﴾41. Our time now﴿
[♥]
Y es que resulta que a mí el crimen
me pilló masturbándote,
amor,
o masturbándome pensando en ti.
Como si hubiera diferencia.
Como si no fuera lo mismo
amarte, amarme y amarnos.
Como si fuera posible soltarte.
No lo sé,
pero desde que te quiero
mis manos están preciosas.
(Elvira Sastre, Baluarte)
SeokJin
Llevo ya casi un mes en terapia y puedo decir, con orgullo, que es la mejor decisión que he tomado, pero es gracias a que NamJoon me alentó a ir. De no haber sido por él, probablemente todavía estaría debatiéndome y negándome a vivir esa experiencia, seguiría pensando que es una pérdida de tiempo y que eso no va a ayudarme más que un medicamento. Pero qué equivocado estaba. Además de que ByulYi es encantadora, también es muy inteligente y directa, pues poco a poco me ha hecho bajar las defensas sin darme cuenta en el momento, hasta que la sesión termina y me percato de que hablé un montón.
Si bien, no he tocado tan a fondo el tema de mi familia y lo de mi intento de morir, he progresado mucho en otras cosas. Pude contarle a la terapeuta un poco de lo que ha sido mi historial en el tema del amor (sin los detalles escabrosos, por lo pronto) y lo que está pasando ahora con NamJoon. Tras hablarlo repetidas veces y llorar en cada sesión, he aprendido muchas cosas que no sabía de mí mismo y de las relaciones humanas en general.
Usualmente, soy introspectivo y tiendo a sobrepensar, trato siempre de buscar el porqué de las cosas hasta que mi cabeza se convierte en mi infierno personal. Pero la terapia me ha ayudado a ponerle un orden, a convertir ese infierno en algo llevadero y he entendido que la forma en que soy es la consecuencia de toda esa falta de amor que sufrí en el pasado. El vivir bajo el yugo de las altas expectativas y el rechazo constante, me volvió vulnerable y terminé aceptando en mi vida cualquier relación que me diera lo mínimo, pero no lo suficiente. Mis padres, a quienes nunca les importó una mierda lo que pasara conmigo, fueron los principales culpables de lo que soy ahora.
Entendí que esa necesidad mía de ser aceptado fue lo que me llevó a sobreproteger a mis seres queridos, pero también fue la causa de la codependencia que tuve hacia JungKook y justamente del miedo que tengo de que lo mío con NamJoon no funcione. El vivir desolado y sin alguien que me amara, me orilló a retener celosamente mis vínculos y a crear una imagen perfecta de mí mismo para el mundo, porque deseaba muy en el fondo ser importante, recibir la atención que nunca tuve a través de la fama que me dio mi talento para cocinar y de que mis chicos se volvieran dependientes de mí, de alguna manera. Por eso me he esforzado por complacerlos, controlarlos y meterme tanto en sus vidas como para que me sientan indispensable.
ByulYi dijo que todos esos mecanismos de defensa me sirvieron en su momento para formar la familia que tengo ahora y para mantenerme firme ante las adversidades, pero que quizá es momento de cambiar eso por el bien de mi relación con NamJoon y conmigo mismo. También me hizo entender que eso no significa que deben dejarme de importar los demás o que debo forzarme a cambiar de la noche a la mañana, insistió en que debo tratarme con compasión y ternura, que debo darme todo ese cariño que mis padres nunca me dieron y, en resumen, yo debo ser ahora mi propia madre y mi propio padre, llegó el momento de tratarme como siempre quise ser tratado y dejar de exigirme tanto, tan solo permitirme sentir todas esas emociones reprimidas, pedir ayuda cuando la necesito, mostrarme vulnerable si es necesario y darme todas esas palabras de amor que me faltaron.
Nunca antes había llorado con tanto sentimiento, esa última sesión en especial fue difícil porque sentí como si mi corazón estuviera lleno de compuertas de acero y, a medida que avanzaba y lloraba, se abrieron una por una hasta encontrar muy en el interior a ese pequeño SeokJin herido que no tuvo amor.
Y así como entendí que el amor hacia mí mismo debe ser paciente y maternal, también comprendí que con NamJoon el amor debe ser más maduro y menos centrado en solo cuidar y complacer, lo cual me pone en un plano algo contradictorio, pero ella dijo que esa disonancia era normal en mi proceso y debía ser paciente; también dijo que es importante seguir mi instinto, escucharme a mí mismo y aprender a distinguir cuando estoy siendo celoso, posesivo o dependiente de Nam. Para llegar a esa conclusión, tuve que hablar un poco sobre el tema de mi intento de suicidio, le expliqué a Byul que temo confundir mi agradecimiento con amor, como si le pagara esa enorme deuda con cariño, atenciones y sexo.
Y tras cuatro tortuosas sesiones, llegué a una conclusión: amo a NamJoon. Lo amo con cada fibra de mi ser y quiero que sea mi pareja. Ya no me importa pensar en el tiempo que llevamos conociéndonos, que es relativamente poco, lo único que quiero ahora es dar ese gran paso importante porque me siento seguro de mi decisión.
Esta noche se lo voy a preguntar.
Lo tuve que obligar a que se fuera a su departamento temprano por la mañana, él se quejó porque es sábado y quería continuar con lo que dejamos inconcluso anoche. Casi tuvimos sexo, casi, de no ser porque los chicos nos sacaron de la habitación para ver una película todos juntos en la sala y, para cuando volvimos a la habitación, ya era muy tarde y nos quedamos dormidos casi al instante.
Por supuesto que quería reanudar aquello esta mañana, pero le di más importancia a todos los preparativos para hoy. Si todo sale bien, continuaremos con lo de anoche y lo compensaré gratamente por la espera.
En torno a ese deseo, hice un montón de cosas por la mañana, incluida una visita al laboratorio de análisis clínicos, pero lo que más me costó fue armarme de valentía para ir a la jodida estética, pues mi cabello estaba hecho un desastre, demasiado largo y poco manejable, ya que no lo he cortado desde lo que pasó y crece muy rápido para mi gusto. Contrario a lo que esperaba, Seonghwa me recibió con los brazos abiertos y montones de palabras amorosas, de cuánto me había extrañado y que no creía nada de lo que los medios decían. Le agradecí infinitamente y me permití llorar un poco por el gusto que me dio su calidez tan familiar.
