﴾44. Espíritu rebelde﴿




JiMin

     No sabía que era posible odiar y amar a alguien al mismo tiempo, pero es justamente lo que me está pasando con YoonGi desde hace una semana.

     Desde aquella vez en su casa con el peluche, no hemos tenido ni una tarde libre para continuar donde nos quedamos. Además, la carga de trabajo escolar me ha obligado a permanecer pegado en la biblioteca con mis amigos, estudiando y haciendo tareas en equipo. Pero cuando logro coincidir con YoonGi en una tarde libre, él prefiere hacer otras cosas cuando salimos juntos de la escuela, lo cual no me molesta para nada porque me ha permitido conocer un poco más sobre sus gustos personales.

     Descubrí que tiene una reciente fijación con el juego de cartas de YuGiOh, por lo que esta semana frecuentamos esa plaza para frikis donde fui a parar en mi primer día de clases, cuando me extravié. Resulta que hacen torneos los fines de semana y YoonGi está juntando cartas y practicando para venir a jugar. ¿No es lindo? Es decir, me fascina que tenga tiempo para ser brillante en la escuela y todavía le queden energías para estas cosas.

     En realidad, mis intereses nunca se han inclinado hacia ese mundo, yo soy más de ver series o películas, de leer sagas completas o planear tardes de spa o de cocina, como suelo pasar el tiempo a solas o con mis roomies. Creo que por eso me aburro fácilmente cuando lo acompaño. No entiendo las reglas del juego, pero me encanta ver cómo YoonGi se emociona cuando abre un paquete nuevo de cartas y le sale la que quería. También me gusta escucharlo hablar con los chicos de los puestos, aunque no entienda de qué hablan, me gusta ver a mi novio feliz, a pesar de que me siento como un bicho raro cuando sus conocidos de la plaza me preguntan mi nombre o si colecciono cartas también. Por suerte, YoonGi intercede por mí diciendo cosas como "a él no le interesa" o "ya me encargaré después de mostrarle cómo se juega". Y la verdad me alivia que lo haga, porque en realidad solo lo acompaño para pasar más tiempo con él.

     Además, YoonGi me dijo que le hace feliz que lo acompañe a hacer lo que le gusta aunque a mí no, y con eso yo estoy bien porque sé que de alguna forma estoy contribuyendo a que se sienta mejor, menos deprimido. Es lo justo, porque él me ha estado llevando a comer a lugares diferentes desde que empezamos a salir, compra toda la comida sin dejarme gastar un solo won, por lo que de cierta manera, yo le debo esto. Después de todo, en el amor siempre tienes que ceder un poco y anteponer a tu pareja para el bienestar de la relación.

     Y es lo que más quiero en este mundo, hacerlo feliz.

     Pero es aquí donde comienzo a odiarlo. Al encerrarnos en el auto, estacionados lejos para que no nos vea la gente de la escuela, nos besamos y acariciamos por encima de la ropa hasta que se nos alborota el cuerpo, pero antes de que yo pueda insinuarle que continuemos en su casa, él se detiene y me convence de pasar la tarde en los pasillos de esa plaza, lo cual me tiene con los nervios de punta, un poquitín frustrado.

     En consecuencia, mi cuerpo se ha convertido en una olla a presión. Cada vez que veo a YoonGi me entran las ganas de besarlo frenéticamente, arrastrarlo al baño y restregarme contra él. Sin embargo, él siempre parece tranquilo a pesar de termina tan excitado como yo cada que nos besamos en el auto. Es curioso porque actúa con una serenidad desesperante, como si no estuviera necesitado y eso es lo que me tiene tan frustrado, en espera de que él responda a mis súplicas, pero no soy capaz de decirle lo que quiero. Ni siquiera he sido tan valiente como para tocar el tema de esa vez con el peluche. ¿Qué me sucede? ¿Y qué le sucede a él? Quisiera decirle algo, pero temo disgustarlo si le pido cambiar el plan e ir a su casa en lugar de a esa plaza que apesta a pies y sudor.

