Cap. 90 - Respiro

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Audiolibro disponible en YouTube:

https://youtu.be/vUOaZZLNZek

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Ícaro: - Unidad Doom. ¿Qué sucede? - Preguntó tan pronto vio la holoproyección del droide B1 en su comunicador.

Doom: - General. Hemos recibidos los informes de los capitanes Li Mu y Hawser. El Acorazado Imperial ha sido satisfactoriamente capturado. -

Ícaro: - Enterado. Inicie procedimientos de extracción. Nosotros también hemos terminado. -

Doom: - Roger. Roger. -

El sabor de una vistoria después de tanto tiempo era algo que hasta el propio Ícaro podría disfrutar con júbilo. Esta guerra contra el Imperio desgastaba sus circuitos al igual que se cansaba un orgánico. Un buen impulso para la moral del grupo.

Sobre orbita, los cuatro generales disfrutaban de su primera gran victoria. Hawser junto a Numa, Lubo y su grupo, donde se podían ver a varios de los clones rescatados que estaban dispuestos a luchas contra el imperio. Li Mu junto a Cranel y el resto de la resistencia. TR-1 coordinando las operaciones desde los hangares principales del acorazado.

La doctora Tifany había revisado al comandante Wag Too y había determinado que su vida no corría peligro, pero el shock psicológico que recibió lo mantendría dormido por un tiempo. Holdo y los clones comando habían recibido tratamiento médico y sus heridas habían sido curadas, y ahora podían tomarse un descanso en las facilidades de la fragata Muníficent, mientras los droides comando eran llevados a ser reparados y cargados.

Mientras tanto, sobre las arenas de Lasat, Ícaro junto a sus magnaguardias y droides B2 cohete habían acabado con el último soldado de la purga, y ahora estaban esperando por la lanzadera que los llevaría de vuelta a órbita. Y mientras tanto, el guerrero Lasat que había demostrado un coraje y habilidades de combates impresionantes, se acercaba a ellos.

Zeb: - Un inquisidor... Jamás pensé ver tal cosa. -

Ícaro: - Debo admitir que yo tampoco creí ser capaz de derrotarlo... Al menos no en un combate justo. - Decía mientras analizaba el sable de luz del inquisidor que ahora descansaba sobre su mano.

Zeb: - Bueno... Hasta donde se, ningún inquisidor lucha contra sus enemigos en un ¨combate justo.¨ -

Ícaro: - Puede que tengas razón. -

El droide ahora portaba en sus manos una de las armas más poderosas de la galaxia. Un sable de inquisidor sería una gran adquisición para Ícaro, pero lo que haría a continuación dejaría al lasat bien confundido. Y al mismo tiempo, demostraría sus intensiones.

En un rápido movimiento, Ícaro lanzo el sable del inquisidor un par de metros sobre el aire, tomando su propio sable de luz y cortando a la mitad el sable carmesí en plena caída. Un arma tan escalofriante como esa solo le daría una imagen de terror a lo que él significaba. Y lo último que necesitaba era una opinion negativa.

Ícaro: - Y dígame... ¿Qué tiene pensado hacer ahora? -

Zeb no respondió al instante. Esa era una muy buena pregunta. Una que ni el propio Zeb sabría cómo responder. Había vagado por más de seis años por las áridas arenas de lo que una vez llamó hogar. Defendiendo una memoria que ya no existía, en unas tierras tan demacradas que tardarían años en recuperarse. ¿Acaso valía la pena tal sacrificio? Seguramente no... Pero no había mucho que pudiese hacer el último lasat de la galaxia. O tal vez si...

Ícaro: - Has demostrado se un gran guerrero... Tu fuerza sería de mucha ayuda en nuestra causa. -

Zeb: -Me alagas demasiado, pedazo de metal. No soy un justiciero como dices... Yo... Ni si quiera se que soy. -

El lasat se veía claramente deprimido. ¿Y como culparlo? Lo había perdido todo lo que una vez amó. Eso sería algo que jamás podría olvidar.

La lanzadera que conduciría a los droides de regreso a la flota había llegado. Sus turbinas generaban fuertes vientos que sacudían la arena en todas direcciones. Ícaro y los otros droides se mantenían serenos, incapaces de verse afectados por tal cosa aún cuando el lasar tenía que cubrirse los ojos para evitar los fuertes vientos llenos de partículas. Y aún así, incapaz de apartar la mirada de ese superioridad táctico que no quitaba sus dos sensores rojos de él.

