Acariciando estrellas
❝Memories lost in stardust❞
Jungkook abrió el regalo ahí mismo a petición de Jimin y pronto su rostro se iluminó con una sonrisa acaramelada al descubrir uno de sus álbumes favoritos al interior de la bolsa, se lo había mencionado el día que hicieron su primer tratado de paz cuando el rubio aceptó el hecho de que eran amigos de la infancia afirmando nunca haberlo olvidado. Era increíble que lo recordara.
Aunque este era el Jimin que recordaba, un niño que siempre se hallaba atento a los detalles, no como el olvidadizo Jungkook.
—Te acordaste —susurró, el amor se hallaba impregnado en su voz—, Jimin, esto es...
—No es mi único regalo —contestó Jimin sin aire, pues todavía intentaba regular su respiración apresuradamente porque había tanto que quería decir—. Ha-Hay algo más para ti.
—¿Todavía hay más? —los ojos de Jungkook se agrandaron con las palabras del más bajo, al igual que su sonrisa se ensanchaba—. No hablas en serio.
—S-Sí, sólo... cierra los ojos un momento, ¿quieres?
Jungkook obedeció sin rechistar, por supuesto que aceptaría todo, cualquier cosa que Jimin le diera por más pequeña que fuera la tomaría con mucho amor y la apreciaría por siempre.
Jimin se apresuró hacia un auto cercano y tomó el regalo escondido tras el vehículo, después volvió a Jungkook con las manos heladas temblando alrededor del regalo. No iba a admitirlo en voz alta, pero cuando se trataba de las reacciones del pelinegro siempre sentía miedo, era su crítica la única que le importaba y por eso intentaba esforzarse por ocultar su mala imagen para no crear un encuentro que generara decepción en su ser querido.
Incluso ahora con una situación tan banal, temía a no haber acertado en su elección de regalo, es decir, conocía bien a Jungkook, pero eso no significaba que no podía equivocarse al pensar en él.
—Puedes abrirlos —el tartamudeo nervioso fue bien disimulado por la solidez de su voz.
Al abrir los ojos, tardó en enfocar la mirada en el regalo y encontró una figura muy familiar en una funda negra, los ojos le brillaron como nunca antes y su expresión se transformó en una de emoción. Tal vez Jimin había logrado su cometido.
—No puede ser, esto...
—Evade el discurso sentimental y solo ábrela, ¿quieres? —masculló Jimin. Tras darle la guitarra escondió las manos tras su espalda para no hacer notar más los nervios incontenibles y esperó con ansias a que le quitara la funda.
—¡¿UNA GUITARRA ELECTROACUSTICA?!
Acarició las cuerdas con la misma emoción de un niño abriendo los regalos de navidad. Jimin sabía que había dado en el clavo desde el inicio, le preguntó varias cosas a Yoongi antes de elegirla hace dos semanas, tanto que terminó hartando al bajista.
—Este es el mejor regalo de mi vida, tenerte aquí ya es un regalo, pero esto... No sé cómo mostrarte mi gratitud, yo-
—Está bien, creo que lo entiendo sin que lo digas, así que no tienes que agradecer —lo detuvo Jimin con el rostro sonrojado—. Hace frío aquí, será mejor que vuelvas a la fiesta.
—¿Y tú? —el pelinegro metió la guitarra en su funda con mucho cuidado de no hacerle ningún rayón accidental, era seguro que desde ahora sería su tesoro más preciado, de eso no quedaba duda—. ¿No vienes?
—Todavía tengo que volver al trabajo.
—Ya veo —la mirada alegre de Jungkook decayó inevitablemente.
—Jungkook —llamó el rubio para obtener su atención—. Quiero protegerte de todo el mundo que me rodea y serte sincero, en verdad todos los días quiero decirte las cosas, pero me cuesta y yo sólo... Necesito paciencia y que confíes en mí.
—Esperaré todo lo que tenga que esperar —la mano de Jungkook subió hasta el rostro del rubio causándole un sobresalto momentáneo, sus músculos no tardaron en relajarse al sentir las caricias en su mejilla—. Perdón por presionarte.
