Ojos abiertos

La transformación finalmente se convirtió en algo notorio no solo para Jungkook. Quizás la opinión pública no era lo único que importaba, pero el hecho de que los demás vieran el cambio de Jimin fue una noticia agradable.

Si bien Jimin no tenía ningún interés en limpiar su reputación, que todos pudieran ver lo bueno que podía ser era reconfortante para Jungkook, lo hacía sentirse orgulloso.

—No quiero meterme donde no me llaman —dijo Chan un día entre semana—, pero en los últimos exámenes... no lo sé, nunca hubiera imaginado que Jimin tendría el promedio más alto.

Jungkook sonrió para sus adentros, fingiendo un poco de asombro.

Las noches que se desvelaron estudiando finalmente daban sus resultados.

—¿Te sorprende?

—No solo eso, también que ya no discute con los profesores y ni siquiera llega tarde... Tú también tienes que haberlo notado, ¿no? Eres su compañero de habitación, debe ser escalofriante ver tantos cambios de la nada.

Para nada.

—Jimin siempre ha sido así —contestó Jungkook—. Tú mismo me hablaste sobre su entorno una vez, pero yo pienso que el entorno no puede definir completamente a la persona, y si Jimin es mejor que eso... ¿Qué tendría de raro que tuviera la oportunidad de esforzarse un poco más? Nadie entra a esta universidad solo porque sí.

Chan sonrió a medias antes de palmear el hombro de Jungkook con cariño, recogió sus cosas de la butaca y volvió a dirigirse a él.

—Cuando te escucho hablar pienso que eres una de las personas más buenas que he conocido. No permitas que nadie te quite tus principios, Jungkook.

Ante eso Jungkook no tuvo una respuesta concreta, sin embargo, Chan no la esperaba, pues se despidió de los demás en el aula con una agradable sonrisa y salió sin decir nada más.

Jungkook no consideraba ser mejor que los demás en cuanto a moral, también se sentía culpable por una que otra cosa y si alguien en este preciso momento le preguntara si era una buena persona, Jungkook no podría responder.

Él solo hacía lo que creía que era correcto, lo que creía que no heriría a los demás.

Minnie_ 15:37

Hoy me llamaron temprano al trabajo.

No me esperes despierto, ¿sí? Mándame un mensaje si necesitas algo.

Todo estaba avanzando en la dirección perfecta.

Todo apuntaba hacia el mejor de los lugares.

Todo se sentía bien.

.

.

.

Los brazos de Jimin se sentían helados cuando se metió en la cama la noche del viernes. Jungkook, medio dormido, lo envolvió en un cálido abrazo y lo ocultó bajo todas las mantas, entonces lo notó: Jimin estaba tiritando.

—¿Hacía mucho frío afuera? —preguntó en un susurro apenas audible para ambos—. ¿Tomaste un baño caliente?

Jungkook se había acostado más temprano que de costumbre, estuvo despierto desde la primera hora de la mañana y todo el día se la pasó ocupado con exámenes, tareas, proyectos y, por si fuera poco, incluso asistió a un ensayo intensivo con la banda.

El sueño había sido tan pesado que ni siquiera escuchó a Jimin llegar.

—Uno frío —contestó Jimin con la voz ronca—. Me dolía el cuerpo.

El sueño de Jungkook se desvaneció con lo último dicho y su mente se inundó de preocupación.

Al inicio de la semana ocurrió algo muy extraño, Seokjin dejó de invitarlo a salir y también se volvió menos constante con sus mensajes, como si estuviera tratando de evadir a Jungkook. Con la ausencia de Seokjin era complicado actuar, no es que Jungkook no tuviera criterio propio, pero se había acostumbrado a que todas sus decisiones pasaran por Seokjin y no recibir una segunda opinión lo ponía de nervios.

¿Qué haría si se equivocaba y alejaba a Jimin para siempre?

—No debiste hacer eso...