Entonces, la rampa de aterrizaje se abrió, dejando a los droides ingresar a su interior. Los droides B2 cohetes entraron primero, mientras él superioridad táctico y los dos magnaguardias seguían mirando al lasat, en cuyo interior un conflicto aún más fuerte se llevaba a cabo. El que hacer era algo para la cual no tenía respuesta. Y justo antes de irse... Ícaro hablo.

Ícaro: - Entonces ven con nosotros. Si no tienes una causa por la cual luchar... yo te daré una. -

El lasat no pudo hacer más que reírse ante este comentario, incrédulo por la actitud de ese droide. Sus palabras, sus acciones. Todo en él estaba demasiado vivo para ser un momento de piezas de metal y circuitos. Pero eso no impidió que Ícaro se diera vuelta e ingresara a la lanzadera, seguido de cerca por su escolta personal. Aún así, la rampa de aterrizaje no se cerró de inmediato... Como si estuviese... esperando por alguien.

Zeb: - Un droide separatista eh... Solo espero no arrepentirme de esto. -

Zeb decidió al fin seguir adelante. Saber que dejaría su mundo atrás le llenaba de tristeza mientras la lanzadera se alejaba más y más de la superficie. Pero sabía que era lo mejor después de todo. Su mundo no necesitaba protección... Ya no más.

Tan pronto llegaron a la nave nodriza no perdieron tiempo. El lasat no tenía la menor idea de que hacer, pero Ícaro no podía dedicarle su tiempo a cada ser vivo que decidiera unirse a la rebelión. Él tenía que dirigir a toda la armada, y tan pronto la rampa de desembarco se abrió en el hangar de la Munificient, se fue al centro de mando para partir lo antes posible. Era solo cuestión de tiempo que otra nave imperial o una flota apareciera en el sector.

Grata fue la sorpresa de saber que las tres naves estaban en condiciones para dar el salto. Tanto el Kandosii como la Munificent había recibido algunos daños con el constante fuego del acorazado, pero nada que afectara su funcionamiento primario. Y tan pronto las coordenadas estuvieron fijadas, las tres naves regresaron a su tan anhelado hogar.

El viaje de retorno fue un momento de desasosiego para todos. Numa, Mirana, Lubo, Hawser, Li Mu, Cranel, Helgait, y muchos otros se dieron el lujo de comer algo decente juntos, mientras debatían acerca del conflicto previo. Tifany no tardó en unírseles, cuando estuvo segura que la salud de Wag Too no corría ningún peligro.

Aunque heridos, Holdo, Kurt, Bly y los clones comando eventualmente tuvieron su tan anhelado descanso y comida decente después de varios meces trabajando de infiltrado en los astilleros de Fondor. Tanto la mujer como los clones había recibido atención médica, y Fixer se logró recuperar sin secuelas de la contusión que recibió, y ahora hasta se burlaban de lo complicado que se volvió todo. Lastima que los droides comando no fuesen capaces de disfrutar de esos momentos, pues su presencia hubiese sido muy bienvenida. Y entonces... al comedor llegó un invitado muy peculiar acompañado de muchos otros refugiados.

Foxley: - Wao... Ver todo esto es una sorpresa sin lugar a dudas. Jamás lo hubiese imaginado. -

¿Y cómo podría hacerlo? Nadie en su sano juicio esperaría ver a clones y droides separatistas trabajando juntos. Pero la realidad frente a sus ojos no podía ser negada.

Bly: - Valla, otro de nosotros. Bienvenido hermano. -

Foxley: - Si... Bueno... Yo no llamaría a mi mismo hermano si fuera tu. -

Boss: - ¿A que se refiere? -

Foxley: - A ver como lo explico... -

Ícaro: - Clon CT-7462. Lote número 007. Designado al 104 batallón... Desertor. - Leía el superdroides de un datapad mientras entraba al comedor.

Foxley: -Vaya... Parece que no puedo esconder nada de ti. -

Ícaro: - Tus registros estaban en la base de datos imperial de la nave. Nada a lo que pudiese clasificar como... apropiado... para un soldado. -

Foxley: - Cálmate un poco, hojalata. Dejé de ser un soldado mucho antes de que la guerra terminase. -

Bly: - Eres un desertor.... ¿Cómo pudiste abandonar a tus hermanos? -

A diferencia de los clones comando, los cuales su lealtad estaba más unida a su escuadra que al ejército, el antiguo mariscal clon tenía una lealtad inquebrantable hacia los suyos. A pesar de haber ejecutado la orden 66, cosa que lo atormentaría el resto de su vida, Bly estaba dedicado en cuerpo y alma a su legión. Por ende, la simple existencia de un clon desertor durante la época de las Guerras Clon era inadmisible.

