Conexión.

Capítulo 36.

Conexión.

Sentado sobre el colchón, apoyando la espalda en la cabecera, Duncan miró atento a Jared, quien se paseaba de un lado a otro, molesto por su reciente discusión.

Jared le había besado y luego le había reñido; estuvo muy enojado por la decisión de Duncan, ¿cómo pudo arriesgar su vida al someterse a un procedimiento experimental?

Pero Duncan se mantuvo firme al decirle: "Yo no me arrepiento, y por supuesto que lo volvería a hacer".

La tarde anterior le habían quitado todos los cables y mangueras que se conectaban a su cuerpo; ahora Duncan estaba lúcido y podía moverse sin problemas; así que creía que estar en cama era una pérdida de tiempo. Además, lo menos que deseaba era pelear con su compañero.

—Solo serán unos chequeos más, sé paciente—, exclamó Jared, por la velocidad y soltura con la que caminaba, evidentemente también se estaba recuperando bastante rápido.

Duncan se encogió de hombros y se enderezó, ignorando la incomodidad de la almohada clavada en su espalda baja; —pero ya estoy mejor, nada me duele—, insistió.

Jared frunció los labios antes de decir, —tu corazón se detuvo, estuviste muerto por poco más de tres minutos.

Sí, lo sabía, Mauricio y la doctora Glenna se lo habían dicho, pero esa era la excusa perfecta para que Jared le impidiera salir de la cama, y para que se mostrara enfadado.

Por eso, Duncan alargó el brazo y extendió la mano, llamándole silenciosamente a su lado.

Jared lo miró por unos instantes y, aún con el ceño fruncido, se metió a la cama, Duncan le rodeó los hombros y lo aceró a él, aspirando su aroma, dulce a manzanas...

—¿Cuándo he faltado a mi palabra?

—¿Quieres que te recuerde la ceremonia de hace dos lunas?

—Oh, cariño; pero sí estuve allí.

—No llegar a tiempo es lo mismo que no hacerlo, sabes que siempre es una ocasión especial para los jóvenes.

—Nunca vas a dejar de recordármelo, ¿verdad?, aunque me haya disculpado...

Un fragmento de la escena se filtró en sus memorias. Sabía que había soñado algo realmente extraño, pero cuando quiso poner las cosas en orden, todo estaba demasiado borroso, sin pies ni cabeza; y luego de unas horas lo olvidó.

Pensó que había sido una alucinación producto de los analgésicos o lo que fuera que le habían suministrado; por eso no podía recordar absolutamente nada.

Hasta ahora; aunque solo fue una parte y, aparentemente, sin sentido.

Jared se acomodó a su costado, llamando su atención de nuevo al presente, abrazándole y escondiendo su rostro en el cuello de Duncan.

Duncan sintió a su compañero olfatear, y luego relajarse; se dio cuenta que, desde que estuvo completamente consciente, este era el primer y real acercamiento cálido y tierno con su esposo.

Duncan le estrechó con más fuerza, —es verdad lo que dije, si alguna vez estás en peligro, yo-

—Sshh, no lo digas— le interrumpió Jared ahora más calmado, no había enfado en su voz, sino algo de cansancio, —no quiero discutir contigo de nuevo; creo que es bastante obvio que nunca estaremos de acuerdo en una situación como esa—, se encogió un poco, escondiendo su rostro de su mirada al pegarse al pecho de su esposo.

—Lo sé, cariño, tienes razón—, le confirmó Duncan, besando su cabello, en la cima de su cabeza; dándose por vencido con el tema.

—Por supuesto que la tengo. Siempre la tengo, no deberías dudar de mí.

—Nunca lo he hecho —, contestó Duncan.

Jared le empujó con suavidad, levantó el rostro y le miró a los ojos bastante confundido —¿Eh; qué cosa nunca has hecho?

—Dudar de ti, eso dijiste.

Jared parpadeó, —yo no dije nada.

