Lluvia de meteoritos/Universos imaginarios
Me disculparé una y mil veces más, me disculparé por no haberme dado cuenta antes, me disculparé por haberte juzgado, me disculparé por todo lo que no hice por ti, porque no sabía que me necesitabas.
—Son luciérnagas —susurró una voz acaramelada y pequeña en medio de la fresca noche.
—¿Luciérnagas? ¿Cómo volarían hasta allá arriba las luciérnagas?
—Eso es porque no son luciérnagas como las nuestras, son luciérnagas del espacio... ¿En verdad crees que podrían ser soles lejanos como el nuestro? Serían más grandes y tendríamos mucho calor todo el tiempo, pero hace frío y por eso creo que son luciérnagas.
—¡Vaya, Gguk! Eso es muy inteligente, eso explicaría por qué no se ven de día, las luciérnagas no brillan en el día, ¿verdad?
—Te lo dije, son luciérnagas del espacio.
—Aunque mamá una vez me dijo que... dijo que son haditas que cumplen deseos.
—¡Las luciérnagas también cumplen deseos!
—¿Quién dijo eso?
—Eso no importa.
—Me gustan las haditas...
—Bueno, tal vez las haditas son esas estrellas que pasan rápido y las luciérnagas son estas.
—Tiene sentido, me gusta esa idea, mi Gguk es tan inteligente.
—¿Lo soy?
—Muy inteligente.
Una sonrisa orgullosa apareció en el rostro del niño más pequeño de ambos, Jungkook, complacido por los halagos siguió contando más de sus ideas y de sus pequeñas teorías sobre la naturaleza.
Era verano, habían viajado a visitar el campo. La vieja casa del abuelo de Jungkook estaba en una colina y mientras las dos familias conversaban adentro, los niños se relajaron afuera acostados en una manta cálida sobre la hierba, era la primera vez que veían un cielo así, tan despejado y limpio del moho de la ciudad.
—¿Gguk? —El nombrado respondió con un asentimiento—. Un día viajaremos allá arriba y veremos esas hadas y luciérnagas, ¿verdad?
—Iremos. —Ambos juntaron sus manos y unieron sus meñiques—. Lo veremos con nuestros propios ojos, Minnie, con nuestros propios ojos.
6 y 5 años, un interés inocente.
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Cuando Jungkook nació, la familia Jeon ganó una demanda importante y recuperó todo su dinero perdido tras haber caído en una estafa.
En la semana en la que Jungkook nació, el señor Jeon consiguió un ascenso como gerente de producción en una empresa en desarrollo, que más tarde se convertiría en la principal marca de café en el país.
El mes en el que Jungkook nació, empezó la búsqueda de una casa grande y nueva para la familia Jeon donde el nuevo integrante de la familia pudiera tener un crecimiento saludable lleno de oportunidades para un futuro estable.
El año en el que Jungkook nació, los Jeon estuvieron llenos de buenas noticias, la suerte brotó en cada espacio de su hogar y la abundancia se convirtió en la más grande bendición de aquella familia, fue así como la llegada de Jungkook se convirtió en un símbolo de fortuna para todos.
¿Y si se trataba de un buen presagio, en qué momento las cosas se fueron a nublar?
Empezó como un juego infantil, tan inocente como un cuento de hadas, los primeros años solo existía un pequeño pelinegro con una sonrisa enorme y unos ojos negros preciosos donde muchos decían que se ocultaban galaxias enteras. Las tardes eran aventuras junto a su mejor amigo donde un día salvarían el mundo de una peligrosa invasión zombie, otro día conquistarían una isla y robarían el botín de piratas salvajes que darían su vida por sabotearlos e incluso recorrerían un castillo para matar al dragón y volverse reyes de un imperio entero.
