Chico del norte

-No deseo casarme con un desconocido - se quejó Catelyn a su padre, casi en clemencia.

-No hay otra. O te casas, o estamos perdidos - dijo serio su padre antes de beber un buen trago de vino -. Y, de echo, lo conocerás esta tarde.

-¿Qué? - espetó Catelyn levantándose de su silla.

-No protestes. Harás lo que se te dice - cesó la conversación su padre.

Dos doncellas se llevaron a Catelyn delicadamente mientras estaba incrédula. La vistieron y arreglaron para presentarle  a su futuro e inminente esposo para unir a las dos casas. Al terminar, la llevaron de nuevo a la sala dónde se encontraba su padre, pero este ya no se encontraba solo, si no que estaba el tío de Catelyn.

-Estás preciosa - le dijo este -. Verás cómo le vas a gustar.

Catelyn intentó sonreír, pero no le salía con naturalidad, y su tío se dio cuenta.

-Piensa que es por el bien de la familia, Catelyn.

Ella asintió sin decir nada, ya que sabía que tampoco podía hacer nada, solo afrontar su cercano destino. En unos segundos, los guardias avisaron de la llegada de los Stark: del padre, la madre y el hijo, Eddard. Catelyn comenzó a sentir nervios al saber que habían llegado. 

-Procura no hablar demasiado - le advirtió su padre -, puede que seas patosa y la líes con las palabras.

Catelyn asintió y se puso recta mientras esperaban todos la llegada de los invitados a la sala, y en un tiempo breve, aparecieron.

-¡Hoster! - exclamó sonriente Rickard Stark yendo hacia él con los brazos abiertos.

-Bienvenido, Rickard - sonrió Hoster, el padre de Catelyn, aceptando su abrazo -. Bienvenida, Lyarra.

-Un placer volver a verte, Hoster - sonrió Lyarra Stark.

-¿Dónde está el joven Stark? - sonrió Hoster ansioso.

-Oh, Rickard, llámalo - le pidió su esposa.

-¡Ned! - gritó  ¡Ned, ven aquí!

Catelyn sintió sus manos sudar de miedo, y fue en aquel momento cuando un joven entró a la sala. Armado con una espada envainada en una funda con el símbolo de un lobo plateado. Lo miró detenidamente, sintiéndose intimidada ante su presencia. Observó la piel blanca del chico, sus ropajes aparentemente suaves, la empuñadura de su espada y los ojos azules que parecían de un mismo lobo. Catelyn, al percatarse que la mirada del chico estaba en ella, le hizo una pequeña reverencia.

-Hijo, ella es Catelyn Tully - le dijo su padre a Eddard.

Eddard se acercó a Catelyn y le sonrió tomándole de la mano y depositando un suave beso en ella. 

-Es un placer, mi lady - le sonrió de nuevo.

Eddard dirigió su mirada hacia Lord Tully y le preguntó:

-Lord Tully, ¿le importa que me lleve a dar un paseo a lady Catelyn?

-Por supuesto que no, chico.

Catelyn, sorprendida y nerviosa, no tenía otra que aceptar el brazo que Ned le ofrecía para comenzar su paseo. Salieron a fuera al aire libre y comenzaron a pasear, ambos algo torpes con sus pasos al estar nerviosos.

-Yo no sé nada de ti - comenzó Eddard -. Ni tu de mi. No sabía que me iba a casar hasta hace una semana. Yo... solo espero que nos llevemos bien.

-Yo también lo espero - sonrió tímidamente Catelyn.

Eddard, al oír su voz, la miró sorprendido, y Catelyn se atemorizó al ver su reacción.

-Tienes un hermosa voz - sonrió -, y... una sonrisa radiante.

Catelyn sonrió mirando hacia el suelo, pero al subir la vista, no dudó en mirarle a los ojos al chico del norte y plantarle un beso en la mejilla. Eddard amplió su sonrisa sin decir nada y en silencio, continuaron su paseo ambos satisfechos de haberse conocido.



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