Suspiros adormecedores
❝Memories lost in stardust❞
Era primavera, Jungkook tenía 8 años y Jimin tenía 9.
—Jiminnie, Minnie, Minnie, Minnie.
Un par de gotas frías cayeron en su mejilla izquierda y sus ojos pequeños se abrieron a pestañeos lentos y somnolientos.
—¿Gguk?
—Mamá dice que en el día solo se duerme cuando estamos enfermos, ¿estás enfermo, Minnie?
El niño de ojos pequeños negó con la cabeza mientras se incorporaba en el escritorio, al parecer se había quedado dormido mientras intentaba terminar su tarea, frotó sus ojos para deshacerse de las lagañas.
—¿Qué pasa, Gguk?
—Necesito ayuda con esto —explicó Jungkook, mostrando los renglones vacíos de su libro—. Tengo que escribir qué me gustaría ser de grande y qué le gustaría ser a mi mejor amigo.
—Esa es una pregunta muy fácil para ti —contestó Jimin con un bostezo—. Quieres ser cantante, siempre lo has querido.
—Sí, pero no sé qué te gustaría ser a ti, siempre quieres ser algo distinto cada día.
—Mentiroso.
—La semana pasada dijiste que querías ser astronauta y cuando estábamos en el pueblo de mi abuelo dijiste que querías ser maestro.
—Quiero ser actor.
—¿Ves? —Jungkook hizo un puchero—. ¿Cómo voy a saber qué escribir aquí?
—Gguk, solo inventa algo y ya, ¿sí? —Jimin volvió a bostezar—. No creo que tu maestra quiera venir a entrevistarme.
—Sé lo que haremos, vamos a ir a mi casa y usaremos la computadora de papá para buscar profesiones y encontrar lo que más te gusta, ¿qué tal eso?
—Gguk, tenemos prohibido usar la computadora sin supervisión —recordó Jimin—, no quiero que te regañen.
—¡No estaremos sin supervisión! El abuelo está ahí para cuidarnos, vamos, vamos, vamos, ¿por favor?
Jimin soltó un suspiro pesado antes de levantarse de la silla.
—Está bien, vamos.
—¡El que llegue primero se come el postre del otro en la cena!
—¡GGUK!
El par de amigos corrió escaleras abajo y de ahí hasta la casa del menor que estaba justo frente a la de Jimin, no hace falta decir que el ganador fue el niño más energético de ambos, Jungkook, y que Jimin lo llamó tramposo durante horas por salir corriendo primero.
En la computadora vieron montones de vídeos y artículos, incluso el abuelo de Jungkook estuvo ahí para hacerle preguntas a Jimin y ayudarlo a descubrir lo que más le gustaba.
Los dos niños se sintieron muy frustrados.
El abuelo dijo que no había ningún problema si Jimin aún no tenía una respuesta, pues los caminos de la vida lo ayudarían a hacerse alguna idea, pero aun así eligieron no descansar.
En la noche, después de la cena, cuando Jungkook había olvidado su tarea, Jimin tomó su libro a escondidas y anotó lo siguiente:
"Bailarín, para acompañar a Ggukie en sus conciertos".
Casualmente, un par de semanas después Jimin ya había sido inscrito a clases de ballet contemporáneo.
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Estaba tendido en la cama ese domingo por la mañana mientras reflexionaba los últimos días.
Ya se sentía mucho mejor, al menos sus músculos ya no temblaban de dolor cada vez que intentaba estirarse por algo y su rostro ahora se veía intacto, era de esperarse considerando que apenas había recibido uno o dos golpes en la mejilla. Estos hijos de puta con quienes había peleado sabían perfectamente lo que les convenía, casi podía decir que lo tenían planeado. Aunque eso no era más que una suposición descabellada.
Si hubieran planeado lastimarlo no lo hubieran hecho frente a Taehyung.
A menos de que fueran unos idiotas que creían que podían meterse con el motociclista y salir ilesos.
Lo bueno era que ya estaba a salvo y podía salir de esta habitación, su amigo lo había solucionado a su manera.
—¿Puedo... preguntarte algo? —Jungkook rompió el silencio, de pie en el umbral de la puerta y con voz trémula.
El corazón de Jimin se desplomó al escuchar los nervios que albergaba esa voz cariñosa. Tenía un debate interno respecto a él.