Duncan rio, —sí, lo hiciste.

—No, no lo hice—, entrecerró los ojos.

—¿A qué estará jugando?

—¡Eso!—, Duncan le señaló incluso con el dedo, —lo hiciste de nuevo, y no estoy jugando.

—¿Hice qué?—, Jared sacudió la cabeza, —¿de qué hablas?

—Preguntaste a qué estoy jugando, te escuché en mi...—, sorprendido, Duncan no terminó sus palabras y se echó hacia atrás, golpeándose contra la cabecera de la cama.

—Ey, ten cuidado—, exclamó Jared, —¿estás bien?

Duncan ignoró su pregunta y tomó el rostro de su esposo con ambas manos para mantener sus miradas fijas.

—Espera, ¿qué haces?—, cuestionó Jared, —creo que tal vez debería llamar a un médico.

Duncan contuvo la respiración, ¿había imaginado a Jared decir que llamaría a un médico? Seguramente, porque los labios de su compañero no se movieron cuando Duncan escuchó esas palabras en su cabeza.

La mirada de Jared era curiosa y a la vez preocupada, —¿te sientes bien?, ¿qué sucede?

Tres segundos después, Duncan soltó una risa nerviosa, se frotó el rostro y echó su cabello hacia atrás, despejando su frente; —no me creerías si te lo dijera.

—Puede que sí, puede que no—, Jared se encogió ligeramente de hombros, —inténtalo.

Duncan rascó su cicatriz ocular y pensó que era mejor si lo comprobaba de nuevo, así que le pidió, —piensa en algo.

Jared entrecerró los ojos, —¿pensar en qué?

—No sé, lo que quieras, solo no me lo digas.

Ahora la mirada de Jared era dubitativa.

—¿De qué se trata todo esto?

Duncan sonrió cuando escuchó la pregunta de Jared claramente en su cabeza y exclamó, —cariño, llámame loco, pero estoy bastante seguro de que puedo oír lo que piensas.

Lentamente, Jared se echó un poco hacia atrás y dijo, —sí, estás loco.

La risa de Duncan fue fuerte, —creo que sí, lo estoy.

Jared resopló, claramente desaprobando su actuar.

—Si esta es una maldita broma, no es divertida.

Nuevamente, con ambas manos Duncan le sujetó el rostro y le dijo, —definitivamente no es una maldita broma y sí es divertido, muy divertido.

Los ojos de color dispar de Jared se abrieron con sorpresa, porque él no había dicho eso; no había dicho nada en absoluto. Pero lo había pensado.

—Te lo dije, puedo escucharte—, afirmó Duncan tocando con su dedo índice la sien.

—Es imposible.

Duncan sacudió la cabeza, —después de todo lo que ha sucedió; ya sabes, combatir vampiros infernales, escuchar sobre portales extraños en callejones oscuros y que Mauricio lograra crear una cura milagrosa, no puedo ser un escéptico.

—Tal vez, no sé, solo lo estás imaginando—, Jared no iba a dar su brazo a torcer, todavía no.

—Si algo así sucediera, seguramente sería demasiado incómodo.

Duncan ladeo la cabeza, pensativo; la última frase, la que solo estuvo en los pensamientos de Jared era cierta, no lo había considerado: si siempre pudiera escuchar todo lo que pensara, ¿dónde quedaría la privacidad?; además habría un caos en su cabeza.

Y, por ello, decidió no insistir, al menos no ahora; solo se encogió de hombros y dijo, —puede que sí, mamá siempre ha dicho que tengo una gran imaginación.

Jared abrió la boca para decir algo más, pero unos golpes en la puerta le interrumpieron; pensó que lo mejor era no continuar con el asunto y bajó de la cama para ir a la puerta; podría ser algún médico.

Julián miró a Jared, su semblante había mejorado muchísimo; ahora vestía algo que parecía un pijama, en vez de aquella bata que parecía fría e incómoda. Estaba seguro de que nadie podría imaginar que casi una semana atrás ese hombre hubiera estado en cama muriendo, literalmente.

