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Y las escenas se repetían una y otra vez en su cabeza, como si de una película se tratase.

Draco no podía parar de pensar en ella, la forma en que ella reaccionaba ante su toque, sus ojos avellanas cuando lo miraban llenos de lujuria, la forma en que sus labios se separaban al sentirse llena de placer con él y solo con él.

Porque ella había firmado una hoja donde aseguraba pertenecerle a Draco.

Ella le pertenecía de alguna forma.

Y es que él la había visto la mañana siguiente de verla en aquel aspecto, tan decaída y triste; pero ella se encontraba con una actitud normal esta vez, ella no dio indicios de querer hacer algo después de terminar su poción, así que Draco opto por no forzar nada aquella tarde.

Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que quería tocarla, quería besarla y hacerla suya, follarla hasta el olvido y recordarle lo mucho que la deseaba.

Sacudió su cabeza, sacando aquellos pensamientos sobre ella.

Tenía que concentrarse en algo más importante. Tenía que buscar alguna forma de arreglar el armario.

Y por un segundo, la idea más arriesgada paso por su cabeza.

Draco había estado leyendo miles de libros sobre como arreglar objetos mágicos, hechizos, pociones y acciones inútiles. Nada parecía funcionar.

Pero es que él pudo pensar en ella y su corazón dejó a un lado la preocupación en su cabeza, como si aquello aliviara su alma.

La puerta de su habitación fue golpeada, seguido de la voz femenina. —¡Draco!

Era Pansy.

Un bufido salió de sus labios y se puso de pie, abrió la puerta y se encontró con la sonrisa malvada de Pansy. No era una buena señal en abdoluto.

—¿Qué?

—Iré directo al grano, pero déjame entrar. 

Draco negó con la cabeza. —Estoy ocupado, tengo una misión que cumplir, ¿recuerdas? — utilizó su tono frío y cortante, acompañado de un empujón a Pansy por el hombro, para sacarla por completo.

—Oh, Draco —, Pansy negó con la cabeza —. No creo que quieras que se enteren como te estan follando a la hermana de la sangre sucia entre clases, ¿verdad?

Su cara palideció más de lo que ya estaba. —¿Qué estas diciendo?

—Déjame entrar.

Malfoy lo pensó unos segundos, pero al fin se hizo a un lado, dejando que Pansy entrara en la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

—Ve al grano.

—Draco, no puedo evitar ponerme caliente con la sangre sucia. — admitió en un chillido, como si aquella fuera la peor desgracia.

—¿Mi sangre sucia o la otra sangre sucia? — preguntó él.

—Eloise Granger. — aclaró ella.

Draco levantó ambas cejas sorprendido. —No puedes tenerla, me pertenece.

Draco hizo una mueca. —Ella no es un objeto para que te pertenezca, Draco. — hizo un berrinche.

—¿Y qué hago? —. se encogió de hombros —Ella solo aceptaría estar contigo si yo le diera permiso... y para eso ella tiene que querer estar contigo.

—Hazla venir. 

—No.

—¿Por qué? — volvió a hacer pucheros.

Draco le hizo una mueca de molestia y negó con la cabeza. —Porque yo lo digo, Pansy.

—Quiero hacer algo con ella, Draco... — murmuró haciendo temblar su labio, para después juntar sus manos al frente.

—La traeré el fin de semana, pero si ella no quiere tocarte ni un pelo, la dejas. — la señaló con un dedo acusador.

Pansy entrecerró los ojos en los de él. —Apuesto a que fantaseaste con tener dos chicas en tu cama, Malfoy.

Él negó con la cabeza. —Te sorprendería la cantidad de fantasías que hay en mi cabeza, pues en todas esta ella y nada más.

Pansy soltó una risita burlona. —¿Entonces puedo poner veritaserum en tu bebida?

Draco se encogió. —Mezcla con amortentia y trae tu estúpida poción entonces.

Pansy levantó ambas cejas en señal de diversión. —Si te soy sincera, disfrutaría ver más las fantasías de Eloise y cumplir alguna de ellas. — bajó su tono, retando a Draco a reaccionar lleno de celos o algo parecido.