     Volviendo al tema, no solo mi cuerpo ha estado hipersensible estos días, también mi mente. No hay forma de censurar esos recuerdos y fantasías durante el día y mucho menos en la noche. Masturbarme ya no es suficiente, me siento como un jodido adicto. Una vez que tuve una probadita de lo que puede hacer YoonGi con esa boca y esas manos... ¡Dios, no puedo dejar de pensar en él! Hasta me siento culpable de desearlo tanto.

     Además, esta moda de los unicornios se salió de control. Entro a redes sociales y están por todos lados. Nunca falta quién cargue una mochila, un bolígrafo o cuadernos llenos de arcoíris y brillitos. Debo ser demasiado pervertido o no sé qué pasa conmigo, porque cuando veo unicornios solo hay una cosa en mi cabeza: YoonGi.

     YoonGi tocándome, haciéndome sexo oral, tomándome por la cintura para balancearme sobre el peluche.

     YoonGi mirándome mientras se masturba y luego corriéndose descaradamente frente a mis ojos. Dios... es la pura perdición.

     Él ya se adueñó de mí y no podría sentirme más feliz, lo amo, lo adoro con todo mi corazón, pero las malditas ganas me abruman y presiento que no van a dejar de atormentarme hasta que por fin lo hagamos. Sí, no encuentro otra solución. Él empezó esto y yo, desde hace mucho, tenía el presentimiento de que iba a volverme una especie de adicto al sexo en cuanto lo probara por primera vez. Y si así quedé de deseoso con lo que me hizo... no sé qué pasará cuando por fin consumemos el acto.

     Tiene que ser hoy. Lo quiero, lo necesito. Voy a tragarme mi miedo a echarlo a perder y, si todo sale bien, terminaré tragándome otra cosa...





— ¡JiMin! —Grita Jin desde el piso de abajo— ¡Ven a desayunar, que se hace tarde!

     Me apresuro a acomodarme el uniforme y bajo ya con mi mochila y mi suéter en mano. Afuera está lloviendo y el clima es ligeramente frío, perfecto para mí. Bajo las escaleras y me encuentro con la sorpresa de que NamJoon nos acompaña a desayunar, lo cual es una maravilla porque significa que esos dos anoche llegaron muy tarde de tener una hermosa cita en la ciudad o en el departamento de Nam. Verlos juntos me llena de amor, felicidad y esperanza.

— ¡Nam hyung! —Tiro mis cosas en el sillón y lo abrazo, él me aprieta contra su pecho revuelve mi cabello, igual a cuando yo era más pequeño.

—Hola, Minnie. ¿Cómo has estado? ¿Cómo van las cosas con YoonGi? —Se separa de mí y ambos tomamos asiento en el comedor.

—Bien, hyung —respondo sonriente—. Todo ha ido de maravilla con él.

— ¿¡Ya te acostaste con él!? —Escucho a alguien gritar desde la cocina, y no podría ser nadie más que...

—Cállate y ve a servir el café, HoSeok —escucho los regaños de Jin y me río de él en silencio, pero a la vez me sonrojo porque... ¡YoonGi! ¡Ya deja de aparecer en mi cabeza masturbándote! ¡YA BASTA! ¡ME VOY A VOLVER LOCO!

— ¿Por qué te pusiste tan rojo, Minnie? —NamJoon me mira con una sonrisa acusatoria.

—Eh, yo...

—Silencio todos y a desayunar —interrumpe Jin, volviendo de la cocina con un enorme sartén caliente con estofado y todos enmudecemos, llenamos nuestros tazones mientras HoSeok sirve café, luego el silencio es interrumpido solo por las cucharas y los sorbos. De pronto, el ambiente se tensó de la nada.

