Capitulo 1: Mustafar, The Living Hell.
P.O.V Anakin.
Salvar a Padme.
Tengo que salvar a Padme, por eso lo hago. Por ella, por el bebé, para tenerlos a mi lado.
Ese era el único pensamiento rondando en mi mente durante mis acciones, justificándolas de buena manera, desde que me volví aprendiz de Darth Sidious.
El lado oscuro me fue siempre repulsivo, el lado enemigo, uno donde lo más escoria de la galaxia se entrenaba para sentirse algo mejor en su miserable existencia; al menos así pensaba hasta que me dí cuenta de lo que había de fondo, lo que implicaba todo, y es que los verdaderos malos, resultaron ser los que se proclamaban hipócritamente mis supuestos compañeros, con los que trabajé y pensé tener un vínculo, una misión por el bien común.
Los Jedi eran malos, engañaron a todos, y además eran unos cobardes, inmorales que querían todo el poder para vanagloriarse, llenarse de poder para alardearlo como la máxima autoridad.
Yo, en cambio, tenía algo importante por lo qué luchar y vivir, un nuevo futuro donde me vislumbraba en la gloria máxima junto a mi familia, a mi lado, imponiendo nuestra voluntad.
Todas las personas que maté, incluyendo a esos niños Padawan, lo hice para salvarla...
Sacudí mi cabeza de aquellos pensamientos que me invadían como una erupción en mi interior, y es que ya no había lugar de arrepentimiento, solo era una distracción, no estaba bien tener una debilidad absurda.
"Seré Todopoderoso, te lo prometo."
Eso fue lo que le dije a mi esposa en Tatooine aquel día donde perdí a mi madre. Y lo cumpliría, por ella y nuestro hijo, porque no permitiría que se fuera como lo hizo mamá.
Sentí una presciencia familiar en ese instante, interrumpiendo mi pensamiento, cosa que confirmé cuando en la sala de control de Mustafar se identificó una nave no reconocida por el sistema, pero por mis instintos y el diseño, supe de inmediato que se trataba de Padme.
Me invadió la sorpresa y la emoción de verla, pero a su vez, estaba preocupado de que estuviese en un sitio así, porque era peligroso en su estado.
Sin dudarlo, me dirigí corriendo a su encuentro.
🌟🌟🌟
P.O.V Padme.
"Anakin se ha vuelto al lado oscuro"
Las palabras de Obi-Wan resonaban en mi mente como una tortura que pretendía acabar conmigo lentamente.
Estaba muy preocupada, sentía que me daría un ataque al corazón de los nervios y ansiedad que estaba experimentado, por eso y por todo lo demás que Obi-Wan me había contado horas antes acerca de Anakin.
Algo así no podía ser cierto; Ani era una gran persona no podía unirse al lado oscuro, no era capaz de dañar a nadie...
Sin embargo, su mirada cada vez me era más distante, como su presencia, desde hacía un buen tiempo, y temía perderlo, que tomara malas decisiones, que me apartara más, que todo eso fuera cierto...
Por esa razón, tomé la nave sin pensarlo dos veces y me dirigí hacia donde me indicó que estaba, Mustafar. El viaje fue una agonía total, pensando en mil posibilidades, temiendo lo peor a cada segundo que pasaba.
Un temblor recorrió mi cuerpo después de aterrizar, y tomé unas respiraciones profundas, tratando de mentalizarme en ser positiva, porque necesitaba tranquilizarme por el bien del bebé; podía sentir que estaba preocupado como yo, inquieto por sus pataditas en mi vientre.
Mentalmente le daba todo mi apoyo y amor.
No te preocupes, mi bebé, tu padre arreglará este mal entendido y te prometo que seremos muy felices...
Quería creer yo misma esas palabras.
Levanté la mirada y leí al padre de aquella personita en mi vientre acercándose a la nave.
