﴾35. Piece of peace﴿
Y ahora, un poco de NamJin soft para calmar el coraje que me da escribir mi propio YoonMin tóxico xD
Si pudiera multiplicarme
pasearía contigo
dándote las dos manos.
(Elvira Sastre, Baluarte)
SeokJin
Cuando NamJoon y yo entramos a casa, se siente irreal. El interior, desprovisto de la intensa iluminación de afuera, me reconforta, pero una parte de mí quiere quedarse en el exterior a recibir los rayos del sol por más tiempo. Sin embargo, elijo quedarme en la seguridad para procesar lo que acaba de pasar.
Me quedo sentado en el sofá, apoyando mis codos sobre mis piernas, frotando mis sienes por el ligero dolor de cabeza, es entonces que me doy cuenta de que mi respiración está acelerada, así que respiro hondo una y otra vez, con los ojos cerrados.
— ¿Quieres un vaso de agua?
—No, estoy bien —le respondo a NamJoon—. Dame un momento, necesito respirar.
—Está bien —escucho sus pasos alejarse, lo cual me hace sentir tambaleando, como si lo necesitara para no caerme. Pero resisto, a pesar de que quisiera pedirle un abrazo o su mano reconfortante en mi espalda. Resisto, porque ya estuve derrumbado suficiente tiempo.
En silencio, junto todo el aire que puedo en mis pulmones y lo dejo salir, notado que el dolor de cabeza se aminora. Todavía no puedo creer que logré salir de la casa hoy, pero estoy consciente de que me siento así porque fue demasiado abrupto. Se sintió extraño estar de vuelta en el mundo exterior, porque la semana transcurrió lenta, como toda una eternidad, incluso olvidé por un momento el placer que significaba conducir mi camioneta, la ligereza del volante y el aire colándose por la ventana para revolver mi cabello. A pesar de lo nervioso que estuve, me sentí vivo de nuevo en ese pequeño viaje a la escuela de JiMin.
Cuando el malestar pasa, abro lento los ojos para evitar marearme. Parece que me desconecté totalmente por un momento, porque de pronto mi atención se dirige al ruido que proviene de la cocina.
— ¡Fuera de la cocina! —Reacciono, pero al instante me controlo porque no puedo tratar a NamJoon así. En respuesta, él asoma la cabeza desde el otro lado, sonriendo como si hubiera roto un plato o algo así. Su sonrisa me hace temblar un poquito por dentro. ¿Por qué esos hoyuelos lo hacen ver tan bien?
—Solo estoy limpiando el refrigerador.
—Oh... —de inmediato me siento culpable, así que voy a ayudarle y a preparar el desayuno para los dos—. Perdón, estoy acostumbrado a defender la cocina como si fuera mi palacio.
—No te preocupes, lo entiendo. Los chicos me han contado que es muy preciada para ti, además de que eres un excelente chef.
—Bueno, sigue limpiando el refrigerador y como recompensa, comprobarás que ellos no mienten —presumo, aunque no se siente tan agradable como antes. ¿Será que siempre fui un narcisista de mierda?
— ¿Cocinarás?
—Claro —no puedo evitar sonreír, orgulloso ante el entusiasmo que muestra—. Pero no sé si tenemos ingredientes, necesito papas, huevos y verduras.
—Sí hay, ¿harás una tortilla española?
—Es correcto —siento mis mejillas enrojecerse por lo mucho que sonrío, así que me obligo a salir de la enajenación en los hoyuelos de NamJoon o me quedaré admirándolo todo el día.
Me pongo mi delantal y saco el sartén, el batidor de huevos y el aceite. NamJoon se apresura a pasarme los ingredientes, pero cuando abre el refrigerador, noto una peste terrible.
— ¿Qué es ese olor?
—Cosas podridas, creo que esto solía ser perejil o cilantro —me muestra una bolsa con algo verduzco, medio líquido y con aspecto de vómito.
—Ugh, tira eso —alejo su mano, pues no soporto el olor— ¿Qué estuvieron comiendo estos días? No puedo creer que dejaran pudrir las cosas.
—Pedimos a domicilio la mayoría de las veces, pero JiMin y HoSeok sacaron lo que tenías congelado también. El desayuno lo estuve haciendo yo, huevos revueltos todos los días.
—Lo sé, usas demasiada sal —ambos reímos, me doy cuenta de que es muy agradable reír a su lado—. Bueno, ya es hora de que vuelvan a comer algo decente —me siento algo culpable porque, si bien teníamos reglas respecto a la cocina, ellos se acostumbraron a mi comida y yo siempre disfruté de alimentarlos.
