La estrella de cada uno
SWORD ART ONLINE —WAR OF UNDERWORLD
STARRY SKY
—Creo que por hoy es suficiente... —su voz cansada, se siguió con el sonido placentero de su garganta al estirar los brazos hacia arriba tras soltar la maleta contra la grama en medio del atardecer.
El camino había sido largo y caminaron una buena parte de la región. Tras su salida de Rulid con la espada de la Rosa azul al hombro y la rama más cercana a Solus de aquel enorme árbol temido por los habitantes y en un punto de la vida hasta por ellos mismos... próximo a convertirse en el más grandioso de los instrumentos divinos.
—¿Aquí?... —el rubio que aún llevaba a espaldas su cargamento miró a los alrededores. —Pero si aquí no hay nada...
—Exactamente. ¿No crees que es mejor así?, es más fácil relajarse cuando se está solo con gente de confianza. —se agachó sobre su equipaje y empezó a desempacar.
—Si a eso le llamas, el tumbarte en el piso a roncar sin que nadie te diga nada... —sonrió y siguiendo el ejemplo de su amigo perdido de Vector, sacó una sartén.
—Ja, ja... has aprendido bien...
—Es bueno que seas mi maestro solamente con la espada. —Se levantó cual buscara ramas cercanas, pero no se observaba nada en la cercanía. —Iré a buscar leña para calentar el caldo.
—Si tan solo pudiéramos usas las artes sagradas... no te verías en esas... tal vez aprendamos un poco. —Se tumbó y cerró los ojos tal como su amigo le había predicho.
—Gracias por la ayuda...
—¿Quieres que te acompañe a buscar ramitas?... ¿Eugeo—kun tiene miedo de ir a buscar ramitas solo?... —sonrió sabiendo que esa clase de comentarios le ponía nervioso, el corazón de su amigo era en verdad puro.
—¡Nadie ha dicho eso, Kirito!
—Jajajaja... ¿Entonces te espero?... —preguntó aún sonriente.
—Volveré pronto... —lo miró acusador y caminó un tanto más retirado. Lo observó empezar a recoger cerca de los árboles de más al fondo del paisaje, aliviado de no haberlo perdido de vista, no estando seguro si por el cuidado que él podía tener sobre su amigo o el mismo miedo a sentirse solo en un lugar extraño como ese. Desde el primer momento que abrió los ojos en Underworld sabiéndose él mismo, se lo había preguntado... ¿Cuánto debería esperar para poder salir de ese lugar?... y sin duda, aunque su camino apenas empezaba, contar con su amigo... era en extremo fortalecedor, a pesar que ninguno de los dos conocía más allá de las afueras del pueblo donde se conocieron.
Pensaba al respecto a menudo, como un razonamiento que no terminaba de encajar, mientras caminaba, cuando comía...
Luego que su amigo regresara, se sentaron a disfrutar del fuego y la bebida que serviría como su cena, sopló un par de veces en el vaso de aluminio y sorbió.
—Está caliente, espera un poco más... —lo miraron preocupados los ojos verdes.
—Oh... como buen japonés estoy más que acostumbrado a comer las cosas hirviendo... Tienes razón. —Sopló de nuevo y se llevó el humeante artículo a los labios.
—Anocheció más pronto de lo que me esperaba... es como si los días no duraran nada... —sorbió entonces el joven antiguamente leñador.
Ante la mención de las palabras de su amigo, elevó su mirada acerada con destellos azulinos al firmamento.
—¿Sabes que son las estrellas, Eugeo?... —preguntó al ver como muchísimas se posaban sobre sus cabezas, en aquel cielo que parecía cubrir ese mundo y real a la vez... cual estuvieran simplemente en otro distrito o país tal vez...
—¿Mm?... ¿Las luces?...
—¿Luces?... bueno, sí...
—Creo que son compañía. —cerró los ojos mientras una pequeña sonrisa iba tomando forma en la claridad de su rostro.
—Decídete... primero dices que luces y luego que compañía... no entiendo la relación... Aunque tal vez sí... cuando dijiste eso... no pude evitar pensar en las noches que Asuna y yo pasábamos admirándolas en Aincrad... y... aquella ven en la montaña en Saitama...
—Pues... no sé como lo tomes, pero... digamos que he llevado una vida bastante solitaria... prácticamente dedicado a talar el cedro... al punto que a veces no me apetecía volver a casa... y me tumbaba a su sombra a ver el atardecer.
—Es lo que se conoce como hogar en el trabajo... o trabajar en el hogar... creo que cuando estás tan acostumbrado a algo, llegas a tomarle cariño... aunque en un principio lo detestes.
—Exactamente... creo que me había hecho a la idea de que pasaría mi vida con ese árbol... entonces... cuando el sol terminaba por desaparecer... no tienes idea de la paz que se sentía... mientras el viento soplaba y las nubes empezaban a colorearse de púrpura... sentía como si ese cielo comprendiera lo que estaba sintiendo, a pesar de la oscuridad... que parecía cubrirlo todo, su luz... en esas pequeñas fuentes titilantes me daban calidez... como si dijeran... estás aquí... y nosotras aquí contigo.