Jungkook comenzó a frotar la espalda de Jimin para darle calor, toda su piel se sentía helada, como si hubiera pasado una hora entera enterrado bajo la nieve.

La noche estaba calificada como tranquila salvo por el viento que aullaba en la ventana, casi todos los residentes desaparecían desde la tarde del viernes para dedicarse a otras cosas en sus hogares o en bares de alrededor. No había ruidos innecesarios.

Ese silencio le permitió escuchar el lamento bajo que soltó Jimin cuando Jungkook frotó a los costados de su torso.

—¿Qué pasa? —preguntó, más preocupado que antes.

—N-Nada...

Lamentablemente Jungkook no era el tipo de persona que se quedaba convencido con cualquier cosa; mientras ambos se mantenían inmóviles, su mente comenzó a andar, conectando cosas, una tras otra.

¿Quizás podía ser un golpe? ¿Se había metido en alguna pelea otra vez?

Se sentó en la cama bajo las protestas ansiosas de Jimin y sin pensarlo dos veces se estiró hacia su nueva lámpara que encendió para ver con mayor claridad.

El rostro de Jimin se veía limpio e intacto, libre de cualquier golpe o rasguño, tenía los labios resecos y mordisqueados, quizás por el frío, el cabello húmedo pegado a la frente y los ojos entrecerrados a causa de la iluminación repentina.

—¿Qué haces? —gimió, cubriendo su rostro con el antebrazo para apartarse de la luz—. Solo vamos a dormir...

Jungkook alzó la manta y cuando trató de hacer lo mismo con la camisa de Jimin, este detuvo su mano en un movimiento seco.

—Jungkook, vamos a dormir —insistió, su voz envuelta en una seriedad amenazante que paralizó los movimientos de Jungkook.

—¿Estás bien?

—Por supuesto que...

—¿Lo prometes?

Los ojos de Jimin finalmente se rindieron ante la luz, bajó los brazos y miró a Jungkook a la cara, libre de cualquier intimidación, aunque no respondiera.

Momentos como estos mantenían a la pareja al borde de un precipicio. Era normal tener miedo a la ruptura de una relación que todavía no había empezado. La incertidumbre siempre fue el pilar sobre el que se erigieron tras su reencuentro.

¿Existía la forma de reiniciar el juego y obtener una nueva oportunidad?

¿No era eso lo que ya estaban haciendo?

—¿Por qué siempre te preocupas tanto? —Jimin alzó una mano y la enterró suavemente en la cabellera oscura de Jungkook—. Estoy bien, estoy aquí, no hay nada de qué preocuparse, ¿no crees?

—Es cierto, pero...

Antes de que pudiera decir algo, Jimin ya lo había atraído a sus labios como en muchas otras ocasiones. Un sabor a menta se coló en la boca de Jungkook, soltó un suspiro y volvió a apagar la luz, todavía con los besos de Jimin acompañándolo en su camino de vuelta a la almohada.

Que Jungkook se hubiera resistido una vez significaba que podía ser inmune a los tiernos encantos de Jimin, incluso si la mayoría de las veces lo dejaba ganar. Jungkook podía decirle a Jimin que dejara de mentir, podía encararlo, revelar la verdad escondida entre trucos que buscaban cegarlo, pero si había algo que no podía hacer era soportar las consecuencias.

Abrazó a Jimin por la cintura y lo acercó hacia su pecho, para que recargara su cabeza ahí.

Una mata de cabello rubio le hizo cosquillas en el mentón.

—¿Por qué siempre te sales con la tuya?

Jimin le respondió con una risita vergonzosa y se relajó entre las mantas.

—Aunque nunca gano nada... —susurró Jimin al cabo de un rato, cuando Jungkook apenas podía mantenerse despierto.

Un minuto después solo se pudieron escuchar suaves ronquidos en el cuarto.

.

.

.

