ese momento ya le parecía incómoda la idea de interactuar con alguna niña. Al ver esa escena confirmó de manera inconsciente que no quería tener que ver a alguna desnuda y mucho menos tocarla. Además de eso, ya estaba muy intranquilo con la idea de que su propio cuerpo era malo, pero se confundió porque, ¿cómo era posible que le reprendieran por observarse y tocarse, mientras ellos dos estaban en la cama desnudos? Estaba claro que la razón era que ellos eran adultos, pero vaya que le crearon un conflicto interno al niño, quien era demasiado listo para su edad y se cuestionaba constantemente sobre lo correcto y lo incorrecto.

     La educación sexual en la escuela lo confundió aún más, porque él sabía todo sobre el coito y la reproducción, era un alumno brillante, pero la idea de que algún día él tendría que meter su pene en una vagina para concebir un bebé, simplemente no era algo que le diera curiosidad, sin mencionar que las niñas nunca le llamaron la atención como pasaba con otros niños de su edad.

     A medida que fue creciendo, empezó a sentirse diferente, tanto física como emocionalmente. Su cuerpo siempre ha sido curvilíneo por naturaleza y desde pequeño fue molestado por ello. Los niños se burlaban de él diciéndole que tenía "cuerpo de niña", así que ese fue un detonante para empezar a sentir vergüenza en el mundo exterior, no solo dentro de su casa con las reprimendas de su madre. Empezó a pedirle a su mamá que le comprara ropa una talla más grande para que sus ya innatas curvas no se marcaran. Ella, por supuesto, complacía en todo a su hijo porque era su primogénito, su bebé, su favorito, incluso más que HyeJin, por eso le daba todo lo que quería sin preguntar.

     Naturalmente, las hormonas aparecieron y se contrapusieron a esa barrera moral que le detenía, no porque estuviera libre de vergüenza o miedo, sino porque su cuerpo empezaba a reaccionar. Había cosas que no podía evitar así de fácil, tapar el sol con un dedo siempre es un fracaso.

     Cuando le llegó la pubertad, a los doce, veía a todos sus amigos acercándose a intentar "cortejar" chicas, pero él nunca se visualizó besando a una. Más bien prefería contemplar con discreción a los chicos lindos de su escuela e imaginarlos sin camiseta, pero no podía, de ninguna forma y por más que lo intentaba, idear una escena donde estuvieran desnudos, pues si la sola idea de ver su propia desnudez le incomodaba, pensar en alguien más de esa manera se sentía como un crimen. Cuando llegaba a tener erecciones, las ocultaba tanto como podía y jamás se atrevió a tocarse. Podía ser un niño brillante en cuanto a intelecto, pero estaba bastante alejado de conocer su cuerpo como realmente era, prefería bañarse con agua fría antes de tocarse y descubrir por sí mismo lo que era normal a su edad: el placer.

     Aquello empeoró desde que tuvo acceso a internet y a los medios de comunicación, había visto cómo discriminaban a las personas homosexuales. Lo peor de todo, era que sentía que, por más que intentara negarlo o forzarse, su balanza se inclinaba más por los hombres que por las mujeres, por lo que se terminó calificando a sí mismo como "malo, indecente, inmoral, etc.". Además, tenía muchas dudas vergonzosas sobre cómo sería el sexo entre hombres, pero jamás tuvo la valentía de buscar algo así en internet, ni siquiera pornografía, pues su madre era una husmeadora por naturaleza y no quería ser encontrado en el acto. Así que, por ningún motivo, él mencionó una sola palabra sobre eso a nadie que conociera, debía proteger su secreto tanto como pudiera.

     Tras un par de años de sufrimiento en silencio, la aceptación de sí mismo y la resolución de sus dudas, llegaron acompañadas de una persona muy especial, alguien que le cambió la vida: un ángel guardián, un protector y un guía. Un día cualquiera en su vida de un chico de catorce años, mientras paseaba a su pequeño perro en el parque, encontró al típico grupo de chicos que pintan las paredes, estaban haciendo una hermosa obra de arte, dibujando naturaleza, árboles, montañas y flores con sus aerosoles.