Por un lado, quería alejarlo, convertir sus promesas en un par de mentiras y convertirse en un hijo de puta por haberle dicho que mejorarían mientras nada de eso sucedía. Era mejor así, se recordaba constantemente, es decir, llevaba toda la semana demostrando indiferencia hacia Jungkook y el mundo no se había terminado
Y, por otro lado, en la parte más dulce de su cabeza, quería abrazarlo, respirar el aroma de su fragancia y mantenerlo en su vida, a su lado, lejos de todas las personas a su alrededor que estaban llenas de malas intenciones y no hablaba de quienes pretendían herirlo a él, sino de quienes tenían planes egoístas contra Jungkook.
—Habla.
—¿Mañana vuelves a clases?
Un suspiro hondo escapó del pecho de Jimin. ¿Hacia qué lado se tenía que inclinar? No lo sabía.
Querer ser un hombre, actuar como un adulto y demostrar madurez eran anhelos que no daban respuestas, ¿qué tenía que hacer?
¿Ignorarlo?
¿Alejarse más?
¿Confiar en él?
Afuera de la tormenta esas decisiones no importaban, el control ya estaba en manos de alguien más porque mientras Jimin se debatía por una respuesta, Jungkook ya había pensado en cómo abordar la situación desde antes de entrar a la habitación.
Jimin no iba a ganar esta discusión, no cuando Jungkook se torturó durante días con lo dicho por Yoongi que resonaba en su cabeza mil y una veces. Ahora tenías sus pensamientos en su lugar, descubrió que todavía quería empujar un poco más y darlo todo para ayudar a Jimin.
Por lo que buscaría una pequeña señal antes de darlo por perdido, algo que lo hiciera sentirse necesitado por Jimin, cualquier cosa.
—No es tu asunto —contestó el rubio en voz baja.
Antes de poder despedir a Jungkook de la habitación, el colchón ya se había hundido bajo su peso, Jimin reaccionó en alerta y tomó asiento de inmediato.
—¿Qué demonios...?
—Teníamos un trato, Jimin. ¿Realmente estamos progresando o eso me quieres hacer creer? Creo que es hora de que las cosas avancen —interrumpió Jungkook con voz muy decidida—. No sé qué tipo de persona eres, pero yo soy de los que cumplen su palabra, así que haré esto por los dos.
—¿De qué estás...?
—Jeon Jungkook, 18 años, cumplo 19 en un par de días, aunque estudio finanzas, mi pasión es la música y estoy en una banda de rock con mis amigos.
—Jungkook, por dios, ¡eso ya lo sé! —interrumpió Jimin—. Esto es ridículo.
—Pero no sabes por qué estudio esto, no conoces mis otros pasatiempos o gustos, probablemente no sabes que odio las fiestas o que salgo a correr antes de que anochezca al menos cuatro veces a la semana.
Jimin hizo un intento por detener a Jungkook, con el rostro rojo de la vergüenza, sin embargo, este último no permitió que eso sucediera y puso una mano sobre los labios de Jimin para que no hablara.
—Me gustan el verano y el invierno, aunque prefiero el otoño —continúo hablando sin tartamudear ni un segundo—. ¿Recuerdas que una vez dije que algún día compraría un disco de vinilo para decorar mi habitación? Bien, ahora tengo una colección entera de mis bandas favoritas en casa.
La curiosidad se apoderó de Jimin ante la lista de detalles que se desglosaba frente a él. No se suponía que eso le importara, pero lo hacía, cada cosa que Jungkook soltaba sonaba como lo más interesante del mundo. En verdad estaba ganando.
—Solía mantener todo en desorden hasta hace dos años, cuando mi madre metió a una chica a la casa para presentármela y ella huyó en cuanto vio mi habitación, ahora tengo que tener todo en orden para poder estar en paz —explicó Jungkook, su voz empezó a calmarse poco a poco y en algún momento de la conversación su mano abandonó los labios de Jimin, ya no era necesario forzarlo al silencio—. También odio los lugares concurridos, prefiero estar en espacios tranquilos y salir a museos con mi mejor amigo, llego diez minutos tarde todo el tiempo y... Mi sueño es subirme a un escenario algún día y cantar para un público enorme, nada... nada me haría más feliz que eso.
El silencio regresó. Jimin abrazaba sus piernas, tenía la espalda recargada en la pared mientras Jungkook permanecía sentado al borde de la cama, inclinado hacia su dirección.
Esta lluvia de información lo había tomado desprevenido, toda la pared que construyó durante la semana se había derrumbado frente a sus ojos en un segundo. Ese era el peligroso efecto de Jungkook que tanto subestimaba.