Al bajarme, corrí a abrazarlo, necesitando inmensamente de su calor y protección. Me correspondió de igual manera, gustosa de saber que él sentía lo mismo que yo.
–He visto tu nave ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó a su vez estrechandome fuertemente.
–Estaba preocupada por ti – suspiré separándome para verle a los ojos con total preocupación –. Obi-Wan vino a contarme unas cosas horribles.
Su semblante se tornó tenso.
–¿Qué cosas?.
–Dijo que te habías...Pasado al lado oscuro – titubee con dificultad, y es que decir aquello no me era nada fácil, incluso sentía que temblaba bajo su tacto. Bajé mi tono al concluir :–, dijo que habías...Matado a unos niños...
Anakin endureció sus rasgos.
–Obi-Wan intenta que te vuelvas en mi contra.
Negué de inmediato.
–Se preocupa por nosotros.
–¿Nosotros?.
–Sí, lo sabe. Sólo quiere ayudarte – informé en un asentimiento. Él torció su expresión en una sonrisa irónica que no me gustaba, puesto que sabía que no creía en las intenciones de nuestro amigo. Intenté expresarle con mis gestos todo el apoyo y el mayor intento de serenidad posible por mi estado :–. Anakin, lo único que deseo es tu amor.
–El amor no te salvará, Padme – refutó con firmeza –. Sólo mis nuevos poderes lo harán.
Su respuesta no hizo más que acrecentar el mal presentimiento y mis nervios.
–¿A qué precio? – traté de entrarlo en razón – Eres una buena persona, no lo hagas.
–No voy a perderte como perdí a mi madre – espetó con frialdad, haciéndome estremecer por su mirada ensombrecida. Se infló de orgullo y egocentrismo antes de añadir :–. Me estoy volviendo más poderoso de lo que cualquier Jedi haya podido soñar jamás, y lo hago por ti, para protegerte.
¿Qué le estaba pasando? No podía creer que estaba de a poco confirmando los hechos que tanto me mantenían en negación atormentada.
–Ani, vuelve conmigo, escapemos juntos. Ayúdame a criar a nuestro hijo – razoné en mi angustia, tratando de acercarlo a mí con manos temblorosas que daban caricias en él, intentando no romperme y darle ánimos –. Aún estás a tiempo, deja todo lo demás atrás.
–¿No te das cuenta? Ya no tenemos por qué seguir huyendo – sonrió de una manera escalofriante, sus ojos proyectando una sed de poder que me hizo retroceder en asombro mientras él seguía soltando su discurso de forma atropellada :–. He traído la paz a la República. S-soy más poderoso que el Canciller, si quiero le puedo expulsar, y juntos, tú y yo, gobernaremos la Galaxia. Haremos que las cosas sean como queramos.
Mi corazón comenzó a doler en mi pecho, sintiendo que fragmentos de quien parecía haber perdido se clavaron en él sin piedad.
–No puede ser verdad lo que oigo... – negué con voz inestable y mis ojos humedecidos – Obi-Wan tenía razón, has cambiado.
–No quiero oír hablar más de Obi-Wan – me advirtió con un gesto amenazante –. Los Jedi se volvieron contra mí, no lo hagas tú también.
–No, no puedo creer lo que oigo... Anakin, me rompes el corazón – sollocé en agonía –. Has iniciado un camino que yo no puedo seguir.
Su expresión se mantenía igual de distante, frívola, pero sus ojos se llenaron de molestia.
–¿Te lo impide Obi-Wan?.
Alcé mi voz en desesperación.
–¡Me lo impide lo que has hecho, y lo que piensas hacer!.
No entendía porqué metía a Obi-Wan en esto cuando él sólo quería ayudarlo, y en ese momento me arrepentí a de no haberle creído...
🌟 🌟 🌟
P.O.V Anakin:
No podía creer que Padme se estuviese poniendo en mi contra después que todo lo hacía por nosotros. Comenzaba a molestarme con ella por no entender, mi cabeza estaba nublada, con mil sentimientos que no hacían más que acrecentar mi enfado.