Me sentí como en casa de nuevo, así que pedí su consejo para mejorar mi apariencia y aunque su sugerencia me espantó un poco, la acepté. Tiñó mi cabello de un bonito castaño y me hizo una base muy ligera, lo suficiente para alborotar mi cabello sin que se me vea tan grande la cabeza. Aunque tardé en acostumbrarme, me gustó bastante tras mirarme unos minutos en el espejo.
Dejé la estética, llevándome conmigo mucho amor y energías bonitas que Seonghwa me contagió, siempre ha sido un buen amigo y es de los pocos dentro de mi reducido círculo con quienes salí del clóset desde el principio. Todavía me apena mucho no haberlo visitado antes, pero supongo que iré recuperando esas pocas amistades lentamente. Y hablando de amistades, tras volver a casa llamé a HongJoong, nervioso por lo que pudiera decirme. Pero encontré una voz llena de emoción por escucharme y montones de palabras tan bonitas como las de Seonghwa.
Hong se alegró mucho de que lo buscara tan repentinamente y de que su hermana fuera mi terapeuta, dijo que estaba esperando una visita mía a su café, así que de primera instancia le pregunté si no había problema en que llevara a mi futuro novio a una cita ahí esta noche. Gritó de felicidad y mil veces me dijo que éramos bienvenidos y que su café era un lugar seguro para parejas LGBT. Si bien, nadie era abiertamente gay en el restaurante, siempre noté en Hong una vibra bastante homosexual de la que nunca hablamos, pero sí llegó a pedirme un par de consejos de amor cuyo pronombre era un misterio. De alguna manera, nos percibíamos el uno al otro como un espacio seguro sin tener que pronunciar un "soy gay" para entendernos.
Me sorprende cómo el mundo me cerró las puertas de manera abrupta y ahora, tras un mes del escándalo, siento que la gente está olvidándose de mí poco a poco. Sin temor a equivocarme, pienso que así es mejor, prefiero ser enterrado de la vista pública antes que volver a ser el foco de atención, así que está bien para mí tener pocos amigos ahora, porque son genuinos y es todo lo que necesito. En lugar de enorgullecerme por los halagos de desconocidos, prefiero rodearme solo de quienes me aman de verdad porque me conocen.
Ya casi estoy listo para ir por NamJoon a su departamento. No sabía bien qué usar, porque en realidad jamás tuve una cita como la que voy a tener hoy: algo normal, solo ir por un café y un postre con el hombre que amo. Opté por un suéter blanco de textura afelpada que combina muy bien con mi cabello levemente esponjado, mis simples pantalones de mezclilla y tenis, nada muy serio para el lugar al que vamos. De todas formas, me siento muy bien en esta apariencia. El yo de ahora, por increíble que parezca, se ve más sano que antes. Incluso mis mejillas se ven un poco más rellenas, señal de que los cuidados de NamJoon y de los chicos han funcionado, ya que no me han dejado saltarme ninguna de mis comidas. A pesar de que trabajaba rodeado de alimentos, solía olvidarme de comer suficiente o le daba prioridad a otras cosas, poniendo mi trabajo muy por encima de mis necesidades básicas. Me doy cuenta de que antes no me procuraba a mí mismo y ahora lo estoy haciendo más que nunca, con ayuda de los demás. El yo de ahora es el producto del amor que me rodea, sin duda, me siento orgulloso de decirlo de esa manera.
Antes de salir de mi cuarto, me aseguro de que llevo en mi bolso todo lo necesario para hoy. Me apena un poco decir que compré condones y preparé una que otra cosita para esta noche, pero hay un instinto dentro de mí que me dice que está bien. Curiosamente, me he sentido más deseoso sexualmente, como si algo se hubiera desbloqueado por arte de magia y mi libido fluyera sin problemas, sin embargo se siente extraño porque es demasiado nuevo.
Desde aquel sábado en su departamento, hemos estado más mimosos. Él no pierde la oportunidad para manosearme cuando estamos solos y nos hemos regalado muy buenos orgasmos antes de dormir las veces que se ha quedado en mi casa o yo en su departamento, pero nada más allá de las manos, ni siquiera nos hemos visto desnudos a plena luz. Es una experiencia un tanto ajena a mi vida sexual en el pasado, porque todo con él es lento y agradable, paciente y lleno de mimos, como si cada vez que nos metemos debajo de las mantas se tratara de una aventura desconocida que me hace sentir como un principiante.
Cuando le conté sobre esto a Byul, ella dijo que era normal sentirme así, como si todo fuera nuevo, porque todo gira nuevamente a la falta de amor y cuidados que tuve, por eso es que ahora que NamJoon me da cariño y placer al mismo tiempo, mi cabeza no sabe cómo procesarlo y mi cuerpo reacciona demasiado. De todas maneras, me alentó a avanzar poco a poco cada vez, así que esta noche estoy listo para dar el gran paso. Por eso es que llevo dentro de mi bolso, además de los condones, un sobre con algo que quiero darle a él para demostrarle que lo nuestro va en serio. Muy, muy en serio.
Respiro hondo y finalmente tomo mis cosas, bajo las escaleras encontrando a los chicos viendo una película. Me despido tímidamente, ellos se burlan un poco de mí, pero me desean toda la suerte del mundo y me llenan de abrazos antes de irme.
El camino hacia NamJoon se siente algo lejano, pero es porque estoy ansioso por verlo, incluso mi respiración se siente agitada, mi pecho no puede con toda la emoción que llevo cargando conmigo. Es hasta que me estaciono frente a su complejo de departamentos, que logro respirar normalmente. Temblando un poco, me bajo y camino hacia su puerta. Toco el timbre, notando que incluso mis dedos se mueven inestables debido a los nervios. Pero son nervios bonitos, llenos de ilusión y amor.