Pero él se mostraba tan seguro, como si supiera que la cabeza de Eloise estaba llena de fantasías donde solo podían incluirlo a él.

—Me verás a mi follándola. 

—No estés tan seguro de eso —. la pelinegra se burló —. La vi mirar en mi dirección, antes de que tú la masturbaras a mitad de la clase.

—Si, porque es extraño que la mire alguien con ideales como los nuestros, Pansy estúpida. — dijo con obviedad.

La pelinegra frunció el ceño. —Merlín Draco, eres un dolor en el trasero.

—Que bueno, ya vete.

—No —. ella negó con la cabeza —. Me han faltado los detalles.

Draco suspiró harto. —¿Cuáles?

—Solo vendré yo, no le digas a Blaise o Theodore. —lo señaló con un dedo.

—¿Y qué se supone que le diga? — Draco respondió frustrado —Hola, Granger, ven a mi habitación, Pansy quiere follarte porque cree que estas enamorada de ella.

Pansy tomó uno de los libros de la repisa de Draco y lo lanzó en su dirección, pero para la suerte del rubio, alcanzó a moverse, haciendo que el libro golpeara contra la pared.

—¡Pansy, cuál es tu maldito problema! — Draco le gritó furioso.

Ella estaba molesta también. —Solo dile que tienes una pregunta sobre algo... algo de la escuela.

Draco achicó los ojos, mirando a Pansy como si ella fuera idiota. —Soy su tutor.

Pansy se vio sorprendida. —Entonces... dile que quieres pasar el rato con ella, que estas estresado, no lo sé —. se encogió de hombros y le pasó por un lado a Draco —. ¡Inventa algo!

Y con eso, la pelinegra salió de la habitación de Draco, dando un portazo al salir.

Él simplemente miró el libro sobre como arreglar objetos mágicos que estaba en su cama.

¿Ella realmente tendría fantasías con él? 

Porque en definitiva Draco tenía tantas y, en todas y cada una de ellas, aquella chica castaña estaba involucrada.

A veces se preguntaba si la vida le daría para cumplir todas y cada una de las fantasías que él tenía, pero más importante... si le daría tiempo para cumplir todas las de ella. Pues, siempre que iban a hacerlo sin razón aparente, Draco le hacía preguntas, preguntas que lo guiarían hasta obtener alguna de las fantasías de Eloise Granger. 

Recordaba haberla escuchado mencionar el año pasado que quería ser follada con los dedos en medio de una clase, eso hizo él. La había complacido y por la cara que Eloise tenía, parecía haberlo disfrutado tanto como él.

Y Draco se había encargado que la tarde del día siguiente, Eloise supiera que tenía que ir a su habitación, mientras ella revolvía aquella poción, la miró con detenimiento, para luego decir: —¿Se encuentra estresada, señorita?

Estaba parado justo detrás de ella, mientras ella se inclinaba un poco en el escritorio, alzando su culo un poco; Draco la encontraba tentativamente atractiva colocada en esa posición.

Ella había tarareado en respuesta. —Un poco.

—¿Quieres que te ayude con eso? — su cuerpo se reclinó hacía enfrente, empujando su bulto contra el trasero de Eloise, empujando su pecho contra la espalda de ella, para que sus labios descansaran sobre la piel de su oído.

Ella había asentido. —Si, por favor.

Draco entonces se empujó hacía atrás y golpeó el trasero de Eloise con la palma abierta, obteniendo un gritó ahogado de ella.

—Entonces te quiero en mi habitación.

Ella negó con la cabeza, aún sin mirarlo. —Me gusta más cuando me lo haces aquí. — dijo en voz baja, como si aquello le diera un poco de vergüenza admitir.

—¿Por qué? 

Ella se encogió de hombros y dejó su varita sobre el escritorio, para darse la vuelta y mirar a Draco. —Me gusta aguantar los gemidos o que me tapes la boca con la mano, también me gusta la adrenalina de ser atrapados. 

Draco levantó ambas cejas impresionado por la confesión de aquella chica castaña.

—Siempre te puedo amordazar con algo en mi habitación. — se encogió de hombros, intentando persuadirla. 

Ella no dijo nada a eso, solo le dio una sonrisa coqueta.

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