I

La primera vez que sintió que su corazón podría romperse por él fue cuando Kreese lo tenía sujeto por el cuello, a sus cortos 16 años había experimentado miedo real por aquel rubio que se encargó de hacerle pasar los más horribles meses. Pero eso no evitó que temblara al ver como Johnny no podía zafarse del fuerte agarre. Se sentía inútil al estar lastimado como hubiese querido ir hasta ellos y ayudarlo.

Para su suerte al señor Miyagi le causó la misma indignación ver como un hombre se aprovechaba de su fuerza y habilidad contra un joven estudiante al que se supone debería proteger. El pelinegro miró con suplica a Miyagi y el hombre supo que lo debía hacer.

Daniel intentó pasar desapercibida su preocupación, aunque por dentro se muriera por correr hasta Johnny y tirarse en el piso junto a él para averiguar que tan mal o bien se encontraba, pero no pudo sabía que el ojiazul lo tomaría como una burla y prefirió darle un tiempo.

Después de dos días se reencontraron en la escuela gracias a Bobby. El pobre chico sentía culpa sobre sus hombros y pensó que disculparse le haría bien a su alma. El castaño se paró a su lado como si esperara aprobación para que tomase asiento, Daniel asintió y Bobby dejó los libros sobre la mesa para luego sentarse en la silla frente al pelinegro.

─ ¿Cómo está tu pierna?

─ Mejor, en un par de semanas podré tener más movilidad. ─ Sonrió para bajar la evidente preocupación en Bobby.

─ Lo siento mucho, de alguna manera sabía que ese hombre no nos enseñaba las cosas correctas, pero nunca quise llevarles la contraria a los demás porque me daba miedo perder su amistad.

─ Si de verdad son tus amigos nunca iban a dejarte atrás por seguir otro camino.

─ Ahora lo sé, ellos realmente están arrepentidos y puedo asegurarte que cuando estén listos vendrán para disculparse.

─ No es necesario.

─ Para mí es importante. ─ Bobby sonrió al levantar la vista y ver a Johnny atrás de Daniel. El pelinegro no hizo más que abrir más los ojos y Bobby supo que tenía que irse.

─ Los veo luego.

─ Adiós Bobby y gracias por disculparte. ─ Él asintió y regresó con los demás.

Daniel comenzaba a preocuparse, en un principio creía que la presencia de Johnny le causaba miedo y por eso se comportaba torpe, pero ahora no estaba seguro pues el ojiazul no se había acercado con malas intenciones.

Johnny no sabía como empezar, se quedó inmóvil en su lugar sin saber cómo iniciar a disculparse. Antes hubiese llorado mientras pedía disculpas, pero Kreese le había enseñado que un Cobra jamás lloraba y mucho menos se disculpaba porque eso era señal de debilidad.

─ Podrías empezar por sentarte. ─ Daniel pudo leer la angustia en los gestos de Johnny y trató de romper el hielo.

─ Bien. ─ Johnny lo hizo. ─ LaRusso ... Daniel, yo. ─ El pelinegro no pudo evitar reír y el rubio se sonrojo.

─ Estás perdonado. ─ El ojiazul no supo qué decir. ─ Entiendo que te cueste pedir disculpas después de tanto tiempo con Kreese, pero algún día podrás decir todo lo que sientes.

Johnny se vio así mismo como idiota porque se convirtió en la misma clase de persona que aquellos que lo molestaban siendo un niño. Otra cosa que era cierta es que estar cerca del pelinegro le causaba sentimientos extraños, cada vez que lo tenía tan cerca solo podía imaginarse cómo sería probar esos rosados labios, pero cuando se daba cuenta de sus pensamientos trataba de borrarlos lastimando al causante de su confusión.

─ Gracias. ─ Se regañó por ser lo único que pudo salir de su boca, entonces se le ocurrió algo. ─ Me preguntaba si quieres ir a comer conmigo, entiendo que con eso no borraría nada de lo que hice, pero podríamos iniciar de nuevo.

Ali observaba a lo lejos, Susan había visto a Bobby y Johnny merodeando a Daniel y previendo alguna nueva pelea busco a la ojimiel. La joven negó divertida, ver a Johnny tan nervioso y tartamudeando le recordó a la vez que la invitó a salir por primera vez.

─ Me encantaría. ─ El timbre sonó rompiendo su pequeña burbuja.