     JiMin, curioso y enajenado, se sentó a mirar y puso a su perrito sobre sus piernas, pero luego notó que uno de los pintores lo miraba mucho. De pronto, descubrió que ese chico mayor estaba pintando en aerosol a su perro, quedó sorprendido y se acercó contento hacia él y su grupo.

     El autor de tan preciosa pintura se llamaba NamJoon, de diecinueve años, artista nato y una sonrisa tan preciosa, que JiMin tuvo un crush instantáneo por él, aunque fuera mucho mayor. Sin embargo, sabía que era un imposible, así que solo se hicieron amigos ese día, bajo el argumento de que NamJoon era un chico que amaba pintar y tenía una debilidad por Monnie, el perrito blanco de JiMin.

     Desde entonces, prometió ir más seguido a ese parque para que NamJoon pudiera ver a Monnie, pintarlo de vez en cuando mientras la policía no lo detuviera y charlar con JiMin. Al principio, parecía una amistad normal, el chiquillo a penas y se acercaba a NamJoon y su grupito, de quienes no se fiaba tanto por su pinta de maleantes, aunque no fueran en realidad una amenaza.

     Con el tiempo, JiMin fue acercándose un poco más a NamJoon y descubriendo cosas interesantes sobre él. Como, por ejemplo, a sus recién cumplidos diecinueve años, NamJoon era el único privilegiado que podía estudiar dentro de ese grupo de amigos, así que JiMin lo veía con admiración porque parecía amar el camino que había elegido como artista. Hasta ahí, NamJoon era un buen ejemplo a seguir porque era apasionado, amable, cuidadoso y respetaba mucho a JiMin, procuraba que sus amigos no fueran unos cerdos frente a un niño de esa edad, pero algo no pudo evitar NamJoon y fue que su pequeño amigo puberto lo encontrara besuqueándose con otro del grupo.

     Al presenciar eso, JiMin se sintió tan en paz porque de pronto hubo una gran identificación hacia ellos dos, escondiéndose para besarse y entrando en pánico cuando un chiquillo de catorce y su perro los descubrieron en el acto. Ante eso, NamJoon trató de hacerle creer que no había visto lo que creía haber visto, pero JiMin no iba a tragarse el cuento de que estaban jugando o pagando una apuesta, lo que él vio fue la verdad: eran homosexuales y en NamJoon encontró una mano amiga a quién contarle sobre sus dudas.

     Por su lado, NamJoon no tuvo otra opción más que admitir la verdad, el chico con el que se besaba, un tal Jackson, en realidad era su pareja. La mente del más chico casi se vuela en pedazos por la emoción de haber encontrado a alguien como él, a pesar de la desilusión, pues NamJoon fue algo así como su amor platónico, algo imposible que, por cuestiones de edad y de su familia, jamás se podría permitir.

     Fue entonces que JiMin pudo sincerarse con su ahora mejor amigo. No tuvo que esforzarse mucho, tan solo bastaron un par de titubeos respecto al tema para que NamJoon supiera que su pequeño amigo también gustaba de los hombres y que aquello le apenaba.

—No tengas miedo de hablarlo en voz alta, al menos no conmigo, somos iguales —le ofreció una tierna sonrisa.

—Contigo no, pero con mis padres... no creo que pueda contarles jamás. Ni si quiera sé si está bien ser así.

—¿Qué te ha hecho pensar que no está bien?

—Mi padre —admitió frustrado—. Y mi familia, en general.

—Padres conservadores, ¿eh?

—Bastante —suspiró, se abrazó de Monnie—. Mi padre lo habla abiertamente siempre que puede, es un homofóbico terrible. Respecto a mi mamá, no lo sé, nunca hablamos de ese tema en casa. Ella siempre se queda callada.

—Bueno, no tienes que decirles ahora si no quieres, pero es importante que sepas que lo que está mal aquí, no eres tú, pequeño. Es la sociedad de mente cerrada en la que vivimos. Ser diferentes en un lugar donde todos quieren que seamos iguales, hace que nuestra felicidad sea difícil de alcanzar, pero en algún momento debemos hacerle frente para combatir y alcanzar nuestra libertad, incluso si eso implica alejarse de quienes no nos aceptan.