Pero tras esas sonrisas y jugueteos habría dos adultos discutiendo el futuro del pequeño Jungkook, quien no parecía tomarse las cosas muy en serio, era sólo un niño, ¿cómo podían culparlo? Él había sido dominado por el encanto de un ángel, naturalmente a causa del hechizo seguiría al pequeño ser con alas invisibles a donde sea que fuera, haría todo por y para él.
Era un juego tan inocente, que cuando el sueño infantil llegó a su fin hubo que abrir los ojos hacia el mundo real y solo hasta ese momento la sonrisa dorada desapareció.
Con la pérdida de su mejor amigo y la lejanía de sus padres, Jungkook enfocó su vida en los estudios para convertirse en un orgullo, aún si su mente pertenecía al ángel que se había llevado sus sonrisas, aún si cada noche se encerraba en la computadora para buscar alguna señal de vida.
Nada volvió a ser igual.
Incluso en este momento, nada era igual.
Chocaron con el iceberg y lo destruyeron, los fragmentos se regaron en la habitación cortando e hiriendo todo a su paso, Jimin fue la primera víctima, sus ojos se volvieron cristalinos y sostuvo las sábanas para cubrirse hasta la cabeza con ellas, como si aquello pudiera rescatarlo.
—No hagas esto... —masculló debajo de la manta, su voz se hacía cada vez más débil mientras hablaba—. Jungkook, por favor... No lo hagas...
Las ventanas empañadas por la lluvia no fueron suficientes para hablar del calor de la habitación, porque todo era frío y ese incendio propagante que era Jimin por fin se había convertido en cenizas
—¿Entonces qué hago? —Jungkook se puso de pie y caminó hasta la cama de Jimin para sentarse en el borde—. ¿Finjo? ¿Soporto tus bromas? ¿Me trago mis emociones y disimulo que no me duele cuando me ignoras, me insultas o dices cosas malas de mí para hacerme sentir mal?
—No hagas esto... —repitió Jimin, como un mantra.
—Vamos a hablar —decidió Jungkook por ambos, llevó las manos a la manta y la bajó sin ser tan brusco—, no podemos seguir así, tú mismo lo sabes.
Jimin lucía tan indefenso, su nariz enrojecida era lo único que tenía color en su rostro y su cabello rubio era un desastre sin chiste, quizás este era el peor estado en el que Jungkook lo había visto y la verdad es que a este último no le importaba, no estaba criticando nada de él, verlo así no lo hacía menos atractivo ni menos querido, tampoco lo volvía débil, sólo era Jimin, el Jimin real que no usaba una máscara de fanfarronería.
—Mírame —susurró Jungkook—, es tu turno de hacerlo.
Jimin tenía el rostro ladeado y miraba hacia su pared vacía.
—Jungkook, no...
—¿Nos conocimos, Jimin? ¿Fuimos amigos alguna vez?
Jimin permaneció el silencio, gotas golpeando la ventana fueron el único ruido perceptible cuando afuera el pasillo silencioso estaba desolado.
No había nadie más en el escenario, sólo ellos, no había modo de huir de la conversación.
—Sí, nos conocimos en la infancia —declaró—. Te decía Ggukie y tú a mí me decías Minnie, pasábamos las vacaciones juntos mirando estrellas, comiendo helado, dibujando nuestro futuro, en la escuela éramos como uña y mugre, se burlaban de mí por no tener papá, de ti porque te recogía el abuelo, todos decían que eras demasiado tonto, a mí me decían que era hijo de una infiel, y aun así... éramos amigos... nos amábamos, nos defendíamos todos los días, nos prometíamos un futuro mejor... Y luego mamá se fue...
Jimin mordió su labio inferior, no quería seguir hablando, tampoco quería voltear a ver a Jungkook, este era el Jimin real, un chico joven y herido, hundido en el colchón, con las manos frías hasta los huesos por los nervios.
—Es cierto, Minnie —Jungkook sonrió con calidez, una de sus manos acarició el rostro herido de Jimin y con cuidado lo dirigió a su dirección, haciendo que sus miradas tristes se conectaran—. Éramos amigos.