—Feliz cumpleaños otra vez.
—Ha sido feliz desde que te vi esta mañana —soltó el pelinegro sin muchos rodeos.
El momento fluía sin baches, la comodidad en el ambiente permitía que los pensamientos salieran genuinamente sin reprimirse, cualquiera que viera la cercanía habría pensado que se trataba de una pareja tan jodidamente enamorada y en secreto era todo lo que uno de ellos fantaseaba con llegar a ser.
Como sería de esperarse, el primero en tratar de huir de la burbuja fue Jimin, separando la mano de Jungkook y apartando la mirada.
—Se me hace tarde, olvidé mi mochila en el trabajo y no fui a recibir mi dinero, será mejor que vaya de una vez para no volver tarde y tú tienes una fiesta esperándote —rascó su nuca y retrocedió algunos pasos—. Disfruta de tu fiesta, embriágate, canta, haz lo que tengas que hacer, yo me iré y... volveré en la mañana como acordamos, hablaremos luego, abriremos tus regalos con Taehyung y tamb-...
Sin previo aviso la mano de Jungkook llegó hasta su nuca enterrando los dedos en aquella cabellera rubia que relucía bajo la luz de la luna y después lo atrajo hacia él hasta cubrir sus labios con los suyos.
El movimiento fue tan rápido e inesperado que Jimin apenas fue capaz de reaccionar, sus labios temblaron dubitativos en medio del beso, pero se rindieron sin dar pelea al igual que sus párpados cansados se cerraron para disfrutarlo. Nunca antes había sido besado con tanto cariño, los anteriores besos habían sido iniciados y guiados por él; eran desesperados, siempre clamando atención y necesidad en señales de humo disfrazadas de besos profundos.
Por el contrario, Jungkook no pedía nada con sus besos, él entregaba y todo lo que sus labios suaves otorgaban era amor y protección, para Jimin esos labios que se movían en roces gentiles representaban el consuelo que no sabía que necesitaba.
El contacto mandó cosquilleos a todo su cuerpo haciéndolo sentir vivo, ¡era un estallido cósmico! Jadeó de nuevo al sentir la mano libre de Jungkook posarse en su cintura, aquel movimiento lo impulsó a corresponder al tacto, así que colocó ambas manos en sus hombros y acarició el cuello del pelinegro con los pulgares. Soltó un jadeó apenas audible cuando la lengua de Jungkook acarició la suya lentamente tras colarse en su boca, sabía dulce, muy dulce.
Los labios de Jungkook se movieron con suavidad contra los suyos y los chasquidos apenas audibles se encargaron de romper el silencio de la noche. Jimin sentía sus piernas temblando y su corazón palpitando fuerte.
Jungkook, por otro lado, no entendía su impulso, ni deseaba hacerlo, sabía que todo lo que hacía era porque lo sentía, sabía que siempre había querido tomar los gruesos labios del rubio con los suyos y proclamar sus sentimientos sin hacer uso de las palabras.
A falta de aire y aún sintiendo que ese beso no había sido suficiente, finalmente ambos se separaron y abrieron los ojos para mirarse con entusiasmo.
—Fue increíble —susurró Jungkook con una sonrisa formándose en su rostro gradualmente.
Jimin asintió débilmente, no tenía palabras para expresar todo lo que aquel beso le había hecho sentir e incluso se hallaba aún con la indecisión sobre si debía expresarlo, después de todo, no era lo correcto. Estaba jodido.
De nuevo, hazlo de nuevo, se repitió en su mente una y otra vez.
Su mirada bajó hacia los labios hinchados de Jungkook y luego subió a sus ojos de estrellas sólo para bajar una vez más.
Y lo besó.
Jungkook soltó un suspiro entrecortado, sus cuerpos se presionaron uno contra el otro.
Jimin hizo retroceder a Jungkook hasta acorralarlo contra un auto, no había nadie alrededor para presenciar el momento, sólo estaban ellos hundidos en los chasquidos y las respiraciones desesperadas.
