CHAPTER III: Tatooine, The Two Suns.

P.O.V Padme:

«En un sitio oscuro y frío, como una galaxia sin estrellas; en ese sitio me encontraba con el corazón acelerado, dolido, quebrado.

Podía sentir las lágrimas cayendo por mi rostro al ver la única imagen distinguible en ese sitio, llena de misma oscuridad y frialdad.

-Ani... Ani vuelve a mi... - susurré por lo bajo, a pesar de que quería gritar, pero no salía más nada de mi garganta; parecía que estaba siendo asfixiada por una fuerte presión que llegaba a quemar con un ardor en mi piel.

A pesar de ese esfuerzo, el hombre al que llamaba no pareció importarle, puesto que no se movió; se limitaba a verme con una expresión vacía en sus ojos, esos que antes me regresaban la mirada con amor, apoyo y afecto.

No podía moverme, por más que quería correr hacia él.

No podía gritar, por más que deseaba llamarle.

No podía pensar, por más que necesitaba buscar una opción.

No podía respirar, porque era ahorcada por una fuerza no visible, pero tuve respuesta de su procedencia...

Porque provenía de esa mano bajo guantes negros, la misma que tanto sostuvo las mías, extendiendose hacia mi; me di cuenta que era ahorcada por ella, por él, el hombre que amaba.

Un eco se hizo presente abarcando el frío sitio lleno de vacía, los dos llantos se hacían presente, atormentado mi cabeza con una fuerte punzación acompañando el dolor en mi pecho...»

Me removí incomoda, dando pequeños pataleos, murmurando y sintiendo mi corazón golpear fuerte en mi pecho mientras abría lentamente mis ojos.

Lo primero que vi fue una luz en el techo blanco, justo el color de toda la habitación donde me encontraba; habían aparatos a los alrededores y una mesa al lado de mi cama, se escuchaba el sonido de un pulso, que distinguí como mio al ver que se conectaba la máquina en mí , junto con un suero inyectado en mi brazo.

Traté de recordar algo de la última vez que estuve consiente, pero nada salía. Me sentía mareada y débil, supuse que estaba siendo medicada con sedantes o algo, un escalofrío me invadió de repente en mi aturdimiento.

La puerta se abrió dándome un sobresalto, mostrando a Obi-Wan, con rostro más agotado que la última vez, y al verme no pudo disimular su sorpresa, deteniéndose en seco como si acabara de presenciar un milagro.

-Senadora... ¿C-cómo se siente?- atropelló las palabras dando pasos cautos hacia mi, como si temiera a que me fuera - ¿Despertó hace mucho?.

Estaba ciertamente desconcertada, incluso preocupada por su actitud.

-Agotada - tosí inevitablemente por lo seca que estaba mi garganta. El otro me ofreció rápidamente un vaso con agua que estaba colocado en una bandeja acompañado de una jarra. Di un largo trago agradecida de la sensación refrescante, luego tomé aire y aclaré mi garganta antes de proseguir -. Acabo de despertar cuando entraste. ¿Qué pasó? Lo último que recuerdo es que estaba viendo a los bebés.

El mayor suspiró con pesadez.

-Debido a todo el estrés físico y mental, sumando el esfuerzo del parto, caíste inconsciente del cansancio.

-¿Cuánto tiempo?.

El dudó un segundo antes de responder.

-Dos días.

-¿Dos días? - mis ojos se abrieron en exaltación -, P-pero ¿Dónde están Luke y Leia?.

Debido al temor me incorporé de repente, por lo que solté un quejido al recibir una punzada de dolor en la cabeza junto a mi vista nublada por el mareo.

Al darse cuenta de ello, Obi-Wan se acercó de inmediato y me hizo volver a recostarme con cuidado.

-Ambos están bien, han sido atendidos muy bien y hemos estado al tanto de los tres - se apresuró a decir con serenidad en un intento de calmarme -. Debe descansar, no puede hacer muchos esfuerzos aún; está débil por los valores y los sedantes. Todo esto le trajo un gran estrés y alteración.

El alivio de su respuesta duró poco, porque, aunque dejé ir el aire por la seguridad de que los bebés estaban bien, cuando el recuerdo de una persona llegó a mi cabeza en un fuerte golpe, mi expresión demostró mi preocupación.

-¿Qué pasó con Anakin? ¿Obi-Wan, está él bien?.

Pareció tensarse ante mi pregunta, sus ojos de pronto perdiendo cierto brillo y adquiriendo un aire melancólico que me provocó un estremecimiento.

-Creo que es mejor esperar... - su tono era cauteloso.

-Yo estoy bien, no quiero esperar - interrumpí con la preocupación llenando mi pecho ante un mal presentimiento -. Dime qué sucedió.

Obi-Wan apartó la mirada, tomando aire antes de responder.

-Después de que cayeras inconsciente en Mustafar, ambos tuvimos una fuerte discusión, lo que nos condujo a un indeseado enfrentamiento...

Negué incrédula ante la imagen de ello.

-¿Enfrentamiento? No puede ser, ustedes son mejores amigos.