En la mañana, Jimin estaba de pie frente al espejo del armario, terminando de peinar su cabellera con una concentración entrañable. Ni siquiera se dio cuenta del fiasco que era Jungkook, anotando algunas cosas en su computadora portátil desde la cama.

No estaba estresado por sus tareas, estaba estresado por Jimin.

Porque, por simple casualidad, Jungkook logró despertarse primero que los dos y, cuando sus ojos apuntaron al torso ligeramente descubierto de Jimin, pudo ver las marcas.

Manchas rojizas, algunas incluso púrpuras, marcas profundas a los costados de sus caderas y cintura. Todas parecían dolorosas a pesar de no ser demasiado grandes. Jungkook no quería pensar mal, pero incluso tenían forma de manos, como si alguien lo hubiera presionado con fuerza.

El desconcierto de Jungkook venía porque no entendía cómo, teniendo esos moretones ahí, Jimin todavía se veía tan imperturbable.

—¿A dónde iremos hoy? —preguntó Jungkook, tras terminar de enviar algunas tareas por correo.

—A donde quieras...

Los ojos de Jimin seguían pegados a su propia cabellera, fijos de una forma realmente extraña, como si estuviera viendo algo que le disgustaba de ella en el espejo.

—¿Pasa algo?

Jimin se quedó en silencio por algunos segundos antes de dejar escapar una risa que solo reflejaba burla. Tomó un gorro que estaba colgado por ahí y se lo colocó sobre el cabello recién peinado.

—No es nada, solo recordaba algo. ¿Qué te parece si nos vamos?

Tal vez era por la incertidumbre que Jungkook traía desde la noche que cualquier cosa le generaba sospecha, así que eligió creer y calmarse un poco.

—¿Listo para ir?

—Decente.

—Entonces... —Jimin extendió su mano—. Vamos juntos.

Ya no eran un secreto.

Las personas estaban al tanto de la amistad que ambos tenían; por supuesto, se convirtió en el chisme del momento.

A Jungkook lo pintaban como el tipo inocente que estaba siendo tirado hacia el mundo aversivo donde decían que Jimin vivía y a Jimin lo pintaban como un maldito aprovechado, pero todas esas eran mentiras.

Mentiras como cualquier otro rumor que englobara a Jimin.

Todas tenían que ser mentiras.

Mientras Jimin no confirmara ni negara nada, Jungkook no tenía que creer en eso.

Así que, aferrado a la seguridad que Jimin le prometía, Jungkook se deshizo de las imágenes mentales que lo habían preocupado en la mañana y, en su lugar, le regaló a Jimin un fin de semana tranquilo para los dos.

Tomaron un autobús, viajaron en tren subterráneo por alrededor de quince minutos y luego caminaron algunas cuadras hasta que llegaron a un local al que Jimin dijo que tenía que pasar a hacer algo en uno de esos tantos locales prestigiosos.

—Puedo esperarte afuera del local —propuso Jungkook; sin embargo, Jimin insistió en que lo esperara en la calle paralela, sentado afuera de una de esas tiendas de 24 horas.

Las personas iban y venían, los sábados solían estar llenos de gente en esta parte de la ciudad porque la zona turística estaba más adelante, además de que había cientos de tiendas en todas partes y ni una sola casa, solo departamentos lujosos en edificios altos y brillantes.

El padre de Jungkook solía trabajar cerca, la torre de su compañía era fácil de vislumbrar incluso entre tantas edificaciones de gran tamaño. Lo recordaba como una oficina muy silenciosa donde el único movimiento activo era el de las personas que se podían ver desde ahí arriba.

Ahora su padre trabajaba en otro lugar todavía más apartado; las probabilidades de que cruzaran caminos en una ciudad así de grande eran escasas, lo mismo en el caso de su madre.

Probablemente fue esa una de las muchas razones por las que Jungkook no se preocupaba por estar agarrando la mano de Jimin bajo los ojos escrutadores de las personas.