Él abre la puerta y, al mirarme, sus ojos engrandecen al igual que su sonrisa, asombrado por lo que ve.
—Jinnie, no puede ser.
— ¿Qué pasa?
—Te ves como un príncipe —me jala de la cintura para besarme, lo hace lento, encargándose de mirarme bien antes de robarme un beso tras otro.
—Claro que no, qué cosas dices —me río con cierta pena, porque su halago es demasiado dulce.
—Digo solo lo que pienso, te ves hermoso. Valió la pena que me echaras tan temprano de tu casa hoy.
—Namu, todo lo que va a pasar hoy es gracias a que te boté temprano a pesar de tus quejas —bromeo con él, besándolo también.
— ¿Qué planeas?
—Ya lo verás —le guiño, provocándole una bonita frustración que, sinceramente, disfruto porque me encanta la idea de tenerlo esperando por algo importante.
—Vámonos, mi príncipe, no quiero esperar más.
—Impaciente y cursi, te haré esperar más si me sigues haciendo sonrojar —lo molesto apretando sus mejillas, él ríe en respuesta.
Entre risas y tonterías, subimos a la camioneta y tomo el rumbo hacia el café de Hong. Él no para de preguntarme cosas durante el camino. Que si a dónde vamos, que si por qué me veo tan bonito con esta apariencia nueva, que si quizá debió ponerse otra ropa... me causa tanta gracia y ternura, sobre todo porque eligió su ropa intentando ser casual, pero se nota que le puso esfuerzo porque a pesar de que viste holgado como siempre, su cabello se ve más arreglado y puedo jurar que se arregló las cejas porque su mirada luce más atractiva. Se ve precioso, de todas maneras, con lo que se ponga.
Finalmente, llegamos al lugar. Por fuera, se ve bastante normal, las ventanas están cubiertas por un papel semi opaco que no permite imaginarse mucho lo que hay adentro, pero una vez que entramos, me encuentro con la maravilla de que todo está decorado con arcoíris y todo tipo de banderas de diversidad. Y detrás de la barra, se encuentra Hong, mirándome con una sonrisa vidriosa que me genera un montón de nostalgia y cariño.
— ¡SeokJin-nim! —Corre hacia nosotros, abrazándome a penas me ve.
— ¡Hong! —Le saludo con cariño, apretándolo un poco antes de separarnos. Él nota la presencia de NamJoon y se cohíbe un poco, pero le sonríe y ambos se dan la mano.
—Me da mucho gusto tenerlo aquí, le he reservado a usted y a NamJoon hyung la mejor mesa del lugar.
—Hong, cariño, tutéame por favor, además Namu es menor que tú.
—Oh, una disculpa, lo siento —hace un par de reverencias, las cuales yo detengo cariñosamente, tomándolo por los hombros, porque no quiero que se sienta apenado para nada.
—Tranquilo, no pasa nada. Los presento formalmente, Hong, este es Nam, el chico con el que estoy saliendo. Nam, este es Hong, el que fue mi dongsaeng favorito en el restaurante y además es el hermano de mi terapeuta, como te había platicado.
—Mucho gusto en conocerte, gracias por recibirnos, tu local es muy bonito —Nam, sin previo aviso, abraza a Hong. Verlos amistarse de esa manera me hace muy feliz, pues mi pequeño amigo lo recibe sonriente y cariñoso.
—Gracias, vengan, los instalaré en su lugar.
Ambos lo seguimos hasta el fondo del lugar, cruzamos una puerta que nos lleva hacia el jardín más bonito que he visto en mi vida. Los sillones y mesas están distribuidos acogedoramente alrededor de un patio lleno de macetitas con todo tipo de plantas, luces colgadas en un techo de vigas de madera que permite mirar al cielo y encontrarse con la luna y las estrellas.
—Este lugar de aquí me gustó para ustedes, pero pueden elegir otro si prefieren —nos señala una mesa con dos sillas que se ven muy cómodas y acolchadas.
—Aquí está perfecto, Hong, muchas gracias.
—Tomen asiento, yo mismo les serviré hoy, son mis comensales especiales. Toquen este botón en la mesa cuando estén listos para ordenar, vendré rápido —con una enorme sonrisa, se despide de nosotros.
Noto que en este jardín hay otro par de parejas que, por lo que veo, son como nosotros, diversos. Además se muestran afecto, por lo que eso me alivia ya que en algunos otros lugares no está bien visto ni siquiera tomar la mano de tu pareja.
Nam está cómodo y me lo hace saber, pues también nota lo mismo que yo, así que no pierde el tiempo, mientras vemos la carta y elegimos, me toma de la mano y besa mis nudillos ocasionalmente. Tras llamar a Hong y hacer nuestro pedido, me armo de valor para lo que estoy por decir, pues no pienso esperar a que terminemos de comer para esto. Tiene que ser ahora.
—Namu, tengo que hablar contigo —lo tomo de ambas manos, mirándolo con más seriedad de la que esperaba.
—Oh, ¿está todo bien?
—Sí, lo está. Perdón si lo hice sonar mal, es que estoy nervioso —suavizo mi tono, riendo un poco por la preocupación en su cara.
—No pasa nada —lo noto relajarse, pues sus hombros se ven menos rígidos—. Dime, te escucho.
—Primero, quiero darte las gracias por ser tan paciente conmigo. Estas últimas semanas han sido difíciles para mí, por la terapia y todo lo demás, pero tú has hecho que el proceso sea más llevadero, he recuperado mucha confianza en mí mismo gracias a que te he tenido a mi lado cada día desde lo que me hice. La verdad es que nunca me sentí tan agradecido de estar vivo como ahora y todo eso te lo debo a ti.
Pronunciar esas últimas palabras me hace temblar la voz y derramar unas cuantas lágrimas. NamJoon acude a mi rescate, dándome una servilleta y apretando fuerte mi mano para mantener mi compostura.