—Park Jimin —susurró—. 19 años, en octubre cumplo 20, también estudio finanzas y... estuve en el grupo de baile oficial de la universidad, me apasionaba, hasta que me torcí el tobillo hace unos meses y elegí salirme...
No sabía qué cosas decir o contar, había mucho en su mente, lo sabía, además la mirada atenta de Jungkook lo inspiraba a seguir hablando, parecía que el menor estaría satisfecho con escuchar cualquier cosa sobre él, sin importar lo irrelevante que fueran sus tragedias.
—Me gusta vivir solo, aunque antes vivía con... mi novio —tragó saliva, la simple mención le hizo sentir un sabor amargo en los labios y un escalofrío—. Siempre me ha gustado escuchar música mientras fumo, odio el silencio, de hecho mi mejor amigo me regaló una bocina y una memoria llena de todas mis canciones favoritas, sé que ya no es tan común usarlas, pero soy malo con la tecnología... ni siquiera he cambiado de celular en al menos tres años —sonrió a medias—. Umm, en las madrugadas despejadas subo a la terraza del edificio y me siento a ver las estrellas, no se ve como en nuestro antiguo hogar, pero aún puedo ver algunas y eso... eso me trae recuerdos...
El silencio reinó en la habitación, como siempre. Jimin esperaba ver lástima en la mirada de Jungkook, todas las cosas que había contado sobre sí mismo sonaban tan vagas comparadas con la larga lista de gustos y hábitos saludables de Jungkook, quería encogerse de la vergüenza.
—Y a veces voy al gimnasio —agregó en un susurro.
Al alzar la mirada hacia el rostro de Jungkook, se sorprendió al encontrar una sonrisa brillante e infantil.
¿Por qué lo miraba como si todo eso fuera importante? No lo sabía. Era complicado para él darse cuenta de que Jungkook apreciaba cada rasgo cotidiano de su alma, Jimin desconocía el nivel de influencia que una sola palabra suya podía tener en el contrario.
—Eso es genial —contestó Jungkook.
Jimin quiso morir.
Ojalá pudiera contarle a Taehyung de Jungkook, así tal vez su mejor amigo le habría dicho mejor qué hacer con esta situación, lástima que no podía dejar que nadie supiera, mucho menos él.
La revelación del día anterior había golpeado a Jimin como un balde de agua fría, toda la noche estuvo pensando en la posibilidad de que ambos estuvieran juntos, Jungkook con Taehyung como una pareja. Sabía que era difícil que eso pasara, porque Taehyung ya estaba en una relación casi sagrada y conociéndolo todo esto no era más que una confusión suya.
Pero ¿qué sentía Jungkook por Taehyung?
—Volveré a clases mañana —dijo antes de ponerse de pie y encerrarse en el baño.
Ojalá que la tierra pudiera tragárselo y escupirlo en un lugar desolado para gritar y gritar, deseó mentalmente.
Jungkook se quedó callado tras verlo desaparecer y se recostó en la cama del rubio, con la mirada en el techo.
Escuchó mucho ayer, más de lo que le hubiera gustado.
Acababa de regresar de sus actividades con Namjoon cuando oyó la voz de Jimin adentro, no quería entrar para no interrumpir si se trataba de algo importante y estaba por irse hasta que escuchó una voz muy similar a la de Taehyung y luego escuchó el nombre que lo confirmaría.
—¿Te das cuenta de lo que acabas de decir, Taehyung?
En ese momento todos los cables se unieron.
Taehyung como Gucci Rider, era tan fácil de intuir.
Lo único que le extrañaba era que siendo vecinos, Taehyung nunca hubiera ido a visitar a Jimin antes.
Ellos dos tenían una relación muy extraña.
Y ahora la otra parte complicada.
Jimin ya sabía que él y Taehyung eran amigos, eso era lo que lo hacía sentir aterrado, ¿por qué Jimin fingió que no conocía a Jungkook cuando escuchó el nombre? Tal vez por las mismas razones por las que Jungkook fingía que no era el compañero de habitación de Jimin.
Entre Jimin y Jungkook nadie decía nada verbalmente y eso no significaba que ambos no supieran tantas cosas, por suerte la complicidad no se había perdido con el tiempo.
Cuando Jimin terminó con su propio batalla mental en el baño y salió con el rostro mojado y el humor renovado, Jungkook lo miró y habló:
—Salgamos a comer, yo invito.
Incluso cuando Jimin puso mil pretextos, ambos terminaron bien abrigados con un pie afuera de la habitación.
