﴾33. Reencuentro﴿
Omnisciente
Un olor llamativo y dulce lo despierta por la mañana, al abrir los ojos se da cuenta de que los rugidos de su estómago van en incremento hasta provocarle esa sensación de vacío, el hambre le obliga a levantarse.
Se levanta de la cama con poco o nada de empeño, estirando al máximo sus brazos y piernas antes de sentarse en el borde de la cama. La ligereza que percibe sobre su cuerpo al ser consciente es excepcionalmente agradable, como una pluma flotando pacífica en el aire. Mira a su alrededor y se percata del pañuelo sucio que reposa junto a la pata de su escritorio. Al recordar la noche anterior, se sonroja y sonríe con picardía mientras se levanta a depositar en el cesto de basura la evidencia de su travesura nocturna. Los efectos del intenso orgasmo son evidentes: la felicidad le recorre de pies a cabeza como su mismísima sangre, su mente se encuentra imperturbable y se siente capaz de cualquier cosa.
Descalzo y en silencio, baja las escaleras, curioso de descubrir quién está en la cocina. Durmió tan profundamente, que no se percató de ningún movimiento en la cocina o del abrir y cerrar de las puertas, por lo que no puede deducir tan fácil quién está levantado tan temprano cocinando.
A media escalera, se detiene al escuchar una voz dulce que proviene de la cocina. Alguien está cantando. Que él sepa, nadie en la casa tiene una voz melodiosa, pero la que endulza sus oídos es dulce y colmada de sentimientos, recitando una de esas canciones de amor que hacen estremecer al corazón.
Nan neoreul saranghae, nan neoreul saranghae, una y otra vez alguien canta el estribillo, como si fuese el único fragmento que conoce de la canción. JiMin se detiene por un momento en las escaleras para seguir escuchando. El dueño de aquella voz suelta un enorme suspiro, seguido de una risa que se esfuerza por no ser demasiado ruidosa, delatando su identidad. Es SeokJin.
Se recarga en el umbral de la cocina y lo observa cocinar lo que parecen ser unos panqueques endemoniadamente perfumados que le generan más sonidos graciosos en el estómago. SeokJin se percata de su presencia y le mira de reojo. Nervioso, saca con la espátula el esponjoso desayuno y lo pone sobre el plato. Apaga el fuego de la estufa, decidido a enfrentar el miedo de conversar con JiMin.
—Hey, qué bueno que estás despierto. ¿A qué hora llegaste ayer? No te escuché entrar.
Confundido, JiMin no sabe cómo responder. Siente un nudo en su garganta y unas terribles ganas de llorar por lo feliz que está de ver a SeokJin, con su rostro luminoso a pesar de que lo adornan las ojeras. Vivo, de pie, en su adorada cocina, preocupándose por las mismas cosas de siempre.
—Creo que a las siete y media, no recuerdo —sus palabras se atoran un poquito, la tensión entre ellos no le permite pensar—. Pero tú y Nam estaban muy cómodos y no quise despertarlos.
SeokJin reacciona con un terrible sonrojo en las mejillas, sintiéndose sin salida.
—Nos viste, entonces.
—Se veían lindos —nervioso, se acerca a él un par de pasos. JiMin le sonríe y el mayor le corresponde, pero su gesto es tímido, como si quisiera decir algo más, pero no tiene el valor.
La tensión entre ellos aumenta mientras el silencio se alarga. JiMin está aún confundido porque no ha podido entablar una conversación con él desde hace una semana, por lo que es un poco incongruente verlo de tan buen humor cantando una canción de amor, como si de la noche a la mañana hubiera ocurrido un cambio mágico.
—Jin hyung —rompe el silencio, sin poder contenerse más—. Estaba muy preocupado por ti, te hemos extrañado demasiado. Tú... ¿Estás bien?
Su llanto se descontrola, la presión en su pecho es demasiada, pues todas las emociones tormentosas acumuladas en la semana al fin encuentran el escape que necesitaban. SeokJin, al ver llorar a su retoño, lo envuelve en un abrazo fuerte y acogedor.
—Ya, mi pequeño Minnie, no pasa nada, todo está bien —acaricia sus cabellos y su espalda, lo arrulla como a un bebé—. Estoy bien, te lo juro, no pasa nada.
— ¿De verdad?
