Aprendizaje.

Capítulo 3.

Aprendizaje.

Mauricio frotó su ojo derecho con el dorso de su mano, luego suspiró antes de volver a enfocarse en lo que veía a través del microscopio; aún le seguía resultando fascinante el asunto de los cambiaformas, pues había vuelto al revés todo lo que había estudiado por varios años. Era cierto que faltaba poco para finalizar la carrera, de hecho, solo la investigación que le daría el grado; sin embargo, decidió posponerlo para regresar con Julián a Rilltown; algo que se había convertido en una acalorada discusión, pues Julián no estaba dispuesto, no iba a permitir que Mauricio "echara a la basura" todos sus esfuerzos, él tenía que graduarse.

En cambio, Mauricio no lo veía así, no estaba "echando a la basura" nada, no si podía ayudar, y sabía que podía hacerlo; él había estudiado a fondo los apuntes de Enrique.

—¿Sigues mirando eso?— la voz del viejo médico no le sobresaltó.

—Aún no puedo creerlo.

Enrique sonrió y explicó, —las proteínas en nuestra sangre son más complejas.

—Sí, me he dado cuenta— contestó Mauricio.

—Es por eso que reaccionan diferente ante la savia y células vegetales.

Por supuesto, definitivamente eso lo había leído en las notas de Enrique, incluso Mauricio había comenzado a cultivar pequeños injertos en el balcón de su apartamento, lamentablemente tuvo que obsequiarle las plantas a Effy antes de partir hacia Rilltown días antes; sin embargo, había tomado algunas hojas y raíces para llevárselas consigo.

Se alejó del microscopio y tomó un pequeño frasco de vidrio, luego buscó un gotero limpio, el cual guardaba cerca de las pipetas.

—¿Qué tienes allí, muchacho?— Enrique se acercó y miró curioso su procedimiento.

—Un solución con raíces de un injerto de anthemis y morus.

Las cejas blancas del hombre se elevaron, —¿has dicho injerto?

Mauricio afirmó, —hace un par de semanas dio un pequeño retoño, por lo que extraje una sección de su raíz.

—¿Has estado cultivando?

El joven asintió antes de colocar unas gotas de su solución en el portaobjetos con su propia sangre, la cuál estaba analizando minutos antes.

Miró por el microscopio y dejó escapar un leve "wow" de sus labios; luego se hizo a un lado para que el médico mirara también; había visto cómo los glóbulos rojos se multiplicaban, literalmente.

Enrique ajustó y enfocó los oculares, después de un par de segundos se separó y miró con asombro a Mauricio.

Ante la evidente expresión de sorpresa del mayor, Mauricio preguntó, —¿qué sucede, está mal?

—No, no está mal; es solo que, nunca había visto algo como esto.

—¿Ah, no?— Mauricio frunció el ceño confundido, ¿qué no los cambiaformas eran especiales y sus sangres complejas?, él mismo lo había dicho.

—Nosotros sanamos con rapidez, pero esto es demasiado.

El joven tragó, no sabiendo qué decir, lo que habían descubierto era algo bueno, ¿o no?

Enrique le tomó con suavidad del antebrazo, pero dijo con firmeza —será mejor que me hables sobre las plantas que cultivas.

—Ss-son las mismas que describen sus notas— ¿acaso estaba en problemas?, por si lo estaba prefirió explicar, —investigué, por lo que supe que algunos especímenes ya no existen, unos cuantos están al borde de la extinción y solo crecen en otras partes del mundo; como las notas son muy claras en cuanto a sus propiedades tuve una idea— tragó y se relamió los labios, —por eso me aventuré a crear injertos, usé unas plantas cuyos componentes al juntarse podrían dar como resultado algo parecido a lo descrito en sus diarios—; al ver el semblante del mayor seguía duro, agregó, —¿hice mal?

Enrique suspiró y luego, para alivio de Mauricio, negó antes de decir, —no a todos se nos da bien el cultivo, lo que tú has hecho, muchacho, es un milagro.

...

..

.

Lucas miraba a través de la ventana de "Hot Tattoo", la mañana había sido bastante aburrida, solo habían llegado cinco clientes, dos de ellos únicamente miraron sin comprar nada; y dos más a agendar una cita para la tarde de ese día y del siguiente, querían un retoque en sus tatuajes; esos trabajos sin duda estaban destinados exclusivamente para Sam y Lucian.

