Tarde o temprano
Maratón (2/3)
—Jungkook, ¿has estado llegando tarde cuando no vengo?
La inesperada interrupción de Namjoon hizo que Jungkook pegara un salto. Hasta hace unos segundos había estado muy concentrado cambiando las cuerdas de su guitarra acústica como para escucharlo aparecer.
—¿Quizás un poco tarde? —contestó Jungkook, con un tono tímido.
Namjoon se cruzó de brazos.
—Una hora tarde.
Increíble, eso debía ser una traición.
La verdad era que Jungkook sí se había estado tomando un tiempo. Como no tenía todo el día para estar con Jimin, había decidido tomarse la libertad de llegar tarde cuando Namjoon no venía y ensayar en la habitación, así podía acompañar a Jimin en sus momentos más difíciles.
A veces el rubio se quedaba sentado al borde de la cama, escuchando a Jungkook tocar, o a veces solo le pedía un rato para estar acurrucado con él, pues empezaban los días de frío y seguro que el invierno que se avecinaba sería el más mortal de la década.
La cuestión era que Jungkook no sabía mentir muy bien. No podía pedir permiso para llegar tarde porque Namjoon le preguntaría los motivos y Jungkook se sentiría terriblemente mal al no decirle la verdad.
Jimin no sería un secreto para siempre; conforme su vínculo creciera, tarde o temprano tendría que contarle todo a su mejor amigo, de principio a fin, pero este no era el momento.
De momento, solo Hoseok sabía y le había prometido a Jungkook cubrirlo en su mentira. También le dijo que no debía preocuparse por Yoongi, pues él mismo se encargaría de darle excusas.
¿Entonces cómo era que Namjoon lo sabía? Pensando en la última vez que Yoongi lo miró a la cara con unos ojos que solo ansiaban hundirlo, seguro que el tipo había indagado un poco y había hecho esto para sabotearlo.
Seokjin le advirtió de él.
—Tengo prácticas de piano que se extienden hasta tarde —mintió, siguiendo con su trabajo.
—Pudiste haberlo dicho, Jungkook —Namjoon tomó asiento a su lado—. Sabes que me preocupas y también me preocupa esta banda. Ahora que estamos muy cerca de conseguirlo, no podemos perder el ritmo, ¿de acuerdo?
—Lo haré, practico en la habitación de todos modos.
—Descuida, sé que lo haces. Trabajas duro en tu voz y en la guitarra, por eso me gustaría que te apoyaras en mí si sientes demasiada carga de trabajo. Somos amigos, ¿no? Podemos reunirnos los fines de semana para ensayar. También puedes venir a mi habitación para pasar el rato. Ya ni siquiera me visitas, y eso que ahora estamos puerta a puerta.
Los dedos de Namjoon masajearon la parte posterior de su cuello.
Él tenía razón al decir que ya no se reunían con la misma frecuencia de antes y ahora con Jimin en el plano, de alguna forma el tiempo de Jungkook terminaba eclipsado.
—Increíble —habló Yoongi, desde el fondo del estudio, su voz perturbadoramente ácida—. Jungkook llega tarde sin justificarse y todo lo que obtiene es una palmadita en la espalda, simplemente increíble.
—Yoongi —advirtió Namjoon con voz seria—. No vamos a discutir en este momento, ¿entendido?
—Claro, no se discute frente a tu querido niño protegido —Yoongi se levantó y comenzó a guardar sus cosas, bajo la mirada incrédula de todos.
—Todavía no termina el ensayo... —susurró Hoseok.
—Yoongi, ¿a dónde vas?
—No quiero seguir con este espectáculo de mierda —escupió con gran desagrado—. Lo único que haces es malcriar a Jungkook y convertirlo en un cantante mediocre, pero tú sabes lo que haces.
La mandíbula de Jungkook casi cayó al suelo al escuchar eso. Podían meterse con lo que sea, pero sus habilidades de canto eran un punto y aparte; no permitiría insultos que no vinieran con críticas y consejos útiles. Además, Yoongi ni siquiera sabía cantar.
