Sin palabras, solo actos
Maratón (1/3)
—¿Estrellas muertas? —los ojos de Jimin escaparon de sus órbitas cuando el abuelo Jeon lo mencionó—. ¡Pero yo puedo verlas...! ¿Cómo es posible?
—La luz se toma su tiempo en llegar —explicó el sabio hombre mientras hojeaba el gran libro cósmico en su regazo—. ¿Cuánto tiempo te toma llegar de la escuela, Jiminnie?
—Umm... —el pequeño pensó e hizo cuentas con los deditos bajo la atenta mirada de su mejor amigo, quien estaba tumbado en la alfombra—. ¿15 minutos caminando?
—Bien, algunas estrellas están muy muy lejos, no podrías contarlo ni siquiera en horas.
—¿Días?
—Más. La luz viene corriendo desde allá para llegar a tus pequeños ojos azules y le toma muchos años llegar. Mientras tú y yo estamos aquí sentados hablando, la imagen de estas estrellas debe seguir viajando en el espacio —el abuelo acarició su barba blanca—. Hay muchas cosas sucediendo que jamás llegaremos a ver, pero debemos estar felices porque las futuras generaciones lo verán algún día.
—¿Entonces cuál es el chiste de saber que sucederán? —preguntó Jungkook, un surco se formó en su entrecejo—. Si de todas formas nosotros no lo podremos ver.
—Si lo piensas así... Estamos viendo cosas que otros tampoco pudieron ver —dijo Jimin, se inclinó en el sofá y le regaló una sonrisa a Jungkook—. Como ese cometa que pasó el fin de semana.
La bella imagen del pequeño rastro de polvo estelar volvió a la memoria de Jungkook. Ese fin de semana mencionado despertaron antes de que saliera el sol y, todavía somnolientos, el padre de Jungkook llevó a todos en la camioneta para ver el cometa desde el mirador de la ciudad.
La madrugada era una calma onírica. Jimin tomó las manos de Jungkook y las calentó escondiéndolas en su abrigo de pana mientras el señor Jeon instalaba el telescopio de su padre y este bebía café dentro del vehículo.
Jungkook no creía que ninguna otra experiencia cósmica volvería a ser tan memorable como esa, con todos sus seres queridos reunidos en una mañana fresca y un evento en el cielo que no volvería a repetirse hasta dentro de más de 500 años, cuando ninguno de ellos siguiera en la tierra.
—De todas formas... —Jungkook apartó la mirada—. ¿No es triste ver fantasmas?
El abuelo soltó una risa debido a la ternura propiciada por el par de niños. La adorable costumbre de Jungkook por cuestionar todo, combinada con la paciencia de Jimin para responder, era una combinación invaluable. De pronto Jimin los sorprendió a ambos cuando dijo:
—A mí me parece bonito poder ver las memorias de las estrellas. ¿No te parece que es como viajar en el tiempo? Me hace pensar que todos somos viajeros, Gguk, no solo los astronautas.
Los ojos redondos de Jungkook se llenaron de ese brillo particular que aparecía cuando algo lo emocionaba. Se puso de pie de inmediato y hojeó el libro hasta llegar a la imagen nítida de una nebulosa color celeste.
—¡Entonces quiero viajar a la nebulosa de Minnie!
Mientras el hombre viejo veía a los pequeños hojear las páginas grandes de su libro, admiró la gran imaginación que el par se cargaba, quizás pensando con grandes expectativas en lo lejos que sus niños podrían llegar con esa determinación cuando él ya no viviera.
¿Seguirían teniendo la misma energía?
¿Se llevarían tan bien como ahora?
¿Serían así de felices?
La noche cayó más rápido de lo previsto y la madre de Jimin apareció en la puerta para llevarlo a casa. Mientras la mujer conversaba con los padres de Jungkook, el pequeño se escabulló de vuelta al despacho de su abuelo.
Sus pasos eran calculados, se quedó quieto unos segundos mientras el hombre fingía no prestarle tanta atención utilizando la poco difícil tarea de reacomodar todos los libros como pretexto. Esperaba que Jungkook hablara sin que fuera necesario pedírselo.
—¿Abuelo Donghyul...?
El niño nunca llamaba a su abuelo por el nombre, simplemente era inusual y la única vez que lo hizo fue cuando tenía ocho años para confesarle que se había sacado un seis en matemáticas.
