Johan y Cameron.
Capítulo 11.
Johan y Cameron.
Nicholas sacudió un poco la cabeza, apartando el recuerdo del joven lobo que había hallado horas antes. Cuando salió del edificio, hacia el estacionamiento de aquella propiedad, no esperó encontrarse con algo así.
Por la mañana, Sirhan había partido hacia el lugar donde Jared y los demás estaban, Nicholas supo por qué lo hacía: Jared era importante para Duncan y Duncan lo era para él; no necesitaba más explicación. Al pasar de los años no había necesidad de aclaraciones, entre ellos dos se comprendían bastante bien.
Mas tarde, escuchó que Dylan atendió una llamada, era Jacob, uno de los integrantes del grupo con el cual Sirhan se había reunido. Algo no había salido muy bien, lo supo cuando el lobo frunció el ceño y habló con apuro, luego se comunicó al hospital y solicitó que un par de médicos fueran. El lugar contaba con los equipos y espacios necesarios para tratar algunas heridas, pero era imprescindible la intervención de los médicos; si era grave, los trasladarían al hospital.
Escuchó cuando los autos llegaron, en todo el ajetreo sabía que seguramente él no sería de mucha ayuda, por eso pensó en hacerse a un lado; sin embargo, vio a Jared entrar con un pequeño cuerpo en brazos, olía a sangre; junto a él entró uno de los médicos y casi pisándole los talones lo hizo Sirhan.
Nicholas se quitó de su camino y miró la entrada, era un día soleado y había brisa; esa brisa le trajo un aroma suave y dulce. Tragó fuerte cuando, de manera inconsciente, asoció la fragancia con la de las ciruelas.
—¿Ah, sí? Pues hazle como puedas.
Escuchó la exclamación y una punzada de curiosidad le atravesó.
Se dirigió hacia el exterior con pasos un poco trémulos, e incluso el segundo médico pasó a su lado llevando una silla de ruedas.
Cuando estuvo en el estacionamiento no pudo avanzar más; junto al vehículo estaba un joven con bastante sangre encima, tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido, se veía molesto por algo; pero fue consciente de su presencia. Nicholas lo supo porque la mirada del lobo lo recorrió, de pies a cabeza; sus ojos eran los más grandes, oscuros y bonitos que había visto en mucho tiempo.
El lobo comenzó a hiperventilar, se llevó las manos al pecho y luego se desplomó.
En menos de un segundo, Nicholas estuvo a su lado, sosteniéndole para que no se golpeara en el pavimento.
—¡Johan!— escuchó a alguien desde el interior del vehículo, hasta entonces reparó en su existencia.
Fue evidente que el aroma dulce provenía del joven en sus brazos; fue inevitable mirarle de cerca: sus pestañas largas estaban manchadas de sangre, tenía una herida en la sien y una mucho más grande desde el hombro hasta el codo. El corazón de Nicholas dio un vuelco, ese corazón que creyó muerto se agitó al notar la cantidad de sangre que seguramente había perdido.
Lo llevó de inmediato al interior, a donde Sirhan y Jared se habían dirigido y dejó con más delicadeza de la que hubiera imaginado el cuerpo del joven en la camilla.
—¿Jo?— escuchó a Jared exclamar al tiempo que se acercaba a ellos; para ese entonces el cuerpo del infante que antes llevaba en sus brazos ocupaba la otra cama el extremo opuesto de la habitación y estaba siendo atendido por el primer médico.
Nicholas se alejó dos pasos del joven, como si le quemara, porque solo bastó un instante para que comprendiera. "Jo".
—¿Johan?— Jared volvió a llamarle; segundos después el muchacho se quejó quedo, sus parpados temblaron y entonces, Nicholas salió a toda prisa de allí.
Una vez en la oficina de Dylan, tomó los folios sobre la mesa, con algo de descuido los revisó, hasta que encontró el que buscaba.
