II
Por fin las clases habían terminado y el espantoso ruido del despertador no volvería a molestarlo en un buen rato. Al abrir los ojos lo primero que vio fue a Johnny observándolo, ¿Cuánto tiempo lo habrá visto dormir? El ojiazul acortó la distancia y acomodo en el pecho del pelinegro disfrutando de la suave reparación del menor.
─ Buenos días. ─ Dijo Daniel con la voz un poco ronca.
─ Eres tan hermoso de todas las maneras: dormido, despierto, sonriendo, gritando, llorando, bailando, soñando ... ─ El pelinegro acarició la cabellera rubia, no sabía que Johnny fuera así de cursi, pero le encantaba escuchar cada declaración de amor.
Daniel levantó con cuidado el rostro de Johnny para darle un beso, dos semanas desde que resbalaron en la cocina y ahora no podían separarse sin extrañarse al segundo de estar lejos.
Johnny adoraba a Daniel como nunca pensó que podía hacerlo, estar cerca del pelinegro se asemejaba a sentirse en casa, era como beber chocolate caliente en un día de lluvia y sus brazos eran su lugar seguro.
Que afortunados eran, dos almas solitarias vagando por el mundo sin una dirección ahora lo tenían todo con una simple mirada. El amor actúa de formas misteriosas o ¿será que no sabemos identificarlo cuando llega a nuestra vida? Tal vez el impulso de Daniel por provocarle no era venganza, simplemente su corazón pedía atención, deseaba más de Johnny y Daniel lo malinterpreto todo el tiempo. Tal vez Johnny no hizo nada cuando Dutch propuso atacarlo en los vestidores del torneo, había una pequeña posibilidad que quisiera lanzarse sobre Dutch para que este no le pusiera las manos encima al pelinegro.
Todo eso les hacía preguntarse ¿Por qué el ser humano es tan complicado? El destino, Dios o alguna fuerza poderosa te puede poner enfrente al amor de tu vida y tu desviviendote por otra persona que no está destinada a quedarse contigo. Eso los llevaba a pensar que Ali nunca fue el inicio, más bien era el enlace para encontrarse y reconocerse. ¿Por qué ignoraron el latido de sus corazones? ¿Por qué ignoraron los sueños de dulces besos y caricias frente al mar? ¿Por qué cubrieron con hostilidad al amor? ¿Por qué desperdiciaron tiempo valioso? ¿Cuántos besos no se dieron? ¿Cuántos te amos quedaron guardados en el fondo su ser? ¿Cuántas películas no disfrutaron? ¿Cuántas primeras veces no ocurrieron? ¿Cuántas cartas de amor no se escribieron? ¿Qué tenía que pasar para lamentar tanto desperdicio de horas que pudieron conversar por teléfono? ¿Cuál habrá sido la canción que les recordará el momento especial que nunca paso? ¿Qué canciones Johnny habría grabado en un casete que después le hubiese regalado a Daniel? ¿Por qué creían que tenían todo el tiempo del mundo? ¿Acaso no sabían que se les estaba agotando?
─ Debes alistarte para el trabajo.
─ Me dieron dos semanas libres y no me despegare de ti ni un segundo. ─ Respondió Johnny.
─ Entonces puedo seguir haciendo esto. ─ Daniel volvió a besarlo, Johnny nunca se cansaría de eso, podría estar así para siempre.
Los besos y caricias subieron de nivel, el pelinegro se colocó encima de Johnny y el ojiazul llevó las mano a la cintura de Daniel. El menor comenzó a moverse creando fricción.
─ Espera. ─ Johnny se separó bruscamente.
─ ¿No quieres?
─ Si, pero no quiero que te sientas presionado, debe ser algo especial para los dos.
─ Es especial porque será contigo. ─ En ese momento las mejillas de Daniel se colorearon de color rojo. ─ Te quiero Johnny. ─ Daniel se despojo de la playera y sus pantalón de pijama, Johnny no despego la vista del pelinegro en ningún momento.
─ Tal como dije antes, eres hermoso. ─ Johnny colocó a Daniel sobre el colchón. Pasó una vez más la vista por el delgado cuerpo y se quedó tenso al ver algunas cicatrices que él seguramente había causado.