—¿Sí?
—Y cuando las estrellas mueren, ¿qué pasa?
Con toda la paciencia del mundo, el hombre se sentó en el sofá, palmeó el lugar a su lado y cuando ambos estuvieron sumergidos en la calidez de las lámparas, le reveló un secreto esperanzador del universo.
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Nunca se detuvo a pensar en lo grande que era el cielo como para que Jimin también se sintiera atraído por los hombres. Cuando se enteró, no hubo sorpresas, fue algo natural: "los dos somos homosexuales, genial", pero ya no era tan simple como eso.
Ellos se besaron cuando tuvieron las oportunidades de hacerlo y Jimin recitó ciertas palabras el día de su reencuentro que sugerían una intimidad física más allá de la amistad. Ahora la relación amorosa de Jimin acababa de irse a la ruina y quizás eso no significaba que iría a los brazos de Jungkook de inmediato o que pasaría algo de la noche a la mañana, porque una ruptura es un proceso, pero podía apuntar hacia allá.
Y Jungkook tenía que ajustarse los pantalones y dejar de ser tan lento.
Eso no significaba priorizar sus sentimientos y presionar a Jimin, significaba cuidarlo y colmarlo de amor sin miedo alguno, al menos eso fue lo que dijo Seokjin.
Seokjin también recomendó recordar las cosas buenas de los viejos tiempos y proponerle a Jimin crear nuevos recuerdos.
Cuando Jungkook escuchó todos los planes de Seokjin, el asombro lo hizo decir: —Ahora entiendo cómo es que tienes loco a Namjoon.
Un sonrojo furioso apareció en el rostro de su amigo, soltó algunas risitas tontas y jugueteó con las teclas de su computadora como un emocionado niño de primaria.
Jungkook lamentaba haber pensado alguna vez que Seokjin no era el hombre ideal para Namjoon. Debía estar agradecido de que su mejor amigo tuviera a alguien así de atento en su vida y él mismo debía estar agradecido de tener a alguien así como amigo.
¿Qué iba a ser de Jungkook sin su ayuda? Ni siquiera quería saberlo.
Por supuesto que también estaban Taehyung y Hoseok, o incluso su amigo Chan, con quien solo compartía algunos videos e imágenes por mensajes o comentarios en publicaciones al azar, aunque sabía que el chico siempre estaría ahí para hablar de lo que fuera.
Sin embargo, todos estos casos estaban en otra línea, porque Jungkook jamás fue alguien dispuesto a soltar lo que sea que estuviera en su cabeza, era vergonzoso externar sus problemas a extraños, incluso con amigos era complicado. Últimamente lo había hecho porque Jimin lo tenía al borde de la locura, sin ninguna solución a la vista, pero no por eso había consultado a mil personas distintas para averiguar qué hacer; nunca fueron más de dos enterados al mismo tiempo.
En este momento, con Seokjin sobraba y bastaba, no necesitaba escuchar a nadie más, ni a Taehyung.
Estaba sentado en las escaleras del último piso junto a Taehyung, bajo la oscuridad del nublado atardecer; la luz apenas se filtraba desde la última ventana del largo pasillo.
—En verdad terminaron —susurró el motociclista en voz baja, mientras jugaban en la pequeña consola—. Un conocido investigó por mí y dijo que cuando Jimin recibió la noticia tuvieron que sacarlo en un auto, parecía muerto en vida...
Jungkook mordió su labio inferior y pensó en aquel día que Seokjin le hizo olvidar. Aquella vez, Jimin era un cascarón sin vida.
—¿Razones?
—Nadie lo sabe, estaban discutiendo por negocios el día de tu cumpleaños, o algo así me dijeron, ¿tú en serio crees que terminarían por eso? Quise hablar con él, pero se rehúsa a contarme, sigue molesto porque intenté llevarte a la carrera. Tendremos que ser más silenciosos la próxima vez.
—No habrá próxima vez —Jungkook detuvo la partida, sacándole una mirada acusatoria al otro—. Hablo en serio, no iré a ningún lugar al que Jimin no quiera que vaya.
—¿Sabes por qué no quiere? Porque obviamente tiene mucho miedo de ser ayudado —Taehyung puso los ojos en blanco—. Has estado extraño, ¿dónde está mi chico motivado de hace unas semanas?
