¿Cazadores aliados?

Capítulo 13.
¿Cazadores aliados?

David suspiró y continuó observando a su compañera dormir a su lado; ellos habían pasado la noche en la misma habitación, en la misma cama. La atracción entre ellos desde un inicio fue inmediata; pero él había preferido ignorar el hecho de que era su compañera, básicamente por lo que había sucedido recientemente con Kristopher. Ella lo supo también, tal vez no identificó ese sentimiento como tal inmediatamente, pero sí con el pasar de los días. Por eso la tarde anterior le buscó, para hablar sobre ello. Entonces David no pudo negarlo, él admiraba su coraje, Zoé se había presentado frente a su puerta con el firme propósito de saber si la atracción era mutua, si lo que estaba sintiendo iba en ambos sentidos y no era mero producto de su imaginación.
David tuvo que decirle la verdad: que él también estaba consciente de esa conexión, pero se sentía indispuesto; es decir, su mejor amigo acababa de perder a su compañero de una forma lamentable y no pensaba, no sentía que fuera conveniente comenzar una relación. David no dio detalles, no mencionó los nombres de los involucrados; pero Zoé, tras escuchar su explicación, dijo que "estaba bien", su sonrisa no fue genuina y David notó un deje de decepción en su voz.

Zoé seguramente estaba pensando que David estaba inventando una elaborada excusa para rechazarla; pero eso no era cierto, él la quería, quería conocerla y seguramente con el tiempo, cuando Kris decidiera seguir adelante, él ya no se sentiría como un traidor y podría prometerle algo serio; pero, mientras, solo podría brindarle a Zoé su sincera amistad.

Por eso le ofreció justamente eso, ella pareció dubitativa, pero aceptó su invitación.

La habitación del hotel era amplia, con un pequeño minibar en la esquina y una televisión de tamaño considerable, al igual que la cama.

Sentados al borde el colchón, permanecieron charlando por un par de horas y luego miraron las películas en el canal de paga que ya estaba incluido en el costo del hospedaje.
Entonces, se habían quedado dormidos.
David sonrió, recordando lo alegre que era su compañera; ella tenía un humor extraño, extraño y divertido; le gustaba mirar películas de terror, aunque tuviera que cubrirse los ojos de vez en cuando. Se preguntó si mantener su relación con Zoé como una simple amistad era bueno, es decir, no habría secretos acerca de su conexión, era simplemente que no estaba seguro de poder entregarse por completo a la relación si iba a estar sintiendo que era desleal a su amistad con Kris.

Zoe rodó, de estar sobre su estómago, quedó sobre su espalda, estirando el brazo y pegándole con el dorso de la mano a David en el rostro.

Había sido un golpe algo inesperado, y fuerte, tanto que Zoe despertó.

Ella parpadeó, enfocando la mirada, tratando de reconocer la habitación, no era la que se le había asignado. Se sentó de repente cuando lo recordó; miró a su lado y notó que David estaba frotándose el rostro.

—Oh, lo siento— se bajó de inmediato de la cama, algo apenada.

Él rio, —descuida.

—Ay, no; que vergüenza— exclamó, pasando las manos por su cabello, tratando de acomodarlo, luego un rubor se instaló en sus mejillas y salió en seguida de allí, su habitación estaba cruzando el pasillo.

Davis pensó que era algo adorable y hubiera seguido recreándose mentalmente en la hermosa imagen, pero su teléfono móvil sonó: Nathan, por medio de un correo electrónico, le confirmaba su reunión en aquel bar; David miró su reloj, había tiempo suficiente.

Casi dos horas después; David, Zoé, Ava y Ray estaban en un conocido restaurant de esa ciudad. Para cuidarse las espaldas, primero había llegado Ray, mirando el lugar, en busca de algo sospechoso; luego Ava y Zoé entraron juntas, era común que un par o grupo de amigos llegaran a pasar el rato a ese lugar, porque además de juegos de mesa y bebidas alcohólicas, servían comida y también había buena música. David fue el último en entrar, ocupando un taburete alto al final de la barra; desde donde podía ver a Ray en una de las mesas de billar. Ava y Zoé estaban en un área un poco más alejada, donde se encontraban las mesas y los gabinetes, ellas ocuparon el primero de la fila, sentadas una frente a la otra, donde Ava podía ver la espalda de David y Zoe podía observar a Ray.