—Y sé lo que vas a decir —continúo, tras limpiarme un poco—. Sé que vas a decir que no te debo nada y serás modesto, pero entiéndelo, salvaste literalmente mi puta vida y gracias a ti tuve una segunda oportunidad, por eso es que siempre voy a estar agradecido contigo. Pero es precisamente de eso de lo que quiero hablar.
Noto que mi respiración está agitada, vuelvo a llorar, tratando de respirar bien porque me exalté sin querer, quizá fui demasiado rudo.
—Está bien, Jinnie, yo entiendo muy bien mi papel en esto, respira conmigo —me sujeta de ambas manos, invitándome a respirar hondo como siempre lo hace cuando me pongo así. Esta vez, logro calmarme con más rapidez que antes.
—Perdón por alterarme.
—No pasa nada, date permiso de sentir. Continúa, te escucho.
—Gracias —ahora soy yo quien besa sus nudillos—. Bueno... estas semanas que he ido a terapia, he pensado mucho sobre nosotros. Sabes que al principio me sentí inseguro de mis sentimientos, pero era porque me aterraba pensar que solo te tomé cariño por las cosas que hiciste por mí, como si tratara de pagarte una deuda eterna a través del afecto. Hablé mucho con Byul sobre eso y por fin pude ordenar mi cabeza para darme cuenta de algo muy importante.
— ¿De qué? —Noto su impaciencia en su sonrisa y en la forma en que juega con mis dedos.
—De que te amo —me confieso finalmente, llorando de felicidad—. Te amo, no como mi salvador, te amo por la persona tan grandiosa que eres. Con Byul llegué a la conclusión de que quizá nunca pueda separar tu acto de heroísmo del amor que siento por ti, porque eso es inherente a tu personalidad, pero sí puedo ver en ti todo eso que quiero en una pareja. Eres paciente, cariñoso, confiable, coqueto y además eres jodidamente guapo. Cuando me besas, me abrazas y me tocas, me siento feliz y en completa seguridad. Eres el hombre perfecto para mí.
—Si me permites, ahora soy yo el que va a llorar —y lo hace, pero no de forma dramática, más bien deja caer un par de pequeñas lágrimas y su pequeña y perfecta nariz se pone roja. Me apena provocarle el llanto, pero veo que está feliz, no deja de sonreír. Ahora soy yo el que lo procura, limpiando suavemente sus lágrimas con una servilleta, hasta que los dos nos calmamos.
—Incluso con tu naricita roja por llorar te ves muy guapo —provoco en él una risa tímida, nunca lo había visto cohibirse por un halago—. ¿Puedo continuar?
—Sí, te escucho.
—Como te decía, te amo. Me cuestioné muchas veces si no estaba precipitándome, por eso decidí esperar a que la terapia surtiera efecto en mí para tomar una decisión. Entonces, aquí voy... NamJoonie, ¿quieres ser mi novio?
Él se queda perplejo, como si no creyera lo que le estoy diciendo. Permanecemos en silencio, contemplándonos con cara de tontos por unos segundos, hasta que él responde.
—Sí —suelta su respiración contenida y se levanta de su lugar escandalosamente—. ¡Sí, sí, sí!
Me jala de mi asiento para abrazarme, lo hace con fuerza, llamando la atención de las otras parejas a nuestro alrededor.
— ¡Sí quiero ser tu novio, sí! —repite en voz alta, luego esparce muchos besos por toda mi cara.
— ¡Que vivan los novios! —Grita alguien a lo lejos, entonces escuchamos aplausos y vítores de todos los presentes.
No puedo evitar el maldito sonrojo por ser el centro de atención, pero me siento aceptado y feliz de que nadie nos juzgue o retache por demostrar nuestro amor en público. Y tras calmar a los espectadores, volvemos a sentarnos, pero ahora no dejamos de sonreír.
—No puedo creer que seas real —besa mi mano—. Gracias, Jinnie, mi hermoso príncipe, por amarme. ¿Puedo decirte algo también?
—Adelante, Namu.
—Yo estaba igual de aterrado que tú por el tema del heroísmo —confiesa, ahora su voz es más baja, como si le apenara—. Tenía mucho miedo de hacerte mal, pero también de volverme sobreprotector contigo, no quería tratarte como si fueras de cristal y me pregunté muchas veces si te estaba llenando de cariño y cuidados para evitar que te pasara algo malo. Suena mal, lo sé, pero es lo que sentí y creo que ahora es el momento perfecto para sincerarme. También reflexioné mucho al respecto en estas semanas y llegué a la misma conclusión que tú, solo que yo nunca estuve en la posición para acelerar las cosas, tú necesitabas este tiempo, decidí esperar hasta que estuvieras listo, pero sin dejar de darte el amor que te tengo.
—Gracias por ser sincero conmigo —suspiro, ahora mi pecho se siente ligero—. Necesitábamos mucho tener esta charla y creo que fue lo adecuado, porque quiero que empecemos esta relación de esa manera, siendo transparentes, por eso es que tengo que mostrarte algo.
De mi bolsito, saco los resultados de laboratorio y se los extiendo a Nam. Con semblante confuso, abre el sobre y lee el contenido. Por su expresión, noto que entiende por dónde va la cosa.
—Jinnie, no tenías qué...
—Creo que sí tenía qué —interrumpo suavemente—. Desde que mi padre JiChul me adoptó, me mandó hacer pruebas de todo tipo y ahí supe que estaba limpio de toda ETS, después de ese tiempo me seguí haciendo exámenes cada año y siempre salí bien. Ahora, que somos pareja, sentí la necesidad de demostrarte que puedes confiar en mí en todo sentido. Es una prueba de amor, Nam.
—Es la prueba de amor más responsable que nadie me ha dado, muchas gracias Jinnie. No solo pareces un príncipe, sino que te comportas como uno.
—Cursi, no sé si me podré adaptar a ese apodo nuevo.
—Te diré así hasta que te acostumbres, príncipe —se estira para besar mi frente, con tanta torpeza que vuelca el servilletero.
— ¿Los novios están listos para comer? —Hong se acerca, justo a la mitad de nuestro intento por poner las servilletas como estaban.
— ¿Nos escucharon hasta el lobby?