—Si hay algo que tengas que revelar, puedes decírmelo aquí.
—No quiero —Taehyung se cruzó de brazos—. ¿Qué harás contra eso, Ojitos?
—Seguir con mi propio plan —contestó Jungkook, encogiéndose de hombros, luego reanudó la partida—. ¿Qué harás contra eso, Taehyung?
—Te odio —bufó el peliazul, recuperó su control y siguió luchando en el juego—. Hay cosas que tengo prohibido decir, pero no mostrarlas. Por eso quería tenerte ahí...
—¿Incluso si es peligroso para mí?
Taehyung no respondió a eso. Los personajes de ambos siguieron avanzando en el juego, derribando a todo enemigo a su paso y el ruido de los ataques fue el único que los acompañó por horas.
Taehyung ya no se sentía como la persona que Jungkook conoció al inicio del semestre y eso no era porque Taehyung hubiera cambiado en algo, en realidad, luego del incidente con Yoongi, su personalidad se volvió más clara para Jungkook como nunca antes lo había sido.
Taehyung no era un hombre adictivo con un estilo de vida pesado y un aire rebelde.
Taehyung era un joven idiota al igual que Jungkook, una persona que no tenía la razón en todo, solo en algunas cosas y también tenía muchos defectos que arreglar en su tonta cabecita azul.
No era mejor que Jungkook, ni peor, ni nada. Taehyung era Taehyung, una persona con cualidades y defectos, un buen amigo para pasar el rato.
—Yoongi está llamando —masculló Taehyung—. Tengo que volver al cuarto.
—¿Terminó con su crisis de estrés?
—Espero que sí, no tengo muchas ganas de recibir sus mil comentarios pasivo-agresivos —Taehyung puso los ojos en blanco mientras recogía su pequeña consola y la guardaba en su estuche—. ¿Por qué ustedes los músicos se estresan tanto componiendo y escribiendo cosas? ¿No es cuestión de mover aquí y allá, copiar un poema barato y listo?
—No lo sé, nunca he compuesto nada —Jungkook se encogió de hombros—. Pero ten cuidado, si Yoongi te escuchara decir eso, te correría de la habitación.
—¡Tengo mucho miedo! —soltó Taehyung con cierto sarcasmo ácido—. Yo también amo el arte y no soy tan... Uff, terapia de pareja, Taehyung, cuenta del uno al diez, respira y trata de comprender, ¿quieres? Uno, dos, tres, cuatro...
Jungkook soltó una risita nasal y terminó de recoger toda la basura que habían dejado tirada en las escaleras para después seguirlo hasta el ascensor.
—Segunda semana de reconciliación y ya te está haciendo enloquecer —se burló Jungkook cuando Taehyung paró de contar—. Ahora hablas contigo mismo.
—Yoongi es el mejor novio del mundo, Jungkook, si tan solo lo conocieras... —Taehyung soltó un suspiro asquerosamente cursi—. Apuesto a que sería tu mejor amigo, por encima de ese bastardo con el que te juntas.
—Primero muerto antes que ser amigo de Yoongi, además Namjoon no es un bastardo, él es muy amigable e inteligente, es la persona con más cultura que he conocido y siempre está dispuesto a tenderle la mano a los desconocidos.
—Alto ahí, Jungkook —Taehyung lo señaló acusatoriamente—. Solo tienes permitido hablar así de mi mejor amigo, ¿entendido?... Y ya que estamos hablando de esto...
El ambiente se volvió serio en cuestión de segundos, la campana del ascensor sonó cuando ambos llegaron a su piso, Jungkook avanzó primero, dispuesto a seguir la conversación por el pasillo, pero Taehyung lo tomó del brazo y lo detuvo antes de que siguiera avanzando.
—Yoongi dijo que últimamente has estado saliendo con Seokjin y con Hoseok...
Jungkook arqueó las cejas con desconfianza al ver que Taehyung lo decía como si fuera algo malo.
—Es cierto, ¿por?
—No es nada —Taehyung rascó su nuca—. Solo me preguntaba si tal vez ya no quieres mi ayuda con Jimin porque tal vez ellos ya están... ayudándote.
—Ellos no tienen nada que ver, Taehyung.