David levantó la mano y llamó al cantinero, pidiendo una cerveza ligera; sería extraño estar solo sentado mientras esperaba.

Nathan Olsen era un respetado y conocido cazador de las regiones aledañas; el deporte que él practicaba no solo involucraba a los animales de la zona y de la temporada, sino a cambiaformas, estos últimos, evidentemente no figuraban en su lista de logros y torneos de cacería nacional e internacional; como era de esperarse, se trataba de un secreto. Nathan era astuto y algunas veces calculador, pero no despiadado. Es decir, no se metía con los cambiaformas si no era necesario.
David le había conocido unos años atrás, cuando a los límites del territorio de la manada Michaelson habían aparecido algunos lobos muertos con balas peculiares; en ese entonces, Brandon, Kris y él habían ido a investigar. Resultaron ser cambiaformas desconocidos, no pertenecían a la manada, eran lobos errantes; Nathan y sus hombres les habían dado cacería, ya que ese pequeño grupo había agredido a su campamento e incluso mataron a algunos cervatillos sin intención de comerlos, simplemente por diversión.

—Sí, soy un jodido cazador, pero hasta yo sé que a las hembras y crías no hay que tocarlas—, había argumentado Nathan en su defensa, cuando Brandon señaló lo irónico de la situación, comparando el comportamiento de los cambiaformas muertos y el de los cazadores.
Desde generaciones atrás, los Olsen habían estado inmersos en la cacería deportiva y de cambiaformas también, pero a fue a partir del abuelo de Nathan que las cosas en esa familia cambiaron, pues dejaron de señalar a los cambiaformas como animales salvajes a manera de excusa para darles caza; eso de alguna manera explicaba el lema de Nathan: "Los cambiaformas están fuera de mi radar, a menos que ellos se metan conmigo".

La botella de David entre sus dedos tenía poco menos de la mitad; él esperaba que Nathan llegara pronto, no quería pedir otra, y tomar lentamente la que aún tenía solo haría que el líquido se calentara, nunca le gustó la cerveza que no estaba bien fría.

De repente, el taburete a su lado fue ocupado; el aroma a cuero viejo y rastros de pólvora fue evidente para el lobo.

—No fue fácil evitar al grupo, los chicos me estaban comenzando a tocar las pelotas con tantas preguntas; así que habla, muchacho, ¿para qué quieres mi ayuda?

Sí, era él, por su voz característica, y palabras, David reconoció a Nathan. Giró un poco para mirarle, era bastante diferente a como lo recordaba, el cazador tenía canas adornando su ahora poca cabellera y varias más arrugas alrededor de sus ojos. Desde aquel suceso no le había visto en realidad, solo por medios electrónicos se comunicaban, de vez en cuando.

—Nathan, es bueno verte de nuevo también— fue cortés, él siempre lo era, David pensaba que las cosas podían fluir y resolverse mejor si eras amable, aunque la otra persona no lo fuera.
El hombre levantó la mano, llamando al cantinero para pedir una cerveza, la cual inmediatamente fue puesta frente a él.

—Sí, digo lo mismo— exclamó antes de darle un sorbo a su cerveza.

.

Zoé miró su plato por un par de segundos, un filete mediano y puré de patatas casi habían desaparecido; luego volvió a centrarse en Ray. Ellos eran el apoyo de David, cuya misión era conseguir información de los cazadores que operaban en la periferia; y eso involucraba reuniones con gente que podría no ser muy agradable con los cambiaformas. Si esto era una trampa, ellos eran el refuerzo de David.

—El cazador está aquí— le informó Ava, ella tenía una vista perfecta del lugar de David, a Zoé por un instante le molestó no ser ella quien estuviera al cuidado de su compañero, pero se obligó a mantener ese sentimiento a raya; la noche anterior ellos habían acordado ser únicamente amigos.

