03. i de inútil
Viernes 17 de septiembre del 76'
—¿Y POR ESO VOLASTE UN MALDITO CALDERO? ¡RORY, TERMINÓ EN LA ENFEMERÍA!
Esa fue la primera reacción de la supuesta mejor amiga de Rory luego de que ella, con el corazón en la mano, le contase la historia. No fue una sorpresa (prácticamente todo el mundo reaccionó de la misma manera) pero igual le dolió. Nunca era: ¿Cómo estás tú, Rory? ¿Te pasó algo, Rory? ¿Alguna vez va a terminar de salir el color azul de tu pelo, Rory? ¡No! ¡Nadie pensaba en Rory! ¡Sólo en el tarado de Regulus y en que "ay, pobrecito, está en la enfermería"! Gran cosa. Era una maldita escuela de magia, a veces pasaban cosas. ¡Supérenlo!
—Se llama es-tra-te-gia. ¡Me estaba molestando! ¿Cómo iba a saber yo que le iba a dar una reacción alérgica?
—Eso fue extremo, y mira que lo estoy diciendo yo. Quiza deberías ir a disculparte, oí que Pomfrey le estuvo dando una de sus pociones, la que sabe a pies...
Rory dejó de escuchar después de la palabra con D.
Primero que nada, dejemos algo claro, Rory Lang no se disculpaba. ¿La razón? Simple: para disculparte, primero tienes que hacer algo malo o estar equivocado. Rory Lang nunca, jamás (en sus quince años de vida) había hecho algo malo y mucho menos se había equivocado.
Segundo, no era su culpa. En verdad no lo era. Desde el punto de vista lógico (de Rory), era culpa de Regulus (en un 85-90%) y su tendencia a ser increíblemente grosero y desagradable, lo cual solo dejaba a Rory con... 10-15% de culpa?. Como sea, cualquiera habría visto venir un incidente así, especialmente con el temple tan abrasivo y pedante que se cargaba. Alguien le daría una lección en algún momento, y esa vez, la sorteada había sido ella.
No era en absoluto el problema de Rory. No tenía por qué sentirse culpable.
—...y ese es el problema —concluyó Pandora, luego de un largo monólogo.
—El problema —dijo Rory, alzando su pergamino— es que ahora Slughorn me odia. Me puso una "I". ¡"I" de inútil! ¡Me dijo inútil!
—Dame eso.
Pandora le arrancó el pergamino de la mano. Sus ojos patinaron de arriba abajo por el texto, traicionando un par de expresiones poco alentadoras. Entonces suspiró y le puso una mano a Rory en el hombro.
—¿Estás segura de que es por eso y no por la falta total de contenido sustancial en tu ensayo?
Rory jadeó, llevándose la mano al corazón, indignada.
—Te digo que me odia maldita sea. Me dijo que tiene ciertas "inquietudes" sobre mi participación en el Slug Club. ¡Me va a echar, y apenas le escribí a mi papá sobre eso hace dos semanas! —chilló, dejando caer su cabeza sobre la mesa, golpeándola y una y otra vez antes de levantarla de nuevo— Y todo porque accidentalmente... ¡Bueeeno, bueeeno! Casi accidentalmente herí un poquito a su alumno favorito... Dios. Estoy condenada. Es todo. Es el fin. Seré un mendigo. Prométeme que me darás monedas cuando sea la loca del callejón Diagón —dijo, tomando a Pandora por los hombros y mirándola con ojos demasiado abiertos— ¡Promételo!
Pandora se sacudió los brazos de Rory de encima.
—Rory, deja el drama. ¿Quieres? Ni siquiera te gusta el Slug Club. Es más, ni siquiera te gusta Pociones ¿Por qué no solo... no sé, le explotamos el despacho o algo? Puedes abandonar la materia después de eso y Slughorn ya no será un problema...
—No es tan fácil. ¿Sabes qué materia es obligatoria hasta el séptimo año para hacer carrera de auror?
Pandora dudó un instante, maquinando una respuesta demasiado obvia.
—¿...Pociones?
—Pociones—afirmó Rory—. No puedo dejar solo dejar la maldita materia, y tampoco puedo desaprobar. En ambos casos rechazarán mi solicitud.
—Entonces podríamos colarnos a su despacho, cambiar las calificaciones, y ya que estamos ahí, nos robamos algunos de sus ingredientes y—
—Pandora, ya hablamos sobre eso.
Pandora rodó los ojos.
—Aburrida. ¿Y cuál es el gran plan entonces?
