*Especial del Día del Padre*
Era temprano en la mañana, e Ícaro se encontraba revisando archivos en su cámara especialmente diseñada para él. Era un día como cualquier otro, o por lo menos para él, y no tenía ningún plan para el día o trabajos por revisar. Si. Era sólo un día tranquilo en el interior del Oasis. O eso creía él.
"TON. TON. TON."
Unos leves golpes llamaron su atención. ¿Quién podría ser? Que él recordase no esperaba la visita de nadie. Así que no tuvo más remedio que ir a revisar.
La puerta de metal se abrió, y al principio no pudo ver a nadie dado su alta estatura, pero cuando bajó la mirada, pudo apreciar a la pequeña Tova parada tímidamente a sus pies. Ícaro no sabía por qué, pero la pequeña nelvaana estaba más arreglada que de costumbre. Su pelo estaba recogido en una cola de caballo bien cepillado, un modesto pero bonito vestido color azul celeste que le llegaba a las rodillas y complementaba curiosamente con el color natural de su pelaje. Una medias blancas algo altas, y unos zapatos negros hacía una extraña combinación con el gran lazo blanco que portaba sobre la cabeza. Una clara razón para pensar que Miraj aportó gran parte de su estilo personal sobre la pequeña.
Ícaro: - ¿Tova? ¿Qué estás haciendo aquí? - Preguntó algo dudoso.
Tova: - Quise jugar con mis amigos... Pero ninguno estaba. Fui a verlos a sus casas, pero estaban ocupados. Todos estaban con sus papas... Fugando y riendo... -
Ícaro recordaba una extraña conversación que tuvo ayer con Miraj y los otros miembros del consejo de Oasis. Al parecer querían tomar un día libre para hacer una pequeña festividad. Algo a lo que llamaron " El día del padre," o algo de eso. Ícaro no estaba de acuerdo, pero tras la insistencia de sus subordinados no tuvo más opción que aceptar su proposición. Como droide, no le encontraba ningún sentido a tal festividad, y no podía importarle menos, pero jamás pensó que tal evento tuviese este inesperado resultado.
De hecho, cuando escuchó festividad, automáticamente pensó en un festival o algo similar, no una simple reunión en cada hogar del refugio. Para él era solo una costumbre de los orgánicos, así que no investigó mucho al respecto. Pero ahora tenía a la pequeña Tova a sus pies, con un rostro algo triste y deprimido a pesar de toda la felicidad que emanaba su indumentaria. Algo muy contradictorio si lo pensaba con calma.
Si bien no tenía un corazón "físico," en droide sabía que tenía que hacer algo al respecto.
Ícaro: - ¿Y Stela? - Preguntó de pronto, recordando que tampoco tenía padre, un razonamiento bastante cruel de hecho.
Tova: - No puedo encontrarla en ningún lado. Tampoco está en su casa. -
Ícaro: - Muy bien. - Dijo sabiendo que no tenía más opción. - Demos un paseo. - Entonces, la cara de la pequeña comenzó a emanar una luz especial, aunque era solo metafórica.
El extraño dúo comenzó a caminar por los calles del Oasis en silencio. Era una escena curiosa, donde el droide caminaba mientras miraba todo lo que se había logrado, y todo lo que faltaba por hacer. En cambio, la pequeña nelvaana solo miraba los puestos de comida y las delicias culinarias, y miraba al droide ocacionalmente intentado que este se diera cuenta sólo con la mirada, pero el droide no tenía la menos idea de su extraña forma de actuar. Hasta que:
https://youtu.be/Fm63Ks9Sj-o
El grave sonido tomó por sorpresa tanto a la niña como al droide, quien no era capaz de entender cómo el estómago de alguien tan pequeño podía producir semejante gruñido.
Ícaro: - ¿Tienes hambre? -
La pregunta fue bastante tonta, lo cual puso a Ícaro a dudar de su propia inteligencia, pero al ver a la pequeña aproximarse con prisa a uno de los quioscos lo sacó de sus pensamientos. Era un puesto modesto, de unos tres metros cuadrados donde se encontraba una parrilla sobre la cual giraba un jugoso pedazo de carne girando lentamente mientras se cocía al fuego lento.