La guitarra y la bolsa de regalo quedaron olvidadas en el suelo hace mucho tiempo.
El cariño quedó reemplazado por una necesidad insaciable, el tacto no era suficiente, nada lo era. Cuando Jimin sintió que las vibraciones hacían despertar su deseo tuvo que separarse de golpe y respirar.
Suficiente.
¿Ahora qué más debía de ocurrir? Avanzaba el reloj y las obligaciones de Jimin aún existían.
Mientras reformulaba sus ideas, su lengua aún saboreaba el fantasma del sabor dulce, como a gaseosa de limón.
—Creí que ya estarías ebrio —habló Jimin con un tema totalmente nuevo que no encajaba mucho con el reciente escenario—. Pero no parece que hayas tomado algo.
—Quise, pero no lo hice —el agarre de Jungkook en la cintura del rubio se suavizó hasta apartar la mano que tenía en su nuca, listo para dejarlo ir—. Creo que no sé beber y soy un poco idiota con las palabras cuando lo hago.
Jimin soltó una risita, no lo sabía, no sabía si Jungkook era malo, pero de todas maneras se burló, porque no sabía qué carajos decir y la culpa quería aparecer e inundarlo todo.
—Vamos adentro —Jimin se giró a recoger los regalos del suelo y empezó a caminar—, buscaremos una botella de lo que sea para celebrarte.
—Tu trabajo...
—Esa mierda puede esperar, esta noche es para ti.
Ninguna otra frase pudo hacer a Jungkook más feliz de lo que ya era, si esto era un sueño alguien debía pellizcarlo lo más pronto posible antes de que se obligara a estar dormido para siempre.
Sin esperar más, se adentraron en la residencia hasta llegar a la sala de descanso donde se celebraba la dichosa fiesta. El camino fue un infierno de atención innecesaria.
Jungkook lo sentía, pero lo ignoraba. En cambio, Jimin se quería derretir y cuando la música llegó a sus oídos sintió el miedo a ser visto por Namjoon y Seokjin, ¿qué clase de desastre se armaría al verlos juntos?
—Trae cualquier botella —pidió a Jungkook y este lo miró confundido.
—¿No vas a entrar?
—No estoy presentable.
—¿Qué dices? Te ves hermoso hoy, incluso estás usando maquillaje —halagó Jungkook intentando convencerlo y Jimin solo sintió su ansiedad crecer—, además hay tanta gente allá adentro, podremos mezclarnos bien.
Ese era el problema, la gente.
El pelinegro tomó la mano del contrario para guiarlo hasta la puerta, pero antes de cruzarla Jimin ya se estaba resistiendo mientras negaba con la cabeza. Jungkook se sorprendió ante la insistencia del rubio por quedarse ahí afuera, no tenía idea de lo malo que sería que los demás vieran a Jimin ahí.
—Cuando Cosmic dice no es difícil hacerlo cambiar de opinión —interrumpió alguien, recargado en el marco de la puerta.
Los ojos de la pareja cayeron sobre quien había hablado.
Era Hoseok, quien se hallaba recargado en el marco de la puerta.
Jungkook se aferró a la mano de Jimin.
—Entraremos por una botella —masculló Jungkook, en un intento de alejar a Jimin de Hoseok en la mayor medida.
El coraje de Taehyung por las acciones de su pareja era contagioso, después de quejarse de Yoongi y Hoseok toda la semana, Jimin también podría tenerles alguna especie de rencor y que así fuera era uno de los miedos de Jungkook. Aunque detestaba a Yoongi, no podía tener nada en contra de Hoseok, pues era su amigo, y no iba a dejar que pasara un mal rato, ni él ni Jimin.
—Te esperaré aquí —Jimin se deshizo de la mano de Jungkook para luego recargarse en la pared y bajar los regalos—. No iré a ningún lado.
—Pero...
—Sé cuidar de mí mismo.
Eso nadie lo cuestionaba.