Aun así, los momentos que habían compartido y en los que se habían apoyado mutuamente en espera de que Duncan mejorara, no habían logrado acercarlos más de lo que estaban: Julián y Jared no se llevaban muy bien.

Un breve cabeceo en forma de saludo por parte de ambos y Jared se hizo a un lado para dejarle pasar, se dirigió al sofá más cercano y se sentó en él.

Julián, en cambio, fue directo hacia la cama donde estaba su amigo y silbó, —hombre, te ves bien—, dijo refiriéndose a su aspecto ahora sano.

—Y me siento muchísimo mejor— se jactó, —no puedo esperar a salir de aquí.

Julián negó con la cabeza, —todavía no puedes, debes esperar los resultados de tu último chequeo.

Ante las palabras de Julián, Jared solo se acomodó en su sitio, él mismo le había advertido lo mismo a Duncan minutos antes. Pero Jared no iba a señalarlo, no; de hecho, prefería no intervenir en sus charlas sino era requerido.

Duncan resopló.

—Qué fastidio, espero que no demoren demasiado, ya quiero salir de este lugar.

Jared se enderezó, porque... bueno, seguramente no había escuchado en su cabeza las palabras de su esposo. ¿O él también estaría imaginando cosas?

—Mi padre ha llamado—, dijo Julián, cambiando el tema y ajeno a la queja de Duncan, —creo que será mejor que Dafne, Mauricio y yo regresemos a Rilltown esta noche.

—¿Tan pronto?

—Aún no hemos bajado la guardia en el pueblo, las estrictas vigilancias continúan—, explicó.

—¿Qué no la familia De la Rosa mandó refuerzos? Lya, Alex y algunos más deberían estar allí.

Julián sacudió la cabeza, —sí, lo están; pero sabes lo tradicional que es nuestra manada; después de lo sucedido, los miembros del círculo íntimo creerán estupideces, como que es de mal augurio si la mano derecha del alfa y el heredero permanecen fuera del territorio por mucho tiempo— dijo, refiriéndose a Dafne y a él mismo.

Duncan rascó su mejilla.

—Demonios, olvidaba lo anticuados y paranoicos que son esa bola de viejos.

Jared tragó fuerte y parpadeó incrédulo después de haber escuchado la frase no dicha de su esposo.

—Por cierto, ¿dónde está mamá ahora?—, preguntó Duncan.

—Está tomando una siesta, supongo que ha de despertar pronto.

—Bien, espero que me den de alta para ese entonces.

Duncan cruzó los brazos sobre su pecho y agregó mentalmente: —Odiaría que me encontrara en cama todavía.

Suficiente, Jared se puso de pie y se dirigió a Julián para pedirle que saliera de allí, —¿podrías darnos unos minutos, por favor?

Julián le miró algo sorprendido y dubitativo, pues, prácticamente de la nada Jared había saltado de su asiento y se había acercado.

—Por favor— pidió de nuevo Jared, y se atrevió a intentar aquello que aún no podía creer: en su mente dijo; —Duncan, dijiste que podías escucharme; y justo ahora lo haces, ¿no es así?

El frufrú de las sábanas fue ligero y luego la cálida mano de Duncan se posó en la espalda baja de Jared.

—Oye, viejo, sé que tú y Mauricio se han hecho amigos de la doctora Glena—, exclamó Duncan, dirigiéndose a Julián, —¿podrías averiguar por qué se están demorando tanto con los resultados? Ya quiero irme de aquí.

Julián soltó algo entre un bufido y una risa, —¿desde cuándo soy el chico de los recados?

—Oh, vamos, hombre; si van a irse hoy mismo a Rilltown, me gustaría acompañarlos al aeropuerto.

Julián resopló, —de acuerdo—, dijo; le dio una mirada a Jared dirigiéndole un asentimiento; luego salió de allí.