─ Amor, ─ Daniel pudo ver como los ojos azules se llenaban de lágrimas. ─ estoy bien, ya sanaron y sé que de ahora en adelante vas a cuidarme. ─ Johnny abrazo a Daniel.
─ Perdóname.
─ No hay nada que perdonar. ─ Johnny asintió y besó la primera cicatriz que encontró. Sabía que esas marcas no desaparecían así que se encargaría de cubrirlas con besos y así lo hizo esa mañana, beso cada herida y cicatriz, acción que sensibilizó al pelinegro pues nadie antes lo trató con tanto cuidado. El ojiazul terminó con su tarea y se separó un poco para desprenderse de la ropa. Daniel lo vio cientos de veces sin playera, pero esa vez era distinto, lo sabía.
Cuando Johnny quedó en ropa interior Daniel lo tomó por el cuello y lo acercó a él para besarlo de nuevo, las manos del ojiazul exploraron cada parte de la suave piel. Daniel utilizó uno de los movimientos de Karate para cambiar de posición y quedar encima de Johnny. Con algo de inexperiencia empezó a moverse, Johnny lo guío y ambos suspiraron cuando sintieron la fricción. Daniel arqueo la espalda y mordió su labio dándole a Johnny las más tierna y excitante imagen que nunca había visto. Pero el rubio estaba acostumbrado a golpear primero y de nuevo cambió las posiciones, la únicas prendas que quedaban se volvieron estorbosas así que Johnny se deshizo de la tela que los separaba del contacto. El ojiazul volvió a colocar sobre Daniel rozando por accidente sus miembros, Daniel jadeo y fue suficiente para que Johnny uniera sus labios con los del pelinegro en un beso necesitado. Pronto sus suspiros inundaron el lugar y aunque los dos parecían tan seguros, por dentro temblaban de miedo.
─ Te necesito. ─ Suplico Daniel entre jadeos. ─ La piel de Johnny se erizó ante el pedido del pelinegro. ─ En el primer cajón. ─ Alcanzó a decir antes de no poder emitir más palabras y Johnny entendió.
Johnny colocó lubricante en sus dedos y dirigió el primero en la entrada de Daniel. El menor apretó los ojos por la dolorosa intromisión, el ojiazul volvió a besarlo y con la otra mano tomó el miembro de Daniel para masturbarlo y distraerlo del dolor. Metió un segundo dedo, esperó un poco y después comenzó a sacarlos y meterlos. Poco a poco el dolor se transformaba en placer, los gemidos que emanaban de la boca de Daniel eran como música para los oídos de Johnny.
─ Por favor. ─ Pidió Daniel y Johnny sacó los dedos provocando que Daniel gruñera por la sensación de vacío. El ojiazul colocó una almohada debajo del pelinegro y subió un poco las largas piernas, alineó su pene con la entrada de Daniel y se introdujo con cuidado sintió como las paredes del menor apretaban deliciosamente su pene. Daniel clavo las uñas en la espalda de Johnny y el rubio repartió besos por el cuello de su novio.
Luego de unos minutos, Daniel se movió indicándole a Johnny que podía continuar. El mayor inició con movimientos lentos que enloquecieron al pelinegro. Daniel repetía entre jadeos el nombre de Johnny suplicándole que fuese más rápido y siguiendo las órdenes del menor Johnny aumento la velocidad las embestidas.
Daniel era un desastre, con algunos mechones pegados en la frente por el sudor, su boca roja semiabierta y los ojos cerrados para disfrutar más de las sensaciones hicieron que Johnny se sintiera afortunado por tener el amor tan hermosa persona. Quería cuidarlo, protegerlo y nunca soltarlo, por fin no había ninguna duda, Daniel LaRusso es todo lo que necesita, el único que puede iluminar su gris vida de colores.
─ Te amo. ─ Confesó en un susurro y Daniel abrió los ojos encontrándose con el azul más profundo que ha visto en su vida haciéndolo llegar al orgasmo gritando el nombre de Johnny.
─ Te amo. ─ Respondió agitado.
Y con unas embestidas más Johnny se corrió dentro de Daniel.