NamJoon se ocupa de sacar todo lo podrido que encuentra, hasta que el refrigerador queda casi vacío, lo único que queda es un cartón de leche, una docena de huevos, jamón, queso, media barra de pan y un par de botellas de vino empezadas que quizá también ya hay que tirar.
Aunque permanecemos en silencio mientras yo cocino y él limpia, me siento muy bien. Volver a cocinar me devuelve a mi centro, me siento en completo contacto conmigo mismo y, además, cocinar a la expectativa de que otros prueben siempre me completa, quizá eso me hace un poco egocéntrico, pero ahora es lo que necesito para sentir paz de nuevo.
Él prepara el café, sirve las tazas, yo corto la tortilla y. para cuando estamos en la mesa listos para desayunar, nace en mí una sensación de plenitud. Aunque es una situación tan doméstica y simple, se siente bonito tener la compañía de NamJoon.
—Bueno, prueba, quiero ver si te gusta mi comida, porque de lo contrario tendrás que pedir a domicilio toda la semana —él solo sonríe y prueba el primer bocado, se quema un poco porque la tortilla aún está algo caliente, es gracioso verlo batallar con eso, me parece adorable.
—Es la mejor tortilla que he probado.
—Lo dices para quedar bien, sé sincero.
—Soy sincero —cubre su boca, hablando mientras mastica y, con más calma, toma otro bocado, sopla y al comer, rectifica lo que dijo antes, levanta sus pulgares y me hace sentir apenado.
Antes estaba acostumbrado a recibir halagos todo el tiempo, nunca recibí un mal comentario sobre mi comida. No sé por qué ahora se siente tan extraño cocinar y recibir lo que siempre tuve, tal vez la diferencia es que ahora que estoy derrotado, tengo la sensación de que no volveré a ser tan bueno como antes.
—Me alegra que te guste —respondo con timidez y comienzo a comer, dándome cuenta de que, en efecto, sabe muy bien. No he perdido el toque.
— ¿Estás bien?
—Sí, solo me da un poco de pena. Siento que la última vez que cociné fue hace una eternidad, todo se siente desconocido y extraño.
—Volverás a acostumbrarte, ya lo verás, es normal que te sientas así, como si fuera la primera vez que lo haces, pero tu confianza volverá.
— ¿Y qué si no vuelve?
—Volverá, pero si no, la obligaremos a volver —me mira sonriente, esa misma sonrisa que hace cuando me toca el hombro o toma mi mano. Me gustaría que la mesa fuera menos grande para que pudiera hacerlo en este momento, porque su toque se siente tan bien.
—No sé cómo estás tan seguro de las cosas. ¿Cómo es que conservas las esperanzas después de tanta desgracia?
—Verás, soy artista —explica, pero yo no entiendo qué tiene que ver—. Algo que he aprendido desde que empecé a estudiar, es que para generar arte tienes que estar en contacto con tus emociones de una manera demasiado cruda a veces. Si no existieran las desgracias humanas, no tendríamos obras de arte o novelas épicas. No digo eso para que te pongas a pintar o escribir un libro, el punto es que todos estos años que le he dedicado al arte, me he tenido que obligar a pasar por cosas muy difíciles, por críticas, crisis existenciales, soledad, ganas de morir... Por eso es que estoy seguro de que la confianza en uno mismo tarde o temprano vuelve, porque una vez que tocas fondo, lo único que queda es subir.
Mi corazón se acelera y las lágrimas salen sin permiso, tengo que cubrir mi rostro para evitar que me vea colapsar.
— ¿Dije algo malo?
—No, dijiste lo que necesitaba escuchar —suspiro, riendo y llorando al mismo tiempo, ¿qué demonios me pasa?
— ¿Quieres un abrazo?
Asiento, sin quitarme las manos del rostro, otra vez las emociones se desbordan y no puedo con ellas, pero NamJoon acude a contenerme con un abrazo que no puedo corresponderle, pero me acurruco en él y dejo salir mi llanto. Cuando me siento más desahogado, lo abrazo por la cintura y reposo mi cabeza en su pecho. Escucho su corazón latir con mis ojos cerrados, recuperando la tranquilidad.
— ¿Mejor?
—Sí, lo siento.
—No te disculpes, todo está bien —acaricia mi cabello y se devuelve a su lugar cuando lo libero del abrazo.
—Es que... es que siento que todo lo que hago es llorar y compadecerme, no quiero ser así, yo no soy así.
—Jinnie —llama mi atención con ese apelativo, ¿quién le dio permiso de portarse informal? —Está bien ser vulnerable, en este momento lo que necesitas es compasión y cuidados. Forzarte a guardar tus emociones solo las hará más tormentosas. Llora, grita, abraza tan fuerte como lo necesitas, es parte de sanar.