¿A dónde vamos?

Dos jóvenes en una gran ciudad tenían tantos lugares a los que ir y, al mismo tiempo, no tenían ningún lugar en el cual quedarse, al menos no otro más que el hogar que habían construido juntos.

Ahora podían llamarlo así, ¿verdad?

.

.

.

Los problemas verdaderos empezaron cuando Yoongi y Jungkook se quedaron a solas en el estudio por pura casualidad.

Al principio Jungkook se mantuvo quieto en la silla de Namjoon. No tenía nada que hacer en el celular, pero se mantuvo con entretenimiento fingido, navegando entre publicaciones y escribiendo ocurrencias en su sección de notas.

Todo hasta que ese momento tenso llegó.

Fue una llamada, y no para Jungkook.

Yoongi, quien estaba al fondo del estudio junto a la cafetera, contestó despreocupadamente, como si hubiera olvidado la presencia de Jungkook en la habitación.

—¿Qué pasa?

Jungkook intentó no prestarle atención, pese a que escuchar era la única cosa interesante que podía hacer mientras le mandaba mensajes a Hoseok para conocer su paradero. Al parecer, el baterista se había encontrado a Seokjin en el camino y este último se había ofrecido a traerlo hasta el estudio, aprovechando que debía traer algunas cosas de Namjoon.

—A mí no me hace tanta gracia, Taehyung... —dijo Yoongi; la mención del nombre solo despertó incertidumbre—. No puedes, a la medianoche cerraré la habitación, tú sabrás si te duermes afuera.

Las orejas de Jungkook se tornaron rojas mientras intentaba intuir las palabras de Taehyung. Lo conocía tan bien que se imaginaba que todo trataría sobre salir a una fiesta.

Alguien tan libre como Taehyung no debería tener que pedir permisos para salir a fiestas.

—Sí, di lo que quieras. Tienes que llegar temprano a dormir y no quiero excusas de que te arrastraron a beber o pintar casas... Taehyung... ¿Me escuchas primero?... ¿Me escuchas primero?... —Yoongi resopló y luego se quedó callado por un rato.

Cuando Jungkook miró de reojo, descubrió que el mayor había colgado hacía tiempo y ahora se encontraba enfriando su café con una cuchara. La tranquilidad que emitía resultaba inquietante, a tal punto que encendía chispas en la mente de Jungkook.

¿Había dejado a Taehyung hablando solo?

—Estaría bien que a la próxima contestaras afuera —masculló Jungkook, ganándose la atención de Yoongi—. No me dan ganas de escuchar a mi mejor amigo discutiendo con su novio.

Yoongi se quedó callado y llevó el café a sus labios, aunque su mirada intensa estuvo inmóvil en Jungkook por un minuto entero.

—Eres silencioso —atinó a decir, con un desdén falso en la voz—. Ni siquiera recordaba que estabas ahí.

¿Y si hubiera sido a propósito? Yoongi solía hacer cosas para molestar a Jungkook, y esta podía ser una de esas tantas bromas suyas.

Recordó más palabras de Seokjin, todo ese conocimiento que le dejó suelto antes de enseñarle cómo usarlo.

—Yoongi no te quiere, debe sentir envidia. Primero le robas el reflector en la banda y ahora te robas el interés de su novio. Si yo fuera tú, andaría con cuidado.

Jungkook apretó los puños.

—Recuerda que Taehyung es importante para mí. Si alguien intenta hacerle daño...

—¿No eres tú el mismo amigo que lo mandó a la mierda en el pasillo la otra noche? —Yoongi se burló—. Si eres ese tipo de amigo contradictorio, no sé si deba ponerle atención a lo que tengas que decir de un problema que ni siquiera te concierne. Solo digo.

Alguien tiró de los hilos que habían permanecido flojos durante tanto tiempo. La ira reprimida se hizo tensa y esa mirada desinteresada de Yoongi comenzaba a revelar el verdadero sentimiento oculto tras su sarcasmo.