????: - Ah, pero si es la pequeña Tova. ¿Lo mismo de siempre? -
La voz correspondía a un sullustano, que era el cocinero y propietario del puesto de comida rápida. Toma lo miraba con cierta alegría, mientras asentía con la cabeza con suma alegría. El sullustano tonó un enorme cuchillo de cocina y cortó varios trozos de carne, la colocaba en una brocheta con varios vegetales y se los ofrecía a la pequeña. Pero cuando Tova tomó la comida, el sullustano dio un gran brinco al ver al enorme superdroide táctico a espaldas de la nelvaana.
Sullustano: - Co... Co... Co... Comandante. ¿Qué... Qué... Qué... está haciendo aquí? - Dijo con voz nerviosa al notar su presencia.
Ícaro: - ¿Tova? - Llamó la atención de la pequeña, quién alzó la mirada llena de alegría con un trozo de carne en su boca. - ¿No pagaste por eso? -
Tova: - ¿Pagar? - Preguntó mientras inclinaba la cabeza, pues nunca le había enseñado tal cosa.
Sullustano: - No... No... No se preocupe, comandante. Todos en el Oasis estamos eternamente agradecidos con su presencia y todo lo que hecho por nosotros. - Dijo algo nervioso.
Ícaro: - No. Eso no es correcto. - Dijo mientras sacaba unos crédito. - ¿Cuanto cuesta? -
Sullustano: - No... No puedo aceptarlo de usted... -
Ícaro: - Pagar lo justo es la manera correcta de agradecer por su trabajo. Eso es algo que ella debe aprender. -
El sullustano no tuvo más opción que retractarse, y aceptar la idea del droide aunque realmente no quería hacerlo.
Sullustano: - Dos créditos. - Dijo algo apenado.
El droide tomó la cantidad requerida y se la dio a Tova para que ella pagase por lo que quería obtener. Una acto algo extraño, pero una lección importante para la pequeña. Y tras el agradecimiento del cocinero, se retiraron y se sentaron en una banca hasta que Tova concluyese su almuerzo.
Ícaro: - ¿Cuántas veces eso ha pasado? -
Tova: - Siempre que les pido algo, ellos me los dan. -
Ícaro: - ¿Y nunca has pagado por ello? -
Tova: - No. - Dijo mientras bajaba la cabeza.
Ícaro: - Muy bien. A partir de ahora de daré una mesada. Deberás usarla bien y sin derrochar. -
Tova: - ¿Qué es una mesada? -
Ícaro: - Te lo explico más tarde. -
Cuando la pequeña terminó de disfrutar de su jugoso almuerzo, se dispuso a llevar a Ícaro a donde solía jugar con sus amigos, un lugar que el droide no pudo entender a la primera. Era un callejón. Simplemente eso. Nada más y nada menos. Solo una calle no transitada rodeada por unos muros altos y cerrada en el fondo.
No lo había computado desde entonces, pero con todo los problemas y el tiempo dedicado a prepararse para enfrentar al Imperio, ni él, ni Miraj, ni nadie en el refugio pudo pensar al respecto.
Ícaro: - Unidad Doom. Necesito que venga a mi posición. Traiga una decena de unidades B1 y estos materiales. - Decía mientras se mostraba por el holo-proyector.
Doom: - Roger. Roger. -
Tova no sabía lo que estaba pasando, y solo podía ver con curiosidad las extrañas estructuras de metal que los droide B1 fabricaban con torpeza. No eran casas, simplemente tubos y planchas de metal soldadas unas con las otras. Algo que Tova nunca había visto en su vida.
La pequeña no sabía que era todo eso, y tuvo que seguir las instrucciones del droides para poder usar cada atracción.
Lo primero fue la canal o el deslizador. Doce escalones que la hacía ascender cada vez más y más. Subir la cansaba un poco, pero no lo suficiente como para rendirse. Pero cuando se vio a más de dos metros de altura sobre el suelo entró en pánico, y se aferró con fuerza a la baranda de metal con sus pequeñas manos.