-Y tu eres su esposa, pero aún así intentó... - dejó de hablar al ver mi expresión dolida por el recuerdo. Volvió a bajar el rostro con lamento - Yo también pensé eso, pero estaba verdaderamente cegado por el lado oscuro, nada de lo que dije le hizo entrar en razón. Siempre ha sido testarudo, pero nunca le vi así, tan desenfrenado por sus emociones desmedidas...

Entendía sus palabras, era comprensible luego del actuar que tuvo Anakin en ese sitio tan infernal; nunca le vi así, y hasta temí, pero más por perderle, sin embargo, no dejaba de amarle y confiar en él. Tenía que ayudarlo, y debía ayudar a Obi-Wan para ello, porque no podía traerlo de vuelta yo sola.

-Está confundido, es culpa del Senador. Hay que buscarlo y ayudarle, nos necesita, no podemos dejarlo - le observé suplicante, necesitando que entendiera. No me contestó, ni siquiera subía su mirada, por lo que me estire un poco para tocar el dorso de su mano, la cual reposaba en una de las barandas de la cama. Al obtener su atención, le di una débil sonrisa -. Desde siempre hemos sido un buen equipo, solo necesitamos mostrarle que no lo hemos abandonado como ese vil hombre le quiere hacer creer

»Anakin te adora, desde que era un niño fuiste su maestro y figura paterna, incluso te considera un hermano mayor, lo sé, porque sé cuánto te admira. Puede que ahora no parezca el mismo, pero siento que está allí, gritando por ayuda con desespero... Obi-Wan, sé que hay algo bueno en él, detrás de todo eso yo vi...
-Senadora, l-lo siento - interrumpió con torpeza, quitando su mano para colocarla en su rostro con mortificación notoria. Quería seguir insistiendo, pero algo en su actitud me dejó sin habla, inquieta, esperando a que, tras unos segundos que parecieron eternos, me dirigiera la vista con una expresión clara de lamento -. No hay nada que podamos hacer por Anakin.

No estaba logrando entender esa sentencia tan precipitada; no podía saber lo que ocurrió realmente en su enfrentamiento, pero no pudo ser tan fuerte como para que su propio maestro, y casi hermano, de tantos años pensara así.

Aquello me estaba poniendo tanto nerviosa como molesta.

-Claro que podemos hacer algo - espeté con firmeza, apretando las sábanas con ansiedad -. Tenemos que...

-Senadora...

-Obi-Wan, escúchame, no importa lo que pasó entre ustedes, sé que hay una...

-No, ya no hay esperanza.

Hubo un silencio lleno de tensión, algo en su tono dolido me dejó helada, y ya me aterraba el continuar oyéndole.

-¿Por qué lo dice? - pregunté finalmente con un temblor desesperado por su falta de respuesta -. Dime de una vez qué pasa.

Obi-Wan levantó su mirada llena de lágrimas y dolorosa pena hacia mí, e incluso antes de que hablara, ya sospechaba el terrible hecho, por lo cual mi corazón dio un vuelco.

-Anakin murió.

Al principio, no dije ni una sola palabra, sentía que todo a mi alrededor desapareció y dejó de tener importancia; cada ruido, cada cosa, se fue, incluyendo la única presencia aparte de mi en la habitación, simplemente no lograba enfocarme en nada que no fuera aquella oración que destrozó los pedazos que quedaban en mi corazón, dando un doloroso golpe violento que me heló la piel, detuvo mi latir, y aturdió mi cabeza, comenzando a dar vueltas.

No podía estar pasando...

-¿Qué...? - fue lo único que salió de mis boca, cómo un lamento estrangulado. Comencé a negar cuando la verdad de esa sentencia me llegó, trayendo cada r recuerdo en rápidos flashes, todos mezclados y aruediendome por su velocidad mientras el tiempo se congelaba. Con ello, mi respiración se aceleró y mi vista se nubló por las lágrimas -. No... É-él no puede...

-Lo siento mucho, en serio que lo lamento - expresó con notable pesar; sus ojos denotaban tanta tristeza y culpa mientras hablaba con voz un inestable -. Anakin también era un hermano para mí, me duele terriblemente su perdida.

Yo seguía negando entre sollozos entrecortado, incapaz de hacerme a la idea.

-Tiene que ser una mentira...Obi-Wan no...Él no pudo haber muerto - traté de tomar aire con una mano en mi pecho, donde yacía el dolor que opacó cualquier otro que sentía en mi cuerpo, incluyendo el punzante en mi cabeza. Tenía mucho en la mente, tantas preguntas y aturdimiento que no sabía por dónde empezar, sentía que explotaría. Con voz rota logré preguntar la más grande duda :-. ¿Qué le sucedió?.

-Senadora, le pido que se calme, sus signos...

Ignore su petición a pesar de que las máquinas sonaban algo más fuerte, en su lugar exigiendo.

-¡Necesito saber!.

Obi-Wan tragó y cerró los ojos.

-La lava en Mustafar.

No necesité pensar mucho a lo que se refería, sintiendo náuseas de sólo la imagen...

-N-no, no... ¡¿Cómo pasó algo así?! - jadee sin poder procesar; era todo una pesadilla, tenía que serlo. No podía organizar mis pensamientos, en ese instante sentía que enloquecería entre sollozos - E-estaba bien cuando... Yo...