—De verdad, te lo juro, estoy mejor —conectan miradas otra vez, SeokJin alcanza una servilleta para limpiar cuidadosamente las lágrimas del otro, lo adora tanto y se da cuenta, en ese abrazo y en su rostro, lo mucho que lo adora. Se arrepiente tanto de haberles causado tanto dolor, pero ya no más.
—Te ves mejor —tras calmar un poco su llanto, toma las manos de su mayor y lo mira de pies a cabeza, para asegurarse de que sea real y no un sueño.
—No es cierto, estoy todo ojeroso y mi cabello es un desastre.
—Sigues siendo tan guapo como siempre, además te ves feliz. Me da mucho gusto que hayas salido de tu habitación, creímos que te quedarías ahí para siempre.
—Ese era el plan —se ríe de sí mismo, toma a su amigo de los hombros y lo lleva al sofá para conversar con él más cómodamente.
— ¿Y qué cambió?
—Yo... yo me di cuenta de que...
Antes de que pueda abrir su corazón, un par de escandalosos entran por la puerta, sin poder creer lo que ven. HoSeok se suelta a llorar de alegría y TaeHyung corre hacia él para abrazarlo, arman un alboroto y terminan sobre el mayor, llenándolo de abrazos y palabras amorosas, hasta que escuchan a SeokJin llorar y, alarmados, se alejan para darle espacio.
—Lo siento, ¿te lastimé? —TaeHyung se hinca en el piso, frente a él y los otros dos se sientan a cada lado del mayor para contenerlo en un abrazo.
—No, no, estoy bien —sin poder parar de llorar, mira a todos y se alegra de ser recibido con tanto amor—. Niños, yo... yo lo siento tanto, perdónenme, por favor, les ruego que me perdonen.
—Ohw, Jinnie, no digas eso —HoSeok, conmovido, lo abraza mucho más fuerte—. No hiciste nada malo.
—Claro que sí —se esfuerza por calmar su respiración y sincerarse—. Estuve encerrado toda la semana sin dar señales de vida, los ignoré, los preocupé un montón y eso estuvo muy mal. Es que yo no podía... no era capaz de mirarlos a la cara después de todo lo que pasó. Todavía siento mucha vergüenza, pero no me voy a esconder más, se los prometo.
—Jin —HoSeok lo toma de ambas manos, a pesar de que está llorando, mantiene una estabilidad admirable en su voz—. No importa todo lo que haya sucedido, nosotros jamás podríamos culparte. Claro que nos preocupamos, estábamos aterrados de que, ya sabes, tú intentaras...
—Lo sé —lo detiene, no puede siquiera permitir que HoSeok, su adorable sol, pronuncie esas palabras—. Pero les juro que no pasará de nuevo. Les voy a ser sincero, estoy muy jodido, pero ayer me di cuenta de que seguir encerrado, lastimándolos, no valía la pena. No sé qué va a pasar con mi vida ahora, no sé qué voy a hacer, pero voy a seguir por ustedes, porque son mi familia, los amo. Sé que a veces soy muy fastidioso con mis regaños o cuando los cuido demasiado, lo hago porque ustedes son lo que me mantiene a flote, no podría soportar si a alguno de ustedes le pasara algo o que... o que se alejaran de mí.
—Nosotros también te amamos, Jinnie hyung, nunca vamos a dejarte solo —TaeHyung está inundado en sus propias lágrimas, no puede contener el impulso de abrazar de nuevo al mayor, los otros dos se unen en ese apapacho, esta vez más calmado, donde todos lloran y se aseguran de plasmar su cariño en ese instante tan importante.
—Necesito hablar con todos ustedes —suspira el mayor una vez que el abrazo finaliza y todos están más contentos—. Tienen que saber la verdad directamente de mí. Mucho de lo que decía ese periódico es pura mentira, no quiero que crean esas calumnias.
—Nunca creímos una sola palabra —interviene JiMin—. Además, Nam hyung dijo que las fotos eran borrosas y que ese ni siquiera podrías ser tú.
—Las fotos son reales —confiesa, muy avergonzado—. Pero están malinterpretadas, la persona que tomó esas fotos y escribió todo eso, lo hizo para hacerle creer al mundo que todo lo que hice fue con maldad, pero no es así, necesito que me escuchen.
—Tranquilo, vamos a escuchar todo lo que tengas qué decirnos, solo vamos a creerte a ti —HoSeok, con su voz siempre suave y empática, lo toma de los hombros y sonríe para él.