Estuve a punto de responder, cuando sentí una presencia cercana que me hizo voltear a la nave en la que Padme había ingresado a Mustafar. La figura de Obi-Wan se asomó por la misma, con todo ese aire de superioridad y severidad que me encendió el deseo de apartarlo de mi camino.
–¡Ani detente, por favor vuelve! – Padme seguía rogando entre sollozos desesperados – ¡Ani, Te amo!.
El dolor que me causó la realización de que estaba fingiendo y que se había aliado con él en mi contra, terminó por enloquecer mi mente.
–¡Mientes!.
Ella se sobresaltó ante mi grito y volteó hacia la nave, su expresión cambiando a una aterrada al fijarse de su pasajero. Negó dando pasos hacia atrás.
–¡N-no!.
–¡Le has traído hasta aquí para que me mate!.
–¡No! – intentó decir algo más, pero no pude soportar más su traición, no quería oírla.
Sin más, sin pensar, de satélite mi ira empleando la fuerza para estrangularla. Ella siguió viéndome con ojos llorosos, suplicando que la soltara, y mi corazón no hacía más que agitarse en decepción e ira.
–¡Déjala ir, Anakin!.
–A-anakin...
Estaba atormentado entre sus voces, no reaccionaba.
–¡Déjala ir!.
Mis ojos se humedecieron al ver cómo le faltaba el aire, lo que hizo que la soltara, cayendo inconsciente en el suelo. Traté de calmar mi respiración caminando de un lado a otro, porque sentía que estallaría en cólera al ver a mi antiguo maestro acercándose amenazante.
–¡Hiciste que se pusiera en mi contra!.
–Lo has hecho tú mismo.
–¡Tu no la apartaras de mi! – le advertí dispuesto a pelear en su contra, quitando mi capa en clara señal.
–Tu ira, y tu sed de poder ya lo han hecho – imitó mi acto y comenzó a rodearme en alerta mientras continuaba su parloteo decepcionado :–. Dejaste que ese Lord oscuro te manipulara la mente hasta que...Hasta que te convertiste en aquello que juraste destruir.
–Ahórrate el sermón, Obi-Wan. Veo todas las mentiras de los Jedi. No le temo al Lado Oscuro como ustedes – me burle en réplica. Le daba la espalda, pero sabía que estaba revisando el pulso de Padme, y casi me lancé a su ataque por atreverse a tocarla. Sin embargo, me obligué a mostrarle mi seguridad –. ¡He traído la paz, la libertad, la justicia y la seguridad a mi nuevo Imperio!.
–¿Tu nuevo Imperio?.
Aquel tono de incredulidad me estaba comenzando a desesperar.
–No me obligues a matarte.
–Anakin, mi lealtad está con la República ¡Con la Democracia!.
Le di una última oportunidad.
–Si no estás conmigo, eres mi enemigo.
Se mantuvo en silencio con un aire de decepción que me hacía verle más arrogante.
–Sólo un Sith es tan radical tomando decisiones – le oí desenvainar su sable –. Haré lo que tenga que hacer.
Sonreí ladino.
–Trataras.
Sin más, empecé la batalla más flamante de mi vida.
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Narrador Omnisciente:
La batalla entre ex Jedi y Maestro se desarrolló entre los hombres, intentando diferentes propósitos:
Anakin trataba de asesinar a todos esos demonios que representaban para él tales debilidades como lo era el hombre con quien peleaba, porque no quería tener ese lazo paternal afectivo ni compasivo de él, no cuando lo que quería era arruinar su misión y dárselas de héroe. Debía matarle para demostrarle y demostrar a todos de lo que era capaz, las voces en su cabeza le alentaban a ello.