—¡No estoy diciendo eso! Pero... Dios, tú no sabes nada sobre Seokjin, no sabes el tipo de persona que es ni las cosas que ha hecho, sé que llevan tiempo de amigos, pero... ¿no estábamos en la misma página al desconfiar de él?
Seokjin lo hizo avanzar con Jimin en dos semanas, le mostró un progreso real mientras que Taehyung solo le había traído problemas con esa carrera y Jungkook no era rencoroso, él no tenía por qué tachar a algunos de buenos y otros de malos, pero ¿con qué derecho se sentía Taehyung para decir eso de Seokjin?
—¿Es por lo que pasó con Jimin?
—¿Sí? —Taehyung quiso afirmar, pero su tono salió tan dudoso como si fuera una pregunta—. Seokjin lo traicionó, Jimin jamás confiaría en él, ¿sabes? Ni siquiera yo, ni Yoongi, de hecho nadie debería confiar en él.
—Dame pruebas.
—¿Pruebas? Por favor, Jungkook, sabes bien que...
La impaciencia tomó a Jungkook por el hombro y lo sacudió con fuerza, este tipo de cosas eran una pérdida de tiempo, ninguna advertencia tenía sentido si no venía con argumentos.
Seokjin había demostrado lo que tenía que demostrar.
Taehyung no.
—Escucha, Taehyung, sé lo que debo saber, no necesito advertencias, ¿de acuerdo? Gracias por la preocupación.
—Ojitos —Taehyung se acercó con un puchero y aplastó sus mejillas—. Soy la voz de la experiencia, si te digo que no hay que confiar en Seokjin, es porque no hay que confiar en él. A ti te falta mucho por aprender, por eso no me entiendes, y yo te dije que estaría aquí para instruirte, es lo que hacen los amigos.
Oh, no, los amigos no te tratan como un idiota ingenuo.
Jungkook apartó las manos del otro con brusquedad, el propio Taehyung retrocedió por instinto y comenzó a respirar con pesadez.
—¿Qué carajos te está pasando, Jungkook? —siseó, su rostro con una mueca de frustración—. Primero me empiezas a sacar de los planes, después empiezas a evadirme y ahora confías en él antes que en mí, ¿te hice algo malo? Hice mi parte y me disculpé de lo que me tenía que disculpar, tú y yo estábamos bien.
—No me gusta que me trates como un mocoso, Taehyung, tenemos la misma edad.
—No eres un mocoso, Jungkook, solo... conozco más que tú —concluyó Taehyung con simpleza—. ¿Qué es lo más horrible que has visto? Yo he visto cosas que no te imaginas, me he metido en más peleas de las que puedes contar y ni hablar de las cosas que he hecho o dicho, ¿no te parece suficiente para querer protegerte de ese tipo?
—Claro, Taehyung, ser un tipo malo te vuelve más sabio, honestamente mejor... —Jungkook puso su dedo índice sobre sus labios, en señal de que Taehyung debía empezar a callarse—. Seokjin es mi amigo y así como él no está en contra de nuestra amistad, tú deberías hacer lo mismo con nosotros dos a menos que vengas con pruebas sobre por qué debería desconfiar de él, mientras tanto suéltalo.
—¿Sabes qué, Jeon? —Taehyung apretó los labios mientras buscaba más palabras que decir, sus ojos verdes se humedecieron y brillaron incluso en la oscuridad del pasillo—. Vete a la mierda, yo solo quería ayudar.
El motociclista caminó hasta su habitación con pasos apresurados, Jungkook intentó ir tras él, si Taehyung entraba en su habitación ya no podrían seguir hablando de esto y las palabras dañinas quedarían ahí en el aire.
—¡Taehyung!
Pero era demasiado tarde, como por arte de magia Yoongi acababa de abrir la puerta de su habitación, quizás porque desde un principio ya estaba en busca de su novio, y al encontrarlo a unos pasos de su puerta, con el semblante destrozado, no dudó en recibirlo entre sus brazos sin preguntar. Muy pronto los ojos de Yoongi cayeron sobre los de Jungkook y lo vio con una mirada asesina.
—Ven aquí —susurró con cariño hacia Taehyung—. Vamos a descansar.
Cerró la puerta, no sin antes echarle un último vistazo a Jungkook, uno que lo hizo estremecer.
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Fue el turno de Jimin de hacer algo por él.
