Epílogo.
Y mientras el sacerdote seguía pronunciando las sagradas palabras, mi corazón se iba agrietando lentamente.
Pero no importaba... porque él es feliz.
¿Qué si me arrepiento de algo?
Por supuesto. Me arrepiento de muchas cosas, pero en vano será lamentarse. No cambiará nada, ellos ya están legalmente casados y yo seré un frustrado por lo que queda de mi miserable vida. Tal vez encuentre a otra persona que me ame tanto como yo amo a Sehun, pero será casi imposible. Lo se. Porque nadie sabe lo grande que es mi amor por él.
Pero no me quejo, me lo merezco. Me lo merezco mejor que nadie, tal vez volveré a mi vida de mujeriego, o tal vez no, tal vez si Sehun me pide que pare... Lo haré. Por supuesto. Soy su esclavo, y estoy más que orgulloso de serlo.
Mientras tanto, buscaré a hombres esbeltos, de labios gruesos y piel pálido.
Después de todo, me encantan los hombres... no no, los hoyos, mientras más apretados mejor.
-¿Pensando en voz alta de nuevo? -Una suave voz burlona surgió desde atrás, casi creí escuchar el llamado de los ángeles. -Ya deja de beber, por favor. Ni siquiera sé cómo te deje pasar con esa botella en la iglesia.
-Es porque me amas y harías lo que sea por mi.
-Si si... lo que quieras. Oye... ¿Por qué no vas a lavarte la cara en el baño y luego regresas, estaré con Chanyeol.
-Pff... mejor me quedó en el baño.
-No seas irónico. -golpeó mi hombro, pero más bien lo sentí como una dulce caricia que nunca recibiría de su parte. -Hay alguien que quiere conocerte.
Otra presa.
Estatura baja, labios regordetes, piel pálida, cabello oscuro como la noche...
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