—Sí, allá adentro también aplaudieron. Les traje los churros de la casa con chocolate, como cortesía y felicitación por su relación. Disfruten.
—Gracias, Hong, eres muy dulce.
Él pone los cafés y todo lo demás en la mesa, abriendo mi apetito de inmediato. No me había dado cuenta de lo hambriento que estaba, pero supongo que fue por toda la emoción y los nervios. Comenzamos a comer, ahora sintiéndose entre nosotros un ambiente lleno de ternura y necesidad de hacer contacto, pues cuando no estamos conversando, nos damos de comer mutuamente en la boca.
—JiMin va a enloquecer cuando se entere de esto —comenta NamJoon.
—Lo sé, pero también quedará sorprendido. Él estaba cien por ciento seguro de que serías tú el que haría la gran pregunta. Muchas veces me dijo que lo harías de la forma más romántica y detallista.
—Bueno, la verdad es que planeé hacerlo la noche que cenamos en mi departamento —confiesa, riéndose con travesura—. Pero me di cuenta de que no era el momento y decidí esperar. La verdad, me siento muy feliz de que hayas sido tú el que me lo preguntara.
—Ay no, Namu... lo siento mucho. ¿De verdad? No quería arruinar tu plan, terminé llorando ese día, después de todo lo que te esforzaste.
—No lo arruinaste para nada, mi amor, fue perfecto. Esa cita tuvo final feliz, después de todo
Me estremezco cuando me llama "mi amor". Nunca nadie me llamó así, ni siquiera mi madre.
—Bueno, esta cita puede tener final feliz también, si sabes a lo que me refiero.
— ¿Quieres ir a mi departamento?
—Sal de mi cabeza, pervertido.
Soltamos las risas, ahora la tensión sexual que hay entre nosotros es casi palpable, tanto que no podemos evitar devorar la comida. Apenas terminamos, nos apresuramos a tomarnos algunas fotos lindas en el lugar antes de irnos, agradecemos infinitamente a Hong por recibirnos cálidamente, nos prometemos vernos de nuevo para ponernos al día y entonces es todo, mi mente se vuelca en un solo objetivo: NamJoon y sus deliciosos labios que necesito sobre mi cuerpo en este momento.
El camino a su departamento se siente eterno, terriblemente largo. Las insinuaciones que nos hacemos solo alimentan el calor insoportable que me invade.
Nos bajamos de la camioneta con torpeza, casi corriendo, haciendo el menor ruido posible para no llamar a atención. Pero en cuanto estamos en la seguridad de esas paredes, no dudamos en devorarnos y tocarnos mutuamente, de arriba hacia abajo, como si fuera vital deshacernos de la ropa. Sin embargo, cuando estoy por quitarle la camiseta, él me detiene.
—Espera, necesito atesorar este momento con calma —toma mi mano y me lleva hacia su habitación.
Deja encendida solo la lámpara sobre la mesita de noche, lo suficiente para contemplarnos a media luz, lo cual es un avance, pues siempre nos hemos tocado en total oscuridad.
— ¿Está bien solo con la lámpara? ¿O prefieres que encienda la luz?
—La lámpara está bien, lo hace más romántico.
En respuesta, sonríe y me regala esa perversa mirada llena de deseo que conozco bien, luego ejecuta esa bonita rutina que ha tomado conmigo: besa mi cuello y me toma por la cintura, pero esta vez sus manos viajan bajo mi ropa y me la retira lentamente. Se sienta en la orilla de la cama para desnudar mi parte inferior con una delicadeza admirable.
Quedo desnudo ante él por primera vez, vulnerable y un poco apenado, pero él me mira de arriba hacia abajo como si fuera lo más bello del universo.
—Sí, definitivamente eres un príncipe —me mira desde abajo y toma la osadía de rozar mis caderas con las puntas de sus dedos.
Si ya de por sí con los toques y besos comencé a ponerme duro, eso terminó por llevarme al máximo de mi excitación, tanto que no puedo moverme, solo quedarme de pie mirando cómo NamJoon me devora sin avisar, pero lo hace con delicadeza y amor. Incluso la forma en que toca mi trasero no tiene absolutamente nada de vulgar, porque esto que hacemos nació del amor, no de la lujuria sin sentido.
Aunque me siento un poco apenado, conecto mi mirada con la suya, él no deja de verme, como si me pidiera permiso con esos ojos de dragón para avanzar. Sus manos, curiosas, avanzan hacia la línea media de mi cuerpo, justo donde tengo una sorpresa para él. Sus dedos topan rápidamente con el objeto y noto cómo intenta sonreír aún con la boca llena.
— ¿Esto es lo que creo que es? —Pregunta con su voz ronca, pero no deja de atenderme, pues reparte pequeños besos y juguetea con sus dedos alrededor del plug que llevo puesto, causándome un dulce cosquilleo.
—Sí. ¿Te gusta?
—Me gustará mucho más si me dejas ver.
—Primero te quiero desnudo —ordeno casi sonando demasiado autoritario, pero eso solo le da tintes más sensuales a este momento.
— ¿Me darías una mano? —Ahora suena casi inocente, como si nunca hubiera tenido sexo en su vida. Noto el jugueteo en su mirada, así que le correspondo tumbándolo en la cama.
Me apodero del instante trepándome en él, retirando su camiseta lentamente, mirando su piel con un hambre que crece a medida que veo más piel. Un tanto desesperado, desabrocho sus pantalones hasta que quedamos en iguales condiciones. Su cuerpo es precioso, perfecto, delicioso. Cada parte de él es exquisito, es imposible contener estas ganas que tengo de devorarlo entero.
Inclino mi peso sobre él y me permito, por primera vez, rozar cada centímetro posible de mi piel contra la suya, lo beso y me froto contra él sin control alguno. El calor que emana me hace sentir realmente amado. Nos besamos hasta que ya no podemos respirar. Un segundo más y alguno de los dos iba a terminar eyaculando, pues ese contacto tuvo de todo en tan poco tiempo.
— ¿Quieres ver?