—¿Viene solo?— preguntó, cortando un pedazo más de su filete.

Ava miró alrededor disimuladamente, —eso parece.

—Bien— contestó y se llevó la carne a la boca.

Unos instantes después, Ava habló de nuevo; —te vi salir de su habitación esta mañana— dijo, y no tenía que dar más detalles, —pasaste la noche con él— agregó.

Por fortuna, Zoé ya había tragado el bocado; así que solo se aclaró la garganta y explicó; —pasé la noche en su habitación, no con él, al menos no de la manera que estás pensando—; Zoé sabía que su compañero tenía una razón de peso para mantenerse lejos, le dolía, pero estaba tratando de entenderlo y aceptarlo; así que las explicaciones detalladas para los demás sobraban.

Ava sonrió socarrona, demostrando que no le creía, o que al menos pensaba que era imposible que un par de personas pudiera pasar la noche en el mismo espacio sin tocarse.

—¿Acaso sientes su aroma en mí?—, cuestionó Zoé; claro, pudo haberlo dejado pasar, pero tampoco le gustó imaginar que podrían crearse habladurías alrededor de ella y su compañero. La música en el lugar era baja, lo suficiente para crear un ambiente agradable, pero no tan alto que no permitiera la charla; aun así, ellas estaban comunicándose con bastante cautela, casi por medio de murmullos.

Ava levantó el mentón, se acercó más a la mesa y se movió en su asiento, parecía estar poniéndose cómoda en su lugar, pero Zoé sabía que la estaba olfateando.

La cambiaforma coyote negó con la cabeza tras unos instantes.

—¿Ves?— le cuestionó Zoé, —solo necesitaba hablar con David anoche, él estaba viendo una película y me invitó a acompañarle, pero me quedé dormida— llevó el vaso a sus labios y antes de beber, agregó, —no todo es sexo, ¿sabes?

Las cejas de Ava se elevaron y exclamó con algo de ironía, —si tú lo dices.

Zoé decidió que ya no quería hablar de ello, así que se concentró en la tarea del día, y Ava lo captó, porque también volvió a prestar atención a lo que le correspondía.

.

Nathan parpadeó y luego se aclaró la garganta; en alguna ocasión, varios años atrás, había escuchado a su padre y su abuelo hablar sobre vampiros; en realidad nunca le prestó atención, y la verdad que era que nunca había visto uno; y ahora David le decía que había algunos de esos seres atacando a cambiaformas y rondando por allí.
Bueno, si los vampiros no tenían reparos en atacar a los lobos, ¿qué le podía esperar a los pobres e indefensos humanos?

—Hasta ahora no hemos tenido registro de que estén atacando a los humanos— agregó David, como si le leyera el pensamiento.

—Eso no me deja tranquilo— suspiró Nathan, —así que, si un maldito chupasangre se atraviesa en mi camino, no voy a tener piedad de él.

David asintió dándole la razón; y continuó explicando, —mis colegas y yo hemos realizado otras investigaciones, al parecer un grupo de cazadores está colaborando con los vampiros.

Nathan le miró frunciendo el ceño, luego sus ojos se abrieron bastante, —oye, muchacho, no estarás sugiriendo que me he aliado con esas sanguijuelas, ¿verdad?

—Por supuesto que no, solo me preguntaba si habrías escuchado algo extraño por aquí.

—¿Quieres que delate a mis camaradas?

—Nathan, tú eres el único cazador honesto y con principios que conozco, sé que puedes comprender la gravedad de este asunto dejando de lado nuestras diferencias.

El semblante de Nathan era de preocupación, se lo estaba pensando seriamente.

David le dio otro empujoncito: —como bien te dije, hasta ahora solo hemos comprobado que sus objetivos son cambiaformas, pero nada garantiza que luego no vayan tras los humanos, tal vez esclavizándolos o algo peor.