— ¡SeokJin-ah, ya llegué, ábreme! —Su momento emotivo es interrumpido por una voz ronca del otro lado de la puerta principal, es NamJoon, cargando un par de bolsas muy pesadas, llenas de cosas para el desayuno.
—Este entrometido irrespetuoso —el nombrado se pone rojísimo, apenado porque aquello se escuchó como si tuvieran años de conocerse.
Se apresura a abrirle a NamJoon, la escena se torna graciosa porque ambos están sonrojados y los otros tres en la sala se hacen gestos burlones, porque todos saben en qué situación estaban aquellos dos la noche anterior.
—Háblame con respeto frente a los chicos —regaña en voz baja y le quita una de las bolsas pesadas, NamJoon solo asiente, avergonzado y acude a saludar a los demás.
—Hey, buenos días. ¿Listos para desayunar? Fui temprano al mercado, traje frutas, cereales y algo de ramyeon por si quieren algo salado.
Pero nadie contesta, solo miran a esos dos con una sonrisa pícara, haciéndolos sentir un poco incómodos.
—Bueno, basta de esas miraditas. ¿Qué demonios les pasa?
—Esto es lo que pasa —HoSeok enciende su teléfono y abre el chat con JiMin, donde se encuentra la evidencia que pone a SeokJin en una posición bastante difícil.
— ¿Y qué? Tú y yo hemos dormido abrazados antes, no es nada. Vamos, mientras yo termino los panqueques, JiMin cortará la fruta y ustedes a limpiar o a lavar ropa, lo que sea, ahora.
Como por arte de magia, el viejo SeokJin les regaña como siempre, aplaudiendo una vez para apurarlos. La escena se torna divertida, pues no hay una explicación no gay para la clara tensión que se siente entre ese par de sonrojados.
—Yo puedo hacer el café, si quieres —sugiere NamJoon, mientras pone la bolsa de víveres sobre la mesa. ¿Podría ruborizarse más el pobre dueño de la casa? Claro que sí, porque NamJoon preparando café lo transporta al vergonzoso pero lindo día anterior que le provoca un cosquilleo en el vientre.
—Claro, pero, eh... Sí, vamos a la cocina a encargarnos de eso. ¿Y ustedes qué tanto miran? ¡A limpiar! —Ordena hacia la parejita, quienes salen corriendo al piso de arriba como un par de niños que acaban de romper algo y huyen del castigo, riendo y saliéndose con la suya.
—Hablaremos después de desayunar —suspira SeokJin—. Nam, ¿tienes algo qué hacer hoy? Ahora eres parte de esto y me gustaría que estés presente, voy a contárselos todo, sobre lo del periódico.
—Con gusto me quedaré a escucharte —la sonrisa que esboza es demasiado familiar para JiMin, porque conoce esa mirada, sabe tan bien que NamJoon solo mira así a alguien cuando siente un verdadero cariño, es tan obvio.
En un incómodo silencio, los tres se dirigen a la cocina para elaborar el desayuno. SeokJin opta por poner un poco de música para aligerar el ambiente, porque no sabe qué demonios hacer. JiMin está ahí, alerta a todos los movimientos y miradas, sospechando que algo muy bueno debió haber sucedido entre esos dos como para que SeokJin se esté comportando tan nervioso y extraño alrededor de NamJoon.
¿Y cómo no estarlo? Si el día anterior fue demasiado extraño, pero para nada desagradable, pese a que el proceso de despertar y bañarse fue difícil. NamJoon le demostró a SeokJin que, en efecto, sabe preparar un café excelente. Lo elaboró apasionadamente, como cuando trabajaba en una cafetería en Busan, demasiado profesional, tanto que el mayor se sorprendió de lo bien que sabía. Esa fue la primera señal, para SeokJin, de que ese chico entrometido y parlanchín era algo diferente, especial.
Cuando subieron al balcón con sus cafés y la música llenando su silencio incómodo, SeokJin descubrió que no tenían un tema de conversación en concreto. Su cabeza todavía se sentía nublada por el cansancio, todo a su alrededor parecía irreal y borroso. Era incapaz de mirar a los ojos al otro, hasta que fue el mismo NamJoon quien abrió la charla.
—Elegiste un lugar excelente para vivir, la vista es grandiosa.
—Es mucho mejor de noche.
— ¿Por las luces?
—Por el silencio.
—Podemos permanecer en silencio, si quieres.
—No. No ahora, quiero decir... Olvídalo, no sé qué estoy haciendo, NamJoon, ni siquiera sé si debería o no estar aquí contigo.