     Jin luce algo malhumorado esta mañana, no hace contacto visual conmigo ni me regaña porque no me he puesto mis lentes o porque me levanté algo tarde, pero eso no me hace sentir mejor o más aliviado, al contrario, siento que está enfadado conmigo.

— ¿Estás bien, Jin hyung? —Pregunto, siendo cauteloso. ¿Por qué de pronto me siento tan tímido?

—Estoy bien —responde casi inaudible, con su atención bien centrada en su comida.

—Jinnie, ya dile —Nam le pone la mano en la barbilla y la acaricia un poco, haciéndolo sonreír por un segundo. Entonces sí soy yo el causante de su mal humor. ¿Ahora qué hice o qué olvidé hacer?

—No tiene caso, Namu —le contesta con dulzura, pero permanece indiferente conmigo.

— ¿Qué sucede aquí? —Me atrevo a preguntar, causando que Jin resople y tense su mandíbula, además HoSeok agacha demasiado su vista y noto que sus mejillas se ponen rojas, señal de que está nervioso y de que, en efecto, no hay buenas noticias.

—Tu padre ha estado acosándome con llamadas estos días y ya no lo soporto.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué te ha dicho?

—Me exige que le diga a qué hora llegas y qué haces por las tardes —explica con un claro enojo, uno que nunca había visto en él, incluso evita mi mirada.

— ¿Por qué no me lo habías dicho?

     Ahora sí estoy jodido. Mi apetito se esfuma de pronto y siento la sangre hirviendo por una extraña emoción que me nace desde el estómago. Es ira. Cómo odio a mi padre.

—Te lo estoy diciendo ahora. Y ya no te puedo cubrir, JiMin. Habla tú mismo con él porque no me quiero meter en eso, no quiero perjudicarte de ninguna manera. Te adoro y eres un buen chico, sabes que puedes contar conmigo siempre, pero esto me sobrepasa, tu padre es demasiado autoritario. Si no vas a contestarle las llamadas, al menos avísanos en el chat grupal que llegarás tarde a casa para cubrirte con alguna mentira. No falta mucho para que empiece a acosar a Hobi.

—Pero no le puedo decir... Es obvio que no puedo decirle la verdad.

—JiMin, tienes que inventar algo creíble entonces —agrava su voz y enfoca su vista en mí, es muy imponente, intimidante—. En este momento no puedo interceder más y lo siento mucho, pero tengo otros problemas que requieren toda mi atención. Sabes que ahora no tengo trabajo y debo averiguar qué hacer con mi vida, no puedo estar en todo al mismo tiempo. ¿Puedes entenderme?

—Perdóname, lo siento tanto, me haré cargo, lo prometo —con lágrimas impidiéndome ver claramente, me levanto de la mesa sin terminar la comida, estoy demasiado apenado como para permanecer frente a ellos.

     Estoy a punto de explotar de rabia. ¿Por qué mierda mi padre se mete de esa forma en mi vida? A mí que me diga todo lo que quiera, pero meterse con mis amigos ya es otro nivel de exageración, especialmente con Jin que está tan vulnerable ahora. No puedo expresar con palabras claras lo mucho que odio a mi padre en este momento.

     Siento otra vez esas punzadas extrañas en mis manos mientras mis lágrimas caen, mis pensamientos están hechos un desastre y al mismo tiempo intento levantar mis cosas para irme a la escuela. Pero para cuando tengo la mochila puesta, listo para salir, Jin se apresura a envolverme en sus brazos.

—Perdón por hablarte así, no es tu culpa —me aprieta contra él, con tanto amor que me hace sentir culpable. No merezco esas disculpas, soy yo el que debe rogar por su perdón.

—Sí lo es. Es mi culpa porque no le he contestado las llamadas cuando estoy con YoonGi, a pesar de lo mucho que me ha advertido, perdón, hyung, no quería incomodarte, en serio —a pesar de que estoy avergonzado, este abrazo me provee de esa seguridad tan característica de Jin.

