Cap. 99 - El Principio del Fin
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Audiolibro disponible en YouTube:
https://youtu.be/1GagMOz5-D0
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Doom: - Pero general, nuestra fuerzas aún están en... -
Ícaro: - ¡Déjelos! ¡No hay tiempo! ¡Salte al hiperespacio! ¡Ahora! -
Doom: - Si señor. -
El superdroide táctico no perdió el tiempo. Tan pronto finalizó con el puesto de mando de la Muníficent, estableció un canal prioritario para que cada miembro de la Rebelión en Kergans pudiese escucharlo. Y sin dejar detenerse rumbo a la salida, habló.
Ícaro: - ¡A TODAS LAS UNIDAES! ¡MÁXIMA PRIORIDAD! ¡EVACUAD DE INMEDIATO! ¡A TODAS LAS UNIDADES DROIDES! ¡PROTEJAN A LOS ORGÁNICOS A TODA COSTA! ¡SOBREVIVAN! -
El comando retumbó en el comunicador de cada unidad presente. Cada ser capaz de oírlo, sintió como un gélido malestar acalambrara su cuerpo, a pesar de la intensidad del combate. Mirana, Numa, Zeb, Foxley, Holdo, Bly, Kurt, Howser, Li Mu, Cranel, Vander... Cada ser orgánico que había tratado con el droide lo conocían lo suficiente para entender la magnitud de la situación.
Nadie sabía que estaba por pasar, y no lo necesitaban. Si Ícaro, un ser lógico actuaba de tal forma, era porque algo realmente peligroso se avecinaba... Algo que simplemente no podían enfrentar. Algo de lo que... Sería imposible escapar.
Entonces... Los cielos se tiñeron de rojo.
Miles de miradas se alzaron al unísono, mientras una flota imperial emergía del hiperespacio, rompiendo la barrera del sonido y agrietando los corazones que eran víctimas de tal espectáculo. Tanto rebeldes de dentro y fuera de la ciudad experimentaron el verdadero terror, al ver como siete Destructores Imperiales ahora se posaban sobre la órbita de Kergans. Y tan pronto se hizo notoria su presencia, un enjambre de cazas TIE emergieron del interior de los acorazados, descendiendo sobre la atmósfera como una mortal lluvia de meteoros.
Fue entonces, cuando la última palabras del general cobró sentido para los orgánicos presentes... ¨Sobrevivan¨
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Mientras tanto, en el interior de los Destructores Imperiales.
Cress: - Parece que llegamos a tiempo. La fortaleza parece estar resistiendo. -
Thrawn: - Extraño... En este punto pensaría que los droides estarían más cerca de la ciudad. -Cress: - ¿Las defensas habrán sido capaces de frenarlos? -
Thrawn: - Lo dudo, almirante. Este ejército tiene el poderío suficiente para tomar la ciudad. Aunque, conociendo a nuestro querido adversario, seguro que tenía planeando algo diferente. -
Cress: - No puedo esperar por ver a ese montón de circuitos convertido en chatarra. -
Thrawn: - Recuerde lo que le he dicho, almirante. La paciencia es una virtud muy importante de un oficial. -
Cress: - Si, gran almirante. -
Thrawn: - De momento es mejor saber la situación en la superficie. Pónganme en contacto con el oficial superior de Kergans. -
Oficial: - No podemos, Gran Almirante. Al parecer, hay interferencia en nuestra comunicaciones. -
Cress: - Debe ser esa fragata. -
Thrawn: - Concuerdo, almirante. Supongo que será mejor... deshacernos de ese problema. -
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La situación dentro de la fortaleza no podía empeorar. Como un azar del destino, ni Ícaro ni la Mayor General Katalina se esperaban encontrarse en la retirada, y ahora ambos grupos entablaron una batalla por el dominio de la salida del puente que conectaba la sección norte y sur de la fortaleza.
Los droides comando superaban a los stormtrooper en técnicas y eficiencia, pero los imperiales simplemente los superaban en números en cantidades abrumadoras. Esta parecía ser una batalla de desgaste, pero el tiempo era algo de que Ícaro no disponía.
Los corredores eran estrechos, y avanzar entres las casi inexistentes coberturas era un suicidio. La salida estaba tan cerca, justo en medio entre ambos grupos, pero cualquier paso en falso garantizaría un blaster justo en medio de la cabeza.
Ícaro conocía a su oponente, y sabía que tarde o temprano se daría cuenta de que algo no estaba bien, pero nunca pudo predecir que fuese tan pronto. Este contratiempo no estaba para nada en sus planes, y computaba que solo era cuestión de tiempo que el resto de las tropas de la guarnición se movilizaran para interceptarlos. Lo que Ícaro desconocía, era la situación de las tropas al norte de la fortaleza.