Johan Sanders: Un joven lobo de apenas veintiún años, delta, de una manada externa, extremadamente hábil en la lucha cuerpo a cuerpo.
—¿Nicholas?—, giró en redondo y se encontró con Sirhan; claro, su comportamiento extraño solo había sido advertido por él; —¿ocurre algo?— preguntó el lobo.
Se relamió los labios, —no, nada.
Sirhan lo miró unos segundos más, a Nick le dio la impresión de que intentaba ver a través de él; imposible.
El lobo dijo por fin, —creo que es mejor regresar a ese lugar, encontré algunos restos, pienso que allí los retenían; además, hay un complejo de cuevas.
Hacía algunos años, habían encontrado complejas cavernas que habían servido evidentemente como escondite; luego dejaron de hacerlo, hasta ahora.
Era un perfecto pretexto para olvidarse de que existía un joven lobo con un embriagante aroma.
—Bien, vayamos— sentenció; dejó el folio sobre la mesa y dio por finalizado aquel asunto.
Hasta ese momento.
—¿Nicholas?— Sirhan le llamó cuando se retrasó, Sirhan llevaba la lámpara y Jacob su tableta. Habían regresado a la construcción, revisado el cobertizo, confirmado que entre las cenizas había restos de cambiaformas; bajaron por las escaleras hasta la caverna, recorrieron el largo y sinuoso pasillo hasta llegar a una segunda cámara. Hicieron el corrido en sentido inverso a cómo Jared y Sirhan lo realizaron la primera vez.
Nicholas sacudió la cabeza de nuevo y se apresuró a darles alcance; entonces el aroma de la sangre dulce bailó en su nariz. ¿Podría estar perdiendo la cabeza? No, solo debía dejar de pensar en ello.
—Aquí fue donde Cameron y Johan cayeron— informó Jacob y señaló hacia arriba, había un boquete y la cuerda que Jared usó aún estaba allí.
Nicholas tragó duro, por eso sentía el aroma, el lobo se había herido al caer, allí había restos de sangre, su sangre.
—Tal vez hay otros pasadizos— comentó Sirhan y miró a los alrededores, buscando indicios de algo más y haciendo a un lado los cuerpos de aquellos contra los que lucharon horas antes.
.
Johan suspiró y se sentó mejor, apoyando la espalda en la cabecera de la cama y frotando con cuidado su brazo izquierdo, el cual estaba vendado.
Ignorando el aroma a antisépticos, miró hacia afuera de la habitación; las paredes eran de un color rosa pálido y las cortinas blancas, ellas se mecían con la brisa que se colaba por la ventana.
La tarde anterior habían vuelto de su primera encomienda, la cual, a su parecer, fue un asco. Es decir, haber regresado mal heridos definitivamente no hablaba nada bien de su desempeño.
Pero es que todo fue culpa del torpe Cameron, tenía que andar fisgoneando y por eso habían caído aparatosamente por aquella caverna. Y, además, no había cooperado cuando le quiso ayudar con su herida.
—Idiota— masculló. ¿Qué acaso no se daba cuenta que con su actitud ponía en peligro a los que lo rodeaban? Sí, Cameron era mayor que él, pero a veces se comportaba como un... como un niño.
De repente tuvo una sensación extraña, algo como un deja-vú, cuando notó que esa expresión la había escuchado bastante seguido en los últimos meses; Duncan se refería a él de esa manera; ¿acaso su actitud era infantil también?
Suspiró justo antes de que alguien tocara a la puerta.
—¿Jo?— era Duncan, llevaba una cangurera atada al pecho, con Cassie embutida en ella.
—¿Recién has despertado?— exclamó el beta al ingresar y agregó, —eres tan perezoso como lo imaginé.
Johan desvió la mirada, tenía algo de vergüenza al estar en esa condición; seguramente se veía mal, estaba hecho un desastre, con el cabello revuelto, los ojos hinchados por su reciente despertar, era posible que tuviera un llamativo cardenal en la frente debido a los golpes, y qué decir de su brazo herido.