Obi-Wan intentaba combatir con esa oscuridad que había poseído a su amigo a tal punto de desasosiego e irracionalidad, queriendo sacarlo de ese agujero para ayudarle, incluso dispuesto a perdonarle todo e intervenir en un intento de salvarle de cualquier castigo. Debía agotar todas sus esperanzas antes de que tuviese que no tener otro remedio más que acabar con él, porque no quería en verdad hacerlo.
Sin duda, los dos estaban en una batalla física y mental; el alumno queriendo superar al maestro y este último tratando de salvar al primero.
Mustafar se desmoronaba a su alrededor tal como simbolización de lo ocurrido en el considerado elegido.
Las explosiones, chirrido de metal fundido, alarmas y el chocar de los sables resonaban con fuerza en el sitio.
Llegado a un punto en el que los dos estaban en diferentes plataformas, peligrosamente sobre la lava flamante, se quedaron viendo unos segundos en los que parecía se detuvo el tiempo.
–Te he fallado, Anakin – espetó el mayor con total pesar en sus palabras y tono –, te he fallado.
–¡Debí haber imaginado que los Jedi pretendían tener el control!.
–¡Anakin, el Canciller Palpatine es malvado!.
El mencionado gritó con puro rencor.
–¡Desde mi punto de vista, los Jedi lo son!.
El otro gritó con un intento desesperado de hacerle entrar en razón.
–¡Estás desorientado!.
Anakin no quería ver ni oír más las palabras del hombre, porque las voces en su cabeza eran más fuerte, nublado cualquier conciencia o sentimiento. Debido a esto, amenazó en una última despedida, decidido a ganar.
–Éste es tu final, mi Maestro.
El más joven saltó a la plataforma, casi cayendo, y peleando con el mayor. En un punto, Obi-Wan dio una voltereta en el aire quedando así en el pendiente de tierra más seguro alrededor.
Sabía que lo siguiente sería una provocación directa, dolorosa, conociendo los puntos débiles de su ex aprendiz, ya preparándose para cumplir su deber.
–¡Se acabó, Anakin, la altura me da ventaja!.
–¡No subestimes mi poder! – exigió en cólera total.
–No lo intentes... – advirtió en una lucha interna de no querer dañarle.
Anakin lo ignoró con total soberbia, dando un salto y cayendo detrás de Obi-Wan, y por poco este le cortaba con el sable, cosa que no hizo por su incapacidad de acabar con él. No le importó, pretendía no ser compasivo con su maestro, quien inútilmente seguía tratando de persuadirlo.
La lucha continuó, enfrentando nuevamente a aquellos sables, mismos que una vez habían combatido contra el mismo enemigo en común, y que ahora se tornaban a una guerra entre dos amigos.
Alrededor, cada vez había más erosión y disturbio, el calor era insoportable, el cansancio comenzó a llenarlos, pero no se detenían. Unas piedras enormes, de alto y ancho, empezaron a caer, impidiendo que continuaran su batalla a la fuerza y bloqueando irremediablemente su camino el uno del otro.
Anakin intentó con la fuerza mover las rocas, pero eran muy pesadas y le faltaba concentración, descanso, cosa que la ira no le dejaba hacer, tomando su ser.
No hubo mejor oportunidad que aprovechar que aquella para Obi-Wan.
–¡Anakin, ríndete, no tienes la fuerza suficiente!.
–¡No te atrevas a subestimar mi poder!.
–Solo un Jedi puede hacerlo – provocó mientras se preparaba en su posición –, y al parecer, ya no eres mas uno de nosotros.
–¡Siempre subestimandome, maestro! – soltó con sorna mientras apartaba las rocas en un brutal estallido de cólera.
Anakin pudo accionar entre su rabia, pero se quedó sólo viendo a su ex maestro Jedi, tal como él le regresaba el gesto.
No habían dicho nada por unos segundos, viéndose, mil emociones en ellos. Pero siempre alerta de los movimientos del otro, tristemente, ya sin confiar.