Oficial: - Mayor general. Una flota imperial sobrevuela la atmósfera de Kergans en este momento. - Hablaba por el comunicador.
Katalina: - Larga vida al Imperio. Pero fue demasiado rápido... Es imposible que hubiesen contestado a la llamada de auxilio tan pronto. -
Oficial: - Desconocemos quienes son, pero nuestros cazas están logrando obtener la supremacía. Por otro lado, las fuerzas principales separatistas están avanzando hacia nuestra posición. -
Katalina: - Entendido. Debemos resistir hasta que lleguen los refuerzos. Un grupo de separatistas logró infiltrarse y planea ingresar a la fortaleza desde el puente. El sector sur debe estar comprometido. Intentamos montar un perímetro, pero no podemos avanzar. -
Oficial: - Entendido. Enviaré una unidad de refuerzos. Cortaremos el paso de los invasores hacia el puesto de mando. -
Katalina: - Entendido. Retrocederemos para distribuir las fuerzas en los diferentes corredores. No se demore. -
Y así lo hizo. Desconociendo la verdadera intensión de este grupo de droides, y con la mayor prioridad de resguardar el centro de mando. Katalina hizo retroceder a parte de sus hombres, para distribuirlos en los diferentes corredores que conducían al interior de la fortaleza.
La entrada del puente ya había sido comprometida, así que no tenía sentido asegurarla si ya los droides estaban dentro de la estación. Lo que menos se esperaban los imperiales, era que los droides aprovecharían esta oportunidad para retirarse hacia la sección sur de la fortaleza.
Katalina: - Pero que demonios... -
Stromtroopers: - ¡Están retrocediendo! -
Katalina: - No desaprovechéis la oportunidad. Seguid avanzando y asegurad el puente. -
Para los imperiales, la máxima prioridad era asegurar su supervivencia y la seguridad del puesto de mando. Para Ícaro, escapar lo antes posible. Una pequeña apertura que no dudó en tomar, aunque cuando esto le costó casi la mitad de los droides comando de su grupo.
Sin embargo, estaban lejos de poder celebrar su modesta victoria, pues el puente era un espacio abierto, y los stormtrooper no demoraron en asomarse desde el interior de la fortaleza, descargando todo el juego de sus blaster sobre sus posiciones. Obligando a los droides buscar cobertura entre las columnas del puente, o las carcazas destruidas de sus semejantes.
Alfa: - General... Siga adelante... Nosotros los retendremos. -
Ícaro: - Negativo... Debemos llegar al interior... Allí podremos resistir. -
Alfa: - Ya no hay tiempo, general. -
Ícaro lo sabía... Un droide bajo su comando no debía recordarle lo evidente. Sabían que mientras más tiempo pasara, más difícil sería poder escapar. Actualmente sus posibilidades estaban por debajo del 20%, y con cada inconveniente, tal probabilidad se ponía más en su contra.
Aún así... ¿Por qué Alfa le estaba diciendo esto?
Alfa: - Siga adelante, general. Le conseguiremos todo el tiempo que podamos. -
Ícaro: - No... Debe... Debe haber otra manera. -
Alfa: - No la hay... general.
Sus sensores ópticos se entrecruzaron. Una mirada que Ícaro no pensaba que sería capaz de sentir en un droides, pero que Mirana recordaría muy bien de la catástrofe de Felucia... La mirada de alguien que estaba puesto a darlo todo.
Alfa: - Larga vida... A la Alianza Separatista. -
Por un segundo, el núcleo de Ícaro estalló de energía, llenando sus circuitos de contradicciones. Su computadora decía que debía dejarlo. Que era un simple droide comando y que fácilmente podría buscarle un remplazo. Pero su núcleo ardía con la misma intensidad que cuando perdió a Boil. Y una vez más, experimentó esa desagradable sensación de impotencia. Incapaz de hacer algo para cambiar el transcurso de la batalla.
Pero él no tenía el control.
Ícaro: - Larga... Larga vida... A la Alianza Separatistas. -
El tiempo se detuvo, y los blaster simplemente se estacionaron para ambos. Un segundo en el que Alfa asintió con la cabeza, dispuesto a hacer algo no porque se lo habían encomendado, sino porque realmente quería hacerlo.
Los droides comando salieron de sus coberturas, y sus blaster descargaron toda su furia contra los stormtrooper que intentaban cubrirse de algún modo. Ícaro corrió sin mirar atrás, protegidos por sus magnaguardias. Alfa los vió marcharse... Y sabía que había cumplido su cometido. Y estaba... Feliz por eso.