Después del encuentro con Lya, Lucas había tenido una revelación. Se había marchado dejando sola a Jacky, incluso dejó la motocicleta aparcada allí y caminó hasta llegar cerca de un centro comercial, en unas bancas a unos metros de la entrada se sentó. Su cabeza era un lío, fue una maldita proeza acomodar sus pensamientos, incluso se miró la mano varias veces recordando la sensación de la piel de Lya bajo su tacto, hasta que, cuando el sol empezó a descender, dejó escapar un "no puede ser" en un susurró, dándose cuenta de la gravedad del asunto.

Luego, había ido al hospital a hacerle compañía a Lucian, le había llevado comida y ropa limpia, había incluso asistido al funeral y fue donde vio a aquellos dos sujetos: aquellos dos lobos que estaba con Lya ese día, ellos parecieron no notar su presencia, y con justa razón, pues estaban bastante más preocupados por el estado de Noah; pero ella no estaba por ningún lado.

Estaba consciente de su cambio, pues a partir de ese momento también se dio cuenta de que ya no le apetecía andar por allí buscando a Rebecca, a Jacky ni a ninguna otra de sus "amigas". La única persona externa a su familia con la que había mantenido contacto era el joven humano, Tahiel había prometido devolverle el dinero, Lucas dijo que no, pero como el muchacho era muy insistente, casi a punto de ponerse a llorar, el lobo temió hacerlo sentir mal, así que aceptó, recalcándole que no había prisa en ello, que lo hiciera en cuento pudiera; eso pareció apaciguar al joven.

Se sintió inspirado y un poco tonto después de aquella reunión con Tahiel, el joven humano era bastante maduro para su edad, cuidaba a su hermano menor, era responsable y confiable; mientras Lucas era... Lucas seguía siendo él; entre tanto, Leonel había conseguido un buen puesto de trabajo de medio tiempo en un reconocido hospital y seguía con sus estudios; y Lucian mantenía su hogar, trabajaba en la tienda y estaba al pendiente de Noah, su compañero de vida; y entonces se sentía más estúpido al recordar cómo había arruinado todo para su hermano, si él no hubiera metido sus narices, seguramente Lucian no tendría el camino tan difícil para llegar a Noah.

Así que hizo lo que creyó mejor, dejó uno de sus turnos en el taller, el matutino, y se ofreció a ver por la tienda mientras Lucian estaba con Noah y Samuel atendiendo lo que antes hacía en la oficina de Noah, no estaba muy seguro de lo que era, solo sabía que era importante; de esa manera sentía que estaba aportando y bridándole apoyo a su familia; ya por la tarde, cualquiera de los dos propietarios de la tienda llegaba a relevarlo y él acudía a su turno vespertino y casi nocturno en el taller mecánico.

Aún recordaba la expresión de asombro en el rostro de Leonel al verle llegar con el cabello perfectamente recortado y de un solo color, unos piercings mucho más discretos y vistiendo una camisa de manga corta en vez de sus típicas playeras algo anchas y con estampados de bandas musicales; Samuel fue mucho más disimulado, en cambio Lucian pareció no notarlo, pues tenía prisa por ir a la casa de los Bennett. Lucas no pudo evitar reír un poco ante el desconcierto de su hermano menor y su pareja, pero ninguno preguntó nada al respecto, y lo agradecía; aún no estaba seguro de qué excusa dar.

Miró al mensajero llegar y aparcar enfrente de la dulcería, le vio bajar y saludar a Cristina, le dejó un paquete y luego siguió su camino; el vecindario era bastante quieto, y no había notado lo bonito que era. Siempre había llegado bromeando y armando cierto alboroto, entraba demasiado confiado a la tienda que pertenecía en parte a su hermano, nunca se preocupó, o siquiera pensó, en todo lo que implicaba estar allí, tras el mostrador.

La campanilla sonó, sacándolo de sus profundos pensamientos y se enderezó, puesto que estaba sobre sus codos apoyados sobre la mesilla.

—Ey, Lucas— era Samuel, —¿cómo va todo?

—Tranquilo, demasiado en realidad— confesó con algo de fastidio.

Sam esbozó una leve sonrisa, —así sucede a veces.

—Hombre, ¿cómo han sobrevivido? No ha pasado por aquí ni una mosca.

El otro lobo negó con la cabeza, pensando seguramente que Lucas no tenía remedio, y dijo, —hay temporadas no muy buenas, a ti te tocó una de ellas.

—Vaya, eso me consuela— dramatizó un poco antes de tomar la agenda que estaba bajo el mostrador, la abrió, la deslizó por la mesilla y añadió; —mira, tienes una cita para hoy y otra para mañana.

