Cap. 97 - Sin Vuelta Atrás
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Audiolibro disponible en YouTube:
https://youtu.be/VqU2d_L6LA4
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Ícaro: - No me opondré a la decisión de la gente de Kergans... Pero tampoco la apoyaré. -
El droide ya tenía noción de qué estaba ocurriendo, pero escucharlo de la boca del contacto afianzó sus temores.
Teniendo el más gélido de los raciocinios, un alzamiento civil en conjunto con su plan de infiltración, sería una perfecta segunda distraction. En conjunto, la fortaleza principal de Kergans se vería rodeada entre un ejército de remanentes separatistas y una alzamiento armado en la ciudad.
Sería el caos perfecto, y la oportunidad para poder operar con más facilidad entre el caos dentro de las filas imperiales. Sin embargo, había algo que no le gustaba de todo esto.
Contacto: - No contamos con su ayuda... Nunca lo hicimos... Kergans se ha estado preparando para este momento desde mucho tiempo antes de su llegada. Esto es... inevitable. -
Ícaro: - Kergans está ubicado en el borde medio... Será solo cuestión de tiempo antes que una armada imperial regresa a reclamar el planeta. ¿Cuanto tiempo creen que podrán resistir? ¿Una semana? Computo que tal vez menos. -
Contacto: - Eso no importa. -
Ícaro: - ¿Cómo que no importa? ¿Cual es el sentido de todo entonces? -
Contacto: - Sencillo. Demostrarle a esta galaxia que el Imperio no es inquebrantable. Demostrar que puede ser vencido. Llama al resto de mundos de la galaxia. Llamarlos a alzarse en armas y hacer que el Imperio se desangre desde adentro. Ese es el sentido de este alzamiento. -
Ícaro: - Entonces es eso... Simplemente vas a usar esta planeta como ejemplo... Sin importar las consecuencias... Sin importar... lo que pase. Sabes que el Imperio tomará represarías... Sabes que miles morirán. -
Ícaro miró al hombre a los ojos... Lo miró fijamente, tratando de definir si el Contacto mostraba odio o determinación. Si esa era su voluntad o su anhelo... Pero ese hombre era más difícil de entender que cualquier otro ser de esta galaxia. ¿Cuál era su propósito? ¿Luchaba por una causa que consideraba justa, o simplemente era alguien segado por la sed de venganzas? Preguntas, que fueron respondidas con una sola frase.
Contacto: - No hay precio tan alto. -
Ícaro lo sintió una vez más. Ese rencor tan arraigado en la conciencia de ese hombre que parecía opacar cada rastro de su humanidad. Muchas dudas pasaron por sus circuitos, siendo el pasado de ese hombre la principal de todas. ¿Qué lo movía a hacer eso? ¿Qué lo incitaba a aplastar todo para hacer lo que él, consideraba correcto?
Por un momento, la mano del droide se tambaleó. Un cómputo pasó por su mente. Un cómputo que carecía de razón lógica, pero que su núcleo le mandaba a su computadora con carácter imperativo. Su mano estuvo tentada a tomar el sable de luz y matar a ese contacto allí mismo, en ese lugar. Como si fuese un mal necesario... Algo que no podía ignorar. Pero el pitido de su comunicador lo sacó del trance en el que se encontraba.
Ícaro: - Habla Ícaro. -
Doom: - General, estamos en órbita. -
Ícaro: - Enterado. Proceda según el plan. -
Doom: - Royer, royer. -
El droide alzó la mirada, solo para percatarse que el humano ya no estaba frente a él. No tardó en darse vuelta, solo para verlo junto a la puerta, dispuesto a salir de ese lugar sin importarle lo que recién había platicado con el droide... Y su rostro... Portaba una vez más esa falsa sonrisa con la que engañaba a todos. Y en unos segundos de total silencio, las alarmas de toda la ciudad estallaron en un bullicio saturador.