—¿A qué te refieres con eso? —escuchaba, pero su mente adolescente apenas podía comprender la magnitud del problema.

—Quiero decir que, en algún momento, para poder ser tú mismo, deberás hacerles frente a tus padres y contarles, que se enteren por ti y no por otras personas.

—Pero... ¿Pero y si les digo y es mi fin? ¿Y si me echan de casa o me mandan a uno de esos campamentos de conversión? —comenzó a respirar agitado, pensando en lo que su padre le haría si... no, era demasiado para siquiera imaginarlo.

—Tranquilo —le calmó con una palmadita en la espalda—. Perdón por alterarte, no era mi intención, respira... Como te dije, no necesitas decírselos ahora porque dependes de ellos. Tal vez... puedas esconderlo unos años más, hasta que vayas a la universidad y entonces puedas hacer lo que tú quieras. Me has contado que te quieres ir a estudiar a Seúl, entonces esa podría ser tu oportunidad para ser libre de verdad, ellos no tienen por qué enterarse de lo que estás haciendo, siempre y cuando seas discreto. Luego, cuando seas independiente, se los puedes contar y si te rechazan, podrás ir a donde tú quieras libremente.

—¿Y qué exactamente cómo es que voy a ser libre en Seúl? —preguntó, ya un poco más sereno, NamJoon rió por la inocencia del chico.

—Ya sabes... experimentar con tu cuerpo... con otras personas... —JiMin tardó unos segundos en comprender a lo que se refería. Cuando la información hizo clic en su mente, se sonrojó terrible y cubrió su rostro con las manos.

—¡NamJoon, no! —de pronto, se relajó y rió a carcajadas debido a la vergüenza—. ¡Ni siquiera sé cómo hacerlo con un hombre!

—No me digas que... ¿en serio? ¿Jamás has visto porno?

—No —contestó apenado—. Me da vergüenza, además mi mamá es una fisgona, me revisa siempre la computadora y el celular, no quiero que me descubra.

—Bueno, siempre puedes abrir una pestaña de incógnito y eso te cubrirá, siempre y cuando la cierres —le hizo saber, pero JiMin no podía todavía procesar todo eso—. Sin embargo, debes saber que lo que hay en el porno no es para nada parecido a la realidad, así que, si vas a ver, que sea solo para hacerte una paja y no como instructivo. Te lo digo por experiencia.

—¡NamJoon! —lo empujó para callarlo. A veces, NamJoon era un tanto imprudente con su lengua, no le importaba quién estuviera alrededor, él hablaba y hablaba.

—Estoy instruyéndote, mi pequeño gay novato —se burló y le regresó el empujón—. Mira, eres joven aún y tus hormonas están como locas, igual que las mías, pero tú estás en una edad más peligrosa, así que solo sé cauteloso con lo que investigas y lo que haces. Siempre cierra la puerta de tu cuarto y usa audífonos.

—Eres increíblemente indiscreto —le regañó con timidez, no podía creer que estaba teniendo esa conversación—. Entonces tú... ¿me dices eso porque tú ya lo has hecho?

—¿Hacer qué? —jugó con él, para obligarlo a decir la palabra, aunque le avergonzara.

—"Eso" —dijo apenado, no podía decirlo en voz alta.

—¿A qué te refieres con "eso"?

—Tener... —bajó su voz, pero no salió, no pudo—. ¡No me hagas decirlo, sabes a lo que me refiero!

—Coger, follar, darle duro contra el muro, lento contra el pavimento, sin pena contra la arena...

—¡Cállate, te van a escuchar! —le quiso tapar la boca, pero NamJoon fue astuto y se quitó, riendo a carcajadas, JiMin parecía un tomate por lo apenado que estaba.

—Eres tan adorable —se burló—. Pero sí, ya he tenido sexo —contestó con descaro y hasta un poco de orgullo en su mirada. Estaban solos esa vez en el parque, así que JiMin al menos tenía el consuelo de que Jackson no estaba ahí o moriría de vergüenza.

—Bueno, ya que terminaste de burlarte de mí —enfadado, le dio un pellizco que NamJoon a penas y sintió—. ¿Cómo es?

