Capítulo 25

El chico seguía sin poder creer que había pasado ocho meses ausente, aún tenía muchas preguntas que formular y muchas palabras que decir, pero ningún momento parecía ser el adecuado.

Después de despertar había visto a su madre un par de veces, mientras que a su padre sólo una vez más, ya había pasado una semana desde ese día y el chico seguía tan débil como el primer día, a pesar de que Luke hacía un gran esfuerzo por disimularlo, no le permitían salir de la habitación, el chico seguía sin saber en donde se encontraba, se lo había preguntado varias veces a su madre, pero esta siempre evadía el tema, tampoco tenía noticias de Leia, había preguntado una vez por ella, pero su madre había cambiado de tema rápidamente, y no había logrado sacarle nada a sus padres respecto a lo que le ocultaban.

Una mañana al despertar pudo escuchar a su madre hablando con un hombre, no entendía muy bien de que hablaban, pero no parecía una disputa muy amigable, intentando hacer el menos ruido posible se sentó en la orilla de la cama y miró la puerta con interés, se moría de ganas por saber con quien discutía su madre y aún más, tenía ganas de salir de esa habitación.

Muy despacio puso los pies en el frío piso de la habitación, después de dudarlo mucho se apoyó del respaldar de la cama y se levantó, poco le faltó para irse de bruces contra el piso, pero aún así caminó despacio hasta la puerta, miró hacía atrás un última vez antes de salir, aún podía escuchar a su madre, pero seguía sin verla, despacio pero con firmeza siguió a la habitación continua, parecía ser una sala de reparación ya que habían partes de robots por todos lados y varias herramientas que su padre solía utilizar para reparar a C-3PO, en su casa había una habitación parecida, pero no era la misma

Entre más avanzaba más confundido se sentía, no tenía idea de en donde se encontraba y algo en ese lugar no le gustaba, pero no sabía que.

Entre más caminaba más cansado se sentía, pero evito pensar en eso y siguió caminando hasta que los gritos de su madre y de aquel hombre dejaron de escucharse, estaba a punto de entrar a un pasadizo cuando escuchó voces en este, intentando hacer el menor ruido posible, cerró la puerta muy lentamente.

—¿Qué fue eso?—conocía esa voz, pero por alguna razón no pudo identificarla.

—No fue nada—contestó otra voz.

El chico se estremeció al escucharlo, no esperaba encontrar a su padre en ese lugar y menos en esas condiciones, a pesar de que el jedi había dicho que no había nada el chico estaba seguro de que lo había visto, maldiciendo para sus adentros se dio a vuelta e intentó volver sobre sus pasos, pero escuchó voces en la otra habitación que se dirigían hacía él, estaba atrapado y por si fuera poco sus piernas empezaban a fallarle, no duraría mucho más tiempo en pie.

Lo más rápido que pudo, se acercó al armario que había junto a la puerta y se metió dentro justo un segundo antes de que ambas puertas se abrieran, por una pequeña hendija del armario pudo ver lo que sucedía.

Cinco persona se encontraban en la sala, entre ellas Luke pudo reconocer a Ahsoka Tano antigua aprendiz de su padre, junto a ella habían dos personas a las que no reconoció. Con Anakin estaba un hombre, tez morena y ojos claros, con el cabello tan negro como su vestimenta, su corazón dio un vuelco al reconocerlo, Laroth Kaths en persona era la voz que no había logrado reconocer antes.

—Maestro Skywalker—saludó cortésmente la persona junto a Ahsoka.

—Keithlin—saludó a su vez Anakin—a pasado mucho tiempo.

Ahsoka los miró con una ceja arqueada. Con un dedo señaló primero a Anakin y después a Keithlin.

—¿Ustedes... se conocen?—preguntó la joven sorprendida.

—Larga historia—contestaron los dos a la vez.

—Ajá—dijo la chica mirándolos a ambos alternadamente—¿en que estábamos?

—Será mejor hablar en un lugar más cómodo, Laroth te importaría llevarlos a mi oficina, ya los alcanzo.

El jedi esperó hasta que todos se fueran y cerró las puertas, luego se volvió hacía el armario y lo miró. En ese momento el chico quiso que la tierra se lo tragara, pero eso no iba a pasar, Anakin se acercó y de un tirón abrió el armario, lo tomó del cuello de la camisa y lo sacó del armario sin ningún esfuerzo.

—Te dije que no salieras—lo reprendió el jedi en voz baja para que no lo escuchara nadie más que él.

—Lo sé, pero no podía quedarme ahí por más tiempo—se defendió el chico, haciendo lo imposible por mostrarse fuerte cuando en realidad estaba a punto de caer de bruces.

—Vuelve a la habitación.

—Antes quiero que me digas en donde estamos y quienes son ellos y que rayos está haciendo aquí Laroth.

—Silencio.

—No, quiero que me digas lo que esta pasando, eras tú el que me decía que los secretos no son buenos—replicó Luke, aunque se arrepintió enseguida temiendo excederse.

Anakin respiró profundo, fue entonces que el chico se percató que parecía haber envejecido diez años en esos últimos ocho meses.

—Es suficiente.

—Pero...

—Mañana hablaremos—le aseguró Anakin, y Luke no se atrevió a replicar.

Después de dejar al chico en su habitación el jedi fue con sus compañeros, Laroth hablaba con Wink en una esquina mientras Keithlin y Ahsoka conversaban en voz baja en la otra esquina. Al escucharlo llegar ambas conversaciones terminaron, Wink iba a decir algo, pero Ahsoka lo detuvo con una mirada.

—Gracias por haber venido—dijo Anakin mirándolos a todos atentamente.

—Estamos a tus órdenes Ani—contestó Keithlin, dirigiéndole una mirada asesina a Wink.

—Lo estamos—añadió este a regañadientes.

—¿Qué necesitas de nosotros?—preguntó Ahsoka.

Anakin los miró a cada uno antes de volverse hacía su antigua aprendiz. Sus ojos llamearon un segundo antes de contestar.

—Lo que puedan ofrecerme para terminar con esta guerra de una vez por todas.

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