Jungkook no se lo pidió, pero mientras estaba recargado en su escritorio, releyendo un documento de más de cien páginas al que no podía prestarle atención, un vaso desechable apareció frente a él y luego un Jimin con los brazos cruzados.
—Déjalo —fue lo primero que dijo—. Esa tarea la puedes hacer después, déjala y descansa un rato. Tienes los ojos rojos de tanto leer.
Una sonrisa avergonzada tiró de los labios de Jungkook, olfateó el contenido del vaso y se derritió al notar que era chocolate caliente, su favorito.
—Gracias —sopló al vaso y le dio un sorbo cauteloso.
—Está bien, lo enfríe por ti allá afuera —comentó Jimin, arrastró la silla de su escritorio y la puso frente a la de Jungkook—. Es obvio que algo está pasando, ¿verdad?
No se suponía que fuera Jimin quien consolara a Jungkook, él no era quien necesitaba un soporte en este momento, ese era Jimin, él necesitaba alguien en quien apoyarse. Jungkook tenía que ser fuerte por él.
De pronto más palabras de Seokjin vinieron a la mente de Jungkook.
—El te sorprenderá. Cuando menos lo esperes no tendrás que ir a él, porque él ya estará en la puerta cuidando de ti también.
¿Tan rápido?
Jungkook sintió su rostro comenzar a calentarse.
—¿Tienes fiebre? —Jimin puso una mano en su frente.
El simple contacto mandó descargas eléctricas por todo su cuerpo. Miró con asombro lo fácil que las expresiones de Jimin podían cambiar, cada mirada hacía la diferencia, él podía verse intimidante, algunas veces demasiado frío para ser verdad y otras veces podía ser justo como ahora, demasiado suave y dulce, su rostro tan lindo como el de un bebé.
Jungkook podía ver un poco de la infancia que tuvieron en esos ojos azules.
Apartó la mirada antes de incomodarlo, tampoco quería ser demasiado obvio.
—Estoy bien —masculló, vaya cambio de roles—. No es nada importante.
—¿Tiene solución?
Jungkook dio un sorbo a su chocolate caliente, tenía dos días sin hablar con Taehyung, no era demasiado, pero era un tiempo considerable.
—No por ahora —susurró.
Jimin asintió con la cabeza, con toda la comprensión del mundo.
—Entonces no hay nada que pensar —estiró una mano y acarició su cabellera oscura—. Si es tu culpa, piensa en ello y busca una solución, no más castigos para ti mismo. Si es culpa de otra persona, entonces no dejes que te afecte más de lo que debería. Y si nadie tiene la culpa quizás solo es cuestión de relajarse y tirar el orgullo.
—¿Qué pasa si fueron ambos lados? Los que lo hicieron mal... ¿Qué pasa con eso?
—Alguien debe tomar el primer paso, ¿no crees? —Jimin le sonrió cuando puso cara de angustia—. Está bien, suéltalo por ahora, todos necesitamos un respiro.
Terminó de beber su chocolate caliente, quiso compartirle a Jimin, pero él se negó todas esas veces y permaneció sentado junto a él, jugando con un bolígrafo que Jungkook tenía en el escritorio, pasándolo de un dedo a otro con maestría.
—¿Sabes algo? A Wonho no le gustaba que fuera así...
—¿Cómo?
—Atento —miró el bolígrafo con una nostalgia melancólica—. No le gustaba que cuidara de él o tuviera detalles lindos, como si eso lo fuera a volver más débil... Nunca me dejó consolarlo con un abrazo ni secar sus lagrimas, él hubiera odiado que le acariciara el cabello, no le gustaba que lo tocara... A él le gustaba sentirse fuerte.
—¿Te lastimaba?
Jimin sonrió a medias.
—Si te refieres a lastimar físicamente, no, y tampoco creo que alguna vez hubiera querido hacerlo —colocó el bolígrafo sobre la mesa—. Psicológicamente y sentimentalmente creo que nadie se salva de eso, todos nos lastimamos sin querer tarde o temprano, es una ley de vida.
—Aunque no está bien —replicó Jungkook.
—No, no lo está, pero tenemos nuestros demonios, Jungkook, y esas cosas salen cuando menos nos damos cuenta —devolvió la vista hacia él—. No podemos evitarlo, ¿verdad?
