único
A veces AeRi podía ser demasiado... inquieta. A ella no le gustaba permanecer en el mismo lugar o la misma situación por mucho tiempo. AeRi pasaba su vida siendo una visitante.
Y quizás por eso resultaba ser también muy desconfiada.
AeRi creció en su país, Japón. Tuvo una infancia difícil sin embargo. Con una madre ausente y un padre adicto al juego... AeRi simplemente vivió cosas que no debería a tan temprana edad. Así que cuando era mayor, AeRi comenzó a trabajar después de dejar la escuela. Era flacucha, sin cualidades, sin experiencias positivas. Pero era una gran artista.
AeRi dibujaba. Pintaba. Había encontrado pasión. Una pasión que llamó su primer amor. Vender cuadros de una cualquiera no le traía el dinero suficiente, así que soñaba. AeRi soñaba encontrar la paz en la pasión.
Una chica apareció en su vida de repente.
YiZhuo era menor que ella. Pero se parecían. YiZhuo tenía un pasado doloroso y le gustaba dibujar. YiZhuo hacía grafitis en los callejones, y un día AeRi la encontró. Sonrió por el dibujo tan extraño que YiZhuo hacía y dijo:
── Tenemos puntos de vista muy diferentes a lo que es un buen arte.
Mientras AeRi usaba lienzos de tela, YiZhuo usaba paredes. Y con el tiempo se volvieron inseparables.
Juntas caminando llegaron a pasar a un lado de un local de tatuajes. AeRi observó al hombre que se veía por la ventana de cristal, estaba dibujando un dragón en la pierna de una mujer.
Una idea pasó por ambas cabezas.
Meses después, YiZhuo y AeRi tenían su licencia y estaban listas para tatuar. Probaron primero en sus pieles. YiZhuo le tatuó una paleta de colores. AeRi tatuó una lata de pintura.
Pero como dije, AeRi era inquieta.
── ¿No sueñas con algo más?
YiZhuo, quien estaba prestando atención al televisor, escuchó y la miró.
── ¿Sueños?
AeRi tenía la cabeza apoyada en sus brazos, recostada en el suelo frío de cerámica. ¿Tenían muebles? Por supuesto, ganaban buen dinero.
── No lo sé. ── suspiró. ── Cuando dejaste tu casa, ¿qué buscabas en realidad?
── Algo que comer después de tres días. ── contestó vagamente. Mas después de un silencio de unos minutos, entendió que su amiga estaba pensativa. Así que dejó el televisor apagado y volvió a hablar. ── Cuando era niña, los sueños que tenía estaban rotos. Mi familia nunca me permitió soñar, ni siquiera querían que sonriera.
AeRi estaba atenta mirándola a los ojos desde su posición.
── Así que crecí sin soñar. No tengo metas, AeRi. No sé qué más pedir porque siempre tuve poco. ── YiZhuo resopló. ── Pero tú eres diferente a mí en ese sentido. Yo a penas conseguía para comer y pintaba las paredes, tú tenías... ideas. Te las arreglas, siempre sabes qué hacer y buscas respuestas.
» No, no sé soñar, AeRi, pero reconozco a los soñadores. Y tú eres una... estrella, ¿sabes? Eres brillante y estás a demasiada distancia del mundo, brillas tú sola aunque hayan millones haciendo lo mismo.
Si tan solo YiZhuo no hubiera enfermado días después de eso... Si tan solo a AeRi se le hubiera dado la oportunidad de despedirse, tal vez las cosas serían diferentes.
AeRi compró un boleto de avión. Terminó en Corea. Rápidamente encontró un local que amó su trabajo, así que comenzó una nueva vida. Después de todo, Japón ya no tenía nada que le importara.
AeRi se hizo muchos tatuajes. Tenía el cuello cubierto, una manga de colores, las piernas repletas de garabatos. Incluso tenía una estrella debajo del ojo izquierdo. Era pequeña, casi inexistente. Pero enorme para ella.
Resultaba que AeRi era atractiva. Fue contratada como modelo de marcas de emprendedores en la ciudad, le estaba yendo muy bien. Ganaba la vida tatuando y posaba para fotos de ropa algunas veces.
Pero ni los tatuajes ni la ropa podían cubrir la realidad.
A veces se miraba al espejo antes de bañarse y se quedaba quieta en su lugar. Marcas que no tenían tinta en sus brazos. Marcas que no la hacían feliz. Marcas que le recordaban que seguía siendo solo ella.
Al primer corte, AeRi sabía que YiZhuo la hubiera detenido. Sabía que YiZhuo hubiera hecho hasta lo imposible por reemplazar ese dolor. Pero YiZhuo ya no estaba, ¿qué importaba?
En un día normal de trabajo, YunJin, la recepcionista que casualmente también era extranjera, le dijo que tenía una clienta para ella. Era habitual que ChaeWon, la novia de YunJin, la tatuara. Mas era su día libre y al parecer a esta clienta le había gustado el trabajo de AeRi.
AeRi aceptó, le indicó que esperara unos minutos en lo que se acomodaba y luego entrara. Sacó unos guantes negros, preparó su cuaderno de diseños, limpió la silla y luego asintió a YunJin para que pase.
AeRi recuerda la primera vez que vio a JiMin. Porque, ¿cómo olvidar a una chica de cabello rubio, ojos enormes, lunar cerca del ojo y sonrisa maravillosa? Fue como planeado. Como si todo lo que había vivido la llevara a ella.