─ Perfecto, te espero en el estacionamiento. ─ Johnny se levantó y se disponía a irse cuando se dio cuenta que no le preguntó si podía ese día. ─ No te pregunte si podías, si tienes otras cosas que hacer podemos dejarlo para otra ...

─ Tranquilo, te veo en el estacionamiento. ─ Con cuidado se levantó y caminó hasta el salón.

[.]

Johnny pasó la mano por su cabello de nuevo, sus amigos querían decir mucho, pero prefirieron quedarse callados.

─ Hermano, tu cabello está bien déjalo o de verdad vas a arruinarlo.

─ Tengo que hacerlo bien, demostrarle que de verdad estoy arrepentido y agradecerle a su sensei.

─ Ese hombre parece una buena persona, tranquilo Johnny en cuanto menos lo esperes ya estarás hablando con él.

─ Por favor no lo lleves al mini golf, ya se volvió tan repetitivo.

─ ¿Enserio? ¿A qué otro lugar puedo llevarlo?

─ Frente al hospital hay un local de comida y dicen que la pizza es deliciosa.

─ Ahí viene. ─ Aviso Dutch. ─ Mejor nos vamos. ─ Jimmy, Tommy y Dutch subieron a su motos y se colocaron los cascos. ─ Suerte Johnny. ─ Se despidieron.

─ ¿Por qué no se quedaron? ─ Preguntó a Bobby.

─ No los presiones, todo a su tiempo Johnny. ─ Le dio unas palmaditas a su amigo y también se marchó.

Johnny corrió hasta Daniel.

─ ¿Te ayudo?

─ Por favor. ─ Le dio su mochila. ─ Al llegar al auto Johnny le abrió la puerta del copiloto y le ayudó a subir.

─ ¿A dónde iremos?

─ Pronto lo sabrás.

[.]

Daniel cerró los ojos disfrutando del sabor a queso y pepperoni.

─ Tenías razón, esta pizza es increíble. ─ Se limpio con una servilleta. ─ Creo que será mi nuevo lugar favorito para comer.

─ Podemos venir cuando quieras. ─ Johnny bebió su soda.

─ Platícame de ti. ─ Pidió Daniel. ─ Si vamos a iniciar no estaría mal conocernos más.

─ No hay mucho por decir, mi padre nos abandonó a mi mamá y a mi cuando era muy pequeño, los más grandes de mi escuela me molestaban y mi mejor amigo era un walkman.

─ ¿Pero quién es el hombre que vi en el torneo?

─ Sid, mi padrastro. Hace unos años se casó con mi madre, aunque le molestó que yo viniera en el paquete.

─ No debí preguntar. ─ Daniel se sentía apenado.

─ Descuida, no lo sabías.

─ Mi papá murió cuando era un niño, enfermo gravemente y un día no despertó.

─ Lo siento.

─ Está bien, ha sido difícil, pero mi mamá y yo lo hemos superado. Gracias a que siempre ha buscado lo mejor para mi terminamos aquí.

─ ¿Le ofrecieron un empleo?

─ Sí y ahora trabaja en algo completamente diferente. ─ Rio.

[.]

Al terminar de comer Johnny ofreció llevarlo a casa.

─ ¿Tu mamá está en casa?

─ ¿El rey del Karate tiene miedo?

─ No ... bueno tal vez un poco.

─ Tiene turno doble, no tienes por qué temer.

─ ¿Y tu sensei?

─ El sí.

─ ¿Crees que pueda hablar con él?

─ No creo que tenga problema.

Johnny jugueteaba con sus manos esperando a que Daniel terminara de hablar con Miyagi. Los escasos minutos le parecieron horas eternas. De un momento a otro ya estaba frente al sensei de Daniel.

─ Señor Lawrence, que gusto verlo.

─ Yo ... em ... vine a darle las gracias por ayudarme, de no ser por usted no se qué hubiese pasado. ─ Miyagi hizo una reverencia y Johnny también.

─ Ya ves, te dije que no sería tan malo. ─ Le susurro Daniel.

─ Miyagi sabe que señor Lawrence irá por camino correcto y la compañía de Daniel-San será de mucha ayuda.

El resto de la tarde los tres platicaron sobre lo que pasó después de que Miyagi humillara a Kreese. Los alumnos siguieron el ejemplo de Bobby y le tiraron encima los Gi de Cobra Kai y algunos padres le aseguraron que arruinarían la reputación del lugar.

