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Y ahí se encontraba Eloise, en su primer tutoría con Draco después de clases, la cual había organizado el profesor Slughorn en su oficina.

—Entonces, señor Malfoy, tenga cuidado con esa repisa de ahí —. señaló el mueble junto a él —. Ahí se conserva una poción que mañana utilizare para la clase.

Draco asintió aburrido y esperó a que el profesor se fuera, él simplemente caminó al escritorio donde Eloise estaba sentada y sacó su libro de pociones.

—¿Con qué vamos a comenzar? — preguntó ella, mientras lo veía hojear un libro que seguro había sacado de la biblioteca.

Malfoy ni siquiera la miró. —Tenemos una hora, te lo explicare una vez y si no entiendes me largo.

Eloise solo asintió y vio a Draco renegar, mientras sacaba su libro de pociones. Y estuvieron por los próximos cuarenta minutos leyendo aquel libro, mientras Eloise fingía que no tenía la menor idea sobre pociones.

Malfoy le explicó lo más básico: como revolver una poción de amor, una llena de veneno, un explosivo, entre otras cosas que él consideraba básicas.

Pero conforme él iba leyendo, ella se iba dando cuenta que realmente no tenía la menor idea de las cosas sobre las pociones, pues ella siempre se había dedicado a seguir instrucciones... así es como había aprobado tantos años con Snape.

—Y partes con movimientos a la derecha. 

—Hace un rato dijiste a la izquierda. — respondió Eloise.

Malfoy la miró fastidiado y luego llevó sus ojos al reloj de oro en su muñeca. —Maldito Merlín, que se acabe ya.

Eloise frunció las cejas. —¿Qué otras cosas tienes que hacer?

—Nada que te importe.

Eloise se sentó recta. —Bueno, si te pregunto es porque me importa. — le dijo, utilizando su voz suave.

Malfoy la miró con su habitual cara de desagrado. —Deja de sentir superioridad.

—Yo no-

—Cállate, sangre sucia —. escupió, volteando su cuerpo a ella —¿Crees que no noté como te encanto hacer eso? 

Eloise lo miró confundida. —¿Hacer qué? — ella si sabía a lo que él se refería, pero quería escucharlo salir de su boca.

—Sigue fingiendo que no te gustó que mis malditos amigos te vieran las bragas. 

Eloise se encogió de hombros. —¿Acaso te dijeron que les gustó? Podría hacerlo para Nott cuando él quiera... incluso a Parkinson. — dijo ella, como si no supiera el impacto que provocarían sus palabras.

Draco empujó el banco hacía atrás y tomó sus cosas, estaba decidido a salir de ahí.

—¿A dónde vas? — Eloise se puso de pie. —Aún quedan 19 minutos.

Malfoy se dio media vuelta. —Lejos de ti.

Eloise ignoró las palabras, pero ella quería provocarlo más. —Entonces dile a Nott que cuando quiera puedo inclinarme para él. — dijo en voz alta.

Draco congeló sus movimientos, giró sobre sus talones lentamente y la miró fijamente a los ojos. —Repite eso y te lleno la boca con mi puta polla, para ver si así te callas un segundo.

Eloise enarcó una ceja, mientras Draco la retaba una vez más con la intensa mirada grisácea. —Dile a Nott que-

Sus palabras fueron interrumpidas, pues Malfoy la estaba tomando con fuerza del cuello, provocando que sus anillos pellizcaran con fuerza la piel, como si deseara dejar una marca sobre la piel de porcelana.

—Cállate, maldita sea. 

Eloise mantuvo su semblante frío, mientras sentía el caliente aliento de Draco acariciar sus labios. Ella negó con la cabeza, transmitiendo esa fuerza que siempre oponía cuando Draco estaba por someterla. Actuando como una mocosa, porque sabía que eso lo volvía loco.

Y Malfoy lo captó, cuando la soltó y la empujó por los hombros, haciendo que ella cayera de rodillas. —Te lo hubiera pedido de buena manera, maldita estúpida —. Draco comenzó a desabrochar su cinturón con rapidez y agilidad en sus manos —. Pero, ¿realmente lo harías? 

Ella negó con la cabeza, mientras sentía los dedos fríos de Draco pasar por su barbilla.

—Por supuesto que no, sangre sucia. — dijo él, para subir su mano hasta su ropa interior y sacar su miembro de ahí.