—Tienes razón —suspiro y ambos volvemos a comer—. Gracias por estar aquí, de verdad. Sinceramente, no sé qué haría si tuviera que quedarme solo. De hecho, no sé qué haré cuando pase esta semana y te vayas.
—Sabes que puedo quedarme tanto como sea necesario.
—Pero NamJoon, no puedo pedirte eso, no quiero ser una carga para nadie, mucho menos para ti que solo venías a visitar a JiMin y terminaste salvando a un suicida.
—Ya te lo dije, no tengo ningún problema. Hablo muy en serio, no sabes el nivel de compromiso que soy capaz de tener. Además, los horarios se acomodan. Si puedo usar eso a tu favor para hacerte compañía, ¿por qué no?
—Está bien, te compensaré con comida.
—Me parece un trato muy justo, ya no quiero torturarte con mi desayuno horroroso —él alza su taza, pidiendo un tonto brindis que por supuesto hago con él. Es tan cursi.
—Te enseñaré la forma apropiada de hacer huevos revueltos y otras cosas, no pensarás irte a vivir solo y pedir comida todo el tiempo, tienes que aprender a ser un adulto.
— ¡Genial! Nunca aprendí a pelar una mísera papa, estaré feliz de aprender del mejor.
—Tonto —otra vez estoy ruborizado, pero muy halagado, siento las peligrosas y proverbiales mariposas en mi vientre. ¿Por qué tiene que ser tan poético, guapo y certero? Debo controlarme o terminaré besándolo.
Sin darnos cuenta, hemos terminado el desayuno entre tanto drama, risas y tonterías. Él se ofrece a recoger los platos y lavarlos, yo lo permito porque su insistencia es tierna, torpe y caballerosa al mismo tiempo. Sí, hace un estruendo terrible al dejar caer las cucharas sobre la tarja y canta desafinado mientras enjuaga los platos, pero es adorable. Me limito a verlo desde la entrada de la cocina y de pronto surge en mí un impulso terrible cuando admiro su espalda musculosa y su cabello alborotado.
—Hey —se sorprende cuando lo abrazo por detrás y respiro fuerte su aroma, no sé si es el jabón, perfume o la combinación de todo con su esencia personal, pero me gusta muchísimo, me gustó desde la primera vez que lo abracé en el hospital.
Me quedo prendido de ese abrazo confortable en silencio, mientras él lava los platos y de vez en cuando acaricia mi mano con la suya que está húmeda. Cuando termina de lavar los platos, se gira hacia mí y me corresponde el abrazo. Estamos cerca nuevamente, muy cerca, mirándonos a los ojos.
— ¿Está todo bien?
—Coquetéame —siento mi cara arder de la vergüenza, al igual que mis orejas, él suelta una dulce carcajada.
— ¿Estás seguro?
—Sí —respondo con algo de rudeza, pero acabo rompiendo la tensión entre nosotros de la única manera que se me ocurre.
NamJoon sabe a café, sus labios son gruesos y suaves, atrapan los míos delicadamente, haciendo chasquidos leves cuando giramos la cabeza. No recuerdo la última vez que besé así, con calma y cariño, delicado pero decidido al mismo tiempo, hermoso. Ni siquiera con JungKook tuve momentos así, siempre estábamos frenéticos, como un río furioso que busca desembocar en el mar a toda costa. Pero NamJoon es como un estanque de agua clara y pura, es tranquilo y estable.
— ¿Qué fue eso? —Cuando nos separamos, nuestras respiraciones están irregulares por la emoción, ambos estamos ruborizados y tímidos.
— ¿Me pasé de la raya?
—No, fue perfecto —me toma de la cintura con una mano y la otra acaricia mi mejilla—. Pero quiero saber qué significa.
—Tengo miedo —tomo una respiración profunda, nervioso, pero entre sus brazos siento que puedo sincerarme—. Estoy aterrado, pero me gustas. Algo que tenemos en común, es que yo también puedo comprometerme a un nivel que no te imaginas. Te voy a ser sincero, no sé qué voy a hacer de mi vida ahora, pero si estás de acuerdo, podemos iniciar algo aquí, con calma. Creo que es de lo único que estoy seguro ahora, de que me gustas.
—Tú también me gustas —peina mi cabello, admirándome con sus ojos llenos de brillo—. Y estoy de acuerdo, aprovechemos el tiempo que pasaremos juntos para conocernos bien. Tal vez luego deberíamos... tener una cita.
— ¿Una cita? Nam, no sé si estoy listo para exponerme.
—No tenemos qué exponernos. Podría hacer el esfuerzo de prepararte una linda cena en mi apartamento. Es algo pequeño, pero tiene un lindo jardín donde podemos cenar bajo las estrellas. ¿Qué te parece?
—Eres un cursi —mi corazón se acelera, la emoción se atora en mi garganta por lo cliché que suena eso, pero me encanta.