Iba a decirle algo al bajista, hasta que Namjoon puso una mano en su rodilla para detenerlo.
—Deja que se vaya —le dijo en voz baja—. Lo arreglaré más tarde.
Jungkook se quedó callado y confió en la palabra de Namjoon. Sabía que el mayor sería mejor que él lidiando con este tipo de cosas, siempre lo era.
—Lo siento por la actitud de Yoongi —habló Hoseok—. Ha estado teniendo un día de mierda, por favor, compréndanlo.
Jungkook puso los ojos en blanco porque eso ni siquiera era excusa, pero estaba bien, se iba a tragar sus comentarios.
Jungkook no era como Yoongi.
—¿Por qué no nos olvidamos de esto y vamos a beber algo? —propuso Namjoon, levantándose de su asiento—. Estamos muy estresados y sin Yoongi no hay mucho que hacer aquí. Le avisaré a Seokjin que no nos recoja el día de hoy.
Hoseok asintió con la cabeza, la emotividad había vuelto a su semblante cansado.
—Invítalo a que venga con nosotros —dijo—. Hace rato que no somos nosotros cuatro juntos, ya va siendo hora de que nos pongamos al día.
Jungkook no pudo evitar la sonrisa que se asomó en sus labios. Una salida entre los cuatro era todo lo que necesitaba. Ahora que su amistad con Seokjin había mejorado tanto, verlo volvía a ser emocionante como en el pasado. Además, tenía tanto que contarle. Quería ver su reacción cuando le dijera sobre el gran paso que tomó con Jimin al inicio de la semana.
No obstante, cuando alzó la mirada encontró una expresión incómoda en el rostro de Namjoon.
—Creo que Jin está ocupado con cosas del servicio social. No ha estado durmiendo bien, así que prefiero no robarle más tiempo. Seamos solo nosotros tres, ¿qué opinan? Apuesto a que también lo pasaremos bien.
Jungkook asintió, aunque un poco confundido.
No tenía idea de que Jin lo estuviera pasando tan difícil. Pensó que tenía un mejor horario ahora que se reunían con frecuencia para desayunar afuera. Sin embargo, quizás el mayor era demasiado bueno para ocultar su cansancio.
O quizás no había nada malo con él. Tal vez la pareja estaba teniendo problemas. Jin lo había mencionado antes al decir que quería pasar más tiempo con Namjoon porque las cosas estaban poniéndose distantes.
Sacudió la cabeza; estaba imaginando cosas. Ese no era su asunto.
Aplaudió para ganarse la atención de Hoseok, quien se quedó pensativo ante lo dicho por Namjoon.
—Vamos antes de que sea más tarde.
Los chicos guardaron todas sus cosas, acomodaron los instrumentos en su lugar y luego partieron a la avenida principal para tomar un taxi hacia su establecimiento de confianza. La ausencia de Seokjin era notoria.
Los tres podían entablar una conversación muy interesante. Namjoon era bueno con los temas de conversación y Hoseok era divertido con sus bromas, pero hacía falta esa tierna audacia de Seokjin que los hacía sentirse más ligeros.
Namjoon leyó un mensaje en su celular y se detuvo.
—Mierda... —susurró. Jungkook y Hoseok lo miraron expectantes—. Olvídenlo, tengo que ir con Seokjin.
—¿Pasó algo malo? —Jungkook fue el primero en preguntar; la expresión atormentada de Namjoon no reflejaba nada bueno.
—No me ha dicho qué es, solo dijo que era una emergencia y que me apresurara en llegar a su casa. Lo siento mucho, chicos, ya será para la próxima.
—Una emergencia es una emergencia —dijo Hoseok. Sonrió con comprensión—. Por favor, dígannos en el grupo si necesitan algo, ¿vale? Jungkook y yo volveremos a la residencia por nuestra cuenta.