A Duncan le hubiera gustado que su mejor amigo, prácticamente su hermano, y su esposo se llevaran mejor; pero Julián había sido claro en cuanto a su interacción con Jared, no le faltaría al respeto y evitaría las groserías; eso fue todo lo que pudo prometer.

Por su lado, Jared no se quejó, entendía la postura de Julián, así que no se quejaba, así como tampoco esperaba más ni menos del trato que pudiera recibir del alfa.

Cuando la puerta se cerró dejándolos solos de nuevo, inmediatamente Jared se subió a la cama, se sentó sobre sus rodillas instalándose frente a Duncan y tomó el rostro de su esposo entre sus manos, acariciando con sus pulgares los pómulos de su marido, incluso una parte de la cicatriz ocular.

—¿Qué sucede?—, preguntó Duncan.

—Puedes escuchar lo que pienso, ¿verdad?

Duncan sonrió levemente, —cariño, dijimos que eso probablemente era solo mi imagina-

—Sí, tú lo haces—; la voz, firme y clara de Jared estuvo en su cabeza.

La sonrisa de Duncan se congeló por un instante y luego fue disminuyendo.

—Sé que lo haces—, afirmó de nuevo Jared sin mover los labios.

Duncan tragó duro sin moverse de su posición, sin liberarse de las manos de su esposo, y dijo, —¿cc-cómo, por qué estás tan seguro?

Las mejillas de Jared se ruborizaron ligeramente y exclamó: —no sé cómo, pero creo que yo también puedo escucharte; hace un momento dijiste algo sobre lo anticuados y paranoicos que son los miembros del círculo íntimo de Rilltown.

Los párpados de Duncan dejaron más al descubierto sus globos oculares, aunque solo uno tenía vida, la sorpresa fue evidente en su gesto; —esto es asombroso.

—Lo es—, le respondió Jared de la misma forma.

Duncan ladeo el rostro y pensó, —¿crees que esto sea normal? Quiero decir, ¿podremos escuchar también lo que piensa Julián, mi madre, o tal vez Noah o Johan?

Los labios de Jared se torcieron ligeramente en una sutil mueca, antes de contestar del mismo modo: —espero que no, no me gustaría tener la voz de alguien más en mi cabeza.

Entonces, las cejas de Duncan se curvaron hacia arriba, a lo que inmediatamente Jared se apresuró a aclarar; aunque tenía cuidado al pensar mejor las cosas antes de soltarlas, de vez en cuando se le escapaba una; por eso prefirió decirlo en voz alta mientras acariciaba su mejilla, así no habría duda: —poder escucharte y saber que me escuchas de esta forma es asombroso, es algo más íntimo, siento que es algo muy especial; cuando dije que no quiero tener la voz de alguien más en mi cabeza me refería a nadie más que a ti.

Las cejas de Duncan se relajaron y luego sonrió.

...

Johan resopló cuando el olor a sangre podrida fue más fuerte.

Esas cosas espantosas eran molestas, revoloteaban y parecían saltar por todas partes. Escuchó a Jacob por el auricular, pero las instrucciones no eran específicas para él, sino para Cameron.

Johan, junto con otros siete miembros de escuadrón especial, como Cameron les llamaba a todos los que enfrentaban estos ataques anormales; habían salido de Blue Hills para atender un llamado: se habían localizado algunas luces en las afueras de una ciudad aledaña. Tras no encontrar a las criaturas, solo los destrozos que dejaron a su paso, recolectaron información, huellas y lo que fuera posible, pero luego el grupo de ocho se dividió a la mitad; pues hubo otras dos alertas en puntos opuestos, simultáneos y urgentes.

Johan, Cameron, Sirhan y Jacob formaron parte de un subgrupo y partieron de inmediato. El lugar era un cementerio viejo, era una tarde nublada y los alrededores estaban desiertos; aparentemente.