Johnny tapó a ambos, Daniel se acurrucó en el pecho de Johnny y quedaron profundamente dormidos.
[.]
Daniel fue el primero en despertar y una sonrisa traviesa escapó de sus aún labios rojos e hinchados, tocó su propia piel recordando las caricias de Johnny ¿así se sentía el amor? O ¿solo el amor de Johnny podía hacerlo sentir tan vivo? Apostaba más por lo segundo.
El señor Miyagi tocó la puerta, Daniel se apresuró a vestirse y salió de la habitación cerrando para que Johnny pudiera seguir durmiendo.
─ Daniel-San. ─ Saludo Miyagi.
─ Señor Miyagi, me alegra verlo de nuevo ¿Cómo le fue en Okinawa?
─ Miyagi tiene muchas cosas que contar, ¿Dónde está Johnny-San? ─ Preguntó tratando de ver al interior del departamento.
─ Está dormido, le dieron un par de semanas libres y se quedó durmiendo toda la tarde. ─ Llevo una mano tras él y cruzo los dedos. ─ Puedo despertarlo.
─ Oh, no será necesario solo vine a invitarlos a cenar esta noche, quiero presentarles a familia de Miyagi.
─ ¿Eso quiere decir que su padre mejoró?
─ Así es.
─ Me alegro mucho señor Miyagi. ─ Abrazo a su maestro. ─ Son excelentes noticias y cuente con nosotros, nos encantará conocer a su familia.
─ Hasta esta noche Daniel-San.
Miyagi se marchó y Daniel corrió a contarle todo a Johnny.
─ Johnny, ─ Lo movió un poco. ─ despierta. ─ Johnny no despertaba. ─ Amor, Eddy quiere invitarme a salir. ─ El rubio se levantó bruscamente y casi tira a Daniel de la cama.
─ ¿Dónde está? ─ El pelinegro rio por lo celos de su novio.
─ Nadie me invitó a la playa, pero tuve que decirlo para hacerte despertar. ─ Daniel se puso de rodillas en el colchón.
─ Aun así no te quiero cerca de ese. ─ Johnny lo abrazo por la cintura.
─ Te lo prometo. ─ Daniel beso la frente del ojiazul. ─ Cambiado de tema, el señor Miyagi llegó de Okinawa y trajo a su familia consigo.
─ Debe estar muy feliz.
─ Lo está y nos invitó a cenar para presentárnoslos.
─ Genial.
─ Debemos ser puntuales, así que a la regadera señor Lawrence.
─ Ven conmigo. ─ Besó el cuello de Daniel y el menor volvió a reír.
─ Nada me gustaría más, pero tardaríamos más.
─ Bien, pero tendrás que recompensarme. ─ Agarró una toalla y se metió a la ducha.
[.]
Daniel terminaba de peinarse y Johnny lo abrazó por detrás, gracias al espejo vieron su imagen reflejada.
─ Míranos, nos vemos tan bien juntos. ─ El rubio dejó descansar su barbilla en el hombro de Daniel.
─ Daniel Lawrence ¿Qué tal suena?
─ Me encanta.
─ Tendrás que proponerme matrimonio si quieres que lo use.
─ Aunque Daniel LaRusso no suena tan mal. ─ Daniel abrió la boca ofendido y le dio un suave codazo a Johnny. ─ Es broma Danny, algún día tu y yo estaremos frente a un juez jurándonos amor eterno. ─ Daniel dio la vuelta quedando frente a Johnny.
─ Te quiero. ─ Le dio un beso. ─ Vamos o se nos hará tarde.
Daniel y Johnny corrieron hasta el estacionamiento, las reglas del juego estaban claras: el primero que lograra sentarse en el asiento del copiloto se salvaría de manejar. En la mayoría de las veces Johnny lo dejaba ganar y esa fue una de las tantas ocasiones.
─ Gane. ─ El pelinegro levantó los brazos en señal de victoria y Johnny estaba dispuesto a perder las veces que fueran necesarias sólo para ver a Daniel reír de esa manera.
─ A la próxima ganaré yo.