Jungkook, quien había soportado muchas bromas durante tantos meses, había perdido el miedo a las palabras filosas. Estaba listo para saltar y defender a los suyos como muchas veces antes lo habían defendido.

—No te agrado —habló Jungkook, echando el celular a un lado—. Y tú tampoco me agradas.

—Felicidades —Yoongi bajó la taza humeante hasta dejarla en la mesa—, parece que eras el único que no lo sabía.

Solo una mordida más y ambos perderían la cordura.

—Estás celoso porque te robé el reflector... y casi te robo a tu novio.

La compostura de Yoongi se quebró en un segundo, transformando su rostro serio en una mandíbula tensa y facciones deformadas por indignación y enojo.

—Repite la mierda que acabas de decir, Jungkook —contestó, su tono tan grave como la amenaza implícita.

Jungkook se puso de pie lentamente, inspirado por la reacción verdadera de Yoongi, un hombre atacado.

—Estás celoso porque te robé el reflector y casi te robo a tu n...

La frase quedó atascada cuando, en un movimiento repentino, Yoongi se abalanzó sobre él, con las manos apretándolo por el cuello de la camisa. La fuerza de Yoongi era desproporcional a su estatura; podía verse más pequeño que Jungkook en tamaño y masa, pero todavía estaba un par de escalones más arriba.

—Te soporté suficiente —siseó Yoongi—. Muestras tu verdadera cara cuando no hay nadie, ¿no es cierto? Eres un mocoso repulsivo a quien solo le importa ser el puto centro de atención.

—¡¿Centro de atención?! No es mi jodida culpa que intentes competir contra mí.

Yoongi lo soltó con un empujón abrupto mientras lo veía con una incredulidad enfermiza que enfureció aún más a Jungkook.

—¡¿Qué carajos dices de mí?! —exclamó Yoongi, con una mezcla de asombro e indignación—. Yo no busco ser mejor que tú ni que nadie, yo busco ser mejor que mí mismo cada día. Soy mi propia competencia, Jungkook.

—¿Sí? Entonces, si no me consideras una amenaza, ¡¿por qué me delataste con Jimin?!

—¿De qué mierda hablas? —el tono altivo de Yoongi se quebró, dejando solo desconcierto.

—¡Sabes de qué hablo! Tú le dijiste a Jimin sobre la carrera, sabías que si iba con Taehyung no podrías reconciliarte con él ese día.

—¿Qué carajos...? —Yoongi negó con la cabeza y retrocedió unos pasos con el rostro en blanco—. Eso no tiene sentido.

—También le dijiste de mis retrasos a Namjoon, ¿no? Mierda, me advirtieron de ti, eres una sanguijuela, Yoongi, todo el tiempo acechándome como una sombra. ¿Sabes a quién deberías ponerle atención? A Taehyung, porque cuando lo hagas a un lado, estaré ahí y...

No fue Yoongi quien lo detuvo esta vez, sino el sonido de las llaves en la puerta y la característica voz animada de Seokjin que venía desde afuera.

Jungkook se sintió agradecido por la llegada de estos dos; la mera interrupción lo arrancó del arrebato y lo devolvió a su propio lugar desde una perspectiva completamente distinta.

Estaba empezando una peligrosa discusión con Yoongi, demasiado infantil de su parte cuando ni siquiera había recabado aún todas esas supuestas pruebas en contra de él, todas eran suposiciones y...

—¡Vete al carajo!

Un puño impactó contra su mejilla cuando se distrajo con el ruido en la puerta. Yoongi lo jaló del brazo y lo tumbó al suelo con una maniobra que Jungkook ni siquiera alcanzó a registrar.

—¡Yoon...!

Su brazo comenzó a doler, apresado en una dolorosa llave con la que su mejilla quedó presionada contra el suelo.