Contacto: - Ah... El momento ha llegado. No me mire así, general... Esto es algo que acabaría pasando tarde o temprano. -
Ícaro: - Tal vez tarde, hubiese sido la mejor opción. -
Contacto: - Es un mal necesario, general. Un primer paso de muchos. Cientos de pequeños sarcillos de luz que eventualmente desembocarán en algo imparable. Todos girando alrededor de una causa... Un eje que los guie. -
Ícaro: - Y déjame adivinar... Tu serás ese eje. -
El hombre dejó escapar un gesto de asombro, uno que realmente Ícaro no pensaba ver en ese momento.
Contacto: - Puede... Puede que esa sea una gran idea, general. -
El droide no tenía la menor idea de lo que había desencadenado. Una palabras que parecían significar tan poco, pero que repercutirían en la estabilidad de esta galaxia como ninguno de aquellos que esperaban ociosos en Kargans sería capaz de imaginar. Y solo un hombre era consiente de ello. Pero esa sería una respuesta que a Ícaro se le sería negada.
Foxley: - General, ya estamos listos. - Comentó el clon tan pronto se topó con ellos. - Gustav y sus hombres nos esperan. -
Ícaro: - Enterado. Llama a los otros y recojan todo. Partiremos de inmediato. -
Foxley: - En seguida. -
El clon finalmente se retiró, dejando a esos dos una vez más solos. Pero ya no podían seguir perdiendo el tiempo, y el contacto ya estaba prácticamente fuera de la habitación.
Contacto: - Recuerde, general. Todo esto es solo para alcanzar un bien mayor. -
Y se fue, dejando al droide con un serio debate moral en su interior. El hecho de no ser capaz de hacer algo para evitarlo lo frustraba. Así que, simplemente aplacó cada ápice de preocupación que le quedaba, y se concentró en su misión. Lamentablemente, no había nada que pudiese hacer para salvar a esta gente. Kergans estaba... condenado.
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Mientras tanto, en el interior de la Muníficent.
B1: - T menos 4 minutos para atravesar la órbita de Kergans. -
Doom: - Roger, roger. A todas las unidades. Listas para el combate. -
La Muníficent se sacudía mientras atravesaba las múltiples capas atmosféricas del planeta. Todos sabían que esta era una misión peligrosa, aún cuando las órdenes eran simplemente distraer a los imperiales dentro de la fortaleza. Nada de tomar riesgos innecesarios, pero en la guerra uno nunca sabe que pueda pasar.
Tan pronto la fragata atravesó el manto de nubes, y el fuego generado por el violento descenso concluyó, se pudo divisar a la distancia la ciudad capital de Kergans, y justo al frente, la enorme fortaleza que sin lugar a dudas destaca sobre cualquier edificio a la vista. El momento había llegado.
Doom: - A todas las unidades. Comenzad con la operación. -
Los canales de comunicación se saturaron de confirmación de órdenes. Cada cual tenía un rol que cumplir, y ninguno hizo esperar a sus subordinados. Las compuertas de los hangares de la fragata se abrieron de par en par, y un enjambre de naves emergió del interior.
Los primeros en alzar el vuelo fueron los cazas Vulture. Más de cuatrocientos droides que salían del interior de la Munificent como un enjambre de abejas tras golpear su colmena. Lanza y Tifón se colocaron al frente, haciendo de nodo táctico entre los centenares de sus semejantes y la computadora central dentro de la fragata.
Puede que estas unidades contasen que una autonomía impresionante, pero los datos extras del campo de batalla que se le eran proporcionados aumentaba su eficiencia al actuar como un enjambre. Una mejora que Ícaro desarrolló al mezclar los veneficios de un sistema de razonamiento individual y una mente centralizada, y permitiendo a cada droide actuar independiente si la situación lo requería. Aunque claro, jamás sería tan eficiente como el de una nave Lucrehulk.