—Estás aquí porque lo decidiste, aceptaste mi invitación —con sus nudillos, dio tres toques en la madera del balcón, poniendo en evidencia a SeokJin.
—Era eso o seguir escuchando tus intentos por hacerme reír.
—Pero te reíste al final.
—Sí, eres gracioso, pero que no se te suba el ego.
—Para nada, soy un hombre muy humilde.
—Más te vale, porque en esta casa solo hay cabida para un egocéntrico y ese soy yo.
—No creo que seas egocéntrico.
— ¿Por qué estás tan seguro de eso?
—Por la forma en que tratas a los chicos. JiMin siempre ha dicho que eres muy maternal, que te preocupas por él en sentidos más profundos que sus propios padres.
— ¿Qué tanto te ha dicho JiMin de mí?
—Solo la verdad, no tienes idea del bien que le haces a él y a los demás. Eres leal, entregado, con mucho amor para dar, así lo veo yo.
—Haces demasiadas aseveraciones sobre mí. ¿No te da miedo hablar demasiado u ofenderme?
— ¿Lo dices porque acerté en algo?
—Chico listo.
Lo que empezó con una quietud desconcertante, terminó en risas por lo irónico del asunto: eran dos completos extraños compartiendo un café, hablando en un momento crítico y delicado. NamJoon ponía empeño en mantener todo sereno, SeokJin hacía sus esfuerzos por no usar su sarcasmo y correr a esconderse bajo su cama. Tras los intentos de ambos por llevar una conversación normal, terminaron hablando de lo que tenían en común: JiMin. No perdieron la oportunidad para reírse de él por perderse en la ciudad y recibir un regaño catastrófico de su padre, pero también hablaron de lo poco que sabían sobre el tal YoonGi y sobre si le convenía o no a su pequeño retoño. Al final, el cotilleo sobre su amigo en común los llevó a reírse más, a entrar en confianza e incluso bromear sobre el hecho de que ese listillo estaba intentando jugar a ser Cupido.
Cuando las tazas se vaciaron entre su conversación, SeokJin invitó al otro a ver televisión en el pequeño estudio en el piso de abajo. Se tiraron en el sofá-cama extendido y buscaron algo para ver, descubriendo que a ambos les guastaban los documentales de animales.
Ya entrada la tarde, SeokJin fue el primero en caer rendido en un sueño profundo, NamJoon no tuvo corazón para despertarlo, así que se tomó la libertad de sacar una manta del pequeño armario de la sala. Apagó el televisor y se recostó a su lado, cubriéndolos a ambos con la manta. Se quedó observando al otro dormir, quien no tardó en notar el movimiento y, entre dormido y despierto, jaló el brazo de NamJoon hacia él y lo puso sobre su vientre, el otro respondió cauteloso, acomodándose cómodamente a su lado, abrazándolo con inocencia, pero halagado por ese acto tan bonito.
— ¿Así, o más grandes los pedazos, hyung?
— ¿Qué?
—El melón, ¿quieres pedazos grandes o chicos? —Ese es JiMin, trayendo de vuelta a SeokJin de su ensoñación.
—Grandes está bien, Minnie —de inmediato, acciona porque se da cuenta de que estuvo a punto de quemar uno de los panqueques por estar distraído, pensando en lo bonito que fue despertar junto a NamJoon. Sin querer, pasaron la noche juntos y despertó con tanta energía, como si hubiera repuesto todas las energías que le faltaban.
Una vez que la mesa está puesta, HoSeok y TaeHyung bajan, atendiendo rápido a los gritos de SeokJin para el desayuno. Mientras comen alegres y entusiasmados, la charla gira en torno a los comentarios cómodos de los chicos sobre la escuela e interrogar a NamJoon sobre su vida, pero el mayor de todos no se puede concentrar en lo que sucede a su alrededor, tan solo come en automático y sonríe cuando los demás lo hacen. Se encuentra nervioso, formulando en su mente por dónde va a empezar a contarlo todo, pensando si será adecuado o no contarles cada detalle de la historia.
Es TaeHyung quien llama primero su atención, pues termina de comer y levanta su plato, junto con el de HoSeok. ¿En qué momento devoraron todo tan rápido? ¿O es que él estuvo congelado, sin noción del tiempo?