Cuando Namjoon se fue, dejó a Jungkook con muchas preocupaciones.
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Jimin se veía muy contento con la brocha más pequeña en la mano y la pintura esparciéndose en el molde de la última estrella que pintarían en la habitación. Cuando terminó, echó la brocha al bote y se alejó para admirar la pared con detenimiento.
Habían echado todo hacia una esquina de la habitación para pintar esta última pared: empujaron camas, muebles y cajas. Alguien del piso vino a quejarse por el ruido, pero cuando Jimin le abrió la puerta, esta persona se fue corriendo sin decir nada en particular, solo con el rostro pálido.
—Es perfecto —susurró Jimin y una sonrisa comenzó a tirar de la comisura de sus labios—. Tal y como lo imaginé.
Jungkook se puso de pie junto a él para admirar la obra que habían hecho juntos. Este lugar era donde pasarían al menos dos años más si todo salía bien. Podían llamarlo casa, porque lo era, era su hogar.
No podía evitar que su mente viajara lejos pensando en todo lo que harían en esta habitación y los nuevos recuerdos que formarían. Sus mejores momentos estarían aquí y podían salir al exterior.
Tal vez se graduarían juntos, trabajarían juntos, vivirían juntos...
Los dedos de Jimin se entrelazaron con los suyos, haciendo que escapara de su vergonzosa ensoñación. Cuando encontró los ojos de Jimin en él, se ahogó con su propia saliva por la imprudencia y miró hacia otro lado.
—Conozco esa cara que tenías puesta —dijo Jimin en un tono bromista—. ¿Qué pensabas, cantante? No estarás pensando en el futuro.
El agarre de Jimin se estrechó, instando a Jungkook a devolver la mirada.
—Lo siento.
—¿Quién dijo que yo no estaba pensando en lo mismo?
Con una risa cómplice entre ambos, los brazos de Jimin se enredaron alrededor de su cuello, empujándolo hacia abajo, donde terminaron tirados en una de las camas que todavía tenía un plástico encima para protegerse de la pintura.
—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Jimin—. Estuve pensando en repisas; vi unas que no eran demasiado caras y también pensé en que hace falta algo de entretenimiento aquí adentro y tenemos que cambiar ese pedazo de esponja que tenemos por almohada.
—Hay muchas cosas por hacer —coincidió Jungkook—. Quizás también un mini frigobar. Suena como un lujo, pero es demasiado práctico... Tiraremos menos cosas a la basura.
—Hagámoslo —Jimin entrelazó sus manos de nuevo.
La mano de Jimin era fría, delgada y pequeña, mientras que la de Jungkook era más grande y cálida. Pero incluso con las diferencias, encajaban a la perfección, como si el hecho de estar juntos fuera lo correcto, aun ante la cantidad de obstáculos por los que la vida ya los había hecho pasar.
Si estar con Jimin le traería a Jungkook este sentimiento tan fresco y suave como la vida, entonces se encargaría de que siempre estuvieran juntos.
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Los exámenes de mitad de semestre se acercaban. En tardes frías, Jungkook empujaría su silla hacia la de Jimin, compartirían escritorio y también una manta.
En las materias en las que Jimin era terrible, Jungkook era bueno y viceversa. Ahora se tenían el uno al otro para estudiar juntos, no estaban solos.
Jimin parecía estar volviendo a ver la luz del día. Estaba comprometido con sus calificaciones, acompañaba a Jungkook en sus comidas al menos dos veces al día, iba más temprano al trabajo y también intentaba volver a medianoche, a más tardar a la una. En su regreso no reflejaba ninguna señal de haber consumido alcohol como en el pasado, solo cansancio.
Tomaba una ducha y al terminar se unía a Jungkook en la cama que ahora compartían con mayor regularidad.
Algo estaba fortaleciéndose entre ambos, no lo decían, pero Jungkook lo veía cuando se tomaban de las manos sin motivo aparente. Lo sentía en las conversaciones nocturnas sobre pensamientos triviales y en las visitas a la terraza para ver el atardecer antes de que Jimin se marchara.