─ Soy el rey. ─ Johnny negó divertido y subió en el lado del conductor. Manejo aproximadamente 30 minutos y llegaron a su destino.
─ ¿Crees que les agrademos? ─ Preguntó Daniel algo preocupado. ─ El señor Miyagi es mi mejor amigo, como un padre y es importante que su familia tenga una buena impresión mía.
─ Es imposible no quererte, ─ Le aseguro el ojiazul. ─ las personas que te conocen quedan totalmente encantadas contigo.
─ Daniel-San, Johnny-San. ─ Ambos dieron un brinco de susto al escuchar la voz del señor Miyagi. ─ ¿Tienen algo que contar?
─ En realidad, ─ Daniel mordió su labio. ─ si, si tenemos algo que contar.
─ Los escucho.
─ Daniel y yo ... ─ Johnny entrelazo su mano con la de Daniel. ─ Somos novios. ─ Miyagi rio y aplaudió.
─ Felicidades, Miyagi desearles fortuna. ─ Abrazo a cada uno. ─ Son el equilibrio perfecto, como Yin y Yang, puede que sean diferentes, pero dentro de ustedes hay un poco del otro y por eso son perfectos juntos.
─ Gracias señor Miyagi. ─ Daniel pudo sentirse tranquilo.
─ Sin usted muchas cosas no serían posibles. ─ Agradeció Johnny.
─ Continuaremos hablando después, la familia espera.
─ Entremos.
─ Trajimos este postre. ─ Johnny le entregó una caja.
─ Gracias, pasen por favor.
Cerca de la puerta escucharon varias voces, Daniel pensó que una de ellas debía ser Yuki pues nunca había visto al señor Miyagi así de alegre.
Entraron y pudieron ver a 3 personas alrededor de la mesa.
─ Familia, ellos son Daniel-San y Johnny-San. ─ Los presentó Miyagi.
─ Hola. ─ Saludo Daniel.
─ Un placer conocerlos.
─ Kare wa anata no saisho no gakuseidesu ka? ─ El hombre mayor se dirigió a Daniel.
─ Mi padre preguntar si Daniel-San es mi estudiante.
─ Así es señor, me siento honrado de conocer al padre de mi maestro. ─ Otras de las personas era una joven de la edad de Daniel y Johnny, se encargó de traducir su respuesta.
La cena transcurrió con calma, Miyagi contó lo buenos que eran ambos jóvenes, también explicó cómo el estilo de Karate de la familia Miyagi ayudó a Johnny para sanar aquello que por mucho tiempo le lastimó. Además, descubrieron que la muchacha que los acompañaba se llamaba Kumiko y había venido junto a su tía para inscribirse en una academia de baile.
[.]
Johnny caminaba por los pasillos de la tienda eligiendo los ingredientes para preparar la comida. Por fin en mucho tiempo tuve un día tranquilo.
─ John. ─ Hasta que Sid se interpuso en su camino. ─ Debemos hablar. ─ Johnny pagó sus compras y acompañó a Sid al auto.
─ Habla rápido, no tengo mucho tiempo.
─ Laura está preocupada y quiere que vuelvas a casa.
─ No lo haré.
─ ¿Estás loco? Si regresa tendrás todo de nuevo.
─ No me interesa
─ Si regresas yo pagaré tu universidad, elige cualquier universidad fuera de los Ángeles y yo le haré llegar un cheque.
─ Soy capaz de pagarla por mis medios.
─ ¿Enserio? Quieres ser doctor ¿cierto? ─ Johnny asintió. ─ Necesitarás mucho dinero y no creo que tu trabajito te permita pagar por ello.
─ No seguiré hablando contigo, es una pérdida de tiempo. ─ El ojiazul empujo a Sid y se alejó lo más rápido que pudo convencido de mantener en secreto aquella conversación.
[.]
Un mes había pasado desde aquella propuesta, Sid tenía razón Johnny no podía pagar la universidad que quería y Daniel intentaba plantearle varias soluciones, pero Johnny eligió la propia cambiando a una carrera que si se le posibilitar costear.
─ Danny, está bien.
─ No, no lo está. Ese es tu sueño y quiero ayudarte de alguna manera.