–¡Tú eras el Elegido¡ ¡Debías destruir a los Sith, no unirte a ellos! – Obi-Wan no soportaba no sacar ese dolor y pesar de él, así que tuvo que hacerlo :–¡Tenias que traer equilibrio a la fuerza, no hundirla en la oscuridad!.
Si pensaba sacarle cosas en cara, él haría lo mismo, así que, sin remordimiento, cegado por su rabia y rencor, por el dolor, el ex Jedi escupió todo su odio.
–Nunca fuiste un buen maestro, quizás es tu culpa, Kenobi. Lo único que hiciste fue reprocharme, celoso de mis poderes por ser superiores que los tuyos. Ya no soy ese niño que manipulaste y le hiciste que te siguiera, ahora puedo verte como eres realmente – sonrió con todo el asco que sentía, cada apiz de odio, pretendiendo causarle remordimiento a quien le dijo: –. Lo que has sido, es un impedimento en mi felicidad.
Los ojos de Obi-Wan miraban con tristeza y llenos de lágrimas al chico que lo detallaba con tanto odio que caló en su pecho, doliendo por no poder hacer más que oírle decir tantas cosas guardadas de una forma tan rencorosa.
¿Le había fallado? Porque sentía que todo lo que decía, era verdad, y juró que con ello se dio cuenta que no pudo ser buen maestro, ni un buen amigo, porque quien estaba frente a él, no era Anakin... Era su culpa, no cumplió su misión.
–Tienes razón, no eres ese niño – concedió con voz rota –. Tú eras mi hermano, Anakin... Yo te quería.
Una leve mueca denotó el efecto de las palabras del Jedi en el otro joven, y aunque este último se negara a oír su antiguo ser, en el fondo este, ensombrecido por el lado oscuro, sentía dolor, tristeza, y un pequeño remordimiento que le hizo soltar una última opción.
–Puedes unirte a mí.
–Estoy del lado de la fuerza, la luz – extendió su mano con una última esperanza –. Déjame ayudarte.
–No dejaré que ella muera, sin importar a qué precio – negó no queriendo ni ver la otra mano alejándose como si temiera a cambiar de parecer –. No necesito tu ayuda.
–¿No puedes verlo? Esa voz te está manipulando, no seas tonto. Padme morirá si tomas este camino, tan solo ve lo que le has hecho – no pudo evitar decir aquello con molestia, porque no soportaba más ese odio en los ojos del otro. Por ello, no titubeó al espetar :–. ¡Por tus acciones vas a acabar con ella y su hijo!.
Anakin sintió un fuerte estallido de voces en su interior que agitaron su respiración y corazón, el miedo y la rabia generaron un fuerte caos que le hizo encender su sable con rapidez para callar al hombre frente a él.
Con un último grito lleno de ira, se acercó rápidamente al ataque.
–¡Te odio!.
En un rápido movimiento, el Jedi más experimentado dio un salto, quedando a espaldas del otro, y con tal rapidez, con ayuda de la fuerza logró tomar una de las piedras que cayeron de los peldaños, propinado un golpe en la cabeza del Skywalker, cayendo este inconsciente.
Con respiración agitada y ojos llenos de lágrimas su antiguo maestro le veía con una profunda tristeza. Sabía que debía acabar con él, que necesitaba cumplir su nueva misión por el bien común de todos, pero verle así, pensar en cada momento vivido, no hizo más que remarcar lo que le dijo a Yoda.
No podía hacerlo, no con su hermano, lo más cercano a un hijo y mejor amigo.
Sin embargo, sabía que dejándole en ese sitio, una gran probabilidad de que muriese por la erosión tan cercana a él, era posible, pero prefirió no pensar más y dejarlo en manos del destino.
Tomó el sable en el suelo con dolor, recordando cuantas veces le reprendió por su arma dejada al descuido, cuanto la recogió por él, cuantas veces luchó a su lado con ella.
El mismo se encaminó hacia la senadora que yacía en el suelo, aún inconsiente. La cargó en brazos y la llevó a la nave, recostando su cuerpo debió en una superficie. Se limitó a verla con pena.