Sin embargo, este nuevo clon Foxley no respondió nada. Cómo si se negase a hablar sobre su pasado. ¿Quienes eran ellos para juzgarlo después de todo? Ni siquiera los conocía. Si bien estaba ligeramente agradecido por liberarlos, eso no implicaba que tuviese que darles explicaciones a nadie. Al menos que:

Ícaro: - Abregadro... -

Una simple palabra fue suficiente para que el ex soldado del 104 abriese sus ojos en shock... Como si una oleada de recuerdos negativos atormentasen su mente. Estaba visiblemente afectado, y no dudo en irse del grupo, tomar una bandeja de comida y sentarse solo en un rincón del comedor, donde nadie pudiese molestarlo, o donde no fuese capaz de oír a nadie. Lo que no esperaba, era que un lasat se sentase en la misma mesa que él.

Aquellos más veteranos quedaron en silencio tan pronto escucharon ese nombre, pero los más jóvenes no tenía idea de que estaban hablando el general.

Numa: - ¿Qué es Abegadro? -

Kurt: - Un sistema del núcleo. Un lugar sin ley... Un lugar donde se escuchan historia de una gran masacre durante el período de la guerra. -

Fixer: - ¿Estuviste allí? -

Kurt: - Solo he escuchado historias. Como la República sufrió incontables bajas en ese lugar. -

Ícaro: - La batalla de Abegadro fue un duro golpe para la República. Un golpe que marcaría a la legión 104 para el resto de la guerra. La base de datos separatista calculó que la República perdió el noventa y tres punto ocho porciento de sus fuerzas en ese lugar. De ellas, la mayor parte perteneciente a la 104th legión. -

Boss: - Si estuvo presente... Es un milagro que hubiese sobrevivido. -

Ícaro: - Comandante. -

Bly / Boss: - ¿Señor? -

El hecho que ambos clones respondiesen de igual manera fue muy gracioso, y algunos de los presentes fue incapaz de esconder una risa. Ambos tenían el mismo rango después de todo.

Ícaro: - Comandante Bly. Quiero que mantenga un ojo sobre los refugiados. En especial a Foxley. Algunos eran cazarecompensa, y no quiere ninguna fuga de información. -

Bly: - Entendido. -

Holdo: - ¿Qué piensa hacer con ellos una vez lleguemos a su refugio? Puede que no todos estén dispuesto a colaborar. -

Ícaro: - Creo que es mejor no discutir de eso aquí. Comandante Boss, Holdo. El senador Organa quiere que se reporten con él tan pronto sea posible. En Gwori tenemos una base de comunicaciones codificadas donde podrán establece contacto. -

Holdo: - Entendido. -

Ícaro: - Al resto. Estoy al tanto de los informes. Numa, Howser. Su coordinación presenta algunas discrepancias que deben ser corregidos. Li Mu, Cranel. Sus estrategias aún son demasiado agresivas. Una vez en Gwori retomaremos sus practicas para corregir tales errores. Eso es todo. Me retiraré al puesto de mando. -

Y así, el droide se retiró del lugar, dejando a los cuatro mencionados en un estado bastante deprimente. Howser y Li Mu se mostraban algo serenos, pero ni Numa ni Cranel escondían su descontento.

Holdo: - ¿Tan malo es? -

Numa: - El general no tiene piedad. Pasamos horas estudiando planes de combate y en simulacros. Y para el colmo el día de Gwori es interminable. -

Helgait: - El tiempo que dedica en entrenarlos demuestra que confía en ustedes. -

Numa: - Pero eso no quita el cansancio posterior... Creo que necesito vacaciones. -

El resto de presentes no pudo contener las risas ante un comentario tan despreocupado. Fixer y Sev miraron a Boss, pues si líder era igual, siempre repasando planes de combate cuando tenía el menos tiempo libre. Sin embargo, Holdo se mostraba con curiosidad ante las palabras de la twi'lek, cómo si tuviese algo en mente. 

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