—Eugeo... —bajó su taza ante las palabras emotivas del rubio.
—Te dije que era raro...
—No lo es... si puedo decir algo al respecto es... que lo que sentiste era real... ya que aunque yo no tengo recuerdos de lo que solía ser... si lo he visto y lo he sentido... como ahora... acuéstate.
—Pero aún estamos comiendo...
—¡Solo hazlo! —se dejó caer para que le siguiera.
—Jaja... vamos a vomitar... —comentó, pero no pudo proseguir al ver la cantidad enorme de estrellas cual estuvieran más cerca de lo que pensaba. —Es como una frazada... que envuelve todo... no sabes donde empieza ni donde termina... pero sientes que todo está guardado, seguro y cálido... —respiró profundo.
—Guardado... seguro y cálido... —repitió las palabras sin despegar sus propios reflejos del firmamento.
—Mientras más estrellas hay... más se siente... es como si hubiera más poder y estabilidad... pero, aunque son un grupo maravilloso... creo que cada una de ellas vale por si misma...
—También lo creo... aunque juntas forman un todo... nada sería igual si alguna de ellas faltara... —elevó la mano hacia el cielo, para entonces cerrar los ojos y pensar que aquellas palabras que acababa de pronunciar... bien podrían equipararse a sus amigos... cada uno de ellos... con su propia luz... esa que nunca lo dejaba sentirse desvalido... debería pensar en esa luz y el calor que le daban... para poder proseguir en ese mundo nuevo... una lágrima se le derramó al pensar que formaban parte de su propio cielo interior.
—¿Kirito?...
—Me entró... me entró una hormiga en el ojo...
—¿Una hormiga?... ¡Por las diosas!
.
.
.
Aquellas palabras que le enseñaron tanto... habían permanecido con él durante toda su estancia en Underworld... descubriendo poco a poco que efectivamente, su corazón se expandía y sus recuerdos se llenaban con cada nueva aventura que cursaba... por primera vez observando la majestuosidad de su propio poder compartido con su espada durante el encuentro con Uolo Levantein, comprendiendo que si cargaba su espada con sus sentimientos se volvería tan poderosa como lo llegase a imaginar. Primeras estrellas desplegadas de su interior...
En aquella espada negra y fina sin nombre pero que blandiría contra quien fuese necesario con tal de cumplir su cometido: la verdad.
Pero cuyo nombre llegaría en el peor de los momentos que jamás pensó vivir... bautizo de sangre del nombre que alguna vez compartieron en un camino lejano a las afueras de Rulid. Escucharlo de los labios de su mejor amigo aunque fue en extremo desgarrador... le confirmó una vez más que por lo menos para él... había sido compañía y calidez... un cielo que envolvería todo a su alrededor como él se lo había solicitado. Aunque no lo mereciera...
Aunque el dolor lo desprendiera de si mismo durante un tiempo y deseara acabar consigo mismo...
¿Siempre podía levantarse no, Eugeo?...
Porque el amor lo envolvería en todas direcciones, el amor que había ganado durante su vida y que permanecía dentro de él, albergando su corazón y conformando su alma.
Amor que lo traería de vuelta como lo que era... Una persona... un joven que al abrir sus ojos al mundo una vez más se enfrentara con la triste realidad... que su vida debía seguir aún sin su amigo... pero que él estaba vivo... ¡Vivo! Para reunirse con sus seres amados y defenderlos de aquellas amenazas que aún sentado en aquella silla sentía... y batallaba con su espíritu solitario y quebrantado por enfrentar.
Y a la vez... un héroe... el héroe dorado que alguna vez se proclamó y pensó no merecer... pero que a través de la sabiduría adquirida de su conciencia conectada con la verdad del mundo... había aprendido a convocar nuevamente.
Si estaba ahí, usaría todo lo que tuviera a su disposición para acabar con todo, desde aquel árbol retorcido en que convirtió al primer enemigo hasta erguir sus alas de hada con el poder de sus recuerdos... aquellas alas con las que voló a través del gran árbol de la vida... aquellas alas en las que se impulsaría para ir en busca de su amada y que en ese momento le servirían de igual modo.
Diez minutos... cinco para detenerlo... cinco para volar tras ella...
Aunque trata de hacerle desaparecer sus intenciones para batallar... o incluso olvidar su propio nombre...
Y atravesara su pecho desgarrando el lugar donde yacía el núcleo de su vida...
Nada lo detendría, porque aunque destruyera su cuerpo por completo, volvería las veces que fuera necesario, porque todo aquello, su ser vestido de negro no era más que una representación de si mismo, su corazón estaba con su amada... y sus recuerdos con su mejor amigo... resguardo que volvían su voluntad indestructible e inquebrantable... como el cielo nocturno que compartió con cada uno... como las estrellas que les representaban y que sin el brillar de cada una nada sería igual...