-Será mejor que hablemos de esto luego, está muy alterada - me interrumpió con preocupación, dispuesto a salir de la habitación -. Voy a llamar a un médico y...

Sin embargo, antes de que cruzara siquiera la mitad de la habitación, la respuesta llegó a mí, deteniendo su andar.

-Él cayó... - tapé mi boca con otro sollozo ahogado. Su falta de respuesta, y el hecho de que no giraba a encararme, me revolvió el estómago con la idea temerosa que se me había pasado por la mente; uniendo las piezas, la realización me hizo preguntar con un temblor :- ¿T-tuviste algo que ver con eso?.

Al instante, el más alto se volteó a verme con una negación, su rostro indignado e incrédulo.

-¿Cómo puede pensar algo así? Jamás sería capaz de hacerlo, lo sabe.

-Es que estabas empeñado en encontrarlo y - pause tomando aire, ahogada, recordando mientras mis ojos se llenaban de más lágrimas -, él me dijo que querías matarlo, pensó que yo te había ayudado con eso, a encontrarle... - mi voz se quebró al darme cuenta de lo qué aquello implicaba - É-él pensaba que yo, que nosotros...

Obi-Wan se acercó, colocando una mano en mi hombro en señal de apoyo.

-Él estaba confundido. Sí, yo tenía una misión para detenerlo, me defendí, pero nunca sería capaz de dañarlo, fracase en ello - prometió con pesar -. Todo estaba colapsando, las plataformas, el suelo... Fue un accidente.

Sus ojos me decían la verdad, lo podía ver, entre todas esas lágrimas retenidas había un enorme tormento lleno de culpa, al igual que su voz quebrada; estaba sufriendo, y aquello no provocó más que un puñado de remordimiento en mí.

-Dios mio... Lo siento, n-no debí decir algo así... - coloqué las manos en mi rostro intentando disipar las lágrimas que no dejaban de salir entre quejidos lastimeros - No puedo creer que sea cierto... No él...

-No se disculpe, soy yo quien lo siente. Les falle, no pude ayudarles - masajeó mi espalda con voz llena de arrepentimiento. Posee mis manos en sus brazos en un intento de aferrarme a algo, a lo que el respondió acercándome en un abrazo desde su altura, encogiéndose un poco. Dejé caer mi cabeza en su pecho, necesitando apoyo de alguna manera, y él me estrechó sin protestas, buscando quizás el mismo consuelo. Me acarició la espalda con una mano, y con la otra el cabello, aguantando mis sollozos desconsolados. Pasamos un rato así hasta que volvió a hablar con tono tranquilizador :-. Senadora, tiene que recuperarse, por sus bebés. No puede decaer, la necesitan.

La sola mención me aterró; estaba sola con los niños, su padre ya no estaba, y no tenía idea de cómo poder seguir en ese momento.

-N-no puedo hacerlo...No sin Anakin - negué apretando mis manos con fuerza sobre la tela de su ropa, incapaz de apartarme; casi no respiraba, y el mareo era intensificado por las mil emociones, casi y no podía entablar palabra. Primero ello, balbucee con esfuerzo -. L-lo amaba, lo amo c-con todo el corazón, no sé qué h-hacer sin él.

En regreso, acarició mi cabellera con suavidad.

-Lo sé, entiendo su dolor.

-¿Cómo? Si por sus reglas tuvimos que mantenerlo en secreto, no pudimos disfrutar de nada por el estúpido código - estallé apartándome con desgane -. Por culpa de todo eso él...

-Yo no inventé las reglas, sé cuánto les afectó y creame que lo siento. Pero nadie obligó a Anakin a tomar su decisión - defendió con tono dolido -. Si hubiese podido hacer algo... Sé lo mucho que te amaba, y a ese bebé, aunque no lo decía, siempre lo supe.

-Pidieron mucho de él - dije en un hipido cargado de culpa -; yo sabía lo atormentado que estaba por mí y por todo, no me dejó ayudarle, y por eso lo perdí.

-Todos cometimos errores, no hay forma de cambiar lo que pasó, por desgracia, pero ahora tiene a sus bebés, y ellos dependen de usted - tomó una de mis manos y conectó su mirada con la mía, fue cuando analicé lo devastado que estaba; tenía ojeras, ese peso en sus ojos, el frío en sus manos, al igual que las mías, y sobretodo la dificultad notoria en sus palabras. Definitivamente a él le estaba costando aquello, y aún así, quería ayudarme -. Tiene que hacerlo por sus hijos.

Bajé la cabeza, cerrando mis ojos y encogiéndome decaída.

-No es justo, ellos no pudieron verlo si quiera. Estamos solos.

Sin duda alguna, el mayor me contestó.

-No, no lo están, lo prometo.

En ese momento, sabía que decía la verdad, pero me sentía tan detrotada, quebrada y débil, que no quería pensar en más nada, aunque sonara egoísta; por un instante quería ser una niña pequeña que se quedaba en cama llorando por sus desgracias, porque era mucho que entender, que aceptar, y no me sentía lista para nada, como si mi vida se había drenado en la depresión que me causaban los hechos.