Sintió un peso a su lado, hundiendo el colchón y le prestó atención de nuevo; el beta estaba sentado en su cama, bastante cerca y parecía examinarle con la mirada.
—En verdad estaba preocupado por ti— Duncan le sonrió, —me alegra que no haya sido grave.
Sus palabras estaban tan cargadas de sinceridad, que Johan sintió calor en las mejillas y su corazón agitarse.
—Nn-no, no me pasó nada —respondió.
—Lo sé— su sonrisa se amplió antes de agregar, —tienes la cabeza muy dura, imposible partirla— finalizó Duncan bromeando y se alejó de él, pero sin levantarse de la cama.
Johan frunció el ceño, lo miró molesto, tomó una almohada e hizo amago de pegarle con ella.
Duncan rio fuerte y Cassidy gritó desde su lugar, parecía contagiada del buen humor.
—Oye, Cassie también te extrañó— anunció Duncan, tomando a la niña por las costillas para sacarla de la cangurera, luego la dejó en la cama.
Ella se desplazó hasta Johan, deteniéndose a su costado, mirándole con sus redondos ojos cafés; Johan tragó fuerte, ¿por qué le veía un parecido a Duncan? Seguramente se había golpeado la cabeza más fuerte de lo que imaginó.
—Jared me ha comentado cómo sucedieron algunas cosas, ¿quieres hablar sobre ello?— ofreció Duncan tras unos instantes, ahora sin reírse ni mofarse.
Johan se relamió los labios, ¿sería bueno hacerlo? Es decir, Duncan se tomaba las cosas en broma, aunque él era de las personas en quien podía confiar, incluso su vida.
—Todo salió mal— habló por fin.
Como no dijo más, Duncan tanteó el terreno, —¿y crees que es tu culpa?
—No, la de Cameron.
—Oh, bueno— ahogó una risa, —¿y por eso estás enojado?
—Sí, es bastante inmaduro.
—Tal vez es algo de familia, ya sabes— Duncan se encogió de hombros.
Johan ignoró aquello y continuó, —si él no hubiera sido impudente, no habríamos caído.
—Y probablemente tampoco hubieran encontrado la caverna.
Bueno, tal vez en eso tenía razón; Johan frunció el ceño cuando más recuerdos llegaron a él: después del sacarlos de la cueva subterránea, Jared y aquel lobo llamado Sirhan regresaron a la caverna y llegaron a la construcción que parecía abandonada cerca de la carretera; allí Jared había rescatado a un cachorro. Cuando llegaron al centro de entrenamiento, Cameron siguió comportándose como un tonto, rechazando su ayuda. Entonces, un sujeto apareció, de belleza tan etérea que... tragó al instante y sintió su corazón acelerarse. ¿Quién era ese hombre? No recordaba haberlo visto antes, no, nunca.
—¿Jo, estás bien?— la mano de Duncan en su frente se sintió un poco fría y áspera; —¿tienes fiebre? Estas sonrojado.
—Estoy bien— carraspeó aclarándose la garganta y se alejó de su toque.
Duncan le miró dubitativo tomando a Cassie, la pequeña ya se había desplazado un poco lejos de ambos, —tal vez debería llamar a un médico.
—No, en verdad, estoy bien— y para convencerlo, con la mano sana tiró de las sábanas, dispuesto a bajarse de la cama.
—¿A dónde vas?
—Debo hablar con Cameron.
—No irás a reñirle, ¿cierto?— preguntó, apartándose para dejarle el camino libre al chico, —o peor aún, golpearle.
—No puedo prometerlo— respondió antes de abandonar la habitación.
.
Cameron oprimió el botón del control remoto, pasando los canales de la televisión buscando algo en qué entretenerse, algo que le impidiera recordar el desastre del día anterior. Hasta que la puerta de la habitación se abrió, era su primo Johan.
