Capítulo 28
La confusión me consumía viva. Era como si de pronto hubiera cambiado a una realidad alterna en la cual Andrew después de todo estaba vivo y pasé casi tres años engañada, medicada y con terapias por nada.
— ¿De verdad estás preguntándome esto, Hailey? Estuviste presente en el momento en que me detuvieron, me encerraron por dos años y medio y en ese tiempo tú nunca pusiste un pie para visitarme.
No podía comprender lo que estaba pasando, al parecer la realidad de Andrew era muy distinta a la mía.
—Te equivocas, yo sí iba a visitarte —cuando dije esto rompí en llanto—. En una maldita tumba vacía.
Apenas dije eso Mike se acercó a mi muy nervioso. Me tomó de los hombros rápidamente y me alejó de Andrew como si quisiera callarme. Me llevó con prisa a la sala de la mansión para que no pudiera escucharnos.
—No hagas esto Hailey, te lo suplico. Él tampoco tiene la culpa de nada de esto. Me estás metiendo en aprietos.
A algunos cuantos metros detrás de Mike pude escuchar la voz de Andrew.
—¿Qué fue lo que dijo?
—Mhm, sigue confundida hermano ya sabes, las drogas —respondió Mike alzando la voz, tratando de ocultar su nerviosismo.
Hice una cara de molestia al escuchar su respuesta y después golpeé su brazo aún más molesta.
Estaba apunto de reprocharle un montón de cosas y de sacarles la verdad a ambos, sin embargo escuché como la puerta de la mansión se abría y por ella entraba el más pequeño de los Stone.
Jean entró relajado quitándose la que parecía ser la mochila de la escuela. Tenía los auriculares puestos a un gran volumen por lo que no se percataba de lo que ocurriera a su alrededor. Jean tenía que ser mi salvación, estaba segura de que él me explicaría todo, o estaría igual de sorprendido que yo.
En cuanto Jean hizo contacto conmigo se quedó paralizado y susurró algo para él mismo.
—Uh... Esto va a ponerse feo —dijo e intentó pasar de largo, fingiendo no haberme visto dentro de su casa.
—¡Jean! —lo detuve en cuanto paso a mi lado y él hizo un puchero al ver que su plan de ignorarme no había funcionado— tú sabes lo que está pasando, ¿no? Sabes qué pasa con tu hermano.
Jean buscó a Andrew con la mirada y cuando finalmente lo divisó en la cocina, habló.
—Hmm... Sí, sobre eso... Él mm está bien y está justo aquí —habló con mucho nerviosismo señalando a Andrew, quien se acercaba a nosotros.
Cerré los ojos en señal de desesperación al saber que tampoco Jean me ayudaría a descubrir la verdad.
—Por favor, Jean... —supliqué una vez más.
—Hailey... Sabes que te aprecio demasiado y siempre serás bienvenida en esta familia, pero... Estás comprometida y el anillo en tu mano lo corrobora. Jordan está preocupado por ti, está buscándote por todos lados. Bueno —soltó una leve carcajada—, incluso estás en televisión nacional.
Jordan. Estaba tan ocupada pensando en todo el asunto de Andrew que ni siquiera recordé que tenía a alguien esperándome en casa. Comencé a sentirme terriblemente culpable por no preocuparme por los sentimientos de Jordan, vaya después de todo íbamos a casarnos. Si lo que había dicho Jean era real, sobre qué estaba en televisión nacional, no sólo Jordan debe estar preocupado, sino mi familia entera y amigos. Debía llamarlos para avisar que estaba bien.
Busqué en la bolsa trasera de mi pantalón para asegurarme de que mi celular no estuviera ahí, después en la otra, pero no. Mi celular no estaba conmigo. Dejé a Jean, Andrew y Mike en la sala para subir corriendo las escaleras esperando encontrar mi teléfono celular en la habitación en la que estaba antes dormida. Entré con prisa y comencé a buscar como loca por cada rincón; debajo de las almohadas, debajo de las colchas, debajo de la cama, por el suelo. Nada. Mi celular no estaba.
Bajé las escaleras para encontrarme con los tres de nuevo, mirándome extrañados y sin entender nada de lo que hacía.
— ¿Buscas esto? —preguntó Andrew sosteniendo mi teléfono en su mano.
Bufé al ver tal escena.
—Regresamelo, necesito avisar que estoy sana y salva —dije en tono de súplica.
—De hecho no lo estás. Te secuestraron, perdiste la consciencia y después te drogaste con un montón de pastillas. Un médico vendrá a revisarte pronto.
—Sabes a lo que me refiero, Andrew.
Él observó la pantalla de mi teléfono e hizo una mueca para después colocarlo en la pequeña mesa que se encontraba en la sala de tal manera que yo pudiera tomarlo.
—Antes de que me reclames, tuve que destrozarlo —dijo una vez que ya lo tenía en las manos— está inservible, ni siquiera enciende.
Mis ojos se abrieron al escuchar tal comentario.
—¡¿Qué hiciste qué?! —grité de la impresión.
Comprobé lo que Andrew había dicho al ver la pantalla de mi celular hecha pedazos, totalmente destrozada.
—Habían instalado un chip de rastreo para seguirte a todos lados. No supe como quitarlo de tu teléfono así que sólo lo destruí por completo.
Intenté inhalar y exhalar, incluso contar hasta diez pero simplemente no pude controlarme. Grité internamente de coraje por el acto de Stone.
Definitivamente, todo era un desastre.
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