— ¿Por qué no le contestas y ya? —Se separa de mí y nos miramos por fin a los ojos, ya no está enojado, se ve preocupado y a punto de llorar conmigo.

—Porque es un loco del control y me pregunta dónde estoy, con quién, qué estoy haciendo, qué hay a mi alrededor y por qué se me tiré un pedo sin su permiso. Me pone demasiado nervioso cuando me interroga, como si me estuviera observando de lejos —le explico entre lloriqueos, me río por lo ridículo que suena, pero tristemente así es. Él ríe un poco, al igual que NamJoon y HoSeok; la tensión entre nosotros se desvanece y los otros dos nos alcanzan en la sala para brindarme contención.

—Creo que con una vez que le contestes estarás bien. Eres estudioso, siempre puedes decirle que estás en la biblioteca o que sigues en la escuela y estoy seguro de que te creerá —me aconseja NamJoon

—Sí, después de todo no es como que no estés estudiando, seguro que YoonGi y sus clases de anatomía son muy interesantes —se burla Hobi, recibiendo de todos una mirada desaprobatoria, pero dura un segundo porque todos estallamos en risas y yo no puedo evitar el sonrojo porque tiene un poquitito de razón.

—Terminemos de desayunar —ordena Jin—. ¿Quieres que te llevemos a la escuela o vendrá YoonGi por ti? Está lloviendo mucho, no deberías ir en bus hoy.

—Iré con ustedes, anoche me dijo que no podría venir, tiene clases hasta más tarde —le doy un pequeño abrazo más a Jin antes de sentarme. Todo entre nosotros se siente más ligero y agradable, libre de tensiones.

     La conversación gira en torno al clima y a lo que haremos de cenar, lo cual agradezco porque si vuelven a mencionar a YoonGi, no respondo de lo que pase entre mis piernas.

     No pude ver a YoonGi durante el fin de semana, a penas y pudimos hablar por mensajes porque tuve demasiada tarea. Pero hoy no voy a dudar en pedirle lo que quiero, aunque me muera de vergüenza. Justo ahora me gustaría tener tiempo para sentarme a solas con NamJoon y pedir su consejo, porque no sé si es normal que me sienta tan necesitado.

     Supongo que tendré que arreglármelas solo y seguir mi instinto mientras encuentro un momento a solas con mi mejor amigo, pero no lo culpo porque sé que está muy ocupado mimando a Jin.

     En estos momentos, el amor es prioridad.





—Tenemos que hablar seriamente contigo.

     Mis amigos se ven algo molestos, de pronto me rodean y quedo arrinconado entre ellos y la pared. Las clases han terminado por hoy y todo el mundo parece apresurado por salir, excepto ellos.

— ¿Qué sucede?

— ¿Qué demonios está pasando contigo? —Reclama SeulGi, cruzada de brazos.

— ¿A qué te refieres? Últimamente me pasan muchas cosas —les ofrezco la sonrisa más forzada que puedo, porque sé hacia dónde va esta conversación. Tarde o temprano iban a notarlo.

—No te hagas pendejo, JiMin, sabes muy bien de qué te estamos hablando —TaeMin me tuerce los ojos.

—Eh, no lo creo, sé más específico.

—Te sacaron dos veces de clases la semana pasada, te desapareces en los recesos, has estado embobado en clases y no has terminado tu parte del trabajo de la clase del profesor Kyunhyun. ¿Así o más específico?

     SeulGi se pone roja del enfado al enlistarme todos mis errores y conductas de los últimos días. Siento la mirada de ambos quemarme. Demonios. ¿De verdad he hecho todo eso? Estoy consciente de que me han sacado de clases por inatento, pero lo demás ni lo tomé en cuenta. Antes de que pueda explicarme o inventar una excusa, TaeMin interviene.

—Sabemos que se trata de YoonGi, estás así desde que son novios y...

—Está bien que estés enamorado —interrumpe SeulGi, su mirada hacia mí es menos severa—, pero estás descuidando la escuela y eso no está bien. Nosotros...