JiMin le indicó dónde quería el tatuaje, le dio ideas, incluso tomó el lapiz y dibujó ella misma algo que no sabía cómo explicarlo. AeRi la tatuó una hora y media en la espalda. No vio su rostro en todo ese tiempo, pero su sonrisa no se borraba de ella.
── Eres brillante. ── dijo JiMin después de ver el trabajo terminado. ── Una estrella. ── se tocó debajo del ojo, haciendo alusión al tatuaje que AeRi tenía.
── En realidad esta estrella no es por mí.
── ¿Ah, no? ¿Quieres contarme? ── AeRi pensó, y esa duda hizo que JiMin asintiera. ── Demasiado personal, lo entiendo.
── No es... Mmh. No suelo hablar de esas cosas y no tengo muchos amigos, así que no me abro fácilmente.
JiMin tomó su chaqueta, de ella sacó una libreta y anotó algo ahí, después se la entregó.
── Puedo ser tu amiga, tu amante, una extraña que tatuaste, un hombro en donde llorar. Elige tú qué quieres que sea.
AeRi no la llamó inmediatamente. Sino, después de dos semanas.
JiMin era muy contraria a AeRi. Sonreía mucho, tenía ropa colorida, era risueña. AeRi solía estar seria, usaba ropa negra, era realista. De alguna manera eso funcionaba para las dos.
AeRi habló de su pasado por primera vez después de cuatro meses saliendo con JiMin. Si, es real lo desconfiada que era. Pero la rubia era comprensiva. Su vida no era trágica como AeRi, tenía sus altos y bajos. Ella lo llamó "lo normal" si tomas en cuenta que estás siendo lesbiana en un país homofóbico y en una familia conservadora. Aunque a JiMin no le importaba mucho.
Y un año después, se besaron por primera vez. Pero la razón también las llevó a sus primeras lágrimas con la otra.
AeRi estaba sola en su departamento. No esperaba a nadie, nunca lo hizo. Había discutido con JiMin horas antes, a este punto ni siquiera recordaba por qué. Solo estaba muy molesta y creyó que JiMin no volvería a verla. Y la soledad la golpeó.
YiZhuo fue su acompañante de vida. Claro que tenía una novia, se llamaba MinJeong. Oh, YiZhuo amaba a MinJeong, mucho. AeRi les tatuó un cachorro y una mariposa a las dos, riendo y pensando que estaban locas. Pero así era el amor.
Amor que AeRi creyó que ya no existía para ella. Es decir, su familia ya ni siquiera la recordaba, no tenía amistades verdaderas y fuertes, no le debía nada a nadie, no tenía a JiMin. Entonces, sentada en la sala, AeRi pensó que ya había vivido lo suficiente.
Sus cortes sangraban, dolían. AeRi se recostó en la bañera con agua tibia, esperando el final en lo que ella pensó, era paz.
Pero la puerta se abrió y un aroma conocido a fresas se metió en su nariz. AeRi abrió los ojos justo a tiempo.
── ¿GiGi? ¿Estás aquí? Escucha, lamento lo que pasó hoy, no debí gritar y creo que las dos dijimos cosas que no-
Había parado en seco cuando la vio en la bañera roja. AeRi lloró y JiMin la siguió después. Ambas llorando, a JiMin no le importó nada más, se acercó y la abrazó aún si estaba fría, mojada y con manchas de sangre. La vida de AeRi valía más que eso.
── ¿Por qué, amor?
Acarició su rostro con una mano temblorosa, ya había marcado a emergencias y dijeron que estaban en camino.
AeRi la miró con ojos cansados.
── Me apagué. ── explicó simplemente. ── Las estrellas se apagan, Chae. Las estrellas que vemos ya no existen, el universo está repleto de estrellas que ya han muerto. Yo ya exploté, la estrella que viste ya no existe.
── Las estrellas que vemos están apagadas porque están a millones de años luz de distancia. Tú estás entre mis brazos y sigues brillando, así que no, no te haz apagado, amor.
AeRi alzó su mano rojiza, tenía poca fuerza, pero alcanzó a tocar la mejilla de JiMin. Luego, simplemente la besó. Así de sencillo, AeRi había encontrado otra pasión; amar a JiMin.
AeRi no murió porque JiMin la salvó. Al menos, ese día lo hizo.
Pasaron los días, hasta que luego de unos meses JiMin vivía con ella. Se aseguraba de preparar el desayuno, juntas limpiaban el departamento, AeRi hacía el almuerzo y la cena era hora de cocinar las dos.
AeRi amaba esa rutina. Por primera vez, no quiso cambiarla. Estaba cómoda.
Pero el dolor no desaparece tan fácil. Hay que darle tiempo, dedicación, ser paciente y constante. Y AeRi tenía poco de eso y muchas heridas.
JiMin era una chica feliz, AeRi estaba tristemente enamorada.
Entonces JiMin dibujó estrellas en las cicatrices de AeRi. Besaba cada dibujo hasta terminar con uno en sus labios.
── Mi boca no está herida. ── rió AeRi.
── Es lo más cercano a besar tu corazón. Y tengo poderes mágicos, mis besos sanan.
── ¿De verdad? ¿A cuántas heridas has besado para saber eso?
── No necesito muchas pruebas. Mi amor te curará, mis besos son la dosis perfecta para tratar la tristeza.
── Soy feliz cuando me besas. ── confesó AeRi.
── Entonces funciona. ── guiñó y se acercó a besarla otra vez.
AeRi pensaba que no siempre iban a funcionar. JiMin decía que confiara en ella.
Y tal parece ser, la japonesa acertó primero.
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