¿Qué podría ser peor? Nathan imaginó que tal vez, así como los humanos cultivaban frutas, los vampiros podrían tener su propia granja de sangre; algo completamente horroroso.

—En verdad, yo no he escuchado nada de eso— confesó el cazador; se detuvo unos segundos y agregó, —pero hay un par de personas que dejaron el grupo hace unos meses.

—¿Lo dejaron de manera voluntaria?— preguntó David interesado.
—No exactamente— le dio un trago a su bebida, —ellos se estaban poniendo impertinentes, rompiendo las reglas y la veda; así que los amonestamos.

—¿Esos sujetos solo se dedican a la caza tradicional?— la pregunta de David se refería a que si esos hombres dejaban fuera de su radar a los cambiaformas.

Nathan negó con la cabeza y explicó, —justamente por ese tema se desató la última discusión en el comité.

La familia de Nathan no era la única involucrada desde generaciones atrás en la caza de cambiaformas, pero sí de las pocas y primeras que había cambiado su mentalidad respecto a ellos.

David asintió incitándole a continuar.

—Lester Kendrick y Randall Simmons; ellos abandonaron el grupo no muy contentos hace unos meses— confesó Nathan, pasando una de sus manos por su poco cabello.

—¿Son peligrosos?

—Están convencidos de que los cambiaformas son un tipo de monstruos o demonios, además tienen seguidores, así que sí, yo creo que sí.

—¿Piensas que sean capaces de aliarse con los vampiros?

—Randall es un maldito bastardo, frío y calculador, le gusta siempre ir conforme un plan; aparte el muy desgraciado no se tienta el corazón, aun así, tenga frente suyo a una hembra recién parida protegiendo a su camada, él jala el gatillo sin titubear.

David tomó nota mental de ello, y preguntó, —¿y qué hay del otro?

—¿Lester? Ese está más loco que una cabra; también es un despiadado, pero no mide las consecuencias de sus actos, no hace planes, solo actúa, la mayoría de las veces estúpidamente.

Eso sonaba a que eran completamente opuestos.

Nathan le dio el último trago a su botella y finalizó, —no me imagino a ninguno de ellos trabajando con los vampiros, pero, ¿quién soy yo para juzgar? Esos tipos están dementes.

—¿Dónde podría hallarlos?

—Uy, muchacho, ¿te quieres meter a la boca del lobo?—, con mucha intención hizo ese comentario, —¿acaso tú también estás mal de la cabeza? ¿Qué parte de cazadores dementes no entendiste?

—Tengo que saber si ellos están involucrados; últimamente los vampiros han atacado manadas pequeñas y secuestrado a cachorros, ¿te lo puedes imaginar?, colocan a los niños en jaulas— puntualizó David, tal vez no estaba bien usar ese argumento para convencerlo, pero debía lograr su empatía para obtener información.

Nathan tragó duro, se frotó el mentón y dijo por fin, —sé que Randall tiene una constructora, pero no sé el nombre ni la ubicación de sus oficinas principales, puedo preguntar por allí.

—Te lo agradecería muchísimo— incluso David hizo una leve reverencia con un movimiento de cabeza.

—Y sobre Lester, no tengo ni la más mínima idea, al principio pensé que era un vagabundo que se había unido al grupo; pero supongo que alguien del comité debe tener sus datos.

—Gracias.

Nathan bajó del taburete, sacó un par de billetes de su bolsillo y los dejó en la barra.

—Oye, David— le llamó cuando estaba por dar media vuelta en dirección a la salida.

—¿Sí?

—En caso de que esos malditos chupasangre comiencen a meterse con los humanos, ¿puedo confiar en tu información oportuna y veraz?

David sonrió, —claro, tanto como yo puedo confiar en la tuya.

Nathan también sonrió y asintió, —tengo que irme, espera mi mensaje.

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ESPACIO PARA CHARLAR:
Este capítulo volvió a su extensión normal: 2,500 palabras. Sé que puede parecer de "relleno", pero considero que tiene información importante y trascendente (o sea, no se olviden de los cazadores).
Gracias por su paciencia y comentarios. 

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