-Quiero estar sola... - musite casi inaudible tras unos segundos. Él quiso decir algo más, por lo que le dirigí una mirada suplicante - Por favor...

Obi-Wan desistió con un suspiro agotado.

-Bien, estaré afuera si me necesita - caminó lejos de mi, pero antes de salir por la puerta, agregó :- ¿Sabe? Anakin solía decirme, siempre que podía, que usted era alguien muy fuerte, y sé que es así.

No respondí nada, solo me hundí a llorar en las sábanas cuando fui dejada sola en esa fría habitación.

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P.O.V Obi-Wan:

Al salir de la habitación donde se mantenía, ahora llorando, la madre de los recién nacidos, me dirigí con el maestro Yoda y el senador Organa para informarles de su estado.

-La senadora está muy mal con lo que le dije - solté el aire con preocupación -. No sé si resistirá un golpe como este.

El maestro fue el primero en opinar.

-Paciencia, paciencia debes tener Obi-Wan.

El otro hombre afirmó con una mueca apenada.

-Es lamentable, pero para ella será mejor esto que la verdadera versión.

-Razón el senador Organa tiene - concordó Yoda -. La senadora pronto bien estará; estar para ella debemos.

-Necesita tiempo para digerir lo sucedido, no es nada fácil para ella.

-Puede que tengan razón - respondí finalmente.

Mientras yo me suma en mis pensamientos, escuché sin intervenir la conversación de ambos.

-Ya han pasado dos días, todos deben estar pensando en la senadora a estas alturas y preguntándose dónde está.

-De informar lo acordado hora es.

-Yo lo haré, con permiso.

Con eso, vimos cómo se dirigía el senador a la nave. Nos mantuvimos en silencio, y sabía que el maestro a mi lado podía sentir aún mi inquietud.

Pero no podía culparme, todo lo ocurrido seguía fresco en mi cabeza, más aún ahora que vi cuan destrozada estaba la próxima ex senadora; sus palabras y sus ojos llenos de dolor me habían llegado a afectar, y no podía evitar sentirme culpable.

Carraspee y negué aquellos pensamientos.

-Voy a ver a los bebés, maestro.

Yoda asintió con un suspiro y me aconsejó antes de irme.

-La culpa un gran enemigo de nosotros mismos es; recuerda tus buenos actos sobre los malos, ruidosos los últimos son, pero poderosos los otros pueden ser.

Ojalá seguir aquel camino fuera así de fácil...

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P.O.V Anakin:

Después de lo ocurrido hace dos días atrás, había estado reprimiendo mis verdaderos sentimientos, oculto en las sombras cuando me derrumbaba, mostrando lo verdaderamente destrozado que estaba presente los hechos; la culpa no me dejaba dormir, seguido del dolor, y cada vez que quería cerrar los ojos, las sombras, memorias o voces me despertaban. Estaba al borde de un verdadero colapso, y lo único que me mantenía era el odio.

Sin embargo, había una sensación inexplicable en mi que surgió el mismo día que todo sucedió, a pesar del dolor amargo, había una especie de sensación extraña en mi interior; era una emoción y, a la vez, tristeza profunda, como si debería de estar en otro lugar, presenciando algo, pero no tenía idea...

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el llamado de uno de los clones que se encontraban en la nave dónde me encontraba.

-Lord Vader, Lord Sidius quiere verlo.

Asentí de malhumor y me encamine al sitio donde sabía que estaba mi nuevo maestro.

Al llegar al sitio, él se encontraba observando un holograma que no lograba distinguir debido a que estaba de espaldas.

-Que bueno que llegaste, Vader - comenzó con una sonrisa burlona -. Quería mostrarte algo que quizás quieras ver.

Justo cuando iba a preguntar, se apartó, dejando ver la imagen donde miles de personas, con flores y lamentos, se reunían en Naboo, también en Courscant y otros planetas, según lo que mostraban en varias imágenes.

Mi respiración se atasco ya sabiendo de qué se trataba.

"La senadora Padme Amidala, también conocida como Padme Nabarrie, ha fallecido lastimosamente en un accidente. Sorpresivamente para todos, la senadora se encontraba aparentemente embarazada, por lo que a esta trágica noticia se le suma la muerte de ambos, madre e hijo. La identidad del padre es desconocida, puesto que la senadora no se conocía por tener un romance con nadie, y si el hombre se encuentra en el sitio o no, no lo sabemos. Todos se han reunido para la partida de..."

Antes de seguir escuchando, y siendo incapaz de hacerlo, destruí el holograma con uso de la fuerza.

Mi respiración estaba agitada, las lágrimas amargas luchando en mis ojos, mis puños apretados, queriendo liberar más violencia debido a la impotencia y las emociones que me albergaban con todo aquello.

-Al parecer, ya toda la galaxia lo sabe, pero han cambiado los hechos - informó a mis espaldas esa voz desinteresada y despreciable.

Le lancé una mirada llena de repulsión y cólera al hombre que se regocijaba en su interior, antes de salir del sitio.