Jungkook, sin estar tan convencido de su respuesta, obedeció y entró a la fiesta perdiéndose entre la gente con facilidad, dejando a los dos chicos juntos en la entrada.
La mirada de Hoseok iba y venía en la vestimenta de Jimin, esa ropa decía perfectamente de dónde venía, se preguntó si Jungkook lo sabía.
¿Sabía quién era Cosmic Morphine? ¿Sabía quién era Jimin? ¿Sabía lo que el dueño de ambos nombres hacía?
—¿No quieres entrar por lo que puedan decir los demás? —preguntó, con cuidado de elegir sus palabras.
—No tienes que hablarme solo porque ahora soy amigo de Jungkook —respondió Jimin con ese tono frío tan característico.
—Así que realmente tienen algo...
—¿Tienes un problema con eso? —su mirada agresiva se clavó directamente en los ojos del pelirrojo.
Hoseok retrocedió y negó con la cabeza tan rápido como pudo.
—¡No! Por supuesto que no, yo no soy nadie para juzgar personas que no conozco del todo.
—Yo puedo —respondió Jimin sin rodeos—, te conozco más de lo que piensas y me parece que estás jodiendo a uno de mis amigos.
—¿De qué hablas?
Jimin metió la mano en su bolsillo hasta hallar un cigarro ligeramente doblado, después sacó el encendedor y batalló intentando mantener la llama.
—Mierda, estúpido gas... —susurró para sí mismo.
Hoseok se apresuró en sacar su propio encendedor y se lo extendió a Jimin amablemente, el gesto solo hizo irritar más, sin embargo, aceptó el favor y finalmente prendió su cigarro para darse calma.
—No quiero tener problemas con ustedes —Hoseok comenzó a hablar sin despegar la mirada de las acciones del contrario—, no quiero que Taehyung malinterprete mis intenciones con Yoongi, quiero que sepan que él no es más que mi mejor amigo.
—¿Olvidas que fui un dúo con Seokjin alguna vez? —preguntó Jimin y después sonrió a medias—. Él desconfiaba de ti y déjame decirte que nunca erraba cuando alguien no le caía bien.
—Pero ahora Seokjin y yo somos amigos, así que no me veas como una amenaza en la relación de Taehyung.
Hoseok sabía el tipo de persona que era Jimin, pues aunque no era muy hablador tenía todos los medios para irse en contra de quien quisiera dentro de la residencia, por eso comenzaba a preocuparse de que confundieran su amistad con Yoongi e intentaran algo en su contra, los problemas ya le sobraban.
—Tal vez estés en lo cierto —contestó Jimin dando una calada al cigarro para luego expulsar el humo antes de hablar—. Incluso si tus intenciones son buenas será mejor que cuides tu actitud frente a mí o Taehyung, porque en cuanto algo de ti deje de parecerme agradable las cosas no serán bonitas, ¿entiendes?
Hoseok asintió con la cabeza de mala gana, él no iba a ganar aquí, pero no tenía nada de qué temer si todo era un malentendido, tarde o temprano los demás se darían cuenta de que él no era una amenaza para nadie.
—¿Terminaste? —Jimin frunció el ceño ante la pregunta inesperada—. Yo también tengo una advertencia para ti.
—¿Disculpa?
—Jungkook te quiere —empezó sin dejarlo hablar—, tal vez es algo más que eso, pero sabemos que particularmente tú no eres la persona más fácil de tratar, así que... no lastimes a mi amigo.
—Yo jamás... —detuvo sus palabras.
Quiso negarlo, negar tener la capacidad de hacerlo, pero eso solo sería una mentira, con amargura Jimin conocía perfectamente todo lo negativo que provocaba sobre su amigo de la infancia y le dolía.
—Jungkook es sensible, y aunque tienes una mala impresión de su circulo social, créeme que todos nos preocupamos por él y sabemos que no merece tener que lidiar con más problemas de los que tiene en casa.