Miyagi nunca se alegraría por la desgracia de alguien más, pero le dio cierta calma pensar que un hombre como Kreese no volvería a envenenar la mente de los jóvenes que buscaban aprender Karate.

Johnny le sugirió abrir su propio dojo, después de la victoria de Daniel muchos querrían inscribirse y el ojiazul le aseguro que era uno de ellos.

Miyagi de vez en cuando observaba a Daniel de reojo, desde que lo conoció nunca había visto ese brillo en los ojos de su estudiante, cada vez que Johnny hablaba el pelinegro lo escuchaba con atención y casi podía asegurar devoción. Daniel pudo ganar el torneo, pero seguía siendo muy distraído.

El tiempo transcurrió con rapidez gracias a las risas y relatos, el señor Miyagi se despidió ofreciéndole a Johnny enseñarle, solo si prometía ser muy paciente y Johnny estrecho sus manos cerrando el trato.

Daniel también se despidió, le dio un beso en la mejilla y subió lo más rápido que su pierna podía permitirle.

─ Buenas noches Johnny. ─ Grito antes de entrar al departamento.

─ Buenas noches Daniel. ─ El ojiazul camino de vuelta a su auto, ha sido el mejor día de su vida.

Las cosas siguieron su rumbo, no pasó mucho para que Ali hablara con Daniel sobre su relación pues su comportamiento era más de amigos de qué pareja y de la manera más cordial y saludable decidieron terminar.

Johnny no quiso admitirlo, pero algo dentro de él se emocionó al escuchar la noticia y no fue precisamente por Ali.

Para el veinticuatro de diciembre Johnny se estaba cansando de escuchar el parloteo de Sid.

─ Eres un perdedor, primero hiciste un drama para que te inscribiera en esas clases y ahora sin más las abandonas, por un momento creí que al fin harías algo bien.

─ Callate. ─ Grito Johnny.

─ ¿Qué dijiste?

─ Que te calles, no te soporto estoy harto de ti.

─ Pero no de mi dinero.

─ También, no entiendo porque mi mamá se casó contigo hubiera sido más feliz sin tener mucho dinero.

─ Si lo crees así la puerta está abierta.

─ Sid ...

─ No Laura, esta vez no vas a intervenir, el inútil de tu hijo va de esta casa. Dame las llaves del carro, de la casa y te vas solo con lo que tienes puesto. ─ Laura no dijo nada siendo el punto decisivo para que Johnny quisiera irse y tal como lo ordenó Sid, se fue sin nada.

A mitad de la noche camino hasta el primer lugar que pensó. Entró al complejo de departamento y tocó la puerta con el número 20.

Daniel y su familia no esperaban a nadie más esa noche, es por eso que se ofreció a abrir. Lo que vio del otro le impresionó.

─ Johnny ¿estás bien?

─ Me corrió, el maldito me corrió. ─ Daniel lo abrazó y le ofreció pasar. Lucille puso mala cara, pero Daniel le pidió hablar un momento en la cocina.

─ ¿Qué hace él aquí?

─ Mamá, ya te dije que ahora somos amigos.

─ Te lastimo, alguien así no puede ser tu amigo.

─ Su padrastro lo corrió de la casa y su mamá no hizo nada ¿vas a dejar que vaya a quién sabe dónde en nochebuena?

Lucille se quedó sin palabras, su hijo tenía razón, nadie merecía ser tratado de esa manera y menos por los seres que se suponen deben cuidarte y quererte.

─ Tienes razón hijo, iré a ver si necesita algo.

Lucille saludo a Johnny y le pidió acompañarla a la habitación de su hijo para buscarle algo que lo abrigara.

─ Puedes quedarte el tiempo que quieras, ─ Dijo mientras buscaba en el armario. ─ estábamos a punto de comer, espero que tengas hambre porque sin exagerar el pavo sabe delicioso.

─ Gracias. ─ Respondió en voz baja.

─ Lo encontré. ─ Agito la prenda. ─ Estoy segura que te quedará bien. ─ Lucille noto los ojos llorosos de Johnny y buscando consolarlo lo estrechó entre sus brazos. ─ No merecías eso, pero aquí tendrás una nueva familia. ─ Johnny no resistió más y soltó todas las lágrimas que tenía retenidas. ─ Está bien, está bien, llorar no es malo, te lastimaron y es normal sacar lo que hace daño.