Jimin tampoco se lo dejaba fácil; el rubio era directo tanto en palabras como en acciones.
Si un día llegaba y decidía que quería abrazar a Jungkook...
Si quería darle un beso tímido en cualquier parte del rostro...
Si quería acariciar su cabello oscuro...
O acomodarse entre sus brazos...
Lo haría.
Y siempre tomaría a Jungkook por sorpresa.
Su corazón se aceleraba, todo su cuerpo hormigueaba y su mente se volvía absolutamente tonta. El sentimiento era familiar: cuando eran niños y Jimin aparecía en su campo de vista, las demás personas desaparecían y la acelerada mente de Jungkook reducía su paso para centrarse en el niño frente a él.
Hubo un tiempo en el que los profesores estuvieron preocupados de que Jungkook no pudiera hacer amigos más allá de Park Jimin, pero no podían juzgarlo.
Jimin brillaba.
—¿Puedes ayudarme a llevar esta caja? —preguntó Jimin en la entrada de la residencia.
Jungkook se agachó y cargó la extraña caja de cartón bien sellada con ambas manos.
—Te he visto cargar cosas más pesadas —comentó con burla.
—Me vuelvo débil cuando estás cerca —contestó Jimin, el tono sarcástico amistosamente correspondido—. Vi una cafetera y pensé que si compramos dos tazas sería más que suficiente para nosotros. Estoy harto de generar basura.
—Estás harto de limpiar.
—¡Solo somos dos! ¿Cómo puede ensuciarse todo tan rápido?
—No te recordaba como un fanático de la limpieza.
Jimin entró al ascensor junto a Jungkook y se balanceó mientras recordaba.
—Me gustaba tener mi cuarto en orden. ¿Te acuerdas de que me molestaba que movieras mis piezas coleccionables? ¡Ah! También ordenaba los libros por títulos y géneros, toda la ropa tenía que guardarse inmediatamente después de ser lavada, nunca dejaba la cama destendida más de media hora...-
—Está bien, ya entendí que te encantaba el orden —cortó Jungkook, sonriendo con diversión—. ¿Puedo saber a qué se debe el cambio?
—No lo sé, en algún momento me cansé de poner las cosas en su lugar una y otra vez y que Wonho solo se dedicara a desacomodarlas —Jimin puso los ojos en blanco, como si la simple imagen mental lo pusiera de malas—. Ahora prefiero dormirme y fingir que todo está donde debe estar.
El ascensor se detuvo antes de llegar al piso. Jimin, que tenía la mano aferrada a la sudadera de Jungkook porque detestaba la sensación del ascensor en movimiento, se pegó todavía más a él para hacer algo de espacio a quien sea que entrara.
—¿Jungkook?
El cuerpo de Jungkook se heló al ver a Namjoon frente al ascensor.
Habían estado siendo descarados: entraban y salían juntos, comían en la misma mesa de la cafetería y en clase sus asientos cada vez estaban más cerca, como si moverse lentamente lo fuera a hacer parecer menos obvio para los demás.
Seokjin le dio confianza para ser más abierto, él le dijo que si comenzaban a abrirse de esta manera frente a otros, poco a poco sería normal y nadie tendría que hacer un escándalo al verlos. Pero ese maravilloso plan no incluía a Namjoon.
Había una sola cosa que Jungkook podía hacer a partir de aquí según lo aprendido.
—¿Qué haces por aquí? —le sonrió—. Pensé que irías a casa de Seokjin hoy, al menos eso me dijo.
—Yo pensé que tú tenías muchas cosas que hacer, pero veo que no son tan importantes como pensaba —el rostro de Namjoon se llenó de un disgusto cínico mientras veía a Jimin.
—Es importante —asintió Jungkook repetitivamente con la cabeza—. Jimin y yo estamos haciendo algunas cosas en la habitación.