—¡Yoongi! —Hoseok gritó—. ¡¿Qué demonios?! ¡Suéltalo!

Pero Yoongi no lo hizo; contrario a la petición, lo presionó con más fuerza hasta que Jungkook sintió la respiración del mayor en su oreja.

—Cuenta cuántos segundos le toma a tu ángel rescatarte —susurró Yoongi antes de ponerse de pie y asestarle una patada en el abdomen.

Jungkook se retorció en el suelo por el dolor.

No comprendía lo que estaba pasando de un momento a otro.

¿Ángel? ¿Qué ángel?

A duras penas encontró a Hoseok corriendo hacia Yoongi para apartarlo, mientras Yoongi seguía intentando propinarle algún golpe a Jungkook, quien a duras penas conseguía cubrirse.

Jungkook intentó ponerse de pie, pero Yoongi logró devolverlo al suelo colgándose de él con todo su peso.

Soltó un gemido estrangulado.

—Pequeño imbécil, ¡¿qué carajos te sucede?! —exclamó Jungkook.

Comenzó a patalear para deshacerse del peso extra que tenía en las piernas; sin embargo, Yoongi y su fuerza no eran un juego.

De algún modo, Hoseok consiguió retener a Yoongi.

Solo cuando Jungkook se apartó y se repuso por completo, comprendió lo que Yoongi decía.

—¡Jungkook, sal de aquí! —ordenó Hoseok.

Jungkook también descubrió que Yoongi solo fingía resistirse cuando hace unos minutos había tirado a Jungkook al suelo con una facilidad profesional.

—¡Huye con Seokjin! —gritó Yoongi—. ¡Maldito cobarde!

Y probablemente ese último insulto no había sido dirigido hacia Jungkook.

Seokjin se acercó hasta él y lo envolvió con su chaqueta, llevándolo a la puerta. De forma irónica, Jungkook no se sintió a salvo con la atención del mayor.

Cuenta cuántos segundos le toma a tu ángel rescatarte.

En un forcejeo alargado de gritos y tirones, Seokjin jamás se movió de su lugar hasta que todo terminó.

Al alzar la mirada para buscar una respuesta en Seokjin, todo lo que recibió fue la aterradora vista de unos ojos fríos que ni siquiera lo veían.

—Te llevaré a la residencia. Jimin sabrá tratar tus heridas.

.

.

.

Jimin maldijo al ver a Jungkook llegar con un golpe en la cara.  Afortunadamente, según sus propias palabras, el moretón sería apenas visible para el siguiente día.

Pese a que Jungkook había tenido la sensación de que la pelea había sido salvaje, cuando Jimin le aplicó un ungüento y le preguntó si había otro lugar que le doliera, Jungkook se dio cuenta de que esa pelea no había sido nada.

Casi calculada.

—Estaba muy seguro de que eras bueno en defensa personal —Jimin intentó bromear una vez que la calma llegó a la habitación.

—Soy bueno dando golpes —contestó Jungkook, todavía avergonzado de haber perdido contra alguien como Yoongi—. Pero no podía hacer nada con ese idiota aplastándome así...

—No te lo tomes personal, Yoongi practica Judo desde hace como dos años para proteger a Taehyung.

Jungkook frunció el ceño.

—Lo conoces bien...

—¿A quién?

—A Yoongi.

—Bueno... —Jimin se recostó en la cama junto a él, suspirando—. No somos amigos, pero hemos pasado demasiado tiempo juntos, supongo que sería extraño no memorizar una que otra cosa por accidente.

—Pensé que lo eran —respondió Jungkook, se acomodó mejor en la cama para mirarlo directamente—. Parece ser de los pocos que tienen el privilegio de sentarse junto a ti sin morir en el intento.

Jimin soltó una carcajada que sonrojó a Jungkook y limpió una lágrima imaginaria. Se inclinó hacia Jungkook apoyándose de un brazo y le regaló una sonrisa encantadora. En ese ángulo parecía que estaban coqueteando.