Le despreciaba horriblemente, y si no estuviese tan destrozado, lo acabaría yo mismo, pero mi castigo debía ser ese...

Porque yo maté al amor de mi vida y a nuestro hijo.

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P.O.V Padme:


"Anakin murió"

Tres días desde que esas palabras eran lo único haciendo eco en mi mente. Estaba agotada física y emocionalmente; cuando pensaba que no tenía más lágrimas que llorar, en las noches volvían con las pesadillas , las cuales salían cuando caía dormida. Ni siquiera había visto a los niños, y aunque me odiara por ello, sentía que si lo hacía, me rompería frente a ellos, por lo que estarían mejor sin mi.

No tenías gamas de nada, me estaba marchitando lentamente, cosa irónica, puesto que no sentía que me quedaba más vida.

Alguien tocó la puerta, interrumpiendo mis pensamientos. Ante la falta de respuesta, esta se abrió mostrando a Obi-Wan con semblante preocupado, como era usual cada vez que entraba.

Hasta ahora no había querido ver a nadie, raramente alguien entraba a chequear mi estado, y el hombre había respetado mi espacio, ya que cuando me visitaba, quedaba en silencio tras la misma pregunta, acompañandome en un apoyo silencioso. Le agradecía, en el fondo, pero verle me hacía recordar lo ocurrido, por más que no fuera el culpable.

-¿Cómo está?.

-Ya sabe la respuesta - susurré con desgano. Siempre acababa ahí la conversación, pero, al parecer, ese día no sería así.

Obi-Wan se acercó lentamente, observando la bandeja de comida abandonada en una de las mesas.

-Debe comer algo. Ha pasado tres días en ese estado - pidió con suavidad, cosa que no ocultaba la preocupación de sus ojos -. No es fácil, pero debe reponerse y levantarse.

Solté el aire viendo a otro lado.

-No tengo ganas.

-Tiene que hacerlo por sus bebés - se quedó en silencio viendo que no tenía intención de decir algo más. Quizás tras un minuto decidió decir -. Al menos quisiera que viera algo.

Le miré de inmediato con ceño fruncido.

-No creo que...

Él me interrumpió.

- Senadora, por favor. Si luego de verlo decide quedarse aquí, respetare eso - ofreció estirando su mano hacia mi con una súplica oculta.

Pensé lo comprensible que estaba siendo con todo, y podía entender que él también estaba sufriendo en silencio, pero aún así, seguía intentándolo, sin obligarme con algún truco mental. Con eso en mente, acepté su mano con resignación, dejando que me ayudara a levantarme con cuidado de la cama, para después sentarme en una silla de ruedas.

Salimos y pasamos por los pasillos del lugar, viendo a unos cuantos empleados que nos saludaban amablemente mientras seguían con su ritmo de trabajo; nos mantuvimos en silencio todo el trayecto, del cual desconocía su destino. Después de unos minutos, me guió a un sitio con un letrero que se traducía con un logo infantil.

Nos detuvimos frente a una gran ventana que dejaba ver a unos cuantos bebes descansando en las incubadoras. Fruncí el entrecejo y le miré colocarse a mi lado.

-¿Para qué me trajo hasta aquí? - mi voz casi no había salido audible debido a la ansiedad construyéndose en mi; porque, por supuesto, ya sabía la respuesta...

- Porque me parece que una madre debe ver a sus hijos después de una semana sin hacerlo - su tono fue amable, con una sonrisa que lo acompaño. Sin obtener mi respuesta, apuntó hacia el ventanal -. Esos bebés de allá, son Luke y Leia.

Mi vista se dirigió hacia los dos pequeños bebés que dormían plácidamente en sus cunas, cada uno con una manta blanca. Al instante sentí una sensación cálida y llena de emoción, algo que no sentía desde lo que parecía mucho tiempo entre tanto dolor, lo que hizo que me intentara levantar de la silla, cosa en la que me ayudó el hombre a mi lado al notar mis intenciones; colocó una mano en mi espalda vapor seguridad mientras yo me acercaba al vidrio.

-Ellos son... - las palabras quedaron atacadas en mi garganta ante un nudo de emoción; mis ojos se llenaron de lágrimas por el inmenso amor que surgía de mi corazón, el cual creí roto, al ver cómo Luke metía un dedo en su boca y Leia parecía estar babeando mientras se removía. Terminé con un sollozo - Unos angelitos hermosos.

¿Cómo pude pasar siete días sin verles?

-Senadora, tiene que vivir por ellos - el hombre a mi lado apretó mi hombro en apoyo, con esa voz suave que usaba conmigo -. No puede dejarlos solos; usted es lo único que tienen ahora bajo las circunstancias.

Ellos... Su padre...

Baje el rostro y quité la mano que había colocado con anhelo en el vidrio, sentando me en la silla de ruedas otra vez.

-Quiero ir a mi habitación, por favor - pedí en un hilo de voz.

Obi-Wan quiso insistir, pero desistió y asintió con un suspiro cansado. Me ayudó a llegar nuevamente a mi destino y antes de irse se aseguró de decir.

-Piénselo bien, por esos pequeños indefensos ángeles.