─ Te prometo algo, estudiaré esto y en cuanto pueda trabajar en ellos retomaré la medicina.
─ ¿Estás seguro?
─ Mucho, debo volver al trabajo, te veo en la noche. ─ Johnny se despidió con un beso.
Cinco minutos después escuchó a alguien llamar a la puerta, Daniel abrió pensando que sería Johnny quien de nuevo olvidó las llaves.
─ ¿Daniel LaRusso? ─ Inquiero un hombre.
─ Si, soy yo.
─ ¿Me permites pasar?
─ Claro. ─ Daniel se hizo a un lado dejando pasar al desconocido. ─ ¿Quiere algo de tomar?
─ Gracias, pero vengo a darte un mensaje rápido. Mi nombre es Sid Weinberg y soy el padrastro de Johnny.
─ El hombre que lo sacó de su casa.
─ No te equivocas, pero también soy el hombre que le ofreció una generosa oportunidad que rechazó y sospecho que tú eres la razón. ─ Daniel no entendía a qué se refería. ─ ¿No te dijo nada? Bien, yo te lo diré. Hace un mes lo contacté para ofrecerle pagar sus estudios universitarios en cualquier universidad lejos de aquí y me dio un rotundo no.
─ Johnny sabe lo que hace.
─ Ese es el problema, Johnny piensa que quedarse aquí es mejor. Daniel te voy a preguntar algo y quiero que seas sincero. ¿Qué tanto amas a Johnny?
─ Johnny es todo para mí.
─ Y ¿supongo que quieres lo mejor para él?
─ Siempre.
─ Entonces déjalo libre, si tu le pides que acepte mi propuesta Johnny aceptara. O ¿piensas condenarlo a vivir con una baja realización profesional? ¿Series tan egoístas como para impedirle cumplir sus sueños?
─ Nunca se lo impediría.
─ Entonces ya sabes que hacer. ─ Sid se puso de pie. ─ Fue una charla enriquecedora, buenas tardes joven LaRusso.
[.]
Casi anochecía y Johnny volvía a casa emocionado por contarle a Daniel que pronto lo ascenderían, su novio se pondría tan feliz por él pues recibiría más paga permitiéndose costear la universidad.
Entró al departamento, encendió la luz y vio unas maletas acomodadas en la entrada.
─ Johnny. ─ Daniel salió de la habitación, se le veía muy afectado y su ojos delataban que había estado llorando.
─ ¿Qué ocurre? ¿Tu madre regresó? ─ Daniel negó.
─ Tu padrastro estuvo aquí. ─ Johnny apretó los puños.
─ ¿Qué te dijo?
─ ¿Por qué rechazaste su propuesta?
─ No quiero hablar de eso.
─ Yo sí. ─ Grito Daniel. ─ ¿Fue por mí?
─ Daniel ...
─ Fue por mi ¿sí o no?
─ En parte sí. ─ Respondió y Daniel volvió a llorar.
─ Acepta su propuesta, vete y cumple tu sueño.
─ Daniel yo quiero quedarme aquí contigo. ─ Intentó abrazarlo, pero Daniel se alejó.
─ No puedo hacerte esto ¿No entiendes que no podría cargar con el peso de la culpa?
─ No tienes porque sentirte culpable.
─Te amo y porque te amo no permitiré que te estanques por mí.
─ Escúchame por una vez en tu vida. ─ Grito Johnny.
─ Vete ahora mismo.
─ No, no me iré.
─ Si te quedas voy a terminar contigo de todas maneras. ─ Daniel no sabía de dónde salió esa amenaza.
─ ¿En verdad quieres que me vaya? ─ Daniel asintió.
─ Es la última vez que voy a preguntarte ¿No vas a detenerme? ─ El pelinegro se acercó a Johnny y se puso de puntitas para besar la frente del mayor.
─ Buen viaje Johnny. ─ Daniel regresó a su cuarto y se echó a llorar cuando escuchó los pasos de Johnny y la puerta cerrarse.
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Tuve que recurrir al traductor de google para poner la pregunta del padre de Miyagi xd
La escena de su primera vez creo que no me salio tan mal, hace tiempo que deje de escribir esa escenas jaja
Próximamente la última parte
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