Jungkook se quedó callado, pues él no era una buena pieza para el debate. Siempre se caracterizó por ser estúpidamente impulsivo, al menos aprendió a admitir sus errores y hacerse cargo de las consecuencias.
Hoseok jugó un papel importante en eso, le enseñó mucho sobre decir "perdón" y aceptar un "no" por respuesta.
Hoseok decía que la mayoría de las personas estaban acostumbradas a la idea de que con la simple intención de lamentar algo los demás lo aceptarían y el error sería borrado de inmediato. Eso era una fantasía.
Los errores no tienen porqué borrarse y tampoco tienen que vivirse con remordimiento, estos también son escalones, no son retrocesos, cada situación es un peldaño, sea bueno o sea malo, solo los malos momentos nos permiten crecer, solo sentimientos negativos moldean a las personas y los positivos se encargan de pulirlas.
—Me haces sentir útil cuando me dejas cuidarte —interrumpió Jimin en su maraña de pensamientos—. Estoy agradecido de que no seas como Wonho, porque si lo fueras... Mierda, ¿por qué estoy hablando de él ahora?
Jimin resopló con frustración, se levantó de la silla y fue hasta la cama de Jungkook para dejarse caer en ella, con la mirada sobre el techo blanco que no habían pintado.
Jungkook dudó antes de hablar, la preguntaba de Jimin no buscaba una respuesta, eso era claro, pero si había algo que pudiera decir quería hacerlo, porque ese silencio dejaba mucho a la espera.
—No me importa —se atrevió a decir—. Puedes hablar... de lo que sea que te nazca.
Los labios de Jimin, lujosos y gruesos, formaron una bella sonrisa que gradualmente dejó ver sus dientes, en especial aquel diente frontal que estaba ligeramente torcido desde que eran niños. Jimin se peinó la cabellera rubia hacia atrás, apartándola de sus ojos.
—Estos días no han sido fáciles, Gguk —comenzó—. Todo el tiempo estoy pensando, no puedo hacer nada sin que mi mente termine en otro lugar y mis manos y pies se entorpezcan, como si mi cerebro dejara de dar órdenes y mi cuerpo actuara en automático. Pero cuando estás aquí y me hablas... haces que vuelva al mundo por un rato, que me sienta con más control.
Una respiración pesada salió de Jungkook. Él también se había estado sintiendo así y si se callaba y encerraba en pensamientos poco productivos, entonces ninguno de los dos tendría apoyo.
—¿Qué pasó con Wonho? —preguntó Jungkook, dispuesto a sacar la verdad.
Jimin se quedó callado, sin embargo, su mirada no endureció ni su cuerpo se tensó, giró en la cama y se acomodó en dirección al escritorio donde estaba Jungkook, la sonrisa de hace unos momentos seguía incrustada ahí.
—Quiero cambiar —empezó a hablar—. Quiero ser mejor y quizás Wonho se sienta amenazado por eso porque él nunca ha conocido... ya sabes, nuestro tipo de mundo. Dudo que piense lo mejor de este estilo de vida, confunde el anhelo con el repudio y yo... yo creo que no soy igual que él, creo que soy... mejor.
Se formó un silencio repentino, Jimin volvió a su anterior posición y se perdió en algún espacio del techo, hilos de palabras no dichas flotaban en el aire. La distancia era real, un salto y Jungkook estaría de su lado, un salto de fe.
Siguiendo sus propios instintos protectores, Jungkook abandonó la silla y se sentó en la cama, atrapando la mirada de Jimin sobre él, expectante y perturbado para resistir tanta espera.
—Yo también quiero cuidar de ti —dijo Jungkook, sus dedos rascaron la tela de las sábanas—. Creo que ya sé lo que siento...
Aunque la mirada de Jimin seguía atenta y suave, su sonrisa se rompió en un segundo.
—No lo digas.
Jungkook se detuvo de golpe, mordió su labio inferior y sintió culpa. Por supuesto, decirlo era contraproducente, el consejo de Seokjin ya había sido demasiado claro, no debía priorizar sus sentimientos probablemente románticos. No se trataba de terminar siendo algo, se trataba de ayudarlo a sanar.
—Lo siento —suspiró Jungkook, su rostro estaba ardiendo—. Estoy siendo... —Idiota—. Quiero decir, no es un tema de conversación, lo siento...