La determinación en la voz del siempre temeroso Hoseok tomó a Jimin por sorpresa, sus dedos se apretaron sobre el cigarro, casi doblándolo por la mitad, pero contuvo sus impulsos y eligió dar una gran calada que le hizo arder la garganta.
Jimin no eligió ser un problema para los demás, jamás quiso ser conflictivo, él fue una buena persona para Jungkook, era su estrella.
Nadie aquí podía saber más de Jungkook como Jimin lo hacía, y quizás Hoseok era un tipo que había estado ahí en el último año, ¿y qué? Para Jimin eso no era nada, nadie podía hablar por Jungkook, nadie...
—Tú mismo lo acabas de decir, Hoseok, él me quiere —soltó sin cuidado alguno—, sabe lo que significa seguirme y si quiere estar ahí, ese es asunto suyo, ¿me escuchas? Tú no puedes suponer nada sobre lo que pienso de él ni pensar que si lo lastimo es porque quiero.
—No dije eso, sólo dije que tuvieras más cuidado con él porque tiene sentimientos —replicó Hoseok, frunciendo el ceño—. Jungkook no tiene el mismo estilo de vida que ustedes.
—¿Estilo de vida?
—¿Él lo sabe, Cosmic? ¿Sabe cómo te ganas la vida?
El cigarro se quebró en los dedos de Jimin y el calor de las cenizas se hizo perceptible. Avanzó un par de pasos haciendo a Hoseok retroceder.
—Por favor, sólo cállate —gruñó Jimin.— Son una molestia, Namjoon, Seokjin y tú deberían dejarnos y...
¿Y qué?
—¿Está todo bien, chicos? —interrumpió una voz monótona y conocida para ambos, al girarse encontraron al dueño, Yoongi, quien llevaba una botella de whisky nueva en la mano.
Jimin notó a Hoseok destensarse ante la llegada de Yoongi, ¿se sentía tan protegido con él? Era tal y cómo Taehyung se lo había contado cuando dijo que durante toda la discusión Hoseok estuvo escondido detrás de Yoongi, como una zona de confort.
—Todo bien —contestó Hoseok, con una sonrisa relajada—. Te estaba esperando.
—¿Seguro? —Yoongi se acercó y se detuvo en medio de ambos con el fin de marcar una distancia considerable—. No sabía que estarías aquí, Cosmic.
—Yo tampoco —respondió Jimin.
—¿Todo bien? —preguntó el contrario de nuevo y sus ojos intuitivos se mantuvieron sobre los de Jimin, inspeccionando cualquiera de sus movimientos—. Te vi muy agitado.
—No es nada —soltó a secas.
—Parecía que te querías lanzar hacia Hoseok —Yoongi envolvió un brazo alrededor del mencionado—. Espero haber visto mal.
Jimin resopló.
Quizás había perdido el control un poco.
Sólo necesitaba descansar.
—¡Conseguí esto! ¿Nos sirve?
Con la voz de otra intervención, Jungkook regresó sosteniendo una botella de brandy con ambas manos, pero al ver a Yoongi su sonrisa cayó dejando una mirada seria.
Ya eran muchos encuentros en el mismo lugar, alguien tenía que pararlo.
—Está bien —Jimin tomó la botella ansiosamente, apenas haciendo contacto visual con la otra pareja, era hora de dejarlo atrás—. Vamos a otro lugar.
Entrelazó su mano con la de Jungkook, recogió los regalos y se encargó de guiar el camino hasta el ascensor, dejando atrás a los otros dos, sentía el picor de sus miradas y lo único que podía hacer era escapar.
¿Por qué reaccionó tan agresivamente ante lo dicho por Hoseok? Dijeran lo que dijeran, Jimin no era partidario de la violencia o las amenazas, pero pasaba.
¿Quizás era esa parte oscura de su cabeza que se estaba apoderando de él? Casi entendía a Seokjin, solo casi, pues no había manera de ser tan retorcido como él, y por suerte sabía que Jungkook era mejor que Namjoon en todos los aspectos.
Jungkook jamás lastimaría a Jimin.
