Capítulo 02

Capítulo 2: Reencuentros.


Suspire tirándome de espaldas en la espaciosa cama sonriendo levemente al ver las estrellas flúor pegadas en el techo ya gastadas obviamente con el pasar de los años.

Me sentía cálida y fría a la vez al estar nuevamente en mi habitación donde estuve alrededor de 18 años de mi vida. Las multiples habitaciones de hoteles donde eh vivido por estos cuatro años no se compraban para nada con esta, mi propio baño, mi balcón con vista a la casa de los Holland y mi gran cama con techo de estrellas.

Respiro hondo el dulce aroma que me envolvía gracias al aromatizante de ropa que utilizaba mi madre desde siempre en las ropas de cama que me encantaba, tenía ese aroma a estabilidad que necesitaba secretamente durante estos años lejos de casa.

Me siento de un salto al escuchar un fuerte grito agudo, miro hacia todos lados buscando al causante, pero sin encontrar nada, confusa salgo de la habitación a paso lento cerrando el suéter color blanco que cubría mis hombros y espalda. Llegue al segundo piso observando a mi mamá tranquilamente cortando vegetales.

— ¿Fuiste tu la del grito? — pregunte llegando a su lado apoyándome en el mesón.

— No, fue tu mejor amigo que vino por ti y esta cómo loco haciendo pipí en el baño — suelto una risita nasal para enderezarme y caminar al baño de la primera planta encontrándome a mi amigo de toda la vida saliendo del baño mientras se secaba despistadamente las manos en su pantalón.

Harry al observarme allí, parada en medio del pasillo se quedo petrificando mirándome mientras me analizaba de pies a cabeza por unos largos segundos seguido de taparse la boca impresionado como ambas manos y alzar los brazos con histeria como si hubiese ganado la medalla de oro en alguna competencia.

— ¡Evangeline Antonella Cameron! — grito impresionado sin dar un solo paso hacia mi aun con sus brazos en el aire.

— ¡Harry Robert Holland! maldito bastardo — festeje sacudiendo mi cabeza de la felicidad para al fin correr a los brazos de mi mejor amigo siendo recibida instantáneamente por el más alto.

— La bastarda eres tu, maldita perra, me abandonaste en España — se quejo contra mi cabello haciendo que yo riera contra su cuello separándome para verlo con una sonrisa burlona.

— Tu sabes muy bien porque te deje solo allí, te lo merecías, basura — golpeé su hombro suavemente mientras hacía una mueca al recordar ese caótico día que fue causado por culpa de mi caótico mejor amigo.

El chico suspiro resignado tomando mi mano para jalarme por el pasillo — ya te lo dije, no fue mi culpa.

— Aja — rodé mis ojos sarcástica siendo sacada de mi propia casa por mi mejor amigo que me guiaba a la suya con rapidez — oh, no, no, no, a la casa Holland, no.

— Si, si, si, mamá te quiere ver al igual que Sam y Paddy.

Trague saliva nerviosa y pase mi lengua por mi labio inferior mientras entraba a la casa Holland después de años sintiéndome más nerviosa que nunca — ¿él...

— No, no esta — interrumpió rápidamente Harry mirándome por el rabillo de ojo — se quedará en LA — entre abrí mi boca intentando a hablar — y no, no sabe que estás aquí — entonces suspiro de alivio por lo bajo con un poco de tranquilidad.

Entonces veo cómo una figura se acercaba a nosotros con rapidez haciendo que con Harry nos detuviéramos al ver a la pesadilla con piernas y cabello rojizo correr hacia nosotros hasta llegar frente nuestro deteniéndose exactamente frente a mi, bajó un poco su mirada al ser unos centímetros más alto que yo viéndome con una gran sonrisa. Sonrío orgullosa al ver mi chico favorito del mundo dueño de las pecas más tiernas de este mundo ya gigante, el chico estaba enorme, incluso estaba más alto que yo y con sus facciones más marcadas, no podía creer que mi pequeño chico estaría así de enorme.