—Dilo en voz alta, llámalo por su nombre o no te contaré nada.

—¡Ush, eres insufrible! —hizo su berrinche, pero terminó diciéndolo, con los ojos cerrados y lo más rápido que pudo—. El sexo, dime cómo es.

—Bien, ya estás progresando.

—Solo cuéntame, antes de que me avergüence más y me vaya y no vuelvas a ver a Monnie nunca más.

—Ya, tranquilo —carraspeó y rió un poco más antes de contarle, moderando el tono de su voz para no causarle más pena ajena—. Es... bueno, si eres el pasivo, es doloroso al principio, pero como activo también duele a veces por la presión, el ano es muy estrecho y...

—¡Oye, oye, espera un momento! No estoy entendiendo nada —apretó sus piernas y... sintió una punzada extraña entre sus muslos. Esas palabras, aunque desconocía su significado, le causaban mucho morbo—. ¿De verdad... tenemos qué hacerlo por ahí?

—Bueno, no siempre tiene que ser así, pero la mayoría de las veces lo es. He leído sobre parejas de hombres que no tienen sexo anal, solo se frotan o utilizan juguetes. Pienso que la penetración es una decisión personal, no estamos obligados a coger así, eso es solo una tonta regla que la gente sigue porque somos educados por el porno y el machismo, así que...

—Suficiente, ya no quiero saber más —le paró el discurso, estaba demasiado sonrojado como para seguir hablando de ello y además sentía como si estuviera a punto de tener una erección.

—Cualquier otro día podemos hablar al respecto, pero también puedes investigar en internet.

—Sí, pero no hoy, mejor hablemos de otra cosa o me pasará algo vergonzoso —agachó su mirada. Por suerte, Monnie estaba sobre sus piernas y podía cubrir cualquier cosa que le sucediera allá abajo.

—Eres adorable —se enterneció y decidió cambiar el tema, era demasiada información para procesar en un solo día—. Bueno, entonces... hablemos de amor, yo tengo a Jackson desde hace algunos meses. ¿A ti te gusta alguien?

—No —mintió sin mirarlo a los ojos—. Bueno, me gustó una vez alguien en la escuela, pero a veces siento que nunca podré tener un novio, me da miedo acercarme a algún chico y que me rechace o se burle de mí. ¿Qué tal y me le declaro a un chico hetero?

—Eso es parte de amar, incluso para los heteros es difícil, Minnie. Algún día te aseguro que encontrarás a tu gran amor, será con quien querrás estar todo el tiempo, quien te hará sentir a salvo y feliz siempre, será esa persona por quien arriesgarás todo. Así como lo es Jackson para mí.

—¿Y cuándo será eso? —Preguntó impaciente y un poco celoso de Jackson—. Aquí en Busan obviamente no será, no podría tener novio a escondidas, no sé mentir y no quiero morir joven a manos de mi padre.

—Quizá tu gran amor está esperándote en Seúl —le animó.

—Para eso faltan muchos años aún —se cruzó de brazos, frustrado.

—Entonces tienes tiempo para practicar —bromeó, JiMin automáticamente pensó en sexo, besos y cosas morbosas, pero se limitó a sonrojarse y reír.

—Bueno, es cierto. ¿Pero cómo sabré si ese chico es de verdad mi gran amor? ¿Y si me equivoco y resulta mal?

—Un autor muy famoso escribió una vez: "Cuando el amor ha de ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer instante, como los pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asís", o algo así. Se llama destino, JiMin. El universo va a poner frente a ti a la persona especial con la que vas a pasar momentos inolvidables, entonces podrás entregarle todo de ti, pero debes ser paciente. Si vas muy deprisa sin prestar atención, te puedes tropezar. Recuerda no volar muy cerca del sol.

—Qué bellas palabras —suspiró, de pronto la ilusión del amor le llenó de esperanza—. Seré paciente, lo prometo. Gracias, de verdad. Hablar contigo siempre es agradable, me hace sentir que no estoy solo en esto.