La pareja terminó subiendo hasta la habitación que compartían. Jungkook dejó los regalos en la cama, mientras Jimin improvisaba una alfombra con un edredón que no usaban, echó las almohadas al suelo y sacó una vieja mesa cafetera desplegable que tenía por ahí guardada.
—Oh, olvidé traer vasos —susurró el menor de ambos con una pequeña risa nerviosa.
Jimin sonrió juguetonamente mientras ambos tomaban asiento.
—Ya compartimos saliva muchas veces, ¿qué más da beber del mismo lugar? —Jimin destapó la botella y se la extendió—. El festejado primero.
—Va por nosotros —la recogió y bebió un largo trago de golpe, al separar la botella de sus labios una mueca de desagrado apareció en su rostro—. Amargo y ardiente.
—No esperabas que fuera dulce, cariño —canturreó el rubio para después robarle la botella y degustar de un trago también.
Las siguientes horas avanzaron como minutos, compartieron algunas anécdotas escolares y se dedicaron a traer de vuelta viejos recuerdos dulces, desde la ocasión en que Jungkook perdió un diente de leche mientras jugaban a policías y ladrones en el parque hasta la vez que Jimin obtuvo su primer diez en matemáticas.
En algunos momentos solo se miraban fijamente y sonreían con complicidad, no sentían vergüenza cuando sus miradas se encontraban y tampoco probaban una batalla, solo lo disfrutaban, gozaban de inspeccionarse y admirarse mutuamente.
Ya era parte de la rutina.
—Siempre has sido cautivador —aduló Jungkook con la cabeza recargada en la mano y las mejillas enrojecidas.
—Dices eso porque ya estás ebrio y no tienes mucha resistencia.
Oculto bajo la supuesta indiferencia, el estómago de Jimin cosquilleó y su corazón empezó a palpitar en sus propios oídos. Dio un trago de la botella para intentar librarse de la ansiedad, no había nada que encontrara hermoso de sí mismo desde la primera vez que entró a cierto negocio y siempre evitaba explicar aquella sensación a los demás o siquiera mencionarlo.
—No, durante el último año que estuvimos juntos todas las niñas hablaban de ti, me ponía un poco celoso y...
—¿Por eso saltabas a mis brazos todos los recesos cada que alguien se acercaba? —una risa burlona escapó de los labios del rubio—. También hablaban cosas buenas de ti, pero decían que tu brusquedad al competir arruinaba tu atractivo, es curioso que ya no seas así, ahora eres todo lo contrario.
—Tal vez desde que te perdí las cosas dejaron de ser iguales —los dedos de Jungkook juguetearon con la etiqueta de la botella—. También eres todo lo contrario, Jimin.
El mencionado sintió otro cosquilleo, tomó la botella y ahogó la sensación en dos grandes tragos, después miró hacia cualquier otro lugar que no fuera Jungkook.
—Al final todos cambiamos, eh —fue lo único que pudo decir.
—Pero entre tú y yo los sentimientos siguen igual, ¿verdad? —la pregunta salió como una súplica que rogaba por una respuesta afirmativa, Jimin se abstuvo de responder y sólo le devolvió la botella.
Sentimientos. Era un tema que lo agobiaba desde hace mucho porque creía que sentir ya ni siquiera valía la pena cuando no eran cosas buenas, pero las cosas buenas aparentemente no existían para él y eso era abrumador.
—Hey, hey, déjame algo —se quejó Jimin al ver que Jungkook bebía rápidamente con despreocupación. El menor se disculpó con una sonrisa torpe y le entregó la botella, que Jimin se terminó al momento al ver lo poco que quedaba—. Vas a colapsar pronto por beber más rápido que yo.
—No importa, si estás aquí nada importa —la mano de Jungkook viajó hasta la mejilla de Jimin y la acarició con cariño, hizo un camino delicado en su rostro, pasando por sobre sus pecas poco visibles e incluso acomodó su flequillo rubio para hacer ver mejor sus ojos azulados—. ¿Por qué tienes esa mirada tan triste?
