Capítulo 18

Logré sentir como unas manos me jalaban bruscamente mientras otras intentaban cargarme. Intenté abrir los ojos, pero fracasé. Estaba totalmente inconsciente y fuera de mí, no podía hacer nada más que escuchar las cosas que decían aquellos hombres que me tomaron. Entre tantos murmullos, o lo que al menos para mí lo eran, pude escuchar una cosa. Iban a matarme.

—No me meteré con una persona tan joven y menos si es inocente —dijo uno de ellos.

—Entonces ya habrá dos cadáveres, el tuyo y el de ella.

Escuchar aquello sin poder hacer nada era frustrante. Ni siquiera podía gritar para pedir auxilio o moverme para huir, mucho menos podía defenderme. ¿Era mi final? No podía rendirme después de saber que existe una probabilidad de que Andrew esté vivo. Simplemente no podía morir.

Vino a mi mente la primera vez que vi a Andrew en persona y lo que sentí cuando sus verdes ojos hicieron contacto con los míos. Fue tan profundamente que sentí una descarga de energía. Misma descarga de energía que me impulsó para despertar.

Observé mi alrededor, estaba encerrada en un cuarto pequeño, oscuro parecido al que me encontraba con Alfred. Habían dos hombres corpulentos, al parecer vigilandome.
No podía hacer mucho, puesto a que me encontraba tirada en el suelo mientras los dos hombres estaban posicionados a mi alrededor. En cuanto vieron que mis ojos se abrieron, se alertaron. Uno de ellos sacó un arma y me apuntó hacia la cabeza.

—¿No se supone que debería estar muerta ya? —pregunté fingiendo no tener miedo. En realidad estaba aterrada.

—Hay cosas por hacer antes de terminar contigo. De hecho, es muy bueno que ya hayas despertado.

El chico sacó un teléfono celular y comenzó a marcar un número sin dejar de apuntarme con el arma. Mi cuerpo entero temblaba del pánico, pero mi mente estaba llena de una mezcla de confusión y adrenalina. Pensé en arrojarme sobre alguno de los chicos y ponerlo de escudo humano en caso de que intentara hacerme algo. Tal vez golpear a alguno, o intentar quitarle el arma al chico que me apuntaba. Mi cerebro era un licuado de emociones sin nombre, simplemente no sabía que pensar habiendo tantos sentimientos en mi mente.

Todos mis pensamientos se detuvieron cuando el tipo con el arma habló y mencionó el apellido que tantos sentimientos había causado en mí.

—Stone —dijo al teléfono— Sé que hoy te liberaron hijo de puta. ¿Adivina qué? Tengo a tu preciosa novia conmigo y no sabes lo confundida que está.

¿Estaba bromeando? Tenía que ser una broma de pésimo gusto. Fingir que hablaba con Andrew por teléfono fue la gota que derramó el vaso. Si realmente todo lo que dijo Alfred era verdad y Andrew estaba vivo, debía escuchar su voz en la llamada. Me sorprendía llegar a tal punto, en mi interior sabía que Andy estaba muerto y eso nadie podía cambiarlo. Sabía que estas personas sólo querían lastimarme con el tema de su muerte. Aún así debía descartar esa pequeña posibilidad.

—Ponlo en alta voz —dije yo.

El chico me miró extrañado, después por alguna razón que desconozco, sonrió y pareció acceder. Colocó el teléfono enfrente de él y lo puso en altavoz.

—Estás en altavoz Stone, Hailey te escucha.

Me acerqué un poco al teléfono para poder escuchar mejor. El tipo al ver que me acerqué de más volvió a apuntarme con su arma.

—¡¿Hailey?! ¿Es real? ¿Estás ahí?

En ese instante sentí como mi mundo entero se paralizaba. No podían ser alucinaciones, no. Era su voz diciendo mi nombre una y otra vez. Su voz. Tuvieron que pasar unos segundos para darme cuenta de que mi boca estaba totalmente abierta de la impresión al igual que mis ojos. Intenté regular mi respiración como la psiquiatra me lo había sugerido en caso de alucinaciones.

—No es real. Debe ser algún audio, no lo sé, sólo sé que no es real —dije tapandome los oídos con las palmas de mis manos. No podía permitir que ellos jugarán conmigo de esa manera. Tuve muchas alucinaciones con ver o escuchar a Andrew antes y todas terminaron en calmantes y mucha medicina.

—¿Acaso no lo estás escuchando? —preguntó el chico y luego se dirigió al teléfono— Stone, ¿puedes decirle a tu novia que estás vivo?

—¿De qué hablas imbécil? Hailey, ¿estás bien? Si la llegan a tocar los voy a matar, ¿me escucharon? No me importará pasar más años en prisión.

No había duda, era su voz. Era él. ¿Pero cómo? Debía estar alucinando de nuevo, o tal vez tan sólo era una voz muy parecida a la de él.

—¿Andy? —hablé temblorosa, titubeante, y con lágrimas en mis ojos.

—¿Hailey? —escuché su respuesta.

— Si realmente eres tú, ven y rescatame.

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