La puerta se cerró, dejándome en aquel espacio lleno de pensamientos, totalmente sola.

🌟🌟🌟

P.O.V Obi-Wan:

Después de salir de la habitación, estuve un rato pensando, intentando meditar sin éxito debido a mi poca concentración, para luego ir a comer junto al senador Organa, a pesar de mi falta de apetito.

Al terminar, me excuse y comencé a dirigí a la habitación donde nos estábamos hospedando mientras la situación lo ameritaba; por suerte, los Poli Massanos entendieron nuestra situación y accedieron a permitir quedarnos, sin uso de trucos mentales, al igual que ha esconder la nave en caso de que alguien pueda identificarla.

Era peligroso seguir en ese sitio, tanto para los que se encontraban en el como para nosotros, pero la recuperación de la ex senadora era algo vital para todos, como la de los bebés.

Apenas encontré al maestro Yoda, exprese mi clara preocupación, caminando de un lado a otro con una mano en mi cintura y otra en mi barbilla.

-Maestro, ya no sé qué más pueda hacer. La senadora no quiere vivir, ya ni siquiera se se alimenta o duerme bien; escucho sus sollozos y quejas cada noche al pasar por su habitación, veo cómo rechaza las bandejas - suspire pasando una mano por mi rostro cansado -. La he llevado con los bebés, y aún parece dudar de seguir por ellos. Temo que este plan no funcione.

-Perder la paciencia no debes Obi-Wan. Bajo mucha presión has estado estos días, tampoco has descansado adecuadamente - Yoda comenzó indicándome que me sentara a su lado; ahora es que me fijaba en que había interrumpido su meditación -. Un hombre de esperanza tú eres, fuerza en tiempos oscuros debemos de tener; recuerda a tu ex Padawan.

Algo apenado por mi actitud imprudente, sintiéndome como todo un adolescente Padawan inoportuno, me disculpe y tomé el asiento frente al maestro Yoda.

Sabía que me estaba tomando aquello personal, que la culpa me invadía y hacía actuar de aquel modo, tanto como la compasión y aprecio hacia la ex senadora Amidala.

-Ya han pasado tres días, maestro. Pensé que ver a los bebés la haría entrar en razón.

-Entonces tomar otras medidas debemos.

Iba a preguntarle más detalles cuando un llamado a la puerta nos interrumpió. Permitimos la entrada a lo que era la misma amigable Poli Massana que nos había atendido esos días.

-Gashna, ¿Sucede algo? - inquerí curioso por su sonrisa.

-Su esposa lo está llamando, maestro kennobi.

La sorpresa me invadió junto a la esperanza, que a su vez se mezclaba con un pequeño deje de miedo ante lo que eso podía significar.

El destino de todo estaba puesto en lo que Padme diría.

🌟🌟🌟

Narrador Obnisiente:


Obi-Wan se encaminó a la habitación que ya conocía de memoria desde los últimos días transcurridos, deseando que la senadora le diese buenas noticias, porque era lo único que necesitaban en aquella precaria situación. Fue al entrar a la habitación que quedó paralizado ante la visión.

Padme se encontraba comiendo y tomando agua, algo que el hombre no veía desde su llegada a la sede.

- Senadora, ¿Me mandó a buscar - preguntó el mayor, cerrando la puerta con lentitud, como temiendo a acabar con esa nueva paz.

La nombrada volteó donde se encontraba el dueño de la voz.

-Sí... - apartó su mirada para colocar el vaso en su bandeja, y soltó un suspiro agotado - Me hizo dar cuenta de que tengo que superar lo que pasó con Anakin. Tengo que hacerlo por mis bebes - levantó su vista tratando de no titubear o lanzarse a llorar como llevaba días haciendo -. No puedo darme el lujo de dejarlos con otras personas.

El hombre no pasó desapercibido el dolor y fortaleza con la que se expresaba la castaña, así que asintió compresivo, acercándose con pasos cautos.

- Estoy de acuerdo. Además, quería decirle algo... - pausó un instante para tratar de decir aquello con tacto, cosa que no quitaba su inquietud al saber una reacción al oír lo siguiente - No puede regresar a Courtsant.

Notoriamente, Padme se sorprendió con sus palabras.

-P-pero ¿Porqué no?.

- Hay una nueva maldad, Senadora. El lado oscuro se ha hecho mas fuerte - empezó a explicar con aire triste -. Acabó con la orden Jedi, el gobierno ha decaído y quieren asesinarla.

La mujer tenía tantas preguntas acumuladas, que no sabía cuál soltar entre la confusión y el temor.

-¿Asesinarme? ¿Quién? ¿Por qué harían eso?.

-El senador Palpatine, o mejor conocido como Lord Sidius - la ironía no se pudo ocultar en sus palabras, las cuales terminaron por sorprender a la primeriza.

-¿Hablas del senador?.

- Sí, la misma persona y la misma amenaza que tanto estuvimos buscando - negó con impotencia -. Estuvo siempre en nuestras narices, todo este tiempo mintiendo y engañandonos...