Samuel asintió, mirando con atención las páginas; mientras Lucas tomaba su chaqueta y se la colocaba.

—¿Alguna otra novedad?

Lucas negó con la cabeza, apretando los labios y sacando las llaves de la motocicleta del bolsillo de sus jeans.

—Entonces, ¿qué te parece reunirnos por la noche? Leo dijo que hará la cena y que le gustaría que nos acompañaras.

Se lo pensó unos segundos, luego volvió a negar, —muchas gracias, pero no puedo, estaré hasta tarde en el taller.

Samuel no pareció convencido, probablemente porque era la segunda ocasión que usaba la misma excusa, pero no rebatió, —entiendo.

—Tal vez la próxima semana, ¿está bien?— trató de compensarlo.

—Sí, claro, no hay problema.

—Es más, yo le llamo a Leo para quedar— prometió justo al tomar el pomo de la puerta y salir de allí al escuchar la respuesta positiva del otro.

Montó en su motocicleta y miró su reloj de muñeca, aún le quedaban casi cuarenta minutos, así que decidió ir a un expendio de comida rápida, una hamburguesa doble mantendría su estómago lleno durante toda la jornada, o al menos gran parte de ella. El lugar estaba a medio camino, así que no tenía porqué desviar su trayecto; una vez que tuvo la hamburguesa en una mano y la soda en la otra, caminó de regreso a su moto, montaría en ella, engulliría su alimento en unos cuantos bocados y partiría. Sin embargo, su teléfono móvil sonó, hizo casi malabares para sostener la hamburguesa a medio comer con una mano, colocar la soda entre su brazo y pecho, y así poder contestar.

¡Lucas!— era Leonel al otro lado de la línea.

—Ey, ¿qué hay?

Sam me ha dicho que trabajarás hasta tarde hoy— explicó sin rodeos, Lucas maldijo mentalmente a Sam, aunque no se le hacía del todo extraño que ellos dos se comunicaran con esa rapidez; —¿estás bien?— agregó Leo la pregunta.

—Claro, ¿por qué no lo estaría?

Has estado evadiéndome.

—Por supuesto que no.

Lucas, no quiero discutir contigo— entonces notó que sonó muy a la defensiva, porque la voz de Leonel se apagó un poco al declarar: —es solo que no me reunido con ustedes últimamente, ya sabes, con la situación de Noah, ha sido más que imposible coincidir con Lucian.

Sí, lo entendía, ellos eran bastante cercanos y apegados, habían estado siempre juntos, sobre todo desde que perdieron a sus padres, recientemente no tanto.

Suspiró dándose por vencido, —tal vez hoy pueda... puede que logre salir del taller temprano.

¿De verdad?— sonó un poco más animado.

—Uh, sí. ¿Quieres que lleve algo para la cena?

No, no, yo me encargo— sí, definitivamente Leo estaba incluso contento, —te esperamos en la noche.

Lo que restó del día la pasó ocupado, tenía un par de trabajos pendientes y logró finalizarlos poco después de las siete, por lo que durante los últimos minutos de la jornada estuvo limpiando un poco por allí y por allá, ordenando el área que se le había asignado para las herramientas que usaba, hasta que pudo salir de allí; tenía la opción de quedarse y cubrir parte del turno nocturno, pero no quiso faltar a su palabra, sospechaba que su hermano menor estaría algo triste si lo hacía.

Así que condujo hasta el apartamento de Samuel, ese lugar que conocía bastante bien, ese que antes llegó a envidiar, ya que, de tener uno así, lo hubiera convertido en un paraíso para solteros, aplicando su propio concepto de soltería, por supuesto.

Subió los escalones sin prisa, respiró profundo y tocó a la puerta; Leonel abrió, recibiéndole con una gran sonrisa, Lucas imitó su gesto y entró.

—Oh, ¿qué huele tan delicioso?— se frotó el estómago y siguió a su hermano menor hasta la cocina.

—¿Qué no es obvio?— preguntó Leo, destapando un recipiente lleno de alitas picantes.

Con un evidente gesto de sorpresa, extendió la mano para tomar una, pero el menor fue más rápido al golpearle el dorso.

—Será mejor que vayas a lavarte primero.

Lucas rio y encogió su extremidad, —¿es en serio?

—Muy en serio.

—Bien, bien— no discutió, pero continuó riendo cuando se dirigió al baño, ese que estaba a mitad del pasillo, antes de llegar a la alcoba.