Tova: - Ícaro... - Dijo con una voz intermitente, con una expresión de pánico claramente visible en su rostro.
El droide no dudó en acercarse y estirarle la mano, la cual ella aceptó mientras se calmaba un poco. Según Ícaro, tenía que sentarse sobre la superficie de metal con mucho cuidado y eso hizo, con mucho cuidado y temblorosa por miedo a caerse.
Tova: - ¿Y ahora? - Dijo temerosa.
Ícaro: - Y ahora. Te debes soltar. -
La pequeña nelvaana dudó en hacerlo. Al contrario, sostenía la mano del droide con cada vez más fuerza, temerosa de que este la dejara sola allá arriba. Y tras varios minutos de persuasión por parte del droide, Tova por fin decidió a aventurarse.
Todo ocurrió en menos de dos segundos. La pequeña se deslizó a una velocidad razonable hasta el fondo de la rampa, deteniéndose poco antes de terminar y caer al suelo. Su rostro esta en shock, mientras un sin fin de emociones bombardeaban su cuerpo.
Ícaro: - Tova. ¿Te encuentras bien? - Le preguntó preocupado, al ver una mezcla de impresión y miedo en el rostro de la pequeña.
Pero lo que pasaría después tomaría por sorpresa al droide, al ver como la pequeña se ponía de pie con prisa, con una eufórica alegría dibujada sobre su rostro, sólo para subir una vez más por las escaleras y volver a lanzarse por su cuenta, esta vez olvidando incluso su miedo a las alturas.
Ícaro no podía entender que había ocurrido, o el repentino cambio en la actitud de Tova, pero verla sonriendo era señal suficiente para indicar que todo estaba bien. Y así continuaron, probando todas las atracciones improvisada una por una, hasta que llegaron a un encrucijada.
Tova estaba sentada sobre el columpio, pero este no se movía.
Ícaro: - Debes mover las piernas. Hacia adelante y hacia atrás. -
Tova: - ¿Así? - Dijo mientras movía las piernas incorrectamente, lo que provocó que el columpio solo se sacudiera un poco.
Ícaro: - No. No. Debes impulsar tus piernas cuando hallas completado la parábola y tu energía gravitatoria sea nula. Así obtendrás aceleración y podrás equilibrar las fuerzas. -
Aún así, la explicación científica no tuvo el menor resultado, y Tova solo podía intentar mover las piernas en vano. Sin más remedio, Ícaro tuvo que posicionar tras la pequeña e impulsarla con sus manos. Al principio la nelvaana esta dudosa, pero poco a poco comenzó a disfrutarlo, mientras su cuerpo se columpiaba hacia adelante y hacia atrás.
El viento sacudía su pelo en forma de cola de caballo y los volantes de su vestido. Su pelaje azul se desplazaba contrario a su movimiento, y en su rostro no cabía una sola gota más de alegría, acompañada de una cálida risa de emoción que solía invadirle ocasionalmente.
El día continúo muy alegre para la pequeña, quién no recordaba divertirse tanto antes en su vida. El sol se estaba ocultando por el horizonte de Gwori, y el peculiar dúo se encontraba sobre los grandes pastizales verdes de la superficie. Ícaro miraba al Sol lentamente descender en el panorama, mientras la pequeña Tova se concentraba en una pequeña tabla de madera, donde apoyaba uno trozo de papel sobre el cual dibujaba alegremente.
Ícaro: - ¿Qué estás haciendo? -
Tova: - Algo muy especial. - Respondió con alegría.
Desde ese día, no muchas cosas han cambiado en el interior del Oasis. El droide solía pasar el tiempo en su habitación apenas iluminada, pintada de color oscuro donde único se encontraba un sillón y una terminal. La única diferencia, era un pequeño marco metálico apoyado sobre la terminal que mostraba un peculiar recuerdo.
Un dibujo hecho por la pequeña Tova, que decía justo debajo:
"Feliz día del Padre."
Lamento este imprevisto, pero me gustó la idea y por qué no hacerlo en este día. Una historia algo tierna y extraña, pero creo que tocará el corazón de algunos.
Muchas felicidades a todos los padres.
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