—Sí —responde jadeando, así que me recuesto tímidamente sobre la cama y abro mis piernas para él.
Se coloca frente a mí y me ayuda a extenderme más, gracias al cielo por hacerme tan flexible como para que él pueda levantar mis piernas al grado de que casi puedo besar mis rodillas y él puede ver el juguete anal. Elegí el más decente de todos para la ocasión. Es un simple tapón de tres esferas que me expanden bien por dentro y, por fuera, lo que se ve es una pequeña y tierna gema rosa.
—Precioso —sostiene mis piernas con firmeza y baja para besar toda la zona alrededor, causándome dulces espasmos y gemidos vergonzosos.
— ¿De verdad te gusta?
—Sí, me parece muy lindo y sexy que te hayas preparado de esta manera.
Ahora soy yo quien sostiene mis piernas para darle la libertad de hacer lo que quiera, a él parece gustarle porque reparte pequeños besos en mis piernas, bajando hacia mi trasero y delineando alrededor de mi ano con su lengua, haciéndome estremecer de gusto.
A decir verdad, dudé bastante sobre esto, no sabía si usar juguetes para nuestra primera vez sería adecuado, dado que no hemos hablado mucho del tema, tan solo nos hemos explorado a oscuras, aprendiendo a tocarnos. Sin embargo, me alegra mucho ver que no me equivoqué. Me siento seguro y agradecido de que NamJoon aprecie esta parte de mí que, sinceramente, ya no estoy seguro de conocer a plenitud.
— ¿Puedo meter mis dedos? —Pregunta de pronto, sacándome del trance en el que estaba, entre pensar y sentir demasiado.
—Sí —respondo apenas jadeando—. Trae acá mi bolsa de una vez, no creo aguantar por mucho tiempo las ganas de que me... ya sabes...
—Lo sé —nos entendemos con una mirada traviesa.
En los pocos segundos que tarda en ir y volver, contemplo lo precioso que es por detrás, pero lo es mucho más por delante a pesar de que se ve tímido al caminar, como si tratara de ocultar esa deliciosa erección que me hace cosquillear los labios de las ganas que tengo de chupar y lamer por completo.
Cuando vuelve conmigo a la cama, deja sin cuidado las cosas al lado de la almohada, ataca sin piedad mis labios, restregando su erección contra la mía, luego se aleja dejándome con ganas de más, noto esa sonrisa perversa que me avisa de sus intenciones, así que abro mis piernas para él.
Se acomoda imponente frente a mí y acaricia mi cuerpo entero, desde el pecho hasta el vientre, deteniéndose ahí como si pidiera permiso para avanzar. En respuesta, reafirmo mis piernas en alto para brindarle ese acceso libre que necesita. Entonces, sucede la magia.
Sus labios son gentiles con la piel de mis piernas, su lengua recorre con cariño el camino hacia mi intimidad. Estoy ardiendo, necesitado de que me toque más, pero él se toma su tiempo, torturándome un poquito con la espera, pero vale totalmente la pena porque cada beso y caricia me hace sentir amado, lleno de vida. Ese inmenso amor se convierte en éxtasis cuando decide al fin tomar el juguete y sacarlo lentamente, mientras besa mi erección, humedeciéndola un poco hasta que termina otra vez dentro de su boca.
Alterna los movimientos con mucha paciencia, penetrándome con el plug lenta y profundamente, me succiona y acaricia con su lengua, sorprendiéndome por lo habilidoso que es, como si leyera mi mente y supiera exactamente cómo me gusta ser tocado. Por un momento, siento mi interior vacío y necesitado, pero alivia mi desesperación con sus dedos, introduciéndose con gentileza.
—Trae tu precioso culo acá arriba, yo también quiero hacerte cositas —interrumpo sus acciones, él ríe con cierto rubor en sus mejillas, pero accede y, sin sacar sus dedos de mí, se acomoda hasta que tengo su exquisita parte trasera a mi merced.
A pesar de que no tenemos luz completa, puedo contemplar sus hermosos detalles, pero apenas puedo concentrarme en lo que voy a hacer porque siento otro dedo expandir mis carnes, tiemblo de gusto y los gemidos vergonzosamente agudos se me escapan.
Entonces, decido concentrarme y servirme del manjar que es NamJoon. Empiezo besando tanto como la posición me lo permite, con mis dos manos amaso su perfecto trasero, midiendo qué tan lejos puedo llegar. Exploro con cuidado hasta que estoy listo para meterlo en mi boca, él coopera acomodando sus caderas de modo que me queda más accesible y puedo controlar la profundidad. Me encantaría ver su rostro en este momento, pero con sus reacciones puedo imaginarlo, ya que gruñe y tiembla un poco aún con mi erección en su boca y sus dedos trabajando arduo por expandirme.
Mientras lo succiono tanto como me es posible, lo acaricio un poco más adentro, esperando que sea placentero para él. Su respuesta es agradable, por lo que me permito acercarme cada vez más a su ano, lo cual le provoca un gracioso temblor, pero parece aceptarlo, así que me atrevo a pasar mi pulgar por encima, solo estimulándolo un poquito mientras él pone más empeño allá abajo.
No sé cuántos dedos tiene dentro de mí ya, pero cada vez me siento más abierto y la sensación es muy agradable. Durante algunos minutos, nos regalamos el uno al otro estos mimos placenteros, donde me doy un festín con su piel y apretujo a dos manos su precioso y redondo trasero. Sin embargo, pierdo la concentración de un momento a otro, cuando él curvea sus dedos dentro de mí, rozando insistentemente en ese punto sensible que me hace temblar. No puedo seguir chupándosela bajo estas circunstancias o lo morderé, así que lo saco de mi boca, pero en compensación le dejo marcados los dedos en las nalgas y me dejo llevar por un orgasmo abrasador.
— ¡Nam! —Es todo lo que puedo pronunciar, porque mi cuerpo actúa por sí mismo, incluso sin querer arremetí contra su boca y seguramente lo ensucié todo.