Apartó la mirada, dirigiéndola hacia su regazo, el miedo creció en sus entrañas, era imposible identificar si era miedo al rechazo o a la presión mal ejercida en el contrario.
—Está bien —susurró Jimin, ahora su voz sonaba apagada—. No tienes la culpa, lo prometo.
El colchón se movió y cuando Jungkook miró de reojo, notó que ahora Jimin también estaba sentado.
—No eres el problema —continuó Jimin—. Estoy roto, Jungkook, no puedo hacer nada en este momento porque... Lo siento, tú no mereces esto, no mereces a alguien como yo.
—¿Por qué dirías algo como eso? No lo entiendo.
—Solo mírame, mira esto —Jimin extendió sus palmas con amargura—. No soy la persona que esperabas encontrar, ¿lo ves? Te he tratado como una mierda, ni siquiera he tenido tacto contigo, nunca he respetado tus sentimientos, arruiné tu cumpleaños y hay tantas cosas que si te las digo también arruinaría la última cosa buena que piensas de mí.
Encerró a Jimin entre sus brazos sin pensarlo dos veces, este no hizo nada por separarse, se encogió y acomodó en la cavidad de su cuello, con la respiración agitada y el cuerpo temblando.
¿Por qué la tristeza de Jimin era así de fría y arisca? No había lágrimas en sus parpados, nunca aparecían, sólo pensamientos intangibles que destruían su organismo y su propia visión de sí mismo. Jungkook besó la coronilla de su cabeza y negó con la cabeza.
—Tú no eres así. No rompiste ninguna expectativa, no quería ver a un Jimin perfecto, quería encontrar y conocer al Jimin real, el que no es demasiado fuerte, pero que tampoco es débil, quería al Jimin al que le gusta cuidar a las personas y que también necesita que le tiendan la mano de vez en cuando, ¿qué quieres que vea? Solo puedo ver eso y la cantidad de maravillas que eres, no eres malo e incluso si lo fueras, quieres mejorar, ¿eso no te vuelve digno de recibir cariño? Dímelo, di lo que tengo que saber.
Los dedos de Jungkook encontraron un lugar en la cabellera rubia de Jimin, lo peinó entre pensamientos, admiró las raíces oscuras que apenas salían y lo suave que era cada una de sus hebras.
—Tal vez estás listo para escucharlo, pero yo no estoy listo para decirlo...
—¿Qué quieres? —preguntó Jungkook—. ¿Qué es lo que más quieres en este momento?
Jimin se separó, su mirada azul buscó la de Jungkook y este último estuvo tan seguro de que su corazón se derrumbaría si no lo ayudaba a salir de ese agujero. Estaba dispuesto a ser y hacer todo lo que Jimin quisiera para hacerlo sentir bien. Lo que sea.
—¿Qué quieres tú? —respondió Jimin
—Tal vez no sea bueno que lo diga.
—Entonces muéstrame.
Lo último sonó de una forma sugerente que agitó el ambiente de la habitación en un pestañeo, el aire se hizo caliente y la mano de Jungkook que envolvía el cuerpo de Jimin de pronto tuvo esa necesidad de afirmar su posición y reclamar su pertenencia.
Había tantas cosas que Jungkook quería y muy pocas que necesitaba.
Pero él necesitaba esto.
Su mano, la que había estado acariciando la cabellera de Jimin, bajó y encontró su lugar en la parte posterior de su cuello.
No importaba cuántas veces tuvieran esta cercanía, Jungkook jamás se acostumbraría, siempre quedaría maravillado al ver las bellas facciones juveniles de Jimin con tanto detalle, nunca se recuperaría de esa experiencia cuando cada pequeño vistazo formaba cosquilleos incontenibles en su pecho.
¿Cómo es que nunca antes se había dado cuenta de lo perdido que estaba?
Lo único que importaba es que ahora lo sabía. Jimin era un laberinto y Jungkook, que daba vueltas en él, lo único que podía hacer era aceptarlo, inclinarse y permitir que los labios de ambos hicieran ese contacto cálido que tanto había anhelado.
Dije gracias, aunque no creía en nada, le agradecí al viento, a la naturaleza, a dios y al universo, agradecí porque al fin te tenía en mis brazos para hacerte inmortal.
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Esta es una actualización triple, así que puedes seguir deslizando.
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