—Eres devastadoramente lindo, Gguk —dijo de pronto—. Mi chico ingenuo...

—¡No soy ingenuo!

—Tienes razón, yo diría que eres el estándar de la paz —Jimin comenzó a acomodar los mechones rebeldes de Jungkook que cubrían su frente—. Le diré a Yoongi que no vuelva a meterse contigo, no queremos que te rompa un brazo.

La sonrisa en el rostro de Jungkook se desvaneció, dejando una mirada seria.

—No quiero que resuelvas mis problemas.

Namjoon y Seokjin ya habían hecho suficiente de eso, a tal punto de que Jungkook se sentía encerrado en una caja de cristal, ignorando todas las cosas malas a su alrededor como si esperara que los demás lo resolvieran.

No quería darle más problemas a Jimin, quería ser autosuficiente para él, hacer lo necesario para los dos.

—No lo veas como si te estuviera mimando —se burló Jimin—. Sé que eres fuerte, pero algunas cosas están fuera de tu alcance y para solucionarlas necesitas la ayuda de los demás.

Jungkook se relajó con el peso de las palabras de Jimin calmando sus disgustos. 

—Ese consejo también te sienta bien, Minnie —dijo en voz baja—. Te dejaré protegerme si me dejas hacer lo mismo contigo.

El rostro de Jimin se iluminó, con sus ojos intensos sobre los de Jungkook daba la sensación de que el mundo entero temblaba.

—¿Qué pasa? —preguntó Jungkook.

—Nada, solo... —Jimin negó con la cabeza riendo—. No es nada, iré a trabajar.

—¿Dije algo raro?

—No, de verdad —Jimin salió de la cama—. Fuiste tierno hace un momento y lo que dijiste fue muy emotivo, solo me quedé pensando; recordé ese día que ibas a confesarme tus sentimientos y todo eso...

Jimin se levantó y volvió a su propia cama, donde hasta antes de que Jungkook llegara, había estado doblando la ropa recién lavada.

—Oh... ¿fue divertido?

—No, solo pensé que... me preguntaba si todavía sientes lo mismo ahora que hemos pasado más tiempo juntos y has conocido cosas que no sabías de mí... quizás has reconsiderado mejor lo que querías decir.

—Me gustas más —confesó Jungkook, sin permitir al silencio hacer de las suyas—. ¿Es romántico? Sí, definitivamente. 

No podía ver la expresión facial de Jimin, lo único visible era su espalda y los movimientos que hacía cada vez que doblaba una prenda y la apilaba en su grupo correspondiente.

—Ggukie, hay un lugar que quiero visitar contigo, así que... mantente libre para el tercer fin de semana de octubre, ¿de acuerdo?

Jimin terminó de acomodar su ropa y luego recogió una toalla antes de desaparecer en el baño.

—¡Es una cita! —declaró Jimin desde adentro antes de abrir la llave del agua y permitir que su voz fuera silenciada.

Jungkook tomó una almohada y gritó en ella, la emoción y los nervios lo hicieron dar vueltas por toda la cama mientras sonreía como un idiota.

Estos sentimientos lo iban a matar.

Sé que el "te amo" se inventó para expresar el sentimiento dominante que nos hace querer estar con una persona para todo la vida, pero incluso si ese es su significado, todavía no era suficiente para decirte lo mucho que me preocupaba por ti.

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No fue a propósito, pero tuve muchas crisis creativas inmediatamente después de que terminé el capítulo anterior, todo este capítulo nació entre el jueves y hoy, así que sean considerados con esta pobre escritora TT.

Ya ni siquiera releí la última escena, no estaba planeada, no sé si me arrepienta mañana o haya quedado en el momento preciso, solo la hice y ya.

Les mando muchos abrazos.

—Princess.







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