Alfa: - ¡NO RETROCEDAIS! -
Un grito de guerra impropio de un droide. Uno que luchó con cada gota de aceite de su cuerpo junto a sus semejantes, abatiendo a decenas de imperiales que se lanzaban sobre ellos como una avalancha incontrolable.
Uno a uno, los droides fueron cayendo ante la abrumadora superioridad numérica. Las pocas coberturas eran recursos invaluables, y los stormtroopers cada vez reclamaban más de ellas.
Cinco droides quedaba en pie. Luego cuatro. Tres fueron el último bastión de contención. Y dos ni siquiera eran capaces de contener a sus enemigos. Ahora, Alfa era el último en pie.
El droide permanecía oculto tras la columna. Los disparos salpicaron sobre el metal, y chispas saltaban en todas direcciones. Su rifle E-5 se desangraba por el humo que expulsaba, mientras su interior portaba la última de las baterías descargadas. Un arma que no volvería a disparar nunca más.
El blaster cayó de la mano de Alfa, y su peculiar sonido metálico retumbó incluso entre los incontables bláster que saturaban el lugar. Sus sensores ópticos mejorados eran capaces de ailar los sonidos, y podía sentir la marea de stormtrooper cada vez más cerca. Treinta metros. Quince metros. Nueve metros. Seis metros.
El droido agarró su vibro espada, la última opción que tenía. Miró su afilada hoja y se vió a si mismo sobre el brillante reflejo del metal pulido. Se vió a si mismo una última vez... Y susurró.
Alfa: - Por la Alianza... Separatista. -
De pronto, el tiempo se quedó inerte. Una sombra salió detrás de la columna, y el brillo vibrante de su espada infundió el terror de aquellos que estaban justo al frente. Un disparo se catapultó del arma de aquel stormtrooper que estaba justo al frente, pero la suerte reiría hacia otro lado.
El blaster atravesó el vacío aledaño a la cabeza de Alfa, al mismo tiempo que la mortal hoja se abría paso entre las placas de armadura blanca del imperial. El grito del hombre desgarró la cordura de sus semejantes, mientras el monstruo metálico se abalanzaba sobre ellos como una fiera sedienta de sangre.
Veloz como el trueno. Enérgico como el relámpago. Mortal como el rayo.
El droide se lanzó sobre la turba de cascarones blancos, usando a sus propios aliados como escudos de carne. Su hoja danzaba entre los cuerpos que temían por su vida, usando un rudimentario y agresivo estilo de makasi, que el propio general programó en él. Un tributo para aquellos que siguieron sin él. Una ofrenda para aquellos que quedaron detrás.
Un cascarón blanco perdía su vida tras de otro. Luego cinco. Diez. Quince. Marionetas pálidas de su mortal danza y su estilizada cuchilla vibrante. Una que consumía su energía como un agujero negro, pero que igual ejecutaría con elegancia y destreza. Ya el decimoséptimo stormtrooper cayó ante sus pasos, cuando el rugir de un blaster detuvo su danza.
El mortal haz de luz impactó en su pecho y detuvo su andar, y el tiempo. Los segundos se convirtieron en horas, y la escena se congeló frente a sus sensores ópticos. La sensación de vacío que le dejaba era algo que nunca pensó experimentar... No de esta forma. Entonces, un segundo disparo impactó exactamente el mismo lugar.
Alfa retrocedió ante la brutal fuerza. Sus pieza patinaron hasta el borde del risco. Su cabeza se alzó ante la fuerza, y sus sensores ópticos se posaron sobre la mujer con traje de oficial, y cuyo blaster apuntaba a su pecho, aún con la boca humeante de la fuerza abrumadora que recién había expulsado. Entonces, el tercer disparo remató lo que ya estaba muerto.
Alfa cayó sobre su espalda, pero no había suelo que lo sujetase. Su cuerpo cayó al vacío desde el puente, mientras sus sensores se posaban sobre el azul cielo, y las imponentes naves imperiales que se alzaban sobre el horizonte.
Esta vez...se sentía muy diferente a Felucia... Esta vez... Él decidió cuando su hora llegaría... Y se sentía glorioso... Se sentía imposible para un mero droides... Y fue, milésimas de segundos antes de su muerte... Cuando Alfa se sintió plenamente vivo... Segundos antes que su cuerpo se perdiera en las bravas aguas que sacudían la roca bajo la fortaleza.
Stormtrooper: - ¿Su señora? -
Katalina: - Sigamos... No deje que ninguno escape. -
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