—Así déjalo, Tae —interviene, deteniendo todo movimiento en la mesa—. Recogemos después, ahora de verdad necesito hablar con ustedes o me voy a arrepentir.
—No te sientas presionado, hazlo cuando te sientas listo —añade NamJoon, poniendo osadamente su mano sobre el hombro de SeokJin, pero en lugar de exaltarse, le regala una sonrisa de ojos brillantes, demasiado evidente y extraño.
—Tiene que ser ya, necesito sacarlo —toma una respiración muy profunda y la mano que se posaba en su hombro, decide guardarla entre las suyas y darle una caricia, antes de soltarlo y mirar a los demás.
Todos ellos guardan silencio en cada momento, como niños bien educados, escuchan con atención y observan cualquier reacción que él pueda tener, preparados para consolarlo. Entonces, SeokJin narra su historia desde ese evento traumático que marcó su vida para siempre, siguiendo con la vida miserable en la calle, el refugio, el trabajo sexual y todo lo demás. No puede parar de llorar y los demás se limitan a acariciarle las manos, los hombros, la espalda, para hacerle sentir cobijado. Le proveen de pañuelos para que se limpie, empatizan con su dolor y le guardan un infinito respeto. Su historia es tan desgarradora y difícil, que no hay lugar para el prejuicio, porque hizo todo lo que pudo para sobrevivir a la hostilidad del mundo tras haber sido exiliado y abandonado a su suerte. Cuando finaliza su historia, da un largo y liberador suspiro, pero es incapaz de mirarlos a los ojos. Vuelve a sentir el asfixiante miedo a ser abandonado, pero lo justo siempre fue ser sincero.
—Entenderé si no quieren seguir viviendo conmigo después de saber todo esto, no tengo excusas, solo me queda rogarles que no se asqueen de mí.
—Si crees que vamos a abandonarte solo por saber la verdad, estás muy equivocado, tonto hyung —HoSeok se levanta de su lugar y va directo a abrazarlo fuerte, los demás lo imitan, salvo NamJoon, quien se queda cerca de él y le toma la mano para no invadirlo tanto.
—Así es, si piensas que ibas a librarte de nosotros tan fácil, pues estás muy mal —TaeHyung le revuelve el cabello y le da un besito en la frente, haciéndolo reír de ternura.
—Solo no quiero que cambie la forma en que me tratan.
—Claro que no, te prometo que seguiremos siendo los mismos niños malcriados de siempre —le contesta HoSeok, los demás ríen y se sueltan del abrazo, logrando alegrar significativamente el ambiente en esa mesa.
—Gracias, de verdad —SeokJin limpia las últimas lágrimas de sus ojos, ahora es capaz de sonreír y mirarlos a los ojos—. Les prometo que voy a continuar, de alguna manera tengo que salir adelante, ustedes y JungKook son lo que me mantiene motivado.
— ¿Le dirás a Kookie sobre esto? —Pregunta JiMin.
—Sí, lo haré cuando venga a cenar con nosotros la próxima semana, es justo que lo sepa.
—Él será tan comprensivo como nosotros, ya lo verás —dice HoSeok—. Levantemos la mesa y vamos a terminar de limpiar. ¿Te quedarás, NamJoon?
—Sí, ayudaré en lo que me pidan, por la tarde iré a firmar el contrato del departamento y, si me lo permiten, me quedaré aquí una noche más.
—Quédate el tiempo que necesites —agrega SeokJin, alzando su mano para alcanzar la del otro, lo cual nuevamente levanta miradas y sonrisas en los demás, especialmente en JiMin.
—Gracias —responde NamJoon, sonriéndole cariñosamente, formando entre ellos una atmósfera que provoca decir "mejor váyanse a la habitación".
—Bueno, a limpiar —SeokJin sale de su pequeño lapso de idiotez, porque ver sonreír a NamJoon le provoca un remolino de emociones en el pecho.
Como hormigas trabajadoras, cada uno se dirige a una labor. En el piso de arriba, la parejita hace retumbar un poco las paredes con la música, en el pórtico, NamJoon opta por limpiar y barrer, quitar la maleza que ha crecido entre las ranuras del piso; y en la cocina, JiMin y SeokJin lavan los platos. El momento perfecto para una conversación bochornosa.
—Y bien... ¿Qué te parece NamJoon?
—Es agradable —se concentra demasiado en su tarea, evitando la mirada curiosa de JiMin.
—Agradable... ¿Como amigo?