Jimin sonrió con compasión, sabía que Jungkook estaba ebrio y él demasiado cansado, así que se dejó llevar por sus impulsos y cerró los ojos disfrutando de la calidez que le otorgaba aquella mano en su rostro, se inclinó hacia el tacto cálido, tan cómodo como hace unas horas en medio de un dulce beso.
—No soy tan feliz.
—¿Es por todas esas cosas que no puedes decir? —preguntó este, preocupado.
—Todo eso y más —abrió los ojos y tomó la mano de Jungkook para alejarla de su rostro sin soltarla—. Aunque no lo merezca, por favor, mírame con anhelo y dulzura para siempre.
—No entiendo —Jungkook recostó su cabeza y parte de su cuerpo en la mesita—. ¿Por qué no lo merecerías?
Sus palabras eran arrastradas, cuando Jungkook bebía el sueño siempre era lo primero que lo acorralaba, sobre todo en días así de ocupados.
—Hay algo muy malo en mí —Jimin comenzó a acariciar su cabellera oscura mientras le hablaba —. Es algo a lo que le temo mucho y me aterra que te decepciones al saberlo.
—Jamás me decepcionarías —susurró Jungkook en respuesta, su mano se cernió sobre la de Jimin, justo sobre la que le acariciaba el cabello—. Eres todo lo que quiero.
Todo.
Jimin se quedó pensando, el alcohol también le había afectado, soltar todo de golpe no habría sido sorprendente, así que se recargó en la mesa al igual que él y sonrió a medias para después cerrar los ojos.
—Gguk.
—¿Mmm?
—Trabajo en un lugar bastante malo.
—¿Por qué..? —preguntó el pelinegro en un murmullo arrastrado.
Jimin respiró, tomó tres respiraciones profundas, silenció el ruido de su cabeza que el alcohol no podía parar y se incorporó con valentía.
La confesión salió: clara, sin filtros y lamentablemente sin nadie que la escuchara. Al parecer Jungkook se había quedado dormido, Jimin intentó golpear su mejilla con cautela y se rio de sí mismo al no obtener ninguna reacción de su parte.
—En verdad eres un idiota —masculló Jimin con diversión—. Ya te lo diré otro día, ahora debemos de dormir.
Jimin se puso de pie y llevó a un Jungkook inconsciente hasta la cama, la tarea no fue sencilla, hubo muchas maldiciones entre dientes, jadeos cansados y grandes esfuerzos, después de todo Jungkook era más grande que Jimin corporalmente. Ni siquiera todo el movimiento había conseguido despertar a Jungkook, solo lo hizo soltar algunos gruñidos suaves hasta que finalmente tocó cama. Jimin suspiró cansando tras conseguir acostarlo y luego se tumbó a su lado.
Todavía admiró su rostro relajado después de eso.
—Confío en ti... —susurró Jimin antes de caer dormido con una sonrisa tonta en el rostro y el gozo de un sentimiento superior que lo hacía acariciar estrellas.
Los momentos más hermosos estaban a la vuelta de la esquina y la manta que cubría la oscuridad del futuro nos ayudaría a disfrutar de nuestra mutua cercanía. Aquellos serían nuestros nuevos grandes recuerdos.
No edité mucho este capítulo, la mayor parte la escribí en 2022, así que seguro habrán visto muchos errores o redundancias, no podía dejar pasar más tiempo sin subir esto.
Hay razones por las que ya no actualicé cuando dije que lo haría, esta semana tuve algunos problemas de salud y he tenido que modificar toda mi rutina, así que ya no puedo escribir a las mismas horas en las que lo hacía antes y por mis horarios de la universidad me cuesta encontrar un momento para hacerlo.
Necesito algunas semanas para acostumbrarme, mientras tanto, no se preocupen, ya tengo una gran avance del siguiente capítulo y la verdad me gusta demasiado, incluso más que este.
Siempre leo sus comentarios aunque no siempre los responda, muchas gracias por apoyarme.
—Princess.
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