—¡Ey, ya has despertado!— fue lo primero que salió de su boca, —pensé que estarías fuera por un par de días, caíste como un maldito costal de patatas.
—¿Qué pretendías?— Johan caminó al interior y se posicionó frente a la silla de ruedas donde estaba Cameron, bloqueándole la vista hacia la televisión que colgaba de la pared.
—¿Qué prendía de qué?
—Jared dijo que debíamos esperar, pero tú desobedeciste.
—Tú hiciste lo mismo al seguirme, no sé de qué te quejas— se encogió de hombros.
Johan entrecerró los parpados; los tobillos y una pierna de Cameron estaban inmovilizados, así que no pensaba que fuera capaz de ponerse de pie, la silla que ocupaba daba fe de ello, aun así, mostraba una actitud despreocupada, eso era lo que le estaba sacando de quicio.
—¿No te importan las consecuencias de tus actos?— se acercó un poco más para decirle.
El mayor desvió la mirada, incluso viró un poco el rostro, ignorándole.
Johan sintió que la ira le invadió, —¡Con un demonio Cameron, míreme cuando te hablo!
Cameron rodó los ojos, dejó el control remoto en su regazo, cruzó los brazos sobre sobre su pecho y miró hacia la esquina de la habitación.
Aún con el brazo vendado, Johan se las ingenió para inclinarse hacia el frente y apoyar ambas palmas en los reposabrazos de la silla, encerrando a su primo entre ella y su cuerpo
—¿Por qué no eres más responsable? ¡Pudo ser peor, pudiste haber muerto, maldita sea!
—No iba a suceder, porque tú estabas allí para salvarme, y lo hiciste muy bien— Cameron aplaudió en la cara del otro, —¡Bravo! Ahora todos estarán orgullosos de ti.
Así que era eso.
Johan se retiró lentamente, dándole su espacio de nuevo.
Desde cachorros, los hermanos Sanders habían sido muy, extremadamente competitivos, y el comportamiento de ambos, ahora adultos, había propiciado la rivalidad entre sus hijos; Johan y Cameron, al ser los primos de las edades más cercanas, eran frecuentemente equiparados entre sí. Pero Johan no había estado consciente de hasta qué punto podría afectarles; él simplemente había preferido ignorar ese hecho, hasta ahora.
¿Cameron se había adentrado a la cueva, aún en contra de la sugerencia de Jared, solo para probar algo? Ahora Johan pensaba que sí.
Se relamió los labios y se sentó en la cama; Cameron tomó el control remoto de su regazo y continuó pasando los canales.
—Y-yo, lo lamento— musitó tras unos instantes; Cameron le oyó claramente, porque bajó el volumen del televisor y giró un poco para mirarle.
—¿Qué?
—Lamento que nuestros padres hagan eso; ellos no deberían compararnos.
Cameron resopló, —¿ahora sientes lástima por mí?
—No, por supuesto que no; solo digo que no deberían hacerlo porque somos muy diferentes.
—¿Es otra forma de decir que eres mejor que yo?
Johan apretó los puños al lado de su cuerpo, —¡¿Quieres ya parar con eso de una jodida vez?!
—¡Oye, no me grites, soy mayor que tú!
Johan parpadeó tupidamente, ¿ese era su argumento para hacerle callar? "¿Soy mayor que tú?". Su enojo pareció drenarse y no pudo evitar reír.
—¿Te estás burlando de mí?
Johan negó, —no, yo solo... —respiró hondo para calmarse un poco, —¿por qué siempre estamos discutiendo?
—Siempre ha sido así.
Lo era, desde que tenía memoria.
—Pero no tiene por qué seguir— explicó Johan, —nuestros padres solo nos usan para probar su superioridad— sonaba frio y cruel, pero en resumen así era.
Cameron bajó la mirada y apretó entre sus dedos la sábana que descansaba en su regazo.
—¿No estás cansado de pelear?— agregó Johan.