Aquel rebotó contra la cara de Eloise, mientras ella se ahogaba con el aire y llevaba sus ojos a Draco, como si le suplicara que no fuera rudo con ella, pero Draco Malfoy iba a hacer todo lo contrario a amable con ella.

Llevó su mano al cabello castaño y lo tomó en una coleta, para acercar la cara de ella hasta su polla, Eloise abrió la boca y sacó la lengua, pasando sobre la punta, luego por toda la longitud, observando como Draco atrapaba su labio entre sus dientes.

Y Eloise no tardó mucho tiempo en meterlo todo a su boca, subió y bajó un par de veces, porque enseguida Draco volvió a hacerse cargo, empujando la cabeza de ella contra su polla de forma agresiva.

La punta tocó la parte posterior de su garganta, provocando arcadas de parte de Eloise, y es que Draco Malfoy disfrutaba escuchar como ella se ahogaba con su polla.

Eloise jamás se sintió¿ tan llena de excitación mientras hacía eso, entonces su mano voló debajo de su falda, buscando poder frotar su núcleo sensible.

Malfoy dejó caer la cabeza hacía atrás, cuando pudo ver la mano de Eloise darle atención a su propio cuerpo; ella comenzó a mecer sus caderas contra su mano y gimió sobre el miembro de Draco. 

Y él empujó su cabeza con más violencia.

Estaba cerca y ella lo supo cuando él comenzó a aventar también sus caderas contra su boca. 

Ella frotó más rápido su clítoris, mientras sus ojos rodaban hacía atrás, pues el placer que su cuerpo estaba acumulando era tanto.

—¿Te gusta ser follada, maldita estúpida? — dijo Draco, su voz saliendo un poco apretada, pues parecía contener gemidos en su garganta. —¿Te gusta que te folle la boca? 

Eloise asintió, movimiento más rápido su mano contra ella, al mismo tiempo que Draco empujaba más y más sus caderas.

—Te lo vas a tragar todo, ¿oíste? 

Ella volvió a asentir y sintió su propio orgasmo venir, ella se corrió ahí mismo, mojando sus bragas tanto que sus dedos se encontraron manchados de sus jugos.

Y cuando Malfoy la vio poner los ojos en blanco por su orgasmo, lo hizo llegar a su pico más rápido, expulsando el chorro en su boca, los hilos de semen blanco llenando la boca de Eloise.

Y Draco se retiró de la boca de Eloise, mientras la veía tragar y él guardaba su miembro.

Ella limpió la comisura de su boca, mientras lo miraba desde abajo.

Draco volvió a mirar su reloj y observó que ya era hora. —Mierda. — maldijo por lo bajo.

Malfoy corrió por su mochila, empujando los libros en el interior y salió corriendo del aula.

Eloise miró sus manos, las cuales estaban en su regazo y sintió una punzada de culpabilidad.

Ella estaba dispuesta a hacer esto por su hermana, por recuperar su confianza, pero sentía tan asfixiante la forma en la que Snape había subido el grado de presión sobre ella, amenazando con terminar con la vida de su familia entera.

Sus padres y Hermione eran lo único que ella creía tener.

Le dolió el estomago cuando pensó en que haría con sus padres si las cosas seguían empeorando.

Las lágrimas no tardaron en amenazar al recordar el sonido de los sollozos de Hermione, quien lloraba cada vez que leía el Profeta.

—Por favor, regrésame al día en que era feliz. 

Es que ella anhelaba de una forma enfermiza volver a sentir felicidad, sentir aquel cosquilleó en el estomago, el dolor de tanto reír.

Porque extrañaba cuando era solo una niña sin preocupaciones, extrañaba la forma en que no sentía dolor, cuando no lloraba de desesperación al no saber que hacer.

Cuando el dolor solo la inundaba al conseguir un raspón por caerse en sus patines o en su bici.

Las lágrimas no tardaron en humedecer sus mejillas, ella las limpió y negó con la cabeza, recordando a si misma, que ella podía hacerlo.

Si.

Ella podía ayudar a la Orden, acabarían con Voldemort y ella podría sentir que es feliz de nuevo, al recuperar la tranquilidad de todo el mundo mágico y lo más importante: la confianza de su hermana.

Ellas podrían volver a tener esas tardes donde solo hablaban de lo mucho que le gustaba Ron a Hermione, sesiones de estudio donde ambas no paraban de reír al mirarse de repente, los desayunos los fines de semana en familia.

Las navidades...

Las fiestas de cumple años...

Todo.

Deseaba tanto volver a sentir tranquilidad.

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