Era tarde, el sol hacía ya horas que se había ido, pero Eddard Stark seguía despierto en su tienda mientras que los hombres de Robert Baratheon ya dormían en las tiendas militares. Ned no podía dejar de pensar en lo que había dejado atrás por un periodo de tiempo desconocido, e incluso podia ser infinito hasta que la guerra le quitase la vida. Era su deber, como servidor leal a Robert, y como amigo. Así que ahí se encontraba, despierto y sentado frente a una mesa de madera de roble, escribiendo una carta.

Mi estimada Catelyn,

Estoy escribiendo ésta carta a unas horas a las que tú ahora mismo me estarías cantando las cuarenta y me enviarías a la cama de cabeza por tan solo poder abrazarnos. Ya ves, la guerra hace que recordemos aquello que más anhelamos. He estado pensando, durante horas, en cómo es eso, y creo que tengo la respuesta: porque sentimos que lo estamos perdiendo.

La guerra es estrategia, pero quién cae primero es cosa de azar. Todos los hombres que estamos aquí sentimos la muerte susurrando en nuestros oídos, pero extrañamente yo la oigo. Creo que también tengo la respuesta para ello, y es que oigo más tu voz que la de la muerte.

Mi querida Cat, te extraño. Te anhelo tanto que podria imaginarme tus ojos en éste mismo instante entre letra y letra. No sabes cuántas horas no dejo de pensar en ti ni en cuántas noches hago igual.

Solo decirte que si no sobrevivo, sé que llevarás adelante Invernalia. Si no sobrevivo, tienes el derecho de casarte, eso es obvio, pero también tienes el derecho a encontrar un nuevo amor con el que llenar tu corazón. Solo si no sobrevivo, por favor. Esta carta es mitad despedida y mitad aviso de que vayas preparando la fiesta de bienvenida, pero al fin y al cabo, la guerra decidirá.

Te ama, eternamente

Eddard Stark