— ¿Y no te gusta lo cursi? Porque si es así, podemos solo sentarnos a ver películas y jugar juegos de mesa.
—Me encanta lo cursi. Cenemos en tu departamento, entonces.
—Entonces es oficial, tendremos una cita. ¿El sábado? —Suena tan tonto, como un diálogo de una película cursi, pero todo eso me encanta y no lo puedo ocultar.
—El sábado está bien.
En este par de días, creo que he cerrado demasiados tratos con NamJoon, incluyendo este. Él toma a iniciativa de besarme de nuevo, yo lo recibo abrazándolo por los hombros y él afirma sus suaves y pacientes manos en mi cintura. Me trata con delicadeza, quizá como si temiera romperme, pero me contiene y me hace sentir cosas que jamás había sentido.
Seguridad, esa es la palabra que describe el contacto con NamJoon, un hermoso sentimiento de seguridad y calma que me permito disfrutar hasta que ambos estamos necesitados de aire y nos desprendemos de la boca del otro, sonrojados como dos adolescentes que acaban de descubrir lo que es besar.
De forma natural, nos ocupamos de las tareas domésticas por un rato. NamJoon es muy servicial, no sé si le sale naturalmente o si lo hace solo por quedar bien conmigo, pero tengo la sensación de que su voluntad es así, no se siente forzado, por eso disfruto de su compañía a pesar de que hemos interactuado por pocos días.
Cuando terminamos de limpiar, todavía quedan un par de horas para que él se vaya a su trabajo, así que lo invito a mi habitación y nos tumbamos en la cama de manera inocente, con mi álbum de fotos en el centro, contando historias y riéndonos, escuchándonos mutuamente.
Él tampoco ha tenido una vida fácil. Siempre fue un rebelde, problemático con los profesores y sus padres, pero todo empeoró cuando salió del clóset y, además, se negó a los planes de sus padres. Ellos querían mandarlo a la universidad para estudiar negocios y al menos ocultar su "etapa gay" con una carrera que lo hiciera ver serio, pero resistió, permaneció en completa anarquía. Al ser hijo único, siempre cargó con las expectativas de sus padres, tenía unos zapatos muy grandes qué llenar, la presión era tanta que decidió que prefería ser un vago irresponsable antes que ser un estirado como su padre. Entonces, conoció a JiMin.
Desde el momento que conversaron una vez en el parque y el otro pidió su consejo, se dio cuenta de que su papel en la sociedad no podía ser siempre el de un rebelde sin causa. En JiMin, encontró la causa. Comenzó a verlo como un hermano menor a quien orientaba en su camino al autodescubrimiento, llenándolo de su sabiduría porque siempre fue autodidacta, leyendo y aprendiendo tanto como podía por su cuenta.
Y cuando llegó el momento decisivo, optó por ir a la universidad, pero quería dedicarse a las artes y el diseño, la pintura y la expresión eran inherentes a su ser, JiMin lo admiraba también por eso, así que decidió ir por el camino correcto, no solo porque quería darle un buen ejemplo, sino porque quería una vocación.
Tras muchos esfuerzos, convenció a sus padres para que le apoyaran con la escuela. Aunque no estaban conformes, decidieron ayudarlo, pero tuvo que trabajar medio tiempo para completar el costo alto de sus materiales. Tiempo después, cuando pensó en suicidarse, todo mejoró porque se reconcilió con sus padres y de ahí en más le brindaron el apoyo que necesitaba, no solo en cuestión de la escuela, sino que se mostraron más abiertos a conocer realmente a su hijo y amarlo tal como era.
Cuando él me habla, puedo ver en su mirada su profunda sinceridad, lo mucho que ha sufrido y lo fuerte que se ha vuelto. Estoy fascinado con él, porque siento que estoy conociendo a alguien real y puro. Siento que no merezco tanta bondad, pero lucho contra ese pensamiento destructivo que me quiere obligar a alejarme para no lastimarlo, porque tengo el presentimiento de que no será así.
Puede que yo esté roto y desorientado, sin saber qué pasará conmigo en el futuro, pero NamJoon me ha devuelto la esperanza en cuestión de días. Él es ese pedacito de paz que me hizo falta por mucho tiempo, porque si bien me encargué de llenar mis vacíos con la compañía de mis chicos, siempre sentí que algo más me faltaba, no porque ellos no fueran suficientes, sino porque necesitaba a alguien como Nam.
Alguien que con solo poner sus manos alrededor de mi cintura y mirarme, me hace suspirar y sentir que todo está justo donde debe de estar.
asdjashdfkasasd
No importa cuántas veces lea, relea y edite este NamJin, me sigo retorciendo de amor.
AgustDina
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top