La joven se removió en el sitio de pronto, abriendo con mucha dificultad sus ojos y sus labios en un susurro desesperado.
–Anakin...
Kenobi paso su mano por la cabeza de la chica, empleando la fuerza para dormirla un rato mas; esta cerró los ojos lentamente entrando a un sueño con facilidad, incapaz de luchar en su debil estado.
El maestro Jedi se encaminó a pilotear la nave junto a los dos droides que acompañaban.
–¿Hacia dónde nos dirigimos, maestro Kenobi? – inquirió C3PO.
–No lo sé – respondió pasando una mano por su rostro, estaba sudado, sucio y cansado –, sólo salgamos de esta pesadilla infernal.
Los droides acataron órdenes tomando sus respectivas tareas en lo que el hombre se dejaba caer en uno de los asientos de pilotaje.
Soltó un profundo suspiro lleno de agotamiento y pesar, pasando una mano por su rostro, quitando el sudor de su cabello y limpiando lágrimas secas en sus mejillas, las cuales no sabía cuando comenzaron a salir.
Hubo unos pocos minutos de silencio en la nave mientras se iban alejando de aquel ardiente planeta, hasta que el droide de protocolo se atrevió a decir un comentario ante el estado mortificado del Jedi.
–Maestro, el amo Anakin no vendrá, ¿Cierto?.
Kenobi inhaló al inmutarse de la pregunta, saliendo de sus mil pensamientos.
–No, 3PO, no vendrá... – respondió en voz queda y baja.
–Quizás lo haga en algún momento, si me permite opinar.
El humano giró a ver al droide dorado, preguntando.
–¿Hay probabilidades de eso?.
C3PO no tenía mucha idea del comportamiento tan raro de los humanos y su tendencia a dañar, a complicar las cosas cuando las soluciones eran tan sencillas desde su punto de vista, pero no podía mentirle al maestro Jedi que parecía levemente esperanzado en su respuesta, ni tampoco mentirse a sí mismo con la idea de que su creador volvería.
Muchas veces se subestimaba mucho a los droides por ser máquinas creadas, pero podían sentir y ser bastante pensantes. Porque a R2 y a C3PO les dolía la verdad:
–Son muy bajas, en realidad.
Obi-Wan sintió nuevamente que era bajado de ese pequeño escalón llamado esperanza, dejándose caer en su posición, cerrando los ojos para intentar despejar su mente de tantas emociones y realizaciones, no queria desviarse y tomar decisiones erróneas en ese punto en el que Padme y su bebé dependían de él, tanto como Yoda y el senador Organa, sin mencionar el destino de la galaxia y pos Jedis.
Decidió que por lo pronto lo mejor sería llevar a Padme a un lugar donde la puedan atender para ver si sufrió daños por el ataque de Anakin, porque sinceramente sus signos vitales y estado eran motivo de preocupación de tan solo sentirla.
–Vamos a Polis Massa, es un crucero estelar conoció y además cercano – indicó a los droides dándoles una corta mirada –. No creo que deba decirles que el estado de la senadora es preocupante, así que vayamos lo más rápido.
Se concentraría primero en su deber, y ya tendría tiempo de pensar lamentarse bastante más del que quisiera...
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Luego de unos cuantos minutos de aquella batalla, Lord Sidious arribó a Mustafar tras su mal presentimiento de que algo malo estaba ocurriendo con su nuevo aprendiz, cosa que corroboró al verlo que yacía inconsiente en el suelo, corriendo el peligro de que en cualquier momento la lava le alcanzara. Mandó a buscarle con sus guardias y encargó llevarlo de inmediato a revisar posibles heridas.
El sith no podía estar más molesto y frustrado por sus planes, pero la señal de que algo ocurría con la esposa de su aprendiz, le generó una sonrisa. Tenía el plan de acabar con sus propósitos de la mejor manera.