—¿Me odias?
—¿Quieres que lo haga?
—Lo estoy intentando, Jungkook. He hecho todo para que te alejes y comprendas que no podemos seguir juntos, pero tú... ¿por qué sigues aquí para mí? No lo entiendo, yo no...
—¿Por qué no seguiría aquí? Te perdí, Jimin, nos quitaron tantos años y ahora que estás aquí la idea de dejarte ir una vez más me frustra. Estuve buscando a mi mejor amigo por años... Mi yo infante no lo entendía, todas las noches tenía tanto miedo de no volver a verte, y cuando crecí... Era miedo a que hubieras desaparecido para siempre... ¿Tú me olvidaste así de fácil?
—Te lo juro... te juro que también te busqué —Jimin tomó la mano en su rostro, apartándola con movimientos temblorosos—, hice todo para verte...
—¿Y qué pasó?... Solo dime qué he hecho para que me rechaces...
—Porque... —no hubo más que silencio, tal vez ni siquiera él tenía una razón clara o si no era eso, entonces era algo tan grande que apenas y podía pronunciar—. Porque cambié.
—Yo también cambié, Jimin —respondió Jungkook, apresurado—, todos cambiamos y no tiene nada de malo.
—No, Jungkook, no lo entiendes... yo cambié... —sus palabras cayeron lentamente—, no podemos ser amigos, he cambiado para siempre...
—Jimin...
—No soy el mismo ni lo volveré a ser nunca más y no quiero seguir lastimándote, lo juro por dios, juro que no quiero dañarte, tampoco quiero que me odies, pero si es la única manera, ¿entonces qué hago?
Jungkook estaba inclinado, tenía ambas manos recargadas a los costados de Jimin para ayudarse a sostener su peso, su cabello caía hacia abajo suavemente, su rostro estaba a centímetros del de Jimin, buscando cada pequeña verdad en sus ojos azules.
—No te alejes, no nos dañes y confía en mí. Sea lo que sea que esté pasando podemos superarlo.
Jimin suspiró.
—No tienes idea de lo que dices.
—Incluso si no conozco la magnitud de tus problemas, tócame y dime que este corazón miente.
Jungkook tomó una de las manos de Jimin y la dirigió a su pecho para hacerlo sentir el latir intenso de su corazón, cada angustia en sus acciones no hacía más que reflejar su sinceridad, él no sólo quería, anhelaba que Jimin pudiera creerlo.
—¿Por qué te aferras a mí? —la mano de Jimin se convirtió en un puño débil sobre la tela de la camisa de Jungkook—. No hay nada aquí para ti, Jungkook, no tengo nada qué ofrecerte... ¿comprendes?
—¡No hables así de ti mismo!
—Este amor, Jungkook —Jimin volvió a extender la palma y acarició su pecho—, es una mentira, no puedes querer a alguien a quien no habías visto en años, alguien que quizás ya ni siquiera conoces.
Jungkook negó con la cabeza, las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos negros.
—Entonces déjame volver a conocerte, déjame atravesar el muro que nos pones y dame la oportunidad de aprender a quererte una vez más —suplicó—, entonces cuando tenga mi propio criterio decidiré y tú podrás decirme si lo que siento no es verdadero.
—Ggukie, siempre ha sido fácil, ¿no es así?
—¿Qué?
—Hacerte llorar... ¿siempre ha sido fácil?
Los labios de Jungkook temblaron y pronto se derrumbó sobre Jimin, vuelto un desastre de espasmos y sollozos, la dureza de sus palabras se desvaneció, nunca se cansaría de insistir, de eso estaba seguro, pero en ese momento necesitaba un respiro de todo.
Tal vez nadie podía entender la confusión arremolinada en su pecho, incluso cuando su sufrimiento de años era imposible de ignorar. Todavía podía saborear las noches de melancolía frente a la computadora buscando alguna señal sobre Jimin, algo que le dijera que seguía vivo, tal vez fue obsesivo de su parte, pero se sintió como un acto de amor
Jimin acarició su cabellera negra con tacto, su mirada permaneció en el techo mientras Jungkook lloraba en su pecho. Estaba pensando.