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—Dahyun, la recepcionista, te saludó antes de salir y la ignoraste.
—No la vi.
—¿Ustedes dos son amigos? —preguntó Jungkook, curioso ante el recuerdo de que fue ella quien lo llamó para rescatar a Jimin en esa noche lluviosa.
—Por supuesto que no, esa tipa alucina una confianza espeluznante.
—Yo creo que es una chica muy divertida y amable.
Jimin se detuvo afuera del pequeño restaurante y se dirigió a Jungkook con una mirada inquisitiva.
—¿Por qué te interesa tanto que tenga más amigos?
—No lo sé, solo pienso que tener gente amable a tu alrededor podría ayudarte a estar de buen humor —contestó Jungkook y después se encogió de hombros, la expresión molesta de Jimin le causaba gracia.
—¡No tengo mal humor!
—Oh, ¿en serio?
Jungkook empujó la puerta de la entrada, permitiendo que Jimin entrara primero.
Descubrió muchas cosas caminando detrás de Jimin. Primero, Jimin tenía un andar terriblemente llamativo, daba pasos largos y firmes, sus hombros se sacudían junto a su cabellera rubia mientras caminaba e inspeccionaba su alrededor debajo de esos lentes oscuros. Todo en él gritaba "intimidante", era como si Jimin se encargara de defender su propio espacio personal a cada paso, nadie tendría ganas de acercarse a alguien con ese nivel de seguridad.
Segundo, los poco más de cinco centímetros que Jungkook le sacaba eran enternecedores para él, de niños Jungkook nunca fue el más alto de los dos.
Tercero y último, caminaban sincronizados.
Ambos terminaron en la última mesa más pegada a la ventana, Jimin tomó asiento del lado que estaba de frente a la puerta de entrada por mera costumbre y Jungkook quedó de espaldas.
La mirada de Jimin vagó por todo el restaurante, probablemente ya había estado inspeccionando todo desde que puso un pie ahí; la barra, los meseros, las mesas, clientes, cocineros que entraban y salían, número de puertas que había, eso no pasó desapercibido para Jungkook.
El restaurante era pequeño y acogedor, no había demasiada gente, así que el entorno sereno otorgaba la vibra perfecta para sostener una plática sin distracciones, acompañados de la música suave de la radio que se hallaba en la barra y el aroma cautivador de ramen recién hecho.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Nada —respondió Jimin, sin ganas—. ¿Vienes seguido?
—Algunas veces, Hoseok y yo nos reuníamos aquí el semestre pasado. Como está cerca del campus muchos alumnos vienen entre semana.
Jimin asintió con la cabeza y permitió que todos sus músculos se destensarán, no lo podían culpar, la prevención era la habilidad básica de sus compañeros de trabajo y eso Jungkook no lo sabía.
—Tenía tiempo sin comer ramen no instantáneo —comentó Jimin, mientras veía la variedad de platillos en la carta—. Cuando llego a la residencia casi todo está frío en el comedor.
—¿Hablas en serio? Eso debe ser horrible.
—Me da igual, la comida caliente está sobrevalorada.
—Mentiroso.
—¿Nunca has comido pizza fría? Es una bendita joya —juntó los dedos y los besó sonoramente—. Podría vivir de eso sin quejarme y hasta agradecería por la comida.
—¿No se supone que tienen un microondas en el comedor? —preguntó Jungkook, un poco atascado en lo revelado anteriormente—. ¿Por qué no les pides que te lo calienten?
—Lo pedí solo una vez y me mandaron directo al diablo. No toda la gente es buena, Jeon, muchas personas me aborrecen y prefieren no relacionarse conmigo.
—¡Aun así! Al menos deberían ser amables, ¿cómo puede haber gente tan descortés? —Jungkook negó con la cabeza, haciendo un puchero—. No deberían ser así contigo.
La mesera interrumpió la conversación y trajo las cartas para ambos, Jimin decidió abandonar el tema y hundir el rostro en el menú, una triste sonrisa que Jungkook no pudo ver se ocultó tras la lista de platillos.
—No has cambiado nada —susurró Jimin.
Habló tan bajo que Jungkook tampoco pudo oírlo, aunque no importó, después de todo ser escuchado nunca fue la intención.
Cuando la mesera tomó los pedidos, Jimin se recargó en el respaldo de su asiento y Jungkook, en cambio, se inclinó hacia enfrente.