Fue entonces cuando lo sintió... solo con ellos... con las fuerzas y los deseos de todos podría... y tal como su amigo se lo había dicho... debía envolver el mundo... suavemente... como el cielo nocturno...
—¡RELEASE RECOLLECTION! —la activación de la enredadera de rosas daría el tiempo necesario para atraer las estrellas de su propio firmamento.
—¡RELEASE RECOLLECTION! —La acción por segunda vez llevaría acabo el cometido, su esencia se dispersaría por todo su amado mundo... en señal de protección y esperanza...
Poco a poco las luces empezaron a cubrir la noche que invocó, mientras el mundo rezaba que por pequeño que fuera lo que le enviaban... fuera capaz de brindarle ayuda en su forma más pura, la calidez del corazón.
Radiación que inundó la espada venida del árbol. Bañando su ser en luz y los recursos de vida que sanaron sus heridas, mientras la imposición del peso del mundo sobre su arma hacía honor a todos aquellos que creyeron en él...
Y le apoyaron hasta el final... cada quien con su propia misión.
Asuna... que sin mirar atrás, por la promesa que le hizo de traspasar a su amiga por el World End Altar solo podía pensar en que si volteaba... desearía con todo su ser ir en su ayuda... pero confiaría en él... como en nadie. Enviándole su poder entre las lágrimas diamantinas convertidas en estrellas.
Eugeo...
Klein, Sinon, Leafa, Liz, Silica, Agil...
Alice...
Bercoulli...
Quinella...
Cardinal...
Tieze...
Ronye...
Los caballeros de la integridad...
Incluso los integrantes del Territorio oscuro...
En un último grito de guerra con todo su espíritu en aquel ataque ambidiestro que lo representaba y los recursos restantes almacenados de su amigo en la espada de la rosa azul. Volviéndolo todo una explosión que circundó los cielos hacia arriba en una espiral interminable y que al desaparecer regresó la claridad al mundo.
Había cumplido...
Se dejó flotar en la última despedida...
Mientras afrontaba que no había logrado el tiempo...
.
.
Una vez más voló y terminó por aterrizar en la plataforma de la consola, sintiendo la oleada de soledad, al darse cuenta que ambas habían logrado cruzar. Le daba satisfacción y esperanza el haber salvado a Alice... y que Asuna regresara... sin embargo...
¿200 años?...
No pudo evitar quebrarse... era una vida entera y más allá... destinado a pasar la eternidad lejos de toda su realidad... luego de haber sostenido en brazos a su amada... luego de besarla en medio del firmamento...
Perdió las fuerzas de sus piernas y destruido una vez más pidió perdón por no poder compartir con sus seres amados junto al dolor de no poder disfrutar de ellos en tanto tiempo.
Las lágrimas se le escapaban entre sollozos...
Cuando...
Sus manos apoyadas en el piso parecieron buscar aferrarse a él, al pensar que si lo que tenía en frente era la realidad... sería injusto que su mente le jugara sucio y deseaba aferrarse a eso...
—¿Asuna?...
—Kirito—kun... —sonrió buscando transmitirle sus sentimientos y ánimos... mientras veía como entre tambaleos incrédulos se levantó y dando los pasos que lo separaban de ella, la atrapó con fuerza en un abrazo que enseguida le sacó las lágrimas, mientras regresaba el gesto, rodeándolo por la espalda alta sobre las espadas.
—Moo... te dejo solo un momento y ya estás llorando... —guardó silencio unos segundos y le acarició el cabello con cuidado. —Estoy aquí...
—Lo sé... —no podía despegar sus labios del hombro de su amada. —¿Pero cómo?...
—¿Crees que sería capaz de irme?... ¿Dejándote solo por 200 años?... No podría...
—Pero...
—Kirito—kun... —lo alejó levemente al colocar las manos sobre el pecho del espadachín. —Tú eres mi mundo... eres todo lo que amo... lo que más me importa y necesito... —Los ojos acerados expulsaron un par de lágrimas más al escucharla. —Entonces esto es nada... si me permite permanecer junto a ti... porque mi lugar es donde tú estés...
—Asuna... sin duda... yo hubiera hecho exactamente lo mismo por ti...Bienvenida... a nuestro nuevo mundo... —sonrió entre lágrimas, para entonces volver a abrazarse, respiró profundo asimilando, que si bien se quedarían ahí por tanto tiempo, estarían juntos...
Buscó entonces sus labios, un roce suave, pero nada tranquilo, la búsqueda de la unión que tanto deseaban el uno hacia el otro, el vínculo que representaba su amor... el arte sagrado más importante, quemante más allá que el elemento fuego... más reparador que el elemento agua... y más abrumante que el elemento viento.
.
.
FIN
UFFFFFFFFFFF tengo el hype tal elevado que tenía que sacarme un poco y mi musa trajo esto xDDD.
Bueno llevo amando a mi Kiri desde hace 8 años... y esto ha sido lo más espectacular que pude ver, lloré y grité porque fue fantástico.
¡Gracias por leer!
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