—Si te diera la oportunidad, ¿cómo podríamos seguir después de todo esto?
Jungkook se volvió a incorporar y secó sus lágrimas, no le gustaba esto de derrumbarse a mitad de la discusión, no quería ser débil para Jimin, quería demostrarle que ahora era más fuerte y podía protegerlo.
—No quería presionarte —empezó a hablar—, pero me duele tanto no tenerte cerca, quisiera poder ayudarte más, tal vez si empezamos de a poco y sanamos juntos... Estaré dispuesto a escucharte, seré tu hombro para llorar y también te mostraré en qué he cambiado, prometo ser fuerte para ambos, puedo hacer esto, puedes contar conmigo.
—¿Y los demás? ¿Y tus amigos? ¿Y las personas que están allá afuera? —Jimin lo miró con compasión—. ¿Qué harías con ellas, Jungkook?
—No los escucharé, nunca los he escuchado, no importa lo que digan, el Jimin real está frente a mí y nadie que no lo conozca puede juzgarlo, sé que tienes una mala reputación, pero nada de lo que digan cambiará mi percepción de ti, incluso si llegan a hablar de mí... ¿Qué importa? Sólo importas tú.
Jimin sonrió a medias.
—Supongo que tal vez podemos intentarlo, pero...
—Dame una noche —dijo Jungkook, las mejillas de Jimin se tornaron de color rojo y quiso decir algo, pero fue interrumpido—, quiero decir que seamos amigos, sólo por hoy, sólo por esta noche.
Jimin suspiró con alivio, Jungkook se sintió avergonzado de que aquello se hubiera malinterpretado al notar su reacción.
—¿Y después?
—Mañana cuando cruce esa puerta podemos empezar desde cero, ¿eso estaría bien para ti?
Jimin tragó saliva y lo miró dubitativo, al menos la firmeza de Jungkook parecía ser contagiosa, tal vez no era una mala idea, quizás podría funcionar.
Entonces abrió los labios y aceptó.
Los sentimientos que ardían, poderosos y fugaces, se liberaron como una lluvia de meteoritos iluminando el cielo oscuro, al colocar las ideas en su lugar para deshacer los malentendidos, la tensión se desvaneció como el último suspiro de estelas luminosas en un espectáculo celestial.
Toda la noche fue una mentira, y en vez de sentirnos mal por ello, aceptamos ser parte de esa ilusión formada por nuestro mayor deseo.
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Al despertar, Jungkook tuvo una epifanía.
Nunca antes había sentido tanta calidez al dormir desde que se había mudado, tampoco había dormido así de bien sin amanecer con algún dolor de cabeza o espalda, hasta antes de esa noche no había notado cuánto necesitaba de un buen sueño reparador.
—Estás despierto... —susurró una voz suave como el amanecer.
Jungkook bostezó y se aferró a aquello que abrazaba, tenía tantas ganas de estirarse, abrir las cortinas y empezar un maravilloso día, pero un peso extra amenazaba con enviarlo de vuelta a la somnolencia.
—Ggukie, si no vas a clases nos quedaremos sin calificación...
Jungkook parpadeó lentamente en un intento de dejar que sus ojos se acostumbraran a mantenerse abiertos, no tenía idea de qué hora era, pero esa luz azulada del exterior era una señal muy buena.
Con los cuerpos casi enredados, el frío tras la lluvia ni siquiera era perceptible
—¿Qué hora...?
—Ocho de la mañana. Te perderás de la primera clase si no sales corriendo ahora mismo.
—¿Dices que me vaya mientras estás casi encima de mí? —preguntó en un tono burlón con voz ronca—. ¿Cuánto tiempo llevas despierto?
—No lo sé... ¿Dos horas?