--🌟--
Anakin despertó en un cuarto blanco, confundido y desorientado, ya que no recordaba lo sucedido tras atacar a Obi-Wan.
Ante el pensamiento se levantó de golpe con puños apretados, buscando su sable dispuesto a buscarle. Pero una voz le interrumpió.
–Veo que al fin despertaste, mi aprendiz.
–¿Qué pasó? – no se molestó en saludar al otro Sith porque de apenas erigirse se tomó la cabeza con un punzante dolor. Dio un quejido – ¿Cómo llegué aquí?.
–Me temo que tuviste un enfrentamiento con tu viejo maestro, Obi-Wan – habló con desdén usual en él –. Presentí que algo andaba mal, y decidí dirigirme hasta Mustafar. Fue cuando llegué que te encontré inconsciente, fallando en tu propósito.
–No he fallado, es un escurridizo, tomó ventaja – gruñó molesto –. Pero la próxima vez no le irá tan bien, creame.
El tono que usó el emperador al hablar demostró su inconformidad.
–Eso espero, será una gran molestia y peligro para todos si sigue vivo.
Estuvo a punto de decir algo más, incluso pedir buscar al molesto Jedi, pero recordó algo muy importante.
–¿Dónde está Padme? – inquirió con exasperación, porque recordaba que estaba con Obi-Wan y había quedado inconsciente por su molestia.
El Lord Sith dio un encogimiento en fingida pena, regocijándose al sentenciar con lentitud macabra:
–Pues, me temo que en tu ira tu la mataste.
De pronto, un golpe en el corazón del joven hizo que su cuerpo se estremeciera casi cediendo su peso, su garganta se secó con un doloroso nudo al igual que su estómago se revolvió.
Nunca había sentido algo así, no desde que su madre murió, y este era el doble al pensar en todo lo que hizo, en el bebé...
–¡¿Qué?! ¡No puede ser! – negó incapaz de respirar correctamente, de repente el dolor punzaba su cabeza queriendo estallar, sus ojos se llenaron de lágrimas molestas y ardientes, su garganta quemaba por sus gritos devastados – ¡Yo la sentí, estaba viva!.
–Lo estuvo hasta hace unos minutos – aportó Palpatine con falsa condescendencia –. Mientras dormías, ella se fundia en un sueño más profundo con su hijo.
El dolor le comenzaba a desgarrar el pecho del ex Jedi, como una tortura, las voces se agitaron en su cabeza con las otras de su subconsciente culpandole; su interior estaba hecho un caos que planeaba enloquecerlo. Tanto fue su fuerza y tormento, que entre lágrimas y gritos, destruyó todo lo que rodea la habitación con uso de la fuerza.
Lord Sidious sonreía con satisfacción viendo su última y mejorada creación de demonio.
Anakin salió de la habitación sin saber cómo apaciguar ese tormento, así que tomó su sable y empezó a cualquier clon o droide que se interponía en su camino, perdiendo notoriamente el control.
Estaba muerta.
Imágenes de la que era su esposa se presentaron en su mente, su voz, su olor, su sonrisa, sus ojos y hermoso cabello... Después sus lágrimas de dolor, su súplica, unos gritos que le culpaban por su muerte y la del niño.
Él la había matado.
Anakin no pudo más, perdió la fuerza de sus piernas y se dejó caer de rodillas en el frío suelo, con muchos cuerpos rodeandole a los lados y a sus espaldas.
Estaba viviendo la peor de sus pesadillas, las emociones revueltas en su interior creaban una distorsión que amenazaba con acabar con el hilo de cordura que tenía. Lloraba desamparado, sin importar nada más, gritando hasta que su garganta quemara.
–De no ser porque entiendo tu dolor y te aprecio, te ejecutaría por este desastre – el viejo Sith llegó tras un minuto, revisando los cuerpos con total desprecio –. Tal vez es mejor así, ella no se hubiese unido a ti. Era una política, y como has dicho tú mismo, todos son mentirosos. Padme te iba a distraer.