♫Don't leave me, now believe, hashirida...

     Mi teléfono suena sobre mi butaca y ambos me queman con sus miradas al ver en la pantalla el nombre de YoonGi.

♫No ending kimi wa boku no kodō...

—No le contestes ahora, estamos teniendo una conversación seria —regaña ella mientras la canción sigue sonando y la comezón en mis manos es cada vez más fuerte por la necesidad de contestarle. No puedo ignorarle una llamada. Intento tomar el teléfono, pero TaeMin lo secuestra y rechaza la llamada. Mierda, YoonGi se va a enojar.

— ¡Oye, regrésamelo! —Intento alcanzarlo de su mano, pero SeulGi me empuja bruscamente el pecho y vuelvo a caer sentado en la butaca.

—No hasta que nos prometas que te vas a aplicar —regaña TaeMin—. Esta carrera no es fácil ni barata, Park JiMin.

—Promételo —exige SeulGi.

— ¡Lo prometo! ¡Dejen de actuar como unos bobos! —Me río intentando alcanzar el teléfono que empieza a sonar otra vez. Esta vez TaeMin me lo da y contesto, ignorando a este par que me empiezan a mirar feo otra vez.

— ¿Qué pasó, amor? Perdón por no...

Ven al baño del edificio E —me interrumpe, su voz suena plana, sin emoción... Mierda, está enojado.

— ¿Está todo bien?

Sí, ven al baño ya, tenemos que hablar.

     Mierda, mierda y más mierda. Eso no sonó bien.

—Voy —cuelgo y me levanto a toda velocidad—. YoonGi me necesita —les digo a mis amigos, quienes se cruzan de brazos otra vez y demandan algo de mí con sus miradas, pero debo ir con mi novio. Ese "tenemos que hablar", no sonó nada bien.

—Claro, abandónanos otra vez —reclama TaeMin.

— ¡Prometo ponerme al corriente! Te mandaré mi parte del trabajo esta noche, te lo prometo. Nos vemos, chicos, gracias por entender.

     Sin esperar a que respondan, corro fuera del salón tan rápido como puedo por los pasillos y las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos por el frío y... "Tenemos qué hablar".

     Maldita sea. ¿Estará enojado porque no le contesté la primera llamada? Seguro me va a cortar, seguro se dio cuenta de que no soy suficiente para él, seguro que no he logrado mi objetivo de hacerlo feliz. ¿Por qué soy así? ¿Por qué no soy capaz de hacer feliz a alguien?

     Relájate, JiMin. Debe haber alguna explicación. No te alteres, sólo entra al baño, respira y bésalo. Sí, bésalo. Los besos y los abrazos siempre lo arreglan todo.

—Ya era hora —reclama en cuanto entro, está recargado en el lavabo y viéndose al espejo.

—Hola, Yoonie. ¿De qué tenemos que hablar? —Intento sonar tranquilo y alegre, pero estoy que me comen los nervios.

—Ven aquí —extiende su mano y conecta su mirada con la mía. Siento algo extraño entre nosotros.

     Al tomar su mano, tira bruscamente de mí. Lo siguiente que sé es que me tiene pegado a él, besándome intensamente al abrirse paso en mi boca con su lengua y... Por el amor de todos los dioses, me está apretando el trasero con ambas manos y... ¡Ah, mierda!

     Tiro mi mochila al suelo y me dejo llevar por la excitación tan inesperada de este encuentro. ¿Por qué pensé siquiera que algo malo iba a pasar? Me caliento más rápido que unos fideos instantáneos y mi entrepierna se siente palpitar poco a poco.

     Estoy tan excitado que no me importa correr el riesgo de que alguien entre y nos descubra. Me restriego contra él, respondiendo a sus insistentes manos que provocan en mí montones de pensamientos indecentes. Lo pego a mi cuerpo, abrazándolo por la cintura y muerdo fuerte su labio cuando su cadera empieza a tomar el mismo ritmo que la mía, haciendo chocar nuestras erecciones por debajo de la ropa.