Ambos se miraban a los ojos en cada una de sus acciones, no podían decir que era una batalla de miradas porque no lo era, en realidad, se sentía como una necesidad, muy en el fondo les parecía imposible de creer que este reencuentro suyo fuera real.
Tuvieron expectativas grandes durante muchos años de sus vidas. Jimin los imaginó de adultos, sentados en un restaurante, hablando sobre sus cortas vidas como si fueran un par de ancianos con mucho que contar. Jungkook, romántico empedernido, imaginó que lo encontraría en internet en algún momento o que Jimin lo encontraría a él, ambos quedarían en verse, se sentarían a hablar de todo en un parque y después de eso nunca más volverían a soltarse de la mano. Nunca.
—¿Por qué te vas todas las noches? —preguntó Jungkook.
—Trabajo.
—¿Empresa o fábrica...?
—Club nocturno.
—¿Atiendes gente? ¿Como... un mesero?
—Atiendo gente.
—Pensé que serías un traficante de drogas secreto o algo similar —Jungkook se burló, se sentía un poco aliviado por eso.
Jimin mostró una sonrisa, sus ojos todavía estaban sobre los de Jungkook.
—¿Qué harías si lo fuera?
La pregunta tomó a Jungkook por sorpresa, tuvo que permanecer callado unos segundos mientras hallaba la respuesta correcta.
—Supongo que... te preguntaría si mis amigos son tus clientes frecuentes o algo así.
Su intento de broma funcionó, pues Jimin soltó una carcajada y todo su cuerpo se inclinó hacia un costado mientras apretaba su estómago con ambos brazos. Jungkook se ruborizó acompañado de una sonrisa atontada, al parecer ese hábito de reírse con todo el cuerpo aún era latente en su viejo amigo.
¿Cuánto tiempo había pasado sin escucharlo reír? Esta oportunidad se sentía invaluable.
—Sigues haciendo cosas inesperadas —comentó Jungkook cuando el ataque de risa de Jimin se calmó—. Impredecible.
—¿Hablas de espontaneidad después de lo que acabas de decir? —interrogó Jimin—. Yo creo que no somos muy diferentes.
—Tal vez se me pegó de niño por juntarme contigo.
—No te engañes, Gguk, tú eras el de la mente rara —Jimin se inclinó hacia enfrente—. ¿En qué parte de tu cabeza mezclar el helado de vainilla y las papas fritas era una gran idea?
—Me parece que eso era más agradable que combinar un disfraz de DC con uno de Marvel —continuó Jungkook, siguiéndole la corriente.
—¿Qué hay de meter dos discos a la vez en el estéreo pensando que se combinarían las canciones?
—Bien, yo no le eché un kilo de azúcar a la comida de la señora Park pensando que así picaría menos.
—Cuestiona mis métodos, pero ¡picó menos!
Ambos se apartaron entre risas reprimidas cuando la mesera regresó para preparar la mesa y colocar la comida y las bebidas.
Jimin llevó la mirada al exterior y Jungkook no pudo apartar la suya de él. Estaba funcionando, todo esto se sentía tan cotidiano y familiar que tenía miedo de que desapareciera de golpe y la frialdad de Jimin regresara para destruirlos a ambos.
Cuando eran niños y Jimin dijo que él viviría en una nube molecular para ver el nacimiento de las estrellas, no pensó que su yo futuro sería tan frío y resistente a la temperatura de ese tipo de lugares, podía sonar estúpido, pero solo ideas como esas se formaban en algún lugar de la mente abrumada de Jungkook.
Porque aunque amaba esto, también odiaba el miedo que sentía gracias a sus roces pasados, mismos que no habían sido culpa de Jungkook. Odiar a Jimin era imposible, así que no estaba enojado con él ni cerca de estarlo.
No tenía a dónde dirigir todo lo que sentía. Jimin era indiferente a la batalla mental que se desataba frente a él, él estaba en su propio mundo, Jungkook lo sabía.
Mientras uno peleaba consigo mismo, él otro estaba preocupado.
Taehyung, su regreso al trabajo e incluso estar en un lugar desconocido, todos eran temas que volaban en la mente del rubio como un remolino.
—Sé que estás acostumbrado a la comida fría, pero te prometo que esto sabe mejor caliente —comentó Jungkook, a modo de burla, como una invitación para que Jimin empezara a comer.
La comida fue silenciosa sin caer en la incomodidad, compartían miradas en ocasiones y cuando eso sucedía Jungkook le dedicaba sonrisas cálidas a Jimin, medio correspondidas, pues Jimin solo se ponía nervioso e intentaba mirar hacia cualquier otro lado.