—¿Jimin y tú? Vaya, esto... —soltó una risa falsa con incredulidad—. Hace unos minutos estaba muy seguro de que querías cambiarte de habitación, esto es como... ¿una broma de mal gusto?
Jimin resopló y dio un paso hacia enfrente, dando la finta de estar listo para atacar a Namjoon en cualquier segundo. Contrario a lo que sus ojos reflejaban, se cruzó de brazos sin apartarse de su lugar.
—Sabes que estoy aquí, ¿verdad? —preguntó Jimin.
—Mi hablador favorito, por supuesto que vi una mancha de suciedad en el ascensor desde que se abrió.
Jimin resopló, una sonrisa como la de Namjoon se dibujó en su rostro mientras asentía con la cabeza en señal de comprensión.
—Joonnie, no dejas de ser el perro que ladra, pero no muerde... —se burló—. No te vi durante tantos días que pensé que Seokjin había perdido a su mascota favorita en algún parque, con eso de que te encanta andar por ahí recogiendo ramas.
Si algo pasaba, Jungkook no podría detenerlos porque sus manos ya estaban muy ocupadas con la caja medianamente pesada. La puerta del ascensor que comenzaba a cerrarse se detuvo cuando Namjoon puso su mano en el borde, impidiendo que lo hiciera.
—Nunca puedo terminar de deshacerme de ti, ¿verdad, Park? Te encanta ser un jodido dolor de cabeza para todos.
—Namjoon —Jungkook advirtió, hablar era lo único que podía hacer—. Por favor, Jimin y yo estamos en buenos términos en este momento.
Jimin volvió a pegarse a Jungkook, sus manos trazaron un camino cauteloso desde su espalda baja hasta llegar a sus hombros, donde lo acarició y acercó hacia sí mismo.
—Jungkook y yo somos amigos ahora —coincidió Jimin y, aunque su rostro no era visible para Jungkook dada la posición, su voz delataba una sonrisa—. Pero creo que tú no sabes lo que es hacer las paces, ¿no es así? Me parece que estás un poco obsesionado conmigo desde hace tiempo, me pregunto qué hice o qué necesitas. Tienes a Seokjin, eso debería ser suficiente para empezar a madurar un poco. No creo que haya algo que te haga falta, ¿o sí?
Al finalizar su discurso, Jimin recargó su barbilla en el hombro de Jungkook y su agarre se afianzó de una extraña forma pretenciosa que dejó a Jungkook mudo.
Namjoon hizo un movimiento que los sorprendió a ambos, entró al ascensor por completo, reemplazando su mirada hosca por una elegante sonrisa peculiar. Las puertas se cerraron y este extendió una mano hacia Jimin.
—Tienes razón, ¿qué clase de persona sería si no pudiera hacer las paces contigo? Si estrechamos las manos creo que podríamos hacerlo, tengo entendido que ahora que Jungkook es tu amigo debo aceptarte y, por lo tanto, sería buena idea empezar a invitarte a nuestros planes. Me encantaría que ustedes dos vinieran a desayunar conmigo y con Seokjin algunos de estos días —Namjoon soltó una risa suave y escalofriante—. ¿No te encantaría verlo y revivir viejos tiempos?
El silencio se volvió tan pesado como el agarre de Jimin. Cuando el ascensor llegó al piso correcto y sonó la distintiva campanada, Jimin soltó a Jungkook, apartó la mano de Namjoon con un golpe sonoro y salió del ascensor hecho una furia.
Namjoon masajeó su mano, viendo a Jimin con recelo.
—Lo siento, Jungkook —se encogió de hombros—. Lo intenté, ¿verdad?
Eso ni siquiera podía considerarse como un intento para los ojos de Jungkook, porque lo último que Namjoon le dijo a Jimin fue tan sarcástico que incluso a él, que no pudo tomar partido en el pequeño enfrentamiento, lo hizo sentir incómodo.