     Su habilidosa lengua se pasea por todos los rincones de mi boca, todo él me invade, sus manos avanzan bajo mi pantalón y me estremezco porque están algo frías, pero las recibo con un agudo gemido y toda la apertura posible, quiero que me posea por completo. Cuando sus manos se han calentado debajo de mi ropa, amasa suavemente mi trasero, erizando hasta el último vello de mi cuerpo. Ya no puedo más, es ahora o nunca.

—Yoon... Yoon, espera —detengo el beso, dejando caer un poco de saliva sobre nuestras ropas.

— ¿Qué? —Pregunta algo disgustado.

—Aquí no, nos podrían encontrar y... ¡Hey! ¿¡Qué haces!? —Importándole poco mi advertencia, abre repentinamente mis nalgas y acerca sus dedos a esa zona...

—Te quiero ya —jadea y ataca mi cuello con pequeños besos, dejándome indefenso al mismo tiempo que roza con la punta de sus dedos más y más adentro... Mierda, si me supiera el nombre de todas las deidades del mundo, las gritaba en este momento por el abrumador placer que me provoca ese insignificante toque.

—Pero... estamos en la escuela.

—Vamos a mi casa —susurra contra mi cuello, suficiente para hacerme estremecer, arquear la espalda y ahogar un gemido que necesito sacar... pero aquí no.

— ¿No tienes clas...? ¡Ah, YoonGi, para! —Siento uno de sus dedos acariciar sobre mi ano, haciendo presión como si quisiera penetrarme. Y deseo tanto que lo haga, pero no aquí.

—Vamos a mi casa —repite. Saca sus manos de mi ropa, dejándome con unas ganas terribles de más, pero aliviando mi miedo a que nos encuentren. Me mira a los ojos y el maldito deseo está que se desborda por su rostro enrojecido. Dios... se ve tan sensual cuando me mira así, lascivo y provocativo.

—Pero... ¿ya terminaron tus clases?

—No, me falta una hora, pero a quién le importa, mi padre es el rector.

—Eres un tramposo, YoonGi, no deberías...

—JiMin —interrumpe, toma de nuevo mi cintura y habla contra mi cuello—. Estoy caliente y tengo la casa sola. Pero si quieres comportarte como una jodida mamá y obligarme a tomar mi clase ahora, puedo irme, solo te advierto que no tendremos otra oportunidad así.

—Vámonos.

     Sé que esto está mal, no me gusta que se salte sus clases, pero mi bello novio tramposo tiene razón. Sin pensarlo más, salimos del baño casi corriendo. Empezó a llover otra vez y tenemos que aumentar la velocidad para refugiarnos pronto en el auto, aunque no sirvió de mucho correr porque de todas formas nos empapamos de pies a cabeza.

     Esto está mal, muy pero muy mal. Yo no debería ser la razón por la que YoonGi se salte sus clases, me siento como una mala influencia o algo así. Sé que ha hecho esto antes, el faltar a sus últimas clases para coincidir conmigo y llevarme a comer, pero salirse de la escuela solo para tener sexo... se siente prohibido.

     Pero entre más nos alejamos de la escuela, él se pone más travieso con sus toques furtivos, cada semáforo en rojo es una oportunidad para besarnos, tocarnos por encima de la ropa y comunicarnos con la mirada lo deseosos que estamos el uno del otro.

     Ya todo me importa una mierda, lo voy a hacer. Además, YoonGi me ahorró la incomodidad de pedirle esto, surgió de él y por eso es que debo aprovechar esta gran oportunidad.

     Es ahora o nunca, mi gran momento ha llegado.






La canción que Jimin le tiene como tono a Yoongi es "Don't leave me", parte del álbum en japonés "Face Yourself".

Gracias a quienes están apoyando la resurrección de este fanfic flopero <3

AgustDina




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