Hubo una luz fuerte, algo así como un relámpago, o eso creyeron debido al clima. Después de ello, varios vampiros comenzaron a pulular por las lápidas.

Johan fue rápido y eficaz en sus movimientos, por un instante le preocupó Cameron, pero después de escuchar a Jacob por el auricular, supo que este estaba cubriendo la espalda de su primo.

Intentó no fruncir mucho el ceño ni dejar ver en su rostro el asco que le causaba el aroma, recién había acabado con un "monstruito" y la sangre oscura y rancia salía a borbotones de la herida infringida.

El constante traqueteo de dientes se escuchó a su espalda, Johan sabía que se trataba de otra criatura, así que se preparó, tomó con firmeza sus dagas, una en cada mano y giró para esperar el impacto de frente. No sucedió; el sonido se esfumó abruptamente y hubo calma. Demasiada calma.

—¿Pero qué?

Apenas alcanzó a esquivar cuando la criatura apareció y le atacó por la espalda; no era una, sino dos.

Johan siseó cuando, unos segundos después, el ardor le quemó en el hombro, cruzando su omóplato; el corte había sido tan rápido y limpio que tardó unos instantes en sentirlo.

Ambas cosas mostraron sus dientes, en doble hilera y puntiagudos; luego se lanzaron al ataque juntas.

La lucha duró mucho más de lo que había previsto, fue cansado, pero al fin pudo deshacerse de uno; mientras, el otro, brincoteó y comenzó a huir.

—¡Eso sí que no, me las vas a pagar!— gritó Johan y le siguió, estaba bastante seguro que ese era el monstruito que le había causado el corte en su omóplato.

Cameron vio a Johan alejarse del área, persiguiendo a una de esas cosas, dirigiéndose hacia el sitio más oscuro del cementerio, eso que tenía árboles más crecidos y mausoleos más antiguos y altos. Hizo amago de ir tras él, pero un vampiro largurucho y de cara deforme se interpuso en su camino.

Maldijo y trató de esquivarlo, no pudo. Sin embargo, sintió un poco de alivio al ver a Sirhan ir en la misma dirección que Johan.

Cameron solo tenía que deshacerse de este esperpento largurucho y él también iría a ayudar. Esperaba que no aparecieran más de esas cosas.

Entonces, hubo otra luz, un relámpago; o tal vez un rayo, un rayo que pareció caer cerca.

Los vampiros comenzaron a dispersarse, y Cameron y Jacob alcanzaron solo a uno más, ese cuyas alas parecían rasgadas.

—Sirhan, Johan, repórtense—, cuando hubo algo de calma, habló Jacob por el intercomunicador.

Nadie respondió.

Cameron soltó un bufido.

—¿Sirhan, Johan?—, volvió a intentar Jacob. Como no hubo respuesta, cargó su pistola y tomó un cuchillo; miró a Cameron y le dijo, —vamos—, moviendo la cabeza, señalando hacia donde el otro par se había ido.

Cameron prefirió empuñar la pistola en vez de un cuchillo y le siguió.

—Johan, con un demonio, contesta—, exclamó también por el intercomunicador, pero no hubo respuesta tampoco.

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ESPACIO PARA CHARLAR: Ya estamos llegando al final de este libro, solo queda una o dos actualizaciones más. Por cierto, me encantaron sus teorías, algunas están bastante cerca de lo que está planeado.

Ah, sí; recuerden que pueden encontrarme en el cara-libro (FB) como Índigo: El Baúl del Tesoro, mi foto de perfil es la misma que aquí. Les comento esto por si en algún momento WP me tumba la cuenta, me borran libros o algo así; pueden encontrarme allí.

P. D. Les había dicho hace unos capítulos que, sí o sí, antes de que terminara este libro iba a ver una "desaparición". Bueno, ya está cerca.

P.D.2. Gracias por seguir leyendo, muchas gracias por su paciencia y muchísimas más por sus comentarios; sus palabras me dan vida. 

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