Se miró al espejo, aún no se acostumbraba del todo a su nueva apariencia, pero ya no había marcha atrás, su hermosas y cuidadas trenzas-rastas habían desaparecido dejando su rostro por completo descubierto, el hoyuelo en su mejilla y su barbilla angular eran más evidentes; decidió dejar de pensar mucho en su apariencia y se apresuró con su labor; justo cuando se dirigió al comedor que era donde Leonel había llevado el gran recipiente con alitas picantes, el sonido de unas llaves se escuchó y luego la puerta principal al abrirse; era Samuel.

Le vio acercarse a Leonel y darle un beso corto en los labios con total naturalidad, ya antes había presenciado muestras de afecto entre ellos, sin embargo, ahora era más consciente de ello, trató de no ser obvio y prefirió bromear como siempre, o al menos lo intentó, porque más de una vez durante la cena, Leonel le observó entre interrogante y curioso, entrecerrando los ojos, cada vez que le sorprendía mirando de más cuando Sam le tomaba la mano sobre la mesa, o cuando se levantó para ir por servilletas y le tocó el hombro como siempre lo hacía, simplemente Samuel era muy dado al contacto físico.

Y bueno, Lucas al final de la velada ya no pudo ocultarlo más, estaba seguro de que Leonel había notado su extraño actuar, así que sin rodeos les preguntó qué era en realidad estar enamorado.

Las cejas de Leo se elevaron, seguramente no se esperaba esa pregunta, pero Lucas era bastante desvergonzado, así que fue directo con su cuestión.

—¿Por qué lo preguntas?— fueron las palabras de Samuel.

Se relamió los labios, —porque los veo y todo parece tan perfecto, pero luego observo a Lucian y parece más una condena, aunque admito que tengo gran parte de la culpa.

Leonel y Sam se miraron, entre sorprendidos e incrédulos; Lucas soltó una risa sonora, algo burlona; pensando que en realidad se había escuchado ridículo.

—¿Esa es la razón de tu reciente cambio?— preguntó con algo de cautela Leonel, —¿hay alguien que te interese?—, y entonces la risa de Lucas se fue apagando. —No hay— mintió.

—Si así fuera, sabes que no tiene nada de extraño o malo— insistió Samuel.

Ahogó otra risa, que más bien sonó como un "ppff", y repitió, —por supuesto que no.

Leo suspiró, —tu pregunta, en realidad, creo que es algo complicada de responder porque cada persona vive el amor de forma distinta—, sostuvo la mano de Samuel sobre la mesa y le dio un leve apretón, este le miró con cariño y le sonrió, Leo continuó con su explicación: —para unos el amor es sacrificio, para otros es compañerismo; de lo único que hay certeza es que no siempre es perfecto, uno tiene que aprender cada día del amor.

Ninguno de los gestos entre ellos pasó desapercibido para Lucas, por eso, cuando Sam desvió su atención de Leonel y abrió la boca, seguramente para responder desde su perspectiva, el segundo hermano Evans levantó la mano, indicándole que se detuviera.

—Ya, tú no tienes porqué decir nada, es más que obvio, he notado como le miras y, por si fuera poco, está el hecho de que te adentraste a un edificio en llamas.

Samuel frunció el ceño levemente, pues no le pareció un chiste en lo absoluto; Leo no era ajeno al sentir de su pareja, por eso regresó a la cuestión específica; —y bueno, Lucas, ya podrás imaginarte que, si le preguntas, Lucian seguramente te dirá que el amor te impulsa a hacer cosas que jamás hubieras imaginado; él era renuente a demostrar sus sentimientos y míralo ahora, no tiene nada de qué avergonzarse— añadió lo último de manera acertada.

Lucas tomó una de las pocas alitas que quedaban en el tazón y la metió a su boca, eso sería un buen pretexto para dejar de hablar por unos instantes.

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ESPACIO PARA CHARLAR: Esta vez creo que no tardé tanto, ¿verdad? Por cierto, los injertos que menciona Mauricio ES PROBABLE QUE NO EXISTAN; es decir, sé que son plantas con las cuáles se pueden / podrían hacer injertos, pero creo que no entre ellos. Recuerden, esto es ficción y fantasía; así que puede que incluso me invente plantas, ja, ja, ja, ja.

***Agradecimientos especiales a Conejo, aportó muchísimo en este capítulo, sin sus palabras me hubiera quedado "atorada".

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