El pasado entre Jimin y Seokjin era un tema cosquilleante y también el único detonante para que Jungkook pudiera perder la confianza en Seokjin de un solo golpe. Namjoon también estaba en esto, de acuerdo a la versión que Seokjin le dio a Jungkook, este había estado muy involucrado en ese asunto.
—No tenías que ser tan duro con Jimin... —susurró Jungkook, su voz salió de forma reprendedora—. Sé que no es fácil, pero al menos deberías ser más sensato, ¿sabes?
Namjoon sonrió de lado, tomó la caja que yacía en manos de Jungkook y caminó hasta su propia habitación.
—¿Qué haces? —preguntó Jungkook, yendo tras él.
—Guardaré esto en mi habitación y saldremos a hablar.
—Son cosas de Jimin...
—Nadie la abrirá, Jungkook.
Luego de poner la caja en la habitación, cerca de la entrada, salió satisfecho y dispuesto a cumplir con su palabra. Tenía las manos en los bolsillos de su gabardina canela, su postura era calmada, pero esa mirada reflejaba todo lo que no decía.
—¿De qué vamos a hablar?
—¿Me puedes repetir lo que dijiste hace un momento?
Ambos regresaron por el recorrido hacia el ascensor y volvieron a la planta baja del edificio.
—¿Que son cosas de Jimin?
—Antes de eso, lo que me dijiste sobre mi comportamiento hacia él —corrigió Namjoon, con cierto desdén estremecedor.
—¿Que fueras más sensato?
—Jungkook, soy una persona que sabe lo que hace y dice. ¿Acaso piensas que soy impulsivo como él? —se burló—. No lo creo.
—¡N-No dije que lo fueras! Solo...
—¿Por qué no sabía que ambos ya eran amigos? Pensé que teníamos la confianza para decirnos este tipo de cosas, a menos de que me haya equivocado, lo cual no sería tu culpa, pero esto y lo de los ensayos... Me parece que algo está mal y tienes muchas cosas que decirme.
—No es así —se excusó Jungkook antes de que la conversación continuara extendiéndose hasta niveles poco agradables—. Sé que no te gusta Jimin y pensé que si te lo contaba te molestarías y...
—¿Sería impulsivo?
El corazón de Jungkook se aceleró en su pecho con nerviosismo. A donde sea que fuera, cada una de sus palabras volverían hacia sí mismo para hacerlo sentir como el completo idiota que era. Si no conociera a Namjoon, habría pensado que su actitud imperturbable con la voz monótona era señal de indiferencia, pero era su mejor amigo y sabía que el mayor estaba muy decepcionado.
—Yo no...
—¿Por qué lo pensaste? —Namjoon condujo la caminata hacia afuera de la residencia, por un sendero que recorría el jardín trasero—. ¿Alguna vez he hecho que te arrepientas de haberme dicho algo?
—¡Por supuesto que no! Pero ya que siempre te quejabas de Jimin y Jimin es... mi amigo, yo solo quería evitar problemas.
—¿Problemas entre quiénes? ¿Entre él y yo? ¿O entre nosotros?
—No lo sé... ¿Tú y yo?
—No tendría por qué tratarte mal solo porque hablas con una persona que no tolero. Creo que habríamos arreglado esto en un chasquido de forma muy madura. ¿O quizás alguien te recomendó que no me lo dijeras?
—No.
—¿Fue Jimin?
—No, por supuesto que no.
—¿Hoseok?
—No, por dios.
—¿Seokjin?
—¡No!
—¿Él sabe de esto, Jungkook? ¿Le has contado?
Sí.
—No, él no sabe nada, ¿bien? Tenemos que parar con este interrogatorio —Jungkook peinó su cabellera oscura hacia atrás, el estrés se apoderaba de sus sentidos.
—¿Hay algo más que deba saber? ¿Otra persona con la que estés hablando además de Jimin?
Taehyung.
—No tengo por qué decirlo.