Lucille lo consoló hasta que el llanto se detuvo, con cuidado limpió los restos de lágrimas y lo animó a salir.

Daniel le sonrió a Johnny y no se apartó de su lado en ningún momento. Agradecieron por la cena, pusieron música navideña y conversaron sobre todo y nada.

─ Un viejo amigo está buscando a alguien que lo ayude en trabajo, si te interesa puedo llamarle y decir que vas de mi parte. ─ Johnny se sentía abrumado con tanta calidez. ─ Me encantaría, no quiero darle muchas molestias a Lucille y Daniel.

─ Daniel pasa mucho tiempo solo, tener a alguien que le haga compañía le hará bien, estamos encantados de recibirte el tiempo que necesites.

La hora de dormir llegó, Daniel no tuvo problema en compartir la cama esa noche, aunque le pareció gracioso, al destino le gustaba hacerle ese tipo de bromas.

[.]

Johnny llevaba viviendo con Daniel seis meses, sus amigos lo apoyaron en todo. El ojiazul había cambiado para bien, se esforzaba en sus tareas, era puntual en su trabajo y ayudaba en todo a Lucille y Miyagi.

─ ¿Nadie más puede cuidarlo? ─ Lucille caminaba de un lado a otro con el teléfono en mano. ─ ¿Qué tan grave es? Entiendo, llegaré mañana, si adiós.

─ ¿Qué pasa mamá?

─ El tío Louie está enfermo y debo ir a cuidarlo.

─ ¿Quieres que vaya contigo?

─ No, no quiero arruinarte el verano, será mejor que te quedes con Johnny. El señor Miyagi regresará de Okinawa pronto así que podrán sobrevivir solos unos días. ─ Lucille camino a su habitación para hacer la maleta.

Cuando Johnny llegó a casa encontró a Daniel preparando la cena.

─ Hola.

─ Ey, mi mamá tuvo que irse.

─ ¿Todo bien?

─ El tío Louie está enfermo y ya tiene bastante edad ... ─ El ojiazul olió como si algo se estuviera quemando.

─ Daniel ...

─ Mi primo no es muy responsable ...

─ Daniel ─ Se dio cuenta que lo que sea que estuviera preparando estaba quemándose.

─ Y su esposa se preocupa más por ...

─ Daniel, se está quemando. ─ El pelinegro gritó al ver las llamas.

─ ¿Por qué no me dijiste antes? ─ Trato de apagarlo con el trapo, pero este se incendió. ─ Ahh.

─ No grites. ─ Johnny abrió el grifo y su suerte no era la mejor. ─ No hay agua.

─ Oh por dios, ¿Qué hacemos? ─ Daniel corría de un lado a otro.

─ ¿No hay extintor?

─ Cierto, cierto el extintor. ─ El pelinegro salió del departamento en busca del extintor. ─ Aquí está. ─ Regreso corriendo, apuntó a la estufa y activó el mecanismo apagando el fuego. ─ Ni una palabra a mi madre.

─ Entonces tú solo limpiarás el desastre. ─ Johnny dio un paso y se resbaló por el contenido del extintor derramado en el piso. Daniel se burló de él y el karma instantáneo lo hizo resbalar también. Los dos quedaron tirados en el piso riéndose por toda la situación.

─ Me duele el estomago de tanto reír. ─ Daniel giró un poco encontrándose con los ojos azules de Johnny. Las risas pararon, no quitaron la vista uno del otro, la distancia entre los dos era cada vez más corta hasta que sus labios apenas se rozaron en un beso tímido. Daniel parpadeo y Johnny volvió a acercarse. El segundo beso fue mejor, lento como si estuviesen acostumbrándose al nuevo contacto, las manos de Johnny viajaron hasta la cintura del pelinegro para acomodarlo sobre su regazo y quedar en una posición más cómoda. Daniel pasó sus brazos sobre los hombros del ojiazul, en medio del beso ambos sonrieron porque era un beso deseado, un beso que deseaban que no terminará nunca. Se amaban y se corresponden, ¿qué más podían pedir? Se sentían las personas más afortunadas.

.

.

.

Hola!!! Una nueva historia que nació gracias a un video y creo que ha sido lo más largo que escrito.

Espero les guste y nos leemos pronto. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top