El mayor frunció el ceño, parecía estárselo pensando seriamente.
La venda en su brazo picaba, se rascó un poco, con cuidado; luego humedeció sus labios antes de agregar, —cuando dije que somos muy diferentes lo dije en serio y de buena manera; mi padre dice que eres muy observador y que tienes madera de estratega.
Cameron levantó el rostro, prestándole atención a su primo de nuevo, —lo dudo, de ser cierto no hubiéramos caído por esa caverna.
—No estamos exentos de errores, hasta al mejor cazador se le va la liebre— Johan le sonrió en un intento por reconfortarle.
Cameron le imitó de manera un poco tímida, pero luego tragó duro y confesó: —mi padre preferiría que fuera tan hábil en una lucha, como tú.
—Mmnh— Johan se mordió el labio, pensativo, antes de lanzar la pregunta —¿y qué preferirías tú?
—Si pudiera elegir, definitivamente me mantendría lejos de la sangre; ¿viste esas cosas?, son realmente asquerosas.
La expresión en el rostro de Cameron al decir lo último fue en verdad cómica, Johan rio y el mayor en seguida le imitó. La tensión en el ambiente se disolvió pronto y minutos después ya se encontraban charlando mejor. ¿Cómo es que nunca antes habían intentado llevarse bien? Tal vez la reciente experiencia había cambiado algo entre ellos.
—Y entonces, prácticamente te derrumbaste en el estacionamiento, fue como si te hubieras desconectado— dijo Cameron cuando el recuento de los hechos estaba por finalizar.
Sí, Johan recordaba el llamado de su primo segundos antes de caer en la inconsciencia, la voz de Cameron estaba llena de preocupación y miedo. También recordó al sujeto que estaba allí, tan perfecto, tan... el solo remembrarlo hizo que su corazón se acelerara.
—Me pregunté si eran las secuelas de los golpes en tu cabeza, ya sabes, durante la caída en la cueva— agregó Cameron, sacando a Johan de su letargo.
Se aclaró la garganta, —no lo creo, solo estaba algo exhausto.
Permaneció unos minutos más allí, en la habitación, y cuando Cameron dijo estar incómodo en la silla, Johan le ayudó a subir a la cama y luego le dejó para que descansara.
Cuando abandonó la habitación, se encontró con Duncan en el pasillo, estaba recargado en cerca de la puerta y Cassie dormía sobre su pecho, dentro de la cangurera.
—¿Qué haces aquí?
—Estaba atento por si tenía que intervenir, temía que discutieran demasiado.
—¿Nos estabas escuchando?
—Por supuesto que no— el beta se hizo el ofendido.
Johan suspiró; luego, en los labios de Duncan se dibujó una sonrisa, —Jo, estoy orgulloso de ti.
El joven lobo también sonrió al sentir una tibieza en su pecho, el ser reconocido por Duncan en verdad era algo especial para él; entonces frunció el ceño, ¡un momento! ¿Duncan había admitido haber escuchado tras la puerta?
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ESPACIO PARA CHARLAR: ¡Hola! Lamento la demora. No he dejado esta historia, solo que voy lento. Las responsabilidades me están sobrepasando un poco; eso de las nuevas plataformas lleva algo de tiempo, pareciera que no, pero sí: aprender a usarlas y sobre todo cargar contenido, es un rollo. En fin, henos aquí. Quiero aclarar que no me he olvidado de Noah y Lucian; es solo que ellos ya tuvieron "su libro", por lo que en este puede que pasen algunos capítulos sin ser mencionados, o que no haya detalles demasiado específicos de lo que ocurra entre ellos. Es como lo que pasó con Sam y Leo, después de su libro, pasaron a ser secundarios, pero no olvidados. Espero comprendan.
¡Muchas gracias por continuar la lectura! Nos leemos ojalá que muy pronto de nuevo.
P.D. Perdón por los errores de dedo, de sintaxis, congruencia y demás.
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