El sueño de Jungkook desapareció y sus ojos lagañosos se agrandaron de sorpresa, eso era mucho tiempo, una buena cantidad de tiempo en realidad y se sentía terrible considerando que se habían ido a dormir bastante tarde.
—¿Por qué? ¿Te sientes mal? —Jungkook subió una mano a la frente de Jimin—. Estás tibio, ¿todavía te duele mucho todo el cuerpo? Necesitas tomar alguna pastilla, pero no tengo nada aquí, iré al cuarto de Hoseok para ver si tiene algo que pueda prestarme.
Jimin siseó y colocó un dedo sobre sus labios para hacerlo guardar silencio, luego se acurrucó en su pecho y respiró a un ritmo suave con tranquilidad.
—Estoy bien, Gguk —susurró con cansancio—. Eres divertido, pareces una madre preocupada.
—Estoy seguro de que sería del tipo que se asegura de que no vayas afuera sin comida en el estómago y un suéter encima —se burló—, soy malo cuidando de mí mismo, pero cuido bien de los demás.
—Debes ser perfecto como novio.
La naturaleza con la que salió el comentario hizo que el rostro de Jungkook enrojeciera de la vergüenza.
—Bueno, mi ex decía que yo era bastante aburrido e indiferente así que lo dudo.
—¿Por qué diría eso de ti?
—Espera, estábamos hablando de tu insomnio hace un minuto —interrumpió Jungkook—. ¿Estás seguro de que te sientes bien?
—Lo estoy, volveré a dormir en cuanto te vayas, sólo es la costumbre de despertarme temprano todos los días, supongo —bostezó.
—¿Te duele?
—Siento que me pasó un camión encima, creo que ni siquiera siento las piernas y los brazos... ¡Oh, Dios! No los puedo mover.
—¿En serio? —El entrecejo de Jungkook se frunció y este se sentó en la cama con cuidado al mover a Jimin—. Eso no es bueno, tenemos que ir a un hospital para que te revisen, le dije a Yoongi que fuéramos, tal vez te rompiste algo...
Al regresar la mirada a Jimin, encontró una sonrisa reprimida. No estaba hablando en serio. Jimin acabó por romper en risas.
—En serio, ¿por qué te preocupas tanto por cualquier cosa? —habló entre risas.
No me preocupo por cualquier cosa, me preocupo por ti.
Y tal vez, tal vez Jungkook tenía tanto tiempo sin verlo reír de verdad que la felicidad se contagió y pronto se encontró a sí mismo sonriendo como idiota mientras Jimin reía.
Se veía mejor hoy y no hablaba del aspecto físico, simplemente su semblante había cambiado demasiado, como si una nube oscura hubiera desaparecido de su cabeza, no había enojo ni frialdad, ninguna emoción reprimida.
Jimin estaba aquí en la mañana brillando antes que el sol y cualquier otra estrella.
Jungkook no podía sentirse más feliz.
Volvió a acostarse y su rostro quedó de frente al de Jimin, ambos todavía estaban tan sonrientes.
—Eres bonito cuando te ríes —dijo Jungkook inconscientemente.
—¿Bonito? —preguntó Jimin con descaro, todavía la sonrisa amigable seguía en su rostro.
—¿Sonó raro?
—Supongo que no es un término normal para un hombre.
—Perdón por eso, si te molesté....
—No, en realidad me gusta saberlo.
Los ojos de Jungkook viajaron por todo el rostro de Jimin, podría durar horas admirándolo, primero contaría cada una de sus pecas, luego vería sus perfectas imperfecciones, el color rojo natural de sus mejillas, sus pestañas pequeñas y encantadoras como su nariz de botón.
Tal vez no era normal sentir una fascinación de ese nivel, lo sabía, sin embargo, resistirse lo volvía aún peor.
—No sólo eres bonito cuando ríes.
—¿Cuándo lo soy, Gguk?
