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Un hábito tan común en ella desde que... desde que su corazón se sentía así de vacío. Un corazón solo mendigando un poco de amor, un poco de calor para seguir bombeando con la misma intensidad, pero ella no quería cualquier calor, cualquier afecto. Deseaba más que nada el afecto de él, quería sus labios contra los suyos, sus brazos rodeando su cuerpo con fuerza, ya casi había olvidado como se sentía su calor, su presencia, como se escuchaba su risa y su voz.
Eso era lo que más le dolía. Oh, como le dolía extrañarlo.
Le dolía el corazón.
Le dolía tanto por la pérdida de su ser amado, su corazón lloraba gotas de sangre, sangre caliente que no llegaba a ningún lado, su corazón se sentía en la espera de alguien que jamás llegaría, le dolía tanto que quería que aquel dolor se detuviera de alguna forma.
Y es que no sabía cómo es que había llegado hasta ese punto. ¿Cómo es que alguien podía enamorarse con tal intensidad? ¿Cómo alguien podía extrañar a otra persona?
Las lágrimas caían y junto a ellas se llevaban el rímel de sus pestañas consigo, como desearía que de la misma forma se llevaran el dolor que sentía en el pecho, en el corazón y tal vez en todo el cuerpo. Un cuerpo adormecido que se sentía tan, pero tan vacío.
Y ahí se encontraba Eloise, llorando frente al chico que alguna vez fue su mejor amigo, a quien ella consideraba su alma gemela.
Él se estiró y la envolvió en un fuerte abrazo.
—Perdón. Perdón por todo. — susurró él sobre su cabello.
—Luke, no estuviste ahí. Cuando más te necesite. — sollozó ella sobre la camisa del chico, la cual comenzaba a humedecerse por sus lágrimas.
—Perdón, Elle. Lo lamento. Lo lamento tanto. — en la voz de Luke se podía percibir la sinceridad de sus palabras, pero al mismo tiempo el dolor en su tono.
Porque a pesar de todo Luke era un buen chico. Era un alma enamorada de la persona incorrecta, alguien que intentó todo por el amor de un corazón que no le pertenecía a él, al menos no de esa forma. La forma en la que él deseaba ser amado no era posible, pues Eloise no lo veía más que como un amigo. Su mejor amigo.
Eloise se separó del abrazó y lo miró. —Hermione le borró la memori a mis padres.
Luke asintió. —Papá hizo lo mismo con mamá...
Y ahí estaba. La forma en la que ambos podían entender al otro a la perfección es por eso que alguna vez su amistad fue una cosa inseparable, algo realmente envidiable.
—Lo siento. — dijo ella.
—No te disculpes, no es tu culpa. Nada de esto lo es.
Y de pronto ambos notaron como la música había dejado de sonar, como todos estaban dejando un hueco en el medio y una luz parpadeante los cegó.
—¡Maldita sea, corre! — gritó Luke de un momento a otro.
Eloise no tenía la menor idea de lo que estaba pasando mientras veía a todos correr de un lado a otro, Luke sacó la varita de su saco y comenzó a tirar hechizos. Hechizos sobre nubes espesas de humo negro.
Mortifagos.
Los mortifagos los estaban atacando.
Los gritos de las personas le estaban erizando la piel; Luke empujó una de las mesas y los colocó detrás de ella, usando la mesa como un escudo contra los hechizos y al mismo tiempo un intento de escondite.
Eloise sentía aquel fuerte impulso de buscar entre los mortifagos a Draco, una inmensa necesidad de buscarlo y hablar con él, arreglar todo y nada al mismo tiempo, terminar en su cama de nuevo y fingir que nada había pasado.
—Ayúdame, Luke. Lo tengo que buscar. — comenzó a decir ella desesperada.
—¿Qué? ¿A quién?
—A él, Luke. Lo tengo que encontrar, decirle que- decirle todo. — sus ojos vagaban entre los hechizos, las nubes negras espesas que volaban sin dirección y sin cuidado sobre ellos, los mortifagos que habían tomado su forma humana peleando contra los pelirrojos y otros magos invitados de la fiesta, entre esa gente los miembros de la Orden.
Entonces, Eloise sintió como tiraban de su brazo.