Se sentía bien estar aquí, juntos.
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Tuvieron una sola clase el lunes, una de las que compartían, cuando estuvieron de regreso lo primero que quiso hacer Jungkook fue invitarlo a salir una vez más y para su sorpresa Jimin aceptó sin rechistar.
Esta vez fue el turno de una cafetería céntrica con mesas en el exterior, tuvieron que tomar el tren subterráneo para llegar hasta allá.
—Namjoon es guitarrista, Yoongi bajista, Hoseok baterista y yo soy el cantante —contó Jungkook, lleno de entusiasmo—. También toco la guitarra, pero no en todas nuestras canciones.
—¿Es difícil tocar y cantar al mismo tiempo?
—Nada es demasiado difícil con la práctica —contestó Jungkook, muy orgulloso de sí mismo—. Creo que soy bueno en lo que hago, los chicos me felicitan mucho, aunque Yoongi me regaña todo el tiempo, lamento si es tu amigo, pero creo que es desesperante y envidioso.
Jimin sonrió.
—Por suerte no lo somos —jugueteó con la pajilla de su café helado—. Hablamos porque tenemos a alguien en común, pero no somos amigos.
Los dedos de Jimin eran pequeños, delgados y tiernos, llevaba las uñas un poco largas la mayor parte del tiempo, una vez Jungkook las vio decoradas con un esmalte de brillos, sus manos en sí eran hermosas, lo único que mantenía a Jungkook desconcertado era la piel rojiza y rasposa de sus nudillos, eso solo significaba que el mayor golpeaba cosas recurrentemente, o personas.
—Eso es bueno, no te gustaría mucho como amigo.
Jimin soltó una risita soberbia mientras asentía con la cabeza.
—Te doy la razón en eso —bebió un trago de su bebida—. ¿Qué haces lejos de casa? Recuerdo que siempre fuiste un niño de papá y mamá.
—Les doy su espacio en lo que asimilan mi sexualidad.
—Me suena a que te corrieron —la diversión apareció en su tono—. No me sorprende, siempre juzgaron mucho sobre esos temas como si ellos fueran unos santos, solo el abuelo Jeon era comprensivo y abierto... Oh, cierto, ¿cómo está él? ¿Sigue...?
—Sigue vivo —asintió Jungkook—, pero ha empezado a olvidarnos.
—¿Alzheimer? —preguntó Jimin, recibiendo un asentimiento de cabeza, una expresión triste apareció en su rostro—. Es una pena, debe ser difícil ser olvidado por alguien a quien quieres. Los recuerdos son lo más abrumante y hermoso que existe, olvidar es un castigo y un regalo.
—Si tuvieras la oportunidad de borrar algo de tu memoria, ¿qué sería?
—Mi infancia.
—¿Por qué borrarías nuestros recuerdos felices, Jimin?
—Para que duelan menos.
El silencio melancólico cayó sobre ambos. Si bien Jungkook era incapaz de comprender el oscuro trasfondo tras aquellas cuatro simples palabras, pudo sentir un poco de esa nostalgia junto al incontenible de excavar en ella.
Jimin no le diría la cantidad de cosas que escondía, él siempre había sido más de actos que de palabras y un parte de sí mismo sabía que Jungkook era el único capaz de sacar todo de él.
Después de todo, Jungkook era su debilidad, pero eso nadie lo sabía.
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KTH;)_ 18:14
¿viaje en moto este miércoles en la tarde?
Tú_ 18:16
Podemos dejarlo para después?
KTH;)_ 18:16
como quieras, si te arrepientes estaré en el lugar donde me estabas persiguiendo.
Tú_ 18:21
Muy gracioso.
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Al día siguiente, cuando Jimin abrió la puerta de la habitación, la calidez lo golpeó en el rostro y le siguió el sonido suave de las teclas de un ordenador, tuvo que dar respiraciones profundas antes de entrar, siempre lo había hecho, era parte de su rutina.
Su rostro permanecía seco e inexpresivo, pese a que sus manos temblaran de nervios, sus piernas se hicieran de gelatina y su corazón bombeara sangre con una fuerza inhumana. Siempre optaba por una actitud desinteresada, se deshacía de la chaqueta y tras cruzar el pequeño pasillo de la entrada tiraba la prenda en la cama.
Rutina.
—Bienvenido a casa, Jimin —saludó Jungkook, sonriente.