-No puede ser - tapó su boca con una mano, incrédula ante lo oído. De pronto, una pregunta rondó su cabeza haciendo un eco doloroso hasta su pecho, y supo que tenía que saber una respuesta antes de que las dudas la carcomieran -¿Fue él quien...?.

El Jedi no tuvo que oír el resto para saber lo que la mujer quería decir, y con mucho pesar, asintió.

-Él fue quien condujo a Anakin al lado oscuro - detuvo su hablar para pensar de qué forma seguir, puesto que ya se veía bastante afectada con la noticia, pero tuvo que soltar la verdad -.Y no solo quiere asesinarla a usted, sino también a los bebés.

Fue e lo que terminó de colmar a la castaña, llenandola de un miedo y desprecio inmediato.

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!.

- Al morir Anakin, quien cumpliría la profecía, y al nacer los niños, estos quedaron como la única esperanza, lo que les hace el principal blanco de los Sith. Todo el imperio los querrá en su poder, para tenerlos de su lado, o...

- No, de ninguna manera ¡No permitiré eso! - interrumpió de inmediato con total molestia y decisión en sus ojos llenos de lágrimas, junto a su corazón palpitante - Haré lo que tenga que hacer para evitar que algo malo les suceda.

-El maestro Yoda y el senador Bail decidieron que lo mejor sería fingir su muerte y la de los bebés. Toda la galaxia lo piensa así, hace unos días se dio el comunicado. Lamento no haber consultado con usted antes, no tenía opción - se excusó recibiendo un asentimiento de la mujer -. También creen que lo mejor será esconderlos a los tres en Tatooine. Así estarían alejados de todo,es el lugar mas tranquilo.

-Si es la única salida considerable, está bien.

- La es, pero no tendrá que estar sola - sonrió dándole ánimos -. Mi misión como Jedi y como amigo es protegerlos a los tres.

- Gracias,. Maestro Kennobi - limpió sus lágrimas con un gesto confundido -, pero no entiendo, ¿Cómo que misión Jedi? ¿Será como un protector?.

-Algo así... - tuvo que apartar la mirada algo apenado para soltar aquello - El maestro Yoda y el senador Organa piensan que lo mejor será que me haga pasar por el padre de los niños, y su esposo.

La ex senadora parpadeo un par de veces, su ceño se fruncía cada ves mas.

-¿Mi... esposo?.

-Sí. Mientras menos sepan los demás y se aleje la realidad, mejor - aclaró su garganta dándole la espalda para caminar a un lado de la habitación, cruzando sus brazos. Lo siguiente lo soltó con cautela -. Además, tendré que entrenar a Luke y a Leia para ser unos Jedis.

Padme si ya estaba preocupada con la situación, ahora lo estaba más, queriendo huir lejos con sus hijos para apartarlo de todo ese destino, pero igualmente sabía que no había muchas opciones.

-¿No hay otra opción?.

Obi-Wan volvió a encarar a la primeriza con una expresión llena de honestidad.

-Me temo que no, pero le prometo que solo será fingido; no pretendo nada más allá, jamás le haría daño, ni a usted o a los niños.

Ella lo sabía bastante bien, ese era uno de los hombres más sinceros de todos. Y aunque estaba algo molesta con él por lo sucedido con Anakin, supo que no habría nadie más capaz de ayudarla a cuidar a sus hijos que él.

-Bien... Pero no estoy muy de acuerdo con entrenar a mis hijos como Jedis - vio sus manos con el deseo de pelear contra esas ganas de llorar otra vez -. El destino de Anakin...

-Los niños son la única esperanza - dijo casi suplicante -. Me aseguraré que no tengan el mismo camino. Confía en mí.

Ella asintió con lentitud, dejando el tema pendiente.

-Lo haré.

-Hay una última cosa que debe saber - su tono descendió a uno más bajo, dudoso de decirlo, pero no podía ocultarlo del todo -. No solo hay que ocultarlos de Lord Sidius, hay una nueva amenaza.

-¿Nueva amenaza? ¿Quién? - preguntó desconcertada.

Obi-Wan tragó para evitar el nudo de su garganta al responder.

-Darth Vader...

-¿Darth Vader? -repitió en un susurro, siendo aquella la primera vez que sus labios decían aquel nombre, sin saber quién se encontraba detrás de él ni todo lo que pasaría.

-Sí, es el nuevo aprendiz de Lord Sidius -la amargura que sintió al pronunciar esa oración se notó, pero la otra no podía imaginar más que era por ser un Sith más.

-Bueno, te puedo asegurar que ese tal Darth Vader también tiene mi odio.

Obi-Wan observó con sorpresa a la ex senadora, siendo la primera vez que la oía decir unas palabras con tanto rencor.

«Si supiese que es el mismo Anakin...»

«Pero tú no serás quien se lo diga. Tu deber protegerla es, maestro Kennobi

-El odio no es un buen sentimiento...

-Esa es la opinión de un Jedi - espetó con severidad -. No puedo ni pensar en lo terrible que son Sidius y su aprendiz, pensando en matar niños y en dominar la galaxia.

- Al lado oscuro no le importa nada, solo la sed de poder y dominio.

Sentía tanto rencor y repulsión contra ellos, que la mujer no dudó un segundo más. Sería fuerte, y si no podía, sería el doble de fuerte.