—Y jamás lo estarás de nuevo, te lo prometo. Y si luego decides tener un novio a escondidas aquí, solo avísame y te cubriré —le guiñó un ojo, ambos rieron en complicidad.

     Ese día, JiMin pudo aceptar su verdad: sería casi imposible salir del clóset, pero decidió poner sus esperanzas amorosas junto con su objetivo más grande: estudiar medicina en la Universidad de Seúl.

     Con el paso de los días, JiMin se fue atreviendo un poquito más a investigar sobre su propia naturaleza. Dedicaba sus noches a navegar en internet, entre páginas, blogs, perfiles de gays famosos y de más, se llenaba de información y cada vez, la punzada en su entrepierna era más intensa. Nunca se había masturbado como tal desde que la pubertad atacó su cuerpo con poluciones nocturnas y el descubrimiento de su orientación sexual.

     Entonces, entre más investigaba, más le daba curiosidad explorar el mundo de la pornografía, aunque tenía muy presente las palabras de su amigo, que después le habló sobre chicos que se volvían adictos a la pornografía y dejaban de tener vidas normales. Hasta cierto punto, le aterraba eso, pero él se conocía a sí mismo y sentía que era capaz de tener autocontrol. Entonces, buscó información sobre el auto placer, consejos, técnicas, cosas que pudiera hacer para poder tocarse por primera vez y que todo saliera bien. Tras días de ardua investigación, el momento finalmente llegó, "los astros se alinearon a la perfección", como le gustaba decir a NamJoon.

     Sus padres decidieron salir a cenar solos y su hermana estaba en casa de una amiga teniendo una pijamada. Era su momento para descubrir su propio cuerpo.

     Recordando las instrucciones de NamJoon, cerró con llave la puerta de su habitación y, con los dedos temblando un poquito debido a la adrenalina, cliqueó la primera página de porno gay que encontró. Por un momento, recordó que debía usar audífonos, pero, a fin de cuentas, estaba solo, nadie podría escucharlo.

     Ante sus ojos aparecieron todas las opciones de videos que podía usar para masturbarse. Estaba ruborizado, se le complicaba alzar la vista hacia su pantalla y hasta se sentía algo culpable de hacerlo. En su mente se reproducían textualmente las palabras de NamJoon, sobre la falta de realidad que podía haber dentro de la pornografía, entonces decidió cerrar su portátil, desistiendo de darle su primera paja a un video. La vergüenza, la culpabilidad, lo lastimaban tras dejar de presenciar esas prometedoras imágenes de hombres besándose, tocándose y penetrándose. "¿Qué estoy haciendo?" se repetía a sí mismo, como si se regañara por tener algo muy natural a su edad: la curiosidad.

     Luego de unos minutos de pensar y ver el reloj, decidió que debía hacer algo con ese tiempo a solas, pues se le agotaba. Recordó haber leído en algún artículo, que las fantasías podían ser incluso más poderosas que el porno y que una imaginación activa era saludable incluso para la interacción en pareja. Así que decidió utilizar los únicos recursos que tenía en su mente, que le generaba un poco menos de culpa que ver porno.

     NamJoon en el parque, con los brazos salpicados de pintura, el sudor ciñendo la camiseta a sus abdominales marcados, sus pantalones ligeramente sueltos, permitiendo ver el elástico de su ropa interior. Comienza a quitarse la ropa, mira a JiMin con esa sonrisa traviesa, como si insinuara que va a engañar a Jackson con él en ese momento.

     Con sus ojos cerrados, la imagen se hizo más nítida y lo que antes fue temblor en su cuerpo por la culpa, se transformó en cosquilleos a la altura de su vientre. Decidió entonces quitarse la ropa, para cuando se retiró los pantalones, ya tenía una erección algo dolorosa que debía atender, pero recordó que aquello debía ser lento, paciente, para permitirse explorar y aprender de su propio cuerpo.