Casa.
Jungkook debió ensayar ese diálogo durante horas, seguro que debatió sobre si sería bueno decirlo adentro de su tierna cabecita. No importaba la intención, Jimin tuvo que oprimir su propia sonrisa y contestar con un tarareo.
—¿Tarea? —preguntó, para referirse a lo que Jungkook tanto tecleaba.
—Algo así, estoy adelantando temas y haciendo mis propios resúmenes.
—Cool.
Prometió ser más agradable, menos evasivo, tuvo que obligarse a un encierro en cuatro paredes junto a él, respirar su perfume evaporado en cada esquina y actuar como si nada. Pero hoy no quería, no quería estar ahí.
Las cosas se pusieron pesadas cuando visitó a su jefe tras poco más de una semana de desaparición, el hombre escuchó algunos rumores sobre la pelea, así que por suerte le creyó, pero le hizo una advertencia tan aterradora sobre lo que le pasarían si tenía distracciones ocultas por ahí. Jimin quería arrancarse el corazón y no volver a sentir jamás, su único impedimento era la idea de que lo necesitaría más tarde, para cuando lograra escapar, claro.
Sacó un cigarro de una cajetilla y se acercó hasta el alfeizar, con la mirada de Jungkook pegada a su espalda, al llegar abrió la ventana y jugueteó con su encendedor púrpura.
—Jimin —llamó Jungkook—, sobre fumar en la habitación...
Cuando Jimin encendió el cigarro y se giró a verlo por primera vez, las palabras de Jungkook se atascaron en su garganta y se quedó callado, Jimin dio una calada de inconsciencia, su mente aún anhelando...
Dilo, dilo, di que me detenga, haz que me vaya...
—No lo hagas tan seguido mientras yo esté aquí, ¿bien? —concluyó con una sonrisa suave en el rostro y Jimin quiso gritar.
Para Jimin, Jungkook era un hombre de otra dimensión, una bastante bonita a la que jamás podría acceder, tal vez un paraíso utópico como el cielo, entonces podía decir que Jungkook era un ángel.
Sufría cada vez que compartía aire con él, porque toda esa pureza lo asfixiaba.
Hoy era uno de esos días, no podía respirar.
—Hagamos una lista —propuso Jungkook, sacándolo de su tormenta de pensamientos—. Dime cosas que te gustaban de vivir solo que no puedes hacer desde que estoy aquí y veremos qué podemos hacer para mejorarlo.
—Mantener la ventana abierta todo el tiempo —contestó Jimin al instante.
—Lo estoy anotando.
—Música a todo volumen.
—Eso explica la bocina...
—Estar en bóxers todo el día.
La lengua de Jungkook se trabó antes de siquiera poder responder a eso, todo su rostro se sentía caliente como un volcán y ni siquiera sabía por qué. Era normal entre chicos andar sin camisa por ahí, a veces Namjoon no usaba cuando hacía ejercicio y Hoseok tampoco lo hacía de vez en cuando. ¡Ni siquiera él usaba cuando estaba en casa!
Echó un vistazo rápido a Jimin, el rubio ni siquiera se había inmutado por su declaración.
—Puedes estar sin camisa si quieres, a mí no me importa... —tosió Jungkook.
—No, no puedo —respondió Jimin, a secas—. Sigamos con la lista otro día, me duele la cabeza.
—¿Estás bien?
—Sigue con lo tuyo.
Jungkook suspiró y regresó a su tarea de mala gana, se sentía mal porque otra vez Jimin se estaba cerrando para él. Los retrocesos no eran culpa de nadie, Jungkook no entendía ni sabía de la cantidad de relámpagos que atormentaban la cabecita rubia de Jimin, no sabía de las noches frías, del insomnio nocturno, de las náuseas, del dolor...
Jimin desapareció tras fumar dos cigarros más, se perdió en las calles y volvió a la oscuridad de su pedazo de ciudad mientras Jungkook estudiaba, volvió al trabajo, a la interacción, a los clubes nocturnos.
El abandono era frío, ambos se sentían tan vacíos cuando estaban separados, no lo admitirían en voz alta, nunca, pero esa atracción del primer encuentro no era una broma. Sus universos estaban sufriendo una colisión desastrosa.
A la media noche, Jungkook ya estaba casi listo para irse a dormir cuando Jimin regresó del trabajo.
Jimin se encerró en el baño durante un buen rato para prepararse también, estaba adolorido, así que tomo una ducha fría y cepilló sus dientes perezosamente.