—Siempre, eres bonito incluso cuando no estás haciendo nada, tú sólo... —Jungkook tragó saliva y se detuvo, los nervios comenzaron a hormiguear bajo su piel.
—¿Sólo qué? —Jimin lo instó a continuar, el interés era palpable en sus ojos azules.
Jungkook mordió su mejilla por dentro, de momento a otro la habitación había empezado a arder y su corazón amenazaba con salir de su pecho, nunca creyó que tendría a Jimin a escasos centímetros de distancia, usando un tono seductor tan íntimo en medio de una conversación mañanera como esta.
—Sólo te encargas de hipnotizar a quien sea.
Sintió su respiración cálida rozar la suya, nadie dijo nada, la sonrisa de Jimin se desvaneció convirtiéndose en una expresión bastante seria, pero aún relajada, su mirada iba y venía, Jungkook no quería alucinar, pero sentía que Jimin estaba mirando hacia sus labios y la verdad es que él también estaba haciendo lo mismo con los suyos.
Ambos se estaban acercando lentamente.
Un beso...
—Me tengo que bañar —anunció Jungkook cuando su valentía huyó y su mente se aisló en la vergüenza.
La mirada de Jimin que hasta entonces había permanecido suave como el terciopelo decayó sin expresar un sentimiento en específico, parecía intuitivo, apenas iba a decir algo cuando Jungkook se levantó casi de golpe al salir de la cama.
—Saldré rápido.
Y tras ese último aviso, tomó una toalla del respaldo de una silla y se refugió en el baño de la habitación, podía sentir sus propios latidos en los oídos, eso había estado bastante cerca, estaba seguro de no haberlo imaginado, en verdad se iban a besar una vez más, como en esa noche.
—Mierda, bésame, llévame contigo, Ggukie... Mi estrella, llévame contigo y déjame ser tuyo.
El calor apareció en su rostro al recordar esas dulces súplicas de la noche en la que se reencontraron, no quería darle vueltas a todas esas frases o todas las promesas, no necesitaba más heridas ni confusión, su prioridad era convertirse en un buen amigo, el soporte que Jimin pudiera necesitar.
Abrió la llave de la regadera y se permitió alejarse de todas las ideas comprometedoras, nada de eso se haría realidad, no por ahora.
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Al salir del baño encontró a Jimin en la misma posición en la que lo había dejado, boca arriba con la mirada en el insípido techo.
Anoche Jungkook terminó el ensayo rápido, no lo habría logrado sin las ideas de Jimin, esa pequeña cabeza rubia escondía cientos de grandes ideas, era un mar del conocimiento.
Después de eso, se acostaron juntos con las luces apagadas y hablaron de muchas cosas, como dos viejos amigos encontrándose tras tanto tiempo, no hubo ningún tema profundo, intentaron hacerlo casual. Jimin habló del significado de cada una de las fotos que colgaban en su pared, un tinte de cabello oculto en algún lugar de la habitación esperando ser usado, dijo algunas cosas sobre música, lo mejor era que curiosamente ambos escuchaban los mismos grupos y casi conocían las mismas canciones, escucharon algunos álbumes durante toda la madrugada. Jungkook habló sobre su sueño, un sueño que ambos conocían a la perfección, uno donde el éxito de Jungkook en la música era inminente y el mundo se elevaba bajo sus pies. Jungkook quería compartir sus sentimientos en las notas y las letras para dejar que llegaran a todo el mundo y haría todo para lograrlo, sin importar cuán ambicioso fuera.
—¿Volverás a clases cuando te recuperes? —preguntó Jungkook mientras buscaba su ropa.
—No lo sé... He estado muy ocupado con algunas cosas, ¿sabes?
—¿Qué tipo de cosas?
—Trabajo, siempre trabajo —divagó con cansancio—. Me matarán si no voy.
—No puedes ir en este estado, ellos deberían entenderlo.
—Seguro, deberían entenderlo...