     Se recostó desnudo en su cama y sus manos parecían moverse solas sobre su pecho, sus piernas, abdomen, cuello, hizo ese recorrido con algo de torpeza, imaginando que era NamJoon el que le tocaba, pero no pudo pronunciar su nombre, pues se sentía incorrecto si lo hacía. Se limitó a jadear un poco, yendo esta vez un poco más cerca de su intimidad, rozando su pubis, rodeando sus bolas con una mano y acariciando su pene con suavidad solo por encima. En ningún momento se atrevió a abrir los ojos, todavía no tenía el valor para mirar su cuerpo, pero sí logró abrir sus piernas para alcanzar aquel lugar que le daba tanto miedo como curiosidad.

     Humedeció su dedo con saliva y llevó su mano entre sus piernas. Sintió directamente y por primera vez su ano. Le recorrió un agradable escalofrío y su cadera dio un respingo, su sonrisa delataba el disfrute que le provocaban esas cosquillas, así que siguió masajeando ahí, yendo y viniendo como había aprendido en la teoría. Sus manos eran las manos de NamJoon, lo imaginaba explicándole, hablándole al oído y siendo paciente con él mientras aprendía. Ese placer lo llevó a querer más, su otra mano rodeó entonces su erección, con su pulgar estimuló el glande y ese toque tan efímero le provocó su primer gemido.

     El calor le llegó hasta las mejillas y dibujó en él un rostro de puro y genuino goce, comenzó a bombear suavemente, con ambas manos ocupadas mantenía un ritmo constante al principio. Con su mente ocupada, la vergüenza y el pudor dejaron de abrumar el descubrimiento de su cuerpo, para dar paso a la experiencia más bella de su vida, hasta ese momento.

     Ensalivó su dedo nuevamente, ya estaba suficientemente excitado como para dar un paso más osado: penetrarse para buscar sus puntos sensibles. Se relajó tanto como pudo, respirando hondo y entonces su dedo entró. La sensación fue difícil de explicar, pero le gustaba, sobre todo al realizar el acto de meter y sacar. Su flexibilidad le permitía estirar suficiente su brazo como para llevar su dedo hasta el fondo, llegando a tocar por primera vez ese punto en su interior que le sacó su segundo gemido.

     En poco tiempo, su cuerpo estaba necesitado de seguir, así que solo hizo caso a su instinto, a su sexualidad floreciendo de verdad por primera vez. Tomó un ritmo constante con ambas manos, desvariando un poco en sus movimientos a medida que su clímax se acercaba. Cuando el momento llegó, tuvo que presionar fuerte con su dedo ahí adentro y eso fue todo. Un último gemido dulce se escapó de su boca cuando se dejó caer en la cama y entonces pudo abrir los ojos. Lo primero que vio al girar su cabeza, fue su reflejo en el espejo de la pared y, por primera vez, no sintió una pizca de vergüenza.

     Tras recuperarse de su primer orgasmo real, tuvo el valor de pararse frente a su reflejo y observarse con amor después de tantos años de reprimirse. "Este soy yo... y soy muy bonito", sonrió ante ese pensamiento vanidoso, se miró por largos minutos hasta que volvió a excitarse y el resto es historia.

     Con el tiempo, descubrió que quería sentir un poco más, así que se vio atraído por probar con el mango de su cepillo de dientes, al menos una vez a la semana cuando le tocaba estar a solas en casa, pero luego desarrolló una buena capacidad para permanecer callado al tocarse en su cuarto durante las noches y en la ducha. Pronto, masturbarse se convirtió en un ritual especial para él, acompañado de fantasías donde comenzó a incluir a NamJoon y, más adelante, a algún compañero del que llegara a sentir atracción.

     Pero el común denominador en todas sus fantasías, luego de caer rendido tras una sesión de auto placer, estaba siempre implícita la idea de que quería que el tiempo pasara pronto para irse a Seúl y poder entonces experimentar su sexualidad por completo con quien sería el amor de su vida. Con esa ilusión, dormía cada noche y le motivaba para guardar su secreto un día más.

     Lo deseaba tanto...




Para mis lectores viejos: quizá noten que hay algunas cosas diferentes, como la diferencia de edad entre JiMin y Nam, también le quité un poquito de cringe sin distorsionar la idea original de mi historia, habrá cambios, comprimiré algunos capítulos, pero les aseguro que se sufrirá igual esta historia, sin importar cómo esté escrita xD

Gracias por seguir aquí.

AgustDina









Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top