Enternecida abrazo al chico por los hombros atrayéndolo a mi dejando que descansara su cabeza en mi cabello, sonrío contra su cabeza sobando su espalda con suavidad.

— Te extrañe, mi pequeña pesadilla — murmuré feliz al escuchar después de largos años su risita, que ahora era más grave por la clara pubertad que le estaba llegando a mi pequeño Padds.

— Yo también te extrañe, Eva — apreté mis labios intentando no llorar enternecida al sentirme como madre orgullosa de su polluelo que había aprendido a volar.

— Eres todo un hombre ahora ¿que le paso a mi Padds? — pregunte con un fingido terror agarrando su rostro con amabas manos analizándolo completamente, incluso tenía un pequeño bigote creciendo sobre su labio.

Entonces mi sonrisa cayó, me había perdido el principio de la adolescencia de Paddy, el chico que tuve entre mis brazos cuando nació y prometí proteger cómo si fuera mi propio hermano.

Hice un puchero de pena para revolver su cabello y intentar olvidar el tema mentalmente regañandome al sentir culpa al irme, pero no podia sentir ese sentimiento, no, claro que no, lo que había hecho estaba bien era por mi bien.

— ¡¿Ya llego mi hija favorita?! — el grito cantarín de Nicola se escucho por toda la casa haciendo que sonriera feliz caminando por toda la casa buscándola hasta encontrarla en la cocina. La mujer al verme sonrío para soltar una pequeña risita acercándose a mi rápidamente envolviéndome en sus brazos con fuerza — mi Eva volvió.

— Así es tía Nikki.

— Tu voz sigue igual de preciosa, pero tu, cariño estás guapísima, te ves radiante — se separo de mi para tomar mis manos y mirar de pies a cabeza al igual que hizo su hijo anteriormente en mi casa — eres físicamente perfecta para ser la madre de mis nietos — murmuró para ella misma, pero al escucharla me atore con mi propia saliva haciendo que perdiera el aliento y tosiera como loca.

— ¡Mamá no la mates aún, todavía no me saluda! — se quejo el otro gemelo entrando en la habitación con si caracterizada sonrisa tranquila que siempre portaba.

— Sam, sálvame — balbuceé mientras respiraba profundamente intentando regular los fuertes latidos de mi corazón interactivo.

— Aquí viene tu salvavidas — se acercó a mi para tomar de mi brazo y jalarme fuera de la cocina ni antes de sonreírle a su madre que solo me observaba divertida.

— Tu mamá y sus chistes de siempre — hable en un suspiro al llegar al salón junto a los otros dos Holland que estaban tranquilamente sentados en el sofá mirando sus teléfonos — gracias por abandonarme, idiota — me senté de un salto a un lado de mi mejor amigo quien solo me miro con una ceja aplazada haciendo que captara rápidamente su intenciones — la venganza es mala y envenena el alma.

— Pues me hizo bastante bien para el alma ¿sabes? — emitió una risita sarcástica hundiéndose en el sofá — mamá casi te mata ¿no?

— Mamá siempre hace lo mismo, insinúa siempre sobre ti y él — dijo despreocupado Sam sentándose frente a mi encendiendo el televisor.

— Mmmm ¿okey? — fruncí mi ceño haciendo una mueca — ¿su padre?

— En el supermercado, mi mamá lo mando a comprar para hacer una deliciosa cena familiar que incluye a la tuya claramente — explicó Harry guardando su teléfono

— Oh — suspire para hundirme a su lado — genial, supongo... Oye, la casa se siente tranquila ¿donde está Te...

Y cuando iba a seguir hablando el fuerte sonido de la puerta principal siendo cerrada llamó la atención de todos, confundida me levante al sentir el ambiente tensarse con un incómodo silencio.

— ¡Llegue familia!

Oh no.

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