Cuando salió del baño, vestido y listo para meterse a la cama, solo quedaba la luz de la lámpara junto a su cama y la del celular de Jungkook, quien estaba navegando en internet silenciosamente.
—Buenas noches.
—Descansa.
Apagaron todo y se hundieron en el silencio.
Empezó por una quietud incómoda, media hora después le siguió el movimiento, ambos daban vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño y tras otra media hora de inmovilidad, Jimin preguntó:
—¿Estás despierto?
—¿Tú tampoco puedes dormir? —preguntó Jungkook en respuesta, con voz ronca y suave como la almohada.
—¿Podrías...?
—¿Qué? ¿Prender la luz?
—No, ¿podrías venir y... hacer lo de ese día?
Jungkook se giró en la cama en dirección a la contraria, donde apenas eran perceptibles las sombras.
—¿Quieres que duerma contigo?
—¿Por favor?
Jungkook no necesitó más ruegos para salir de su cama e ir a tumbarse en la de Jimin.
Juntos se hundieron en la comodidad y el calor, se sentía como en ese día en el que se confesaron tantas cosas, encajaban muy bien en esa cama individual, ninguno se sentía apretado o acalorado.
Brazos y piernas, todo estaba en el lugar correcto.
—Sé que sabes sombre mi amistad con Taehyung —susurró Jungkook—. Los escuché por accidente.
Jimin se presionó contra su pecho.
—¿Y tú qué piensas, Gguk?
—Yo también estoy confundido —admitió Jungkook.
Este era del tipo de cosas que pasan en la oscuridad de las noches, la honestidad se diluye en el sereno y todos se convierten en víctimas de la sensibilidad por reflexionar y confesar tantas cosas, ya sea para otros o para uno mismo. Las noches siempre son peligrosas.
—Taehyung no sabe que somos compañeros de habitación —continúo Jungkook—. Y yo no pienso...
—Está bien —Jimin lo silenció, una de sus manos pequeñas y frías subió para acariciar el rostro de Jungkook—. No importa.
Incluso si pocas cosas eran perceptibles en la oscuridad, Jungkook podía sentir los ojos azules de Jimin sobre él y viceversa.
—Lo siento —susurró Jungkook.
—Yo también lo siento.
Ninguno de los dos sabía por qué se disculpaba, sin embargo, escuchar un "lo siento" era distinto, oír las disculpas los reconfortaba.
Los dedos de Jimin terminaron enredados en la cabellera oscura de Jungkook, cada caricia se sentía electrizante y solemne. Las respiraciones de ambos se volvieron pesadas. Podían sentirlo todo, los sonidos de la deglución, los suspiros cortos y los latidos finitos, ninguna sensación era desagradable.
El aroma de Jungkook era una combinación de jabón y fragancia floral con toques ámbar, Jimin solo podía tomar grandes bocanadas de aire y sentir que respiraba por primera vez en un paraíso, algún otro lugar lejos de aquí, a millones de años luz de distancia donde el aire era más puro que el de este planeta corrupto.
Estaba mareado, todo este escenario hacía que cada uno de sus sentidos diera vueltas sin encontrar su lugar. Cerró los ojos y entre los brazos de Jungkook se sintió como un viajero del espacio buscando un lugar seguro para vivir, quería ser egoísta.
Quedarse aquí entre sus brazos y ser egoísta...
Lo querían, querían el mundo entero para ellos solos, por supuesto que lo querían.
Si esa noche se volvieron a besar, en la mañana ninguno lo mencionó.
La nostalgia y la melancolía eran un monstruo de dos cabezas que corría en nuestra dirección, me detuve y lo enfrenté, ¿no era más importante que el pasado, el hecho de que una vez más estuviéramos juntos?
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Última parte del maratón, tengo que admitir que escribir estos tres capítulos en muy poco tiempo fue cansado, aunque muy divertido. Les dije que las cosas se pondrían más interesantes. Las burbujas románticas estallan tarde o temprano, dejé tantos hilos sueltos en este maratón que serán resueltos en los capítulos posteriores. Les dejo una pregunta:
¿Quién es tu personaje favorito?
En fin, tengan una gran navidad, no sé si publicaré otro capítulo más antes de que termine el año, lo que les aseguro es que subiré algunos en enero.
Gracias por acompañarme en Stardust Lover este 2023, sé que no avancé mucho la primera mitad del año, pero predigo un ritmo más constante para el próximo año. Manténganse saludables.
—KMDPrincess.
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