—Minnie, en este momento no quiero envolverme en un romance. Sé que bromeábamos sobre que me presentaras a un amigo, pero no me siento listo.
—Lo siento, no quise ofenderte, solo me sentí muy feliz de verlos dormir juntos.
—Para nada me ofendiste —suspira, enternecido por las buenas intenciones de su amigo—. Mira, no te voy a mentir, NamJoon es atractivo.
— ¡Lo sabía! Sabía que te iba a gustar.
—Alto ahí, vaquero —toma un poco de espuma y se la unta en la mejilla—. Solo... solo necesito tomarme las cosas con calma. Conocerlo bien, que seamos amigos primero y después, cuando yo ya esté mejor, veré si le doy una oportunidad.
—Tienes razón. YoonGi y yo quedamos en eso también.
— ¿Ah sí? Yo necesito ese chisme, estuve muy desconectado de ustedes estos días, ponme al tanto. ¿Cómo estuvo la cita?
—Nos besamos —se ríe con un poco de descontrol y bochorno—. En la boca, fue muy lindo.
— ¡Vaya! Un beso en la segunda cita. ¿Quién se acercó primero?
—Yo —responde un poquito apenado—. Pero él estuvo de acuerdo, fue... fue un poquito descontrolado.
— ¿Hubo lengua?
—Puede que sí...
—Mírate nada más, mi pequeño Minnie resultó ser todo un atrevido.
— ¡Hyung!
—Ya, lo siento —ríen ambos—. Me da mucho gusto que fuera una linda cita. Pero volviendo a lo otro, dijiste que él quería ir lento. ¿Qué más pasó? Dame detalles.
—Bueno, conversamos un poco mientras comíamos, en el restaurante estábamos un poco tímidos, luego fuimos al parque, nos besamos y fue ahí donde me dijo que quería ir lento. Quedamos en tener más citas para conocernos mejor, pero yo le gusto, hyung, le gusto de verdad, me lo dijo alto y claro.
—Eso es una buena señal, es importante conocer algunos aspectos de una persona antes de iniciar una relación. ¿Ya le preguntaste sobre su familia? ¿Sus metas a futuro, lo que hace en su tiempo libre, su tipo de sangre, su signo del zodiaco?
— ¡Jin hyung! —Toma algo de espuma y le devuelve el gesto tonto.
—Sabes que hablo en serio, no quiero que salgas lastimado, Minnie.
—No te preocupes, hyung, todo saldrá muy bien. YoonGi es muy inteligente y precavido, igual que tú.
—Hmm, me voy a poner celoso si me comparas con él. Apuesto a que nadie puede hacerte un pastel tan rico como el mío.
—Claro que no, nadie en todo el mundo hace el pastel tan bien como mi Jin hyung.
—Obviamente, cariño —le da un empujoncito amistoso y ambos terminan haciendo un desastre de espuma y risas.
Después de hacer la limpieza, la casa queda en un silencio casi absoluto. NamJoon se va después de bañarse y ayudar a limpiar, los tortolitos de arriba se quedan dormidos después de una ardua mañana ordenando, SeokJin decide ponerle fin al encierro en su habitación. Abre las ventanas, sacude y deja todo reluciente, tal y como le gusta, descubriendo una satisfacción inmensa y una sensación de plenitud por primera vez en mucho tiempo.
Y JiMin... en lugar de hacer tarea, como dijo, se encuentra mirando fijamente la pantalla de su computadora, pensando en lo que habló con SeokJin. En ningún momento se puso a pensar en lo que significaba empezar una relación, así que ahora que la duda ha entrado en él, no puede dejar de pensar en qué debería preguntarle a YoonGi para conocerlo mejor.
Entonces, como buen estudiante que se fía del internet, comienza su búsqueda con frases como "preguntas para conocer al amor de tu vida", sintiéndose algo tonto de consultar algo así en internet, pero es que se siente tan perdido y necesitado de respuestas. Tras casi una hora de búsqueda sin nada que le convenza, encuentra un enlace titulado "Las 36 preguntas que llevan al amor". Sin muchas expectativas, lee detenidamente cada párrafo en esa página, encontrando sin querer una mina de oro para resolver sus inquietudes, siguiendo el consejo de SeokJin sobre ahondar más en la vida de YoonGi, pero al mismo tiempo usarlas como su arma secreta para facilitar el camino hacia su destino: el amor de YoonGi.
Sí, es perfecto, nada podría salir mal. Después de todo, están destinados.
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