Él se retira de la posición y se coloca mirándome de frente, sonriéndome. Nos miramos en silencio, yo con los ojos llorosos por el orgasmo y él, luciendo restos de mi semen en la comisura de los labios. ¿Lo hago o no lo hago? Qué más da.
Me apodero de su boca en un beso fiero lleno de gemidos y sonidos húmedos, pruebo mi orgasmo en su saliva, hasta que el sabor se desvanece y solo quedan nuestros alientos agitados al separarnos.
—Tienes un sabor agradable —rompe el silencio con su voz gruesa y ronca.
—Lo siento —sonrío apenado—. Debí avisarte. ¿Estás bien?
—No te preocupes, estoy bien. Yo quería que lo hicieras en mi boca, lo hice a propósito.
—Bueno, gracias, eres muy hábil con esa boca y esos dedos —ambos reímos y nos abrazamos con calma, hasta que mi respiración se regula y me siento capaz de continuar—. Puedo regresarte el favor, si quieres —insinúo, empujando mi lengua por el interior de mi mejilla de manera obscena a propósito. Nunca le había hecho este tipo de gestos vulgares, pero me agrada ver que los acepta y disfruta.
—Sería lindo, pero ahora realmente quiero meterme aquí —desliza su mano entre mis piernas, acariciando mi ano con la punta de sus dedos.
—También quiero que te metas ahí —para mi sorpresa, siento mi cuerpo estremecerse de nuevo, como si no hubiera tenido un orgasmo intenso hace solo un par de minutos—. Siéntate y ponte cómodo en el respaldo, yo me haré cargo.
Él obedece, acomoda las almohadas para sentarse. Tiene las piernas abiertas, lo cual me provoca unas ganas terribles de cambiar de opinión, pero mi impulso puede más que yo. En realidad, nunca hemos hablado de nuestras preferencias en la cama, sobre los roles que nos gusta adoptar, solo dejamos que fluyera la curiosidad por el cuerpo ajeno y hoy terminé preparándome para esto sin preguntarle si prefería ser activo, pasivo o ambos. Pero de lo que sí estoy muy seguro, es que necesito sentirlo dentro de mí, quiero que ese precioso hombre me domine, me haga llorar de placer y me rompa el culo en dos. A pesar de que Nam es menor que yo, la forma en que me trata y me ama me genera esa necesidad de tenerlo encima. Quizá es por la sensación de protección que me provee, pero a lo largo de mi vida siempre he sido el que recibe, nunca he probado nada más, incluso con Jungkook dejaba que me dominara de alguna manera.
Pero con NamJoon se siente diferente porque no solo quiero que me gobierne, sino que me llene de mimos, quiero hacerme pequeño debajo de él, ser destruido hasta los cimientos y renacer abrazado a su pecho, sintiendo nada más que amor puro.
Tras envolverlo cuidadosamente en látex, lo baño de una cantidad generosa de lubricante y me coloco encima de él, abrazándolo por los hombros. Me siento algo nervioso, pero demasiado excitado para seguir conteniéndome, así que lo beso y me pego tanto como puedo a él. Nuestros pechos sudados y agitados se rozan entre sí, generando un calor exquisito del que no me quiero separar.
Y mientras nos llenamos de caricias, bajo mi mano para alinear su erección con mi ano, frotándola contra mi piel sensible. Me gusta la sensación, así que mantengo ese vaivén hasta que siento toda la humedad del lubricante llenarme. Lentamente, lo dejo entrar. La penetración es deliciosa a pesar de que se siente más ancho de lo que esperaba, la incomodidad es mínima, así que me permito llevarlo cada vez más profundo, mientras observo su reacción.
Su rostro de placer es toda una obra de arte, pero también me demuestra lo mucho que le gusta al apretar mi trasero a manos abiertas, generándome unas deliciosas cosquillas. Yo también me permito mostrarle lo feliz que estoy, no contengo mis expresiones, especialmente cuando llego al tope y siento sus suaves bolas rozar mi piel.
—Jinnie... —suspira apenas audible porque sus adorables gemidos graves lo interrumpen.
Me abraza muy fuerte y yo le correspondo, noto su desesperación porque ataca mi pecho y pezones con sus besos húmedos. Me gusta verlo así, sin tapujos, todo deshecho por el placer, yo también quiero ser así de transparente con él, mostrarme libre a su lado.
Entonces, comienzo a moverme. Hay suficiente lubricante como para que nuestra piel emita prematuramente esos sonidos deliciosamente obscenos. Al notar que me muevo, NamJoon echa su cabeza hacia atrás, sonriendo y aprieta mis nalgas otra vez, como si intentara marcar el ritmo de mis caderas, pero soy yo quien lo domina. Me muevo en ese sentido pendular que de inmediato roza mis puntos internos más sensibles, logrando así que mi erección vuelva a la vida completamente, listo para otro orgasmo.
Nuevamente nos prendemos de un beso que se siente interminable y sediento, ahora NamJoon yergue su espalda y me toma bien por la cintura, haciendo la penetración más profunda, mandándome a gemir agudo directo en sus labios. No tardo en mostrar mis intenciones de rebotar sobre él, aumentando el chasquido de nuestras pieles. Sin embargo, necesito más. Mi propio peso sobre él no es suficiente para saciar lo que mi cuerpo me pide con urgencia, así que lo abrazo fuerte y me tiro de espaldas en la cama, llevándolo conmigo hasta que cae cómodamente sobre mí, enterrándose profundo.
Le rodeo la cintura con ambas piernas, atrapándolo para que no se le ocurra salirse de ahí porque lo necesito. Es mi momento. Entonces, esa parte lasciva de mí que creía sepultada, emerge de las cenizas y habla por mí.
—Házmelo duro, mi amor, párteme el culo —jadeo directo en su oído y la respuesta no podría ser más perfecta.
Me somete contra la cama, sosteniendo mis muñecas sobre mi cabeza con ambas manos, luego se azota contra mí, sacándome un delicioso grito porque dio justo en el blanco. No puedo evitar que mis ojos lagrimeen un poco por lo jodidamente bien que se sintió eso, me dejo llevar y lo invito a que siga, sonriéndole y enredando mis piernas en su cadera con más fuerza, como si fueran un par de serpientes que quieren retenerlo ahí por siempre.