—Me esforzaré el triple —declaró Rory, alzando el puño en alto.
—Ya te esfuerzas demasiado. ¿Servirá de algo tratar de meterte un poco de sentido?
—Nop.
—Pues eso.
Rory volvió a su ensayo un par de minutos más después del final de la clase antes de dejarlo. Tendría mucho tiempo para preocuparse por Slughorn, pero no en ese momento. Era día de patatas y pescado y estaba muriendo de hambre.
✦ ✦ ✦
A Rory le gustaba tener el control. No en el sentido de planear cada pequeño segundo, sino en el sentido de tener las riendas de la situación en las manos. Le gustaba pensar que era ella quien escribía su destino y que tenía la capacidad total de manejarlo.
Sabía exactamente lo que haría después de Hogwarts. A diferencia de la gran mayoría de los estudiantes del colegio (cuyos vocabularios no incluían las palabras "necesidad" o "trabajo"), Rory iría directamente al ministerio para la posición de auror. No solo por el misterio, sino por la jugosa remuneración económica. Su meta real era llegar a cargarse en los bolsillos el sueldo de un inefable, pero para empezar le bastaba con saber que tendría un techo sobre su cabeza, ropa nueva y un plato de comida al final del día, sin contar el dinero para poder mudarse muy, muy muy, muy muy muy lejos de Islington.
Había trabajado tan duro los últimos cuatro años, sobresaliendo en todas sus materias y devorando material enciclopédico como acompañamiento para las tres comidas del día, que cuando le negaron la posición de prefecto sintió que el alma se le cayó al suelo. Es decir, no afectaba de sobremanera sus objetivos, pero era algo tácito, ¿saben?
Su padre lo fue, ella también lo sería.
Era lo que había decidido para su destino.
—Hoy estuve en el despacho de Dumbledore —comentó Lily.
—Mm —respondió Rory sin cuidado. Todavía quería mucho a Dumbledore, pero no le hacía gracia desde que le entregó su insignia a otra.
—Le dije lo de tu puesto. Dice que lo sigue evaluando, pero que el incidente del verano...
—Ya me confiscaron la varita. No sé qué más quieren de mí. ¿Mi sangre? ¿Mi primogénito?
—Rory, si tanto querías el puesto, ¿por qué decidiste lanzar un hechizo en medio del verano?
—Sólo lo hice, ¿bien?
—Ya sé, ya sé, pero... Bueno, es que últimamente te dejo sola dos segundos y haces muchas cosas —dijo, con una sonrisa asomando en el tono—. Sirius me contó lo de Regulus.
—Dios, no de nuevo.
—No voy a sermonearte, sólo a decirte que tienes que controlarte un poco más. ¿Quizá no explotar el salón esta vez? No quiero que McGonagall asesine a Peppercork. Está muy emocionada con lo de ser premio anual y todo eso...
—Lily Evans, prometo hacer mi mayor esfuerzo.
Esa tarde el sol se ponía perezosamente, escondiéndose tras la mata de pinos que conformaban la entrada al bosque prohibido, encendiendo el cielo de moretones púrpura a su paso. Soplaba una brisa fresca y cortante, y mientras caminaban hasta el salón de McGonagall, en dónde iría a llevarse a cabo la primera reunión mensual de prefectos, Rory no pudo evitar pensar en el verano y en la seguidilla de sucesos que había desencadenado. Deseó que nunca hubiese sucedido.
Cinco minutos después estaban paradas frente a la puerta de madera labrada. El eco de voces animadas se escuchaba desde el corredor, invitándolas a entrar. Lily le miró, expectante.
De alguna manera Rory se sintió como si estuviese parada nuevamente frente aquél cortinaje oscuro en el Salem. La ansiedad embargó su estómago de náusea, y se preguntó quién estaría del otro lado. Se preguntó si vería a Yaxley (lo cual era estúpido teniendo en cuenta que ella sabía muy bien que él no era el prefecto de séptimo año). Se preguntó si tendría que ver la horrible cara llena de salpullido de Regulus, probablemente sonriendo de pura maldad tras la puerta, feliz de amenazarla con contarles a todos tal y como lo había hecho en el Slug Club. Se preguntó por qué diablos le molestaba tanto que otros sepan lo que pasó en el bar y por qué, al mismo tiempo, se negaba a contarle a sus amigos, como si fuese algo sin importancia. Especialmente siendo que la carcomía por dentro.
Entonces sacudió la cabeza, sonrió y entró.
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