En cólera por la falta de moral del Sith y su desprecio, el castaño tomó su sable y apuntó al mismo con amenaza.
–¡No hable así de ella! ¡Esto es su culpa, estaría viva de no ser por usted!
–Tu fuiste el que se dejó llevar, debes controlar tus poderes insolente – Sidious con un gruñido usó sus rayos para torturar al Skywalker, quien no pudo detener a tiempo el ataque con su sable debido a su desasosiego, y cayó al suelo en alaridos de dolor. Se detuvo unos segundos después, no queriendo durar mucho en ello. Miró con severidad al joven a la vez que continuaba :–. No olvides que fue tu antiguo maestro quien la puso en tu contra, él la llevó a ti, yo solo he buscado ayudarte. Pero si te pones en mi contra, será en vano.
–Ella... – sollozo tratando de levantarse entre el dolor.
–Ella se fue, y debes entenderlo – se acercó con esa voz engañosa que quería fingir entendimiento, tendiendo su mano –. Padme jamás hubiese entendido este mundo, no hubiese venido a ti, por ello estaba con Obi-Wan.
El ex Jedi observó la mano en silencio, cerrando los ojos para tomarla tras un rato, dejándose levantar.
La voz en la cabeza del mismo le decía lo mismo que Sidious, corroborando lo que decía.
«Es su culpa, Obi-Wan tiene la culpa de su muerte y de que tú no cumplieras tu destino de supuesto elegido, debes odiarlo como a nadie. Tú nuevo maestro es tu amigo, él quiere ayudarte.»
Sin embargo, esa voz no logró del todo calar en el joven, porque no iba a odiar a Kenobi tanto como se estaba odiando a sí mismo en ese momento; porque en el fondo sabía que era su culpa no haberla salvado, y que el Sith a su lado también era un culpable enorme...
De no ser porque se planeaba castigar siguiéndole, lo hubiese asesinado, pero no; él merecía sufrir, pagar, estando del lado del sufrimiento, viendo y siguiendo órdenes de quien causó todo.
Claro, en ese instante donde su mente estaba nublada de odio, dolor y tormento, el culpable principal sería Obi-Wan.
«No me entrenó bien. No me dejó avanzar en mi potencial, por eso no era quien debía ser...»
Sería más fuerte que cualquiera, no sentiría miedo, no más dolor, debía suprimir todo eso que le tormentaba, porque pretendía vivir como castigo.
Mil voces le decían tantas cosas y él no estaba en posición de captar cual tenía razón en ese instante...
Anakin se posicionó, con todo eso en su mente, en una de las ventanas que demostraban la extensa, oscura y fría galaxia, dejando caer lágrimas silenciosas.
–Voy a matarlo. Seguiré sus órdenes, maestro.
–Aquí está naciendo finalmente Darth Vader, el más poderoso aprendiz – se posó al lado del castaño con tranquilidad . Espero sepas de que lado te conviene estar. Aparta tus sentimientos si quieres triunfar, son un desperdicio – se encargó de remarcar con toda malicia y exigencia :–. Y sobretodo, espero que no caigas en palabras de los que fueron tus supuestos amigos y aliados.
–No hay nadie que ame ni me preocupe ahora – espetó el nuevo Sith con puños apretados, tanto que sus palmas se enrojecían a un punto en el que casi sangraban sin importarle. Algo hizo un crack en su interior, acabando con cualquier cosa, dejándole en automático guiado por la oscuridad de su alma quebrada. Por ello, afirmó con voz firme :–. Anakin Skywalker está muerto.
Así, acababa de nacer Darth Vader.
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Espero les guste y perdonen mis errores, si los ven, haganmelo saber.
Sufrí mucho escribiendo esto :(
Voten y comenten ♥
Que la fuerza les acompañe.
Editado el 19 de Enero del 2020. ✨
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