-Haré lo necesario. Si tengo que fingir ser su esposa, lo haré, pero - pausó para poner una pequeña condición, sonriendo con la expresión preocupada del hombre. Sin más, soltó con nuevo tono amable - tiene que empezar a decirme Padme, no senadora o usted.

El mayor no pudo evitar una sonrisa de alivio por ver algo de ese brillo que conocía en la otra.

-Entonces tienes que decirme Obi-Wan y no maestro.

-Bien, Obi-Wan, si me disculpas necesito descansar - pidió con amabilidad.

El nombrado salió con una reverencia y le apartó la bandeja a la castaña, ayudandola a arroparse un poco. Al llegar a la habitación del maestro Yoda, tras dejar a la madre primeriza, le contó todo lo ocurrido.

-Ahora esperar su recuperación debemos - indicó el ser verde -. A partir de ahora tu su esposo y padre de los niños eres, Obi-Wan.

El hombre hizo una referencia.

-Prometo cumplir mi misión, maestro.

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P.O.V Obi-Wan:

Al día siguiente, decidí pasar por el retén donde se encontraban los bebes, pero estos habían desaparecido. Mis sentidos se alertaron y, sin más, corrí rápido hacia una PoliMassana.

-Disculpe, ¿En donde están los bebes?.

Debió notar mi tono agitado y preocupado, porque se apresuró a responder.

-Tranquilo, maestro, están con su madre.

La sorpresa me llenó, sustituyendo la preocupación por algo de goce al analizar la contestación le agradecí rápidamente y emprendí rumbo a la habitación de Padme.

Al entrar en la estancia, la encontré cargando a Luke mientras Leia descansaba a su costado en la cama, siendo asegurada con la baranda y una almohadilla.

Al notarme, la madre me regaló una sonrisa cálida.

-Hola, Obi-Wan.

Le correspondía acercándome unos pasos.

-Hola, Padme.

-Son tan pequeños y frágiles - dijo con un brillo de amor en sus ojos mientras me cía a Luke, el cual acababa de bostezar robandonos una pequeña risa -. Son lo más hermoso que he visto.

-Lo sé, son sus hijos - asentí dándole un dedo a la pequeña manito de Leia, la cual lo sostuvo -. Me extrañó cuando me avisaron que estabas con ellos. Desde que nacieron no los había visto juntos - me percaté de mi imprudencia e intenté arreglarlo -. Lo siento, no debí...

-No, es la verdad - interrumpió con un suspiro melancólico -. No puedo creer que iba a dejarlos solos...

-Ya no piense en eso.

-Te dije que podías decirme Padme - me corrigió con un deje de diversión, pero luego volvió aquella tristeza al observar al pequeño bebé en sus brazos -. En todo caso tú tienes razón, ya pasó, y no se repetirá.

-Sé que será así - afirmé con voz suave. Los dos nos quedamos observando a los dos pequeños que parecían haber caído en un profundo sueño al mismo tiempo.

Podrán ser pequeños y frágiles ahora pero yo me encargaría de cuidarlos...

"Ay, Anakin, si pudieses verlos ahora, hermano..."

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Narrador Obnisiente:

Los días habían pasado rápidamente en el crucero estelar. Padme, quien se habia recuperado totalmente, ya había sido recién dada de alta con cara indicación. Se sentía bien, al menos de forma física, porque su corazón seguía destrozado por la pérdida del hombre que amaba.

Sin embargo esta se habia obligado a luchar por ella y sus hijos, a quienes no podía dejar solos ningún instante desde que los vio en sus brazos.

Aunque sentía que su corazón se había ido junto a Anakin, ella no podía abandonar a sus bebés.

Obi-Wan se dirigió junto a la ex senadora y sus hijos a Tatooine, siendo acompañados por el maestro Yoda.

El senador Organa por su parte habia regresado hace dos días atrás a su planeta, junto a su esposa, aclarando todo lo que tuviera que ver con la supuesta muerte de la senadora y a despistar la realidad.

En los días pasados se encargaron de modificar los registros de los bebés y su madre:

Ella nunca tuvo a sus bebés en Poli Massa.

Los bebés habían obtenido el apellido de Obi-Wan, y al llegar a Tatooine, él y Padme arreglarían los trámites de su unión marital. Luego se hospedarían en una casa cerca de la ciudad.

Se acordó que el maestro Yoda los ayudaría a realizar todo para luego irse a Dagobah en su escondite.

Obi-Wan acordó que se llamaría Ben Kennobi, y Padme seguiría con ese mismo nombre, a excepción de su apellido.

Al llegar y cumplir cada cosa acordada, los bebés fueron llevados a sus tíos Beru y Owen Lars, quienes entendieron la situación y accedieron a ayudarles en cuanto necesiten.

Fue en esa puesta de soles donde presentaron a sus bebés a los Lars, que daba inicio a la nueva vida de la futura nueva esperanza.

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Editado el 9/01/2020

¡Hola! Espero les gustara el capítulo, pueden preguntar cualquier duda. Voten y comenten c:

Que la fuerza les acompañe. 🌟

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