Jungkook notó aquel tono ácido, quería saber más, había tantas cosas que quería conocer sobre Jimin, centenares de preguntas que quería hacerle, pero el tiempo era escaso y se encontraba atado de manos en esto. Incluso si tenían un trato de amistad, aún se sentía como caminar sobre cáscaras de huevo, no iba a alejar lo que tanto le había costado alcanzar.
—¿Llamarás para decirles que vas a faltar?
Jimin le regaló una sonrisa inexplicable que hizo que Jungkook creyera haber hecho una pregunta estúpida.
—Me gusta cuando usas tus camisas blancas —dijo Jimin—. O cuando usas tus beanies, en especial los rojos, te ves bien con ellos, ¿te lo han dicho?
Jungkook se sintió avergonzado y ocultó su sonrisa mientras terminaba de meter sus cosas en la mochila, los halagos de parte de Jimin se sentían tan refrescantes y le generaban estúpidas sonrisas difíciles de quitar.
—Tal vez tienes razón... —contestó con modestia, Jimin respondió con una risita—. A mí me gustan tus camisas de rayas y las blancas de vestir.
—¡Soy un genio de la moda!
Jungkook tenía todo listo para irse, sólo estaba haciéndose el tonto atando sus agujetas con precisión y buscando nada en sus cajones mientras iba de un lado a otro.
No le gustaba la idea de dejar solo a Jimin, la detestaba en realidad. Jimin era alguien acostumbrado a estar afuera, seguro se sentiría tan aburrido estando en esas cuatro paredes sin nada que hacer.
—¿Terminaste? —preguntó Jimin, quien lo veía con diversión desde la cama—. Creo que ya llevas todo lo necesario ahí para irte.
—Sólo busco un borrador.
—Jungkook, ¿olvidas que te conozco? No tienes que preocuparte por mí, dormiré y estaré bien, no es como que me haya roto algo, esto no es nada.
Con resignación, Jungkook se colgó la mochila en el hombro y fue hasta la puerta, era hora de las despedidas, al salir nada volvería a ser como hoy, aquella noche dulce acompañada de risas y conversaciones se convertiría en un simple recuerdo.
—Que te vaya bien en clases, Gguk.
—Gracias —abrió la puerta, cruzando una cruda realidad lo esperaba—. ¿Cuándo vuelva seguirás aquí?
—Sí, Gguk —la respuesta de Jimin salió temblorosa y le hizo saber que estaba igual o más roto que él—, estaré aquí esperándote como siempre.
Ambos sabían que era mentira, cuando saliera de ahí disimularían que nada había pasado, que aquella conversación solo había sido un buen sueño, uno del que odiarían despertar.
—¡Nos vem-!
—¡Espera! —Jimin lo detuvo—. Acércate.
Obedeció de inmediato, ni siquiera dudó en cerrar la puerta de nuevo y correr de regreso hacia la cama. Ansiaba más, una excusa para seguir ahí.
—¿Qué pasa, Minnie? ¿Necesitas algo antes de que me vaya?
—No, sólo... ¿tienes una moneda?
—¿Eh?
—Del valor que sea, dame una moneda, la que quieras.
Los ojos azules de Jimin se veían tan seguros de sí mismos ante la confusión de Jungkook.
¿Para qué querría una moneda? Se preguntó. Fue una petición extraña a la que de todas formas acudió, tomó la primera moneda que sus dedos alcanzaron y luego la puso en la mano del rubio.
—¿Así está bien?
La mano de Jimin se cerró en un puño con la moneda adentro, desvió la mirada por un momento, se quedó pensando sin responder y la incertidumbre incrementó.
—¿Pasa algo, Minnie?
Aún sin hablar, el rubio hizo fuerza con los brazos para sentarse en la cama, la acción demoró, debió ser doloroso para él debido a sus heridas, pero hizo el esfuerzo entre jadeos y luego miró a Jungkook a la cara.
—Oye... —llamó—. Inclínate hacia aquí un momento.