Un pecho fuerte y duro la estaba presionando contra él. Por una fracción de segundo deseo que ese fuera Draco, pero el olor lo delató cuando se dio cuenta de que era uno de los gemelos, quien intentaba protegerla, para luego salir corriendo hacía las escobas que estaban tiradas.
Eloise no se quería ir.
—No. Espera, solo un segundo- yo tengo que buscarlo.
—Harry y Hermione estan bien. — gritó Fred, quien la tuvo que cargar pues ella no estaba dispuesta a seguirlos.
—Fred, por favor, tengo que buscarlo. Sé que está ahí, yo sé —. su voz estaba desesperada, no sabía cómo saltar de los brazos de Fred, ir en busca de Draco —. Por favor, déjame ir.
Fred la obligó a subir a la escoba, entonces comenzó a desesperarse. —¡No esta! ¡Eloise, no hay nadie que quieras ahí!
George los vio, mientras Luke intentaba ayudar a Fred a sostener a Eloise, pues luchaban constantemente, ella no quería irse.
Él supo de inmediato a quién se refería Eloise, recordando con tanta frescura las palabras de Eloise, como si fueran algún tipo de lienzo que seguía frío, estaba fresco y la pintura podía escurrirse si no se le trataba con sumo cuidado.
George se acercó lo suficiente y la tomó de los hombros, encontrando aquellos bonitos ojos llorosos. —Eloise, él no está ahí —. comenzó a susurrar —. Créeme que, si él estuviera aquí, y si lo estuviese él desearía que tú no. Estoy seguro de que él querría que te subieras a la maldita escoba y te pusieras a salvo.
Ella se calmó un poco más y asintió, George limpió sus lágrimas con cuidado y le dio una señal a Fred con la cabeza. Eloise dejó de luchar contra ellos y se subió a esa escoba por su propia voluntad.
Y sin más, tomaron camino hacía algún lugar, dejando los hechizos y a los mortifagos atrás.
Ella era capaz de sentir como el viento golpeaba su cara, Fred iba lo más rápido que podía, sus ojos vagaron hacía un lado y encontró la mueca llena de preocupación de Luke, aunque iba atento al camino se podía hacer notar como su cabeza estaba en cualquier lugar menos en su recorrido.
¿Cuándo lo volvería a ver? ¿Lo vería de nuevo?
Oh, como le dolía aquello. Como deseaba que simplemente terminara de una buena vez.
Cuando menos se dio cuenta, habían llegado a la mansión de los Black. Ella había estado ahí por supuesto.
—Solo será temporal. — murmuró Fred al darse cuenta de la cara de preocupación de Eloise.
—¿Cuánto es eso? — preguntó Luke.
—Mientras van a volver a Hogwarts. — respondió George.
Ambos asintieron y entraron en aquel lugar tenebroso.
Cuando Eloise dejó sus zapatos en el piso se dio cuenta de que no había visto a su hermana y supuso que venía en camino con Harry.
—¿Tardaran mucho en llegar? — le preguntó a Fred.
El pelirrojo se sirvió un vaso de agua y la miró curioso. —¿Mamá? No, seguro en unos minutos.
—Me refiero a Hermione, Harry y Ron.
Fred casi se ahoga con el agua. —Mhm, no sé.
Le estaban ocultando algo. —¿Dónde estan?
—¿Cómo sabría eso? — respondió un poco brusco.
Eloise se dio la vuelta rápidamente cuando escuchó a alguien entrar en la cocina, era Ginny.
—Fred... — dijo ella en un sollozo y corrió a los brazos de su hermano mayor.
—¿Qué? ¿Qué sucede? — preguntó Eloise.
—Se han ido, Eloise. — respondió Ginny entre llanto.
Eloise quedó helada al escuchar aquellas palabras sin contexto aparente. —¿Adónde? ¿Quienes?
—Harry, Hermione... mi hermano. — el corazón de Ginny dolía.
Y el de Eloise le hacía el par, las rodillas de la castaña cedieron contra el suelo. Ni siquiera sabía dónde estaban, si regresarían, estaban bien y a salvo. No estaba comunicados en lo absoluto con ellos.
Y ahora, sentía que había perdido dos personas importantes, dos grandes pilares que la mantenían de pie. Dos grandes pilares perdidos en la inmensidad del mundo cruel y despiadado en el que se encontraban viviendo ahora mismo.
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