Su voz grave y la mía aguda combinan tan bien, especialmente cuando nos besamos y nuestros gemidos se quedan ahogados por un tiempo, para luego liberarse y hacerse más altos. Mientras más me jode con fuerza, el agarre en mis muñecas se va liberando, cambiando la dominancia por el dulce gesto de entrelazar sus dedos con los míos. Y así, tomados de las manos, besándonos erráticamente, nuestra danza erótica se torna más necesitada.
No creí que fuera posible, pero para mi sorpresa, un segundo orgasmo, intenso y agotador, me consume por completo. Grito y suelto sus manos para aferrarme a su espalda, araño su piel, le ruego entre vagas palabras que no pare de azotarse contra mi culo porque entre más lo hace, más exquisito es el eco del pico de placer.
Finalmente, sus bombeos frenéticos se aminoran, dando una última estocada que lo hace gruñir contra mi oído. En mi interior, lo siento palpitar en señal de que consiguió su orgasmo. Me encanta esa sensación y cómo me gustaría en este momento no tener el jodido condón puesto para sentir esa humedad dentro de mí y expulsar vulgarmente su semen después. Pero solo puedo fantasear, por ahora.
Nos quedamos quietos, disfrutando del momento, con las mejillas rojas y los ojos cansados. Los besos son suaves esta vez. No lo había notado antes, pero descubrí que amo cómo NamJoon me besa después de correrse. Se queda quieto pegado a mis labios, como si quisiera explorar cada detalle y memorizarlo, acaricia mis mejillas y repite el proceso hasta que su respiración se calma.
—Te amo —susurra contra mis labios y suelta un suspiro enorme, como si hubiera tenido eso atorado por mucho tiempo y al fin se liberara al decirlo.
Mi corazón late con fuerza, de pronto empiezo a llorar por la felicidad que siento de escuchar esas palabras tan sinceras. Lo tomo del rostro para conectar nuestras miradas, sonrío para él y me doy cuenta de que lo amo más de lo que pensaba.
—Yo también te amo, Namu —mi voz sale ronca, temblorosa, pero tan sincera como la suya.
Frota la punta de su nariz contra la mía, gesto que me parece de lo más adorable e inocente, tomando en cuenta lo que acabamos de hacer. Sin embargo, con él no me pasa lo que antes con el sexo. Se sentía vulgar y prohibido por la forma en que lo hacía, incluso con JungKook siempre se sintió incorrecto. Pero con NamJoon... aun tragándose mi semen, lamiéndome el culo o intentando alguna posición extraña, nunca se sentiría vulgar o prohibido.
Incluso cuando se sale de mí, se saca el condón y me ayuda a limpiar el desastre de fluidos, todo se siente correcto porque él lo es. Al principio, sentía que yo era una persona equivocada para NamJoon, porque él es un lugar correcto, seguro y tranquilo, mientras que yo soy caótico. Ahora me doy cuenta de que estoy en donde debo estar, con él, rodeado solo de amor y ternura, porque mi caos interno se desvanece con su presencia.
Nos preparamos para dormir, ni siquiera necesitamos hablar mucho para saber lo que sigue porque el cansancio es casi tangible para los dos, ya que fue un día largo.
—Eso fue lindo. ¿Te gustó? —Rompo el silencio, abrazándolo por la cintura y acurrucando mi cabeza en su pecho.
—Sí, pero la próxima vez no te contengas y méteme los dedos hasta el fondo, mi amor.
Su comentario me deja en shock, pero reímos a carcajadas.
— ¿De verdad?
—Sí.
—Me lo hubieras pedido, tenía ganas de lamerte todo y meter algo más que los dedos —confieso con cierta pena, pero un poquito alborotado por sus deseos.
—Bueno, ahora lo sabes. Podemos intentarlo la próxima vez.
—Vaya...
— ¿Qué pasa?
—Nada, solo me sorprende. Es que yo... nunca lo he hecho así.
—Yo tampoco —ambos nos miramos asombrados, realmente parecemos un par de principiantes calenturientos.
— ¿Y me dejarás ser el primero?
—Sería todo un honor que un príncipe como tú me pusiera en cuatro y me diera duro.
— ¡NamJoon-ah! —No puedo parar de reírme por lo vulgar que se puso de pronto, pero me parece sumamente tierno y halagador que me quiera de esa forma.
—Hablo en serio —ríe conmigo y forcejea para hacerme cosquillas, luchamos hasta el cansancio, termino abrazado de su torso y él cobijándome con amor.
—Está bien —suspiro, cerrando mis ojos cómodamente—. Será lindo explorar esas cosas contigo, se siente como que estoy yendo por el camino correcto.
—También me siento así —besa mi frente, su voz se escucha arrastrada por el cansancio.
Pronto, lo escucho respirar profundo, la señal que siempre me indica que se quedó dormido. Aunque también estoy cansado, me quedo despierto un poco más solo para admirarlo y sentir su calor, como si todavía tratara de convencerme de que esto es real.
Lo es.
Esto que tengo entre mis brazos, a este hombre cálido, amable y cariñoso, es real y todo mío. ¿Cómo fue que terminamos así? Las circunstancias todavía son extrañas, pero agradezco cada mal paso que di hasta este lugar seguro que es NamJoon.
Antes de quedarme dormido, se repiten en mi mente los ecos de todo lo que hicimos, todo en un sentido más emocional que sexual. Todo lo que ha pasado en este último mes, la terapia, mi relación con Nam y conmigo mismo, me han dejado demasiado vulnerable y en contacto con mis emociones a un nivel de comprensión que nunca imaginé alcanzar. Es por eso que puedo decir con seguridad que esta noche todo lo que pasó fue desde el amor. No desde la lujuria, la dependencia, la necesidad de llenar mis vacíos o saldar una deuda. No.
Ahora puedo presumir con mucho orgullo que, por primera vez en mi vida, hice el amor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top