Jungkook de nuevo hizo caso, cuando se trataba de Jimin podía hacer de todo incluso con los ojos vendados.
—Dime.
Jimin llevó una mano hacia su nuca y la dejó descansar ahí, sus pequeños dedos delgados comenzaron a juguetear un poco con el cabello oscuro de Jungkook. Aún tenía una mirada firme, tal vez un poco nervioso, bastante familiar, tan similar a las veces en las que Jimin de niño iba a hacer uso de su valentía para hacer algo grande.
—Te quiero —dijo Jimin con la misma sinceridad y pureza que un niño usaba para declararle amor a sus padres.
El corazón de Jungkook tembló y todo el escenario se derrumbó, pequeñas gotas caían en las sábanas, lágrimas saladas que le pertenecían, llenas de tristeza y odio hacia el mundo que se había encargado de separarlos.
—T-También... yo también... te quiero —ahogó sus últimas palabras en un sollozo desesperado.
Invadido por la misma desesperación, Jimin lo tomó de la nuca para depositar un beso en sus labios, una explosión de emociones se formó en el pecho de Jungkook con un sólo roce, gimió entre el beso y aquello sólo le dio la fuerza a Jimin para intensificarlo, las manos de Jungkook fueron a su cuerpo para acercarlo más, al punto de que terminó sentado en la cama abrazándolo, recorriendo su anatomía con los dedos por sobre la ropa.
Se preguntó, ¿cómo un simple roce de labios podía hacerlo sentir tanto?
Sus labios de miel lo derretían con cada movimiento, tal vez no eran ellos, tal vez era el portador de estos, tal vez se trataba de la calidez de esa alma que intentaba llegar al corazón de Jungkook a través de un par de besos, pequeñas caricias que se sentían como estallidos cósmicos, millones de estrellas brillando maravillosamente en el interior de ambos. Lo que había sido materia oscura por años se había llenado de cientos de astros iluminando como un rayo de esperanza en medio de un cielo nublado.
Cuando por fin se separaron para tomar aire, mantuvieron las frentes juntas, intentando procesarlo.
Las manos de Jungkook temblaban, había sido demasiado, más de lo que podía recibir aun cuando todavía deseaba tanto. Su único deseo era ahogarse en Jimin, en su piel, en sus labios, en la tranquilidad que le otorgaba su simple existir. La existencia de un ángel precioso.
—Hazlo de nuevo —pidió.
—Se hará tarde... —susurró Jimin, no como advertencia sino como un crudo anuncio de tristeza.
—Solo un momento más, —suplicó de vuelta—, bésame un poco más, por favor... porque no sabemos si esta será nuestra última vez.
Aquel día no alcanzó la primera clase por quedarse a crear universos junto a Jimin, mundos donde sus finales eran felices.
Aún con todos los errores quería cuidar de ti, lástima que sabía tan poco del infierno que cargaba tu alma.
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Pasó mucho tiempo, ¿verdad? Tenía este capítulo casi listo desde hace unos días, siempre me pasa eso, que adelanto mucho los capítulos nuevos en un solo día, pero termino dejándolos incompletos por semanas.
¿Qué creen que suceda a continuación cuando Jungkook salga de la burbuja y tenga que regresar a su rutina cotidiana?
Dejé una dedicación especial en este capítulo para una amiga que siempre ha estado apoyándome en todos mis proyectos, creo que lo merece aquí ya que me ayudó a elegir el número de capítulo en el que podía meter esta escena, así que... 👀
Por cierto, subieron el capítulo del podcast a Spotify, hablamos mucho sobre mis procesos creativos y lo que pienso de algunos temas tabú, el enlace del episodio está en la descripción de mi perfil, volveré a publicarlo en el tablero para que accedan a él fácilmente de todas formas, gracias a quienes estuvieron ahí y también a quienes no pudieron estar, las palabras son de mucho apoyo para mí.
Nos vemos pronto.
—KMDPrincess.
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