A sus espaldas, se desplegaban los más de doscientos caza, comandados por la propia Mirana en su nave tridente, quien actualmente portaba el rango de teniente coronel.
No muy lejos de su formación, el capitán Jon Vander lideraba una escuadra independiente de sesenta cazas, los cuales era muy útil para asegurar objetivos estratégicos dentro de toda la insana batalla de cazas estelares. El joven Vander demostró una habilidad innata como piloto y como oficial al mando, y escalar en los rangos de este intento de resistencia no le resultó nada desafiante. Su mera presencia era un alivio para sus camaradas.
Y finalmente, una vez los hangares se despejaron de cazas, partieron las imponentes naves de aterrizaje C-9979. Seis de ellas, en cuyo interior se transportaban ridículas cantidades de droides de combate B1, y algunas unidades especializadas, siendo en su mayoría, piezas de artillería de largo alcance.
Algunas otras naves, como la propia Kestrel Nova o el crucero Aurora, tenían otras misiones designadas, transportando en su interior a los capitanes Howser, Li Mu, Cranel y Holdo. Pequeños grupos que tenía otros objetivos independientes al ataque de distracción, y que además contaban con la presencia de Alfa, Delta, y los droides comando de la Guardia Punitiva.
Ícaro no escatimaría esfuerzos para lograr sus objetivos, pues una operación tan arriesgada necesitaba obtener la mayor cantidad de veneficios posible para recuperar las pérdidas que él calculaba. La información era valiosa, pero no era lo único que podrían tomar de ese lugar. Además, el superdroide tactico no subestimaría a quién estaba al mando de tal fuerte imperial.
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Oficial: - ¡Mayor general en cubierta! -
La voz de un oficial se alzó entre los cientos de voces y canales de comunicación, que saturaban la sala de mando de la fortaleza imperial. Cada miembro presente dejó absolutamente todo lo que estaba haciendo, cuadrándose en firme militar mientras las botas sonaban al unísono contra el suelo.
Una figura se hizo presente, a paso apurada junto a cuatro stormtrooper de escolta, los cuales se detuvieron en la entrada del puesto de mando mientras el mayor cargo presente tomaba su lugar justo en medio de todos. En la consola central donde tenía visibilidad total de todo lo sucedido.
Katalina Von Haranef. Una mujer afilada como una katana y punzante como un estoque. De carácter férreo y paciencia efímera, forjada en el campo de batalla dirigiendo a sus tropas, y no tras un buró, como esos altos mandos pomposos que salían de las academias de Coruscant, con sus uniformes planchados y absurdamente brillantes.
Después de todo, ella fue la lugarteniente del general Kleeve, y una de las que luchó contra la armada clon en el planeta Kaller. Una Separatista hecha y derecha. Una que, quedó en shock al ver lo que los monitores le rebelaban.
Katalina: - Imposible... - Un gesto involuntario al ver un recuerdo de su pasado.
Para nadie fue una sorpresa el descontento de los planetas de los sistemas independientes, una vez tuvieron que fusionarse con el Imperio Galactico. Sin su armada de droides, algunos planetas intentaron oponerse, pero fueron reducidos a cenizas como Lasat o Zygerria. Una muestra de los tiempo que se avecinaban para aquellos que no se sometían ante la voluntad del emperador.
Una oleada de recuerdo bombardeó a la oficial. Recuerdos de un pasado que ya había sepultado hace mucho. Había escuchado del último bastión separatista de la galaxia, pero jamás pensó que estos tocaría a su puerta.
Oficial: - Mayor general... ¿Cuales son sus órdenes? -
Pero ella ya había tomado una decisión.
Katalina: - Que todos los cazas despeguen e intercepten las naves enemigas. Levantad los escudos y llamar por refuerzos. -
Ícaro temía por ella. Después de todo, Katalina era la que mejor conocía a los droides de batalla, de todos los contrincantes que el superdroide había enfrentado.
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