—Es cierto, no estás obligado a responder —admitió Namjoon sin ningún problema—. Pero sabes que me importa saber con qué clase de personas se está juntando mi mejor amigo y también me interesa saber por qué no me estoy enterando de absolutamente nada. No porque quiera tener control sobre ti, es porque me preocupa que te pase algo malo.
—Estabas ocupado... Yo no quería...
Namjoon lo cortó con un sencillo suspiro, tomó asiento en uno de los bancos del jardín y luego palmeó el lugar a su lado.
—No me debes nada, Jungkook —comenzó a hablar, su mirada quedó fija en los arbustos que se agitaban con el viento—. No quiero que te sientas atado a ser mi amigo, pero últimamente se siente extraño que hayamos dejado de hacer las cosas que solíamos hacer en el pasado y no me gustaría convertirme en ese amigo con el que te sientas incómodo ni tampoco me gustaría que tú lo fueras para mí, así que si hay algo que te hace sentir mal de nuestra amistad... estaría bien que lo dijeras.
Jungkook asintió con la cabeza, un poco atontado y asustado de lo que sus propias palabras pudieran lograr en este terreno desconocido.Namjoon y él nunca habían tenido desacuerdos, si lo pensaba detenidamente tampoco comprendía el extraño impulso que tuvo al decidir no compartirle nada de lo que estaba pasando con Jimin cuando seguro que Namjoon se sentía con la responsabilidad de hacer que Jungkook estuviera bien en la residencia ya que acababa de ser sacado de casa.
—Eres un gran amigo... —susurró Jungkook—. En todo caso, yo debería ser el que pregunte... creo.
Namjoon sonrió a medias.
—¿Te parece que es mucho drama? Lo siento, estos días simplemente... No lo sé, la universidad, mis conferencias, la banda, Seokjin... Tengo mucho de todo.
Enterró el rostro entre las palmas de sus manos.
—Está bien, lo entiendo —Jungkook frotó su espalda—. Lo siento por no haber estado ahí para ti y por hacerte pasar por problemas innecesarios, no quería estresarte más, ¿de acuerdo? Fui un poco tonto...
—Entiendo tu lugar, Jungkookie, sé que no fue intencional —Namjoon contestó y Jungkook asintió en respuesta—. ¿Podemos hacer algo la próxima semana y olvidarnos de esto?
—Por supuesto.
—Jungkook —Namjoon comenzó a hablar, revelando su rostro una vez más—. Siempre les he dicho que confíen en Seokjin, pero por esta vez... estaría bien que no le dijeras de esto.
—¿De Jimin?
Pero si de Jimin ya sabía.
—Hablo de esto, lo que pasó este día en el ascensor, estaría bien que no lo supiera —Namjoon mordisqueó su labio inferior—. No quiero empezar una guerra con Jimin, ¿de acuerdo?
—¿Puedo saber por qué? —preguntó Jungkook, la curiosidad creció en su interior—. Solo si quieres decirme, por supuesto.
Namjoon suspiró.
—Seokjin ha estado demasiado raro, muy eufórico, demasiado... ¿cómo podría decirlo? Creo que últimamente no piensa correctamente, puede estar de buenas y en un chasquido irritarse por la más mínima cosa. En este momento ese no es mi ambiente, no tengo ganas de tensiones, no sé si sea demasiado cobarde de mi parte, pero es lo que es. Ya pasamos mucho tiempo juntos compartiendo el mismo espacio, necesito un respiro.
Algo iba a cambiar aquí, una nueva incertidumbre acababa de añadirse a la lista.
Lo único que Jungkook podía hacer era tratar de ser un mejor amigo y quizás aliviar las tensiones que los demás imponían alrededor de Jimin, porque si ahora iba a dividir su tiempo entre ambos, no podía mantenerlos en polos opuestos.
Pero se suponía que ese no era su trabajo, ¿verdad?
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Esta es una actualización triple, así que puedes seguir deslizando.
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